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POTENCIAL SUBLIMINAL DE LA TEATRALIDAD

I. Generalidades de lo “subliminal”: Concepto, aplicación e impacto.

¿Cómo pensamos que pensamos?

A principios de siglo XXI vivimos en un era donde la cantidad de información que


tenemos a nuestro alcance es impresionante. Imaginemos un paisaje, caminas
por una avenida principal de una gran urbe, hay anuncios por doquier, unos
gigantes, otros no tanto. Restaurantes, planes tarifarios para tu celular, bienes
inmobiliarios para sentar cabeza y tener una vida estable, una vida de cartel. La
escala de colores se entremezcla para formar un collage poli cromático difícil de
entender. El ruido de los coches, una radio que se escucha a un volumen
considerablemente alto anunciando coches a cómodas mensualidades y sin
enganche. Todo esto puede caber en una breve caminata de 5 minutos por esa
avenida. Es parte de nuestra cotidianidad, de nuestro ritmo vital. Pero, ¿Es posible
asimilar tal cantidad de información bombardeada en un lapso de 5 minutos o
mucho menos? La respuesta claramente debe ser negativa, el ser humano no es
capaz de asimilar tal saturación informática de forma consciente. Y es
precisamente en esa última palabra “consciente” en lo que se basará la mayor
parte de este estudio, o más bien de su contraparte: el “inconsciente”.

Afirmamos, pues, que el ser humano no es capaz de asimilar conscientemente


toda la información que recibe en su cotidianidad, sin embargo, más allá de la
conciencia queda un registro latente de esta información que puede regir nuestro
comportamiento sin que podamos dar cuenta de esto. Para entenderlo, debemos
introducir el término de “percepción subliminal”, es decir, la captación de un
estímulo que por diversas circunstancias como falta de atención o breve duración
del mismo no alcanza la representación consciente y, sin embargo, determina la
conducta de la persona al margen de su voluntad consciente.

Los procesos de organización de los estímulos primarios en formas no sólo


funcionan al nivel de lo que nuestra atención enfoca. Es decir, volviendo a nuestro
paisaje, puedes focalizar un anuncio, una forma o un sonido que te haya llamado
la atención. Ese estímulo visual o auditivo lo registraras de forma consciente. Sin
embargo, detrás, hay un número indefinido de estímulos secundarios que
penetran en nuestro de sistema a través de los llamados “canales colaterales”. A
estos estímulos se les denomina “subliminales”

Ya los griegos tenían conciencia de las limitaciones de la percepción consciente.


La primera mención registrada se le atribuye a Demócrito (400 a.C.) quién
sostenía que mucho de lo perceptible no es percibido por nosotros.

También el filósofo griego Platón relata en su obra “Timeo”:

“Cuando un proceso perturbador ocurre brusca y repentinamente, produce


desconcierto, sensación desagradable; por el contrario, si el proceso, aunque
repentino es suave y de poco grado, es imperceptible, pero esto es lo contrario a
perceptible. Cualquier proceso que siga su curso con facilidad es enormemente
imperceptible”

Aristóteles en “Perva Naturalia” hace casi 2000 años expone la de idea de que
existen estímulos que si bien no percibimos, si llegan a nuestro cerebro y sugiere
que los estímulos no percibidos de manera consciente podrían afectar los sueños
explicándolo en su teoría del Sueño:

"Si los impulsos que tienen lugar durante el día no son demasiado fuertes y
poderosos pasan inadvertidos debido a impulsos altamente despiertos.
Pero mientras dormimos tiene lugar lo contrario, entonces los pequeños
impulsos parecen grandes. Esto aclara lo que pasa en el sueño. Cuando
sólo hay ecos débiles en sus oídos los hombres creen que se trata de algo
relampagueante y extraordinario. Cuando sólo pasa una gota de flema por
su garganta, ellos 
creen que están disfrutando de miel y dulces flores.”

Hacia finales del siglo XIX y principios del siglo XX, la teoría del sueño de Freud
propone tres características principales:
1. Protegen el dormir al convertir el material potencialmente perturbador en
imágenes propias del soñar.
2. Representan la realización del deseo.
3. Los estímulos del sueño son transformados de manera simbólica antes de
surgir en el sueño, sobre todo aquellos estímulos que amenazan al
individuo.

Sobre esta base, su contemporáneo el doctor O. Poetzle impulsó y probó teorías


sobre el estímulo subliminal en el sueño. Poetzle descubrió que un estímulo o una
información captada conscientemente por una persona no aparecen en los sueños
subsecuentes. Cuando estudiaba las reacciones a figuras plasmadas o
escondidas en pinturas descubrió que el contenido del sueño en apariencia era
trazado por los estímulos percibidos a un nivel inconsciente anterior al sueño. El
científico formuló su Ley de exclusión alrededor de la observación curiosa de que
los seres humanos excluyen de sus sueños los datos percibidos de manera
consciente. Concluyó diciendo que el contenido de los sueños estaba compuesto
en esencia de información percibida subliminalmente. Poetzle reflexionó sobre que
el concepto de transformación de Freud, la tercera característica del sueño, era en
esencia una modificación de material percibido de modo subliminal. Este
fenómeno de transformación fue descrito más tarde como la defensa de la
percepción, mecanismo mediante el cual el individuo se protege a sí mismo de la
información que podría ser poco placentera, potencialmente dañina o que
produjera consecuencias de ansiedad. La información amenazadora depositada
en el inconsciente debe ser enterrada o transformada en algo relativamente
inofensivo antes de ser admitido en la conciencia. El análisis del sueño durante la
psicoterapia se basa en la interpretación del estado transformado de manera lenta
y cuidadosa para que el paciente pueda aprender a vivir con comodidad cuando
surgen del inconsciente los recuerdos penosos.
A partir de estas teorías surge lo que se denominó como efecto Poetzle que
consiste en que cualquier estímulo supra liminar no atendido se percibe como
subliminal.

Los colegas de Poetzle teorizaron que los ojos hacen cerca de 100.000 fijaciones
diariamente, sólo una pequeña parte de estas fijaciones diariamente, sólo una
pequeña parte de estas fijaciones se experimenta de modo consciente. De alguna
manera el contenido percibido subliminalmente es aislado y transformado para su
reproducción posterior en los sueños. El descubrimiento sugiere que los estímulos
inducidos de modo subliminal actúan con un efecto de reacción retardada de
"alarma de reloj" o "bomba de tiempo" sobre el comportamiento.

En efecto, una asociación consciente puede provocar una percepción subliminal


enterrada con profundidad en el inconsciente durante semanas, meses o quizás
años después de tener lugar la percepción. Hay que tener en cuenta la promesa
que hace dicha teoría demostrable para todos los que se encuentran en el negocio
de controlar e influir el comportamiento humano.

La percepción subliminal desde sus primeros registros, ha sido un tema


ampliamente estudiado e igualmente debatido pero lo cierto es que su aplicación
está latente en muchos ámbitos como la publicidad y el marketing que utilizan
estos medios para crear un mensaje que perdure en nuestra cotidianidad para
orillarnos a consumir tal o cual producto.

Pero si profundizamos en el tema, este mecanismo de percepción subliminal


propio del ser humano ha sido utilizado para manipular y controlar nuestro actuar
en favor de un sistema y una idiosincrasia determinados.

Bryan Key su libro “Seducción subliminal” que hace una fuerte crítica al
consumismo propiciado por la publicidad subliminal, afirma que casi nadie cree
que exista la percepción subliminal y al respecto el afirma que:
Es más confortable ignorar que tal cosa sucede. Los norteamericanos, sobre-
alimentados, obesos y excesivamente indulgentes consigo mismos. Difícilmente
aceptan ser criticados, especialmente cuando la crítica se dirige a su estándar y
estilo de vida. (cita)

En el concepto de fenómeno subliminal se incluyen todas las técnicas empleadas


a la fecha por los medios masivos, mediante las cuales millones de seres
humanos son diariamente “masajeados” y manipulados sin tener conciencia de
ello.

En su obra Seducción Subliminal Bryan Key analiza un anuncio de la ginebra


Gilbey's aparecido el 5 de julio de 1971 en la revista Time como un clásico del arte
subliminal. Tal anuncio fue probado ante 1000 adultos (hombres y mujeres), a los
que se les pidió lo miraran estando relajados y comunicaran los sentimientos que
la exposición del anuncio les suscitaba, sin tratar de analizar racionalmente su
contenido. El 38 por ciento de la muestra no vio más que una botella de ginebra y
un vaso, y fue incapaz de verbalizar sentimientos al respecto. El 62 por ciento
restante describió sentimientos como \satisfacción", \sexualidad", \sensualidad",
\romance", \estimulación", \excitación", etc. Ninguno de los sujetas pudo descubrir
los detalles subliminales del anuncio.

El mensaje transmitido por esta publicidad de Gilbey's al nivel consciente es una


promesa de refrescante placer a sus compradores (fue publicado en verano). El
inconsciente puede percibir la palabra sexo (sex) entre los cubos de hielo que
contiene el vaso de ginebra. La palabra sexo, dice el autor, está actualmente
mezclada en la mayoría de los periódicos, revistas, anuncios por radio, cine y
televisión de los Estados Unidos. Nuestras bien desarrolladas defensas
perceptuales a través de la represión nos impedirán hacer conscientes tales
mensajes. En el anuncio de Gilbey's hay más aún en el cubo de hielo que
sobresale del vaso se puede observar una cara: es la cara famosa de \Kilroy",
difundida en carteles durante la Segunda Guerra Mundial. Una cara más se
encuentra delineada en el cubo de hielo en el fondo del vaso, es una cara
femenina que parece estar mirando a la tapa de la botella de Gilbey's tirada en el
suelo. Esta tapa unida al reflejo de la botella da la idea de un pene semi erecto. La
totalidad del anuncio comunica un relajamiento de tensión sexual.

Por otra parte, la manipulación subliminal representa un atentado contra la salud


mental del individuo. Casi el diez por ciento de los sujetos experimentales dijeron
sentir un miedo atroz al estar observando el anuncio, un sentimiento de soledad y
separación incontrolables. Debemos pues realizar un acercamiento, casi con
microscopio, al contenido de los medios para penetrar en un mundo de ilusiones
entrampadas con el que pretenden manejamos.

Foto del anuncio mencionado por Bryan


Key

Podríamos resumir la forma en la


que opera este tipo de publicidad
de la siguiente manera: Te
presentan una imagen
aparentemente simple, una
botella de ginebra y un vaso con
hielos. Eso es fácil de asimilar de manera consciente ya que la imagen es muy
clara. Sin embargo tiene un trasfondo, lo que nuestro consciente no puede
percibir, llega al inconsciente de manera subliminal, es decir, la palabra “SEXO”
en primera instancia. En teoría solo es una palabra, pero esta palabra tiene una
gran carga simbólica en nuestro imaginario social. Aunado a este tipo de
mensajes, somos bombardeados de imágenes erotizantes, excitantes, todo tiene
una connotación sexual en los medios de comunicación masiva, todo apunta hacia
nuestra pulsión sexual, a exaltar nuestro goce y querer satisfacerlo
constantemente.
Y es así como la publicidad empieza a tener alcances y consecuencias mucho
más significativas de lo que se cree. Ya que está generando una adicción
inconsciente al consumo. Ya no solo pienso en mis necesidades primordiales,
quiero satisfacerme, llenarme. No solo quiero un cigarrillo, quiero toda la cajetilla,
no solo quiero un pantalón, quiero todos los pantalones. Y es porque los cigarros o
los pantalones adquieren una carga mucho más significativa que crea esa
necesidad desde el momento en que se ve la publicidad. La palabra “SEXO”
repetida infinitamente y de mil formas en la publicidad ya no es una simple
palabra. Eso es lo que está llegando a nuestro cerebro de manera inconsciente.

Ahora hablaremos de otro ejemplo de la palabra “SEXO” colocada sutilmente en


otra imagen muy famosa y que debe llamar particularmente nuestra atención ya
que no la encontramos en un anuncio o publicidad sino en una emblemática
película infantil que marcó a una generación, el Rey León.

El mecanismo es el mismo, una imagen fácil de asimilar de manera consciente


con la palabra “SEXO” colocada de manera que pase desapercibida por nuestra
percepción consciente. En este caso la imagen pertenece a un momento cumbre
de una película animada infantil.
Entonces, debemos preguntarnos ¿Qué hace esa palabra en una película infantil?
¿Cuál es su fin? Si seguimos la misma lógica del mecanismo subliminal en la
publicidad podríamos inferir que se está incitando a consumir un producto. Pero
¿Qué producto se está intentando vender en ese preciso momento de esa
película?

El problema, desafortunadamente no queda allí. No solo hablamos de consumir


ciertos productos al estar influidos por la publicidad subliminal sino de todo un
sistema en el que impera el capital sobre lo humano que nos controla e incita a
consumir más que un producto, sino a nosotros mismos. Un sistema que produce
autómatas que trabajen para sostenerlo. Sin embargo, es imposible de sostener y
nos acercamos hacia un punto sin retorno para la humanidad.

La imagen de la palabra “SEXO” en el Rey León tiene una gran importancia por el
público a quién está dirigido, ya que se trata de transmitir una ideología de
consumo autodestructivo desde una edad temprana. Desde los primeros años se
está bombardeando al inconsciente con esta exaltación del goce, de la pulsión
sexual.

No basta con observar anuncios o comerciales. Hay una enorme superestructura


de los medios de comunicación masivos que rigen nuestro actuar, nuestro
comportamiento y nuestro pensar desde nuestros primeros años de vida. Es decir,
estamos hablando de una nueva superestructura cultural regida por los medios.

La cultura es transmitida a través de las instituciones: familia, escuela, iglesia, etc.


Y los medios de comunicación masiva se han convertido en una institución que
transmiten cierta ideología. Un ejemplo de ello es Hollywood. A través de historias,
tramas, imágenes y sonidos nos transmiten algo más allá de lo que se puede
percibir de manera consciente. Transmiten modelos a seguir, formas de
comportarse, estilos de vida, sueños, aspiraciones. Construye el nuevo imaginario
social, la mitología de la era moderna.
Todo sistema de poder, necesita de una superestructura que lo avale. Entiéndase
superestructura como el conjunto de elementos de la vida social dependientes de
la base o infraestructura, como por ejemplo: las formas jurídicas, políticas,
artísticas, filosóficas y religiosas de un momento histórico concreto. Los aspectos
estructurales se refieren a la organización misma de la sociedad, las reglas que
vinculan a sus miembros, y el modo de organizar la producción de bienes. Este es
un concepto de Karl Marx, así como infraestructura que se refiere a  la base
material de la sociedad que determina la estructura social, el desarrollo y el
cambio social. Incluye las fuerzas productivas y las relaciones de producción.

Dado su alcance y su rápida evolución, los medios de comunicación masiva se


posicionaron rápidamente como parte de la superestructura de cualquier nación o
sistema de poder.

Un claro ejemplo de ello es la propaganda de la Alemania Nazi. La mayor parte de


las técnicas que emplea la propaganda se sustentan en mecanismos muy simples
y comunes a la mente humana. Buscaron un enemigo y lo encontraron en los
judíos y los comunistas, y sobre ellos lanzaron todo el descrédito, a la vez
construyeron todo su mensaje sobre la exaltación del líder y su papel como guía o
caudillo: sus discursos se transmitían por la radio, su imagen estaba omnipresente
en los carteles que empapelaban las calles, en los periódicos o emisiones de cine,
donde se exaltaba su carisma y los logros y conquistas conseguidos. Y en todos
los medios se reproducían de forma masiva desfiles solemnes, símbolos,
banderas y estandartes, que asedian al pueblo alemán casi como una obsesión.
Alemania se convirtió de esa manera en una “sociedad hipnotizada”. El padre de
todo este mecanismo propagandístico fue Paul Joseph Goebbels que poseía un
protagonismo desbordante, apasionado y tenaz sumado a una inteligencia
orientada a las comunicaciones, a la psicología de masas y a lo artístico. El
Ministro  de Propaganda y Educación Popular tenía una enorme capacidad como
manipulador de la información que lo convirtió en uno de los personajes
fundamentales del nazismo, artífice de una incansable labor de propaganda
basada en los siguientes principios:
1. Principio de simplificación del enemigo único. Adoptar una única idea, un
único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo. El mensaje debe
ser sencillo para que todos y cada uno de los individuos sean capaces de
comprenderlo, breve y claro, elaborado con frases simples y enunciaciones
primarias.
2. Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola
categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada
3. Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores
o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. “Si no puedes negar las malas
noticias, inventa otras que las distraigan.”
4. Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota,
por pequeña que sea, en amenaza grave magnificando la situación.
5. Principio de la vulgarización. Toda propaganda debe ser popular,
adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida.
Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo
mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su
comprensión, escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar.
6. Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número
pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde
diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin
fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite
suficientemente, acaba por convertirse en verdad”.
7. Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y
argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público
estará ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de
poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones.
8. Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes
diversas, a través de los llamados globos sondas o de informaciones
fragmentarias.
9. Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se
tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen al adversario, también
contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines.
10. Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre
a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo
de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan
arraigar en actitudes primitivas
11. Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente que piensa
“como todo el mundo”, creando una falsa impresión de unanimidad.

Estas herramientas publicitarias pueden verse no sólo en la Alemania nazi, sino en


decenas de departamentos de propaganda de gobiernos internacionales desde
entonces. Sin embargo, la brillantez universal de estos parámetros no parte
necesariamente del ingenio, sino del narcisismo. El doctor Leonard W. Doob, tras
analizar la mecánica de las acciones propagandísticas de Joseph Goebbels los
ampliaría a 19 principios, mostrando preceptos más clínicos y detallistas sobre los
procesos de diseminación de información nazi. Para Hitler, fue este el trampolín
para elevar a su imagen al Olimpo de los íconos.

Los medios de comunicación masiva pertenecen a la clase social que tenga el


control de los medios de producción.

Para que esta afirmación sea comprensible, debemos situarnos en el contexto de


una sociedad capitalista actual, en la cual podemos distinguir dos polos, sectores
o clases. La clase dominante y la clase dominada. La clase dominante será la
poseedora de los medios necesarios para dominar a la clase dominada. Por lo
tanto, hablando de medios de comunicación la clase dominante será quién los
posea y los utilizará para dar a conocer la información conveniente a sus
intereses, es decir que la clase dominante manipulará los medios de comunicación
para mantener su dominio.
Este hecho, le da un papel protagónico a los medios de comunicación ya que los
convierte en un arma invisible para la dominación ideológica. Es invisible ya que el
receptor, que en cualquier caso sería la clase dominada, acepta el mensaje de
dominación que la clase dominante está enviando. Sin embargo, no se da cuenta
de la manipulación, ni de que está siendo utilizado para fines externos. El discurso
que transmiten los medios de comunicación sirve para recordar a la clase
dominada su papel en la sociedad, para cauterizar la posibilidad de hacer
conciencia de la explotación que sufre, elimina u omite cualquier pensamiento
cultural, político o filosófico que incite al cambio social.

Florence Toussaint, periodista, comunicóloga y docente en el área de


comunicación de la Facultad de Ciencias políticas y Sociales de la UNAM, quién
ha destacado en el campo de la relación entre comunicación y política plantea lo
siguiente

“La ideología, al penetrar en las diversas esferas de la actividad individual y


colectiva, cimienta el edificio social. La forma de operar del proceso ideológico es
silenciar los orígenes del sistema de tal manera que los individuos puedan vivirlo
como un orden natural” [ CITATION Flo75 \l 2058 ]

La fórmula es simple, es una codificación, un mensaje encriptado. Se condensa lo


esencial de una ideología, se codifica en un mensaje que se difundirá a través de
los medios de comunicación masiva de forma que sea digerible para el receptor
que al final lo asimilará de forma orgánica, sin dar cuenta de que detrás de lo que
ve hay un mensaje de dominación. Hay un imperativo que sigue al pie de la letra
sin saber que lo está siguiendo.

Y, ¿Por qué señalar este asunto y crear una problemática de él? La gente
consume y al parecer no tiene problema con ello. La gente es dominada y no se
da cuenta, incluso toda una generación podría morir feliz pensando que el mundo
está de maravilla. Pero la realidad es muy diferente.
Lo cierto es que el sistema capitalista probablemente está a punto de colapsar.
Considerando la importancia que este suceso conllevaría, es necesario conocer la
naturaleza del sistema en el que estamos inmersos.

El capitalismo consiste en un régimen de bases económicas en el cual la


titularidad de los recursos de producción es de carácter privado. Estos medios
operan en base al beneficio, mientras que las decisiones financieras se toman en
función de la inversión de capital y con miras a la competencia por los mercados
de consumo y el trabajo asalariado. La clase social más alta que se enmarca en
este modelo recibe el nombre de burguesía capitalista.

Para el capitalismo, los ciclos de bonanza y crisis son inherentes a su


funcionamiento. Son el producto de la descoordinación y anarquía con que el
capitalismo opera, donde períodos de súperinfladas inversiones, con incrementos
en las ventas y en las ganancias son seguidos por períodos de sobreproducción
que conducen a la caída de las tasas de ganancia y al aumento en el desempleo.

Marx hizo la distinción que esta sobreproducción es en relación a la capacidad de


los capitalistas para vender a precios que generen ganancias, y no en relación a
las necesidades humanas. Un sistema racional basado en la planificación de la
producción y la distribución podría hacer uso del excedente en infraestructura para
mejorar la calidad de vida humana.

Bajo el capitalismo, el crecimiento puede sólo ser reasumido una vez que cierta
cantidad de capital acumulado es destruido o drásticamente devaluado, un
proceso que sólo acarrea miseria para las masas obreras. Así el ciclo comienza
otra vez. En el seno de estos ciclos yace un patrón de mayor alcance, el que Marx
identificó como "la tendencia de la tasa de ganancia a caer", de lo cual viene que
las recesiones se intensifiquen y los años buenos sean cada vez más cortos e
insignificantes.

Como todo sistema dinámico cíclico, los ciclos del capitalismo del siglo XIX fueron
diferentes a los que está enfrentando ahora en su edad madura. Dos razones
explican este fenómeno. La primera es que el capitalismo competitivo se ha
convertido en lo contrario. La relativa libertad competitiva del capitalismo incipiente
entre pequeñas unidades productivas cedió lugar a la concentración y
centralización del capital en unidades cada vez más grandes.

En el capítulo XXIII de su obra máxima: “El Capital”, Marx nombra esto como la
“Ley general de la acumulación del capital”. La cual el Diccionario de Economía
Política de Borísov explica de la siguiente manera:

Ley General de la Acumulación Capitalista: ley económica de la sociedad


capitalista; según esta ley, cuanto mayores sean la riqueza social, el capital en
funciones, el volumen y la intensidad de su incremento, y también, por tanto, la
magnitud absoluta del proletariado y la capacidad productiva de su trabajo, tanto
mayores serán la superpoblación relativa y el grado de explotación de la clase
obrera. La acumulación de riquezas en un polo de la sociedad burguesa lleva a
que en el otro polo se acumulen la desocupación y la miseria, lo que se manifiesta
en la depauperación relativa y a veces, en la depauperación absoluta del
proletariado. Estas consecuencias del proceso de acumulación del capital son un
resultado inevitable del incremento de la productividad del trabajo en el régimen
capitalista, dado que al aumentar dicha productividad, una masa relativamente
menor de trabajo vivo acciona una cantidad cada vez mayor de medios de
producción, en los que se halla plasmado el trabajo pasado, materializado. Ello se
manifiesta, a su vez, en el constante aumento de la composición orgánica del
capital a medida que el capitalismo va desarrollándose. Como el rendimiento del
trabajo y la composición orgánica del capital crecen más rápidamente que la masa
de población ocupada en la producción, la producción capitalista, aunque eleva la
demanda de fuerza de trabajo en cifras absolutas la necesita cada vez en menor
cantidad en un sentido relativo, con lo que aumenta la desocupación. 

Por lo tanto, el sistema que los medios de comunicación avalan, promueven y


legitiman es, por su propia naturaleza, un sistema autodestructivo. Entre mayor
sea la cantidad de riquezas, el grupo que las controla y que se beneficia de ellas,
es menor. Mientras que la pobreza crece.
Si a esto le añadimos el factor de la “sobrepoblación” en el planeta, tendríamos
una bomba de tiempo a punto de estallar.

Por lo tanto, puedo concluir por el momento que el factor subliminal en los medios
de comunicación masiva, con todo lo que hay a su alrededor, significa un
problema grave para la civilización como ahora la conocemos. Estamos al borde
de un periodo histórico, nuestro mundo está a punto de cambiar, de hecho, debe
hacerlo. Sin embargo debemos de procurar que ese cambio sea lo más favorable
posible.

II. De la teatralidad y su potencial subliminal.

¿Qué es la teatralidad?

El imprescindible Diccionario de Patrice Pavis informa que "el concepto tiene algo
de mítico, de demasiado general y hasta de idealista". Propone entonces, entre
otras definiciones, la de Roland Barthes: "Es el teatro menos el texto, es un
espesor de signos y de sensaciones que se construye en la escena a partir del
argumento escrito, es esa especie de percepción ecuménica de artificios
sensuales, gestos, tonos, distancias, sustancias, luces, que sumerge al texto en la
plenitud de su lenguaje exterior". Y prosigue Pavis: "De la misma manera, en el
sentido de Artaud, la teatralidad se opone a la literatura, al teatro de texto, a los
medios escritos, a los diálogos e incluso a la narratividad de una fábula
lógicamente construida".

Nuestra época teatral, según Pavis, se caracteriza por la búsqueda de esta


teatralidad ocultada durante mucho tiempo.
Desde lo más básico entenderemos entonces que una obra dramática es un texto
en forma de diálogo escrito para ser representado, en un espacio y tiempo
determinado. La comunicación que se forma en las funciones es diversa pues,
corresponde a un “convivio” que se dará únicamente con las personas presentes.

La puesta en escena consta de un puente humano encargado de interpretar el


mensaje para que llegue al espectador. Quienes construyen este puente son el
director, el actor, diseñador, etc.

El escenario según Patrice Pavis es una construcción única que remite a sí


misma, y que no imita al mundo real. Ocurre en un momento específico y que sin
espectadores, la representación no estaría completa.

Haciendo a un lado el romanticismo que decora toda descripción del teatro hecha
por un hacedor del mismo, debemos remontarnos a las primeras manifestaciones
oficiales del teatro occidental, es decir, los griegos. Y es que, dada su naturaleza
que raya en lo ritual, en lo extracotidiano, generaba un estado alterado de
conciencia que dejaba al espectador susceptible a recibir cualquier información,
cualquier discurso y asimilarlo de manera orgánica, de manera natural asumía una
ideología que regiría su comportamiento y su forma de introducirse en el sistema
dominante.

Es decir, por su naturaleza, desde su concepción el teatro ha sido una herramienta


de transmisión ideológica. El teatro debe ser didáctico. El teatro debe ser, por
lógica, perverso.

Se puede afirmar entonces, que el teatro en su tiempo cumplía la función que


ahora cumplen los medios de comunicación masiva: la dominación ideológica a
través de la puesta en escena. Y es que el concepto de teatro es bastante amplio
y abarca muchas ramas, pero su importancia radica indudablemente en la puesta
en escena, ese momento efímero que perdura a través del tiempo, a través de la
conciencia y se marca en el inconsciente. La puesta en escena es el momento
vivo, es el hilo conductor, todo está fabricado para ese preciso momento en el que
convive el espectador con toda la maquinaria que crea la ficción.

Ahora, el teatro puede fungir como una herramienta que genere un contra discurso
ante los medios de comunicación masiva, al sistema dominante. ¿Por qué recurrir
al teatro y no a los mismos medios? Pues bien, el teatro cuenta con el elemento
presente, el momento vivo e irrepetible.

Es decir, a través de la puesta en escena presencias un acontecer único, cuyo


impacto puede ser más fuerte y perdurable a nivel inconsciente que el que ofrecen
los medios de comunicación masiva.

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