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IMPOSTERGABLE

El regreso de la literatura
Amir Hamed

1) Ayer nomás

Una dictadura dispone de mil medios


para perpetuarse, aunque suele buscar más. La que
padeció Uruguay intentó estirarse a la chilena,
Suscribirme
proponiendo una reforma de la constitución, en 1980, y
creyendo que tenía todo ganado (Pinochet venía de
arrasar en Chile), para cumplir con las formas, concedió
H enciclopedia
es administrada por
dos debates, uno por radio y otro televisivo, en el que
Sandra López Desivo participaron, por parte de los dictadores, dos abogados, el
© 1999 - 2013 además coronel Ernesto Bolentini y Enrique Viana
Amir Hamed Reyes, y por parte de las fuerzas cívicas, que se oponían a
ISSN 1688-1672
sancionar constitucionalmente una situación de facto,
otros dos, de estricta derecha, Enrique Tarigo y Eduardo El poeta (el escritor, el artista) se retiraba, para esperar
Pons Echeverry. El bombardeo propagandístico del pacientemente que la Historia le pusiera la verdadera
régimen, a favor de la reforma, había durado todo el año, revolución en la puerta, mientras la revolución, al menos
para no decir siete años, pero ese 14 de noviembre, por en Europa, ya para después de 1870, parecía por siempre
primera vez, cabía lugar para atender, aunque fuera por diferida. Para 1898, entonces, tal vez cansado de
un rato, voces disidentes. esperarla, el Affaire Dreyfuss le permitió a un novelista
francés, Émile Zola, poner de regreso al Poeta (el
En los debates, como es de rigor, las partes esgrimen sus escritor) en el foro, argumentando el caso del Intelectual,
razones, si bien difícilmente se dé que una alcance una figura que no se conformaba con escribir libros sino que
victoria lapidaria, o mejor, que una se precipite en una debía batirse en la arena pública. Eran los prolegómenos
derrota categórica. Sin embargo esto ocurrió, a raíz de del escritor comprometido, figura que entró y salió de las
una cita literaria. Pons Echeverry, en determinado turbulencias del siglo XX y que, en Europa, acaso tuviera
momento, sostiene que, “como dice Ionesco, siempre su última comparecencia en el Mayo francés de 1968,
habrá rinocerontes”, Bolentini se declara ofendido (“no le cuando marchando por las calles de París tras Jean Paul
permito que me llame rinoceronte”) y Viana Reyes Sarte, los estudiantes llamaran a la imaginación al poder.
intenta tranquilizarlo en algo que es, de por sí, una
declaración de derrota: “déjelo, Coronel; nos han dicho La imaginación, como nadie ignora, nunca llegó allí
cosas peores”. donde la pretendían, el poder quedó en otras manos y,
desde entonces, se ha verificado lo que cabe llamar como
En cualquier discusión, se sabe desde Aristóteles, tiene retirada de la literatura; recluida primero en los estudios
las de ganar quien pueda establecer su ethos, es decir, su académicos y luego, incluso, relegada por estos mismos
autoridad para decir lo que está diciendo. Bolentini y estudios a consignas sociologizantes, de inclusión, de
Viana, en ese mismo instante, habían renunciado al suyo épicas del subalterno, etc.. Es decir que la imaginación,
porque un rinoceronte, claro está, no sabe de qué está que alguna vez se llamó al poder, quedó recluida al
hablando. Hoy, mientras los políticos del país comienzan horror baladí de lo políticamente correcto, de
a desgañitarse en busca de los votos que les dará o negará convocatorias a la integración pero ya nunca más
el electorado a fin de año, este mismo argumento, que convocada por clarinadas de liberación. Se trata de lo que
salvó a la democracia, difícilmente hubiera funcionado nos dejó el mundito posmo, resignado, automutilado, que
porque las partes que debaten ignoran equitativamente a tras el llamado a la revolución, declarándose vencido, se
Ionesco. Cabe aclarar, de todos modos, que en aquel retiró de la Obra para resignarse a una tómbola de
momento buena parte de los tres millones que “identidades”, al orfelinato de los yositos y sus
conformaban el público uruguayo ignoraba a Ionesco, si “testimonios”, que no lejos de comportar una confesión
bien sabía lo suficiente de rinocerontes, y sabía también agustiniana ponen en escena, como en sus días dijera
que alguien citable (citable porque era citado) al hablar André Malraux, “un miserable amontonamiento de
de rinocerontes estaba refiriéndose a humanos, por lo que secretos”.
el asunto, y la acusación de Ionesco en labios de Pons
Echverry, comportaban algo serio. 3) Ayer mismo (la semana pasada)
Se trataba de una acusación literaria, y como tal, algo Tres conversaciones
inespecífica, pero nunca abstrusa; por el contrario, era
enteramente calibrable. No era imprescindible andar 1. Alma Bolón recién regresada de París, en su casa,
indagando en libracos polvorientos sino entender que el cuenta que ahí, ahora, en las librerías se separan
país respetaba la “alta cultura”, y en particular el teatro, y en pilas, como si fueran trincheras, los libros de
recordar que pocos años atrás la Comedia Nacional había filosofía y autoayuda. Entiende que los de
estrenado Rinocerontes, de Ionesco. Es decir que, por autoayuda cumplen con la función que alguna vez
entonces, para hablar de Ionesco no había que hacerse el tuvieron los textos religiosos, ya que sus lectores
se sienten fortalecidos por la lectura, a lo que este
interesante sino, nada más, concurrir al teatro, y la gente columnista objeta que cualquiera sale convencido
concurría al teatro porque entendía se trataba de una por un rato de que está mejor y que ahora sabe
actividad importante: iba al teatro para, en el sentido más, hasta que la realidad le demuestra lo
kantiano, ilustrarse, es decir, venirse adulta, desentendida contrario. Los usuarios de autoayuda entienden
de tutelas, autónoma en lo moral y responsable que el libro tiene la misión (y cumple la misión)
cívicamente. Pero, más allá de la familiaridad o falta de de cambiarles la vida; por lo tanto, concluida la
familiaridad con Ionesco, la democracia se salvó en lectura, tienen la convicción instantánea de que
Uruguay (y esto no es hipérbole, se definió en ese debate) ahora son más sabios y ya están en condiciones de
porque el pathos (aristotélicamente, el lugar de la lidiar con el mundo, convicción que se desmorona
audiencia) asumía que una cita culta y literaria era algo ni bien el mundo, unos 30 o 35 segundos más
saludable, una autoridad atendible, una voz reveladora. tarde, los noquea por vez enésima. La diferencia,
insiste el columnista, es que los libros que están
Para decirlo de otro modo. En aquel debate que los en la otra trinchera, los de filosofía, hacen
uruguayos siguen conmemorando hoy día aunque sin preguntas y no vienen con soluciones, y que el
entender del todo por qué, la cultura, y la literatura en peso de un buen libro está en a ayudarnos a
particular, eran todavía un hecho político, y se puede interrogar, no en darnos las respuestas al
decir, sin exagerar, que la literatura, en este caso la crucigrama. Eso, dice entonces Alma, es lo que se
dramática, reingresaba a la vida cívica, vía cadena perdió con “la retirada de la literatura.”
nacional de televisión, en el modelo ateniense del siglo
2. Aldo Mazzucchelli, compartiendo un café
V: discutía, debatía, ponía las normas en juego sin
tempranero, comenta la necesidad de volver a
resignarse a la pamplina. El debate Tarigo-Pons vs.
esos autores decimonónicos que descartó el siglo
Bolentini-Viana Reyes fue un hecho político y nada tuvo
XX, como Michelet o Feuerbach. Le recuerdo las
de entretenimiento. Y como no fue entretenido, ganó el
palabras de Alma y coincidimos en que ese olvido
más capaz de entender los meandros de lo literario.
es parte del olvido de lo literario. El siglo XIX,
2) Anteayer cabe recordar, armó naciones y estados-nación
con literaturas nacionales; el Estado-nación,
En su libro El declive del hombre público, Richard ciertamente, es una institución en retroceso pero
Sennet rastrea cómo el hombre de letras se ha venido todavía no perimida, y sigue siendo la molécula
retirando de la esfera pública, una esfera (esto no lo dice jurídica por la que se rige la vida política
Sennet) que él mismo creó. Sennet se preocupa menos internacional y la economía del mundo (que al
por la difusión de los periódicos que abrieron ese capital trasnacional lo nacional le estorbe o le
pabellón democrático, la esfera pública en Inglaterra, que resulte irrisorio es bien otra cosa).
del desarrollo del teatro y las barricadas en Francia, en el 3. El columnista se encuentra con Ramiro Sanchiz y
siglo XVIII y XIX, respectivamente. El teatro la charla deriva en el Finnegans Wake de James
dieciochesco francés constituía aquel lugar en el que al Joyce y la ausencia hoy de obras de ese calibre, es
público le era dado ejercer la crítica, y cabría agregar decir, de grandes obras. Sanchiz pone sobre la
(esto tampoco lo dice Sennet), constituirse, precisamente, mesa el socorrido nombre de Bolaño y su
en público. Los dramaturgos franceses, tradición en la voluminosa novela, compuesta de novelas, 2666,
que habrá que inscribir también al rumano y vanguardista a lo que este columnista responde que si se puede
Ionesco, todavía en el siglo XX de alguna forma hablar de Bolaño es, precisamente, porque se trata
lideraban la capacidad crítica de su sociedad. Ya para el de un caso aislado en un mar de escritura, ya no
siglo XIX, en pleno frenesí revolucionario, Sennet menor, sino con voluntad de minoridad, con
enmarca en 1848 ese instante en el que, por un segundo, voluntad, no de decir sino de balbucear. Sanchiz
el pueblo sublevado y el hombre de letras comulgaron. El entonces recuerda un congreso en Madrid en el
poeta Alphonse de Lamartine se sintió guía natural del que Rodrigo Fresán, el narrador argentino,
pueblo revolucionado, un pueblo que, un tris más tarde, propinó, a un grupo de escritores jóvenes
se divorciará de él (Lamartine les explicaba en la plaza hispanoamericanos entre los que él se encontraba,
por qué ellos eran vulgo municipal y espeso, para decirlo la pregunta por la gran obra, pregunta que espantó
en términos de Rubén Darío, y por qué él, letrado a la concurrencia. Ese espanto tardoposmo es un
superior, encarnación del espíritu, debía liderarlos, cosa a síntoma más, quién puede dudarlo, de la retirada
la que por un ratito la masa revolucionada le dijo que sí, de la literatura.
haciéndolo presidente, pero casi enseguida le dio la
espalda). Semejante simetría, tres charlas azarosas que coagulan en
el mismo tema con apenas días de diferencia, parecería
Hacía nada más ocho años que se había publicado, hablar de una necesidad, la de recuperar aquello que se ha
póstuma, la Defensa de la poesía del británico Percy retirado. Shelley, cabe recordar, afirmaba la capacidad
Shelley, obra en la que se afirmaba al poeta como legisladora del poeta (de la literatura) en su percepción de
“legislador no reconocido”, algo que urdió al los ritmos (o latidos) del mundo. Al no poder dar
romanticismo con la voluntad del intelectual cuenta de ese latido, al retirarse, la lengua se reseca, la
decimonónico de participar en la avanzada del cambio discusión pública se vacía, el orbe pasa a ser gobernado
social, una voluntad que, con el curso fallido de las por guarismos de estadística y cientistas blandos, por
revoluciones se verá traicionada, y de la que se podría encuestas de opinión, por coartadas de inclusión, por
poner como ejemplo a Karl Marx, quien frustrado por la mentiras tan oportunistas como crasas a las que se
misma revolución que se comió a Lamartine (frustración pretende disimular bajo la rúbrica del “spinning” o,
explicitada en su Dieciocho Brumario de Luis simplemente, por el arbitrio de la improvisación.
Bonaparte) se encerró en Londres, en la Biblioteca, para
escribir El capital, mientras en Alemania, Richard Sucede que, al retirarse, la literatura se ha llevado
Wagner, servidor público, se recluye para componer consigo el mundo. Hay que creer, por tanto, que su
música en Bayreuth, tras escribir Arte y revolución. regreso, si no inminente, es impostergable.

Más allá del diverso alcance de sus respectivos escritos,


lo cierto es que tanto en Marx como en Wagner la
revolución se pasa a vivir como un acontecimiento del
futuro, si bien en el segundo comporta, además de un
hecho histórico, uno estético. Aquella conciliación que
duró lo que un fósforo entre el pueblo y Lamartine
pasaba a buscarse como una reconciliación venidera,
diferida a aquel momento en que el pulso de la Historia
permitiría que la Poesía, por llamarla así, y el Hombre, se
reunieran una vez servidas las condiciones.
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