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Todo pasó cuando yo tenía 15 años, yo aún era una chica estudiante de un
colegio de San Borja, solo me faltaba dos años para que saliera bachiller.
Mi sueño era irme a estudiar medicina a Trinidad después de graduarme.
Pregunte a una doña de una tienda que estaba al lado, ella me dijo que la doña
del anuncio estaba alojada al lado del hotel “Avenida”, ahí cerquinga de la
plaza 1 de mayo, pero no sabía bien en que casa. Le agradecí por los datos
que me dio. Pero sin saber dónde era la casa exacta no la encontraría, y
perdería tiempo en buscarla. Mientras tanto alguna pelada más me ganaría el
trabajo.
Llegué rápido a la dirección que me dieron, ahí conocí a doña Ruth, ella era la
doña del anuncio. Era una señora mayor que me hizo pasar al patio de esa
casa. Ahí había unas sillas y me invitó a sentarme. También me invitó un vaso
de chicha de camote, me preguntó mi nombre, mi edad y porque quería
trabajar.
Le conté todo, que mi papa tomaba mucho, que no había plata en la casa, que
ya no había que comer y que mi mamá vendió muchas cosas para darnos de
comer.
Comencé a llorar un poco y ella me calmó, me dijo que a ratos es así la vida.
Pero que si trabajaba me iría mejor, “con plata se sufre menos” me dijo ella.
Así que yo acepté de inmediato el trabajo, me pareció una buena idea. La doña
me dijo que partiríamos en dos días y que debía llevar mi Carnet de Identidad.
Quedamos en encontrarnos en dos días a dos cuadras más allá de la terminal
de buses saliendo de San Borja. Yo me despedí de ella agradeciéndole que me
diera la oportunidad.
Me fui caminando hacia mi casa para hacer tiempo y al llegar les conté a mis
papas lo del trabajo, les dije que era una gran oportunidad, que el salario era
bueno y que ofrecían casa y comida. Yo estaba bien emocionada contándoles
y de pronto mi papa me gritó que me callara y se enojó bien feo, me dijo no
quería saber nada del tema y terminó gritándole a mi mama que “¿por qué yo
quería irme a trabajar?”, así que me callé y ya no dije nada.
Ya era hora de irse y mi mama nos despachó al colegio. Fuimos juntos todos y
al llegar yo me fui rumbo a mi curso. Volteé y mis hermanos se fueron hacia la
cancha.
Yo aproveché eso para salir rápidamente del colegio, me fui sin mirar atrás.
Tenía miedo de que alguien se diera cuenta que me estaba escapando. Saqué
una camisa de mi mochila me la puse, luego me fui rumbo a la terminal,
esperando que nadie me reconociera. Estaba muy nerviosa y asustada.
Me fui caminando hasta las afueras de la terminal donde la doña me dijo que le
espere. Estuve ahí como más de una hora esperándola, por fin un auto se
detuvo, se abrió la ventanilla y una voz me dijo “subí rápido, pelada”. Era la
doña del anuncio, doña Ruth. Yo me subí sin preguntar nada y el coche se
puso en marcha, yo ya estaba lista para el viaje y para el trabajo.
En ese entonces no sabía que las cosas no serían como yo las había
planeado.