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Historias
Mínimas
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Andrés
Alvarez Quispe
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A MIS PADRES

Por quererme
a pesar de todas las cosas que
hago: pocas buenas y muchas malas.

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Nada me han enseñado los años
siempre caigo en los mismos errores
otra vez a brindar con extraños
y a llorar por los mismos dolores

Andrés Calamaro
S
egún mi partida de nacimiento nací en
la ciudad de Lima el 12 de diciembre
de 1992 y quizás nací como decía
Vallejo un día que Dios estaba enfermo
o quizás estaba muy ocupado, porque como
leerán más adelante, no salí muy perfecto que
digamos. No recuerdo bien ese día, pero si
recuerdo unas 3 o cuatro semanas antes.
Recuerdo haber escuchado a mi mamá hablando
con mi padre, diciéndole: ¡lo sientes! ¡Está dando
pataditas! Y mi padre poniendo su oreja sobre el
vientre de mi madre decía: ¡Si, lo escucho! Este
va ser futbolista. Claro pensaba yo ¡Voy a ser un
Chorri!, que Chorri, yo iba ser un Solano. No, yo
iba ser un Maradona.16 años más tarde, porque
soy un hijo que trata de ser responsable, realizo
los sueños de mi padre en el Winning Eleven o en
el Fifa 2009.
Vine al mundo temprano, a la hora que toca el
timbre del colegio: a las 7 y 55 de la mañana. Era
gordito, pesé 4 kilos y 200 gramos y medía 50
cms. Ahí empieza mi historia.
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El día que pude haber conocido La Habana

V
ivíamos en Lima y mi abuela Aida
había llegado a visitarnos. Siempre
nos traía ricos pasteles, toffees de la
Ibérica, chichasara y confites. Ella
se alojaba en nuestra casa. Cierto día, abuela
había salido a hacer una visita a un familiar y
mamá fue a comprar a la tienda de la esquina.
Jugaba yo con mi hermana y por unos minutos
nos quedamos solos en la casa. Así que por
curiosidad o porque sería, entramos al cuarto de
la abuela. Sobre su mesa de noche estaban su
rosario, sus pastillas y unas monedas. Me puse a
jugar con sus cosas y así entre juego y juego en
cierto momento tomé una moneda de un sol y me
la puse en la boca. Quizás al escuchar abrir la
puerta a mama me asustó y en mi apuro me
tragué la moneda. Inmediatamente, asustado me
acerqué a mamá y le dije que me había pasado la
moneda, cosa que Ximena confirmó. Mi madre
desesperada no sabía qué hacer. Me mostro
varias monedas para que le indique cual me había
tragado y yo orgulloso le mostré la más grande: la
de un sol. Mamá casi se desmaya.
Inmediatamente me puso de cabeza y me daba
golpes en la espalda y en la parte posterior del
cuello. Me tenía tomado de los pies, parecía un
murciélago colgado. Y la moneda nada, seguía
adentro. Inmediatamente acudió donde la vecina,
una señora de edad buena gente y muy amable,
la Sra. Esthercita, que le dijo que sería mejor me
lleve al hospital, que ella cuidaría a Ximena y
avisaría a papa cuando llegue de trabajar. Cerca
a la casa a unas cuadras existe un Centro
Asistencial del Club de Leones. Así que ahí
fuimos. Me atendieron rápido, pero después de
examinarme el médico dijo que mejor me
trasladen al hospital de emergencias más
cercano. Mamá sacaba fuerzas de flaqueza, yo ya
me estaba poniendo morado, será quizás por eso
que desde esa fecha soy devoto del Sr de los
Milagros. Bueno me llevaron en taxi y había
mucho tráfico y mamá apurando al taxista y yo
que ya me iba, como dice papa, para La Habana
(es que existe una canción que dice: Yo me voy
pa’ La Habana y ya no vuelvo mas, es decir uno
se muere). Finalmente llegamos al hospital, pero
estamos en el Perú, así que antes de atenderme
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tenían que llenar mis datos, hacer mi colita para


que me atiendan, felizmente llego en ese
momento mi papa, así que el acelero los trámites
y yo me caía de sueño, que me desmayaba, y
mamá me cacheteaba la cara: ¡no te duermas
Andrés! Por favor. Ya no podía respirar y la
enfermera todavía me pesaba, me media la talla
para llenar el formulario. Al fin llegue al médico
que ordeno que pase inmediatamente a Rayos X
para sacar una placa y saber donde estaba la
moneda. Y estaba ahí en la mitad de la faringe.
Trataron de forzar que pase para que después la
evacue, pero estaba en posición transversal,
como tapa. Así que decidió anestesiarme y tratar
de extraerla con una sonda. El doctor le dijo a
mama que si no podía sacar la moneda iban a
tener que llevarme al Hospital del Niño para
operarme o sea me iban a abrir para quitarme mi
moneda. La casi se va pa’ La Habana es mama.
Felizmente el médico pudo después de varios
intentos sacar la moneda. Estuve como 4 horas
hasta que desperté de la anestesia. Todos
agotados pero ya tranquilos. Cuando ya estaba
recuperado al despedirme del médico, éste me
dijo que tenga cuidado, que no lo vuelva a hacer,
que era peligroso, me regaló la moneda y que la
conserve siempre como amuleto de la suerte. Al
día siguiente cuando salí a jugar pelota con mis
amigos llevé mi moneda de la suerte para
mostrarles. Ese día hacía mucho calor, después
de jugar tuve la suerte de comprarme una
gaseosa con mi moneda de la suerte. Y suerte le
debo haber dado a la vieja condenada que era
dueña de la tienda, que siempre nos quitaba
nuestra pelota, ella decía que le espantábamos
sus clientes. Ese año le regalo a su hijo una
nueva bicicleta. Segurito que pagó con mi
moneda de la suerte.

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¿Hijo o murciélago?

D
esde que nací siempre dormí en mi
propia cama. Mi hermana un año
mayor y yo dormíamos en un solo
cuarto mientras en el otro dormitorio
dormían mis padres. Generalmente yo no era muy
tranquilo y rara vez me despertaba durante la
noche, pero parece que una de esas yo estaba
movidito y desperté llorando y por la bulla que
hice despertaron mis padres los que vinieron a mí
y me llevaron a su cama, mi madre me dio de
lactar con lo cual me tranquilicé y me quedo
dormido. Sería el cansancio o flojera, mi madre no
me fue a dejar a mi cama y me colocó a su lado,
pero no al medio de la cama, sino que mi madre
quedo en el centro entre papa y yo. Cuando
llegaba ya el amanecer me volví a despertar
llorando. Al escuchar mi llanto mi madre boto
rápida y desesperadamente la frazada que la
cubría y salió disparada hacia el cuarto donde
solo dormía mi hermana. Mamá encontró mi cama
vacía y mis gritos sonaban más fuertes,
escandalosos e inundaban la casa. En una
decima de segundo se dio cuenta que me había
llevado a su lado en la noche y regreso a su
cuarto presagiando lo que había sucedido. Al
entrar me encontró revolcándome en el suelo en
un mar de lágrimas y dolor supongo. Mamá me
había arrojado en su desesperación con frazada y
todo. Me había eyectado de la cama al salir, cual
piloto de avión de combate antes de estrellarse.
Pero no tenia paracaídas y el estrellado fui yo. En
fracciones de segundo mientras atravesaba el
espacio descubrí la ley de la gravedad, que todo
lo que sube baja, la ley de acción y reacción, las
leyes del movimiento acelerado y la inercia, que
no era un pájaro ni avión, que solo era un bebe
llorón de 6 semanas de vida. Mamá hasta hoy
cada vez que recuerda tiene un sentimiento de
culpa de lo sucedido. A veces cuando me
equivoco o hago alguna estupidez pienso quizás
sea la consecuencia de mi primer KO y mi madre
estoy seguro me perdona siempre todo, pues ella
pensará que es una forma de compensarme por
su olvido de hace 16 años.
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¡No te vayas mamá!

X
imena, mi hermana tenía ya 3 años
y la matricularon en inicial. Le
compraron sus libros y colores y su
mandilito azul con cuello rojo. Los
primeros días la veía salir con papá y ya no
regresaba hasta el medio día. Y cuando venia
contaba de sus nuevas amigas con las cuales
jugaba y hacia tareas. Un día mamá la llevó a la
escuela y como no podía quedarme solo en casa
yo también acompañé. Su escuela era pequeña
pero bonita, al entrar tenía un pequeño patio y
había un tobogán y muchos niños. Cuando sonó
el timbre de entrada y todos ingresaron a sus
aulas me dio ganas de entrar con ellos también.
Yo quería quedarme con mi hermana y esos niños
y jugar con ellos todo el día, pero mi mama me
dijo que era muy pequeño y que sería el siguiente
año. Me sentí mal de regresar a casa y quedarme
solo hasta que Ximena regrese. Esa tarde mama
habló con papá y fueron a hablar con la directora
para que me acepte y asistir con Ximena. Me
compraron mis cuadernos, mis lápices y mi
mandil. No pude dormir mucho esa noche. Al
despertar mamá nos aseó y nos sirvió el
desayuno. Todos juntos salimos rumbo al colegio.
Yo adelante primero. Quería llegar rápido para
conocer mi salón, mis nuevos amigos, mi
profesora. Ximena ya tenía sus amistades y al
acercarse ya se encontraba con sus conocidos e
ingreso con ellos a la escuela. Yo no conocía a
nadie. Mis padres me presentaron a la profesora y
se despidieron. Me entro pánico de quedarme
solo y comencé a llamar a mi mama y la profesora
que trataba de calmarme y convencerme que me
quede y yo que quería abrir la puerta para salir y
alcanzar a mi mama que me había abandonado.
Mala madre pensaba. Madre desnaturalizada.
Abandona a su pobre hijo. Al fruto de sus
entrañas. ¡Mamaaaaa! ¿Dónde están los
derechos del niño? Como yo seguía intentando
salir la profesora echó seguro a la puerta y a la
prepo, si a la prepo me cargo y me metió al salón,
mientras mis gritos ¡mama!, ¡mama! no tenían
respuesta. Mamá recuerda que cuando ya se
retiraba con mi padre escucho mis llamadas, mis
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gritos, mi llanto. Y se le partió el corazón y regresó


a la puerta desesperada para recogerme,
abrazarme y regresar a casa conmigo, pero mi
padre, cuando no, siempre dando la contra y
fregando mi vida, dijo que tenía que ser fuerte y
aguantar, que lo mejor era que me quedase, que
ya me calmaría, que la profesora se haría cargo,
que tenía que pasar por esa experiencia como
todos. Claro, el gran sicólogo, yo que me cagaba
de miedo quedarme solo, que nunca me había
separado de mis padres y el ya quería que
actuara como un hombre. Papa no te dabas
cuenta, solo tenía 2 años. Al final la dictadura
paterna ganó. Convenció a mi madre y ella
destrozada, compungida, llorosa, con el corazón
partió, como la canción, hizo caso a su esposo. Y
yo recontra fregado. Ese fui mi primer día, Así
empezó mi carrera educativa, fueron mis primeros
días de cole, hasta que poco a poco descubrí
amigos y flacas y lo bacán que era jugar con ellos
y pasarme todo el día perdiendo el tiempo con
ellos…, como hasta hoy.
De la fama al olvido

C
ursaba 5º de primaria en el colegio
Gilberto Ochoa Galdós. Un día de
setiembre la Srta. Delia la profesora
me dijo que iba a participar en el
concurso anual de Matemática César Vallejo
representando nuestro grado. El domingo del
examen, me desperté temprano, además mi
hermana también participaba en el concurso.
Desayunamos y fuimos con papá al colegio
Independencia. A eso de las 9, nos hicieron
entrar. En columna de uno, fuimos ingresando los
10 representantes de la Escuela 40007, bien
peinaditos y todos bien uniformados. Nos
dirigimos a nuestros salones donde nos
entregaron las pruebas. Estaba tranquilo y el
examen no fue nada del otro mundo. Dos horas
después terminé salí. La profesora, mi padre y mi
hermana ya me esperaban. por lo que nos
retiramos.
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En la tarde se publicarían los resultados por


Internet. A eso de las 6 pm con papá fuimos a
una cabina, e ingresamos a la página del
concurso, buscamos los resultados y ¡oh
sorpresa! Había clasificado en segundo lugar
entre todos los representantes de los colegios de
Arequipa, Moquegua, Tacna, Cuzco y Puno y
tenía que viajar a la Fase Final en Lima. Por
primera vez en su historia mi pequeña escuela
había clasificado un representante en este
concurso. La semana siguiente me pase de
felicitación en felicitación. Era el orgullo del salón,
del colegio. El día que tenía que viajar fui
despedido con honores. Todos me deseaban
suerte y auguraban mis próximos triunfos. Era el
mejor matemático del Perú, que del de Perú, del
Mundo.

Viajé a Lima con mi padre. Después casi 3 años


regresaba a Lima. Nos alojamos en el 2do. piso
de nuestra casa, porque el 1ro piso estaba
alquilado. Toda Lima para mí estaba
irreconocible. Ya ni reconocí los amigos que había
dejado. Al día siguiente era el examen, nos
levantamos temprano y fuimos al colegio Bertolt
Brecht, en Breña sede de la final. Al llegar
decenas de escolares de todo el país, en grupos
por colegios, reconocibles por su uniforme
ingresaban en media de una garúa que
humedecía las veredas. Yo sólo con mi padre.
Casualidad, pero al entrar, vimos al grupo del San
Juan Bautista de la Salle, eran como 6 o 7.
Estaban delante nuestro y papá me comentó:
¡ellos también vienen de Arequipa! Fue un
examen muy difícil, preguntas de temas que
nunca nadie me había enseñado. Estaba más
perdido que piojo en cabeza de calvo. Terminé mi
examen decepcionado. Una hora después dieron
los resultados. Nos colocaron en unas gradas, por
grados, a mi lado un chico de Cañete y uno de
Huancayo. Después fue la premiación,
empezaron a nombrar las categorías y los 5
primeros puestos, pasaban adelante y les daban
su diploma, medalla y regalos. Nunca me
llamaron y me sentí mal, muy mal, creo que lloré
de cólera. Después de eso con papá salimos y
nos fuimos caminando, estaba molesto conmigo
mismo y papá me abrazaba y trataba de
consolarme ¡que no había pasado nada, que era
solo un concurso, que ya habría otros! cosas así.
Me tomó una foto, recuerdo, ahí estoy con una
cara de muerto viviente.
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Nos fuimos a casa, y nos preparamos para el viaje
de regreso esa tarde de domingo. Fuimos a
comprar los pasajes y ahí mismo nos subimos al
ómnibus. Lima me había tratado mal, quería
regresar a mi hogar pronto. Llegamos al día
siguiente a Arequipa. Era lunes, pero no fui al
colegio porque estaba muy cansado.
Al día siguiente al entrar al colegio, ya no había
felicitaciones ni buenos deseos, ya no era el mejor
ni de mi carpeta. Creo que sólo un amigo me pasó
la voz. De la fama al olvido.
Fernanda

S
ucedió cuando tenía casi 13 años, eran
las vacaciones de verano. Un día de
febrero, Luis, un amigo, me vino a
buscar para salir a jugar carnavales.
Tenía una amiga que su padre tenía una
camioneta y salían en ella a jugar en mancha.
Fuimos a su casa, estuvimos esperando un rato y
apareció ella, se llamaba Fernanda, estaba con su
hermana y una prima. Subimos todos a la combi
con baldes llenos de agua y globos y empezamos
a dar vueltas por toda la urbanización haciendo
redada buscando alguien a quien mojar. Cualquier
cosa que se movía por la calles del barrio ahí
nosotros lo bombardeábamos a globazos y de
yapa su balde de agua. No perdonábamos a
nadie, ni los perros se salvaron. Fue divertidísimo.
¡Carnaval!, ¡carnaval! alegría sin igual. Al fin de la
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jornada todos cansados y sedientos regresamos a


su casa, y terminamos jugando entre nosotros ya
a la mala, hasta morir. Ese día regresé a casa
mojado hasta el alma. La semana siguiente todos
los días íbamos a jugar carnavales por su casa.
.
Mañana, tarde y hasta la noche puro carnaval.
Después nos quedábamos conversando en el
parque, o simplemente sonseando y matando el
tiempo. Una noche alguien sugirió la idea de jugar
botella borracha y jugamos, estaban Fernanda, su
prima, su hermana, Luis, Tomás y yo. Nos
pusimos a jugar, y los castigos, como es
costumbre, eran de beso, por lo que para mí era
mucho más interesante. Como éramos pocos se
repetía, y era muy chistoso. Esa noche me bese a
todas, pero el que yo quería era besar a
Fernanda. Y fueron uno y dos, y tres y cuatro. Esa
noche no quería regresar a casa, solo quería
seguir jugando. A partir de esa fecha, todas las
noches eran de botella borracha y de piquitos con
Fernanda.
Después de jugar nos quedábamos conversando
y yo siempre me quedaba hasta el último. Un día
solos, estaba apegado a una pared, y de pronto
ella por un instante se puso frente mío, muy cerca,
demasiado cerca. Quedé frío, congelado,
paralizado. Cuando mi mente volvió a funcionar
ella ya se había despedido y yo estaba solo en
medio de la noche. La siguiente noche también
me quedé hasta el último. Ya todos se habían ido,
nosotros hablando unos 10 o 15 minutos y de
pronto tomé valor y me le dije que me gustaba,
que si podíamos estar juntos. Ella me dijo que no
sabía, que lo iba a pensar. Porque será, a mí
siempre las chicas me dicen: “lo voy a pensar”. Al
retirarme, me despedí, me estaba yendo y ella me
llamó, al voltear me besó. Fue algo rápido, solo
unos segundos y luego ella se fue. Lo tome como
un sí.
Los días que siguieron ya no iba tanto a buscarla,
ya no me quedaba todas las noches hasta el final
y así la relación se vino en picada rápidamente.
Solo la saludaba pero después todo normal, no
pasa nada. Así sucedió casi un mes, un día
Ximenita, una chica que vivía 2 cuadras abajo de
mi casa conoció a Fernanda, y se hicieron
bastante amigas. Yo no le caía bien a Ximenita
porque cierta vez estuvimos y yo le corté, lo que le
molestó y bueno ella empezó a hablarle mal de mí
a Fernanda, incluso le dijo que me había visto
besando una flaca vecina de Fernanda. Fernanda
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me dijo que como era posible, que era su amiga y


otras cosas más. Pero como la relación estaba tan
mal, creo que ya ni relación había se terminó,
gracias a la ayuda de mi amiga Ximenita.

Lo voy a tener muy en cuenta

U
na de las amigas de mi hermana, se
llama Ilse. Eran compañeras en La
Asunción. No era alta, ni flaca, ni
normal. Tenía un gusto por los
animes de manera abrumante. Ella venia a mi
casa a veces, y cuando se tenía que ir, ella vivía
por la calle Pizarro, cerca a San Camilo, yo era el
encargado de acompañarla. En el trayecto,
trataba de conversar con ella pero nunca
encontraba tema para conversar, así que
caminábamos casi mudos, sin embargo a pesar
de todo, creo que éramos amigos, amigos mudos.
Algunas veces la encontraba en internet, ahí si
conversábamos un poco más. Me hablaba cosas
que no entendía, media filosofa era, no me
gustaba su forma de pensar o me rayaba, era
fuera de lo común, pero le seguía la corriente.
Mi hermana me había dicho que a ella yo le
gustaba. Una tarde, coincidentemente fue el
mismo día que me mandé a Fernanda, yo estaba
en el Messenger e Ilse se conectó. Empezamos a
hablar bien durante buen rato, cuando de pronto
me llamaron para almorzar. Estábamos hablando
de nuestros gustos, estaba quizás interesante la
conversa pero a gritos me estaban apurando para
que bajara, cuando escribí lo que no debí haber
escrito nunca, la peor burrada, le pregunté a la
dulce Ilse: “¿qué pasaría si me declaraba a ella,
qué me diría?”. Ella me respondió
inmediatamente: “que sí”. Y yo escribí la bendita
frase, que me acompañará todos los días de mi
vida: “lo voy a tener muy en cuenta Ilse”.
QUE!!!!!!!!! ¿Cómo diablos pude escribirte eso
Ilse?, pero lo hice. Cerré el messenger y me fuí a
almorzar. Esa noche me declaré a Fernanda. Mi
amistad con Ilse cayó súbitamente, después de lo
que dije, era comprensible, las conversaciones ya
no eran iguales, y estaba más fría conmigo.
Nunca llegó a pasar nada entre ella y yo. Alguna
vez se me cruzó por la mente disculparme, pero
nunca me atreví.
Ahora a la distancia, me río de la estupidez que
hice, y viendo, creo que hubiera sido interesante
haber estado con la chica del anime.
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Hace poco la volví a ver, estaba paseando a su


mascota, un perro anime, y la encontré justo en la
puerta de mi casa, cuando se disponía tocar el
timbre buscando a mi hermana. Le conté que
Ximena estaba por llegar, que iba a esperarla al
paradero así que fuimos mientras tanto
conversábamos del tiempo que había pasado, y
otras cosas. Mi hermana estaba apuradísima y al
regresar a casa se despidió de Ilse y me dejó con
ella así que tuve que ofrecerme a acompañarla a
su casa. Conversando los dos y el perro ánime
nos dimos como 4 vueltas a toda la urbanización,
pensé que no quería irse, pero luego me contó
que vivía ahora por La Perla, como a 6 cuadras
de mi casa, que recién se había mudado, que
cualquier día la visitara con mi hermana. La
acompañé hasta su casa. Una semana más tarde
mi hermana me contó que Ilse por internet le
había dicho que le había vuelto a gustar
conversar conmigo pero que no quería acercarse
mucho a mí, que le daba miedo. Más miedo tenía
yo, ya que cada vez que recuerdo lo que le
respondí esa tarde en el messenger soy pura
vergüenza.
El final del verano

P
aso durante las vacaciones del 2007.
Yo iba siempre al parque, todo el día a
jugar frontón mañana y tarde y por la
noche nos reuníamos todos a
conversar y pasar el tiempo.
Una de esos días, aparecieron 2 chicas con
Dennis un amigo que también jugaba frontón,
eran sus primas. Se unieron al grupo y la
pasábamos bien. La mayor tenía unos 17 años,
pero la otra: Rita, tenía mi edad, aunque era más
alta que yo. Uno de esos días, no me acuerdo
como sucedió, me dijeron que a Rita yo le
gustaba y la empezaban a molestar conmigo. A
mí también me gustaba pero me hacía el loco
simplemente sonreía.
Una noche, una amiga llamó a Rita a un costado
del parque, y luego me llamó a mí, me dijo que
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Rita me tenía que decir algo en privado. Recuerdo


que nos quedamos largo rato en silencio, sin
hablar los dos, luego yo rompí el hielo y le
pregunté que me tenía que decir. Ella espero un
momento y me dijo que yo le gustaba, pero que
no me conocía mucho, y no estaba segura de
eso. Un instante me quedé mudo, solo dije: “no
problem”, “que no panda el cúnico”.
Dias después yo estaba jugando frontón ella
aparece en el parque. Me llama y me lleva al lado
opuesto del a cancha de frontón. Ahí me dice que
si le gustaba. Yo le dije si quería estar conmigo y
ella asintió. La besé. Nos vimos en el parque casi
todos los días de enero y febrero. Recuerdo que
convencí a mis padres de no asistir al curso de
verano en la Fleming para poder estar más tiempo
con ella. Al finalizar las vacaciones, Rita me dijo
que se tenía que ir a Lima a vivir con su familia.
El ultimo día que la vi, no me atreví a decirle nada
especial, la acompañe hasta su casa, nos
despedimos como nos habíamos despedido todos
los días de verano desde aquel día de la cancha
de frontón, solo un simple adiós. Esa noche, a
oscuras, acostado sobre mi cama, escuché en la
radio una vieja canción:

El final del verano llegó, y tú partirás.


Yo no sé hasta cuando, este amor recordarás.
Pero sé que en mis brazos,
yo te tuve ayer,
eso sí que nunca, nunca yo olvidaré
Dime dime dime dime amor
dime dime si es verdad
lo que sientes en tu corazón
si es amor o realidad
nunca nunca nunca nunca más
sentiré tanta emoción como cuando yo te conocí
y el verano nos unió...

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Cena, chocolate, panetón y regalos

N
ormalmente la Navidad pasamos en
casa, en familia; nunca salimos a
reunirnos con los parientes. Nuestra
Navidad es la misma todos los
años: el nacimiento, el árbol, las luces, todos a la
mesa, la cena, panetón, chocolate y regalos. No
es una queja es que mantenemos esa rutina
todos los años.

Normalmente en mi barrio, mis amigos casi


siempre salen todos los días, incluso días festivos,
como Año Nuevo y Navidad, y se quedan hasta
tarde en el parque.
El año pasado, en el 24 de diciembre, salí en la
tarde y los encontré en el parque, estaban
tomando, festejando ya la Navidad. Me quedé con
ellos, solo acompañaba, no quería tomar, era
temprano y tenía que regresar a casa.
La horas pasaron volando y entre conversación y
conversación se puso la noche, yo decía me voy
pero ellos insistían en que me quedara un rato
más. Finalmente como a las 9 varios dijeron que
se iban un rato a sus casas, que más tarde
volverían, aproveché entonces y me fuí con ellos
también a casa.
Encontré a mamá y mi hermana preocupadas
haciendo la cena. Me puse a ayudar, poner la
mesa, ordenar las sillas y otras cosas. Como me
aburrí pronto le dije a mi mamá para salir
nuevamente. Me dijo que un ratito porque ya eran
las 10 pm.
Regresé al parque y ahí encontré a mis amigos
que se mataban de risa, sus carcajadas
escandalosas llenaban el parque, se estaban
riendo a todo dar, algunos hasta se les caía las
lágrimas de risa. Pregunté qué había pasado y me
contaron que cuando todos se fueron a casa, un
amigo, Víctor, se quedó en el parque, como
estaba tan cansado y tomado, se quedó dormido
debajo de un árbol. Ahí estuvo un buen rato,
hasta que pasó por ahí un señor medio viejito,
que estaba borracho, seguro festejando por
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adelantado, y como vio algo raro bajo el árbol, se


asustó, no lo vayan a cuadrar, pensaría lo van a
asaltar, veía un bulto en la oscuridad, así que
empezó a lanzar piedras, pero el bulto no se
movía. Entonces el señor se acercó aún más. Se
daría cuenta que era un borracho dormido que lo
había asustado, así que lo pateó varias veces y
finalmente escupió al pobre Victor que estaba
tendido en el suelo y no despertó, ni se movió.
Finalmente el señor se marchó zigzagueando.
Cuando llegaron mis patas despertaron a Víctor,
a su alrededor estaba lleno de piedras, muchas
encima de él y tenía algunas pequeñas heridas en
el cuerpo. También dolores en la espalda y en las
piernas así como escupitajos en su ropa. El
guachimán cercano había visto lo que pasó y
contó todo. Victor dormitado y avergonzado se
quitó a su casa rápidamente, mientras todos se
mataban de risa. Nos deseamos Feliz Navidad y
nos retiramos.
Llegué a casa conteniendo las carcajadas,
pensando en mi pata Victor. Mamá me preguntó
con quienes había estado. Dije con mis amigos en
el parque, nada más. Terminé de ayudar las
últimas cosas y finalmente… llegó la Navidad!
Y como todos los años: cena, chocolate y panetón
y regalos.
Se alquila

D
esde que cursaba 3ro. de
secundaria, varias veces pasó que
cuando tomaba el carro al cole,
como 4 cuadras más abajo subía
una chica que estudia en un colegio que queda
por el ovalo de Vallecito. Solamente la veía, pero
nunca me atreví a saludarle o a hablarle. Incluso
varias veces subió a la combi en la que yo me iba
a mi casa. Ahí fue cuando descubrí que ella vivía
más cerca de lo que hubiera imaginado, tan solo 2
cuadras separaban nuestras casas. Pero nunca
me atreví a hablarle. Fue hasta un día, cuando
estaba en la combi de regreso, con José Carlos y
Pierre. Estábamos sonseando y vacilando en el
carro, cuando de pronto, subió una chica,
aparentemente llorando y se sentó al costado de
José Carlos. Todos los pasajeros de la combi, nos
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sorprendimos al escuchar su llanto. Era la chica,


la que había visto muchas veces en la combi y
que vivía cerca de mi casa.
En el camino ella se fue calmando y nosotros ya
no le prestamos atención y seguimos en lo
nuestro y los demás también. Cuando llegué a
Av. Venezuela, el momento de bajar, sabía que
ella también lo haría. Bajó primero y cruzó el
puente rápidamente, yo caminaba detrás de ella,
como a unos metros. De pronto me rayé, no se
porque, corrí y la alcance, le dije hola y le
pregunté que sucede porque lloras. Me miró y me
dijo que había tenido problemas. Caminamos
juntos, me dijo que vivía cerca al parque, que
también me había visto varias veces. La
acompañe casi hasta su casa, me contó que a su
mamá no le gustaba que conversara con chicos,
así que nos despedimos un poco antes. Pero ya
estaba más tranquila, creo que la conversación
conmigo la tranquilizó y a mí también, pues me
había sentido mal verla llorar en la combi. Camino
a casa pensaba: “Andrés hiciste tu buena acción
de hoy”.
Varias veces la volví a ver en la combi, la
saludaba y hablábamos, de los estudios, del
tiempo, de la combi, etc. Poco a poco a empecé a
verla muchos menos. Así que un día fui a
buscarla a su casa, salió su mamá y me dijo que
no estaba. Volví otro día y su mamá me dice, que
ha salido. Y así un par de veces más. Traté de
encontrarla en la combi como antes pero ya no la
veía. Una tarde al regresar del cole pasé por su
casa y vi en la ventana un letrero: SE ALQUILA

La película de las 1 am

S emana Santa del 2009, justo nos habían


dado días libres por las festividades.
Mis amigos estaban en el parque, cerca de las 7
pm y me llamaron de casa, que regrese a cenar.
Me despedí de todos y me fui a casa. Luego de
haber cenado, estuve un rato en mi cuarto, pero
me aburrí, así que pregunte si podía salir al
parque nuevamente. Eran como las 10 pm.
Llegué al parque y ahí estaban todos, era una
mancha grande, hasta los que viven en
Lambramani habían bajado. Cuando me acerqué
a ellos, me di cuenta que estaban tomando. Era
“piedra”. Me quedé conversando y tomando. Era
divertido, todos bromeaban y contaban chistes y
reíamos. Como a las 11 se acabó la “piedra” y
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casi todos se fueron marchando. De tanta gente


solo quedamos tres, André, Víctor y yo. Decidimos
comprar una botella más para nosotros solos.
Bajamos hasta Av. Dolores, ahí a esa hora había
donde comprar, ellos conocían ya la ruta, para mí
era una novedad.
Pedimos 2 piedras combinadas con gaseosa y
nos regresamos de nuevo al parque. Ahí
empezamos a conversar y tomar. Al poco rato, se
nos apareció un señor que estaba borracho
totalmente y con una botella de cerveza en la
mano. Nos preguntó si podíamos tomar con él,
que lo acompañáramos a beber. Le dijimos que
no y que ya nos íbamos. Hicimos como que nos
marchábamos y el caballero se fue con su botella
cantando. Como a la media hora de pronto se
apareció la “parca”. Era un patrullero, estaban
haciendo ronda, vigilando el parque, así que nos
escondimos en un hueco de una casa. Ahí
esperamos hasta que se marchó. Seguimos
tomando y nos fuimos más arriba, cerca de unos
asientos de madera. Me timbraban al teléfono a
cada rato desde mi casa preguntando porque
demoraba en retornar. Contesté que estaba
viendo una película en la casa de un amigo y que
ya iba a terminar. Todavía seguimos tomando y ya
eran como las 2 am. En mi casa estaban
preocupados y molestos. Les dije que había
terminado la peli que estaba en el parque. Era
verdad pero también había tomado. Cuando me
quise levantar, todo me dio vueltas, tambaleando
me despedí de mis amigos y me fui corriendo
como pude a casa. Mi papa molesto había ya
salido a buscarme. Entré rápidamente y me fui a
mi cuarto a acostarme. Al día siguiente, en el
desayuno me dieron desayuno con sermón, que
porque había hecho eso, que era un
irresponsable, que aprendiera a portarme bien.
Supongo que tenían razón. Mucha piedra amigo,
mucha piedra.

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Día de la Madre

N
o recuerdo exactamente en qué
año, creo que fue cuando estaba en
3ro. Uno de esos días que uno
quiere que jamás haya pasado, que
uno quisiera regresar y volver a rehacer, que uno
siente que a hecho mal las cosas, que he hecho
daño a mi familia, a los que quiero.
Era la celebración del día de la Madre que se
realizaba en el colegio, todos teníamos que estar
para las actividades que se iban a realizar. Al
ingresar como es costumbre los de 5º recibían a
todas las madres del colegio y las llevaban hasta
sus asientos.
Yo estaba sentado en las gradas, junto con mis
amigos. Cuando empezó la ceremonia traté de
encontrar a mi mamá, pero no la hallaba. Se
empezó a llenar y yo no veía a mi madre, hasta
que por fin la ví. Simplemente eso, la ví, estaba
sola, sentada en medio de muchas madres, ni
siquiera levanté mi mano para que me ubicara.
Primer error.
Luego la misa, el acto protocolar, todos los
alumnos nos empezamos a mover. Yo también lo
hice, pero no fui donde estaba mi madre, para
avisarle aunque sea donde estaba, o para que
vea que estoy ahí, nada más. Me fui con mis
amigos a caminar por el colegio. Dando vueltas,
por ahí por allá, por el primer o por el segundo
piso, por arriba o por abajo. En uno de esos
paseos veo a mi mamá haciendo cola para
recoger su pollada, me acerqué recién. Era una
cola enorme, como para una hora de espera. Me
pidió que yo hiciera la cola por ella, porque ya
estaba cansada de estar parada, pero yo me
negué e incluso dije que estaba con mis amigos y
que queríamos irnos al internet.
Ella no me dijo nada, solo siguió haciendo su cola
y dijo que no me demorara y que regresé rápido
para la cola.
Regresé al colegio bastante tarde, y fui a la cola.
Ella ya no estaba ahí, así que me puse a buscarla
por el colegio, sin embargo, no la encontraba.
Pregunté a mis amigos si la habían visto; ellos me
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decían que no.


Como ya todo el espectáculo estaba acabando
me marché a casa. Cuando llegué, vi que en la
cocina estaba la pollada. Mamá ya había
regresado sola después de esperarme. Cuando
subí al segundo piso, a su dormitorio escuché
sollozos. Eran los de mi madre. Estaba llorando
junto a su cama, con mi padre al costado,
consolándola. Al verme mi madre me dijo que se
había ido del colegio porque yo no estuve para
ayudarla, ni siquiera me acerqué cuando la vi, y
cuando fui, solo era para decirle que iba a estar
con mis amigos.
Mientras hacía la cola, veía como los demás se
acercaban y ayudaban a su mamá en todo, que
las abrazaban, que les traían una gaseosa y ella
sola. Es por eso que prefirió irse. Yo me sentí
triste. Si me equivoqué no debí haberme portado
así. Era tu día. Lo siento le dije. Lo siento
perdóname. No debí hacer eso nunca. No debí
haberte abandonado. Me sentí muy mal. Te
quiero mamá, no volverá a suceder nunca más.
Por favor, perdóname. Perdona a este hijo que se
equivoca a cada rato.
La Pre

E
ste año, estuve en el CEPRUNSA que
se inicio en febrero. Todas las tarde
iba a recibir clases y temas que
entrarían en el examen de ingreso.
Cuando fui a inscribirme, casi el ultimo día, en la
cola, antes de mi había una chica, que a primera
vista, parecía de mi edad. Cuando le llego su
turno, hizo su trámite y se fue. Yo también ya
estaba haciendo mi trámite y me fui al poco rato.
Salí del local y me dispuse a irme a mi casa, ya
que ya no había que hacer mas, cuando me doy
cuenta de que ella también estaba yendo por
donde yo lo hacía, sin embargo ella estaba más
adelante que yo. Cuando íbamos a llegar a la Av.
Venezuela. Dos señores que estaban caminando
la saludaron y se fueron con ella. Pensé que
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serian sus parientes. Cerca de la Av. yo me


adelante un poco y me di cuenta de que la ruta
era la misma. Cuando llegue a Lambramani, me di
cuenta de donde había terminado su recorrido.
Cuando inicio, el primer día, me pusieron en un
aula en Ing. Metalúrgica, yo pensaba que ahí me
sentaría pero no fue así porque a los 2 días nos
dijeron que nos iban a cambiar a ciertos alumnos
y ahí estaba yo. Yo sabía que esa chica estaba en
la clase contigua. Cuando nos dijeron donde
íbamos a estar, nos dijeron que en la clase
siguiente, ósea la clase de la chica.
Los primeros días solo la veía un rato, y cuando
era salida, yo salía antes que ella.
Un día de esos me dispuse a hablarle, pero justo
cuando iba a llegar, se apareció un chico, que le
empezó a hablar. Yo ya no pude hacer nada y
simplemente me quede atrás, observando. Al
parecer el quiso invitar un pastel a ella, a lo que
rechazo. Y luego siguieron caminando.
Al día siguiente, de nuevo salí antes que ella, y
estaba vez me quede a esperar. Cuando me miro
que estaba parado fue de la universidad, me miro
como si fuera algo raro, y la salude, ella me
respondió y así empezamos a hablar.
Todos los días nos íbamos juntos. Hubo algunas
veces en la que cuando llegábamos el puente
para cruzar el bypass de la av. Venezuela, ella me
decía espera. Yo le preguntaba porque y me
decía que no quería llegar a su casa y que
regresemos. Varias veces volvimos a la
universidad, la cruzamos totalmente y salíamos
por la puerta de Independencia. Otras veces yo
también le dije para que volvamos y ella
aceptaba. Me había olvidado de escribir su
nombre: Iveth, aunque no era mayor que yo, ya
había terminado el colegio. Nos llevamos siempre
bien. También conocí a un chico que estaba en 5º
y que coincidentemente, le gustaba Iveth. Lo
conocí cuando tuvimos que dar un examen
simulacro, y era el único de mi clase, que le
tocaba donde yo daba. Al último día de clases, yo
no asistí, sin embargo, trate de ir a la salida para
ver si encontraba a algún conocido. Pero llegue
tarde y casi todos ya se habían ido. La llame a
Iveth, para ver si podía ir a su casa para que me
diga lo que habían hecho el último día. Me dijo lo
que habían hecho, y luego nos pusimos a
conversar. Al final, me tuve que despedir. Al día
siguiente, en el examen no la vi, y no la veo hasta
ahora. Será interesante el próximo año volverla a
ver.
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El Super Bowl

N
ormalmente, todas aquellas
personas que practican su deporte
el fin de semana, lo realizan muy
temprano, a eso de las 6 am
aproximadamente.
Como por mi casa, solo hay una cancha de fulbito
y casi todo el día para ocupada, temprano
personas mayores vienen a jugar y luego los
universitarios y otros patas casi siempre la tiene
ocupada, así que es muy difícil jugar de día. Lo
mejor es jugar en la noche.
Todos los domingos a las 7:30 pm, nos reunimos
en el parque para jugar futbol, elegimos a los
capitanes de 2 o 3 equipos, según cuantos
seamos y nos ponemos a jugar. Nos quedamos
jugando hasta casi las 9 pm, y la mayoría termina
cansado, agotado. Pero aún no termina la noche.
Ahora es el turno de jugar: ¡FÚTBOL
AMERICANO!
Si señores, aquí están los Cowboys de Dallas, los
Patriots de New England, los Falcons de Atlanta,
los Rams de San Luis. Usualmente jugamos con
los mismos equipos que en el fútbol, pero en este
caso tenemos que balancear bien los equipos. No
usamos las pelotas especiales para este deporte,
así que con la de futbol también jugamos.
Como el objetivo de este deporte es impedir que
el otro equipo llegue a tu arco, y para eso debes
usar la fuerza bruta, y algo de inteligencia.
Nosotros usamos más la bruta, pues esa es la
gracia. Así que cuando empezamos a jugar, nos
chocamos, golpeamos, nos quiñamos etc.
He visto como varios de mis compañeros, han
“caído en combate” de ambos bandos, e incluso
yo también he sufrido varios golpes, por ejemplo,
el último fin de semana casi ni podía caminar,
porque me habían mandado al pasto como 20
veces.
Luego de practicar nuestro deporte favorito, nos
vamos a tomar una gaseosa, siempre y cuando
encontremos una tienda abierta.
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Como a cierta hora en la noche el guachimán


cierra las rejas, el domingo que pasó, nos
quedamos encerrados, así que no tuvimos otra
opción que trepar las rejas.
En la primera, todos pasamos por la reja y de
pronto uno dice: “Oye, y porque no abrimos la
puerta”. Jaló el pestillo y abrió la puerta. Nos
reímos bastante rato y luego, uno estaba encima
de la reja cuando justo aparece el “guachimán” y
abre la puerta. Se tuvo que bajar y salir con la
cabeza agachada, mientras los demás nos
reíamos. Así que si algún domingo tienen tiempo
vayan a ver el Super Bowl de las Orquídeas, se
van divertir de lo lindo.

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