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Niveles de Montaje

05/11/2010
por Enesto Ardito

No hay certezas ni formulas para montar un documental. Y cuando las hay, hablamos de producciones inmersas en la industria
seriada, generalmente de formatos televisivos o institucionales.
Entonces, cuando nos encontramos algunos documentalistas, no recurrimos a paradigmas, sino simplemente nos contamos
nuestras experiencias personales en este campo. Lo que consideramos aciertos, lo que odiamos como errores, o lo que
sufrimos como dudas y confusión.
En mi caso solo realicé hasta el momento dos documentales. Y a modo de dialogo hipotético con otro documentalista, escribo
aquí sobre tres elementos que encontré recurrentes en el montaje: La idea o concepto, la emoción y la información.
Si estos tres niveles de montaje se retroalimentan, arrojan un discurso complejo pero efectivo. Por separado son un llano
mediocre para la argumentación visual. Pero juntos le dan a la escena las coordenadas adecuadas para intentar llegar a lo
profundo del espíritu y la mente del espectador. Movilizándolo consecuentemente frente al tema planteado. Si ese es nuestro
objetivo.
1- En la línea de la información tenemos lo que respecta al plano del “que es lo que sucede, cuando, donde, como y quizás
porque”. Pero este último, “el porque pasa todo lo que vemos”, se recomienda que lo procese el espectador, como estrategia
mas efectiva. Un espectador inteligente, al que le atribuimos un rol pasivo, siente que le mienten. Nuestro homo videns, precisa
activar su propia conclusión para dar verosimilitud al relato. Y en esto, el montaje se obliga a desarrollar interesantes, maduras
y vanguardistas estrategias. Por otra parte si deseamos que la conclusión la elabore nuestro espectador, es importante evitar
cualquier error de decir mas de lo necesario, y así caer en el verticalismo discursivo.
Sabemos que la objetividad no existe, pero un tratamiento discursivo válido es que el espectador se pueda aproximar a todas
las subjetividades y puntos de vista sobre el conflicto principal del film, para luego él mismo, elaborar su propio punto de vista.
Esto es un discurso democrático, en donde personajes, autor y espectador participan en la construcción del concepto. En otros
tiempos, el espectador era más ingenuo al relato de los recursos audiovisuales. En cambio hoy, dado el consumo constante del
mismo, ya no. Así es que desarrolla un rechazo absoluto a todo aquel que quiere imponer una idea o ideología dándola
procesada didácticamente.
Pero este efecto se puede aislar de la coyuntura temporal y de los componentes políticos. Por ejemplo, no es lo mismo el
marxismo desde Eisenstein, que desde un panfleto partidario sobre el capitalismo producido por el Partido Comunista. SI bien
los dos pueden haber estado producidos en el mismo momento bajo el mismo eje partidario e ideológico, el montaje
cinematográfico aplicado por Eisenstein en las escaleras de Odessa, provoca que desde el drama, el concepto político sea
asimilado sólidamente por la mayor parte de los espectadores que lo observan. Pero si a continuación, le proyectamos un film
de propaganda con un locutor en off, agresivo y prepotente que le expone su visión sobre las atrocidades del capitalismo, sin
dar respiro a la propia interpretación de la audiencia, finalizando con una arenga. Esta obviamente, lo termina rechazando.
Salvo que tengan afinidad partidaria y se aplaudan entre ellos mismos.
Lamentablemente Hollywood lo entendió muy bien, y se robó de la vanguardia rusa el modelo comunicacional de Eisenstein,
aplicándolo para el desarrollo de su industria cinematográfica, pero para dar vida a la ideología dominante. Los documentales
que produjo USA para instalar el Plan Marshall en Europa, son el mejor ejemplo de esto, y a mi juicio, el comienzo de todo. El
modo de montaje de ideas allí utilizado, fue un experimento tan efectivo, que hasta el día de hoy se continúa aplicando y
funciona.
Se tratan de 23 cortometrajes documentales producidos e impulsados por la Administración del Plan Marshall entre 1948 y
1953, para “educar” a la desbastada Europa en las bondades de la libertad, el consumo, la producción y el libre mercado. Estos
muestran una Europa que renace de la destrucción. Con el plan gestado en 1947 por los Estados Unidos se pretendía
propagar la idea de una Europa libre y democrática, adherida al modelo norteamericano de consumo masivo.
2- Así, vamos al otro nivel, el del concepto. Las aplicaciones técnicas y artísticas en el montaje para desarrollar una idea o
concepto se lo llama Montaje Ideológico. El mismo esta conformado por la yuxtaposición de 2 imágenes que no
necesariamente tienen vinculación directa por continuidad de acción o de espacio tiempo entre sí, pero que juntas provocan un
concepto o una idea. El montaje por sucesión de hechos en una escena, es reemplazado por el montaje por sucesión de ideas,
en una integración orgánica hacia la idea general del film, ya sea su tesis o su hipótesis.
Así como tenemos un tema general, también tenemos varios subtemas dentro de la estructura narrativa, los cuales se integran
dramáticamente al gran tema del film. En este sentido, el montaje ideológico participa en la estructura de la misma forma,
aportando ideas centrales y/o secundarias. Primarias y/o complejas. Desde el conflicto interno de los personajes, desde su
conflicto con el entorno, o con los que lo rodean. O como descripción subjetiva del contexto en que están operando los
conflictos de los personajes.
El objetivo es poder integrar el montaje ideológico al montaje informativo o narrativo (aquel que hace avanzar el relato) , y a su
vez estos estar influenciados por un montaje de corte emotivo para potenciar las ideas y la comprensión con las emociones.
Así, tendremos dentro de una misma escena varios niveles de narración, siendo que el público no necesariamente los tiene
que reconocer. Su utilización sutil y armoniosa al relato, hará que estas formas pasen lo mas desapercibida posible; y el
espectador se deje llevar por las ideas y el drama en forma mucho mas atenta, apasionada y reflexiva. Si una sobresale
demasiado, genera un ruido narrativo que atenta contra la optimización receptiva buscada, a través de las formas expresivas.
Las proporciones de esta receta sin particulares a cada relato y estilo.
Ya Eisenstein entendía que la utilización sola del montaje de ideas hacia tediosa el seguimiento dramático del film. Ya que todo
se abstraía a la yuxtaposición generadora de conceptos y no avanzaba la historia propiamente dicha. En este sentido, puede
ser a veces el vicio de algunos documentales de corte político, no tener en cuenta el interés del espectador hacia el relato
como lo tenía Eisenstein. Pero encuentro en el trabajo interactivo de estos niveles: idea-información-emoción; una solución
posible y desafiante.
Muchas veces el montaje ideológico está muy concentrado en conceptos que son entendidos solamente en determinado
contexto, es decir, por un grupo o comunidad, por un sector social; o en un contexto temporal determinado. Entonces, así como
recomiendo la utilización de niveles, también analizar la complejidad del concepto en función del público adonde se desea
llegar es fundamental. Si buscamos la masividad de la recepción, debemos tomar ciertas precauciones para la exposición
conceptual, y así evitar la marginación del film a elites que lejanas están de operar en el mundo cotidiano y transformarlo. Esto
no significa bajar el nivel educativo o ideológico, sino sumergirlo en el magma de valores universales, con la posibilidad de ser
comprendidos en todo territorio, en toda época.
3- El montaje de emociones. Hace 5 años la película Raymundo, que codirigí junto a Virna Molina, fue el film de apertura del
seminario anual Robert Flaherty en el Estado de New York. Luego de la proyección se dio una discusión muy seria. Y muchos
de los participantes criticaban el film, argumentando que no podían entender como un film marxista, que debería contener
formas apropiadas a estas ideas, como la sobriedad y cientificidad discursiva, estaba totalmente cargado de emociones.
Siendo que ese es el lenguaje de Hollywood y de la industria. Y Virna responde -¿Pero desde cuando Hollywood es el
propietario de nuestras emociones? En Latinoamérica, el marxismo, sin restarle su carácter científico, lo vivimos de otra
manera.
Las emociones son inherentes al ser humano, y un discurso las debe contener. Pero sabemos que una idea que se apropia
solo de lo emotivo para que el espectador la asimile, la está utilizando como estrategia engañosa. La historia de la propaganda
y la publicidad ya nos apabulló de estos ejemplos: Fascismo-Religión- Consumo. Es una línea muy delgada que se puede
traspasar por un error de montaje y no por una falta de ética. El ejemplo tabú es el llanto. ¿Cuando se debe cortar y porque, a
un personaje que se emociona y llora ante cámaras?
Cuando el público es consiente de que se lo está utilizando emocionalmente, reacciona con violencia y negación ante el film.
Se siente, justificadamente, utilizado.
Entonces, un montaje de emociones busca, desde sus recursos propios, predisponer y generar una apertura sensible en el
espectador para que asimile desde terrenos más profundos e identitarios, lo informativo y conceptual. Cada plano que se
agrega va cargando este sentimiento hasta un clímax. Un hombre llega a su casa tras perder su trabajo. Se sienta solo en una
silla y mira para abajo. Su gesto es siempre el mismo. Pero desde las miradas de su mujer y sus hijos, desde este silencio
orgánico, incómodo y desde objetos que nos muestren el carácter de sus urgencias económicas; generaremos una atmósfera
que emocionará al espectador. Esta situación es la que permite la predisposición de la audiencia, para poder generar una idea
demandante de solución ante ese conflicto. Así, en complicidad, espectador y autor, la irán encontrando o madurando a lo
largo del film, o no.
Muchas veces se utiliza la música para potenciar sentimientos. Cuidado con esto, porque podemos generar un resultado
empalagoso que nos devuelve el rechazo y el efecto contrario. Si filmamos la realidad, lo más conveniente es encontrar los
elementos expresivos en ella misma. Los sonidos, las músicas ambientes, etc. Pero en lo personal no soy muy ortodoxo al
respecto, suelo utilizar música, inclusive para ingresar al universo psicológico de los personajes pero teniendo en cuenta esta
frontera de saturación del recurso, como peligro dado.
El conflicto del abuso de la emoción no solo está vinculado a la tristeza, sino también a la euforia. Trabajar con la arenga de un
dirigente, tratando de que el espectador absorba desde su espectro sensitivo, intuitivo o instintivo; una posición política, es
engañarlo dado que el documentalista debe utilizar todos los mecanismos de investigación por los cuales logre hacer
evolucionar o refutar su hipótesis, para devolver un análisis político más complejo, con una observación reflexiva, y no ser solo
un puente mediático para la propaganda. El espectador sin reflexión o análisis político científico, es utilizado desde la
herramienta del montaje de emociones eufóricas o cooptadoras. Esto se traslada también a los mecanismos de propaganda
religiosos o a las publicidades del mercado de consumo, como se mencionó anteriormente.
Existe en el mundo del documentalismo, mas precisamente en los documentalistas como personas, cierto pudor a explorar en
las emociones, pues es un lugar en donde el autor queda totalmente expuesto, por lo que muchos evitan este nivel de
lenguaje, conteniéndose en lo seguro y “serio”, lo informativo y conceptual. Nosotros hemos hablado de las emociones como
algo naturalizado en un relato documental, pero son muy pocos los que la aplican. Error magnánimo de comunicación, ya que
los sentimientos nos atraviesan desde que tenemos nariz. No comprender esta subjetividad del espectador, es no crear un
discurso audiovisual pensando en potenciar la recepción del tema o hipótesis.
Por esto las posiciones contrarias a la utilización de este nivel, se justifican solamente en el carácter negativo de la misma, en
su consecuencia manipuladora. Pero esto sólo se da cuando realmente se está buscando eso, cuando el autor carece de
horizontes éticos de honestidad con la audiencia. O simplemente, cuando está mal utilizado y no se sabe encuadrarlo en sus
limites dentro del montaje, yéndose de las manos al realizador, y superando o distorsionando el efecto que se espera causar
en el espectador.

Así tenemos nuestras 3 claves: información-concepto y emoción. Pero es de la combinación proporcional de estas tres en una
escena, secuencia y estructura general del film, que encontraremos los mejores resultados comunicacionales y expresivos. Por
separado corren mas peligro de fallar, pero juntas se retroalimentan y disparan los resultados deseados. Las podemos idear en
nuestras cabezas, pero cobraran vida en el toma a toma del montaje.

Por Ernesto Ardito


Para Revista RDI
www.rdidocumental.com.ar

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