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Pontificia universidad javeriana

Facultad de filosofía
Sem. Boecio
Profesor Alfonso Florez
Estudiante Daniel Felipe Plazas Gutierrez

PROCESO DE BOECIO: DEFENSA, FILSOFÍA Y


POLÍTICA

Introducción

El presente documento tiene por objeto exponer los principales argumentos, imágenes y
recursos que posee el texto para formar adecuadamente su desarrollo. Para este fin se
procederá de manera esquemática con las divisiones correspondientes, en primer lugar : los
momentos claves del discurso del enfermo donde enuncia a sus acusadores y presenta las
causas que estos tienen para acusarlo (aquí se verán temas relacionados con la persecución
a las enseñanzas de la filosofía), las actividades políticas en defensa del derecho que
presentó en sus mejores días siguiendo cabalmente a la filosofía, las acusaciones de las que
fue objeto y cómo fue su proceso judicial y los argumentos que presenta para mostrar lo
amañado que fue y por último, la refutación que hace sobre la segunda acusación. Luego de
que esto quede mencionado, se deben tratar los siguientes temas: Dios como legislador de
las cosas del mundo y la relación que este posee con las leyes de los asuntos humanos, las
palabras de la dama sobre el asunto anterior con énfasis en la verdadera patria y el genuino
gobierno del individuo, y en último lugar, el diagnóstico de la dama.

Sección primera

Para iniciar con los momentos claves del discurso se de primero tener en cuenta esta
consideración, la división que se pretende hacer para el discurso obedece a la formación
clásica en retórica que Boecio tenía, así empezando con el exordium el cual se define como
una pequeña introducción en la cual el orador pretende llamar la atención de los oyentes,
para el caso específico de la Consolatio, luego de que la dama le preguntase el motivo de su
lamento y de sus lágrimas, inicia el exordium con la respuesta a esta cuestión en la que el
prisionero tanto del pórtico como de las pasiones afirma que de todo lo que ha perdido, lo
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que más lamenta es su biblioteca adornada con marfil elaborada para la enseñanza
filosófica, donde aprendió las máximas que dirigen su vida y le alentaron a buscar la
verdadera felicidad para los Estados, en una clara relación con la filosofía platónica donde
se dice que sólo se logra este fin cuando sean los filósofos los que atiendan las principales
cuestiones del mismo, más sin embargo, a pesar de buscar este noble fin, sus consecuencias
le han traído demasiados enemigos y problemas, concluye aquí su exordium.
Aquí inicia a exponer las causas de las acusaciones y la calidad de hombres que son
quienes acusan, concluyendo aquí su exordium. En cuanto a la primera acusación que
consiste en haber sido responsable directo de no haber permitido que un delator presentara
documentos para identificar a quien habla como reo de alta traición, se debe decir que este
no niega el crimen del que se le acusa, pues convencido de la necesidad de liberar a Roma
del régimen de Teodorico y defender, como innumerables veces lo hizo, a la gente justa y
honesta de los oscuros propósitos de los que asechaban sus bienes, oponiéndose siempre a
ellos por medio de la seguridad que ofrece una vida justa y la defensa de la ley. En cuanto a
la calidad de sus acusadores expondrá claramente las malignas intenciones que se
escondían bajo la realización de estas mismas y también se mostrará la relevancia política
de este caso en particular. Opilión y Gaudecio condenados tiempo atrás al exilio por sus
comprobados crímenes contra la ciudad, decidieron ampararse en un lugar sagrado (se
refiere a la iglesia católica según Leonor Pérez Gómez, asegurada por aquellos días por la
fe que profesaba Teodorico) atando de manos a la ley para llevar acabo su expulsión, pues
esta misma consagraba el derecho al amparo, y ese mismo día impugnaron la acusación
contra el discípulo de la filosofía a quien ni siquiera se le permitió defenderse como lo
ordenaba la ley, mientras que sus acusadores se sirvieron del abuso de esta para lograr su
cometido y mientras que ellos son premiados por una vida de picardía e injusticia, el
acusado es terriblemente castigado por una vida en justicia y por la defensa de los justos.
Esta condena, parece no solamente estar relacionada con las enseñanzas de la filosofía, sino
también con las molestias que la figura del filósofo justo traía consigo a los interese
particulares y con la oportunidad que se tuvo para deshacerse de él, de una vez por todas.
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Una prueba de esto es precisamente la actividad política de Boecio de las cuales se dará un
breve repaso a continuación. Concluyendo el exordium se da lugar ahora a la narratio en la
que le orador de formación clásica expone los sucesos y las causas que dieron lugar a su
proceso, en primer lugar, se tiene el caso de la requisa que se pretendía ejecutar en la
provincia de la Campania (cuando esta se encontraba pasando por una situación compleja
de hambruna y necesidad de sus habitantes), según el defensor de manera abusiva y en
contra de la costumbre pues se tiene que dichas requisas (coemptio) eran permitidas
únicamente en casos de emergencia militar o extrema necesidad de hambruna del Estado,
sin embargo, en el caso en que se pretendía ejecutar no existía causa parecida a las dos
mencionadas sino más bien un interés abusivo de quienes dirigían el Estado con fines
enteramente personales y muy alejados de alguna utilidad pública, el enfermo en aquel
momento se presento como defensor de los justos y de la ley logro evitar que fuera llevada
a cabo, acarreándole esto no pocos problemas con la administración ostrogoda y ganándose
enemigos poderosos.
Otro caso en el que se muestra la compostura del filósofo en cuestión es cuando defendió
con veracidad la fortuna de Paulino de quien se dice era un respetado hombre de
negociosos y cuando los “perros de palacio” la acechaban relamiéndose en su codicia se
interpuso él para brindar resguardo al hombre honesto que se hallaba indefenso ante las
fieras. Un caso similar a este fue cuando defendió el honor de Albino quien fue cónsul e iba
a ser condenado en juicio imparcial y sin garantías por su sospechoso acusador Cipriano de
quien dice Leonor Pérez Gómez fue “inusualmente” cercano a los ostrogodos, a tal punto
que ordenó a sus hijos aprender la lengua gótica. Como se ve el hablante no solo fue un
fuerte opositor al régimen bárbaro que amenazaba con sus injustas costumbres a los
ciudadanos de la Roma imperial, sino que también siguiendo las enseñanzas de la filosofía
defendiendo un estilo de vida justo y acercado a la divinidad y por tal motivo, fue objeto de
disgustos y acreedor de enemigos en la corte de Teodorico.
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Lo anterior se muestra en la manera en que se llevó a cabo su proceso judicial no sólo


porque no se le permitió elaborar su defensa esto último obedece quizás al miedo de la
habilidad retórica del enfermo, pero también se debe expresamente a la imperdible
oportunidad que se presentó para deshacerse de él, para este fin se vale de dos argumentos
que demuestran lo anterior, finaliza aquí la narratio y comienza la argumentatio divida en
dos partes probatio donde se presentan todas las pruebas favorables y refutatio donde se
pretende desacreditar las pruebas desfavorables. Iniciando con la probatio se expone el
siguiente argumento: donde afirma que su juicio obedece más a un crimen político que a un
justo proceso penal, valiéndose de la premisa de comparación de los delitos, que funciona
así si hubiera sido el caso en que el delito cometido hubiera sido el de profanar templos
sagrados se hubiera seguido un proceso en derecho, pero como su delito fue el de querer
liberar a Roma de los ostrogodos no hubo tal proceso y si un complot eficaz para que él
recibiera una condena lo más pronto posible.
Por otro lado, se presenta la segunda acusación donde se le acusa de magia y de teúrgia,
argumentando que sus conocimientos filosóficos le permiten estar cerca de dichas prácticas,
aquí finaliza la probatio y comienza la refutatio donde valiéndose de sí mismo se da el
derecho de que le fue truncado. En primer lugar, refiriéndose a la acusación del crimen
político no intenta desacreditar las pruebas que poseen contra él de la traición porque no se
encuentra ante un tribunal de justicia, sino que se encuentra a ante el tribunal de la razón
donde no presenta culpa o remordimiento de querer liberar a Roma, no sólo por su
formación sino también por que en su condición de filósofo no consiente nunca la mentira y
por el contario busca y afirma la verdad. Ahora bien, en cuanto a la segunda acusación
desacredita las pruebas afirmando en primer lugar, que las prácticas de las que se le acusa
no son objeto propio de la filosofía pues la elevación que ofrecen es sólo hasta las
divinidades menores, los llamados daimones, por el contrario, la filosofía ofrece una
elevación al mismo Dios y a todas las cosas que son y también por las personas que lo
acompañaron de distinguido carácter y conocedores de la filosofía, en especial se refiere a
su suegro de quien aprendió bastante.
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Sección segunda

Para tartar adecuadamente esta sección se debe tener ante la vista, que quien
mayoritariamente habla es la dama filosofía. Atendiendo a la cuestión sobre Dios legislador
del mundo, se debe decir, que concluye su discurso clásico con una exclamación a este dios
donde le pide que se apersone de la vida humana de la misma manera en que lo hace con
las cuestiones celestes y naturales, esto funciona de la siguiente manera : aclama y llama al
Dios de eterno trono que está en los cielos, huelga decir que no se trata del dios cristiano o
por lo menos no se ha presentado evidencia de esto, más bien se llama al rector conditio
orbis muy parecido al deus et melior natura o al fabricator mundi del que habla Ovidio en
la Metamorfosis y le pide que así como creo leyes eternas que rigen al mundo de manera
buena y que llevan a un fin, se preocupe por los asuntos del hombre y cree leyes semejantes
para la vida de los hombres para que no se encuentren sujetos a la ciega fortuna en todo lo
que ellos hacen. Habiendo dicho esto, la dama comienza a hablar y le recuerda a su
enfermo cuál es su verdadera patria y le aclara la naturaleza del exilio del que él cree ser
víctima. La patria genuina de los hombres justos no se encuentra en la vida terrenal, sino
más bien se encuentra donde las almas eternas y donde por una ley antiquísima está
prohibido expulsar de allí a cualquiera que halla decidido ser parte de esta patria, esto por la
leyes que otorga la razón y por la cual se rige dicha tierra, una vez enunciado esto, pasa a
explicarle los dos tipos de exilio, el primero trata de la expulsión de la patria en el mundo
terrenal y el segundo trata de la expulsión espiritual y sucede cuando alguno se olvida de sí
mismo, el cual parece ser el caso.
Para este ultimo respecto, le recuerda que existe una ciudad amurallada y a salvo dentro de
cada quien que habita en su propia alma y ha buscado el amparo de las leyes de la razón,
por tal motivo debe tenerse ante la vista que, aunque halla uno que sea injusto y rija los
destinos de los hombres siempre se será soberano en lo relacionado a sus propias
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operaciones, estos argumentos son enteramente de corte estoico y empiezan a funcionar


para el diagnóstico y el tratamiento que necesita el enfermo. Así pues, la dama ha
empezado por comprender en un primera instancia en qué consiste la enfermedad, no es
solamente un olvido de sí mismo sino que el dolor ha estropeado la memoria del discípulo
y se ha olvidad de cuál es el verdadero orden de las cosas, la dama se entera de esto, por
medio de un examen que puede llamarse del alma se puede llamar así porque consiste en un
diálogo que muestra las falencias que este posee, de esta manera la dama llega a un
diagnóstico y se percata cuál es la enfermedad a la que debe enfrentarse, el enfermo se ha
olvidado de sí mismo y también ha olvidado cuál es el orden del mundo.

Bibliografía

Boecio (1997). Consolación de la filosofía. España: ediciones Akal, S.A. Traducción


Leonor Pérez Gómez.
Platón (1988). República. España: editorial Gredos. Introducción, notas y traducción
Conrado Eggers
González de Cancino, Emilsen (2007). Manual de derecho romano quinta edición.
Colombia: Editorial Universidad Externado de Colombia.
Ovidio (2003). Metamorfosis quinta edición. España: editorial Catedra letras universales.
Traducción y notas de Consuelo Álvarez y Rosa María Iglesias

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