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EL TELESCOPIO

Es un instrumento óptico que permite capturar la luz o radiaciones


electromagnéticas, con el objetivo de posibilitar la visualización de objetos que se
encuentran a una gran distancia o que son de muy bajo brillo, proyectando así una
imagen agrandada y detallada del objeto en cuestión. El poder de capturar luz
dependerá del diámetro del objetivo del telescopio, es decir, la apertura de este. A
mayor apertura, mayor será la cantidad de luz que ingrese al instrumento, lo que
permitirá observar objetos de brillo más débil y detalles más finos. Este se usa
principalmente en el campo de la astronomía para la observación de cuerpos
celestes. Su invención se le atribuye a Hans Lippershey y a Galileo Galilei en el
año 1608.
Para comprender cómo funciona un telescopio, principalmente se debe saber
cómo funciona el ojo humano. El ojo se compone de dos partes principales, la
pupila que es una especie de lente y la retina que es donde se refleja la luz que es
percibida por ella. Cuando vemos un objeto lejos, la luz que se emite es muy poca,
por lo que la pupila refleja una imagen pequeña en la retina; cuanto más cerca se
encuentre el objeto, más luz va a emitir, por lo que lo veremos la imagen en un
tamaño más aumentado.
El telescopio utiliza la lente para poder capturar la mayor cantidad de luz que
emite un objeto, para después enfocarla y transmitirla al ojo para que los objetos
lejanos puedan ser más visibles. Este es el modo básico en que funciona un
telescopio, sin embargo existen tres principales grupos de telescopio, los cuales
tienen algunas características diferentes, en la forma de capturar y mostrar la luz.
Estos tres grandes grupos son: los reflectores (espejos), los refractores (lentes) y
los catadióptricos (ambos), los cuales a su vez poseen diferentes diseños ópticos
particulares.
Los telescopios reflectores están conformados generalmente por dos espejos, uno
grande llamado espejo primario y uno más pequeño denominado espejo
secundario. El espejo primario se suele ubicar en un extremo del tubo del
telescopio, mientras que el espejo secundario se coloca en la línea de visión
ocular. Para obtener una imagen, el telescopio se dirige a un objeto, y la luz entra
en el tubo, la luz incide en el espejo primario y se refleja en el espejo secundario.
A continuación, se refleja desde el espejo secundario al ocular, donde se
magnifica la imagen y es enviada al ojo.

Los telescopios refractores están conformados por dos lentes divergentes, uno
llamado objetivo situado en el extremo de un tubo y otro más pequeño situado en
el extremo opuesto conocido como ocular. La luz procedente de un objeto lejano
incide en forma de rayos paralelos sobre la superficie del objetivo y al atravesar el
vidrio de este se refractan, es decir, los rayos paralelos se curvan y terminan
cruzándose en un punto llamado foco. Los rayos curvados procedentes del
objetivo, pasan por el foco y después atraviesan el ocular emergiendo de nuevo en
forma de rayos paralelos y formando una imagen virtual del objeto observado con
un tamaño mayor al observado a simple vista.
 

Los telescopios catadióptricos combinan la reflexión y la refracción mediante


lentes y espejos para dirigir los rayos al ocular. Los rayos provenientes del objeto
observado atraviesan primeramente una lente correctora, posteriormente se
produce una doble reflexión en un espejo cóncavo (primario) y otro convexo
(secundario) antes de ir a parar al ocular.

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