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tema

04 FILOSOFÍA

Sentido y referencia.
Teorías del significado
28-14615-13

Temario 1993
tema 4

filosofía

1. El problema del significado en la filosofía del lenguaje


1.1. La filosofía del lenguaje

1.2. El significado lingüístico

1.3. Sintaxis, semántica y pragmática

2. La dimensión semántica del significado


2.1. Sentido y referencia en Frege

2.2. Las descripciones definidas de Russell

2.3. La teoría de la verdad de Tarski

3. La dimensión pragmática del significado


3.1. El significado como uso en Wittgenstein

3.2. Los actos de habla de Austin

3.3. El principio de cooperación de Grice

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filosofía

INTRODUCCIÓN

Ofrecemos en este tema una presentación general del problema del significado, tal y como éste se
entiende actualmente dentro de la filosofía del lenguaje. De acuerdo al título propuesto, haremos
especial hincapié en la doctrina de Frege, quien sostiene al comienzo mismo de esta disciplina, a fi-
nales del xix, que la referencia (lo denotado) y el sentido (el modo en que se ofrece lo denotado) son
las dos dimensiones en que se desdobla el significado de cualquier expresión lingüística.
En el primer apartado vamos a situar el problema del significado dentro de la filosofía del lenguaje.
Explicamos también un modo de enfocar la distinción entre semántica y pragmática que servirá para
estructurar nuestra aproximación filosófica al significado. En el siguiente apartado tratamos su di-
mensión semántica. Comprobaremos (estudiando a Frege, Russell y Tarski) hasta dónde se puede lle-
gar cuando atribuimos significado a expresiones del lenguaje con independencia de las intenciones
y acciones comunicativas de los hablantes. En el tercer apartado nos volvemos hacia la pragmática,
en la cual se entiende que el significado no es algo que se predique tan sólo de las expresiones lin-
güísticas, sino que tal vez (siguiendo a Wittgenstein, Austin y Grice) haya que entender el significado
como algo que se predica de los actos de habla, que son acciones humanas en las cuales se utiliza
el lenguaje.

Este tema se solapa parcialmente con el 3, a pesar de que ambos se


pueden estudiar de manera independiente. También desarrolla algunas
ideas que en el tema 72 sobre Wittgenstein y Russell sólo quedan esbo-
zadas. Por último, es conveniente leer este tema antes de abordar el 39
sobre lenguaje moral.

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filosofía

1 El problema del significado en la filosofía del lenguaje


El problema del significado es la principal ocupación de la filosofía del lenguaje, donde se asume
que este último es ante todo depositario de significados. Vamos a delimitar primero la filosofía del
lenguaje, tanto por vía negativa como por vía positiva, aunque es evidente que su propio título
sugiere ya una definición previa: filosofía del lenguaje es la disciplina filosófica que se ocupa del
lenguaje. En segundo lugar, diremos algo sobre el significado lingüístico. En tercer lugar, situaremos
el significado lingüístico en el triple eje sintaxis-semántica-pragmática, que además de ser funda-
mental en filosofía del lenguaje nos ayudará a estructurar la discusión sobre el significado lingüístico
a lo largo del tema.

1.1. La filosofía del lenguaje

Iniciamos la caracterización de la filosofía del lenguaje por vía negativa, esto es, diciendo lo que no
es filosofía del lenguaje. Y de las muchas cosas que no son filosofía del lenguaje nos interesan los
saberes acerca del lenguaje que podrían, en un momento dado, confundirse con aquélla.
1. Lingüística. Estudio científico del lenguaje, en su estructura abstracta, en su evolución histórica
y en su utilización concreta por parte de los hablantes. El Curso de lingüística general (1916), obra
póstuma de Ferdinand de Saussure (1857-1913), es el texto fundacional de esta disciplina. Allí se
define lo que hemos llamado antes «estructura abstracta»del lenguaje: hay que estudiar el len-
guaje tal y como aparece en un momento histórico determinado, y no en su evolución temporal;
además, es la lengua (langue) o sistema de signos, y no el habla (parole) o conjunto de proferen-
cias lingüísticas concretas, lo que se debe investigar. A esta insistencia de Saussure en la parte
más abstracta y sistemática de la lengua ha seguido una lenta recuperación de los estudios sobre
la historia y sobre el uso real del lenguaje.
2. Filosofía de la lingüística. Rama de la filosofía de la ciencia que toma como objeto de estudio la lin-
güística. Se trata, por tanto, de un saber de segundo orden, que toma como objeto a la lingüística
en tanto que saber de primer orden. Se estudian tanto las prácticas científicas (observaciones,
mediciones, recogida de datos, experimentacón, explicación, predicción …) como las construc-
ciones resultantes (conceptos, definiciones, leyes, hipótesis …).
3. Filosofía analítica. Movimiento filosófico que ha predominado a lo largo del siglo xx en los países
anglosajones o de fuerte influencia anglosajona. Dicho movimiento se inspira en Frege, Russell,
Moore, Wittgenstein y el Círculo de Viena. Sus cultivadores aceptan, en mayor o menor grado,
que los problemas filosóficos pueden ser aclarados mediante un estudio minucioso de la forma
lingüística bajo la cual son planteados; dicho estudio, en general, no se detiene en la forma lin-
güística de las afirmaciones o argumentaciones filosóficas, sino que se sirve de éstas para aclarar
los conceptos subyacentes.
4. Semántica formal. Ciencia formal que trata de esclarecer por medio de herramientas lógicas las
condiciones bajo las cuales una expresión lingüística tiene el significado que los hablantes le
suelen atribuir. El objetivo es estudiar la semántica de los lenguajes naturales con medios pareci-
dos a como se estudia, en la teoría de modelos, la semántica de los lenguajes formales. Richard
Montague (1930-1971) sentó las bases de la semántica formal a comienzos de la década de 1970,

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desarrollando algo que más tarde se conocería como «gramática de Montague»y que hoy día se
considera uno de los paradigmas más influyentes dentro de la disciplina. Propuestas posteriores
son la semántica de situaciones y la teoría de la representación del discurso, ambas de comien-
zos de la década de 1980.
Frente a la lingüística y a la semántica formal, la filosofía del lenguaje es una disciplina típicamente
filosófica. Se pregunta por principios últimos y por condiciones de posibilidad del fenómeno bajo
su estudio; en particular, cuestiona qué es el lenguaje, por qué podemos utilizarlo de forma signi-
ficativa, y por qué se relacionan a través de él las palabras, las ideas psicológicas, los significados
abstractos y las cosas concretas. Frente a la filosofía de la lingüística, por otra parte, la filosofía del
lenguaje es una disciplina que estudia directamente un fenómeno de la realidad, y no el fenómeno
en cuanto que mediatizado por una determinada teoría científica. Por analogía, tendríamos que la
filosofía del lenguaje es a la filosofía de la lingüística lo que la filosofía natural es a la filosofía de las
ciencias empíricas. Por último, frente a la filosofía analítica, la filosofía del lenguaje no es una corrien-
te filosófica que trate de dar cuenta de cualquier fenómeno a partir de ciertos presupuestos y méto-
dos universalmente aceptados, sino que es (al igual que la filosofía moral, la metafísica o la teoría del
conocimiento) una disciplina filosófica que se sabe limitada en cuanto a su objeto.
Hemos indicado ya lo que no es filosofía del lenguaje. En cuanto a lo que sí es esta rama de la filosofía,
constatamos dos cosas que parecen contradictorias. Por un lado, es relativamente fácil determinar,
ante un determinado problema, si éste pertenece o no a la filosofía del lenguaje. Pero, por otro lado,
es bastante difícil caracterizar en términos abstractos el campo de estudio de la filosofía del lengua-
je. Muchos se han rendido precipitadamente ante esto; sin embargo, la evidencia de aquello les ha
obligado a defender posiciones algo forzadas: a saber, que la filosofía del lenguaje es una disciplina
cuyos problemas son justamente aquellos reconocidos como tales por los filósofos del lenguaje. El
argumento es que, si hay un campo de problemas que los filósofos reconocen como problemas
típicos de filosofía del lenguaje, entonces ese campo –y por tanto la disciplina que se ocupa de ese
campo– deben existir, por muy difícil que sea caracterizarlos.
Ahora bien, esto no implica que los filósofos del lenguaje, como grupo social, se hayan puesto de
acuerdo en inventar un campo propio con el propósito de perpetuar su existencia en tanto que
parcela del conocimiento. Como dice acertadamente Valdés (1991: 11), respecto a los problemas
filosóficos, la condición de ser reconocible es condición necesaria pero no suficiente para su exis-
tencia. Se puede abundar en el argumento, señalando que el reconocimiento de un problema como
problema de la filosofía del lenguaje no es algo que se aplique solamente a casos ya conocidos, sino
que sigue funcionando cuando aparecen problemas nuevos, lo que demuestra que no estamos
ante un mero «catálogo» de problemas, sino que contamos con un criterio de clasificación, por
implícito que sea, que nos ayuda a reconocer en cada caso si un nuevo problema pertenece, o no,
a la filosofía del lenguaje.
Pues bien, al hacer explícito ese criterio de clasificación nos encontramos ya con cierta demarcación
de la filosofía del lenguaje. Tras leer las propuestas de diferentes autores y tratar directamente con
los textos canónicos de la disciplina, distinguimos cuatro áreas principales:
1. El significado del lenguaje. La pregunta general por la naturaleza del lenguaje suele desembocar
en la pregunta por el significado, que se entiende como lo más propio del lenguaje. Se trata,
pues, de preguntar cómo adquieren significado las palabras, las oraciones completas y finalmen-
te los discursos.
2. El uso del lenguaje. En otras ocasiones la pregunta por la naturaleza del lenguaje tiene en cuenta
a sus hablantes, transformándose en la pregunta por el uso del lenguaje. ¿Para qué usamos el
lenguaje? ¿Cuántas cosas distintas somos capaces de hacer sirviéndonos del lenguaje?

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3. Lenguaje y cognición. Se centra en la capacidad individual de cada persona para entender, proce-
sar y emitir oraciones con sentido. En cuanto al entendimiento del lenguaje, el interés filosófico
primordial es averiguar cómo se condicionan mutuamente pensamiento y lenguaje.
4. Lenguaje y realidad. Se trata de relacionar lenguaje y mundo, con la esperanza de que entendien-
do mejor el lenguaje entenderemos mejor el mundo, pero también con la cautela de que quizás
el mundo cognoscible es justamente el mundo expresable mediante el lenguaje. Entre mundo y
lenguaje se tenderá el puente de la verdad como correspondencia.
En resumen, la filosofía del lenguaje es una disciplina filosófica que se ocupa principalmente de ana-
lizar el significado de las expresiones lingüísticas, el uso del lenguaje, la vinculación entre lenguaje y
cognición, y la vinculación entre lenguaje y realidad.

¿Qué es la filosofía del lenguaje? ¿Qué lugar ocupa el significado dentro de la filosofía
del lenguaje?

1.2. El significado lingüístico

El lenguaje es un fenómeno persistente de nuestra vida cotidiana. Por medio de él nos comunica-
mos con otras personas, no sólo presentes sino también alejadas en el espacio y en el tiempo; esto
último es favorecido por tecnologías como el teléfono o la escritura, aunque debe quedar claro que
hay comunicación sin tecnologías de la comunicación pero no a la inversa.
Sin el lenguaje sería imposible (a nivel social) cooperar de forma compleja, como también sería
imposible (a nivel individual) el pensamiento abstracto. Por otro lado, el significado parece ser su
característica central, de modo que no es extraño que la filosofía, ya desde sus comienzos griegos
con el Crátilo de Platón (427-347 a.C.) y Sobre la interpretación de Aristóteles (384-322 a.C.), se haya
interesado por el lenguaje en tanto que portador de significados.
Pero, ¿qué es el significado? Muchos autores contemporáneos defienden que se trata de una corre-
lación entre cosas o entre tipos de cosas. Mientras que las nubes negras significan tormenta, la frase
«ven aquí»significa que yo ordeno que tú te desplaces desde donde estás hasta un punto cercano a
mi posición. El primer significado sería natural, el segundo sería lingüístico; las nubes negras serían
signos naturales, la frase «ven aquí»sería un signo lingüístico.
A continuación vamos a centrarnos en el significado de tipo lingüístico, donde un polo de la co-
rrelación es un signo lingüístico. Del otro polo, al que podemos llamar «referente», se ha dicho a lo
largo de la historia de la filosofía y de las ciencias cognitivas que podría ser o bien aquello (físico,
mental o abstracto) a que se refiere el signo lingüístico de manera inmediata, o bien el proceso o
estado mental que interviene en la comprensión del signo por parte de un hablante, o bien una
entidad abstracta, o bien las disposiciones de conducta asociadas al empleo del signo lingüístico.
Por ejemplo, la expresión «este perro» podría entonces significar o bien este perro al que estoy se-
ñalando, o bien mi representación mental de este perro, o bien algún tipo de entidad abstracta a la
que accedemos mediante intuición, o bien aquellas disposiciones de conducta verbal asociadas a
la expresión «este perro».
En cualquier caso, las dos opiniones más influyentes han sido las dos primeras, que en el siglo xx
se han combinado entre sí a través del «triángulo de significación», propuesto por C.K. Ogden y I.A.
Richards en The meaning of meaning (1923).

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idea

signo referente

En este triángulo se establece que los signos lingüísticos adquieren el significado de sus referentes
por mediación de ciertos estados o procesos mentales. Las líneas continuas representan relaciones
directas; la línea discontinua representa una relación indirecta. Se trata de una hipótesis que parte
del libro I de Sobre la interpetación de Aristóteles, se desarrolla en la Modernidad en lugares como el
libro III del Ensayo sobre el entendimiento humano de John Locke (1632-1704), y recientemente tiene
como defensor más ilustre al filósofo norteamericano Jerry Fodor (1935) con obras como Psicosemá-
tica (1987).
Sin embargo, el tratamiento que ha recibido el significado en la filosofía del lenguaje durante la
primera mitad del siglo xx ha prescindido (con muy pocas excepciones) de la mediación de las
ideas en la relación entre signos y referentes. Lo que se ha propuesto, implícitamente, es el siguiente
esquema:

signo referente

En la parte de este tema dedicada a la semántica seguiremos este esquema, según el cual los sig-
nos lingüísticos se relacionan directamente con sus referentes. Sólo al final del tema, en la parte de
pragmática, haremos consideraciones relativas a las creencias, deseos, normas compartidas, repre-
sentaciones mentales, etc.
En cuanto al tipo de signos lingüísticos que pueden portar significado, y en cuanto al diferente tipo
de significado que tienen unos signos u otros, la discusión es demasiado amplia y compleja como
para ser tratada en este tema. Lo que haremos, siguiendo la recomendación de su título, es empezar
la discusión a partir de las teorías semánticas sobre sentido y referencia, que en los comienzos de la
filosofía del lenguaje estaban asociadas al significado de términos singulares y de oraciones.
Los términos singulares son signos lingüísticos cuyo referente es un individuo particular. Tendríamos
nombres propios (Juan, Napoleón, el número 7 …), pronombres personales (yo, tú, él …), deícticos
(esto, eso, aquello …), descripciones definidas (el que está detrás de Juan, el padre de Napoleón, el
número siguiente al 7 …). De igual importancia son los términos generales, que se refieren a cuali-
dades y frecuentemente se expresan mediante adjetivos (rojo, amigable …) o predicados verbales
(corre a 100 km/h, se expresa con fluidez en tres idiomas …). A veces se diferencia entre términos
generales contables (humano, ley …) e incontables (agua, bondad …).
Por otro lado, la distinción típicamente filosófica dice que un término es singular cuando su expre-
sión lingüística sólo puede hacer de sujeto en una oración, mientras que un término es general
cuando su expresión lingüística puede hacer tanto de sujeto como de predicado en una oración.
Finalmente, como criterio de esta distinción y también como signo lingüístico del cual predicamos
verdad o falsedad, tenemos la categoría de oración. Las oraciones –se ha dicho tradicionalmente–
son aquellos signos lingüísticos que expresan pensamientos completos. Esto es algo impreciso, pero
lo cierto es que las soluciones gramaticales no dicen mucho más; se entiende, en todo caso, que la

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filosofía

oración es aquel signo que codifica un mensaje mínimo en el sentido de que apunta hacia un tema
y formula una tesis sobre ese tema. Nosotros nos atenemos a esta definición. Y destacamos que en
filosofía es fundamental la distinción entre oraciones declarativas y no declarativas porque aquéllas
nos enfrentan al problema de la verdad.


nombres propios


  singulares descripciones definidas





pronombres y deícticos
    términos


 contables




signos   generales
lingüísticos incontables



  declarativas



    oraciones
  no declarativas

En los apartados que siguen, como hemos dicho, nos referiremos solamente al significado de tér-
minos singulares y de oraciones, cuyas funciones respectivas consisten en nombrar individuos con-
cretos y describir hechos. Pero antes vamos a aclarar cuáles son las dimensiones semántica y prag-
mática del significado.

Diferencia entre signos naturales y signos lingüísticos. ¿Qué representa el triángulo de


significación? Tipos principales de signo lingüístico.

1.3. Sintaxis, semántica y pragmática

La distinción entre sintaxis, semántica y pragmática fue establecida por el norteamericano Charles
W. Morris (1901/03-1979) en su obra Fundamentos para una teoría de los signos (1938). Allí se trazan
las líneas maestras de la semiótica, entendida como una teoría general de los sistemas de signos;
de ella se esperaba además la fundamentación de todas las ciencias humanas, caracterizadas por
estudiar fenómenos donde interviene el intercambio e interpretación de signos.
Un lenguaje natural, como el árabe o el italiano, es visto como un caso particular de sistema de sig-
nos. Y en cada uno de esos sistemas se distiguen tres dimensiones:
1. Sintaxis. Tiene que ver tanto con la estructura de las expresiones del lenguaje como con las rela-
ciones que tales expresiones mantienen entre sí, todo ello sin salir del propio lenguaje.
2. Semántica. Tiene que ver con todo tipo de relaciones entre expresiones del lenguaje y entidades
externas al lenguaje.

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3. Pragmática. Tiene que ver con el uso que del lenguaje hacen las personas de acuerdo a sus
creencias y deseos.
Esta división del objeto de estudio induce una división análoga en la semiótica como ciencia, que se
divide así en tres disciplinas: sintaxis, semántica y pragmática, cada una de las cuales ocupada con
una de las tres dimensiones correspondientes.
¿Cuál es la relación entre la semiótica y la teoría del significado? La semántica, como las otras dos dis-
ciplinas, no es sino una parte (por fundamental que resulte) de la teoría del significado. La otra parte
importante es la pragmática. En menor medida tenemos que la sintaxis aporta las condiciones de
posibilidad más elementales del significado, es decir, articula las expresiones del lenguaje de modo
que puedan llegar a ser significativas.
Los enfoques de la semántica y de la pragmática son complementarios pero no son fácilmente com-
parables entre sí. No son enfoques opuestos, ya que adoptar uno de ellos no impide tomar algo del
otro; pero tampoco están jerarquizados, ya que no puede decirse que la semántica esté integrada
completamente en la pragmática. Y la clave de esta relación radica en esto: ambas disciplinas se ocu-
pan del significado, si bien difieren en el fenómeno del cual predican dicho significado. La semántica
toma como unidades mínimas de significado ciertas expresiones lingüísticas, mientras que la prag-
mática toma como unidades mínimas de significado ciertas acciones humanas a las que suele llamar
actos de habla. Por ello, aunque los estudios de pragmática son posteriores en el tiempo a los de
semántica (un orden temporal que se refleja en la estructura de este tema), sería un error considera
la pragmática como una especie de refinamiento o mejora de la semántica, ya que tampoco dejó
de hacerse semántica cuando comenzó a hacerse pragmática. En el estado actual de la cuestión, lo
que observamos son dos modos muy distintos (complementarios pero mal comunicados entre sí)
de afrontar un mismo problema.

Diferencia entre sintaxis, semántica y pragmática. Relaciona estos conceptos con la


teoría del significado dentro de la filosofía del lenguaje.

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2 La dimensión semántica del significado


La dimensión semántica de un lenguaje atañe a sus relaciones con objetos externos a él. Pero, ¿qué
objetos externos al lenguaje son los que contribuyen al significado de una expresión lingüística? ¿Y
cómo se combinan en el significado de una expresión compleja los significados de sus partes?
Las teorías que presentamos en este apartado asumen tácitamente que, al menos en los casos más
simples, lo único que necesitamos para determinar el significado de una expresión lingüística viene
dado por dicha expresión más su contexto inmediato, tanto textual como externo al lenguaje. La
importancia del contexto es clara cuando aparecen términos como «yo», «esto», «ahora», «el autor
antes citado», etcétera.

2.1. Sentido y referencia en Frege

Gottlob Frege (1848-1925) es considerado el fundador de cuatro corrientes intelectuales de la máxi-


ma importancia: filosofía del lenguaje, lógica matemática, logicismo, filosofía analítica. Profesional-
mente, sin embargo, fue durante toda su vida académica un discreto profesor de matemáticas en la
Universidad de Jena, Alemania. Allí era un personaje poco conocido, que se dedicaba a investigacio-
nes demasiado filosóficas para sus colegas de la Facultad de Ciencias y demasiado formales para sus
potenciales lectores en el mundo de la filosofía. Una de sus investigaciones tenía que ver con el sig-
nificado de las expresiones lingüísticas; se ocupaba del significado de las expresiones (sustantivos,
adjetivos, frases …) que tienen lugar con cierta frecuencia en el discurso de los matemáticos cuando
éstos definen conceptos, demuestran teoremas, formulan reglas o describen un objeto.
Frege estaba intentando fundamentar la aritmética –que en aquel momento se veía a su vez como
fundamento de toda la matemática– sobre una base sólida. Y esto implicaba reformular todos los con-
ceptos y axiomas básicos de aquella disciplina en un nuevo lenguaje formal. Dicho lenguaje, uno más
entre los lenguajes artificiales que florecían en la época (esperanto, latino sine flexione, volapük … )
fue propuesto en su Conceptografía (1879) y estaba inspirado en la lógica que por entonces se cono-
cía; más aún, en la unificación de dos lenguajes lógicos hasta entonces separados, el de Aristóteles
por un lado, y el de los estoicos por otro. Se trataba de sustituir los imprecisos lenguajes naturales
por uno artificial que como mínimo no fuera ambiguo. Cierto que su intento de fundamentar la
aritmética requería algunas cosas más, pero en particular requería algo que a nosotros nos interesa
especialmente: averiguar cómo se relacionan las expresiones de un lenguaje natural con sus signi-
ficados habituales, para así poder construir un lenguaje artificial cuya relación con tales significados
fuera más transparente y unívoca.
Frege no es un erudito tratando de reinterpetar los textos de uno u otro filósofo, sino alguien que
llega hasta el problema del significado desde sus propios problemas, que son muy específicos y
además poseían entonces un perfil, a medio camino entre matemáticas y filosofía, que a muy pocas
personas podía interesar. Son, por lo mismo, poco exacos los intentos de contextualizar a Frege
dentro de otras corrientes de pensamiento que también se preocupaban por el lenguaje pero que
venían de una tradición más larga, como las reflexiones sobre lengua y cultura deudoras de Johann
Gottfried Herder y Wilhelm von Humboldt, ambos del xviii, las epistemologías empiristas inspiradas
en Locke, Hobbes o Hume, la crítica al lenguaje religioso y político de Nietzsche en el xix, las aporta-
ciones de Saussure a la lingüística, etc.
Sus ideas sobre el significado no se hallan expuestas en un solo tratado, sino que aparecen dispersas
en varios artículos, de entre los que destacan «Función y concepto» (1891), «Sobre concepto y ob-
jeto» (1892) y «Sobre sentido y referencia» (1892), todos ellos recogidos en Frege (1996). Ofrecemos
en un cuadro sus principales obras, tanto en lógica como en filosofía del lenguaje, con indicación de
título original en alemán, año de primera publicación y resumen del contenido.

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Año Título alemán Título español Tesis y/o propósito


Begriffsschrift Conceptografía Exposición de un lenguaje artificial y
de un cálculo sobre expresiones de
1879
dicho lenguaje. Con tal lenguaje se
razona acerca de la aritmética.
Die Grundlagen der Los fundamentos de la Definición del concepto de número a
Arithmetik aritmética partir de nociones lógicas. Utiliza un
1884
método que más tarde adoptarán los
filósofos analíticos.
Funktion und Begriff Función y concepto Parte de una ontología donde todo
es objeto o función. Y define con-
cepto como una función que va de
1891
objetos a valores de verdad (el valor
es 1 si el objeto cae dentro del con-
cepto).
Über Begriff und Sobre concepto y Se contrapone el concepto lógico
1892 Gegenstand objeto defendido anteriormente al concep-
to psicológico.
Über Sinn und Sobre sentido y refe- El significado de toda expresión lin-
Bedeutung rencia güística consta de referencia y senti-
1892
do; esto último es el modo de darse
de la referencia.
Grundgesetze der Leyes fundamentales Derivación de las principales defini-
1893 (vol. I) Arithmetik de la aritmética ciones y teoremas de la aritmética a
1903 (vol. II) partir de un sistema lógico similar al
del Begriffsschrift.

La teoría del significado de Frege se origina en sus reflexiones acerca de las relaciones de igualdad
en aritmética, como a+b = b+a, con las cuales tuvo que aclararse filosóficamente mientras buscaba
su fundamentación lógica. Sin embargo, podemos reconstruir su teoría del significado sin apenas
mención a dicha tarea de fundamentación. Quien quiera una razón filosófica, puede pensar en esto:
si es cierto que una cosa se conoce mejor cuando se la compara con otras, entonces el caso más
sencillo para conocer lo que es el significado de una expresión consistirá en poner a esta última en
relación de identidad o sinonimia consigo misma.

XX Términos singulares
Si nos encontramos con una igualdad a = b, dice Frege al comienzo de «Sobre sentido y referencia»,
lo primero que cabe preguntarse es si la relación de igualdad se establece entre los nombres de a y
de b, o bien entre los objetos denotados por tales nombres. Como indicábamos más arriba, pode-
mos pensar a = b en los siguientes términos: «a es b», tomando la cópula «es»como identificación. El
propio Frege pone estos ejemplos:
1. El lucero del alba es el lucero vespertino.
2. El lucero del alba es el lucero del alba.
3. El lucero del alba es el planeta Venus.
4. El lucero vespertino es el planeta Venus.

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Supongamos que la relación de igualdad se da entre los objetos denotados. Entonces ocurre que
tanto a = b como a = a son dos proposiciones equivalentes; pero la segunda de ellas es analítica,
luego también debe serlo la primera. Tomando los ejemplos de más arriba, tendríamos que una
proposición como (1) es tan analítica como (2), es decir, su verdad depende de los significados de
sus términos y por tanto no nos dice nada acerca del mundo real. Pero esto es manifiestamente
falso. Algunas personas pueden no saber que el cuerpo celeste conocido como lucero del alba es el
mismo objeto conocido como lucero vespertino. De modo que toda relación de igualdad a = b se
da entre las expresiones y no entre los objetos denotados. Ahora bien, si tanto a como b se refieren
a lo mismo, ¿de dónde viene el carácter sintético de expresiones como (1)?
Vemos por (3) y (4) que las expresiones «el lucero del alba»y «el lucero vespertino»se refieren ambas
al planeta Venus, bien que de maneras distintas; la una indicando que Venus brilla al amanecer, la
otra indicando que brilla al atardecer. Esto es suficiente para concluir que el significado de toda ex-
presión nominal está constituido por dos ingredientes: el objeto (Gegenstand) denotado y el modo
de darse (die Art des Gegebenseins) ese objeto; a lo primero se le llamará referencia (Bedeutung) de la
expresión nominal y a lo segundo sentido (Sinn) de esa misma expresión.
Antes de continuar es preciso insistir en el carácter no psicológico, sino supuestamente objetivo,
que tiene el sentido de toda expresión nominal. Podría decirse que en muchas teorías del signifi-
cado que se inspiran directamente en Frege el concepto de referencia está claro, mientras que el
concepto de sentido viene a ser algo así como todo aquello que tiene que ver con el significado
pero no es la referencia. No obstante, Frege tenía claro que el sentido, sea lo que sea, no es algo psi-
cológico, no es algo que a mí me pasa en la cabeza, no es el conjunto de connotaciones subjetivas
que se desatan en mi mente al leer o escuchar una expresión, sino que es el modo de darse de la
referencia de dicha expresión.
Para entenderlo mejor veamos otro ejemplo de Frege. En un diagrama hay tres segmentos A, B, C,
que intersectan en un mismo punto P, al que podemos llamar indistintamente «intersección de A
y B», «intersección de B y C»o «intersección de A y C». Pues bien, estas tres expresiones tienen una
misma referencia, que es P, pero distinto sentido:
A
C

Una observación algo paradójica es que toda expresión nominal tiene sentido pero no necesaria-
mente referencia. Al hablar de «el último número primo» o de «el francés a la vez más alto y más bajo
en el año 2007» estamos usando expresiones que tienen sentido pero no tienen referencia, a pesar
de que el sentido es el modo de darse de la referencia. En casos así se tiende a pensar que el senti-
do es una especie de propiedad abstracta que puede ser satisfecha o bien por un solo individuo o
bien por ninguno. Por otro lado, observamos que si bien dos expresiones con la misma referencia
pueden tener distintos sentidos, como ya hemos visto al comentar los ejemplos del planeta Venus
o del punto P, en cambio dos expresiones con el mismo sentido han de tener la misma referencia, si
es que ésta existe para alguna de las expresiones.
Por último, ¿qué ocurre con expresiones que son nombres propios? Un nombre propio como «Ve-
nus» parece tener una referencia pero no un sentido. La solución de Frege en este punto, de nuevo,
puede dar lugar a imprudentes incursiones en el psicologismo. Lo que él propone es que todo nom-
bre propio posee un sentido, que es el de aquella descripción que un hablante particular asocia al
nombre propio. Esto significa que el sentido de un nombre propio es relativo a una persona, lo que
no significa que sea algo que esa persona tenga en su mente como proceso o estado psicológico.
El sentido es relativo, no subjetivo.

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XX Oraciones
¿Qué ocurre cuando tratamos de aplicar la distinción entre sentido y referencia a otro tipo de expre-
siones lingüísticas? La sorprendente propuesta de Frege es que la referencia de una oración es un
valor de verdad (Wahrheitswert), que puede ser lo verdadero o lo falso, mientras que el sentido de
esa misma oración es el pensamiento (Gedanke) expresado por ella.
Como estamos hablando de oraciones matemáticas, la referencia será o bien lo verdadero o bien lo
falso, sin grados intermedios de verdad y con independencia de si nosotros como humanos falibles
conocemos esa verdad o esa falsedad. Por otro lado, siguiendo a Bernard Bolzano (1781-1848) y a
otros autores germanos, el pensamiento no es una creencia subjetiva, sino un objeto abstracto que
se predica tanto de los diferentes ejemplares de un mismo tipo de oración, como de todos los ejem-
plares de un segundo tipo de oración sinónima de la primera.
¿Pero cómo ha llegado Frege a esas conclusiones? Deben mencionarse aquí dos principios. Uno de
ellos, el principio de sustitución de los idénticos, dice que si el nombre a aparece en una expresión
E(a) y además a = b, entonces E(a) tiene el mismo valor de verdad que E(b). El otro principio, original
de Frege, es el principio de composicionalidad y dice que el significado de una expresión compleja
E está en función de los significados de las expresiones significativas que componen E.
Por composicionalidad, si partimos de (1) y (3) para llegar hasta (4) tenemos que, puesto que por (1)
las expresiones «lucero del alba»y «lucero vespertino»tienen la misma referencia, entonces la refe-
rencia de la oración (3) ha de ser la idéntica a la referencia de la oración (4). Pero lo que (3) y (4) tienen
en común es el valor de verdad, debido al principio de sustitución. Luego el valor de verdad es la
referencia de toda oración. Como, por otro lado, (3) y (4) se refieren a un mismo valor de verdad de
maneras diferentes, a las que podemos identificar con pensamientos en el sentido antes indicado, el
sentido de una oración es el pensamiento expresado por ella.
Las consideraciones sobre el sentido y referencia de las expresiones nominales son heredadas por
las expresiones oracionales. Lo que da lugar a una importante cuestión, a saber, que existen oracio-
nes con sentido pero sin referencia. Ejemplo: «el hombre a la vez más alto y más bajo del 2007 podría
jugar a baloncesto en la NBA»tiene sentido pero no tiene referencia. Pero aún más importante es
esta otra cuestión: así como la referencia de una oración simple depende de las referencias de sus
componentes nominales, la referencia de una oración compleja dependerá de las referencias de sus
oraciones simples. Esto es muy útil para fundamentar la semántica de las conectivas en lógica de
proposiciones, donde se tiene en cuenta la coordinación entre oraciones. Pero, ¿qué ocurre con la
subordinación? Dado que la respuesta a esta pregunta desborda los límites de este tema, nos limi-
taremos a señalar los problemas que suscita, sin entrar en las soluciones (no siempre satisfactorias)
que propone Frege.
He aquí varios contextos en los cuales no está claro que la referencia de la oración esté en función
de las referencias de sus componetes:
1. Subordinadas de relativo. Al decir «Pedro, que no quiere dinero, no sabe lo que quiere»deberíamos
tomar «que no quiere dinero»como una oración, y por tanto su referencia debería ser un valor de
verdad; sin embargo parece claro que su referencia en este contexto es Pedro.
2. Subordinadas en estilo directo. Al decir «Pedro dijo: ‘no quiero dinero’»tenemos que la oración en-
trecomillada que va detrás de los dos puntos no tiene como referencia un valor de verdad sino
una oración.
3. Subordinadas en estilo indirecto. Al decir «Pedro dijo que no quiere dinero»tampoco podemos
aceptar que la subordinada «que no quiere dinero»tiene como referencia un valor de verdad,
pues de tenerlo podríamos aplicar sustitución de idénticos y (suponiendo que la oración inicial
es verdadera) concluir que «Pedro dijo que no quiere dinero»tiene la misma referencia que «Pe-
dro dijo que no hay actualmente una cura contra el SIDA».

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filosofía

4. Subordinadas de creencia. Al decir «Pedro cree que no quiere dinero»nos encontramos una di-
ficultad adicional. Si es cierto que no tiene dinero, podríamos aplicar sustitución de idénticos y
concluir «Pedro cree que alguien está estudiando el tema 4», lo cual es claramente falso.

XX Términos generales
Para entender el sentido y referencia de expresiones predicativas como «amarillo»hay que acercarse
a los artículos «Función y concepto»y «Sobre concepto y objeto». Allí se distingue entre expresiones
completas e incompletas. Las primeras son aquellas para las cuales se puede determinar ya una
referencia. Las segundas son aquellas que tienen una incógnita x que debe sustituirse por alguna
expresión concreta para que la expresión inicial adquiera referencia, por ejemplo «el hijo mayor de
x», «el x que ganó el campeonato de y en 1993», «viene x mañana», etc. De las expresiones incom-
pletas hay algunas, como es el caso con «viene x mañana», que adquieren un valor de verdad al ser
despejadas sus incógnitas.
Pues bien, las funciones asociadas a las expresiones incompletas, cuyo input es un objeto (u objetos)
y cuyo output es un valor de verdad, son precisamente las referencias de las expresiones predicativas.
La referencia de la expresión «amarillo»es una función de la forma «x es amarillo», y esa función se
entiende como un concepto (Begriff). Así, dos objetos serán idénticos cuando al sustituir sus nom-
bres por x en cualquier concepto se obtenga el mismo valor de verdad. Ahora bien, dos conceptos
pueden tener el mismo comportamiento sobre todos los objetos posibles y sin embargo no ser
idénticos, como es el caso de «x es maestro de Alejandro Magno»y «x es el fundador del Liceo». En
este punto Frege abandona sus investigaciones, dejando sin discutir a fondo el sentido de las expre-
siones predicativas.

XX Resumen
La tabla siguiente nos servirá para recapitular lo dicho hasta ahora, teniendo en cuenta, eso sí, que
sólo recogemos el caso más simple de sentido y referencia en el caso de las oraciones.

Referencia Sentido
Tipo de expresión
(Bedeutung) (Sinn)
Términos sigulares Objeto Modo de darse del objeto
(Gegenstand) (Art des Gegebenseins)
Términos generales Concepto ???
(Begriff)
Oraciones declarativas Valor de verdad Pensamiento
(Wahrheitswert) (Gedanke)

Veremos a continuación que la distinción entre sentido y referencia ha sido objeto de muchas críti-
cas como tanto teoría semántica de los lenguajes naturales.

Discute cómo llega Frege a las conclusiones de la tabla de más arriba en el caso de
términos singulares y de oraciones declarativas.

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filosofía

2.2. Las descripciones definidas de Russell

Bertrand Russell (1872-1970) conoció de primera mano la semántica filosófica de Frege, discutió
algunos de sus principales puntos y finalmente propuso su propia teoría del significado. De esta
última vamos a exponer la parte más original e influyente, su «teoría de las descripciones definidas»,
expuesta en el artículo «Sobre la denotación»(1905) y reelaborada en textos más accesibles, como el
capítulo «Descripciones»de su Introducción a la filosofía matemática (1919).
La teoría de las descripciones definidas es una réplica directa a la teoría de la referencia y el sentido
de Frege. Fue la principal contribución de Russell a la filosofía, igual que su teoría de tipos a la lógica
matemática. Y su tesis fuerte es la siguiente: las descripciones definidas, expresiones que aparente-
mente son términos singulares y cuya forma lógica es «el F tal que G», solamente adquieren signifi-
cado en el contexto de una oración; además, ese significado es una referencia pero no un sentido.
Versiones más radicales de la teoría afirman además que todo nombre propio es una descripción
definida encubierta, de modo que los únicos términos singulares de un lenguaje lógico ideal serían
los determinantes como «este», «ese», «aquel», cuyo significado se reduce por completo a su refe-
rencia.
Lo que Russell rechazaba era la noción de sentido, por parecerle muy oscura y conducente al psico-
logismo (a pesar de las cautelas del propio Frege a este respecto). Lo que intenta, pues, es formular
una semántica que tenga en cuenta tan sólo las referencias de las expresiones. Con los nombres pro-
pios no parece haber mucho problema mientras aceptemos una referencia contextual. Para aclarar
las descripciones definidas, que eran esgrimidas por Frege como caso claro de expresión que tiene
un sentido además de una referencia, Russell discute ejemplos como:
1. Londres es la capital del Reino Unido
2. París es la capital del Reino Unido.
3. El actual rey de Francia es calvo.
Claramente (1) es significativa y es también verdadera, mientras que (2) es significativa pero es falsa.
Ahora bien, ¿qué ocurre con (3)? ¿Es significativa y además es falsa? ¿O bien no es significativa y por
tanto no es verdadera ni falsa? Frege pondría «tiene sentido»donde nosotros hemos puesto «es sig-
nificativa», pero Russell prefiere no aceptar de entrada la terminología de Frege ni sus supuestos.
De (3) lo primero que llama la atención es que no existe el supuesto objeto del cual se predica la cal-
vicie. Por un lado, no parece tener mucho sentido discutir si la afirmación es verdadera o falsa, como
tampoco tendría sentido decidir eso mismo acerca de su negación. Mas por otro lado, la intuición
nos dice que cualquier expresión con sentido ha de ser verdadera o falsa con respecto del mundo.
A este problema le dieron Russell y Peter F. Strawson (1919-2006) soluciones opuestas. Para Russell,
(3) es una oración falsa, mientras que para Strawson no es ni verdadera ni falsa. Este último sostiene,
en su artículo «Sobre el referir»(1950), que la verdad se predica por medio de proferencias (utteran-
ces), que son acciones concretas en las que se enuncia una proposición por medio de una afirma-
ción, con lo que adelanta ya la teoría de los actos lingüísticos; sin embargo, su argumentación es
un tanto farragosa y su terminología no es estándar en filosofía del lenguaje, de modo que vamos a
ceñirnos a la argumentación de Russell.
En «Sobre la denotación», Russell sostiene que, al igual que en física hay átomos, también los hay en
el lenguaje. Tales átomos lingüísticos son los demostrativos «yo», «tú», «esto», «aquí», «ahora», etc.
Sólo ellos tienen significado, que es precisamente el objeto, instante o lugar referido en cada con-
texto. En terminología fregeana, tal significado es la referencia. Se sigue que nombres propios como
«Londres»o «París»tienen significado en la medida en que son interpretados como la abreviatura de
alguna descripción definida como «la capital del Reino Unido»o «la ciudad donde César aprendió

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francés». Por último, cualquier descripción definida es interpretada como un compuesto lógico que
debe ser analizado hasta descubrir sus átomos lingüísticos.
Por ejemplo, el sujeto de (3) es «El actual rey de Francia», que ha de ser visto como una expresión donde
se afirma que hay un único elemento que tiene la propiedad de ser el rey de Francia. Y el predicado
de (3) añade que ese mismo elemento tiene la propiead de ser calvo. Formalizando esto en lógica de
predicados, donde Rx significa que x es rey de Francia y Cx significa que x es calvo, tenemos:
∃x [Rx ∧ ∀y (Ry → x = y) ∧ Cx]
Como se ve, hemos reducido (3) a una fórmula donde las únicas expresiones nominales son varia-
bles lógicas. Y como estamos ante una fórmula sin variables libres, tiene sentido preguntarse por su
verdad o falsedad.
En este caso tenemos que la fórmula es claramente falsa, pues no existe un elemento tal que sea a
la vez rey de Francia y calvo. La reducción parece convincente. Pero muchos críticos se preguntan si
realmente se dice lo mismo en la frase inicial y en su supuesta formalización. En esta última se habla
de la existencia de algo; si ese algo existe, la fórmula es verdadera, y falsa en caso contrario. Mas en la
frase (3) parece más bien que se está pedicando algo acerca de un sujeto, con lo que primero habría
que aclarar si existe o no ese sujeto.

¿Qué es una descripción definida? ¿Qué dice la teoría de Russell sobre descripciones
definidas? Explica lo que ocurre si se lleva al extremo.

2.3. La teoría de la verdad de Tarski

¿Qué tienen que ver el significado y la verdad? Ya hemos visto que tanto las partes de una oración
como la oración misma son expresiones lingüísticas susceptibles de recibir un significado, que en
términos intuitivos puede verse como aquello que es descrito por la expresión. También hemos visto
que las oraciones, además de tener un significado, pueden ser verdaderas o falsas con respecto a un
estado de cosas. El problema interesante sería discutir si a partir de una noción se puede definir la
otra o bien se trata de dos nociones independientes una de otra.
Alfred Tarski (1902-1983) comenzó a tratar matemáticamente el concepto de verdad en un semi-
nario sobre lógica que daba a finales de la década de 1920 en la Universidad de Varsovia. También
se trataban conceptos que dependían de aquél, como los de consecuencia, definibilidad, etc. El
objetivo inmediato era fundamentar mejor una serie de teoremas lógicos de la época (Completud,
Löwenheim-Skolem …) donde se utilizaba de una manera un tanto vaga la noción de «fórmula
verdadera con respecto a una estructura». En 1933 publica en polaco un artículo muy técnico: «El
concepto de verdad en los lenguajes de las ciencias deductivas», donde ya están presentes casi
todas sus aportaciones a este tema.
La teoría de la verdad de Tarski fue pensada para precisar el concepto de verdad dentro de diferentes
lenguajes artificiales, por lo que sólo en relación a ellos tiene sentido hablar de verdad. «El problema
de la definición de la verdad adquiere un significado preciso y puede resolverse en forma rigurosa
solamente para aquellos lenguajes cuya estructura se ha especificado exactamente»(Tarski, 1944:
283). Así pues, dados ciertos lenguajes artificiales L, L’ … (uno de ellos podría ser el de la lógica de
predicados) no tiene ya ningún sentido hablar de verdad en abstracto sino de L-verdad, L’-verdad …
Asimismo, dado un lenguaje L, la verdad con respecto a L ó L-verdad se entiende como un predica-
do metalingüístico Ve, donde e es una expresión de L y Ve se leería diciendo que e es una expresión
L-verdadera.

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filosofía

La verdad, pues, se predica por medio de expresiones lingüísticas, no de creencias psicológicas ni de


pensamientos abstractos. Por otro lado, la verdad se predica en relación a cierta estructura (modelo
matemático de aquello sobre lo cual se habla). Aquí nos contentaremos con enunciar las condi-
ciones necesarias que Tarski impone sobre cualquier definición de L-verdad que vaya a darse por
satisfactoria. Las expresiones nominales y predicativas de L tienen que estar interpretadas con res-
pecto a una estructura, lo cual significa simplemente que todas las expresiones de L han de tener un
significado. Una vez alcanzado esto, se requiere:
1. Metalenguaje. Dado el lenguaje L, la definición de L-verdad ha de formularse en un metalenguaje
M adecuado para hablar sobre L. En particular, M debe contener en su vocabulario como mínimo
tantos signos como L, de modo que pueda referirse a las expresiones de L. También debe conte-
ner un predicado V con el cual poder afirmar la verdad sobre expresiones de L.
2. Corrección formal. La definición de V en M ha de tener la forma ∀e(Ve↔Ae), donde A es una expre-
sión de M y V no ocurre dentro de A. Lo primero supone que desde M explicamos V, lo segundo
impide circularidad.
3. Adecuación material. Las expresiones que satisfacen A deberían ser aquellas que intuitivamente
reconocemos como afirmaciones verdaderas de L. Esto es difícil de precisar matemáticamente,
pero tiene la virtud de que recoge la idea de que expresiones sinónimas deben tener el mismo
valor de verdad.
Es a propósito del punto 3 que Tarski pone su famoso ejemplo: es verdad «la nieve es blanca»si y sólo
si la nieve es blanca. Se trata de la famosa Convención T, que muchos asimilan sin más a la definición
de verdad de Tarski. Tanto esta condición como las demás condiciones han de ser cumplidas por
cualquier definición de verdad para que dicha definición pueda ser aceptada como satisfactoria.

Expón las 3 condiciones que, según Tarski, debe cumplir toda definición de verdad.
¿Qué podría ocurrir si no se separa entre lenguaje y metalenguaje? Relaciona la Con-
vención T con el problema de la sinonimia entre raciones.

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3 La dimensión pragmática del significado


La pragmática, dice Morris en Fundamentos de la teoría de los signos, 5, 1, es la ciencia que estu-
dia «la relación de los signos con sus intérpretes». Se ocupa, pues, del uso que de un lenguaje ha-
cen sus hablantes, así como de las intenciones, actitudes y creencias de dichos hablantes mientras
usan el lenguaje. En tiempos más recientes, el interés de la pragmática se ha dirigido de una for-
ma más específica hacia las normas socialmente compartidas que permiten a los hablantes tomar
parte en situaciones comunicativas. Esto queda reflejado en la siguiente definición: «Se entiende
por pragmática el estudio de los principios que regulan el uso del lenguaje en la comunicación, es
decir, las condiciones que determinan tanto el empleo de un enunciado concreto por parte de un
hablante concreto en una situación comunicativa concreta, como su interpretación por parte del
destinatario»(Escandell, 1996: 15).
Desde el punto de vista de la teoría del significado, sin embargo, creemos que lo primero que debe
tenerse en cuenta de la pragmática no es el acento que pone sobre la concreción de las situaciones
comunicativas, ni tampoco su estudio de las reglas implícitas que gobiernan tales situaciones. Todo
eso lo enuncia la propia definición de pragmática, es cierto. Pero más fundamental es el hecho de
que, como el uso del lenguaje implica llevar a cabo series de acciones (proferencias de oraciones,
escucha de las mismas, escritura, lectura…), la unidad mínima de significado ya no será un frag-
mento lingüístico, sino una acción humana consistente en decir, escuchar, escribir o leer. Tal vez no
cambia el fenómeno, que sigue siendo el significado lingüístico, pero sí que cambia el lugar donde
nos ponemos a buscar dicho fenómeno.

3.1. El significado como uso en Wittgenstein

Las principales contribuciones de Ludwig Wittgenstein (1889-1951) a la pragmática se encuentran


en sus Investigaciones filosóficas (1953), obra póstuma que rompe con la semántica veritativo-fun-
cional de su Tractatus Logico-Philosophicus (1921), donde había defendido una teoría del significado
muy similar a la de Russell. En el Tractatus dice que cada palabra representa una cosa del mundo,
y que la combinación de palabras en una frase representa un hecho o combinación de cosas del
mundo (la frase es entonces verdadera si y sólo si el hecho representado existe). Estos dos tipos de
representación corresponden a dos funciones del lenguaje que podríamos llamar, respectivamente,
nombrar y describir. Años más tarde, Wittgenstein se daría cuenta de que el lenguaje tiene otras
muchas funciones, que además sólo pueden ser reconocidas como tales en situaciones de habla
muy concretas.
En las Investigaciones se produce un decisivo cambio de paradigma: se pasa de una concepción del
lenguaje como espejo a una concepción de lenguaje como herramienta. En un conocido epígrafe
se dice: «Piensa en las herramientas de una caja de herramientas: hay un martillo, unas tenazas, una
sierra, un destornillador, una regla, un tarro de cola, cola, clavos y tornillos. Tan diversas como las
funciones de estos objetos son las funciones de las palabras» (IF, § 11). Igual que podemos utilizar
herramientas de maneras muy diversas, podemos también llevar a cabo diferentes acciones con el
lenguaje. Podemos no sólo nombrar y describir, sino también dar órdenes, disculparnos, llamar la
atención, preguntar, saludar, agradecer, rezar, insultar, ofrecer consuelo, inaugurar una reunión, con-
vencer a alguien de que algo es verdadero o de que algo debe hacerse, describir situaciones ficticias,
etc. En todos estos casos no basta con conocer lo que se ha dicho para determinar la función del
lenguaje; además hay que conocer la situación de habla, pues una misma expresión sirve para pro-
pósitos distintos en diferentes situaciones; preguntar «¿quiere usted sopa?»es usar tres palabras para
diferentes propósitos, como ofrecer realmente sopa (si se es camarero), reconciliarse con alguien (si
se ofrece a quien minutos antes había iniciado una bronca), provocar una sonrisa (si se pregunta en
pleno mes de agosto), etcétera.

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Que las palabras del lenguaje sean herramientas implica que las podemos usar para hacer diferen-
tes cosas cada vez que hablamos o escuchamos, escribimos o leemos. Luego el significado de las
palabras guarda una estrecha relación con el uso que hacemos de ellas. Wittgenstein ya no se pre-
gunta qué es el lenguaje, sino cómo lo utilizamos, pues piensa que respondiendo a esta pregunta
es como podemos avanzar en la investigación sobre el significado: «Para una gran clase de casos
de la utilización de la palabra ‘significado’ [ …] puede explicarse esta palabra así: El significado de
una palabra es su uso en el lenguaje»(IF, § 43). Desde luego que la identificación entre el significa-
do de una palabra y su uso resulta un tanto exagerada, pero la cita de Wittgenstein ha tenido una
influencia enorme al tomarse de este otro modo: al conocer el uso de una palabra en un contexto
podemos caracterizar su significado en dicho contexto. Esto implica que conocer el significado de
una palabra es en realidad dominar una técnica, la técnica que consiste en usar expresiones donde
aparece dicha palabra. Pasamos, con respecto al lenguaje, de una epistemología del saber qué (to
know what) a una epistemología del saber cómo (to know how), de un conocimiento proposicional
a un conocimiento procedimental.
Pero el uso de las palabras, como toda técnica, no es una estructura abstracta como lo eran las pro-
posiciones fregeanas, sino una actividad humana altamente compleja que ocurre dentro de una si-
tuación de diálogo entre dos o más interlocutores. Esas situaciones las entiende Wittgenstein como
juegos del lenguaje (Sprachspiele). Literalmente, dice que un juego del lenguaje es «el todo formado
por el lenguaje y las acciones con las que está entretejido»(IF, § 7). Estudiar el lenguaje es así estudiar
los juegos del lenguaje, en referencia a los cuales debe buscarse el significado.
Por tratarse de actividades sociales, podemos distinguir en los juegos del lenguaje un aspecto ob-
servable y también un aspecto normativo. Lo primero será desarrollado principalmente por la teoría
de los actos de habla de Austin. Lo segundo por diferentes teorías, de entre las cuales vamos a tratar
la teoría de Grice, cuya noción fundamental es la de principio de cooperación.

¿Qué significa que el significado de una palabra sea su uso? Relaciona esta afirmación
con la idea de juegos del lenguaje.

3.2. Los actos de habla de Austin

John L. Austin (1911-1960) es el representante más influyente de entre los filósofos del lenguaje or-
dinario o filósofos de la Escuela de Oxford. Acusa la influencia tanto del segundo Wittgenstein (el de
las Investigaciones filosóficas) como de las tempranas reflexiones de Strawson sobre la relación entre
proferencias, expresiones lingüísticas y proposiciones. Su serie de conferencias de 1955, publicada
póstumamente bajo el título Cómo hacer cosas con palabras (1962), constituye la referencia principal
de Austin en el campo de la pragmática.
Inspirado en Wittgenstein, propone Austin enfocar todo estudio del lenguaje desde estas dos pre-
misas: el lenguaje es primeramente lenguaje hablado, y hablar es una forma de actuar. Con la pri-
mera premisa se enfrenta a una tradición lingüistica bien establecida, que va desde Saussure hasta
Chomsky y en la cual se considera que el lenguaje es antes de nada un sistema abstracto de signos.
Pero es en la segunda premisa donde Austin se revela más original. Considera que la unidad mí-
nima que hay que estudiar, por tratarse de la unidad portadora de significado, no es la expresión
lingüística aislada, ni siquiera dicha expresión en mitad de un contexto comunicativo mejor o peor
delimitado, sino precisamente una parte bien definida de ese contexto: la acción.

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En algunos de sus escritos de la década de 1940, Austin estudiaba ya la diferencia entre proferencias
realizativas o performativas (performative utterances) y proferencias constatativas (constative utteran-
ces). Estas últimas son las que tradicionalmente se habían considerado más propias del lenguaje.
Una de ellas consistiría en la afirmación por parte de un periodista: «el mar tiene hoy olas de más de
cinco metros frente a la costa de Málaga». Tales proferencias se utilizan para describir porciones del
mundo, con lo que puede predicarse de ellas verdad o falsedad en relación a lo descrito. Además,
muchos filósofos creían posible reducir cualquier tipo de proferencias a este tipo particular. Pero
Austin demuestra que las proferencias realizativas, en las cuales no se describe el mundo, sino que
sirven para ejecutar una acción que requiere de la participación del lenguaje, son radicalmente dis-
tintas a las proferencias constatativas. Ejemplos de proferencias realizativas serían aquellas en que
se enuncian cosas como «prometo devolverte los 10 euros», «queda inaugurado este congreso»,
«¿tienes fuego?», etcétera.
Por otra parte, la noción de «verdad», que era aplicable en Tarski y Davidson a expresiones de algún
lenguaje, y en autores como Strawson era aplicable asimismo a las proferencias, se sustituye aquí por
la noción más amplia de «fortuna». Las proferencias realizativas, por ser la ejecución de una acción
en lugar de su descripción, son acciones que pueden ser afortunadas o infortunadas, de acuerdo a
su mayor o menor éxito realizativo, en vez de verdaderas o falsas.
Al tratar de determinar cuándo una proferencia es afortunada, Austin se da cuenta de que la distin-
ción realizativo-constatativo es insuficiente. Propone entonces, en Cómo hacer cosas con palabras,
una distinción más sutil. Sustituye el discurso acerca de proferencias por un nuevo discurso acerca
de actos de habla. Un acto de habla (speech act) es una acción humana mediante la cual un agente
intenta alcanzar un determinado fin por medio del lenguaje. Se trata de una acción en la cual el uso
del lenguaje es una parte constitutiva, como también lo son las intenciones del hablante y las reac-
ciones del oyente. Y en cada acto de habla se distinguen tres aspectos:
1. Locución. Aquello que expresa objetivamente el hablante, divisible a su vez en un acto fonético (emi-
sión de sonidos), un acto fático (coordinación gramatical de dichos sonidos) y un acto rético (asigna-
ción de un significado a la expresión proferida). Tiene que ver con el contenido proposicional.
2. Ilocución. Aquello que se pretende conseguir mediante el acto de habla. Añade a la locución lo
que Austin llama «fuerza ilocucionaria»y que no es otra cosa que lo que distingue una promesa
de un ruego, de una pregunta o de una orden. Tiene que ver con la intención del hablante.
3. Perlocución. Aquello que realmente se consigue mientras se lleva a cabo el acto de habla o tiem-
po después de haberlo ejecutado. Puede coincidir o no con lo que el hablante tenía previsto.
Tiene que ver con la producción de efectos.
No debe entenderse esta tricotomía como si sus partes fueran excluyentes. En cada acto de habla
particular están presentes estos tres aspectos, aunque de ordinario es uno de ellos el que predomina
sobre los demás. Al decir a alguien «Cuidado con el escalón»estoy diciendo que hay un escalón (locu-
ción), estoy tratando de avisar a alguien (ilocución), y además consigo por lo general que ese alguien
preste atención al escalón (perlocución). Suele decirse que el aspecto locutivo consiste en decir algo,
el aspecto ilocutivo es lo que se hace al decir algo, y finalmente el aspecto perlocutivo es lo que uno
consigue por el hecho de haber dicho algo. Mediante el mayor o menor ajuste entre la ilocución y la
perlocución puede Austin determinar si el acto de habla ha sido más o menos afortunado.

Enuncia y explica los aspectos de todo acto de habla. Muchos autores dicen que no
son aspectos sino actos coincidentes, ¿podrías dar algún argumento a favor de esto
último?

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3.3. El principio de cooperación de Grice

Las principales tesis en torno a los juegos del lenguaje que provienen del segundo Wittgenstein,
así como los estudios sobre los actos de habla debidos a Austin y otros autores, son tomados como
punto de partida por el filósofo británico Paul Grice (1913-1988) en su célebre artículo «Lógica y
conversación» (1975), considerado por muchos el escrito fundacional de la pragmática formal. En
dicho artículo se sostiene que toda conversación es un modo de interacción por turnos sumamente
estructurado, sólo que sus reglas son implícitas, pueden ser eventualmente violadas y además están
sujetas a revisión. Por lo demás, vuelve a la noción de verdad y parece obviar la de fortuna, que rele-
ga en todo caso al seguimiento de reglas pero no a las oraciones en sí.
El «principio cooperativo» (PC) es la regla más importante que rige cualquier conversación. De este
principio se desprenden, o al menos han de adecuarse, todas las demás reglas conversacionales. Gri-
ce (1975: 516) lo define en estos términos: «Haga usted su contribución a la conversación tal y como
lo exige, en el estadio en que tenga lugar, el propósito o la dirección del intercambio que usted
sostenga.»Lo que Grice llama «estadio»suele denominarse hoy día «turno», que no es otra cosa que
el lugar que ocupa una contribución de un hablante durante una conversación.
Como PC es demasiado amplio y sus términos no están definidos con exactitud, conviene desarro-
llarlo más, igual que un jurista desarrollaría los principios de una constitución. El propio Grice propo-
ne a este efecto cuatro máximas:
1. Cantidad. Haz tu contribución tan informativa como la ocasión lo requiera, pero no más.
2. Cualidad. Haz que tu contribución sea verdadera, evitando no solamente aquello que creas falso,
sino también todo aquello cuya verdad no puedes sostener con buenos argumentos.
3. Relación. Haz que tus contribuciones tengan que ver en todo momento con el tema que es ob-
jeto de la conversación, siendo muy cuidadoso en los cambios bruscos de tema.
4. Modalidad. Haz que tu contribución sea clara, poco ambigua, no excesivamente larga y todo lo
ordenada que sea posible.
La clasificación de Grice dista mucho de ser satisfactoria, pero ejemplifica cómo puede desarrollarse
PC hasta llegar a máximas mucho más específicas.
De las máximas se extrae el concepto de «implicatura». Dada una afirmación A en medio de un diálo-
go, sus implicaturas son afirmaciones que no se siguen lógicamente de A pero que sí se siguen de A
junto con las máximas conversacionales. De hecho, cualquier participante en un diálogo al que se le
dice A infiere de A más implicaturas que implicaciones lógicas. Si me dicen en la oficina «vete a casa
y descansa»infiero la implicatura de que primero debería ir a casa y después descansar, no al revés ni
simultáneamente. Esta implicatura no se sigue sólo de la oración que he escuchado, sino de ella y de
la última submáxima de la modalidad; dicha submáxima dice que todo discurso debe ser ordenado,
lo que implica que los eventos se han de describir en el mismo orden en que han sucedido o van a
suceder. Así pues, de nuestra capacidad para extraer implicaturas depende nuestra capacidad para
integrarnos socialmente.

¿Cuál es el principio de cooperación de Grice? Enuncia también las máximas que se


siguen de él. Define implicatura y pon algún ejemplo parecido al de «vete a casa y
descansa».

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CONCLUSIÓN

El modo en que filosofía y lenguaje se han relacionado a lo largo del siglo xx es un fenómeno que
solamente puede entenderse desde una reflexión sobre las obras de Frege, quien a finales del xix
fundó cuatro movimientos intelectuales: la lógica simbólica, el programa logicista, la filosofía analíti-
ca y la filosofía del lenguaje. El primer movimiento es una teoría matemática acerca del concepto de
inferencia; el segundo, hoy moribundo, es un programa de investigación que propone derivar toda
la matemática a partir de la lógica; el tercero es un modo, históricamente muy influyente, de hacer
filosofía; el cuarto es una disciplina filosófica de gran importancia.
Un tema central de la filosofía del lenguaje es el estudio del significado. Mediante sus consideracio-
nes sobre sentido y referencia, Frege preparó el camino de la investigación semántica del significado,
en la cual la unidad mínima de significado es algún fragmento lingüístico. Este camino fue recorrido
por muchos otros filósofos hasta que Austin, inspirado en el segundo Wittgenstein, propuso un en-
foque pragmático donde la unidad mínima de significado sería el acto de habla.

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filosofía

BIBLIOGRAFÍA

Fuentes primarias (por orden cronológico)

FREGE, G. (2005): «Sobre sentido y referencia». En Valdés (2005: 29-49). También en Frege (1996: 172-197).
Original: «Über Sinn und Bedeutung», 1892.
RUSSELL, B. (1966): «Sobre la denotación». En Russell (1966). Original: «On denoting», 1905.
RUSSELL, B. (2005): «Descripciones». En Valdés (2005: 50-60). Original: «Decriptions», capítulo XVI de Intro-
duction to mathematical philosophy, 1919.
WITTGENSTEIN, L. (2002): Tractatus logico-philosophicus. Madrid: Tecnos. Original: Logisch-Philosophische
Abhandlung, 1921.
MORRIS, Ch. W. (2000): Fundamentos de la teoría de los signos. Barcelona: Paidós. Original: Foundations of
the Theory of Signs, 1938.
TARSKI, A. (2005): «La concepción semántica de la verdad y los fundamentos de la semántica». En Valdés
(2005: 299-335). Original: «The semantical concept of truth and the foundations of semantics», 1944.
WITTGENSTEIN, L. (2001): Investigaciones filosóficas. Barcelona: Crítica. Original: Philosophische Untersu-
chungen, 1953 (póstumo).
QUINE, W. V. O. (2005): «Dos dogmas del empirismo». En Valdés (2005: 245-267). Original: «Two dogmas
of empiricism», 1953.
AUSTIN, J. L. (2004): Cómo hacer cosas con palabras. Barcelona: Paidós. Original: How to do things with
words, 1962 (póstumo).
DAVIDSON, D. (2005): «Verdad y significado». En Valdés (2005: 336-355). Original: «Truth and meaning»,
1967.
SEARLE, J. (2001): Actos de habla. Madrid: Cátedra. Original: Speech Acts, 1969.
GRICE, P. H. (2005): «Lógica y conversación». En Valdés (2005: 520-538). Original: «Logic and conversation»,
1975.

Compilaciones de fuentes primarias (de varios autores)

LUDLOW, P. [comp.] (1998): Readings in the Philosophy of Language. Cambridge (Massachusetts): MIT Press,
1997.
MARTINICH, A. P. [comp.] (1996): The Philosophy of Language. 3ª ed. New York: Oxford University Press, 1985.
SIMPSON, Th. M. [comp.] (1973): Semántica Filosófica: problemas y discusiones. Buenos Aires: Siglo XXI, 1969.
Compilación útil si se tiene a mano, aunque en los años noventa ha sido claramente reemplazada, tanto en
amplitud como en calidad, por la de L. M. Valdés.
VALDÉS, L. M. [comp.] (2005): La búsqueda del significado. Lecturas de filosofía del lenguaje. 4ª ed. Madrid:
Tecnos, 1991.
Uno de los mejores materiales de estudio en español para quien tenga interés por la filosofía del lenguaje. Se re-
cogen textos fundamentales de Frege, Russell, Kripke, Putnam, Strawson, Tarski, Quine, Austin, Searle, Grice, etc.

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tema 4

filosofía

Compilaciones de fuentes primarias (de un solo autor)

FREGE, G. (1996): Escritos filosóficos. Ed. de J. Mosterín. Barcelona: Crítica.


Imprescindible para cualquier estudioso de la filosofía analítica o de la filosofía del lenguaje. Incluye Los funda-
mentos de la aritmética.
RUSSELL, B. (1981): Lógica y conocimiento. Ed. de R.C. Marsh. Madrid: Taurus. Original: Logic and Knowledge,
1966.
Recoge algunos de los textos más importantes de Russell. En filosofía del lenguaje son interesantes varios de
ellos.

Fuentes secundarias

ACERO, J. J. (1994): Filosofía y análisis del lenguaje. Madrid: Cincel, 1985.


Obra introductoria con la que se han iniciado en la filosofía del lenguaje muchos estudiantes en los últimos
20 años. Excelente desde un punto de vista diáctico, aunque no trata autores recientes. Interesante también
porque traza la curva histórica ascendente y descendente de la filosofía analítica.
ACERO, J. J., BUSTOS, E. y QUESADA, D. (1989): Introducción a la filosofía del lenguaje. Madrid: Cátedra.
Buena introducción. El nivel es intermedio, ni muy elemental ni muy especializado. La exposición es clara, ágil,
toca los temas importantes y comienza con un capítulo muy útil dedicado a distinciones conceptuales.
ESCANDELL, M. V. (2006): Introducción a la pragmática. 2ª ed. Barcelona: Ariel, 1996.
Buena introducción al campo de la pragmática. Con abundantes referencias a la filosofía del lenguaje y un
tratamiento muy ordenado de autores y tópicos.
GARCÍA SUÁREZ, A. (1997): Modos de significar. Una introducción temática a la filosofía del lenguaje. Madrid:
Tecnos.
Obra enciclopédica que trata prácticamente todos los tópicos de la disciplina. Lo hace desde un punto de vista
sistemático en lugar de histórico. Explicaciones claras, aunque a veces un poco esquemáticas.
GARCÍA-CARPINTERO, M. (1996): Las palabras, las ideas y las cosas: una presentación de la filosofía del len-
guaje. Barcelona: Ariel.
Obra similar a la anterior, que sin embargo trata menos tópicos. Los que discute, eso sí, los discute en profundi-
dad, lo cual deja entrever en ocasiones las opiniones del propio autor, que es un destacado especialista a nivel
internacional.
KENNY, A. (1997): Introducción a Frege. Madrid: Cátedra, 1995.
Es una de las muchas introducciones a Frege, que recomendamos aquí por ser fácil de encontrar y tambien por
ser clara en su planteamiento, que es cronológico.

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filosofía

RESUMEN

Sentido y referencia.
Teorías del significado

1. El problema del significado en 2. La dimensión semántica del


la filosofía del lenguaje significado
La semántica estudia la relación de los signos con sus refe-
1.1. La filosofía del lenguaje rentes.
A veces debe tenerse en cuenta el contexto de tales signos.
Filosofía del lenguaje: disciplina filosófica que estudia el sig-
nificado, el uso del lenguaje, la relación con la mente y la re-
lación con el mundo. 2.1. Sentido y referencia en Frege
Frente a la lingüística y a la semántica formal, la filosofía del Frege inaugura la filosofía del lenguaje, la lógica matemática,
lenguaje es una disciplina filosófica. Se pregunta por princi- el programa logicista y la filosofía analítica.
pios últimos y por condiciones de posibilidad del fenómeno
bajo su estudio. La referencia de un término singular es el objeto denotado, y
el sentido es el modo de darse de la referencia.
Frente a la filosofía de la lingüística, la filosofía del lenguaje
es una disciplina que estudia directamente un fenómeno de La referencia de una oración es su valor de verdad, y su senti-
la realidad, y no el fenómeno en cuanto que mediatizado por do es aquello que expresa.
una determinada teoría científica. No queda tan claro qué sean la referencia y el sentido de un
Frente a la filosofía analítica, la filosofía del lenguaje no es término general, aunque parece claro que su referencia es un
una corriente filosófica que trate de dar cuenta de cualquier conjunto de cosas.
fenómeno, sino que es una disciplina filosófica que se sabe
limitada en cuanto a su objeto. 2.2. Las descripciones definidas de
Russell
1.2. El significado lingüístico Solamente los demostrativos tienen significado, que es justa-
Que determinadas expresiones del lenguaje sean portadoras mente el objeto al que se refieren (su referencia).
de significado es el rasgo más importante del lenguaje. Cualquier otra expresón nominal debe ser analizada hasta en-
El significado de un signo puede ser o bien aquello a lo que contrar una estructura lógica que consista en demostrativos
refiere, o bien una idea, o bien una abstracción, o bien una y propiedades.
conducta verbal. Las descripciones definidas, expresiones que aparentemente
En la filosofía del lenguaje de la primera mitad del siglo xx se son términos singulares y cuya forma lógica es «el F tal que
ha entendido que el significado de un signo era aquello a lo G», solamente adquieren significado en el contexto de una
que se refería. oración.
En este tema nos ocuparemos sobre del significado de térmi-
nos singulares y del significado de oraciones. 2.3. La teoría de la verdad de Tarski
Tarski relativiza la noción de verdad a lenguajes formales, di-
1.3. Sintaxis, semántica y pragmática ciendo además que la verdad se predica de expresiones de
Sintaxis se ocupa de las relaciones que guardan entre sí las dichos lenguajes.
diferentes expresiones de un mismo lenguaje. Toda definición de verdad debe cumplir 3 condiciones: el me-
Semántica se ocupa de las relaciones entre un lenguajes y las talenguaje debe ser al menos tan potente como el lenguaje
entidades por él referidas. objeto e incluir el predicado de verdad; dicho predicado debe
ser definido de manera no circular en el metalenguaje; debe
Pragmática se ocupa de las relaciones entre un lenguajes y darse por verdaderas aquellas expresiones del lenguaje obje-
los hablantes que se sirven de él para comunicar ideas, influir to que intuitivamente reconocemos como verdaderas.
unos a otros, expresarse, etc.

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tema 4

filosofía

3. La dimensión pragmática del En los actos de habla expresamos una idea bajo la creencia de
que nuestro interlocutor puede entenderla.
significado Aspectos de todo acto de habla: locución, ilocución, perlocu-
La pragmática estudia el uso de los signos por parte de los ción.
hablantes. En la locución decimos algo; en la ilocución pretendemos
Deben tenerse en cuenta tanto la situaciones comunicativas hacer algo; en la perlocución provocamos efectos en el au-
como las reglas implícitas que gobiernan esas situaciones. ditorio.
La unidad mínima de significado deja de ser un fragmento del
lenguaje y pasa a ser un tipo de acción humana. 3.3. El principio de cooperación de Grice
Las conversaciones son actividades lingüísticas que se desa-
3.1. El significado como uso en rrolan por turnos.
Wittgenstein La principal máxima que rige tal intercambio es el «principio
cooperativo»(PC), por el cual los hablantes ajustan sus profe-
El Wittgenstein de las Investigaciones filosóficas parte de que
rencias de tal modo que la comunicación debe salir favore-
nombrar y describir no son las únicas funciones del lenguaje.
cida.
Se puede también saludar, ordenar, preguntar, prometer, etc.
El PC se especifica en máximas de cantidad, cualidad, relación
El significado de una palabra es su uso en el lenguaje.
y modo.
El uso de las palabras se lleva a cabo dentro de juegos lin-
Cantidad: Haz tu contribución tan informativa como la oca-
güísticos.
sión lo requiera, pero no más.
Cualidad: Haz que tu contribución sea verdadera, evitando no
3.2. 3.2. Los actos de habla de Austin solamente aquello que creas falso, sino también todo aquello
cuya verdad no puedes sostener con buenos argumentos.
Las oraciones no subsisten por sí mismas: son proferidas, es-
cuchadas, escritas o leídas. Pero proferir, escuchar, leer o escu- Relación: Haz que tus contribuciones tengan que ver en todo
char son acciones, luego las oraciones deben ser estudiadas momento con el tema que es objeto de la conversación, sien-
como parte de la acción humana. do muy cuidadoso en los cambios bruscos de tema.
Austin distingue primero entre actos de habla constatativos Modalidad: Haz que tu contribución sea clara, poco ambigua,
y actos de habla realizativos. Aquéllos describen una porción no excesivamente larga y todo lo ordenada que sea posible.
del mundo; éstos ejecutan una acción. Aquéllos son verdade-
ros o falsos en función de su correspondencia con el mundo;
éstos son afortunados o infortunados en función de su éxito.

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filosofía

AUTOEVALUACIÓN

1. En el «triángulo de significación»de Ogden y Richards:


…… a. Se explica la diferencia entre sentido y referencia.
…… b. Se establece la relación entre términos singulare sy términos generales.
…… c. Se establece una relación directa entre el signo lingüístico y su referente, prescindiéndose de la
idea.
…… d. Se establece una relación indirecta entre el signo lingüístico y su referente, mediada por la idea.

2. ¿Cuál de las siguientes afirmaciones es falsa?


…… a. La sintaxis se ocupa de cosas como la concordancia de género y número.
…… b. La pragmática tiene en cuenta las intenciones comunicativas del hablante.
…… c. La semántica tiene en cuenta la etimología de las palabras.
…… d. La pragmática no sólo tiene en cuenta el valor de verdad de una proferencia lingüística, sino tam-
bién su contexto comunicativo.

3. Para Frege, el significado de un término singular:


…… a. Consta de referencia (lo denotado) y sentido (el modo de darse lo denotado).
…… b. Consta de sentido (lo denotado) y referencia (el modo de darse lo denotado).
…… c. Tiene siempre referencia, pero no siempre tiene sentido.
…… d. Tiene como sentido el pensamiento asociado al uso del signo.

4. Para Frege, el significado de un término singular:


…… a. Tiene como referencia el hecho desrito.
…… b. Tiene como referencia un valor de verdad.
…… c. Tiene siempre sentido, pero sólo a veces tiene referencia.
…… d. Ninguna de las anteriores.

5. La teoría de las descripciones definidas de Russell:


…… a. Dice que solamente palabras como «esto»tienen sentido.
…… b. Dice que las descripciones definidas no son verdaderas ni falsas.
…… c. Dice que las descripciones definidas sólo tienen referencia en el contexto de una oración.
…… d. Niega que las descripciones definidas puedan ser abreviadas mediante nombres propios.

6. La Convención T de Tarski
…… a. Determina la definición de verdad.
…… b. Sirve para distinguir entre lenguaje y metalenguaje.
…… c. Es una más de las condiciones que debe cumplir toda definición de verdad.
…… d. Ninguna de las anteriores.

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7. ¿Qué es para Wittgenstein un juego del lenguaje?


…… a. Una situación en la cual usamos el lenguaje para un determinado fin.
…… b. Una situación social cualquiera que puede describirse de manera exhaustiva por medio del len-
guaje una vez se haya observado.
…… c. Un sistema de reglas que hacen posible la comunicacón.
…… d. Ninguna de las anteriores.

8. Las proferencias realizativas:


…… a. Describen el mundo y pueden ser verdaderas o falsas.
…… b. Ejecutan una acción y pueden ser verdaderas o falsas.
…… c. Describen el mundo y no pueden ser ni verdaderas ni falsas.
…… d. Ejecutan una acción y no pueden ser ni verdaderas ni falsas.

9. ¿Qué acto de habla escapa al control del hablante?


…… a. La locución, puesto que depende de una respuesta por parte del oyente.
…… b. La ilocución, puesto que un ruido fuerte en el contexto de comunicación hace que el oyente no
reciba correctamente el mensaje.
…… c. La perlocución, puesto que ningún hablante puede predecir exactamente la reacción del oyente
ante el mensaje.
…… d. La perlocución, puesto que la inlocución determina la perlocución pero el hablante no tiene nin-
gún acceso a la inlocución.

10. ¿Cuáles son las máximas de Grice?


…… a. Cantidad, cualidad, relación y modalidad.
…… b. Cooperación y relevancia.
…… c. Locución, ilocución y perlocución.
…… d. Cantidad, cualidad, relación y cooperación.

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