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Profundizando injusticias sociales: deforestación y respuesta gubernamental

¿Reducción de la deforestación?
El año anterior el Gobierno presentó como un gran logro la pasmosa cifra de deforestación
para 2018, 197.157 ha (IDEAM, 2019). No obstante, algunos análisis al respecto hacen caer
en la cuenta que esos resultados, para nada alentadores, no son  necesariamente producto
de este gobierno (Olaya 2019); es decir que se pueden estar ganado indulgencias con padre
nuestros ajenos. Pero más allá del número, preocupan la inconsistencia de la información y
su aplicación para el diseño de políticas públicas.

Semanas antes de entregar la cifra de deforestación de 2018, el ministro de ambiente,


Ricardo Lozano, había presentado proyecciones que estimaban que ese año el país habría
perdido hasta 280.000 ha de selvas (Ángel 2018), sorpresivamente unas semanas después
el resultado era casi un 30% menor. Esa cifra, sobre la cual se fundamenta en gran parte el
diseño de medidas y políticas, difiere enormemente de lo registrado por otros sistemas de
cuantificación, como el reporte de Piotrowski (2019: 13), el cual registró la pérdida de
247.000 de selvas, sólo en la Amazonia colombiana.

A pesar que la deforestación se concentra mayoritariamente en la Amazonía, 65.5% en 2017,


70.1% en 2018 (IDEAM 2019) y 85% en el último trimestre de 2019 (Semana sostenible,
2020, Paz Agudelo, 2019b)) esta problemática afecta todas las regiones del país, sus
ecosistemas y poblaciones, de aquí su relación con los derechos ambientales.

Durante la pandemia en Colombia y las medidas de cuarentena la deforestación se ha


intensificado, tal y como lo aseguró “la Corporación para el Desarrollo Sostenible del Sur de
la Amazonia (Corpoamazonia) al afirmar que las mafias deforestadoras aprovechan el
confinamiento del coronavirus para quemar y tumbar más bosque 1”. Resultados preliminares
de estudios de la Fundación para la conservación y el desarrollo sostenible, indican que este
año, hasta abril 15, la Amazonía había perdido más de 75.000 hectáreas; las alertas
tempranas del IDEAM, apuntan a 73.000 hectáreas arrasadas en esta región durante el
2019.

1 https://sostenibilidad.semana.com/impacto/articulo/sucumbe-la-amazonia-colombiana-75000-hectareas-deforestadas-
este-ano/51466
De otro lado, el Sistema de Información Ambiental Territorial de la Amazonía Colombiana
(Siat-ac), que monitorea permanentemente los puntos de calor en la Amazonía colombianaen
este territorio2, permite ver un aumento alarmante en los mismos: Del 1 de marzo al 9 de
junio de 2019 fueron detectados 688 en los 93 departamentos amazónicos, mientras que en
el mismo período de este año, este número escaló a 13.092.

Extractivismo: El caso del Bosque Seco Tropical


A nivel mundial, el Bosque Seco Tropical BST se considera un ecosistema prioritario para la
conservación (González et al. 2014: 4), en nuestro país esto es más que justificable, pues
aunque las cifras varían, se estima que sólo se mantiene el 1.5% de la cobertura original
existente (Etter 1993).

El BST se encuentra gravemente fragmentado, es decir en islas o parches, lo que dificulta su


conectividad y pervivencia, pero en lugar de protegerlo, las políticas extractivistas dan vía
libre a la destrucción de esos pocos fragmentos. Un caso que puede ejemplificar la situación
es la afectación del BST existente en La Guajira. Allí, para la ampliación de la minería de
carbón adelantada por el consorcio Cerrejón, se produjo el desvío del Arroyo Bruno, afluente
del río Ranchería, esencial para el abastecimiento de agua, tanto para las funciones de los
ecosistemas como para las poblaciones humanas, de las cuales conocemos sus difíciles
condiciones y restricción para acceder al agua, especialmente en el caso del pueblo Wayuu.

El BST también existe, igualmente fragmentado, en los valles interandinos, en uno de los
cuales la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales ANLA negó licencia ambiental al
proyecto hidroeléctrico Cañafisto, argumentando la pérdida de BST y de conectividad que
ocasionaría esta obra (El Tiempo 2017). Allí, 1700 familias hubieran tenido que ser
reubicadas.

En este caso el proyecto no tuvo licencia, pero otras hidroeléctricas ya han inundado vastas
extensiones del reducido BST en los valles del Magdalena y el Cauca, desplazando e
impactando numerosas familias y comunidades, al tiempo que se proponen en lugares con
2 Un punto de calor se define como una anomalía térmica sobre el terreno, que en realidad es una aproximación a
incendios o puntos potenciales de fuego (Di Bella, y otros, 2008). http://siatac.co/web/guest/monitoreo-fuegos/puntos-
de-fuego
3 De acuerdo a esta plataforma componen la Amazonía colombiana la totalidad o parte de la superficie de los
departamentos de Guanía, Putumayo, Caquetá, Amazonas, Vaupés, Guaviare, Meta, Vichada y Nariño.
relictos del ecosistema, como el valle del Patía. En departamentos como el Huila y Tolima, el
BST también es destruido y su espacio ocupado por agroindustria y ganadería ¿qué pasa
con los derechos ambientales de las comunidades convivientes de estos ecosistemas?

Durante este segundo año del actual gobierno, en el marco de excepción creado durante la
pandemia, las condiciones para el extractivismo se han flexibilizado y facilitado en extremo
en aspectos como el licenciamiento, la creación de beneficios tributarios y el debilitamiento
de los procesos de consulta previa y participación efectiva de las comunidades.

Injusticia ambiental y militarización


La asociación que muchas personas pueden hacer con múltiples municipios amazónicos es
la violencia, que por décadas ha marcado su cotidianidad. Por asuntos de concreción no
quisiéramos extendernos en la relación entre guerra y apropiación de aquellos ecosistemas
que han sido denominados estratégicos, pero consideramos importante mencionarla para
aproximarnos a la comprensión de las injusticias ambientales que asolan a sus pobladores.

Los motores de la deforestación son aún objeto de debate, no obstante parecieran haber
algunos acuerdos: Existe una estrecha relación entre deforestación y acaparamiento de
tierras, ganadería y expansión de monocultivos de palma aceitera 4. Hay grupos ilegales y
paraestatales promoviendo el desmonte de selvas, los cultivos de coca también contribuyen,
pero contrario al discurso oficialista, no es la principal causa de deforestación. (FCDS, 2020)
También, como se vio en el apartado anterior, la expansión del extractivismo es una causa de
deforestación, al tiempo que existen causas subyacentes , como la pobreza y la
marginalidad, que no han sido abordadas, a pesar de estar siendo expuestas
contundentemente por las poblaciones campesinas afectadas por las operaciones militares
en el periodo de este informe.

El gobierno actual tiene lecturas implícitas de estas causas y continúa dando, un tratamiento
militar, denominado estrategia Artemisa, a lo que el presidente Iván Duque denominó en
algún momento “la hemorragia deforestadora la deforestación” (Paz Cardona, 2019).

4 El congresista Juan Carlos Lozano, quien ha puesto la deforestación como tema central de su gestión, señala que estas
actividades motivan 60% de la deforestación. De otro lado, resulta diciente el aumento de cabezas de ganado en las
regiones más deforestadas del país, por ejemplo, en las inmediaciones del Parque Nacional Chiribiquete, donde se han
deforestado 290.000Ha, se reportaron 640.000 cabezas de ganado.
La estrategia se activó en mayo de 2019, con énfasis en las áreas protegidas del Sistema
Nacional Ambiental (SINA), La Brigada contra la Minería Ilegal, 6 Batallones de Selva, 6
Batallones de Infantería de Selva, 10 Batallones de Alta Montaña, 19 Batallones Especiales
Energéticos Viales y 4 Batallones contra el Narcotráfico, fueron presentados como los
principales encargados de adelantar esta estrategia con fuertes componentes en lo judicial y
lo militar. (Paz Cardona, 2019) Ofensivas militares que han judicializado y detenido pequeños
campesinos, incluso con operativos en medio de la cuarentena que aumentan la exposición
al COVID-19 de esta población, contribuyen a profundizar las injusticias ambientales en el
país, mas no el problema que se pretende atacar. La estrategia Artemisa no ha dado con los
promotores de la cadena de deforestación y ataca al eslabón más débil de la misma.

En octubre de 2019 fueron detenidos 8 campesinos en Putumayo, en el Parque Natural La


Paya,(El Espectador, 2019), en febrero de este año 1000 efectivos fueron enviados a
combatir la deforestación en La Macarena, capturando 20 campesinos de la región en medio
de una gran polémica promovida por asociaciones campesinas y que escaló al nivel nacional,
solicitando negociaciones con la cabeza del ejecutivo. (Agudelo, 2020. Noticias Caracol
2020) En medio de la cuarentena, además, organizaciones de Caquetá, Guaviare y
Putumayo, a saber, han denunciado operaciones de erradicación forzada con batallones de
hasta 70 hombres, quienes no cumplen con los protocolos de bioseguridad establecidos.

Más sensatas resultan propuestas que abordan la deforestación desde una mirada compleja,
como la declaratoria de emergencia ecológica y climática, solicitada por la Procuraduría
General en abril de este año, que implicaría, entre otras medidas, la prohibición de
actividades empresariales en zonas deforestadas (Semana Sostenibe, 2020). También
resulta imperioso adelantar un catastro sobre la propiedad rural en el país y la vocación de
estas áreas, buscando gravar su uso inadecuado e improductivo.

A manera de conclusión

A manera de cierre, citamos las palabras de los magistrados de Tribunal Superior de Bogotá
al concluir las audiencias citadas para hacer seguimiento a la sentencia 4360 de 2018 de la
Corte Suprema de Justicia y conocer las razones por las que no se ha detenido la pérdida de
la selva amazónica: No existe interés del Gobierno de Duque por cumplir la sentencia (El
Espectador 2019).
La corte le ordenó a la Presidencia dos acciones para detener la deforestación en la
Amazonía: Formular un plan de acción y un Plan Intergeneracional por la Vida, sobre las que
el Tribunal encontró escasos resultados. Ambas obligaciones fueron delegadas al Ministerio
de Ambiente, sin que se evidenciaran adelantos en la formulación del citado plan.

La deforestación en Colombia, es, en esencia, un problema político cuya superación pasa


por revalorar la comprensión de sus causas, pero también y esencialmente, por cambiar la
concepción de la naturaleza y de las comunidades. El momento actual nos está mostrando
varias cosas: de un lado, el alto costo económico y social de la degradación ecológica, de
otro, el enfoque errado de la lucha contra la deforestación, que debería fortalecer las
estrategias de manejo comunitario de selvas, en vez de atacar y revictimizar a las
poblaciones que viven de las selvas o cerca de ellas, y finalmente, la urgencia de pensar
políticas agrarias en el país, en clave de justicia social y ecológica.

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