Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
respectivos dibujos.
Leucipo y su discípulo Demócrito de Abdera (460-370 a.C), enseñaron la discontinuidad de la
materia: formada de átomos (el ser) y el vacío (el no ser). Los átomo son eternos, indivisibles y
de la misma naturaleza, aunque de diferente forma. A pesar de la tendencia positiva de las
ideas de Demócrito, no se desarrolla un pensamiento que ofrezca una relación con las teorías
científicas modernas. Epicuro de Samos (342-270 a.C) creó la palabra átomo y le asignó un
peso esencial, para éste deberían ser casi esféricos.
En 1667, el alquimista Robert Boyle, establece el concepto moderno de elemento “cuerpo
primitivo y simple que no está formado por otros cuerpos”; el supone que debe ser más de los
tres elementos de los alquimistas y más de los cuatro elementos aristotélicos. Se puede decir
entonces, que Boyle fue el primer hombre de ciencia que adopta el concepto de átomo para
tratar de explicar las reacciones químicas; no obstante Boyle mantiene la idea de la
transmutación de los metales, producto de su influencia alquimista.
John Dalton (1766-1844), desarrollo en 1803, desarrolla la Teoría Atómica, la cual explicaba el
comportamiento del aire por varios gases diferentes en proporción invariable, a pesar de no
estar combinados. Los átomos de Dalton eran diferentes a los imaginados por los griegos, los
cuales suponían que estaban formados de la misma materia primordial (la de los cuatro
elementos) aunque de diferente forma y tamaño. La hipótesis atómica de los antiguos griegos
era una doctrina filosófica aceptada en sus especulaciones científicas por hombres como
Galileo, Boyle, Newton y otros, pero no fue sino hasta que Dalton en que se constituye en una
verdadera teoría científica, mediante la cual podían explicarse cuantitativamente los
fenómenos observados y la leyes empíricas.
Thomson ofrece un modelo de átomo en 1898, totalmente superado en el que los electrones
están contenidos en el interior de una esfera maciza positiva.
Rutherford en 1911 presenta el átomo nuclear basado en la desviación de las partículas alfa al
atravesar una lámina de metal. Según este modelo, la masa del átomo y su carga positiva
están concentradas en un núcleo central pequeñísimo y los electrones ocupan el resto del
átomo.
Bohr en 1913, apoyado en el estudio de los espectros atómicos establece que los electrones
giran en torno al núcleo en órbitas circulares, definidas por una determinada energía y que son
permitidos los saltos de electrones entre órbitas mediante absorción o cesión de energía.
Sommerfeld completa este modelo introduciendo las órbitas elípticas.
Heisenberg y Schrödinger contribuyen de manera muy influyente al modelo de nube de carga
más actual. A partir de la Mecánica Cuántica y ondulatoria surge el modelo en que,
manteniéndose el núcleo central y los anteriores niveles energéticos, se considera que existen
zonas en el átomo con mayor probabilidad de encontrar en ellas un electrón. Estas zonas
serán las de mayor densidad de carga y el electrón se puede presentar como una nube
negativa (de naturaleza dual onda-corpúsculo) en torno al núcleo, con unas partes más densas
que otras.