Cicerón, Marco Tulio, Disputas Tusculanas, Libro I.
Las preguntas iniciales se pueden plantear de la siguiente manera: ¿cuál es el aporte
fundamental de Cicerón?, ¿se puede decir que su pensamiento es filosófico, en sentido estricto?, o en todo caso, ¿es un exégeta, doxógrafo o un orador que conoce la retórica? Cicerón escribió entre los 45 y 44 sus obras más reconocidas 1, en un estado de madurez en el que decidió retirarse de la política para dedicarse a la filosofía. Lo cual nos lleva a cuestionar si sus aportaciones fueron originales o sistemáticas. Cicerón no intentó ser original, ya que el post-aristotelismo había afrontado una revisión de los exégetas y comentaristas. Cicerón vivió en un período en donde la creación filosófica tuvo menor importancia comparándola con Grecia. Su orientación a la filosofía tiene que ver, en el fondo, con cuestiones morales de filosofía práctica o ética de la acción. Sus preocupaciones eran sobre aspectos prácticos, en torno a cuestiones de moral, política o jurídica. La importancia que tiene Cicerón en la filosofía helénica muestra el papel de la transmisión e incorporación del pensamiento griego en Roma. La implantación de un lenguaje apropiado que se valió de las diversas operaciones del pensamiento para difundir la cultura griega desde recursos retóricos como: definición, inducción, cualidad, diferencia y, en otros casos, intentó formar un vocabulario filosófico más preciso. Cicerón fue más allá de la traducción y se propuso el ejercicio crítico y, si se nos permite, hermenéutico. En este sentido, la Nueva Academia de Cicerón se conduce—afín al pensamiento romano—entre un estoicismo y un eclecticismo. De esta manera, se acerca a la oratoria y al uso sistemático de la duda. Se trata, entonces, de ponderar las distintas posiciones filosóficas encontradas, buscando establecer juicios o criterios de verdad, allí donde discrepan puntos de vista, es decir, analogías o semejanzas. Sin embargo, parece ser que Cicerón se acerca más al filósofo profesional, por su carácter pedagógico, pragmático y antidogmático despertando un cierto interés por los grandes aportes del mundo griego. La enseñanza de la filosofía y el valor de la educación formaron parte de su ethos. Como buen ecléctico, Cicerón se limita a exponer las distintas posiciones filosóficas y las somete a juicio, de esta forma, se busca llegar a certezas. La duda ciceroniana no es escéptica, sino crítica; se establece entre lo verosímil y lo probable.
1 De este período corresponden: De amicitia, De Senectute y De finibus, Tusculanae disputationes, De natura deorum y De officiis.