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Este articulo habla de las características actuales del sistema penitenciario ruso, siendo este el
segundo país a nivel mundial, después de los EEUU en población penitenciaria, teniendo alrededor
de 893600 internos en sus instalaciones, de los cuales el 68% se encuentra en prisión preventiva.
El sistema penitenciario consta de una red de prisiones “de paso” o etapirovanie que son parte de un
sistema de reclusión por etapas, en las que los condenados cumplen con la prisión preventiva antes
de llegar a prisiones estatales de mayor seguridad en las que cumplen sus penas. La existencia de
este sistema se debe a la herencia de los campos de trabajo siberianos de la antigua Unión Soviética
Gulags y a la necesidad de redistribuir a la población penitenciaria en el vasto territorio ruso, siendo
necesario el traslado por medio de vías férreas en viajes de entre 10 y 36 días.
Las prisiones preventivas de paso y las prisiones estatales comparten características en común como
lo son las faltas graves a los Derechos Humanos, pues no se garantiza la salubridad de las
instalaciones ni la seguridad de los internos ante los abusos de las autoridades militares encargadas
de manejar el sistema penitenciario.
A pesar de ser un país desarrollado, el sistema penitenciario ruso deja mucho que desear puesto que
carece de infraestructura adecuada en sus prisiones, existiendo falta de medicamentos,
enfermedades como el VIH (aproximadamente 40000 internos) y la tuberculosis (44000) que ponen
en riesgo a los internos. Sin embargo, esto no se debe a carencias económicas, sino a los
precedentes de violencia contra los DDHH que solía practicar la URSS.
El sistema se basa en la disciplina militar y se ve manchado por una tolerancia increíble hacia la
tortura por parte de las autoridades y de otros internos, lo que hace manifiesto el trastorno de
prisionalizacion entre la población penitenciaria, que, por lo general, al no tener acceso a drogas, se
inclina por la automutilación y el suicidio.
Es necesario promover los sistemas abolicionistas, sin embargo, es necesario también comprender
las diversas limitantes tanto culturales como de infraestructura que existen para llevar esto a cabo.