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IOHANN I. WINCKELMANN 'd

REFLEXIONES SOBRE LA
IMITACIÓN DE LAS OBRAS
GRIEGAS EN LA PINTURA
Y LA ESCULTURA

Traducción, introducción y notas,


S¡rv¡oon M,rs

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FONDO DE CURURA ECONÓMICA


MEXTco - ARGENTINA. BRASIL - coLoMBIA. CHILE - ESPAÑA
EsrADos uNIDos - GUATEMALA _ pERú _ VENEZUELA
I

Primera edición, enero de 2008

Índice

Introducción: La Grecia de Winckelmann


por SALVADOR MAS

Tltulos originales: Reflexiones sobre la imitación de las obras griegas en la pin-


in der Mahlerey und
Gedancken über die Nachahmung der GtiechischenWercke tura y la escubura.
Bildhauer-Kunst.
75
Sendschreibien über die Gedanken von der
Nachahmung der griechischenWerke carta sobre las reflexiones acerca de la imitación de las obras
in der Malerey und Bildhauerkunst'
griechischen Werke in der
griegas en la pintura y la escubura rrr
frlaunrung arí Gedanken 'von der Nachahmung der
Bildhauerkunst; und Beantwortung des Sendschreibens über
Materey"und Elucidación de las reflexiones sobre la imitación de las obras
diese Gedanken.
griegas en la pintura y la escultura; y respuesta a Ia carta
sobre estas reflexiones r4t
Diseño de Portada: Leo G. Navarro

Ilustración:
Notas a la edición. r97
A. R. Mengs, Re tato de J. I. Winckelmann (1761-2) Notas a las Reflexiones rgg
Metropolitan Mriseum, Nueva York Notas a la Carta - zt6
@ de la traducción y Ia introducción: Salvador Mas
Notas a la Elucidación. J)1

D. R. @ 2007, Fowoo on Culrun¡ EcoNÓL'ttcl or ESPAÑA' S'L'


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ImPreso en EsPaña

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ImrnooucclóN
LA GRECIA DE WNCKELMANN

El que dice que el amor <es un esfuerzo por procurarse la


amistad> sob¡eentiende la expresión de ujóvenes florecien_
tesr, aunque no lo exprese abiertamente; en efecto, nadie
ama a los viejos y a los que no están en la flor de la edad.

SBxro EMpfRrco, A dv. math. VII, 2 = SVF III, 399.

Durante la Edad Media y el Renacimiento, sin duda, Grecia tuvo


importancia y presencia real,r sobre todo como modelo filosófico,
moral y científico, pero únicamente partir del siglo xvnr, además de
ejemplo digno de imitarse, se convierte en paradigma de los más ele-
vados logros culturales, una de las máximas cimas, td,vezla
miíxima,
de la cultura occidental, y sólo entonces
-más allá de su condición
como herencia cultural- pasa a ser un icono cultural del arte y
la
literatura occidental.2 Gracias, por ejemplo, a esos viajeros ingle-
ses que marcharon a oriente en parte con intereses comerciales
y en
parte para expoliar obras de arte que sirvieran al desarrollo del
gusto,
y en cuyos relatos no es extraño que la lamentación por el sojuzga_
miento que los actuales griegos padecen bajo el dominio turcJse
doble del páthos por la desaparición de los antiguos griegos: en
ambos casos terribles pérdidas de la libertad. o gracias tamuien
au
ingente labor de anticuarios franceses como caylus, que no anariza-
ron el arte antiguo tomando pie en la exégesis filológiia de los textos

l ' un planteamiento generar puede reerse en signe codoñer,


f. B. Antón Ma¡tínez, p. conde
Parrado, M. A. González Manja.*és (eds.), Anti4uae lectiones. EI legado
clásico desde Ia Anti-
güedad hasta la Revolución Francesa, Mad¡id: Cat.dr", zoos.
2. cfr. D. Feris, silent
Urns. Romanticism, Hellenism, Modernity, Stanford: Stanford
Univ. press, ZOOO, p. fá. iam_
bién R. sala Rose, El misterioso caso alemán. (Jn intento de comprender.Alemanii
a través de
sus letras, Barcelona: Alba, 2007, cap.5: <En torno al
ideal clásico>.

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INTRoDUccloN La Gn¡cl¡ DE \TTNcKELMANN

e históricas de Winckelmann deben situarse asimismo en este contex-


antiguos,sinopartiendodelainterpretaciónvisualdelasantigüeda-
discurso históri- to -moderno- de conversión de Grecia en inexcusable punto de
d., á. hs que áisponían, generando de este modo un
co de ac.r"ido con el cual á hs obras de arte se translucen los rasgos de referencia cultural que debe ser imitado.

su surgimiento, el paisaje y la nación en


la que nacieron y la época en la Afirmar, como en ocasiones suele hacerse, que estos autores del
reali"aáar. ó.'utt"'do con Caylus' historia del arte debe xw y del xvru que crearon para la Modernidad el canon clásico
;;; fr;*"" 'a y simiesca tenían una imagen altamente idealizada de la Grecia clásica, presu-
*rr. .o-o la progresiva liberación de la imitación mecánica
pone de manera más o menos explícita que puede distinguirse con
enladireccióndeunprogresivorefinamientoysatisfacciónde.lavolun-
claridad entre la realidad de la concepción actual del mundo anti-
tad creadora, hasta l?"gui aese punto de maduración -paradigmática-
,rrlrr,. presente en h órecia cla'ic^- en el q-ue coinciden el ideal y la guo y la idealidad propia de aquellos años. Pero esta forma de plan-
empieza la decadencia y resur- tear la cuestión resulta poco plausible, aunque sólo sea porque
obra de arte. A partir de este momento
todo aquello que nuestra imagen <real> depende y está en función de aquella mirada
g. .on necesidad la barbarie: diacrónicamente lo es
marcado por los grie- <ideal>, con lo cual, dicho sea entre paréntesis, los predicados <rea-
;st¿ antes o después del momento de esplendor
quien rehúse dejarse lidad> e <ide¿lidad> se tornan cuanto menos vaporosos. Esta preci-
g"tt Jo¿. el punto de vista sincrónico es bárbaro
cimas áureas que ahora vuelven a salir a la
luz' sión es una obviedad, pero necesaria dado que en ocasiones se pasa
" po, aquellas
lrriu,
N; debe sorprender, pues, que también en esta época -desde una
u por alto lo más evidente, que <Grecia> ni siempre es ni siempre ha
se plantee expresamente significado lo mismo, sino que opera más bien (al margen de 1o que
otra perspectiva y con una u otra finalidad-
Aun- sea o deje de ser <en realidad>) como una especie de forma repeti-
práUt"-u de ú imitación consciente de los modelos clásicos.
"t que estos fenómenos ble, iterable e imitable, disociable de su lugar inicial y susceptible de
qrr. lo, clasicismos augústeo y adrianeo enseñan
los cita en los más diversos contextos. Las diferentes e infinitas repeti-
*i-é,i.o, pueden y á.b.,t retrotraerse al mundo romano' es en
l670,fechadel pionero üaje de |acob Spon y Geor- ciones generan la ilusión de que <Grecia> existe previamente a ellas,
años que llevan de
g" ttlh"le, a Grecia, al llamado <clasicismo Weiman (valgan estos
de cuando son las propias copias o imitaciones las que generan retros-
cuando se fija pectivamente este efecto imaginario.r Las Reflexiones sobre la imita-
dos momentos como puntos de referencia simbólicos),
extravagantes re- ción de las obras griegas en la pintura y la escultura, como texto, es
lo que hoy en día, comúnmente, dejando a un lado
(canon clásico>' El mismo plan- una de estas copias generadoras,talvez una de las más importantes
visionismos, suele considerarse como
que suele e influyentes.
teamiento implica que el clasicismo, Iejos del estatismo
categorías dinámicas Antes de Winckelmann Grecia era una categoría genérica. Así,
asociarse al concepto de imitación' opera con
de Ia interacción entre los modelos <antiguos> (la oratoria por ejemplo, las más conocidas y celebradas estatuas <griegas> (la
resultado
la arquitectura de Venus Medicea, eI Apolo Belvedere o el Laocoonte...) eran, y siguen
de Demóstenes o Isócrates, las estatuas de Praxíteles,
Parrasio' la filosoffa siendo, conocidas gracias a copias helenistas o romanas, y si bien se
Fidias,la épica de Homero,la pintura de Apeles o
tenía conciencia de este hecho, en cierto sentido era indiferente,
dePlatón,AristótelesyPitágoras,lastragediasdeEsquilooSófocles"')
ellos para luego pues Grecia se identificaba con toda esta confusa amalgama. Winc-
y las expectativu. qrá los ttmodernos> depositan en
que se supone son kelmann es más preciso y sutil, no porque sus investigaciones con-
reencontrarlas confirmadas en aquellos modelos
dignos de imitación: algo es clásico porque es
imitado y alguien imita
l. Parafraseo, alterando radicalmente el contexto, a P. Vidarte, <El Banquete uniqueersitario:
es' como clá-
pJrqu. reconoce al moáelo como digno de imitarse' esto disquisiciones sobre el s(ab)er queen, en D. Córdoba, I. Sáez, P. Vidarte, Teoría queer. políti-
investigaciones estéticas
,ico, po, to que' en efecto, debe imitarse' " Las
cas bolleras, maricas, trans, mestizas,Madrid: Egales 2OO5,p,97.
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IN.rnopucclóN L¡ Gnnc¡¡ DE rü(/TNcKELMANN


IO II

cretas estén libres de errores' sino por señalar con precisión que mático, Winckelmann, sin embargo, afirma con rotundidad que el
el auténtico ideal griego, el llamado (periodo clásico> en sentido arte, el de su tiempo y el de cualquier época y lugar, debe imitar al
estricto, tiene un momento histórico muy preciso, los siglos v y lv antiguo. El ideal clásico, parte integrante del momento histórico de
a. C., y no es un totum revolutum que se extiende amorfamente' pon- la cultura griega,también puede y debe serlo de la moderna, obvia-
gamos por caso, del griego Pericles al romano Adriano.r Además de mente situada en otro momento histórico. Todo ello sugiere que,
exigir un mayor refinamiento en las estrategias y técnicas de data- por detrás de la historia empírica del arte, se decide una idea de la
ción, esta forma de plantear la cuestión obüga a considerar en lntima historia del arte, pues sólo en un medio ideal cabe superar o anular
relación al arte con su cultura, como hizo Winckelmann' que ya en Ia paradoja antes mencionada. Winckelmann -escribe Goethe en
los textos sobre la imitación señala que el arte griego no es un epife- Winckelmann und sein lahrhundert- se elevó hasta la idea de una
nómeno, sino una parte integral y definitoria de la cultura griega en historia del arte, dejando atrás singularidades y particularidades.l
su totalidad: aquel arte es incomprensible sin esta cultura y vice- En el <Prólogo del autor> antepuesto a su Historia, Winckel-
versa. Pero una y otra, el arte y la cultura, en tanto que acontecieron mann afirma programáticamente que no persigue una simple
en un momento histórico muy preciso, quedan perdidos atrás en el exposición cronológica de los cambios que el arte ha experimenta-
tiempo, lo cual no quita para que sean a La vez un ideal supremo do, y que por eso toma la palabra <historio en el sentido más
suprahistórico. Thl sería el rasgo más definitorio del clasicismo, se amplio que este término poseía en la lengua griega, ya que desea
dice también en ocasiones, sin caer en la cuenta de la profunda pa- <ofrecer el compendio de una sistematización del Arte>. No intere-
radojaque supone esta forma de expresarse, pues ¿cómo representar sa la facticidad material de una cronología, sino un sistema donde
y conceptualizar históricamente lo situado, en tanto que ideal, más importan menos los datos y los objetos materiales y más dasWesen
allá de la historia, pues de lo contrario, si no cumpliera esta condi- der Kunst: (como objeto principal de toda la obra me he propuesto
ción de suprahistoricidad, no podría satisfacer su carácter de ideal? tratar la esencia misma del Arte>. Pocas líneas más abajo precisa sus
En los prefacios a sus Vidas,Vasari había presentado la pintura intenciones:
de su tiempo como culminación de un triunfal proceso hacia la El objeto de una historia del arte razonadaconsiste, sobre todo, en
perfección clásica. Winckelmann, que había estudiado con profun- remontarse hasta los orígenes, seguir sus progresos y variaciones
didad la obra del teórico italiano, separa definitivamente del pre- hasta su perfección; marcar su decadenciay caidahasta su desapa-
sente ese momento culminante. El arte, cualquier arte, señala en las rición y dar a conocer los diferentes estilos y características del arte
primeras líneas de su Historia, comienza con lo necesario, luego de los distintos pueblos, épocas y artistas, demostrando todas las
busca lo bello y finalmente cae en lo superfluo y exagerado. Entre afirmaciones, en la medida de lo posible, por medio de los monu-
los griegos, y sólo entre ellos, el arte, partiendo de una simpleza ini- mentos de la Antigüedad que han llegado hasta nosotros.
cial, se fue elevando hacia lo sublime hasta alcanzar el más alto
Winckelmann desea sistematizar la influencia de Grecia de
grado de belleza, momento a partir del cual comenzó la degenera-
acuerdo con un pensamiento estético según el cual todos los aspec-
ción. Aunque dado este planteamiento cabe conjeturar que su tos de una nación pueden y deben concebirse como partes de una
resurgimiento en el presente es imposible o al menos muy proble-
representación cultural total. Además, o más allá de la interpreta-

1. Cfr. A. Potts, Flesch and ldeal. Winckelmann and the Origins of Art History, New Haven/ l. Winckelmann und sein lahrhundert. Münchner Ausgabe 6.2 (Hrsg. von Victor Lange, Hans
London: Yale Univ. Press, 1994, p. 19. |. Becker, Ge¡hard H. Müller, John Neubauer, Peter Schmidt und Edith Zehm), p. 362.
t2 INrnooucclóN L¡ Gnncl¡ oE \7INcK¡rurNN f3

ción y clasificación del arte antiguo, debe establecerse un modelo mundo clásico: precario equilibrio que no pudo sostenerse por
histórico que toma pie en un conjunto de principios generales acer- mucho tiempo. winckelmann, en efecto, es una pieza esenciai en
ca delainevitable evolución del arte en particular y de toda cultu- este complejo e interesante círculo (no necesariamente vicioso)
que
ra en general, según un esquema universal que -decía- conduce partiendo de fenómenos estéticos conduce a determinada concep-
inexorablemente de la simplicidad a lo superfluo pasando por lo ción de la historia y del mundo clásico en su totalidad como mode-
necesario. lo por relación al cual jrtzgar políticamente el presente. Thnto da
La idea de auge y decadencia está presente, por ejemplo, en la ahora que se vindique la validez suprahistórica y atemporal de tal
History of the Decline and Fall of the Roman Empire de Gibbon, así modelo o que se insista en la necesidad de contextualizarro, tanto
como en las Considérations sur les causes dela grandeur des Romains da porque desde ambas perspectivas la imagen más o menos real
de
et leur décadence de Montesquieu. Sin embargo, ninguna de estas Grecia sigue siendo inexcusable punto de referencia, bien sea por-
dos obras están concebidas como sistema, ni contienen análisis que se acentúe su textura política, bien porque se construya
como
alguno del modelo de desarrollo histórico que se va a utilizar, como textualidad ético-estética.r Ambas estrategias están aún presentes
sucede en Winckelmann, que sí ofrece un artefacto explicativo y en Winckelmann, tal vez porque en su caso, a diferencia áe
lo que
clasificatorio derivado de la evidencia disponible, así como un sucederá posteriormente, la invocación del arte griego (de cieito
modelo teórico capaz de dar sentido a los datos empíricos (<los arte griego o más bien de cierta idea del arte griego) aún sirve para
monumentos de la Antigüedad que han llegado hasta nosotrosr).1 conjurar tanto sus propios fantasmas personales como los de una
También es cierto que en Le siécle de Louis XIV de Voltaire aparece historia todaüa percibida en clave ilustrada.y optimista.2 De ambos
la tesis de da gran centurio como periodo histórico que alcanza un fantasmas me ocuparé en las páginas siguientes.
momento de excelencia divina precedido por una fase de arcaico
subdesarrollo y seguido por otra de degeneración o declive. Pero son
momentos aislados (Augusto, Luis XIV...) y no etapas que deban
comprenderse en el contexto de un periodo mayor, al modo de II
Winckelmann, para quien la historia del arte alegoriza una historia
universal más amplia.2 Las Reflexionesyla Carta de manera incoati- En el otoño del lr4} winckelmann entró formar parte del servicio
va,la Historia de forma consciente, desean ofrecer una perspectiva, del conde Heinrich von Bünau, propietario de una biblioteca con
una copia o una cita de la Antigüedad como contexto cultural gene- rnás de 42.000 volúmenes y que por aquel entonces, aun en medio
ral donde lo estético es modelo de conocimiento histórico. de sus múltiples ocupaciones políticas y diplomáticas, completa-
Winckelmann fue consciente de estas dificultades en las que se ba su magna obra de investigación históri ca Teutcher Kaysir-und
entremezclan cuestiones históricas y perspectivas estéticas, políti- Rei ch s - Hi st o ri e, tar ea p ar a la que precisaba corab oración.
wnckel-
cas y filosóficas, en una época que deseaba romper con el pasado mann reconoce haber sido bien acogido y que nada le falta, ex_
y abrirse hacia el futuro manteniendo, sin embargo, un pie en el cepto tiempo. Junto al aristócrata, sin duda, aprendió a refinar sus

1. Cfr. W. Lepenies, <Kunst und Naturgeschichte im 18. ]ahrhundert), en Th. W. G. Gaeht- I' cfr. J. M. Ripalda' Fin del clasicismo. A vueltas con Hegel, Madrid: Trotta, 1992, p. 36.
gens (Hrsg.), Winckelmann 1717-1768,Hamburg: Meiner, 1984. 2. Cfr. A. Potts, Flesh 2. Parafraseo libremente a J. M. Ripalda, Los límites de la diaréctica, Madrid: Trotta, ioos,
and ldeal...,p. 40. p.220.
La Gn¡cra or 'Wt¡qcre r-ltaNN
t4 IN:rnoouccróN r5

técnicas de investigación histórica y hubo de manejar cantidades xiones- porque dio <a los artistas para su imitación las verdaderas
ingentes de bibliografía, que debía ordenar, resumir y concretar en y auténticas obras de los maestros griegos ¡ ciertamente, de pri-
una primera versión luego revisada, corregida y completada por mer rango). Además, o incluso por encima del interés que tiene
von Bünau, dueño de una excelente prosa alemana. El 25 de marzo por sí misma, la citada pinacoteca poseía un enorme valor peda-
de 1749 escribe a Uden que se ocupa del reinado de Oton III y que gógico, pues abrió para la gente del norte <las fuentes más puras
no miente si afirma haber consultado más de 4.000libros; algo más del arte> y es un hito en la tradición de ese nbuen gusto> que ahora
adelante confiesa al mismo amigo tener la mano cansada <de escri- <se extiende cada vez más a 1o largo del mundo>, pero que
bir tanto y tan rápido>. A pesar del agotador ritmo de trabajo, saca <comenzó a formarse pon vez primera bajo el cielo griegou por
tiempo para sus propias investigaciones, estudiando con ahínco los esto, <Dresden se convertirá de aquí en adelante en la Atenas para
textos de la Antigüedad, también a su disposición en la biblioteca los artistas>.
del conde. En estas fechas, pues, Winckelmann era un hombre que La Galería Real de Dresden exponía obras del seicento clasicista
vivía en una biblioteca y que había consultado absolutamente todo (Caracci, Remis, Carlo Dolcis.. . ), también del cinquecento (Corre-
lo editado por aquel entoncesl, a lo que debe unirse su exquisi- gio, Veronese, Giorgone ,Tiziano.. . ), así como algunas piezas de los
ta, auhque irregular, formación clásica. ¿Cómo y por qué, en un grandes maestros flamencos, franceses y alemanes, que apenas si
momento dado, un individuo con esta trayectoria abandona la están presentes en el escrito que Winckelmann dedicó a describir
literatura antigua para convertirse en el máximo teórico y propa- algunos de estos cuadros. En Beschreibung der vorzüglichste Gemiil-
gandista de su época del arte plástico de la antigüedad? ¿Qué rela- de der Dre!3dner Gallerie,de finales del 1752, Winckelmann, todavía
ción guardan los textos sobre la imitación con el inmenso bagaje sin un lenguaje propio, pigue con fidelidad los criterios del clasicis-
literario que Winckelmann atesoraba antes de escribirlos? mo más tradicional tal y como habían sido expuestos por Alberti o
En Winckelmann und sein Jahrhundert, uno de los ensayos más Vasari. En L754, dos años después de este texto, la Galería de Dres-
agudos escritos sobre Winckelmman, tras apuntar las enormes difi- den adquiere un cuadro fundamental en su fo¡mación estética,la
cultades que implica el salto de las artes de la palabra y el lenguaje Madonna Sixtina de Rafael, a la que enlas ReJlexiones se refiere con
a las plásticas, Goethe sugiere que Winckelmann lo dio gracias a la encendidas palabras. Aunque no deja de ensalzar la grandeza y
<Freude des Genusses> y ayudado por sus amigos artistas de Dres- nobleza de su contour, la descripción no se centra en lo que se ve,
den: Lippert, Hagedorn, Oeser, Diterich, Heinecke, Oesterreich..., sino en lo invisible e ideal que transmite: esa <actitud espiritual-
todos ellos, hay que reconocerlo, creadores de segunda o tercera rnente plácida, aquella tranquilidad que los antiguos hacían que
fila, pero que sin lugar a dudas conversaban de arte con Winckel- dominara en las imágenes de sus deidades>.r A diferencia de lo que
mann ayudándole a comprender y valorar las grandes obras sucedía enla Beschreibung, ahora no interesa si el artista, Rafael,
expuestas en la Galería Real de Dresden. Augusto el Fuerte, que la satisface determinados parámetros previamente establecidos relati-
fundó en 1707, debe ser alabado -se lee al comienzo delas Refle- vos, pongamos por caso, al dibujo, al colorido, a la composición o
a la perspectiva, no, ahora importa la belleza inmanente a la obra
l. Asíloatestiguansusresúmenesdelectura.Cfr. |r.Tibal,InventairedesmanuscritsdeWinc-
kelmann, déposés d la Bibliothéque Nationale, Paris: Hachette, 1911, pp. 100 ss. B. Hásler,
de arte,la idea de belleza en sentido platónico que toma cuerpo en
<Winckelmanns Verh¿iltnis zur griechischen LiteratuD, en Schriften der Winckelmann-Gesell- ella, algo, desde luego, difícil de aprehender e imposible de ver.
schaft l,Stendal,1973,pp.39 y ss. Sobre la vida de Winckelmann en estos aflos cfr. G. Heres,
'Ninckelmarut in Sachsen. Ein Beitrag zur Kulturgeschichte Dresdens und zur Biographie Winc-
kelmanns, BeiinlLeipzig: Koehler & Amelang, 1991. l. Reflexiones..., p. 96.
L¡ Gnrcrr ¡¡ \{/lucrprv¡roN f7
INrnooucctóN
t6
expresada en el arte, podría responderse acudiendo a Jenofonte, de
desde y con determinada
O que más bien exige ser considerado acuerdo con el cual Sócrates se habría mostrado partidario de lo
en un sentido que habrá
actitud, que cabe calificar de platónica' que más tarde se conocerá como teoría dela electio: las obras de arte
que precisar más adelante' más admirables se construyen uniendo las partes más bellas que
Además de los cuadros que
pudo contemplar en la pinacoteca
están diseminadas en los distintos cuerpos. Imitar a la naturaleza
un destacado papel en los escri-
de Dresden,,r., ouru, á"r.-p.out no implica caer en ese repulsivo naturalismo ya criticado por Plu-
lugar' el ciclo sobre los Medicis
tos sobre la imitación'in" pii*tr el tarco, pues cabe defender -bajo la autoridad del mismo Sócrates- una
de la Galeríu A. rr',*tlUt"go'
aotdt"RttUens alcanzó la cima en
concepción de lo bello idealizante y perfeccionadora a partir de
género de la pintu'o foeiitu y
ultg-ótitu,y donde Winckelmann
una imitación selectiva de la naturaleza. Winckelmann distingue
Belvedere' que tanta importan-
contempló por vez p'i*t'u el Apolo entre <belleza individualo y <belleza colectivo; la primera está mode-
En segundo iugar' el fres-
cia tendrá en sus po,t"'io'"' r"il"xionts' lada sobre un solo individuo,la segunda es el resultado de la selección
co pintado por lur.i"iCran en la cúpula de la Biblioteca Imperial
Le de distintas partes tomadas de varios individuos: el ideal surge al com-
de Viena, (una epoPeya pictórico' En tercer lugar' los frescos de
binar diversas partes hasta formar una totalidad que no existe real-
de Versalles' osin lugar a dudas
Brun en la Gran Cutt'iu att Palacio mente como conjunto. La formación de la belleza, señala, comenzó
la pintura poética después
lo máximo que se tra llevado a cabo en por lo individual y sólo poco a poco, a partir de la belleza individual,
cómo sus respectivos auto-
de Rubens>. Estas tres obras muestran consiguieron los artistas elevarse hasta lo ideal. Estas consideraciones
justifican la.afir-
.., .-pf"uron lu ul"go' ía felizy poéticamente y que pueden leerse en Ia Historia se entienden tan pronto como se
a cosas que no son sensibles:
mación de que la pi'itura se extiende recuerda que en las Reflexion¿s había señalado que los conocedores e
lo alcanzado de manera ejemplar por las
expresan de este -oáo imitadores de las obras griegas no sólo encuentran en ellas <la más
la unidad indiscernible entre
oUru, gri.gus de los mejores tiempos' bella naturalezu, sino algo que incluso va más allá de ella: <ciertas
de la representa-
lo q,rJr. ,Ie y lo que no se ve, el entrelazamiento bellezas ideales>, citando como apoyo ese pasaje del comentario de
y alegórico'
.iOn pi.tOri.u y ,o invisible sentido narrativo Proclo aI Timeo platónico donde se afirma que estas bellezas ideales
estas tres obras'
Winckelmann nunca llegó a ver directamente han sido hechas a partir de imágenes creadas meramente por el
por 1o cual, menos en cier-
al
sólo las conocía a través de lraba,ilos, entendimiento. También en esta concepción se decide una superación
proyecta en ellas
to sentido, se las inventa o, con mayor precisión, o un acrecentamiento de la mera naturaleza, pero que, a diferencia de
unas raíces literarias y filosó-
una idea. Mas porque esta idea tiene lo que sucedía en la anterior, no se alcanza como imitación selectiva,
ficas que ,. .*pr.,u" sin embargo de
la forma más acabada en las
a sino como alejamiento de los fenómenos sensibles y aproximación a
ffi.r"rr,u.iones plásticas, las cuales -bajo ciertas condiciones'
esfuerzos teóricos- di- las ideas inmateriales e invisibles, como ideal.
.oya el.r.idación iedicó Winckelmann sus Si hemos de hacer caso a Winckelmann, los antiguos griegos
cen la conformación más elevada del
espíritu' qtoe alcanzaron los
eran extraordinariamente bellos, pero también lo son los actuales y
griegos y que puede recuperarse imitándolos' asimismo los georgianos y los cabardinos. Sin embargo, sólo aqué-
" ,f, lu oU;".ion de que en ningún cuerpo humano real la natura-
del que es capaz esta idea llos alumbraron ese ideal que debe imitarse, sólo ellos concibieron
leza muestra el ngrado de vida ! bt["'u' no cuerpos bellos, sino perfectos e ideales (irreales con Ia irrealidad
de sus estatuas), pues dado que disfrutaron de abundantísimas oca-
1.Cfr.<Enstehung,QuellenundSelbtsaussagen>'enFri]hklassizismus.BibliothekderKuns. siones para contemplar los más bellos desnudos, a partir de esta
tliteratur2,FrankfurtamMain:BibliothekDeutscherKlassiker,lg95,pp.355ss.
IB INrnooucc¡ó¡¡ L¡ Gn¡c¡a on \ürNcxnLu¡NN f9

feliz circunstancia pudieron superarla ¡ más allá de la misma natu- más bellas y mejor formadas, sino incluso la armonía entre las
raleza, formarse conceptos universales, tanto de partes aisladas inclinaciones y la forma. Clima, cuerpo y carácter forman un con-
como de las proporciones de los cuerpos. El momento es importan- tinuo en la creación de una cultura y en el arte que esa cultura
te y encierra toda la tensión del planteamiento winckelmanniano: puede llegar a producir, aunque sólo sea porque el clima, como deja
para explicar ese ideal que debe imitarse -un ideal que exige aproxi- claro el comienzo áela Historia, constituye el primer escalón en la
marse a las ideas inmateriales- se acude a una explicación histórica producción de lo visual (cuerpos bellos) y en la constitución de un
que en tanto que tal es irrepetible, pues depende de unas circuns- carácter capaz de apreciar Iabelleza de lo así visto.
táncias igualmente irrepetibles, ya que sólo los griegos vivieron bajo Winckelmann no defiende un férreo determinismo climático;
las condiciones y circunstancias (irrepetibles) que lo hicieron posi- en el desarrollo y posterior acabamiento de este germen inicial en-
ble: el clima, la libertad y la educación como formas o estrategias tran en juego otros factores no <naturales), sino sociales y políti-
bajo las que se hace presente el pasado, el fantasma de Grecia' cos) en su caso una concepción muy determinada del espacio
social de Grecia. En Egipto, que algunos consideran la cuna de las
artes y las ciencias, las estrictas leyes refrenaron la acción de la
naturaleza, de suerte que sus artistas sólo pudieron conocer las
criaturas más perfectas de la naturaleza de manera parcial y defec-
tuosa. Frente a esta afirmación, la Carta (que, no lo olvidemos, es
La decisiva influencia del clima en la configuración de ia cultura y una especie ficción que Winckelmann, irónicamente, escribe con-
las características de una nación es un tema que Winckelmann tra sí mismo) no discute la indubitable primacía estética del arte
pudo rastrear en sus fuentes antiguas, sobre todo Polibio y Heró- griego sobre el egipcio, sino la prioridad cronológica del segundo,
doto, y que ve confirmada en la literatura de viajes de su época, a lo situándolos así en una misma línea de continuidad temporal. Thl
cual cabría añadir los no citados (pero muy presentes) teóricos es la tesis discutida implícitamente en las Reflexiones y de forma
franceses del clima, en particular Dubos y Montesquieu.l Con estos explícita enla Historia, donde en modo alguiro se niega la existen-
antecedentes, Winckelmann elabora su modelo climático por ana- cia de un arte cronológicamente anterior al griego, sino que se des-
logía con el crecimiento de las plantas. Del mismo modo que el carta que los periodos anteriores contribuyan o desemboquen en
cielo y el aire influyeron en las producciones de los griegos, bajo un los posteriores, pues dado que el arte no puede separarse del desa-
cielo tan moderado (osiempre equilibrado entre el frío y el calon) rrollo (político) de la nación de la que es, en efecto, su arte, habrá
las plantas y los frutos obtienen su plena madurez; tal clima inclu- que concluir que la evolución acontece en el contexto del floreci-
so condiciona la forma de pensar, pues como dijo Hipócrates -y miento y decadencia de una nación particular. Lo cual en modo
recuerda winckelmann- las condiciones climáticas bajo las que alguno significa que absolutamente todas las naciones alcancen la
vivieron los griegos no sólo dieron como resultado las criaturas cima plena y total, ya que cada una de ellas'evoluciona en función
de principios externos, de suerte que la ausencia de algunos de
l. sobreestascuestiones,cfr.G.-L.Fink,<vonwinckelmannbisHerder.Diedeutschel(i-
ellos determinará el grado de desarrollo del arte de esa nación.
Herder 1744'
matheorie irr europiüscher Perspektive>, en G. sauder (Hrsg.),lohann Goufried
Hamburg: Metzler, 1987,pp. 156 ss. También H. Kiesel, <Das nationale Klima. Zur Entre estos factores el más importante es la libertad, pues sólo ella
J803,
Entwicklung Topos von der Renaissance bis zur Aufklárung>, en
"irres "thnographischen asegura que el arte alcanzará su máximo desarrollo, como sucedió
c. wiedemann, R om-Paris-Lindon. Erfahrung und selbsterfahrung deutscher schrifsteller und
en y sólo en Grecia.
Künstler in den fremden Metropolen, Stuttgart: Metzler, 1988' p' 125'
INrnooucclóN La Gnrcr¡ or \ürNcrEtu¡NN 2t
20

La libertad, en abstracto, presenta una doble dimensión:


por Pero, al igual que sucede con el clasicismo adrianeo, tampoco el arte
externo para el arte renacentista consigue alcanzar el ideal griego. Como si Winckel-
una parte, al igual que el clima, es estímulo
mann, alavez que señala la íntima vinculación entre arte y libertad,
,, grnrrol,por otra, no sólo es causa del arte griego en particular'
la libertad elevó mostrará también, talvez inconscientemente, su ruptura. De hecho,
sirr-o que también constituye su esencia, porque
tiene que reconocer que el siglo de Alejandro Magno <fue el más
laformadepensardeloshelenosyconstituyódeestemodolo
apresura- fecundo en artistas y obras de arte); es la época, por ejemplo,delLao-
más lntimo y más definitorio de su mundo' Pero sería
hace en ocasiones- que la coonte, y ello a pesar de que (los talentos que se habían hecho céle-
do concluir a partir de aquí -como se
bres hasta entonces gracias al sentimiento de libertad, fueron ahora
libertad implica un sistema de gobierno republicano y democrá-
y nutridos tan sólo por el lujo y la liberalidad>. Bajo Alejandro Magno
tico,l pues es m¿s bien una experiencia subjetiva de expansión
elevación,2 posible gracias a la libertad política, pero que no se -añade- <los griegos gozaron de una indolente libertad; gozaron de
todas las ventajas que la libertad individual les proporcionaba, sin la
identifica cán e[a. Un par de ejemplos ayadaran a comprender
contrapartida de las amarguras que hasta entonces su defensa les
qué era, para Winckelmann, la libertad y qué relación guarda con
había causado, y a pesar de que habían perdido su antiguo esplendor,
el arte.
Aunque la época de Trajano y Adriano constituye un momento vivieron enpazy concordia>. En esta situación,los griegos, entrega-
dos a su inclinación natural, se abandonaron a la ociosidad y los pla-
de relativa libertad, al menos por comparación con las tiranías
ceres y los artistas, por su parte, <buscaron de manera especial lo ele-
anteriores, y a pesar de que ambos emperadores sentían una espe-
cial predilección por Atenas, el arte de este momento histórico, gante y lo gracioso, porque todo el pueblo, entregado a la molicie, no
aunque importante (ahí está, por ejemplo, la estatuaria de Antinoo se preocupaba más que de buscar sensaciones gratas>.l Pero tales cir-
para demostrarlo), queda muy lejos del momento de absoluto cunstancias, signos de clara decadencia según el mismo esquema
esplendor marcado por la Atenas clásica'3 Del mismo modo, la evolutivo de Winckelmann, alumbraron sin embargo a artistas deci-
Italia renacentista, especialmente la republicana Florencia de los sivos en los escritos sobre la imitación: Lisipo, Agesandro, Polidoro,
siglos xv y xvt, constitüye un momento de florecimiento de la liber- Atenadoro, Apeles, Arístides, Protógenes, Nicómaco. . .
tad y consiguientemente del arte, porque también volvió la mirada La tensión estética entre una austera sublimidad y una belleza
hacia los griegos y, en consecuencia, este conocimiento le enseñó graciosa encuentra su contrapartida en la tensión entre la libertad
a pensar como ellos, fluyendo entonces <un espíritu de libertad>'a política y ese sentimiento íntimo de libertad que Winckelmann
pudo encontrar en un medio tan poco republicano y tan poco
l. Tal interpretación se debe más bien a la <1ue lectura que hizo Diderot de las tesis winc- democrático como la corte papal de la Roma del siglo xvnr.
kelmannianas y muy especialmente al empleo práctico que hizo de ellas el pintor Iacques- <Miseri voi, e fortunato me -escribe a Stosch el 12 de Agosto de
Louis David en la dirección de una radical utilización del ideal del arte clásico, tal y como
1767- perché sono libero in paese libero>.2 Frente a lo que sucede
había sido formulado por Winckelmann, para fines revolucionario-políticos, casi como si se
tratara de la moderna propaganda de masas. (Cfr. M. L. Baeumer, <Klassizitát und republi- en el áspero y rudo norte, donde la ropa <aprieta y oprime>,3 en
kanische Freiheit in der aufierdeutschen winckelmann-Rezeption des spáten 18. Jahrhun-
dert>,enTh.w.Gaehtgens,lohannJoachimwnckelmann). 2. Cfr.A.Potts,Fleschand
the Ideal. pp. 54 ss.: <Dichotomies of Freedom>. 3. Cf¡. Historia" ' il' ry SS 245-272' l. Historia,.,ll, III, SS 77-100. 2. BriefellI,3l|. 3. Rellexiones...,p.80. El fan-
4. Cfr. oReifere Gedancken über die Nachahmung der Alten in der Zeichnung und Bild- tasma de Grecia está desnudo o vestido con ropas que transparentan el cuerpo, como esos
jóvenes que se entrenaban desnudos en los gimnasios y eran constante modelo de beleza
hauerkunst>, en lohann Joachim.Winckelmann. Kleine Schriften. Vorreden. Et|t'rvürfe.
Herausgegeben von Walter Rehm. Mit einer Einleitung von Hellmut Sichtermann. Berlin: para los artistas: <El sabio y artista iban allí: Sócrates a instruir a Cármides, a Autóüco, a Lisis;
Walter de Gruyter, 1968. Fidias a enriquecer su arte con estas bellas criaturas> (Reflexiones...,p.82).
IrurnoouccróN L¡ Gnncra n¡ rJ7rNcxrL¡r.t¡NN 23

(en bién: la contraposición entre el espacio social (no el régimen polí-


Roma sorprendía que los cardenales se presentaran a comer
(con
gorro y camisola>,l <en caftán> ,z <<en zapatillas y camisa),3 tico) de la Grecia clásica y de Roma frente a la sociedad estamental
iopu d" noche),4 inequívoca señal de libertad de costumbres, de prusiana; o también, y no necesariamente en último lugar, la dis-
superación de esas estrictas jerarquías que dificultan o incluso tancia entre la fría y distante relación alumno/preceptor (a la que
inrpiden las relaciones amistosas. En Roma -escribe Goethe en el Winckelmann no fue ajeno) y la utopía de la amistad pedagógica y
citado ensayo- confluye en una unidad imaginaria toda la Antigüe- heroica. TaIvez todas estas discrepancias obligaran a Winckelmann
dad, incluso creemos poder ver lo que escribieron los antiguos poe- a expresar las texturas políticas como textualidad ético-estética.

tas; ahora bien, la mayor parte de esta impresión forma parte de Tanto en el caso griego como en el de Roma, estamos ante una
nosotros y no del objeto.5 Winckelmann, añade, no se engañaba, construcción con carácter demostrativo,l o, si se prefiere, ante
era muy consciente del contraste entre el <entonces>.y el <ahora>, una escenificación cuyo lugar son los mismos textos,2 las cartas
el <ahoro que había dejado atrás enAlemaniapatadisfrutar de esa citadas más arriba, pero también los escritos sobre la imitación o la
libertad romana reflejo de la antigua, pues en la Antigüedad, a dife- misma Historia del arte en la Antigüedad,porque tanto imitar como
rencia de lo que sucede en nuestros días, <un cierto bienestar bur- escribir historia son formas o estrategias de escenificación.,Pero
gués nunca se opuso a la libertad de las costumbres>'6 esto que ahora es representación y de lo que sólo nos quedan repre-
Winckelmann proyecta este imaginario a Roma; así lo atesti- sentaciones fue realidad en algún momento. ¿Cómo, pues, imitar?
guan muchas de sus cartas, rebosantes de alegría: emprende ex{ur- ¿Cómo, cuando las condiciones de la escenificación son ahora tan
iiorr., con los amigos y cena desnudo cual cíclope,7 el cielo le ha diferentes? Porque si antaño la bella naturaleza se mostró sin velos
concedido un corazón alegre y libre de cuitas,s la corte del cardenal para instruir a los artistas fue porque en Grecia reinaba la libertad
desconoce la enemistad y la envidia,e desea y espera poder acabar de las costumbres; Ia cual, a su vez, ya 1o sugería más arriba, des-
sus días en el país de la humanidad,r0 siente cumplido su destino,ll cansa en una libertad política que Winckelmann, por muy entu-
en Roma ha recuperado su juventud, perdida en el trabajo y las siasmado que estuviera, en modo alguno podía descubrir o redes-
preocupaciones, y se siente como uno de los pocos hombres que cubrir en la corte vaticana.
pned" decir que es feliz.rz El27 de Abril escribe a Francke: <Pues la Dado que nadie puede saltar por encima su propia sombra, y
iibertad que disfruto es ilimitada y nadie me pregunta qué hago>'I3 puesto que Winckelmann no es griego, sino moderno) su plantea-
El asunto está claro: no está en juego un ideal republicano y demo- miento sólo puede comprenderse si se presupone que se inventa s¿¿
crático, ni la fatigosa libertad trabajosamente conquistada por los Grecia, proyectando una imagen esencialmente moderna de ella
griegos de los mejores tiempos, sino -confiesa al escultor danés Iuego transformada en una especie de principio histórico. La pers-
Wi"áe*elt- un lugar, Roma, donde, a diferencia de lo que sucede pectiva sobre la antigüedad que se fragua en los escritos sobre la
en la despótica Prusia,la <nadie manda y nadie obedece>'l5 O tam- imitación y que culmina en la Historia genera (o escenifica) una

L. Brie[e1,259. 2. BriefeI,29}. BriefeI,43l' 4' BriefeIY'|9'


3. 1. Cfr. K. Schneider, Natur, Kórper, Keider, Spiel. lohann loachim Winckelmann: Studien zu
5. 360-36L' 6' ReJTexiones"" p' 81
Winckelmantt und sein Jahrhundert, ed. cit., pp. Kórper und Subjekt im spatun 18. lahrhundert, Würzburg: Kónigshausen und Neumann,

7.BriefeIII,3zS.B.BriefeIl,9S.9.BriefelI,176'lO'BriefelI'306' 1994,pp.12L-122. 2. Cfr.E. Osterkamp, <Winckelmann in Rom>, en C. Wiedemann,


ll. BriefeIII,94. 12. Briefe 11,275-276. 13' BriefelI'3|U' Rom-Paris-London,.., p.204. Tb. W |ens. <Der gro8e Aufsteiger: Johann Joachim Winckel-
14. Cfr.,porejemplo,BriefeII,2S3:<MegliofarsiTurcocirconcisochePrussiano>. mann in seinen Briefen>, en E. Müller (Hrsg.), ...Aus der anmuthigen Gelehrsamkeit. Dietrich
Gey er zum 60. G eb ur tstag, Tübingen: Attempto-Verlag, I 988.
15. BriefeIIl,269.
L¡ GRncr¡ on \7r¡.rcxrLr4¡Nr.¡ 25
24 lxrnooucctóN

de las obras de arte de la Antigüedad) apuntan al <conocimiento de


imagendeGreciacomocontextoculturalgeneraldondeloestético lo bello perfecto>, pero añade que sólo el segundo consigue alcan-
Winckel-
siruJ como modo y modelo de conocimiento histórico'l
no existe zar este fin, porque únicamente los griegos, no nosotros, podían ver
mann se ocupa en gran medida de un arte griego que en su naturaleza lo bello universal y sus imágenes ideales.
materialmente. ¿Cómo, entonces, estudiar una cultura
careciendo
artísticas? Debe concluirse que los griegos veían una naturalezay nosotros
de experiencia iirecta significativa de sus producciones
para sustituir la otra o, al menos, que lo que para ellos era natural por sus particula-
Sólo iabe confiar en la capacidad del lenguaje res y favorables condiciones, deben aprenderlo los artistas modernos,
puede crear
visualidad de Ia escultura y la pintura, suponiendo que estudiando sus obras de arte y leyendo los textos de Winckelmann,
donde
un objeto, el objeto de la historia que narra Winckelmann' porqug a los modernos les es <natural> una naturaleza dispersa.
pues es cuer-
lo visúal (que por definición tiene existencia material' El verbo zerstreuen, que puede leerse en el texto citado más arriba,
(que igual-
po) queda trurlududo a un modelo histórico-cultural significa, en efecto, ndispersan, pero también <desvanecer> o <des-
ello, hay que imitar a los
-"nü por definición es inmaterial)' Por virtuar>: los griegos veían a la naturaleza en su esencial unidad,
griegos y ,ro a la naturale za2 :unpunto sobre el que discuten los mis-
mientras que la nuestra -dirá Winckelmann- está dispersa, desva-
mos artistas, reconoce enlas Reflexiones'
necida o desvirtuada. El momento es importante, pues muestra con
especial claridad que no se decide el mero postulado de la imita-
ción, sino su comprensión prescriptiva y normativa en una di-
rección que rebasa 1o estrictamente artístice, pues la imitación de
IV
las obras de los antiguos (¡ en consecuencia, Ios mismos textos
Ia natu- de Winckelmann que la defienden y argumentan) debe asumir la
Bernini -se lee enla Carta- afirmaba que debe seguirse a heroica tarea de transformar lo propio, esa naturaleza, la nuestra,
partes esa belle-
ralezay no a los griegos, pues sólo aquélla da a sus
dispersa, desvanecida o desvirtuada.t Si la imitamos imitaremos
,a n"cesuria que el arte debe encontrar y sacar a la lt:z' Aunque una natural eza con las mencionadas características negativas, una
que había que
seducido en un principio por laVenus Medicea creía
naturaleza, en definitiva, que es un conjunto de partes que no con-
imitar las bellezas de la estatuaria griega, más adelante superó
este
siguen confluir en una unidad, exactamente lo contrario de lo exi-
de la naturaleza>>. winckel-
frejuicio (tras un laborioso estudio gido por el ideal clásico de belleza. Nuestra naturaleza es fea; la de
le llevó a buscar bellezas en
-u"" replica que justamente Ia estatua <¿No se los griegos, bella.
la naturaleza que sin ella le habrían pasado desapercibidas:
las estatuas grie- Frente a la imitación de los griegos, Ia Carta se declara partida-
sigue de aqui que cabe descubrir antes la belleza de
conmo- ria de la mímesis de Ia naturaleza, justificando esta opción en los
gJ, q.r" la de la naturaleza y que, por tanto' aquélla es más
(und mismos antiguos. Cuando a Lisipo se le preguntó a cuál de sus pre-
i.doru, no tan dispersa, sino más unificada, que ésta?> daJS
decesores seguía, respondió que había que imitar a la naturaleza,no
also jene rührender, nicht so sehr zerstreut, sondern
mehr in eins
camino a ningún artista, porque la imitación de la naturaleza da vida a las
vereínigt, als diese isf?).2 Winckelmann admite que tanto el figuras y anima las formas. De este modo procedió Bernini: de ahí
(el estu-
proprrá,o y seguido por Bernini y justificado enla Carta
por él (el estudio
iio directo de la naturaleza) como el défendido
l. Sigo en estos momentos la interpretación propuesta por Peter Szondi: Poetik und Ges-
chichtsphilosopie I, Frankfurt a. M.: Suhrkamp,1974,pp.34 x.
1. Cfr.D.Ferris,Sil¿nr Urns,pp'19-20' 2' Reflexiones"''p'86'
L¡ Gnrct¡ or 'WtI¡crnr.lr¡¡Nx 27
2() INrnooucclóN

belleza viable para ser imitado en la actualidad. Una aporía ya presente en


la elasticidad de ia carne de sus estatuas y de ahí, también,la
Winckelmann la primera línea de las Reflexiones, donde se entremezclan en impo-
y la vivacidad de sus esculturas. Comenta entonces el
la imitación de los antiguos sible síntesis el antiguo clasicismo normativo y el relativismo histo-
crltico consigo mismo de la Carta:
la imi- ricista moderno: <El buen gusto, que se extiende cadavez más a lo
puede ser un-camino hacia la sequedad, lo que no ocurre con
largo del mundo, coinenzó a formarse por vez primera bajo el cielo
iación de la naturaleza' porque ésta enseña variedad' como váriada
pues en la griego>. La fundamentación del mandato clasicista de la imitación
es ella misma. No es un mero juicio del gusto negativo'
y (la consideración de las obras griegas como modélicas, justificado
medida en que la multiplici dad, ralz de todo realismo naturalista
la naturale- a partir de sus específicas condiciones de surgimiento) se contradi-
de todo anticlasicismo, aparece como rasgo esencial de
(esto ce a sí misma, pues cuando más plausible resulta fundamentar un
za, su imitación legitima la representación de la multiplicidad
arte a partir de sus específicas condiciones de surgimiento (el cielo,
.,,d"lupinturaholandesaydeEurípidesfrenteaSófocles),locual,
color' el clima templado, la libertad...), tanto más problemático resulta
a su vez,-aut orízalacaricatura y la preeminencia del
afirmar su carácter modélico más allá del tiempo,las situaciones y
LaRochefocauldseñalabaquelaverdadeselfundamentoyla
las circunstancias.l Winckelmann no se da por satisfecho con ape-
causa de la belleza; ahora bien, es verdad decir o representar
las
pintores holandeses y como hizo lar a la autoridad, de Jenofonte a Rafael, pues desea que su discur-
cosas como son' como hacen los
so sea compatible con la nuevas estrategias argumentativas de la
Eurípidesensuépoca.<Nadaespequeñoeinsignificanteparael
--se lla- Modernidad, muy presentes en los textos sobre la imitación: en
arte lee en Ia Carta- y qtizápueda sacarse provecho de las
que Bernini utilizó las la valoración del cielo griego, en la concepción de la libertad de los
madas formas y figuras holandesas, al igual
las atenienses y de las formas de organización política, en la concep-
caricaturas>. Bernini, en efecto, afirmaba que les debía una de
ción del desnudo..., estrategias todas ellas que directa o indirecta-
partes más importantes de su arte, la libertad de su mano' Además'
mente apuntan a poner en primer plano las específicas condiciones
inlas Reflexiones sealaba a los artistas de la Antigüedad por haber
justa- históricas de cada época del arte. A fin de cuentas, la historificación
ido más allá de los llmites de la naturaleza común, que es
del arte es una de estas estrategias argumentativas modernas.2
mente 1o propio de los caricatos' Respecto del colorido ' la
Carta
Como también lo es el discurso sobre <el buen gusto>' Al menos
hac" s,rya, lus t.si, de Roger de Piles: en la pintura son primordia-
desde Baumgarten, el concepto del gusto designa cierta capacidad
les las prim.ru, estimulaciones que descansan en las impresiones
era para aprehender <perfecciones> más allá del conocimiento ra-
cro*áiicas que la obra produce en el espectador' Winckelmann
época' cional, esto es, sensible e intuitivamente (¡ además, con placer).
muy consciente del camino que estaba tomando el arte de su
progresivo de la imagen (o la esce- La dignificación de estas capacidades más allá de la razón permite
una dirección de un alejamiento
descargar a las representaciones artísticas de tareas de tipo metafí-
nificación) de su amada Grecia.
los elementos que atentan contra sico o moral, sometiéndolas a imperativos de naturaleza exclusiva-
¿Cómo, entonces, neutralizar
mente estética. Al igual que la historificación del arte contradice ese
h ilagen amada o la escenificación deseada? Afirmando que más
principio esencial del clasicismo que afirma el carácter modélico
allá de la historia existe una belleza ideal y perfecta al margen
de
absoluto de las obras de arte de la Antigüedad, su estetificación coli-
toda condición y circunstancia histórica. winckelmann; sin embar-
go, en aparente contradicción con este planteamiento' escribió
una
Hirtorii donde se consuma la paradoja de historificar el atemporal 1, Cfr.P.Szondi,Poetikund...,p.3O. 2' Cfr.(StrukturundGehaltu,BiüliothekderKuns-
modelo clásico, pues sólo la historificación del ideal griego lo
hace tliteratur 2: Frühklassizismus,Deutscher Klassiker Verlag: Frantfurt a. M. 1995' pp. 374-375.
L¡ Gnncr¡ o¡ \lINcrrrv¡NN 29
zB
INrnooucctóN

una tesis fundamental de Winckelmann-, está en juego mucho más


también muy presente en
siona con otro de sus postulados básicos, de lo que se ve, pues expresa una belleza ideal y sublime que se impo-
Winckelmann'latesisdequeelartedebeestarindisolublemente ne sobre 1o dado sensiblemente y lo guía: permite pensar más de lo
a contenidos discursivos de carácter
alegórico'
ligado
- que muestra a los ojos, transmite contenidos externos a la materiali-
" Lu pint,rra en las Reflexiones- se-extien-
-escribe Winckelmann dad del mismo arte, (cosas que no son sensibles>, en definitiva.
más alta meta' También en
de a lo no sensible, más aún, tal es su Enla Carta, un <enemigo de las alegorías> objeta el desbordante
a los griegos. Por ejemplo
este aspecto de la cuestión debe imitarse intelectualismo de las Reflexion¿s. De un lado, el uso abusivo de la
a Arístides, que si pudo pintar a
los griegos tal y como eran (<pia-
alegoría convertiría a todas las pinturas en jeroglíficos, de otro, exigi-
;;;;t y a li uet f.,ott', atolondrados y al tiempo obstinados' ría niveles de abstracción que contradicen la misma esencia del arte,
valientes y cobardes>) fue gracias la alegoría' utilizando imágenes
sensible y empírica. Dado que la alegoría apunta a contenidos extra-
mayor claridad si cabe se
que expresarr.on..p,ot un'l"ersales' Con estéticos, se muestra como tendencialmente no artística, porque -y
y al dibujo
;;;t; en.* Eluciáación, donde compara al colorido para poco más este es el verdadero problema- las invisibles bellezas ideales y subli-
el alma'
*r, ¿ cuerpo y al contenido discursivo con mes tienen que manifestarse en lo que se ve, en obras de arte empí-
adelante trrrzar un paralelismo entre la
pintura y la poesía' porque
ricas y sensibles, o sea, históricas. Para solucionar esta aporética exi-
en consecuen:il ul
tiene confines tan amPlios como ésta y' gencia, para mostrar de algún modo cómo la belleza ideal y sublime
"q"¿ff"le es posible seguir al poeta' siempre y cuando -más allá de
firrrot se hace presente a los sentidos,los escritos sobre la imitación acuden
que su obra narre historias'
la mera imitación natiralista- consiga al Laocoonte, a las kes Vestales y a la Madonna Sixtina de Rafael,
Elucidación Winckel-
Recapitulemos. En las Reflexiones y enla obras donde se homenajeay aclarala figura humana divinizada.
de arte de los antiguos
mann ,. proporr" demostrai que las obras No deja de ser curioso que Winckelmann también mencione a
una serie de condicio-
deben ser imitadas' pues en aquel entonces Rubens, a pesar de su expresividad barroca en la que el colorido
experimentaran
nes hicieron posiblelue aquellos bienaventurados juega un papel fundamental: porque es un <pintor poético y uni-
ensucotidiarri¿u¿tut-¿'ultutcimasdelabellezasensible'yapar- versal>, afirma enLa Elucidación. Lo sublime de su pintura condu-
la belleza
tir de esta experiencia pudieron incluso ascender hasta ce directamente a la historia, al igual que lo sublime que desea
de la imitación' pues
ideal, en sentiio platónfto' De ahí el mandato expresarse en los escritos sobre la imitación lleva asimismo a la his-
antiguos' En sentido
la belleza está representada idealmente en los toria, superando de este modo la esencial heterogeneidad entre el
a los propios grie-
estricto, Winckelmann no propone tanto imitar arte visual (sensible y empírico) y el medio lingüístico en el que
gos, cuanto a su natural.'u, p"t' sólo ellos'
por los motivos antes
ezaliberuda de todo lo acontece la reflexión (inmaterial y abstracta) sobre tal arte. Es obvio
indicados, vivieron y alcanzatonuna natural que esta condición no puede satisfacerla cualquier historia; no,
acrecerttada que mira a lo
feo, accidental y azáoso, una naturaleza desde luego, una que tenga por objeto el pasado considerado en sí
imitar a esta natura-
divino y se asienta en Io inmortal' Por lo cual' mismo, sea esto lo que sea. Winckelmann quiere una historia en la
|eza.nattra|ezaenelsentidomásaltoeideal_esimitaralosgrie- que se decide por encima de todas las cosas la posibilidad y las
y en ellasestá pre-
gos, porque en sus obras ese sentido es modélico estrategias para que el presente se relacione (lingüísticamente,
al que me refería más
sente ese acrecentamiento de la nattraleza
de esos pintores ¿cómo si no?) con un pasado cuyo arte expresaba bellezas ideales y
arriba, que nada tiene que ver con el-naturalismo sublimes con profundo valor y sentido alegórico, <la esencia del
que ternen desviarse to L¿s mlnimo de su
modelo visible y empíri-
arte), que sólo puede enunciarse como poesía. Y a este respecto no
co. En el Laocoonte, por el contrario -y
ahora sólo deseo ejemplificar
L¿ Gn¡ct¡ DE SüINcKELMANN 31
Ir¡rnooucctóN
to
prosa de Winckel- alemanes que por los griegos, entre los cuales parecen haber sido
debe olvidarse lo mucho que Goethe alababa la
hacer justicia más escasos los grandes y bellos ojos azules que los negros>.1 Pero
mann por sus cualidades literarias' Sólo el arte puede
bella' esta objeción toma pie en la confusión de la belleza con la volup-
al arte, no la voluptuosidad del goce de y con la forma
tuosidad. No puede negarse que en función de la educación y las
costumbres unos cúerpos, o unos ojos, exciten más nuestros de-
seos que otros, mas este ardor turba la armonía, unidad y sencillez,

V
cualidades esenciales de la belleza, que el escéptico y la Carta con-
funden con la causa de la efervescencia de sus pasiones. Aunque a
los <verdaderos entendidos> no les parece censurable que alguien
Dado que la belleza es uno de los mayores misterios de la naturale-
nunca' <prefiera una belleza morena a una belleza rubia>, una vez que han
,u,.rryo, efectos sólo vemos y sentimos, sin llegar a definirla
examinado los cuerpos perfectos de la aAntigüedad, (no encuen-
ro ,orpr"rrde que a la hora de captarla y expresarla Winckelmann tran en la belleza de las mujeres de cierta nación ilustre y orgullosa
adopte (e invite a sus lectores a adoptar) una muy
determinada
presencia de la los tan celebrados atractivos, porque no se dejan deslumbrar por la
actiiud mental. Hay que imaginarse -dice- estar en
esta forma blancura de su piel>.2 Los sentidos perciben y gozanla belleza, pero
infinidad de obras que el tiempo ha respetado' para de
de 1o que ha ésta <es reconocida y sentida por el espíritu>,3 ese espíritu presente
obtener una perspectiva de cánjunto; a diferencia
en el gusto de la antigüedad y que proporciona una regla absoluta,
sucedido hasta la iecha no interesa ni la mera erudición ni esa refle-
Pero por sin la cual <tomando pie en cada figura cabría descubrir, sin doc-
xión puramente teórica que deja a un lado- el sentimiento'
una visión trina alguna,la patria de.cada artista>: la mismaVenus podría tener
nr.rr,i*i.rr,o, no debe entenderse, al modo romántico,
ser extraño cierto tono francés, nariz aguileña, dedos afilados o, incluso, ojos
arrebatada y apasionada. Todo lo contrario: no suele
común' pero viva y achinados.a
que, en un principio, agrade más una figura
Tias esta caracterización negativa, Winckelmann intenta una
*irrrudu (atiactiva) qu. ot,u concebida de acuerdo con los
grandes
de esta preeminencia de do aproximación positiva. En primer lugar,la belleza dice relación a la
pri".ipi"t del Arte (sublime). La causa perfección, en segundo lugar, a la unidad y simplicidad.s Pero como il,
pasiones'
utru.tirro, sobre nlo sublime> debe buscarse en nuestras
engañar por esta estas cualidades son excesivamente elevadas para la humanidad,
excitadas por 1o atractivo. Pero no hay que dejarse tlt
sino que seduce la sucede que la belleza ideal (al margen de todo deseo y toda exci-
situación en la que no conmueve la belleza'
tación, siempre dependientes de factores en extremo azarosos y
voluptuosidad: la belleza absoiuta e ideal que busca Winckelmann,
los de- muy condicionados por circunstancias concretas y particulares) es
y qrli ftu encontrado en algunas estatuas griegas' no excita
escepticismo que' <indeterminada>, justamente porque no car?icteriza a ninguna per-
,"ór.
Qo.du así descartado de antemano ese
sona en particular y porque no exptesa ninguna pasión o movi-
tomandopieenlarelatividadantropológicadelobello'afirmala miento del alma que interrumpa las formas de la belleza o destruya
imposibilidaddetenerideasprecisasacercadelabelleza.Tesisesta
la anécdota de convertir los su unidad. La caracterización positiva se resuelve, pues, negati-
ñ; t" formula enla Cqrta al hilo de lee en las Reflexiones' fueron vamente. Quizá consciente de esta circunstancia, Winckelmann
o¡os arrrl"s en neglos. Los griegos, se
que incluso
tán cuidadosos a la hora áe engendrar niños bellos
que la Cqrta
intentaron transformar los ojos azules en negros; l. Carta..., p. I2I. 36.
a 1o 2. Historia...I, IV, II, S 39. 3. Idem 5 4. Eluci-
por los bellos dación...,p.162. 5. Historia...I,IVII,SS4l-42.
responde (que este arte habrá de ser más valorado

ll
l
32 INrnoouccrór.r La Gnncra DE WINCKELMANN

intenta transmitir su intuición mediante una metáfora acuática,


como la empleada en las Reflexiones para dar cuenta de la noble
simplicidad y la callada grandeza. <Labelleza -escribe en el 5 43
de la Historia- debe ser como el agua más limpia extraida de un
manantial puro, que es tanto más saludable cuanto menos sabor
tiene y más desprovista se halla de toda clase de partlculas hetero-
géneas>. Al margen de que la caracterización vuelva a ser negativa,
la dificultad para entender esta comparación radica en saber qué
metaforizan las expresiones <sabor> y <partículas heterogéneas>.
Sabemos, sin embargo, que esta belleza sin sabor y sin partícu-
las heterogéneas tomó cuerpo en algunas estatuas griegas, pues si
hasta el momento he hablado de las obras antiguas en general, ha
llegado el momento de intentar ser más precisos. En la periodiza-
ción que ofrece Winckelmann, el momento cumbre se subdivide en
dos fases. Historia I, IV ilI se titula <Desarrollo y decadencia del
arte griego, que puede ser dividido en cuatro épocas correspon-
dientes a los cuatro diferentes estilos>: el estilo más antiguo o arcai-
co, el estilo sublime, el estilo bello y los estilos de imitación y
decadencia. Al comienzo de su Historia, sin embargo, propone una
división triple: lo necesario, lo bello y lo superfluo. Sucede, no
obstante, que lo bello puede adoptar dos formas o dos estilos: el
sublime y el bello en sentido estricto. El problema, así como lo ver-
daderamente interesante de esta distinción, es que está realizada en
ausencia de toda evidencia visual. Como mucho, Winckelmann
puede tomar pie en dos pasajes dela Historia natural de Plinio (34,
52 y 34,65) que parecen sugerir ciertas vacilaciones en el llamado
periodo clásico, pero que en modo alguno permiten concluir la
existencia de dos estilos. Winckelmann, sin embargo, necesita por
razones teóricas establecer esta división, a pesar de las enormes
dificultades que tiene para aislar empíricamente el estilo sublime,
que le obligan a definirlo por contraste con el arcaico y con el bello Frgura J. Niobe.

y a afirmar sin mayor motivo que, por desgracia, se han perdido


<las obras de estos reformadores del Arte>.l

L Historin...I, IV III, S 290.


14 INlrnopuccróN La Gnrcr¡ o¡ $Z¡Nc¡<.er¡r¿¡NN

Seguimos sin saber qué es esa belleza semejante al <agua más


limpia extraída de un manantial puro>' aunque cabe conjeturar
que se encuentra más cerca de <lo sublime> que de <lo bello>, pues
lo sublime, definido abstracta y teóricamente como el modo de sig-
nificación visual más elevado, implica un arte en el que lo material
dice directa e inmediatamente lo inmaterial, mientras que lo bello
siempre lleva consigo cierto grado de impureza. En su intento de
explicar esta distinción para la que carece de evidencia visual, pero
que -como decíay como habrá que explicar más adelante- necesi-
ta teóricamente, Winckelmann habla de dos Gracias, la sublime y la
atractiva.l La primera de ellas, pura como el agua de un manantial'
<no quiere ni siente deseos de agradag pero quiere no ser descono-
cida>; no se comunica demasiado con los sentidos, sino <que quie-
re tan sólo hablar al espíritu>, pues lo sublime <no tiene modelon,
<se esconde en los más secretos pliegues del alma> y <le gusta la
beatífica tranquilidad del almo.
A lo largo de toda la Historia Winckelmann únicamente men-
ciona dos ejemplos del estilo sublime: Ia Niobe y la Atenea Farnesio
(Figuras 1y 2).Parucaracterizar la sublimidad de la segunda de estas
esculturas, sólo puede decir que no cabe <buscar en su fisonomía
cierta gracia que habría podido tener con rasgos más redondeados y
suaves>.z A propósito de la primera es más explícito:

Ayudado por esta misma Gracia lla sublime]' el autor de la Niobe se


atrevió a lanzarse a la región de los conceptos intelectuales para
hallar el secreto de mezclar la angustia de la muerte con la más subli-
me belleza, crear esplritus ptuos y producir formas celestiales, que,
lejos de excitar los deseos de los sentidos, sólo hacen nacer una intui-
tiva contemplación de la suprema belleza' Sus figuras no parecen
formadas para las pasiones: solamente parecen haberlas adoptado.3 Figura 2. Atenea Farnesio.

La situación es paradójica: lo absolutamente sublime, invisible e


inmaterial, tiene sin embargo que verse y, por tanto, ser materia,
pero una materia que <lejos de excitar los deseos"de los sentidos>
haga <nacer una intuitiva contemplación de la suprema bellezar'

1. Idem SS 299-301. 2. Idem 5 288. 3. Idem 5 300.


INrnoouccló¡¡ L¡ Gnnc¡¡ or rü7¡Ncr¡r¡¡¡NN
36

Winckelmann, decía, ejemplifica con la Niobeyla Atenea Farnesio'


lo cual resulta ligeramente sorprendente porque en la teoría estéti-
y sus con-
ca de la época 1o sublime solía asociarse con 1o masculino
grati-
notacionls de poder, austeridad y elevación, mientras que la
ficante sensualidad de lo bello se reservaba a lo femenino.
Decir que Winckelmann era homosexual y que, en consecuencia'
invierte el paradigma habitual es una explicación en exceso sencilla,
aunque sólo sea porque no todas las figuras femeninas son sublimes'
(que en.sus
No lt son, por ejemplo, las mujeres de Miguel Ángel'
manos se convierten en amazonas>,l tampoco las figuras femeninas
excesiva-
dela Degollación de los Inocentes de Rafael, cuyo npecho es
mente frandeo,2 ni muchos menos <las carnosas> mujeres de

Rubens.3 Las estatuas de diosas y heroínas del periodo


bello no_son
<formas redon-
sublimes porque los artistas las representaron con
deadas y una cierta plenitud de carnes>.a Sí lo es, o al menos se apro-
xima al ideal de sublimid ad,la Madonna Sixtina (Figura 3), mas por-
que es una figura que ha dejado atrás su condición de mujer para
mostrar <una intensidad más que femenina> y (una actitud espiri-
tualmente pIácida>>, aquella tranquilidad <que los antiguos hacían
que dominara en las imágenes de sus deidades>.s Por razones pareci-
das, también podrían calificarse de <sublimes>i a las TresVestales.Son
sublimes, parece' las figuras de mujer que de una u otra manera
supefan su condición sexual y que por ello -porque ni atraen ni exci-
tan- pueden encarnar ideas. No todas, pero al menos algunas figuras
femeninas alcanzanesta condición, algo imposible para las represen-
taciones masculinas, especialmente de jóvenes' que son bellos, no
sublimes' El estilo sublime supera la tigidez y dlsteza del antiguo'
pero carece de la <graciau del bello: la segunda Gracia es más sensi-
ble y más natural, expresa <una grandezamás asequible, merced a
una amable atracción>, es -afirma Winckelmann- <más excitante>'
Y nada hay más atractivo ni más excitante para la imaginación
que el estado de una eterna juventud, <la primavera de una vida

3. Elucidación..., p. 160. Figura 3. Rafael: Madonna Sixtina.


L, Reflexiones...,p.89. 2. Elucidación...'p. 158.
4. Historia... I, IV III, S 85. 5' Reflexiones...'p.96.
i8 lNrnooucctóN L¡ Gn¡cr¡ oE \fl¡Ncxnrv¡NN 39
i

inalterable, cuyo solo recuerdo nos encanta aún en la edad más para una amistad de estas características, más aún, no sólo se sabía
avanzada>r. Los jóvenes representan la idea de la inmutabilidad de capaz de ella, sino incluso necesitado de la misma en el grado más
un ser supremo: elevado: <sólo percibía su propio yo bajo la forma de la amistad>.
Quien se sabe y siente de este modo poco encuentra en el mundo
La hermosa figura de una divinidad joven y brillante provocaba el
I
externo, a menos que dé con un objeto que apague su sed _aclata
amor y la ternura, únicos afectos que pueden transportar al alma
il
Goethe- de lo sensiblemente bello y de lo bello sensible mismo:
en un dulce éxtasis. ¿Y no es en este transporte gozoso de los sen-
<pues el último producto de la naturaleza siempre acrecentada es el
tidos en lo que consiste la felicidad humana, objeto de todas las
religiones, bien o mal entendidas?t ser humano bello>. Pero la hermosura humana no sólo es rara, sino
que cuando aparece dura tan sólo un instante. En el arte, sin
I
En el siguiente capítulo dela Historia -dedicado a la represen- embargo, al, menos en aquél que mira a la belleza más pura y más
tación de divinidades adultas masculinas- escribe: sublime, cabe reencontrar esa bellezaque el mundo real niega, pues
Las huellas de esta misma juventud se encuentran marcadas ade- sólo allí el dios se hace humano para que el hombre pueda arzarse
cuadamente en las representaciones de las divinidades en la edad a la divinidad. winckelmann era capaz de alcanzar estas mareantes
rnadura, por medio de la unión dela fuetza propia de la edad viril alturas: su necesidad de amistad ybellezaencontraban alimento en
con la alegría de la plena juventud.2 el mismo objeto. con elegante elipsis, Goethe frnaltzaestos apartados
de su ensayo con las siguientes palabras: <por ello, encontramos con
Winckelmann era un platónico: si los jóvenes son bellos, todo
frecuencia a winckelmann en relaciones con bellos adorescentes,
verdadero amante de la belleza necesariamente buscará la amistad
y nunca aparece más vivo y más digno de ser amado que en tales
de los jóvenes.
instantes, a menudo tan sólo fugaceso.
I En las cartas que Winckelmann dirigía a sus más íntimos pue-
den leerse noticias de la necesidad de amistad que sin lugar a dudas
sentía: jóvenes muchachos a los que educar y con los que compar-
VI
tir su pasión por la belleza.l Y no debe olvidarse que la educación
fll' eny para la belleza -junto con el clima y la libertad- es uno de los
En su ensayo sobre Winckelmann, Goethe -que también tenía un
factores que explica la absoluta superioridad del arte griego. ya lo
fino sentido paralacaptación y disfrute de las bellezas tanto inma-
il
recordábamos al comenzar estas páginas: frente a la sequedad de la
teriaies como sensibles- asocia estos dos momentos' el de la belle-
relación alumno/preceptor, que conocía por experiencia personal
zay elde la amistad con los jóvenes.3 A diferencia de lo que sucede propia, se erige la utopía de la amistad pedagógica, cuyo lugar his-
en los tiempos modernos, donde la relación con las mujeres se ha
tórico, al igual que el de la belleza, es Grecia:
ii
elevado a grados inauditos de ternura y espiritualidad, en la Anti-
güedad apenas si sobrepasaba los niveles de las más elementales
.i
La escuela de los artistas estaba en los gimnasios, donde los jóve-
necesidades. Era normal, sin embargo, la amistad entre varones nes, a cubierto del pudor público, realizaban sus ejercicios corpo-
i
I
íntimamente unidos en la satisfacción y cumplimiento de tareas y
deberes comunes. Winckelmann -añade- sentía que había nacido l. cfr' P. Derks, <Das Leben und die wunder Johann winckermanns), en Die schande der
heiligen Piiderastie. Homosexualitiit und óffentlichkeit in der deutschen Literatur j750-1850,
l. HistoriaSl2. 2. Idem,5 69. 3. Cfr.Wnckelmannund sein" ''ed' cit' pp' 353-356' Be¡lin: Rosa Winkel, 1990.
IN:rnooucclóN La Gnrcr¡ op \7r¡crsrv¡.NN 4t
4o

rales totalmente desnudos. El sabio y el artista iban allí: sócrates a por los modernos: <la mayor parte de las veces se trata de ondeantes
instruir.aCármides,aAutólico,aLisis;Fidiasaenriquecersuarte gallardetes con lemas escritos; se comprende, pues, qué profundos
con estas bellas criaturas.l residen los conceptos>.l Frente a ello, a la hora de buscar, definir y
desarrollar un modo de vida entre varones, Winckelmann acude a las
Estas palabras de las Reflexiones apenas si permiten entrever
la envi-
parejas de amantes citadas más arriba, que alegorizan la esencia de
diosa perturbación con la que winckelmann debió leer las pá- esta amistad tal y como se manifiesta en el significado más profundo
gina, iriciales del Lisis, del Cármides, o el segundo discurso del de las mismas acciones heroicas emprendidas por los amantes, al
lrdro,donde Sócrates admira la belleza y educa las almas de estos margen de su relación corporal, desplazada ahora a un nivel alegóri-
bellos jóvenes. co. Laamistad heroica debe ser s:.blime en el mismo sentido en el que
La concepción de la pederastia que se desprende de estos y otros lo es la Mobe, si bien en aquélla persiste un resto de corporalidad que,
textos platónicos no deja de ser una estilización de la amistad entre sin embargo, debe relegarse al plano simbólico.
,ruro.", con condiciones sociales y culturales muy precisas' Desea- A diferencia de lo que sucede con la Niobe, in-deseable en su
ble idealización, mas difícil de rentabilizar <bajo otros cielos>, a no lejana austeridad, o incluso frente a la misma Venus Medicea, al
ser, claro está, en lo más lntimo e inaccesible de las fantasías
de cada
fin y al cabo engañosa belleza femenina frente al auténtico ¿ros
cual. Más interés, pues' y más presencia real en los textos de Winc- masculino, en la varonil amistad heroica encarnación de tal amor
kelmann tiene la otra posibilidad que estaba a su disposición para se impone la renuncia, como si Winckelmann -no a pesar de, ni
racionalizar more graecum esa vinculación y continuidad que él gracias a, sino desde su acusada sensibilidad homoerótica- anti-
sentía tan intensamente entre la belleza y el amor, la amistad heroi-
cipara esa aporía típicamente romántica que afirma enfáticamen-
ca.2 <El ejemplo eterno de la Antigüedad>3 pone a nuestra disposi-
te un deseo que no cabe ni rechazar ni satisfacer. En modo algu-
ción multitud de parejas de enamorados -históricas y míticas- que no deseo sugerir que desechara gratificantes encuentros con jó-
pueden servir de modelo: Teseo y'Peritoo, Aquiles y Patroclo,
venes catnerieri y parucchiere, todo lo contrario.2 Pero qué lejos
Sócrates y Alcibíades, Pelópidas y Epaminandas, Escipión y Lelio,
estas aventuras con los Donatos y los Franscheschinos de la amis-
que winckelmann no tiene ningún inconveniente en extender
tad anhelada con Lamprecht, joven pupilo suyo con el que soñó
hasta los tiempos modernos en la amistad (merecedora de <un
huir a Italia, o, muy especialmente, con Reinhold von Berg, al que
monumento eterno>) entre Nicolás Barbarigo y Marco Trevisa-
Winckelmann dedicó, como pago a una promesa, su Abhandlung
no, cuyo recuerdo <se ha conservado en un escrito breve y raro>'4
von der Fcihigkeit der Empfindung des Schijnen in der Kunst, und
Frente a la amistad pedagógica, que siempre apafece como relación
abierta que mira al futuro,la heroica tiene la ventaja adicional de l. Elucidación..., p.182. 2. Yalga a modo de ejemplo el testimonio que Casanova,
presentarse como ejemplo modélico cerrado susceptible de empleo en el libro séptimo de stHistoire de ma vie,oftece de su encuent¡o con Winckelmann. Cuen-
ta el libertino italiano que entró sin llamar en el cuarto de trabajo de Winckelmann ¡ para
alegórico. <Esta enorme virtud humana> ha sido mal representada su sorpresa, vio cómo se separaba rápidamente de un muchacho que ponía en orden sus
pantalones. El joven desapareció rápidamente mientras que Winckelmann se le acercó son-
L Reflexiones..., p. 82. 2. Sigo la interpretación de K. Schneider, Natur-Kórper...' riente diciéndole que no sacara conclusiones precipitadas a partir de 1o poco que había visto,
pp. 54yss. 3. Briefel,l4S. 4. Cft.Elucidación..',p'183ynot' adloc'Unatra' pues él, lejos de ser un pederasta, se estaba limitando a imitar a los griegos, los cuales -de
ducción al alemán de este escrito puede leerse como anexo al artículo de A' Olivieri, <Erotik todos es sabido- eran casi todos sodomitas y no Io ocultaban, sino que muchos de ellos cele-
im venedig cles 16. Jahrhunderts>, en Ph. Aries, A. Bejin (Hrs..), Die Maskert des Begehrens braron e inmortalizaron al encantandor objeto de su deseo en slrs poemas o, incluso, en
und die Metantorphosen der Sinnlichkeit. Zur Geschichte der Sextnlitiit int Abendland, Frank- grandiosos monumentos (Cfr. W. von Wangenheim, <Casanova trifft Winckelmann oder Die
Kunst des Begehrens>, en Merkur,39, 1985).
furt a. M.: Fischer, 1986.
42 IrsrnoouccróN L¡ Gnricr¿ n¡ $7rNcr¡r-uaNr.r 43

dem (Jnterrichte in derselben, un texto íntimamente relacionado Y a Usted, amigo mío, desearía volver a verlo. Esta fue su promesa
con los escritos sobre la imitación. cuando grabé su nombre enla corteza de un majestuoso y frondo-
En este ensayo, que se ocupa 1o que indica su título, la capacidad so.arce en Frascatti, donde evoqué en su compañía mi juven-
I
de percibir lo bello en el arte, así como la posibilidad y necesidad tud desperdiciaday sacrifiqué al Genio. Acuérdese de ello y de su
amigo: disfrute su bella juventud en un noble regocijo y lejos de la
de educarla, se lee que puesto que para conocer la belleza humana
i

locura de las cortes.


hay que aprehenderla en un concepto universal, los que sólo atien-
den a las bellezas del sexo femenino, y son poco -o nada- agitados El6 de agosto de 1763 Winckelmann se confiesa a Usteri:'
por las del masculino, ((no es fácil que posean una sensibilidad para
Tan sólo debo reconocer que el punto del nuevo escrito era el
la belleza en el arte innata, universal y vivaz>.De donde se sigue con
siguiente: estaba enamorado ¡y cómo! de un joven terrateniente, y
necesidad que estos varones sólo apreciarán defectuosamente el
le prometía una y otra carta; esto es, deseaba ofrecerle todas las
arte de los griegos, (puesto que sus más grandes bellezas pertene- muestras posibles de mi inclinación. Y tal vez le habría dedicado la
I
cen más a nuestro sexo que al femenino>.I Winckelmann pone misma Historia si hubiera podido modificar las cosas. Esta carta
como lema de este texto unos versos de Plndaro: (...puesto que era
l

prometida se convirtió en el escrito.


lr
bello / y pertrechado de juventud...o (Ol. 10, 103-104) ¡ a conti-
nuación, se lo dedica al joven y bello aristócrata. Traduzco la segun- Posteriormente, von Berg contrajo matrimonio e interrumpió
',1
da parte de esta dedicatoria:
toda relación, incluida la epistolar, con Winckelmann, por mucho
que éste le insistiera en que <del cielo viene la amistad y no de las
El contenido [del texto] está tomado de Usted mismo. Nuestro agitaciones humanas>,l. y a pesar de que dejara bien claro, en otra
trato ha sido breve, demasiado breve para Usted y para mi; pero se carta dirigida a von Berg el 9 de Junio de 1762, que su atracción no
me hizo presente la coincidencia de los espíritus tan pronto como
[". sólo nacía de la <figura y la planta>, sino que más bien, desde el
lo divisé por vez primera. Su formación me permitió concluir
i'
,ril
aquello que deseaba, y encontré en un bello cuerpo un alma crea-
mismo instante en el que lo vio por vez primera, había sentido
<una huella de aquella armonía que va más allá de los conceptos
da para la virtud, pertrechada con la sensibilidad para lo bello. Por
ello, mi despedida de Usted fue una de las más dolorosas de mi
1. La expresión puede leerse en la carta que cito a continuación. Es cierto que las formas
vida y nuestra común amistad es testigo de ello, también tras su de expresión epistolares del siglo xvrrt difieren de las actuales y que no era extraño que entre
partida: pues su alejamiento bajo un cielo distante no me permite varones se utilizaran locuciones que hoy en dla, tal vez,paÍezcan equívocas. fuzgue en todo
abrigar esperanzas de volver a verlo. Sea este ensayo monumento caso el lecto¡ como desee la siguiente carta que Winckelmann dirigió a von Berg el 10 de
de nuestra amistad, por mi parte pura de cualquier intención ima- Febrero de 1764: <Queridlsimo, bellísimo amigo: Todos los nombres que pudiera darle no
son suficientemente dulces y no alcanzan a mi amor, y todo 1o que pudiera decirle es dema-
ginable, y que permanece constantemente conservada y consagra-
siado débil para dejar hablar a mi corazón y a mi alma. Del cielo viene la amistad y no de
da a Usted.
las agitaciones humanas. Con cierta veneración me acerqué a Usted; por ello, su partida
parece haberme robado el más alto bien. ¡Qué no tendría que escribi¡ si tan sólo entre cien-
At final del texto, Winckelmann reconoce que a propósito de las tos de mis lectores uno sólo pudiera comprender este alto secreto! Mi queridísimo amigo,
cuestiones tratadas en é1 no cabe alcanzar mayor claridad por escri- lo amo más que a cualquier criatura, y ningún tiempo, ningún azar, ninguna edad podrán
to, sino que hay ir allí donde está la belleza y verla, Vuelve entonces aminorar este amor; pero estar alejado sin poder alcanzarlo me resulta casi más doloroso
que la misma despedida (. . . ) El 20 de este mes pienso ir a Nápoles, donde en el camino me
a dirigirse a von Berg:
entretendré con la idea de mi amigo. ¡Qué feliz serla teniéndolo a mi lado! Usted está con-
migo, va conmigo a dormir, es el sueño de mi noche! (. .. ) Beso su imagen y mu ero> (Brie-
l. Abhandlungvon der Fiihigkeit.. Rehm, K.S., p.216. fe tt[, 17 -18).
Ir.l rno ¡u c cr ó¡,r L¡ Gnrc¡¡ o¡ \ür¡¡cxErrr¿¡NN 45
44

humanos>, donde resuena <la eterna armonía de las cosasr. Porque separar la sublimidad de la amistad heroica de cualquier movi-
la plena coincidencia de las almas únicamente puede nacer entre miento erótico, en beneficio de la ostentación de una (supuesta)
dos, mientras que las restantes inclinaciones tan sólo son <esquejes v€rdad del amor y de una belleza sublime al margen de todo
de este noble tronco>. El amor en su más alto grado debe manifes- deseo, sólo posible, empero, como esa mitología que alcanza su
tarse a través de todas las capacidades posibles. Cita entonces unos miíxima expresión en las descripciones en vistas del ideal de esta-
versos delPlatonic Love de Abraham Cowley: <I thee both as Man tuas, particularmente en las delApolo Belvederey en la delTorso Bel-
and Woman prize I For a perfect love implie / Love in all capaci- vedere, que de acuerdo con Winckelmann representa a Hérculesl
ties>, y comenta que tal era el fundamento sobre el que se edifica- (Figuras 4y 5).
ban <las imperecederas amistades del mundo antiguo>, la que unía A la hora de enfrentarse a las obras de arte en general, y en par-
a Teseo y Piritoo, a Aquiles y Patroclo, porque la amistad sin amor ticular a estas dos estatuas, deben evitarse dos actitudes contrarias
es tan sólo familiaridad: <aquella, empero, es heroica y sublime por pero especulares: de un lado, aquélla que apunta a la mera fruición
encima de todas las cosas>.l de los sentidos, de otro, la fria y erudita consideración de la obra
Me he detenido brevemente en este episodio de la vida de Winc- como objeto de análisis racional. Porque, al igual que la misma
kelmann para señalar que no pudo o no supo establecer continui- Grecia en la que nacieron, las estatuas no sólo son objetos suscep-
dades, o sea, reconciliar todo el refinamiento del gusto y la deli- tibles de ser gozados sensualmente o estudiados intelectualmente,
cadeza con las formas más directas con que pueden gratificarse los sino que más allá de una y otra posibilidad constituyen una ocasión
sentidos, como sucedía en el pindárico y sublime burdel de Mrs. para despertar una meditación sobre una belleza ideal que rehúsa
Cole donde se prostituía Fanny Hill.2 O más bien sólo pudo o supo toda representación y todo análisis.
establecerlas en el medio de la escritura, porque sólo aquí cabe La descripción del Apolo genera o permite meditar sobre una
mitología de <la más elevada concepción de la idea de la juventud
l. BrideII,232-233. 2. Cfr.JohnCleland,FannyHill.Memoriasdetmamujerclepla- viril>, porque las formas de esta deidad (no son las de un favorito
cer. Ed. de José Santaemilia y Iosé Pruñonosa. Madrid: Cátedra, 2000, p. 183. Winckelmann de Venus>, sino que convienen (a un adolescente nacido para la
encont¡ó esta deliciosa novela en la biblioteca florentina del barón Philipp von Stosch mien-
realización de elevados designios>. De aquí que fuera <considerado
tras redactaba un nCatalogue raisonné> de su colección de gemas. Consideraba que estaba
escrita ucon un estilo sublime infinitamente bello> (a Hagedorn, 25-Il-I758, Briefe 1,439\ como el más bello de los dioses>,2 y por eso mismo, aunque bellísi-
y que, a pesar de ser <el libro más inmoral que haya visto el mundoo, se debe <a una cabeza mo, no es sublime en el sentido en el que lo son laNiobe olaVenus
de tierna sensibilidad y elevadas ideas, más aún, está escrita con un elevado estilo pindáricoo Farnesia, pues una figura que representa a un ser (completamente
(aFrancke, I-I-1759,BriefeI,443-444).TalvezaWinckelmannleinteresaraestanovelapor-
desarrollado) pero que a la vez expresa <el tipo de una inalterable
que en ella, al margen de otras consideraciones, pudo encontrar cierta estilización rococó de
1o erótico que, sin embargo, y a diferencia de lo que suele ser habitual en la literatura roco- juventud y la imagen de una eterna juventud>3 necesariamente
có, no oculta el brutum factum. A fin de cuentas, Winckelmann (como Goethe) tenía en gran tiene que resultar (atractiva> y poseer <gracia> en su resto de cor-
estima los idilios de Gessner, donde podía encontrar algo parecido a la novela de Cleland, a poralidad simbólica. Al final de la descripción de esta estatua que
saber, cierto sensualismo en un contexto dominado por la artificiosidad y la irrealidad. Por
otra parte, esta novela corre a cargo de una narradora femenina, lo que permite que se pres-
puede leerse en la Historia,Winckelmann reconoce que para poder
te gran atención a los actantes masculinos, o sea, que está en juego, al menos en cierto sen-
tido y en el contexto de la temática na¡rada, lo que ve la narradora femenina. Desde este
punto de vista (me refiero a la cuestión de la <recepción>) Fanny Hill es una novela <clási- l. Los textos puede leerse en Fri.tklassizismus. Bibliothek de¡ Kunstliteratur 2, pp. 149-166
H. Rüdiger, <Das Urteil eines Sachverstándigen. Winckelmann über Clelands
ca>. Cfr. Stil>¡, y 174-lS0.Vertb.lasnotasycomentariosadloc. 2, Historia...I,IVII,S58.
en Arcadia,1972,7. 3. Historia... il, I,il,S65.
INrnoouccróN La Gn¡cl¡ DE $üINcKELMANN
46

Figura 4. Apolo Belvedere (detalle).

Figura 5. Torso Belvedere.


48 I¡¡rnoouccróN LA GRECIA DE \TINCKELMANN
49

llevarla a cabo (sería preciso que el Arte mismo se dignase inspi- la bella juventud>, el Torso, por su parte, escenifica el mito de-la
rarme y guiase mi pluma>. Y tras unos párrafos de excelente prosa continuidad entre lo humano y lo divino.
alemana transidos de espíritu poético no se define la belleza encar- Si desde nuestra doble distancia temporal -frente a las descrip-
nada en esta obra, sino que Winckelmann, introspectivamente, ciones y frente a los objetos descritos- acudimos al texto de Winc-
relata los efectos que tanta belleza han obrado en é1. Se olvida de kelmann, habrá que admitir que al fin cabo nos informa más del
<todo el universo> y su espíritu adopta <una disposición sobrena- intérprete que de lo interpretado. La descripción, atendiendo al
tural>, pasa <de la admiración al éxtasis> y su pecho <se dilata y se ideal, se resuelve finalmente en una mitología estética de mediación
elevo.r En el Apolo ve e invita a ver una figura <bella por encima de y superación en la que priman y pasan a primer plano los efectos
todos los conceptos humanos de bellezo, un ser espiritual que ha que tanta belleza causan en el espectador y la tensión entre, de un
tomado forma a partir de sí mismo y no a partir de la materia sen- lado, la belleza eróticamente cargada ¡ de otro, el poder sublime y
sible. Vayamos ahora aI Torso. la elevación. En las descripciones de estas estatuas no se dramatiza
Si se penetra en los misterios del arte, el Hércules aparecerá en tanto el objeto cuanto la respuesta del espectador: un espectador
medio de sus tareas y el héroe y el dios se harán visibles a un tiem- -Winckelmann mismo- sobrepasado y seducido, aniquilado y ex-
po, porque el escultor comienza allí donde los poetas finalizan. hausto por una belleza que no puede ser ni hacer suya: los cuerpos
Éstos -escribe Winckelmann- callan tan pronto como el Alcida es masculinos, bellos pero no voluptuosos, aunque objeto de deseo,
recibido entre los dioses y contrae matrimonio con Hebe, diosa de no pueden reducirse a simple objeto de delectación.
la eterna juventud. En la en apariencia piédra informe hay que ver No se describe la obra de arte, se convierte la descripción en
a un héroe que ha dejado tras sí sus hazañas y sufrimientos, que obra de arte, en la expectativa de hacer sentir al lector 1o que Winc-
conocemos gracias a los poetas (Hesiodo, Píndaro, Eurípides...), kelmann siente y hacerle ver lo que él ve: figuras ideales en las que
mientras que 1o no visible,la representación del tránsito del hom- sólo se emplea la materia imprescindible para ejecutar y represen-
bre al dios, quedó reservada al escultor o más bien a su intérprete, tar la idea, porque importa una actitud y una forma de ver en la
en la medida en que interpreta desde un ideal que coagula en una que la materia es como esas tenues telas de Cos que permitian ver
heurística mitológica. Sólo la plasticidad y la inmediatez visual de a través suyo la construcción del cuerpo. De igual modo,la mate-
la escultura permite mostrarlo como figura divinizada y cuerpo ria debe ceñirse a la idea permitiéndola ver, la idea, en su desnudez
inmórtal (lo no visible) donde sin embargo se conserva lo visible más absoluta, más allá de todo afán erudito y clasificatorio, pero
sensiblemente: la fortalezayligereza con las que llevó a cabo sus también por encima de todo deseo, porque si la belleza absoluta es
grandes hazañas.2ElApolo es leído como mito de la unificación <de ideal, suprahistórica y atemporal ¿cómo insertarla en un orden
lafuerza del desarrollo de la edad con la delicadeza de las formas de cronológico? ¿Y cómo puede despertar deseo lo que carece de
cuerpo? Ahora bien, al igual que más arriba señalaba la tensión
L Historia... il, I, IV S 228. 2. Tal es, a grandes rasgos, la descripción ideal que de una historia de algo por definición atemporal, aquí emerge la
Winckelmann ofrece del Torso Befuedere, una estatua, no lo olvidemos, fragmentaria, pues
carece de piernas, brazos y cabeza. Esta circunstancia supone un gran desaffo para su intér-
contradicción latente en esta estética de lo imperceptible. Porque,
prete, pero también, sin lugar a dudas, una enorme ventaja, pues el hermeneuta no sólo indudablemente, hay un erotismo implícito en este juego de una
tiene, sino que además paede completa¡ dado que el mismo objeto es en último extremo un materia que oculta y alavez muestra una belleza ideal, al igual que
lugar vacío que en tanto que tal acepta recibir los más diversos sentidos desde las más varia-
das perspectivas, como la misma Antigüedad clásica que es, de igual modo, un torso frag-
en esos ropajes griegos que muestran escondiendo y esconden
mentario que autoriza, incluso exige o es, las más diversas lecturas. mostrando.
5o I¡¡rnoouccróN L¡ Gnrcr¡ Dr \(/rNcrnr.v¡Nru 5r

A modo de compensación o de cruel venganza, la renuncia al da: así como la aparente tranquila superficie del mar se quiebra por
cuerpo amado, su conversión en literatura o en mitología, genera las olas que confluyen unas en otras, de igual modo, tan dulce y
ese imaginario pleno y saturado de sexuada corporalidad que Winc-
l
suavemente, un músculo del Hércules <fluye en el otro, y un terce-
kelmann, en los escritos sobre la imitación, ya había expresado en ro, que se yergue entre ambos y parece acentuar su movimiento, se
sus descripciones del espacio social y geográfico de Grecia como pierde en aquéllos y nuestra mirada queda, por así decirlo, enreda-
I
lugar <donde los jóvenes espartanos tenían que mostrarse desnudos da en ello>.l ¿Qué se oculta y qué se descubre? ¿Qué queda en la
ante los éforos>, en esos gimnasios <donde los jóvenes, a cubierto superficie? ¿Qué tras ella? Las metáforas marítimas sugieren una
del pudor público, realizaban sus ejercicios corporales totalmente superficie de quietud ocultadora y a la vez reveladora -como las
l
desnudos>, en el teatro donde <los jóvenes más bellos danzaban des- telas de Cos- de un trasfondo de movimiento, de voluntad muscu-
vestidos>, en ese cielo que origina <las criaturas más bellas y mejor lar. No, desde luego, los músculos brutales y salvajes del Hércules
il
formadas, así como la armonía entre las inclinaciones y la formao, Farnesio (Figura 6), sino los que definen como olas el Torso o los
esos griegos imaginados o fantasmales en todas cuyas acciones <se dulcemente vislumbrados del Ap olo.
exteriorizaba una cierta complaciente elegancia ágil y flexible, a la
,que acompañaba una forma de ser alegre y placentera>, en esos diá-
I
lll ',
-''
logos de Platón que permiten imaginarse (cómo los jóvenes, entre
bromas y alegrías, hacían sus ejercicios en los gimnasios>, esos bellos VII
ft' atletas que al finalizar los ejercicios <iban juntos al baño, donde los
lir

cuerpos eran ensalivados de nuevo con aceite>, en esos cuerpos que Aunque en la actualidad, desde nuestra mirada occidental, parezca
gracias al ejercicio <adquirían el contorno grande y masculino, sin que la definición muscular es una certidumbre anatómica incon-
H
brumas ni añadidos superficiales, que los maestros griegos daban a testable y objetiva, no es así, no es evidente de suyo que tras la piel
sus estatuas>. En las descripciones de estatuas se expresa el mismo y la carne se esconda (y haya por tanto que imaginar) una estruc-
páthos que domina en la concepción winckelmanniana de Grecia, tura muscular definida.2 Alberti señalaba que así como para pintar
flr porque tanto los cuerpos perfectos como la amistad y como Grecia figuras vestidas primero había que dibujarlas desnudas y luego ves-
son realidades construidas a partir de esa mitología estética de tirlas, de igual modo, paÍa pintar figuras desnudas, primero hay
mediación y superación a la que me refería más arriba. que situar los huesos y los músculos y luego cubrirlos con carne y
ll A diferencia de los espejos, que se limitan a mostrar reflejada la piel para de esta forma mostrar con claridad dónde están los mús-
forma que se proyecta en ellos, la superficie del mar actúa alavez culos. En esta tradición intelectual -la nuestra y la de Winckel-
como elemento reflectante y como medio a través del cual puede mann*, la imaginación de los músculos) como parte integrante de
verse otra cosa.r Por eso las formas de la bella juventud pueden nuestro estilo visual, es imprescindible para poder imaginar el
I

I
compararse con ella, que a lo lejos parece <lisa y llana como un cris- cuerpo, mas sólo porque de forma explícita o impllcita distingui-
tal>, si bien en realidad <siempre está agitada y conmovida por las mos entre forma y materia.
olas>. En la descripción del Torso se lee una metáfora muy pareci-
l, <To¡so-Beschreibung in Bibliothek der schónen Wissenschaften und der freyen Künste>,
ed. cit. pp. 176-177. 2. Sobre estas cuestiones cfr. S. Kuriyama, La expresividad del
.
I

f Cfr. B. M. Stafford, <Beauty of the Invisible: Winckelmann and the Aesthetics of Imper- cuerpo y la divergencia de la medicina griega y china, Madrid: Siruela,2005, cap. 3: <Muscu-
ceptibilitp, en Zeitschrift far Kunstgeschichte, 43,l, 1980, p. 67. laridad e identidad>.
l

i
t2 IN,rnoouccróN L¡ GRrcr¡ DE rüTrNcKELM^NN 5J

Decía Aristóteles que no cabe contemplar las partes interiores


del cuerpo humano (la sangre, la carne, los huesos...) sin sentir
cierta repugnancia, pronto superada, sin embargo, por el ojo adies-
trado que sabe ver la forma oculta tras esta desagradable materia.r
Ver más, pues, para ver lo que no puede ser visto, la forma o el fin
intencional oculto y alavez desvelado por la articulación muscu-
lar. Mientras que los músculos nos identifican como agentes ca-
paces de acciones voluntarias, como un yo provisto de voluntad
muscular capaz de llevar a cabo sus intenciones, un cuerpo <desar-
ticulado> (ánarthros) es un organismo o bien inmaduro, o bien
débil, extenuado, presto a morir y carente ya de voluntad.2 Como el
Hércules de las Traquinias que agoniza entre atroces sufrimientos
envuelto en el manto envenenado con la sangre del centauro Neso
y que en esta situación se siente destruido, sin fuerzas y <desarticu-
lado>, con esa atonía muscular que presagia una muerte inminen-
te, en fuerte contraste con la articulación muscular del Torso. Del
igual modo, <la orgullosa contextura> de los músculos del Apolo
Belvedere es inseparable y refleja sus acciones, pues el artista lo ha
representado tras haber dado muerte a la serpiente Pitón: (conven-
cido de todo su poder y como sumido en una dicha concentrada,
su augusta mirada se dirige a lo lejos, hacia el infinito, y va mucho
más allá de su victoria>. Aunque sus labios y fosas nasales muestran
desdén e indignacióD, <(€rl su frente se halla reflejada una paz inal-
terable> y su mirada <está llena de calma y de dulzura, como si le
estuvieran acariciando las musasr.3 Los músculos del Torso -se
explica enla Historia- tienen una forma ideal y son máximamente
bellos, se definen de manera fácil y natural, <presentando una
cadencia armónica y variada,como la suave agitación del mar en su
calmar. La musculatura del Apolo (<imagen del más bello de los
diosesr) presenta la mayor delicadeza y puede compararse <a la
ondulación que formaría un leve céfiro sobre una pasta vítrea en
fusión; son más sensibles al tacto que a la vista>.a En estas estatuas
Figura 6. Hércules Farnesio.
l. Part.an.644b-654a. 2.Cfr.Arist. Gen.anim.732a26-7,774b13-1.4.Híp.Sobre
lageneración 18.Sófocles, Traquinias 1103.Eurípides, Orestes228. 3. Historia...II,l,
IV, S 228. 4. Historia... I, IV il, S 80.
I
54 IN:rnooucclólr LA GRECTA DE WTNCKELMANN 55

I
(máximamente bellas, pero no sublimes) lo plástico y lo inmaterial
I se dan la mano en perfecto equilibrio, porque, a diferencia de lo
que sucede en el Hércules Farnesio,la musculatura no es objeto en
I sí misma, sino expresión plástica de una voluntad soberana que
I se impone sobre lo contingente. Lo mismo sucede en el Laocoonte
(Figura 7),
I
Las obras de arte de los griegos (con mayor exactitud: la natu-
t
raleza presente en ellas) expresan la ley de todo arte en el sentido
il
más elevado, que es prescripción normativa al margen de cualquier
il determinación histórica: la noble simplicidad yla callada grandeza,
I porque estas obras, aun en las pasiones más exacerbadas y los dolo-
ü
res más intensos, muestran <un alma grande y sosegado. La metá-
fora marina vuelve a aparecer:
il

liL Así como la profundidad del mar siempre permanece en calma por

ffi,
ut
mucho que la superficie se enfurezca, del mismo modo la expre-
sión de las figuras de los griegos muestra, aun en medio de las
pasiones, un alma grande y sosegada.l

Winckelmann ejemplifica con eI Laocoonte, porque el sufri-


ffi
miento que siente y que el artista ha sabido transmitir (se exte-
tI
rioriza sin embargo sin ningún furor ni en el rostro ni en la actitud
I
en su conjunto>. Otra forma de decir lo mismo: como muestra el
li
Laocoonte, el arte griego dice (y exige normativamente) una actitud
1i
sublime como expresión de una naturaleza acÍecentada y como
superación de la mera naturaleza sensible:
li
El alma se torna más reconocible y más característica en las pasio-
I
nes intensas, pero es grande y noble en el estado de unidad, en el
I
estado de tranquilidad.2
I Figura 7. Laocoonte (detalle).
En la descripción que de esta estatua puede leerse en la Historia
se acentúa esta tendencia: se equilibran la expresión muscular del
ll
dolor corpo ral y la grandeza de alma, pues pasa a primer plano la
I
representación del sufrimiento. Laocoonte no muestra ahora, como
sucedía enlas Reflexiones,un dolor y una angustia que se exteriori-
l

l
l. Rellexiones...,p.92. 2. Reflexiones...,p.93.

I
i

i
56 INrnoouccróN L¡ Gn¡cr¡ ¡¡ \l¡Ncx¡rr¡¡NN 57

za sinningún furor ni en el rostro ni en la actitud en su conjunto, sino meditación atenta a los mismos cuerpos, no a su descomposición
una violenta lucha <entre la naturaleza que padece y el espíritu que se analítica en relaciones numérjcas o categorías anatómicas.t Si lo
encrespa contra el dolor>.l A pesar de su desolación, tal vez en ella, el bello consiste <en la multiplicidad en la unidad>,2 se manifestará
Laocoontercsulta atractivo. Su musculatura expresa <el mayor esfuer- entonces en la paradójica exigencia de una multiplicidad que es la
zo posible de las facultades humanas en su resistencia al dolon. Por vez unidad, no una unidad que organice o de sentido a la multipli-
esto, a diferencia de lo que sucede en elApolo y en el Torso, <<el movi- cidad, sino una unidad que sea multiplicidad y una multiplicidad
miento de los músculos ha sido forzado hasta más allá de lo real y que sea unidad.3 <La línea que describe lo bello es elíptica>, porque,
casi hasta lo imposible; sus músculos están amontonados como coli- al igual que la vía excéntrica de Hólderlin,a la elipse reúne en sí la
nas, sus ángulos entran unos en otros>.2 Frente a lo que sucedía en unidad y el constante movimiento: no puede ser descrita con nin-
Ias Reflexiones, en la Historia, Laocoonte exterioriza su sufrimiento; gún círculo y modifica en todos los puntos su dirección. Por eso los
con mayor exactitud, en su definición muscular <más allá de lo reab, artistas vieron en los cuerpos perfectos de los jóvenes el funda-
exterioriza una resistencia al dolor en la que éste está presente en la mento de la belleza en la unidad, la variedad y la armonía, porque
expresión. En el Laocoonte delas Reflexiones, desde luego, hay dolor, los bellos contornos de las formas juveniles son simples y ofrecen a
pero oculto tras la noble simplicidad y la callada grandeza,en la His- la vez <una infinidad de matices y contrastes>.
toria,pot el contrario, ambas cosas están presentes, el dolor y la resis- Aunque cada edad tiene su forma de belleza característica, ésta
tencia a é1, la superficie y el trasfondo, porque ahora, que está en se asocia preferentemente con los jóvenes, sobre todo en el caso de
juego de manera expllcita la belleza ideal, se confunde o se identifica una juventud como la griega, consagrada .al placer y la alegria,
la representación con lo representado,la inmaterial voluntad muscu- entregada a los ejercicios gimnásticos y cuyo deseo supremo era
lar con la material plasticidad visual de la musculatura: no una uni- asemejarse al divino Diágoras, un atleta, celebrado por Píndaro,
dad oculta tras la multiplicidad, sino una unidad que es multiplici- varias veces vencedor en los Grandes |uegos. La metáfora acuática
dad y una multiplicidad que es unidad. Por esto, en sentido estricto, -tan querida por Winckelmann- vuelve a hacer su aparición, indi-
sólo los jóvenes son bellos (como un Apolo o un Antinoo). cando ahora esa síntesis de unidad y movimiento que caracterizala
Frente a la estética del racionalismo, donde la cuestión de la belleza y los cuerpos jóvenes, lo uno por lo otro y lo otro por lo
belleza se resolvía en el plano estructural de la composición, Winc- uno, pues las formas de la bella juventud pueden compararse con la
kelmann distingue entre la perfección formal y la belleza, porque superficie del mar, <que desde cierta distancia parece lisa como un
-como señala en el breve ensayo Erinnerung über die Betrachtung cristal, aunque en realidad siempre esté agitada y conmovida por
der Werke der Kunst (1759)- esta última, al no ser cuestión <ni de las olas>. A diferencia de lo que sucede con las figuras de un hom-
número ni de medida>, debe distinguirse de las teorías de la pro- bre maduro o ya anciano (donde <la naturalezayahaterminado su
porción y la anatomla, aprehensibles y enseñables racional y cientí- labor o ha comenzado a demoler su edificio>) la juventud se define
ficamente; la belleza, por su parte, sólo resulta accesible en una
1. Cfr. F. A. Kittler, Aufschreibesystemte 1800/1900,Mnnchen: Fink, 1985, pp. 20 ss.
2. <Erinnerung úber die Betrachtung der Werke der Kunst>. W. Rehm, K.S., p. 152.
l. Historia... II, I, il, S 86. Por lo demás, Winckelmann tampoco olvida señalar que su epi- 3. Cfr. M. Cometa, <Ptesentazione> a Johann Joachim Winckelmann, Pensieri sull'Imitazio-
dermis es la como la de los antiguos griegos, por cuya piel, a diferencia de lo que sucedía con ne. A cara di... Palermo: Aesthetica edizioni, 1992, p. 19. 4. Cfr. S. Maq Hi)klerlin y
los romanos depravados por el lujo, <corría un sudor saludable, semejante al primer bello los griegos, Madrid: Visor, 2001. Sobre la metafórica de la elipse, cfr. M. Cometa, Il romanzo
que cubre la barbilla del adolescente> (Historia. ,.,1, IV ry, S 340). 2, Historia...l,lY, dell'Infinito. Mitologie, metafore e sintboli dell'etñ di Goethe,Palermo: Aesthetica edizioni,
II, S 80. 1990, pp. 87 ss.
58 INrnoouccróN L¡ Gnecl¡ DE IITNCKELMANN 59

por la indeterminación: <en las figuras juveniles la conformación que la forma suprema del arte, que es espíritu puro y forma celes-
característica del crecimiento y de la completa formación quedan tial hecha forma sensible, quedara apartey pafa que la plenitud del
indeterminadas>.l Por eso Platón ordenaba que los ancianos fre- ideal fuera, alavez, presente y ausente, con una presencia elusiva
cuentaran a los adolescentes y que entre unos y otros hubiera amis- que remite a su ausencia, pues no cabe caracterizar esta suprema
tad, para la educación de los segundos, pero también para que los belleza por su plasmáción visible, sino por sus efectos: espíritu puro
primeros recordaran los momentos dulces de su juventud. y forma celestial que <hacen nacer una intuitiva contemplación de
Más arriba señalaba que en el momento supremo del arte griego la suprema belleza>. Cualquier otra caracterizaciín que se añadie-
cabía distinguir dos estilos, el sublime y el bello. A diferencia del pri- ra a esta exquisita determinación introduciría <sabor> y <partículas
mero, el segundo permite expresar mayor multiplicidad y una expre- heterogéneas) en un ideal que por definición, como todo ideal,
sividad más marcada. Decía también que más allá de la mera ordena- debe ser pruo (como el agua de un manantial>. EL Torso y el Apolo
ción cronológica, Winckelmann necesitaba esta distinción por (que no son, sino que no se desvían del ideal absoluto) se aproxi-
razones teóricas, que en estos momentos cabe explicitar con mayor man peligrosamente a esas bellezas corporales, sensibles e indivi-
detalle a partir de las cuestiones que se nos han ido suscitando, pues duales que también atrajeron la atención de Winckelmann y a las
'la distinción obedece en gran medida a diferentes experiencias del que, sin embargo, tenía que negar el carácter de la m¡áxima belleza
'l'ri' cuerpo bello.2 La belleza suprema y sublime no autoriza decir la inü- subiime, por muy atractivas que le resultaran o justamente porque
vidualidad, pues es necesariamente una y expresa y es expresión de le resultaban atractivas. TaJvez por ello, en las descripciones de las
estatuas la seducción de la mirada se transforma en epifanía de lo
I

unidad. Por eso los grandes maestros del estilo sublime sólo buscaron
,l
la belleza en la armonía perfecta de las partes y en la elevación expre- divino consumada en el medio del lenguaje poético. Mnckelmann,
i siva, proponiéndose como objeto no lo <gracioso>, sino lo verdadero. decía, era un platónico, un platónico desgarrado entre la atracción
'i
Ahora bien, dado que sólo puede concebirse una idea de la belleza (la de la belleza sensible y la fascinación por la belleza absoluta y supre-
belleza absoluta, siempre semejante a sí misma y que estos artis- ma. De aquí la necesidad de saldar esta tensión en una teoría de los
lr'
.ri tas siempre tuvieron presente), por ello, es necesario que las obras de cuerpos perfectos, convirtiendo en discurso teórico la seducción de
estos artistas guarden semejanzas entre sí. si lo bello consiste <en la la mirada. Y Grecia, a este respecto, también resulta muy útil: ofre-
multiplicidad en la unidad>, el estilo sublime acentúa el momento de ce tanto la belleza como el discurso sobre la belleza. Por esto la
unidad, o sea,la unidad concreta a partir de una multiplicidad abs- noble simplicidad y la callada grandeza de las estatuas griegas es
tracta e indeterminada, mientras que la gracia del estilo bello reside también y al mismo tiempo <la verdadera característica de los escri-
justamente en lo contrario, pues remarca esa multiplicidad que se tos griegos de los mejores tiempos, los de la escuela de Sócrates>.l
concreta en la expresividad individual, como la que muestran las esta- Pues estos textos expresan performativamente un continuo absolu-
tuas de las que me ocupaba más arriba, que son bellas en la medida y to entre los bellos cuerpos y la belleza en sí.
porque su expresividad no se desvía de la belleza absoluta, mientras En el Hipias Mayor (287 b-288 a) interroga Sócrates: n¿Acaso las
que la Niobe expresa en sí misma la misma idea de belleza. cosas bellas no son bellas por lo bello?>, y poco más abajo aclaray
Se comprende así por qué Winckelmann necesitaba distinguir precisa que no pregunta <qué es bello>, sino <qué es lo bello>. El
-dentro del periodo clásico- entre el estilo sublime y el bello, para sofista responde que una muchacha bella, lo que ofrece ocasión

2. Cfr.K. Schneider, Natur-Kórper...,pp. 161 ss. L Rellexiones..., p. 94.

l
lii
6o IurnoouccróN LA GRECIA DE \TINCKELMÁNN 6t

para que Sócrates puntualice que si una muchacha hermosa es una VIII
cosa bella, es que hay algo por lo que las cosas bellas son bellas. La
pregunta inicial se destruye a sí misma, pues en cualquier respues- La noble simplicidad y la callada grandeza se contraponen al (pa-
ta el concepto discursivo transciende aquello que tiene que perma- rentirso>. Winckelmann se apoya en el Sobre lo sublime del Pseudo-
necer en sí: discursivamente,lo bello huye a lo incomparable.r por Longino que, siguiendo al rétor Teodoro de Gádara, define a este
esto, el diálogo acaba aporéticamente: <Creo que entiendo el senti- vicio o error literario como <un patetismo inoportuno y vacío, allí
do del proverbio que dice: lo bello es difícil> (304 e). Dificultad que clonde no es necesario tal patetismo, o desmesurado, donde debía
no cabe superar de manera teórica, pero sí en la experiencia de la ser moderado> (3, 5). Es muy probable que Winckelmann conocie-
belleza que Sócrates lleva a cabo guiado por Diotima, cuando vive ra la obra del Pseudo-Longino por la versión francesa de Boileau,
esa continuidad perfecta que le conduce de los bellos cuerpos de los donde además pudo encontrar la equiparación -ausente en el texto
muchachos y del amor a los jóvenes a la belleza absoluta que es la griego- de la <simplicidad> y la <grandeza>> con la <simplicité> yla
belleza en sí. <Los escritos griegos de los mejores tiempos> expre- <sublimité>.l Por lo demás, el mismo Boileau habla en su Art poé-
san precisamente esa continuidad vivida, la experiencia vital de esta tique de ubellezas sublimes> y en su traducción del Pseudo-Longi-
continuidad. Y Winckelmann, por su parte -tal es el auténtico no define al estilo sublime como aquél cuya sublimidad procede de
núcleo de la tesis de la imitación- desea rescatar y revivir esa expe- la grandeza del pensamiento y cuya simplicidad queda caracteriza-
riencia que comenzó a perderse cuando el momento supremo de la da por la sencillez de la expresión. Estas distinciones retóricas
unión extática con el Uno-Bien obligó a renunciar radicalmente a adquieren espesura plástico-estética en su formulación winckel-
esa belleza sensible que, de acuerdo con Platón, estaba al comienzo manniana:
de este proceso dialéctico.2 Desde aquel entonces el precario equi-
La unidad y la sencillez son las dos verdaderas fuentes de la belle-
librio del alma racional sólo pudo conseguirse al precio de una irre-
za; y gracias a estas cualidades todo 1o que decimos o hacemos
versible perversidad de lo bello y, en consecuencia, se impuso la
puede llegar a ser más o menos sublime. Lo que es grande en sí se
decadencia y la degeneración, no sólo en el arte. hace grandioso por la sencillez de la ejecución.2

Donde el Pseudo-Longino y Boileau hablan de <estilo>, Winc-


kelmann se refiere a un (alma) que aunque se torna más reconoci-
ble y más característica (es decir, más individual, menos abstracta)
en las pasiones intensas, es, sin embargo, <grande y noble> en el
l. Cfr. H.-D. Bahr, <Der Leib des Schónen>, en D. Kamper, Ch. Wulf (Hg.), Der Schein des estado de unidad y tranquilidad. De aquí que habría sido parentir-
Schónen, Góttingen: Seidl, 1989, pp.35-36. 2. Los inicios de esta triste etapa pueden
situarse en Jámblico, pero cobran carta de naturaleza con el cristianismo, cuando lo que para l. <N'y ayant rien quelquefois de plus sublime que la simple méme (... ) Que tout y est dit
Plotino aírn era proceso y continuidad se convierte en polaridad y escisión radical.
Quizá este sans exagération et avec beaucoup de simplicité, puisque c'est cette simplicité méme qui en
debilitamiento y degradación.de lo bello alcance su expresión más acabada en Eclmund fait la sublimité> (Traité du Sublhne ou du Merveilleux dans le Discours, Traduit du Grec de
Burke, para el que la cualidad de lo bello, allí donde se enclrentra presente en el máúmo Longinl,pp.l83-184). Cfr. W. Stammler, nEdle Einfalt. Zur Geschichte eines kunsttheoretis-
grado -a saber, en el sexo femenino- lleva casi siempre consigo una idea de debilidad e chen Topos>, en G. Erdmann, A. Eichstaedt (Hrsg.), I4lorte und Werke. B. Markwardt zum 60.
imperfección. Y como contrapartida de 1o bello así degradado (esto es, como expresión de la Geburstag, Berlin: Walter de Gruyter, 1961. K. Vietor, <Die Idee des Erhabenen in der deuts-
ruptura de la continuidad a la que me refería más arriba) se erige <lo sublime>. Cfr. H.-D. chen Literatur>, en Geist und Form. Aufsiitze zur deutschen Literaturgeschicht¿, Bern: Francke,
Bahr, <Der Leib des Schónen>, pp. 4f-42,46 1952. 2. Historia...,I, IV, II, S 42.
6z INl:nooucclóN L¡ Gnrcr¡ pn 'il¡Ncrrl¡l¡NN 63

so representar en el Laocoonte tan sólo el dolor, mas, de otro lado, indeterminadas. Dentro de esta categoría suprema hay dos máxi-
no haber representando su dolor habría supuesto privarlo de su mos: Apolo, que representa <la más elevada concepción de la idea de
caráctü individual, como sucedía en, el estilo arcaico. Por eso el la juventud viril> y Baco, cuya juventud ideal (se manifiesta por ras-
artista, <para unificar lo característico y 1o noble del alma>, le con- gos indecisos entre los masculinos y los femeninos>. Merece |a pena
firió <una acción que aun en el dolor era la más próxima al estado iitur por extenso las palabras de Winckelmann, Porque en ellas se
de tranquilidad>. Winckelmann matiza que <esta tranquilidad del expresa el tipo de belleza báquico complemento del apolíneo:
alma debe quedar caracterizada mediante rasgos suyos y de ningu-
na otra alma, para así representarla tranquila pero a Ia vez activa, En las figuras más bellas de Baco, se halla constantemente repre-
sentado con los miembros delicados y redondeados, caderas car-
queda pero no indiferente o adormecida>.r La belleza exige la noble
nosas e hinchadas, como las de las mujeres (".) Las formas de sus
simplicidad y la callada grandeza, pero, de otro lado, pide también
miembros son tan delicadas y fluidas, que parecen producidas por
la presencia de las pasiones del dionisiaco parentirso, si bien debi-
un soplo ligero; sus rodillas parecen las de un adolescente o eunu-
damente representadas, al margen de todo patetismo inoportuno y co, o sea, que sus huesos y músculos sólo están esbozados' La ima-
vacío. El rescate de la primigenia experiencia estética socrática (que gen de esta divinidad es la de un joven bello que, en la feliz edad de
, conducía de los cuerpos perfectos de los bellos muchachos a la ia adolescencia, experimenta las primeras sensaciones de la volup-
l[l
ill" l
belleza en sí) obliga a pensar lo apolíneo y lo dionisiaco en conti- tuosidad, y cuyo espíritu ocupado por dulces ensueños' en una
nuidad. Junto a Apolo, Baco representa la segunda especie de la especie de duermevela, trata de coordinar las imágenes fugitivas y
i juventud ideal.z verlas corwertidas en realidad. Todos los rasgos de este dios están
En la juventud se encuentra el fundamento de la belleza en la llenos de dulzura, pero la alegríaque llena su alma no inunda por
,i
unidad, la variedad y la armonía, porque las formas de un bello completo su rostro'r
I

cuerpo <están determinadas por líneas cuyo centro es mudable y Incluso cuando fue representado en su edad madura sólo su
que, caso de proseguirse, nunca llegarían a describir un círculo, barba indicaba |a edad, pues (su fisonomía, compuesta por los ras-
pues son más simples y al tiempo más variadas que un círculo, el gos más regulares y delicados y con la mirada más dulce, nos da la
't;
cual, por grande o pequeño que sea, siempre tiene un mismo cen- imagen de la amable alegtia que anima a la juventud>'z
tro y es comprendido, o comprende, otros círculos>. El círculo, en Carente de definición muscular' Baco casi apanece como un
definitiva, aunque cumple con las exigencias de unidad y armonía, deseable desnudo de mujer o, al menos, tendente hacia lo femeni-
carece de la necesaria variedad también perseguida infatigablemen-
no, pues ola segunda especie de la juventud ideal' está tomada <de
te por los griegos. La forma indeterminada de los cuerpos juveniles la naturaleza de los eunucos>. Aunque en las descripciones que
(donde <todo debe ser y nada aparece>) satisface, por el contrario,
winckelmannrealízade Apolo y Baco muchos rasgos de uno y otro
este ideal de unidad, variedad y armonía, pues aunque a primera
sean intercambiables, aunque en algunas estatuas Apolo guarde
vista parece sirnple, su bello contorno ofrece una infinidad de mati- una gran semejanza con Baco3 y aunque la mitología y los poetas
ces y contrastes, pues en las figuras juveniles la conformación autoiicen a los artistas a deiar a los espectadores indecisos sobre el
característica del crecimiento yla de la completa formación quedan sexo de sus figuras principales,a a pesar de todo ello, Apolo nunca
l. Reflexiones..., p.93. 2. Cfr. M. L. Baeume! <Winckelmanns Formulierung der
klassischen SchónheitD, en Monatshefte für detLtsche Unterricht, deutsche Sprache und Litera- l, Historia...I, IV il, S 65. 2- Historia,..I' IV il, S 66' 3. Historia...1,1Y,\
tur, 65, I, 1973, pp. 67 -68.
S 65. 4. Historia...I, IV II, S 81'
6a INrnoouccróx L¡ GnEcr¡ DE STTNcKELMANN 65

pierde su virilidad, ni es mencionado junto a hermafroditas y trados eunucos -explica Aristóteles en problemas g94 b 20-2r-
eunucos, como sucede frecuentemente con Baco, tal vez porque, a representan un interesante caso intermedio, pues aún siendo (al
diferencia de aquéI, además de ser objeto de deseo al que renunciar menos en principio) varones se parecen a las hembras, tienen voz
con sublime determinación (en el sentido de Burke y Kant), es tam- femenina y su cuerpo es amorfo e inarticula do (amorphían kai
bién, en lo que más arriba denominaba su <voluntad muscularr, anarthrían), como esos espíritus demoníacos que pueden tener un
una subjetividad con la que el espectador puede identificarse, un yo sexo, otro o ambos, pues tan tenue e incompuesta es su esencia
ideal, una imagen mítica de perfecta masculinidad en su deseable pura' porque las figuras celestiales están más allá de la diferencia-
juventud. Los eunucos, por el contrario, siempre son objeto, bien ción sexual.
para el arte, bien para un placer del que, al parecer, no se privó Labelleza ideal, decía, se forma tomando Ias partes más bellas
Winckelmann.r de distintos cuerpos: <la selección de las partes bellas y su armóni-
La articulación y definición muscular diferencia a varones cle ca asociación en una sola figura produjo la belleza ideal>. cuando
mujeres y su ausencia caracteriza a pueblos alejados de la cultura y Guido y Miguel Angel se quejaban de no encontrar modelos en
del modo de vida griego (su <cielo>), como los escitas, muchos de la naturaleza para representar, respectivamente, su Arcángel san
los cuales, por sus costumbres, <se vuelven impotentes, se dedican Miguel y su Galatea desatendían lo realmente bello; por lo demás
a trabajos femeninos, hacen vida de mujer y hasta su voz se hace -continúa winckelmann- <el rostro de esta Galatea es bastante
afeminada>; son los llamados <anarieos>>, varones en los que no corriente, yo me atrevo a sostener que no existe país donde no se
anida el dios Ares, precisa el autor de Sobre los aires, las aguas y los hallen mujeres más hermosas) y en cuanto al Arcángel de Guido
lugares (XXII). En términos muy parecidos se expresa el coro de <también es menos bello que varios jóvenes que yo he conocido>.r
ancianos del Agamenón de Esquilo: estos varones añosos no pudie- Pero los griegos, en su búsqueda incesante de la belleza, no se limi-
ron acudir a Troya, sino que se quedaron en su patria junto a los. taron a libar empíricamente la belleza en este o aquel cuerpo, sino
niños, (porque a la savia infantil que brinca dentro del pecho le que intervinieron activamente en el proceso <reflexionando sobre
pasa como a la vejez: no tiene en ella Ares su puesto) (23-77). la contextura de los eunucos, que eran escogidos entre los mucha-
Incluso antes de aislar analítica y anatómicamente la estructura chos mejor formados>, es decir, creando artificialmente <bellezas
muscular, los griegos consideraban bellos aquellos cuerpos que equívocas>, seres indeterminados, como veíamos más arriba que
presentaban determinado aspecto, una especial claridad de formas, eran los jóvenes. El ojo, el gusto y la pasión del verdadero conoce-
que les servía a su vez para distinguir entre varones y mujeres, entre dor no se detiene en este o aquel aspecto parcial y restringido, sino
griegos y no griegos, entre belicosos varones y niños o ancianos que aspira a ver y disfrutar lo bello allí donde se encuentre,2
incapaces de empresas militares.2 Desde esta perspectiva, los cas- siguiendo esa continuidad platónica ala que me referíamás arriba
y que ahora se expande a la definición sexual, porque la belleza de
1' En una carta escrita desde Nóthnitz, se refiere aLtn castratillamado Belli con el que pla- los héroes supera la diferenciación de los géneros. por eso Aquiles,
neaba viajar a Italia (Briefer,137). Y parece evidente que no le interesaba su voz, sino la per-
sona:el<bello,bellísimoBelli>r (Briefer,azl).Enotracartamenciona<albellovenanzio,chi disfrazado de mujer, pudo pasar desapercibido entre las hijas del
fa la parte di donna> (Brieferlr,T). En una tercera informa de que ha comido con <joven cas- rey de Licomedia, por eso los artistas podían representar la <belle-
trado maravillosamente bello> (Briefe ll,177) y en una cuarta afirma que junto a é1, en su
cuarto, un artista pinta el retrato de <un bello castrado de 14 años> del que está enamorado
<de cuando en cuando> (BriefelI, I83-lS4). 2. Cfr. S. I(uriyama, La expresividad del 1. Historia...I, IVII,S47. 2. <L'occhio,ilgustoelapassionedelConoscirorenon
cuerpo..., pp. 149-150. vogliono essere parziali e ristretti, ma spandersi dovunque trovono il Bello> (Brieferr,2sl).
c{.

66 INrnoouccróN L¿ Gnrc¡¡ or \Trilcr<¡L¡¿¿NN 6t

za problemáticD de Teseo, porque era un héroe al que <los obreros al mismo tiempo las estatuas resurjan, estableciendo de este modo
que trabajaban en el templo de Apolo tomaron por una muchacha y un continuo absoluto entre la descripción y el objeto descrito, como
se asombraron al ver a una joven tan hermosa entrando sola en la ciu- la que vimos que existía en la novela de John Cleland Memoirs of a
dad>.l Como quiere Platón, las cosas son bellas por la presencia en Women of Pleasure y en la (escritura platónica sobre la) educación
ellas de la belleza: la dialéctica es ascendente y descendente y el verda- en la belleza a partir de los cuerpos de los jóvenes bellos, continui-
dero conocedor asciende y desciende con despreocupación, como dad, lamentablemente, tan diftcil de vivir en la vida real.
esos jóvenes que atraen el amor y el deseo sin ser conscientes de ello,
tan descuidadamente. Cuando quiere escribir sobre la belTeza,Winc-
kelmann se encierra en una villa con <una belleza viviente>.2
Pero a diferencia de las marmóreas,las <bellezas vivientes> (jus- IX
tamente por poseer tal condición) degeneran, envejecen y -advier-
te Sexto Empírico- <nadie ama a los viejos y a los que no están en Frente a la presencia claray definida de las figuras del barroco tardío
la flor de la edad>, o 1o que es lo mismo, el proceso platónico de -en ocasiones avasalladora en su materialidad-, la plástica rococó
ascenso a la belleza debe comenzar, necesariamente, con cuerpos tiende a la difuminación y la evanescencia. Nada, pues, más alejado
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rl
jóvenes, pues sólo ellos son bellos. Los castrados adquieren así una del clasicismo winckelmanniano. Sin embargo, el desvanecimiento
I
nueva significación, pues además de alegorizar la continuidad de la de los colores y las formas encierra un progresivo proceso de abs-
.t

,l belleza en el plano de una supuesta diferenciación sexual, el fin de esta tracción que exige que el espectador complete esas imágenes apenas
I

tecnología, decía Petronio y recuerda Winckelmann, era <detener la insinuadas. Desde este punto de vista, por mucho que Winckelmann
I
I
rápida carrera de la juventud>,3 como la dietética y la eugenesia, critique la estética rococó, no estamos tan alejados de la absoluta pri-
mencionadas en los escritos sobre la imitación, y que apuntan al macia que él mismo otorga aI contour, en la medida en que supone y
mismo fin: a la técnica de la producción de cuerpos perfectos, y presupone un proceso de abstracción respecto de la materia, pues en
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como el mismo arte, que trata de estabilizar una belleza tan fugaz él se decide la representación espiritual, más allá de su transposición
como la juventud que da al artista el modelo ideal. El Apolo Belve- a la forma visible. Por eso el proceso creativo que acontece en el inte-
dere defiene una belleza perfecta justo en el momento de su perfec- rior del artista actúa como una especie de eslabón intermedio entre
ción. Con mayor exactitud: la descripción winckelmanniana de la la materia y la imagen primigenia, la idea platónica, si se desea expre-
estatua hace que ésta, en principio muda, exprese ese momento de sarlo de este modo. Así procedieron los griegos, que partlan, a modo
atemporal quietud más allá de la historia. Thl es la esencia del clasi- de modelo primigenio, de una naturaleza espiritual concebida por el
cismo winckelmanniano. solo entendimiento. En el proceso creativo, en definitiva, el artista
A lo largo de las distintas fases y versiones de su descripción del transforma en su entendimiento la forma primigenia en imagen es-
Apolo, Winckelmann se esfuerza por conseguir un lenguaje sublime piritual, para a continuación trasladarla a la rnateria.l
y pindárico, perfecto en su adecuación a la perfección de la estatua, <El pincel del artista debe estar mojado en el entendimiento>,
pues en estas descripciones de estatuas -él mismo lo reconoce- no pues tiene que permitir pensar más de lo que muestra a los ojos.2
importa el objeto, sino la invención de un nuevo lenguaje en el que
I . Cfr. I. Kreuze r, Studiefl zu Winckelmanns Asthetik. Normativitiit und historisches BewuJ3tsein,
l. Historia I, IV II, S 81. 2. BriefeIII,IT0. Berlin: Akademie Verlag, 1959, p. 35. 2. Reflexiones..., p. t10.
68 INrnooucclóN la Gnncr¡ nn \TrNcrEr¡,,r¡NN 69

Por eso los conocedores e imitadores de las obras griegas encuen- una acentuación formal de un principio abstracto por encima de lo
tran en ellas algo más que naturaleza, a saber, ciertas bellezas idea- azaroso e inesencial, porque sólo aquí, en el contour, se expresa ese
les que <han sido hechas a partir de imágenes creadas meramente momento de atemporal quietud más allá de la historia al que me
por el entendimiento>.1 Nótese cómo de manera casi imperceptible refeúa más arriba. Y de nuevo como más arriba: no exactamente en
se pasa del artista creador al sujeto que contempla la obra de arte, er contour,sino en la escritura que winckelmann lleva a cabo sobre
y empleo el verbo <contemplar> con toda intención, pues lo que se él y que establece la continuidad entre el artista y el conocedor, con-
ve son colores. Así se expresa en la Carta: vertido ahora, en el medio de la escritura, en artista.
cuadro El clasicismo de Winckelmann no es una propuesta estratégica
¿No es la magia de los colores algo tan esencial que ningún
sobre l4 necesidad de adoptar un canon estético antiquizante, pues
gusta universalmente sin ella, y que gracias a ella muchas faltas en
parte se desvanecen y en parte ni tan siquiera son notadas? exige la capacidad por parte del receptor para conceptualizar
un contenido ideal, completando de este modo la obra de arte.l
Poco más adelante: como sucedía en Grecia, donde todo permitía establecer esas con-
En la contemplación de un cuadro debe preceder algo, el solaz de tinuidades a las que vengo refiriéndome. por esto, en Egipto hubo
la vista, dice alguien; y éste consiste en las primeras estimulaciones, un arte sólo mediocre: porque no había libertad, porque los egip-
l;
no en lo que descansa en el entendimiento, que se sigue más bien cios <no habían nacido para la alegría y el placer>, porque su carác-
a partir de la reflexión.2 ter sombrío <los llevaba por naturaleza a recurrir a medios vioren-
tos para excitar su imaginación y conmover su esplritu>,2 porque
En la respuesta de la Elucidación se acentúa ese tránsito hacia el los artistas gozaban de escasa consideración y <nadie cultivaba las
sujeto al que me refería más arriba: <El colorido y el dibujo son bellas artes por el impulso del genio>,3 etc. porque Egipto, en defi-
quizá enuna pintura lo que la métrica y la verdad en una poesía. El
nitiva, no es Grecia. No se trata de regresar al arte griego, sino a la
cuerpo está ahí, pero falta el almo. Dado que el dibujo y el colori-
misma Grecia, la soñada por Winckelmann: la del clima equilibra-
do npueden alcanzarse mediante un constante ejercicio>, y puesto do, la alegría, las costumbres desenvueltas, la libertad, la expresión
que la perspectiva y Ia composición <se fundamentan en reglas pre-
contenida de las pasiones donde se conjugaban la austera sublimi-
fijadas>, por ello, constituyen algo puramente mecánico que <sólo
dad con la graciosa belleza y en la que naturaleza era unidad, la
requiere almas mecánicas para conocer y admirar las obras de un
Grecia, en suma, de los filósofos y los artistas visitando los gimna-
arte tal>, pues <los estímulos meramente sensibles sólo alcanzan la
sios, la de la juventud y la belleza, de la educación en y para la
piel e inciden poco en el entendimiento>. De donde se sigue con
belleza, de los varones agitados por la belleza masculina, de las
necesidad que quien contempla <las obras de un arte tal>, si es
grandes parejas de amigos y amantes, de los imperecederamente
conocedor, <no necesita pensar más de lo que 1o hizo el maestro>, jóvenes y bellos hermafroditas... El clasicismo, más que un fenó-
y si es un mero aficionado o un ignorante <absolutamente nada>'3
meno de producción artística, es un esquema de recepción, de
De nuevo el tema de la <continuidad>, ahora entre el artista crea-
construcción de artefactos literarios con vocación de recrear el
dor y el conocedor, a partir de ese aislamiento plástico del signifi-
cado que -de acuerdo con Winckelmann- lograron los griegos y 1. cfr' H. Beck, <Ideal undwirklichkeit derbildende Kunst im spáten 18. Jahrhundert>, en
que cabe recuperar dando la primacía total y absoluta al contour: H. Beck, P. c. Bol, E. Maek-Gérard, Ideal urd wirklichkeit der bildende Kunst im spatufl 18.
Jnhrhundert, Berlin: Gebr. Mann Verlag, f 984, p. 16. 2. Historia...I, il, S 3.
l. Reflexiones...,p.79. 2. Carta...,p.l32' 3. Elucidación"', p' 168' 3. Idem g 6.
7o IN'rnooucc róN L¡ Gn¡cr¡ p¡ \ülNc¡<rru¡NN 7Í
mundo antiguo en su totalidad paraproyectarlo performativamen- que ni tan siquiera la belleza es un mérito, porque entre ellos todo
;
te hacia el futuro. es bello. La pérdida es la condición de la historia y la Grecia de
Winckelmann exigla como imperativo estético irrenunciable Winckelmann alegoriza esta circunstancia.
I
una alegoría comprensible por sí misma, y analizaba las alegorías Al final de la Historia, retrospectivamente, bajo la terrible
que encontraba en la Antigüedad, para, a partir de tal estudio, pro- impresión de la historia de decadencia y degeneración que se ha
poner otras que pudieran servir para los artistas del futuro, pues visto obligado a narrar en estos capítulos postreros, Winckelmann
sólo así el arte podrá satisfacer su elevada misión de expresar sen- compara la Grecia del momento clásico con la visión de una verdad
sible y comprensiblemente ideas abstractas. Pero ahora vemos que perdida. Como cuando los enamorados ven partir a sus amados,
su empeño no se limita a este aspecto estético parcial, pues la ale- creyendo percibir su imagen en las velas del navío que los alejan, de
goría no toma cuerpo en esta o aquella obra de arte antigua con- igual modo <nos hemos quedado solamente con una sombra del
creta y particular, sino que la misma Grecia -Grecia en su totali- objeto de nuestros deseos>. Lapérdidano hace más que aumentar
$ii
li
dad- se convierte en enorme alegoría. Pero al proceder de este Ia fierza del deseo, hasta el punto de convertirlo en una aluci-
h modo, al convertir en concepto y reflexión aquello que antigua- nación, como aquellos que <convencidos de la existencia de los
¡,,
mente era vital e intuitivo (pues se veia y se vivía por todas partes) espectros, se imaginan ver algo donde en realidad nada existe>.I
f;tlr
,,'li Winckelmann destruye el mismo sueño de Grecia, pues si sólo se
f, La verdad y el espectro de una belleza que en algún momento fue
ii
li canta lo que se pierde, el mismo canto exige e implica la pérdida: realidad, pues hubo un momento en el que se hizo mármol visible
.I
enorgullécete de tu fracaso porque sólo él te pertenece. esa <esencia del arte> que urge recuperar, pues a través del arte rea-
De hecho, el momento cumbre no lo es de florecimiento activo parece algo que va más allá de é1.
y de realización, sino de reposo, como si en él quedaran transito-
I

riamente suspendidas o equilibradas las fuerzas que llevan al


momento de perfección y las que conducen a la fase de desintegra-
i,lr
ción, como si, en realidad, fuera una especie de <no-momento> en
la dinámica histórica de surgimiento y declive o como si estuviéra-
mos ante un punto liminar de transición entre el crecimiento y las
primeras alteraciones del declive.l La mayor parte de las ejemplifi-
caciones del ideal no se sitúan históricamente en el momento de
florecimiento del arte griego, como si las copias por las que cono-
cemos estas estatuas no fueran sólo encarnaciones de este ideal,
sino también, y tal vez sobre todo, signos de su desaparición. De ahí
el carácter esencialmente contradictorio de la reconstrucción winc-
kelmanniana del pasado, pues sólo se canta lo que se pierde y para
no perderlo: quien posee y disfruta el ideal no escribe sobre él y
quien lo hace es porque lo ha perdido, como esos pueblos para los
I

l. Cfr. A. Potts, Flesh and ldeal.., p. 53.

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ii

ll'
Viñeta 1. Timantes.

r1

Viñeta 2. Sinetas.

lt tl
út

REFLEXIONES SOBRE LA IMITACIÓN DE


LAS OBRAS GRIEGAS EN LA PINTURA
Y LA ESCUU|URA

Vox exemplaria Graeca


Nocturna versate manu, versate diurna.*
Hon¡T. ART. PoET.

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Al serenísimo y muy poderoso Príncipe y Señor


¡ 'riil
i FEDERICO AUGUSTO+
'r,l1l
Rey de Polonia, etc. Príncipe Elector de Sajonia, etc.
ll'

La primera edición delas Reflexiones (1755) inclula en su frontispicio estas tres vi-
ñetas. En la primera puede verse al pintor Timantes representando el sacrificio de Real y Sempiterna Majestad,
Ifigenia, con Agamenón tapándose el rostro. En el pergamino que sostiene el artis-
pongo estas páginas a sus pies con profunda sumisión.
ta puede leerse, en griego, una cita de la Ifigenia en Áulide de Eurípides: (exten-
diendo su manto a los ojos> (trad. carlos García Gual). cicerón (iobre el orailor
22,74),PIinio (Historianatural35,L0,73),euintiliano (II, 13) yValerio Máximo La confi.anza que deposito en esta empresa se apoya en los usos
',111
(4,8' 12) elogiaron a Timantes justamente por haber representando a Agamenón de aquella época dorada de las artes, que gracias a su Majestad Real
en esta postura, ocultando la cabeza para así esconder su dolor. La ilustración indi-
y Sempiterna vuelve a resurgir en el mundo con todo su esplendor.
ca de manera alegórica los principales puntos del escrito de winckelmann: a) que
la imitación lo es de los griegos y sólo de ellos; b) que las obras griegas (por ejem-
En los tiempos de Augusto se creía que una obra dedicada a las
pro,la Ifigenia de Timantes) enseñan que la miáxima expresión áe lós afectos sólo artes mucho perdía en sí misma si acaso era dedicada a alguien,
se consigue mediante <la noble simplicidad y la callada grandeza>>, evitando la como al mismo Augusto, padre de las artes.
expresión de pasiones desmesuradas; c) que los pintores en particular, y en gene- Sus Majestades Reales y Sempiternas han mantenido como una
ral los artistas plásticos, deben dejarse guiar por los poetas (como hizo iimantes),
pues sólo de esta manera alcanzará su arte sentido y valor alegórico. A propósito de
parte de su herencia -junto a otras grandes cualidades de estos
la segunda viñeta, w. escribe en una carta del 3 del 6 de 1755 dirigida a úd.n q.r. monarcas- la protección de las bellas artes; y un escrito sobre las
representa al persa sinetas mientras ofrece a su rey sus manos llenas de agua, npár- artes de las que Sus Majestades Reales y Sempiternas son máximos
que de todos es sabido que nadie podía aparecer ante los ojos del r"y p.ñu.on lu, conocedores y jueces supremos no puede sino ser dedicado a aquel
manos vacías¡r (Briefer, 172);la tTustración, pues, insiste en el tema de la sencillez y
a cuya más sabia decisión deben primeramente someterse.
la simplicidad, combinándolo con la metáfora del agua, tan querida por w. La ter-
cera viñeta representa al escultor Sócrates esculpiendo unas Gracias según la forma
de trabajar que W. propone en las Reflexiones (cfr. infra p. 212, nota 98.2). * Las llamadas de asterisco remiten a las Notas a la edición. Véase infra, pp. 197 ss.

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76 J. J. WTNCKELMANN

Sería justo no consagrar nada al sagrado nombre de Sus Majes-


tades Reales y Sempiternas -inmortalizadoras de las artes- que la
posteridad no reconociera al mismo tiempo como digno, pero mis
fuerzas no alcanzan a tanto. ¿Y qué, por muy grande y sublime que
pueda ser, puede presentarse a la Majestad, que no parezca peque-
ño y bajo en comparación con ella?
Lo poco que ofrezco sea al mismo tiempo una libación en honor
del dios protector del imperio de las artes, cuyas fronteras he osado
pisar; y las libaciones siempre han complacido menos por sí mis- Er suEN Gusro,* que se extiende cadavez más a lo largo del mun-
mas, que por su pura intención: ésta hablará por mí. do, comenzó a formarse por vez primera bajo el cielo griego.*
Todas las invenciones de pueblos extranjeros confluyeron en Gre-
Sempiterna y Real Majestad cia, por así decirlo, tan sólo como las primeras semillas, y adopta-
ron otra naturaléza y otra figura en el país que -se dice- Minerva,l*
Su más humilde y obediente frente a los otros, dio a los griegos como morada por el clima
servidor, moderado de las estaciones que aquí encontró, como el país que
Winckelmann
habría de producir sabias cabezas.
El gusto que esta nación ha dado a sus obras ha quedado como
cosa suya; raramente se ha alejado mucho de Grecia sin perder algo,
y bajo distantes y diferentes cielos fue conocido más tarde. Sin duda,
fue total y radicalmente ajeno bajo el cielo nórdico en la época en
la que las dos artesx cuyos maestros son los griegos encontraron
pocos admiradores,la época en la que las admirabilísimas obras de
Corregio* colgaban en los Establos Reales de Estocolmo cubriendo
las ventanas.
Y debe admitirse que el reinado del gran Augustox constituye el
auténtico y feliz instante en el que las artes, cual colonia extranjera,
fueron introducidas en Sajonia. Bajo su sucesor, el Tito alemán,* las
artes se han vuelto cosa propia de este país, y gracias a ambos el
buen gusto se ha tornado universal.
Constituye un monumento eterno ala grandeza de este monar-
ca el que, para la formación del buen gusto, haya puesto ante los
ojos de todo el mundo los mayores tesoros de Italia y todo lo per-
fecto que se haya producido en la pintura de otros países. Su celo
a Las llamadas de asterisco remiten a las Notas a la edición. Véase infra, pp.197-215.
L Plato in Timaeo, edit. Francof. p. 1044.

htl
7B J. J. lTrNcrrLMANN REFLEXToNEs soBRE LA ¡¡¿lt¡cró¡¡ DE LAs oBRAS GRIEGAs 19

para inmortalizarlas artes no descansó hasta haber dado a los artis- monedas de los reyes egipcios y sirios raramente es parangonable
tas para su imitación las verdaderas y auténticas obras de los maes- con las cabezas de estos reyes. Los grandes artistas también son
tros griegos ¡ ciertamente, de primer rango. sabios en sus descuidos: no pueden errar sin instruir al mismo
Las fuentes más puras del arte están abiertas; bienaventurado tiempo. Sus obras se contemplan como Luciano* hubo de contem-
quien las encuentra y saborea. Buscar estas fuentes quiere decir via- plar al lúpiter de Fidias:x al mismo |úpiter, no el escabel donde
jar a Atenas; y Dresden se convertirá de aquí en adelante en la Ate- reposaban sus pies.
nas de los artistas. Los conocedores e imitadores de las obras griegas no sólo
Nuestro único camino para ser grandes, más aún, para ser, si es encuentran en sus obras maestras la más bella naturaleza, sino algo
posible, inimitables,x es la imitación de los antiguos, y lo que más que naturaleza, a saber, ciertas bellezas ideales* de la misma,
alguien dijo de Homero, que sólo aprende a admirarlo quien ha que, como nos enseña un antiguo comentarista de Platón,r* han
aprendido a conocerlo, también vale para las obras de arte de los sido hechas a partir de imágenes creadas tan sólo por el entendi-
antiguos, en particular de los griegos. para encontrar el Laocoonte miento.
tan inimitable como a Homero hay que declararse partidario de él Nuestro cuerpo más bello talvez no sea más semejante al más
como de un amigo. En semejante y preciso trato hay que enjuiciar bello cuerpo griego de lo que Ificles lo fue de su hermano Hércu-
,i;i'iirr como Nicómaco* la Helena de Zeuxis*: (toma mis ojos> _dijo a un les. Si bien la influencia de un cielo suave y puro actuó sobre la pri-
,1
ignorante que deseaba censurar la imagen- <y entonces se te apare- mera formación de los griegos, los tempranos ejercicios corporales
i
., cerá una diosao. dieron a esta formación la forma noble. Tómese a un joven espar-
con estos ojos contemplaron Miguel Ángel, Rafael y poussin* tano, engendrado por qn héroe con una heroína, que en su niñez
1
Ias obras de los antiguos. Ellos bebieron er buen gusto de su fuente, nunca fue aprisionado con pañales, que desde los siete años durmió
y Rafael en el mismo país en el que surgió, pues se sabe que envia_ en el suelo, que se ejercitó desde su más tierna edad en la lucha y la
ba jóvenes a Grecia* para que dibujaran para éilos restos áe la Anti- natación; póngaselo junto a un joven sibarita de nuestro tiempo y

iti
güedad. júzguese entonces a cuál de los dos tomará el artista como modelo
una estatua realizadapor una mano romana antigua siempre se para un joven Teseo, paÍa un Aquiles, sí, incluso para un Baco.
comportará frente a un modelo griego originario como la Dido de Representado según éste sería un Teseo educado entre rosas, según
virgilio,* comparada en su cortejo con la Diana entre sus oreádes, aquéI, un Teseo educado en la carne, como juzgaba un pintor grie-
se comporta frente a la Nausicaa de Homero,* que aquél ha busca- go* de dos representaciones distintas de este héroe.
do imitar. Los Grandes |uegos constituían un poderoso estímulo para que
Laocoonte fue para los artistas de la antigua Roma precisamente todos los jóvenes griegos ejercitaran su cuerpo, y las leyes exiglan
lo quees para nosotros: la regla de polícleto,* una regla perfecta del una preparación de diez meses para los |uegos Olímpicos, y ello en
arte. Elis, en el mismo lugar donde eran celebrados. Los premios máxi-
No necesito señalar que en las obras más célebres de los artistas mos no siempre los obtenlan adultos, sino la mayoría de las veces
griegos se encuentran ciertos descuidos: por ejemplo, el delfin aña- jóvenes, como muestran las odas de Píndaro. El deseo supremo de
dido a la Venus Medicea,* que acompaña a los ninos que juegan, o la juventud era asemejarse al divino Diágoras.2n
el trabajo de Dioscórides* en su Diómedes, excepto en la figura
principal. Se sabe que el trabajo sobre el reverso de las más bellas l. Proclus in Timaeum Platonis. 2, v. Pindar. Olymp. Od. VII. Arg. dt Schol.
8o J. J. \¡trTNcKELMANN RErIExroNns soBRE LA lvrr¡ctóN DE LÁs oBRAs cRrEGAS gr

Contemplad al veloz indio que persigue a pie un ciervo: qué dibujo, pues creían que de esta forma se incrementaba la habilidad
volátiles sus humores, qué flexibles y rápidos sus nervios y múscu- para considerar y enjuiciar la belleza corporal.
los, qué ligera toda la arquitectura del cuerpo. Así nos presenta Por muy mezclada que esté con otras razas muy diferentes, la
Homero a sus héroes y asi caracteriza a su Aquiles,* sobre todo por belleza dela raza de los habitantes de la mayoría de las islas griegas,
la velocidad de sus pies. así como el exquisito atractivo que en estas islas posee el bello sexo,
Gracias a estos ejercicios, los cuerpos adquirían el contorno en especial en la isla de Quios, permite suponer con fundamento la
grande y masculino que los maestros griegos daban a sus estatuas, belleza de ambos sexos entre sus predecesores, que se enorgulle-
sin brumas ni añadidos superficiales. Los jóvenes espartanos tenían cían de serlaraza originaria, más antigua que la Luna.
que mostrarse desnudos cada diez días ante los éforos,* que impo- Todavía hoy en día existen pueblos enteros entre los cuales la
nían una severa dieta a los que comenzaban a mostrar algo de belleza ni tan siquiera es un mérito, porque todo es bello. Los escri-
grasa.* Más aún, entre los preceptos de Pitágoras* se encontraba el tores de libros de viajes* o afirman de manera unánime de los geor-
evitar cualquier adiposidad corporal superflua. Tal vez por este gianos, y exactamente lo mismo se dice de los cabardinos, una
mismo motivo, entre los griegos de los tiempos más antiguos, a los nación de la Crimeatártara.
li jóvenes que se preparaban para la lucha sólo se les permitía ali- Los griegos aún desconocían las enfermedades que destruyen
,iii, mentarse con leche durante el periodo de entrenamientos. tantas bellezas y corrompen incluso las más nobles formas. En los
¡r"'
Se evitaba cuidadosamente todo defecto corporal, y los jóvenes escritos de los médicos griegos no se menciona nunca la viruela, y
atenienses seguían el ejemplo de Alcibiades,* que en su juventud se en absolutamente ninguna de las descripciones de los griegos, que
negó a aprender a tocar la flauta porque desfiguraba el rostro. Homero desarrolla muy a menudo hasta los rasgos más mínimos,
Toda la vestimenta de los griegos estaba dispuesta de manera se alude al hoyo de las viruelas.
que no ocasionara la mínima violencia a la formadora naturaleza. El mal venéreo, y su hija, la enfermedad inglesa,* todavía no se
El desarrollo de la forma bella no sufría por los distintos tipos y enfurecían contra la bella natrtraleza de los griegos.
partes de nuestra indumentaria actual, que nos aprieta y oprime, Todo lo que, en general, desde el nacimiento hasta el pleno desa-
lt sobre todo en el cuello, caderas y muslos. Entre los griegos, incluso rrollo, se administraba y enseñaba para Ia formación del cuerpo
el bello sexo desconocía angustiosas coerciones en su atavío: las con vistas a su conservación, perfeccionamiento y adorno median-
jóvenes espartanas vestían tan cortas y ligeras que se las denomina- te la naturalezay el arte, fue llevado a cabo y utilizado en beneficio
ba <enseña-caderas>.* de la bella naturaleza de los antiguos griegos, de suerte que puede
También se sabe qué cuidadosos eran los griegos a la hora de afirmarse con la máxima probabilidad la superior belleza de sus
engendrar niños bellos. En su Callipaedia, Quillet* no muestra tan- cuerpos frente a la nuestra.
tos caminos paraalcanzar este fin como entre ellos eran habituales. Ahora bien, en un país donde leyes estrictas hubieran refrenado
Fueron incluso tan lejos que intentaron transformar los ojos azules muchas acciones de la naturaleza, como sucedió en Egipto, supues-
en negros. También para promover este propósito se celebraban ta patria de las artes y las ciencias, los artistas sólo habrían conoci-
concursos de belleza. Tenían lugar en Elis y el premio consistía en do parcial y defectuosamente las criaturas más perfectas de la natu-
armas que luego eran colgadas en el templo de Minerva. Tales raleza. Pero en Grecia, donde la juventud se consagraba al placer y
concursos no carecían de jueces sabios y meticulosos, pues la alegria, donde a diferencia de lo que sucede en nuestros días un
los griegos, como informa Aristóteles,* instruían a sus hijos en el cierto bienestar burgués nunca se opuso a la libertad de las cos-
8z J. J. \trTNCKELMANN
REFLEXToNES soBRE LA I¡¿Ir¡c¡óN DE LAs oBRAs cRIEG^s 83

tumbres, allí se mostró sin velos la bella naturaleza para instruir a Así pues, entre los griegos cualquier celebración también pro-
los artistas.
porcionaba una ocasión para que los artistas trabaran conocimien-
La escuela de los artistas estaba en los gimnasios, donde los
to exactísimo de la bella naturaleza.
jóvenes, a cubierto del pudor público, realizaban sus ejercicios cor-
En su floreciente libertad,la humanidad de los griegos no tole-
porales totalmente desnudos.n El sabio y el artista iban allí: Sócra-
raba espectáculos sangrientos, y si acaso fueron habituales en el
tes a instruir a Cármides, a Autólico, a Lisis; Fidias a enriquecer su
Asia jónica -como algunos creen- fueron suprimidos hacía mucho
arte con estas bellas criaturas. Se aprendía el movimiento de los
tiempo. Antioco Epífanes,* rey de Siria, trajo gladiadores de Roma,
músculos, los giros de los cuerpos, se estudiaba su silueta o su
haciendo que los griegos vieran el espectáculo de estos desdichados
contorno en la impronta que los jóvenes luchadores dejaban en la
seres, que inicialmente despertaron su repugnancia. Pero con el
arena.
tiempo se perdió el sentimiento humanitario y estos espectáculos
La más bella desnudez de los cuerpos se mostraba aquí en acti-
también fueron escuela para los artistas. Ctesilas* estudió aquí a un
tudes y posiciones tan variadas, verdaderas y nobles, como nunca
gladiador moribundor <en el que podía verse cuánto de su alma
podrían adoptarlas los modelos alquilados que posan en nuestras
quedaba todavla en él>.
. academias.
Estas abundantes ocasiones para observar la naturaleza favore-
,,,1,''
lli¡i
El sentimiento interior constituye el carácter de la verdad, y cieron que los artistas griegos fueran todavía más lejos: comenzaron
el dibujante que desea ofrecerla a sus discípulos académicos no
a formarse ciertos conceptos universales de la belleza, tanto de par-
,,,,,
,
obtendrá ni una sombra de este verdadero carácter a menos que tes aisladas como de todas las proporciones de los cuerpos, que se
reemplace por sí mismo lo que el alma insensible e indiferente del
elevaban por encima de la misma naturaleza; su modelo primigenio
modelo ni siente ni puede expresar mediante una acción de la que
era una naturaleza espiritual concebida por el sólo entendimiento.
es propia un cierto sentimiento o pasión.
Así compuso Rafael suGalatea.* Repárese en su carta al conde Bal-
El comienzo de muchos diálogos de Platón,* que él sitúa en los
tasar Castiglione:2 <Puesto que las bellezas> -escribe- <son tan raras
gimnasios de Atenas, nos da una imagen de las nobles almas de la
entre las mujeres, me sirvo de una cierta idea en mi imaginación>.
juventud y también nos permite concluir la identidad entre las
Los griegos representaban a los dioses y a los seres humanos
acciones y actitudes en estos lugares y en sus ejercicios corporales.
según tales conceptos sublimes más allá de la forma habitual de la
Los jóvenes más bellos danzaban desvestidos en el teatro, y
materia. En los dioses y diosas frente y nariz formaban casi una
Sófocles, el gran Sófocles, fue en su juventud el primero que ofre-
línea recta. Las cabezas de mujeres ilustres en las monedas griegas
ció a sus conciudadanos este espectáculo. Friné* se bañaba en los
tienen exactamente el mismo perfil, si bien no se dejaba al libre
]uegos Eleusinos ante los ojos de todos los griegos, y al salir del arbitrio úabajar según conceptos ideales. O podrla suponerse que
agua proporcionaba a los artistas el modelo primigenio de una
esta forma fue tan propia de los antiguos griegos como entre los
Venus Anadiomene. Y se sabe que las muchachas, en Esparta, bai-
calmucos las narices chatas y entre los chinos los ojos pequeños.
laban en cierta fiesta totalmente desnudas ante los ojos de los jóve-
Los grandes ojos de las cabezas griegas en gemas y monedas podrían
nes. Lo que aquí tal vez pueda parecer extraño, se hace más sopor-
apoyar esta suposición.
table si se piensa que los cristianos de la iglesia primitiva, sin nada
que les cubriera, tanto varones como mujeres, eran bautizados al l. Algunos suponen que este gladiador, del que habla Plinio, es el famoso Gladiador Ludo-
mismo tiempo y en una y la misma fuente bautismal. visi, que hoy en día se encuentra en la gran sala del Capitolio. 2. v. Bellori Descriz.
Delle Imagini dipinti da Rafaelle d'Vrbino (¡ c. Roma. 1695. fol.
R¡nL¡xroN¡s soBRE LA l¡¡rr¡cró¡¡ DE LAs oBRAS GRIEGAS g5,
84 J J. v/INcKELMANN

En sus monedas, los griegos representaron a las emperatrices te los mismos pliegues, se alzaonduladamente una suave vibración,

romanas justo según estas ideas: las cabezas de una Livia y una de tal modo que estos pliegues parecen formar un solo todo y en su

Agripina tiene exactamente el mismo perfil que poseen las de una conjunto una sola noble presión. Estas obras maestras nos mues-
Artemisa y una CleoPatra. tran una piel que no está en tensión, sino que se extiende suave-
En todo ello se observa que la ley prescrita por los tebanos a sus mente sobre una carne sana, que llena la piel al margen de toda hin-
artistas,* <imitar la naturaleza de la mejor manera bajo pena de chada turgencia y que en todas las flexiones de las partes carnosas
castigo>, también fue observada como una ley por otros artistas en sigue su dirección de una manera unitaria. La piel nunca forma,
Grecia. Donde el suave perfil griego no podía emplearse sin menos- como en nuestros cuerpos, pequeños pliegues aislados que se des-
cabo de la similitud, seguían laverdad de la naturaleza, como puede tacan de la carne.
verse en la bella cabeza de |ulia, hija del emperador Tito, esculpida Del mismo modo,las obras modernas se distinguen de las grie-
por Evodo.l* gas por un conjunto de pequeñas marcas, así como por los de-
Pero la ley <hacer a las personas similares y al mismo tiempo masiados y demasiado sensuales ho'yuelos, los cuales, cuando se
más bellas> siempre fue la ley suprema que los artistas griegos encuentran en'las obras de los antiguos, quedan suavemente aludi-
reconocían por encima de ellos, y presupone necesariamente el dos con ahorrativa sabiduría y según la medida de la más perfecta
¡'I
propósito por parte del maestro de tomar en consideración una y más plena naturaleza de los griegos, siendo a menudo sólo adver-
tidos por una sensibilidad educada.
irll

naturaleza más bella y más perfecta. Polignotox la observó cons-


'

tantemente. Así pues, es verosímil que en la formación de los bellos cuerpos


Así pues, cuando se dice que algunos artistas procedieron como griegos, asl como en las obras de sus maestros, haya habido mayor
Praúteles,* que esculpió asuVenus de Cnido según su amante Cra- unidad estructural, una ligazón más noble de las partes, una medi-
tina,* o como otros pintores, que tomaron a Lais* como modelo de da más rica de la plenitud,* sin las enjutas tiranteces ni las excesi-
las Gracias, ello sucedió, creo, sin apartarse de las mencionadas vas cavidades de nuestros cuerpos.
grandes y universales leyes del arte. Labelleza sensible dio al artis- No puede irse más allá de la verosimilitud. Pero esta verosimili-
ta la bella naturaleza; la belleza ideal los rasgos sublimes: de aqué- tud merece la atención de nuestros artistas y conocedores del arte,
lla tomó lo humano, de ésta lo divino. tanto más cuanto que resulta necesario liberar la veneración de los
Si alguien tiene inspiración suficien¡e para mirar en lo más ínti- monumentos de los griegos de los prejuicios que muchos les han
mo del arte, entonces, si compara la composición de conjunto de achacado, para no parecer que atribuimos mérito a su imitación
las figuras griegas con la mayoría de las modernas, especialmente tan sólo porque huelen a moho.*
aquéllas en las que se sigue más a la nataraLeza que al gusto antiguo, Este punto, sobre el que están diüdidas las opiniones de los
muchas veces encon tr ar á b ellezas todavía poco exploradas. artistas, exige un tratamiento más detallado de lo que permite el
En la mayoría de las figuras de los maestros más recientes se ve propósito del presente escrito.
en las partes comprimidas del cuerpo pequeños pliegues, incluso Se sabe que el gran Bernini* fue uno de los que quiso discutir a

excesivamente marcados; por el contrario, allí donde las figuras los griegos la preeminencia tanto en 1o que hace a la bella naturale-
griegas, en partes igualmente comprimidas, muestran precisamen- za, como en la belleza ideal de sus figuras. Opinaba además que la
naturaleza sabe dar a todas sus partes su belleza necesaria y que el
l. v. Stosch Pierres grav. Pl. XXI^Iil.
arte consiste en encontrarla. Se vanagloriaba de haber superado un
B6 J. J. rü(/rNcrrLMANN RsFr-rxroN¡s soBRE LA r¡¡rr¡cróN DE LAs oBRAs cRIEcAs B7

prejuicio en el que había incurrido inicialmente víctima de la seduc- segunda] enseña qué medida de la más bella naturaleza puede en-
ción de la Venus Medicea, pero que luego, sin embargo, percibió en cumbrarse sobre sí misma atrevida pero sabiamente. Tal imitación
diferentes ocasiones tras un laborioso estudio de ra natuialeza.l enseñará a pensar y concebir con seguridad, en tanto en que ve aquí
Así pues, la venus le enseñó a descubrir bellezas en la naturale, definidas las más elevadas fronteras de lo humanamente bello ¡ al
za que é1, previamente, sólo creía encontrar en ella,la Venus, sin la mismo tiempo, de 1o divinamente bello.
cual no habría buscado en la naturaleza. Si el artista toma pie en este fundamento, permitiendo que la
¿No se sigue de aquí que
cabe descubrir antes ra belleza de las estatuas griegas qrre la de la regla griega de Ia belleza conduzca sus manos y su sensibilidad, se
naturaleza )r gue, por tanto, aquélla es más conmovedora, no tan encuentra entonces en el camino que con seguridad le conducirá a
dispersa, sino más unificada, que ésta? Así pues, al menos, el estu_ la imitación de la naturaleza. Los conceptos de la Antigüedad de
dio de la naturaleza será un camino más largo y trabajoso para el totalidad y de lo perfecto en la naturaleza le harán más nítida y más
conocimiento de lo bello perfecto de lo que lo es el estudio de la perceptible nuestra naturaleza dividida: en el descubrimiento de su
Antigüedad. Bernini no indicaba el camino más corto a los jóvenes belleza sabrá ligarla con lo bello perfecto, y con la ayuda de las for-
artistas a los que siempre dirigía a lo más bello en ra natualeza. mas sublimes que constantemente le están presentes se convertirá
'¡,li
' Laimitación de lo bello de la naturaleza estáo bien dirigida a un en una regla para sí mismo.
," '
asunto particular, o bien reúne las notas de diferentes asuntos par-
t,',,
,

Entonces, y no antes, podrá el artista, especialmente el pintor,


,il ticulares,llevándolos a una unidad. Lo primero implica hacer una entregarse a la imitación de la naturaleza en aquellos casos, como
copia similar, un retrato; es el camino de las formas y figuras holan- en las vestiduras, en los que el arte le autoriza a desprenderse del
desas. Lo segundo es el camino hacia lo bello universal y sus imá-
modelo de mármol, concediéndose más libertad, como hizo Pous-
genes ideales, y es el camino que tomaron los griegos. pero la dife- sin.* Pues como dice Miguel Angel <quien constantemente siga las
rencia entre ellos y nosotros es la siguiente: los griegos alcanzaban huellas de otro, nunca avanzará,y quien no sabe hacer nada bueno
estas imágenes aunque no las tomasen de cuerpos bellos, a saber, por sí mismo, tampoco sabrá servirse bien de las cosas de otros>.
ii,
'll mediante la observación cotidiana de lo be[o de la naturaleza, que
"'ti Las almas para las que la naturaleza ha sido propicia,
a nosotros, sin embargo, no se nos muestra todos los dias y rara_
mente del modo como el artista lo desea.
Quibus arte benigna*
Nuestra naturaleza no producirá fiícilmente un cuerpo tan per- Et meliore luto finxit praecordia Titan,
fecto como el que posee el Antinoo Admirando* y no será poriUt"
formarse una idea por encima de las más que humanas proporcio_ tienen aquí abierto el camino de la originalidad.
nes de una divinidad bella como el Apo Io vaticano:* lo que la natu- En este sentido hay que tomar lo que dice Piles,* que en la época
raleza,el espíritu y el arte han sido capaces de producir, queda aquí en la que la muerte se acercaba, Rafael se esforzaba en abandonar el
ante nuestros ojos. mármol y en seguir totalmente a la naturaleza. El verdadero gusto
creo que su imitación podrá enseñar a ser sagaces más rápida- de la Antigüedad le había acompañado constantemente aun en
mente, porque aquí, en la primera de estas obras, se encuentra uni_ medio de la naturaleza común,* y todas las observaciones de esta
ficado aquello que está diseminado por toda la naturaleza, y naturaleza se habían convertido en é1, mediante una especie de
[la
transformación química, en aquello que constituía su esencia y su
l. v. BaldinucciVita ilel Cav. Bernino. alma.
¿,

88 J. J. IhNCKELMANN
VTNcKELMANN RErLaxroNEs soBRE LA I¡¡lr¡c¡óN DE LAs oBRAs cRIEGAs 89

Tal vez habría dado a sus pinturas mayor variedad, vestiduras mente juveniles, no en las femeninas, que en sus manos se convier-
más amplias, más colorido, más luz y sombras; sin embargo, de esta ten en amazonas.*
manera sus figuras habrían sido menos apreciables que por el noble El artista griego, por el contrario, traz6 el contour de todas sus
contorno y el alma sublime que había aprendido a representar gra- figuras hasta el más mínimo detalle, también en los trabajos más
cias a los griegos. finos y elaborados, tales como cameos. Piénsese en el Diomedes y el
Nada puede mostrar con mayor claridad la preeminencia de la Perseo de Dioscórides,lx en el Hércules con Iole debido a Teucro,z* y
imitación de los antiguos sobre la imitación de la naturaleza que admlrese a los aquí inimitables griegos.
cuando a dos jóvenes, supongamos que de idéntico talento, se les Parresio* es considerado por lo general como el más poderoso
hace estudiar al uno la Antigüedad, al otro la mera naturaleza. Éste en el contour,
representaría la naturaleza como la encuentra: si fuera italiano pin- También en las vestiduras de las figuras griegas domina un
taría figuras talvez como Caravaggio;* si holandés, caso de ser afor- magistral contouri objetivo fundamental del artista, que también a
tunado, como |acob Jordans;* si francés, como Stella.* Pero aquél través del mármol muestra la bella construcción de su cuerpo'
representaría la naturaleza como ella quiere ser, y pintaría figuras como a través'de una tela de Cos.x
como Rafael. Pueden aducirse aquí como grandes modelos la Agripina," tra-
lii
I
Aunque la imitación de la naturaleza pudiera ofrecer todo al bajada con elevado estilo, y \as Tres Vestales de la Colección Real de
ilrrr
artista, por medio de ella, ciertamente, no podría alcanzar la correc- Antigüedades de Dresden. Presumiblemente, la Agripina no es la
ción en eI contour,* que sólo puede aprenderse de los griegos. madre de Nerón, sino Agripina la Vieja, esposa de Germánico.
En las figuras de los griegos, el contour más noble unifica o cir- Tiene una similitud muy grande con una estatua erguida de preci-
1:
cunscribe todas las partes de la naturaleza más bella y de la belleza samente esta Agripina que se encuentra en la antesala de la biblio-
jl
ideal, o es más bien el concepto más elevado de ambas. Eufranor,* teca de San Marcos en Venecia.3* La nuestra es una figura sentada,
que descolló tras la épocade Zeuxis, es considerado el primero que mayor que el natural, con la cabezaapoyadasobre la mano derecha.
le dio la manier más sublime. Su bello rostro muestra un alma sumergida en profundas réflexio-
lrl
Muchos artistas modernos han querido imitar el contour grie- nes y que, ajena a toda sensación externa, parece indiferente ante
go, pero casi ninguno lo ha conseguido. El gran Rubensx está muy preocupaciones y congojas. Podría suponerse que el artista ha que-
lejos del contorno griego de los cuerpos, y más aún en aquellas rido representar a la heroína en el momento de tribulación en el
obras que hizo antes de viajar a Italia y antes de su estudio de los que le fue anunciado el exilio a la isla Pandataria.
antiguos. Las Tres Vestales* son dignas de admiración desde una doble
La línea que separa la plenitud de la naturaleza de lo superfluo perspectiva. Son los tres primeros grandes descubrimientos realiza-
de la misma es muy pequeña, y los más grandes maestros modernos dos en Herculano; pero lo que las hace aún más apreciables es la
se han desviado mucho por ambos lados de esta frontera no siem- gran manier* de sus vestiduras. En este aspecto del arte, las tres,
pre perceptible. Quien ha querido evitar un contour famélico* ha pero especialmente la que es mayor que el natural, son comparables
caído en la hinchazón; quien quiere evitar ésta, cae en la escualidez. con la Flora Farnesia* y con otras obras griegas de primer rango.
Miguel Ángel* es quizá el único del que podría decirse que
alcanzala Antigüedad; pero sólo en las figuras poderosas y muscu- XXX. 2' v.Mus. Flor. T' V. 3.
L v. Stosch Pierres grar. pl. XXIX. ll. T. tt. Zanetti
losas, en los cuerpos de la edad heroica; no en las figuras suave- Staue nell' Antisala della Librería di S. Marco, Venez. 1740' fol.

-"f*":gr=sik l'¡] r -.
-¿Ér-a'L'tf[All :j:-*-
.L

9o J. J. $ürNcrrLMANN REFLEXIoNES soBRE LA Iu¡r¡c¡óN DE LAs oBRAS GRIEGAS 9r

Las otras dos, de tamaño riatural, son tan parecidas entre sí que ras una sala terrena, donde estaban ellas solas. La totalidad de la aca-
parecen deberse a una y la misma mano; sólo se diferencian demia y todos los artistas de Viena estaban indignados, pues se
en la
cabeza y en el tocado del cabello. y puesto que todas las copias comenzó a hablar oscuramente de su venta, y todo el mundo las
son
más rígidas y frías que su modero original, han tenido q,r. hub", miró con ojos apenados cuando fueron llevadas deViena a Dresden.
sido hechas por la mejor mano, más aún, por el mismo maestro Antes de que esto sucediera, el famoso Matielli,*
tomando como modelo su propia obra, como afirma un crítico
de
arte griego. Sin embargo, en lo que atañe a las vestiduras no puede al que Policleto dio la medida y Fidias el escalpelo
decirse que ninguna de estas vestales sea copia de las otras. Algarotti*
La cabeza de estas dos figuras no está cubierta con ningún velo,
locual, sin embargo, no hace dudoso ei calificativo d. uertJl"r, pu.s pudo copiarlas en arciLla con la miíxima diligencia, compensando
cabe demostrar que también en otros lados se encuentran de este modo su pérdida. Algunos años más tarde las siguió, y llenó
sacerdo-
tisas de vesta sin velo. o más bien parece, dados los poderosos Dresden con las obras inmortales de su arte: pero sus sacerdotisas
plie-
gues que el vestido forma tras el cuello, que el velo, que siguieron siendo su modelo para la draperie,* su punto fuerte hasta
no es una
parte separada del vestido, como cabe ver en la vestal mayor, yace su vejez, lo cual, al mismo tiempo, constituye un no infundado pre-
, li i¡l' plegado detrás. supuesto de su excelencia'
,',1, Merece la pena dar a conocer al mundo que estas tres piezas
.l La palabra draperie indica todo aquello que el arte enseña acer-
'li'l
t:
divinas indicaron los primeros pasos para los posteriores descubri- ca de la vestimenta de las figuras desnudas y sobre los pliegues en
mientos de los enterrados tesoros de la ciudad de Herculano. los ropajes. Tras la bella naturalezay el noble contour, esta ciencia
Llegaron a la L:uz del dla* cuando su recuerdo yacía, por así constituye la tercera primacía de las obras de la Antigüedad'
t';i;r decirlo, bajo el olvido, como la misma ciudad, enterrada y sepultu_ La draperie de las Vestales es de Ia manier más elevada: los peque-
t'' da bajo sus propias ruinas: en una época en la que el tris;e ños pliegues surgen mediante una suave oscilación de las partes más
destino
L que afectó a este lugar era conocido casi exclusivamente por grandes y vuelven a perderse en ellas con una noble libertad y una
'il,t','l
,
el
lril informe de Plinio el |oven* acerca del final de su pariente, que suave armonía del todo, sin ocultar el bello contour deldesnudo, que
le
sorprendió junto con la devastación de Herculano. aparece ante los ojos sin violencia alguna. ¡Qué pocos maestros
Estas grandes obras maestras del arte griego fueron transporta_ modernos quedan libres de censura en esta parte del arte!
das bajo cielo alemán,y allíveneradas, cuando Nápoles, po, Sin embargo, hay que hacer justicia a algunos grandes artistas,
io q.r"
sé, aún no tenía la felicidad de poder mostrar ningrin especialmente pintores modernos, por haberse apartado en ciertos
herculano.
-árr,r*.rrto
casos, sin menoscabo ni de Ia naturaleza ni de la verdad, del cami-
Fueron descubiertas en el año 1706 en portici, Nápoles, en una no al que los maestros griegos se atuvieron habitualmente en la ves-
bóveda enterrada, F puesto que el terreno se excavó en una timenta de sus figuras. La mayor parte de las veces la draperie grie-
finca
del príncipe de Elbeuf, fueron a parar inmediatamente después, ga está elaborada siguiendo ropajes tenues y húmedos, que' en
junto con otras estatuas de mármol y bronce allí mismo consecuencia, como saben los artistas, se ciñen a la piel y al cuerpo,
descubier-
tas, a las posesiones del príncipe Eugenio en Viena. permitiendo ver su desnudez. Toda la vestimenta exterior de las
Para tener un lugar exquisito donde poder exponerlas, mujeres griegas era de una tela muy fina; de aqul que se denomine
este gran
conocedor del arte hizo construir expresamente para estas peplon, velo.
tres figu-
a2 J. J. VTNcTTLMANN REFLExToNES soBRE LA IIr,IItl¡ctó¡'¡ DE LAs oBRAs cRIEG^s 93

Que los antiguos no siempre hicieron vestimentas con delicados Sófocles: su desgracia nos llega hasta el alma, mas querríamos po-
pliegues, lo muestran sus relieves, las pinturas antiguas especial-
¡ der soportar la desgracia como lo hace este gran varón.
mente,los bustos antiguos. El bello Caracala de la Galería Real de La expresión de un alma tan grande sobrepasa las creaciones de la
Antigüedades de Dresden puede atestiguarlo. bella naturaleza: el artista tenía que sentir en sí mismo la fortaleza del
En los tiempos modernos se lleva un vestido sobre otro en
¡ espíritu que imbuía en su mármol. Grecia tenía artistas y sabios en
ocasiones, vestimentas muy pesadas, que no pueden caer en plie- una sola persona, y más de un Metrodoro.* La sabiduría daba la
gues tan suaves y fluidos como las de los antiguos. Esto, en conse- mano al arte insuflando en sus figuras almas más allá de lo común.
cuencia, dio ocasión a nueva manier de tratar las grandes superfi- Con las ropas que el artista tendría que haber dado a Laocoonte
cies de las vestimentas, en la cual los maestros modernos pueden en su calidad de sacerdote, habríamos sentido tan sólo la mitad de su
mostrar su ciencia no menos que de la manera habitual entre los dolor. Bernini creía incluso descubrir el inicio del efecto del veneno
antiguos. de la serpiente en el entumecimiento de una pierna de Laocoonte'
Carlo Maratta* y Francesco Solimena* pueden considerarse a Todas las acciones y posiciones de las figuras griegas que no
este respecto los más grandes. La nueva Escuela Veneciana,x bus- quedan englobadas bajo este carácter de la sabiduría, sino que son
cando ir aún más lejos, ha exagerad o esta manier en la medida en
¡ excesivamente ígneas y salvajes, caen en el error que los artistas
que no persigue sino grandes superficies, sus vestidos son, por ello, antiguos denominaban p arentir s o.*
rígidos como el metal. Cuanto más tranquila es la postura del cuerpo, tanto más adecua-
La caracteristica universal que otorga la primacía a las obras da resulta para expresar el verdadero carácter del alma: en todas las
maestras de los griegos es, al fin y al cabo, una noble simplicidad y posiciones que se apartan en exceso del estado de tranquilidad, el alma
una callada grandeza,* tanto en la posición como en la expresión. no se encuentra en el estado que le es más propio, sino en un estado
Así como la profundidad del mar siempre permanece en calma por violento y forzado. El alma se torna más reconocible y más caracterís-
mucho que la superficie se enfurezca, del mismo modo la expresión tica en las pasiones intensas, pero es grande y noble en el estado de uni-
de las figuras de los griegos muestra, aun en medio de las pasiones, dad, en el estado de tranquilidad. Haber representado en el Laocoonte
un alma grande y sosegada. tan sólo el dolor, habríasido parentirso;por ello, para unificar lo carac-
Este alma se muestra en el rostro, y no sólo en él', de Laocoonte, terístico y lo noble del alma, el artista le confirió una acción que aun
incluso en medio del sufrimiento más extremo. El dolor que se des- en el dolor era la más próxima al estado de tranquilidad. Pero en esta
cubre en todos los músculos ytendones del cuerpo I gue, sin tomar tranquilidad el alma debe quedar caracterizadamediante rasgos suyos
en consideración el rostro y otras partes, casi cree sentir uno mismo y de ninguna otra a[ma, para así representarla tranquila peto alavez
en el vientre contraído dolorosamente, este dolor, digo, se exte- activa, queda pero no indiferente o adormecida.*
rioriza sin embargo sin ningún furor ni en el rostro ni en la actitud La verdadera contrapartida y el fin máximamente opuesto al
en su conjunto. No eleva ningún grito terrible, como Virgilio canta indicado vienen dados por el gusto más común entre los artistas
de su Laocoonte:x la apertura de la boca no lo permite; es más bien actuales, particularmente los principiantes. No merece su aproba-
un gemido angustioso y acongojado, como Sadoleto* lo describe. El ción sino el dominio de las posiciones y acciones inhabituales, a las
dolor del cuerpo y la grandeza deI alma se reparten por toda la que acompaña un fuego procaz, que ellos dicen llevado a cabo con
estructura de la figura con idéntica fierza y, por así decirlo, que- espíritu, con franchezza,* por expresarlo con sus palabras. El más
dan equilibrados. Laocoonte sufre, pero sufre como el Filoctetes* de querido de sus conceptos es el de contrapost,* que para ellos es el
94 J. J. ITrNcrrLMANN
, REFLExIoNEs soBRE I-¡ ¡trllt¡clóN DE LAs oBRAs GRIEGAS 95

compendio de todas las propiedades que suponen propias


de una dicha, ya a una edad en la que las almas comunes y semiformadas
obra de arte perfecta. Exigen un alma aa, ,o, figrrru, q,ra,
.o-o t.rn no perciben la verdadera grandeza.
cometa, se desvía de su órbita; desgan ver en toda figura
un Ayax y Uno debe acercarse a sus obras con ojos que han aprendido a
un Capaneo.*
Al igual que los seres humanos, las bellas artes tienen su juven_ percibir estas bellezas, con este verdadero gusto de la Antigüedad.
tud, y su comienzo parece haber sido como el de los Entonces, la tranquilidad y quietud de las figuras principales del
artistas, u los Atita de Rafael,* que a muchos parecen sin vida, nos resultarán ple-
que al principio sólo agrada lo grandilocuente y sorprendente.
La namente significativas y sublimes. El obispo de Roma, que evita el
musa trágica de Esquilo tenía esta forma, y por culpa
de las hipér_ propósito del rey de los hunos de abalanzarse contra Roma, no apa-
boles su Aga menón es más oscuro que todo ro que
escribió Herácli- rece con el porte y ademanes de un orador, sino como un varón
to. Tal vez los primeros pintores griegos pintaron como poetizó
su venerable que acalla un tumulto con su mera presencia; como
primer gran trágico.*
aquel que nos describe Virgilio:
Todas las acciones humanas comienzan con lo vehemente
y efí_
lo asentado y fundamental se sigue en último lugar. pero
Tero; esto Tüm pietate gravem ac meritis si forte virum quem
último necesita tiempo para producii admiración, silendo propio
,i Conspexére, silent arrectisque auribus adstant'* Aen. I.
tan sólo de los grandes maestros, mientras que ras pasiones
,J[i'i¡1 uiot.n-
l'r ,,r" tas son incluso ventajosas para sus discípulos.
I

Los que saben de arte conocen las dificultades de esta


con un rostro pleno de divina confianza frente a los ojos del feroz
rti
imitación sanguinario. Los dos apóstoles no flotan en las nubes como ángeles
sólo en apariencia fácil:
.l exterminadores, sino, si sc me permite cornparar lo sagrado con lo
profano, como el ]ripiter de Homero,* que con el guiño de sus pár-
ut sibi quivis*
pados estremecía el Olimpo.
Speret idem, sudet multum frustraque laboret
En su famosa representación precisamente de esta historia en
,',,i,,,j, Ausus idem Hor.
un bajorrelieve que se encuentra en un altar de la iglesia de San
El gran dibujante La Fage* no pudo arcanzar el gusto Pedro en Roma, Algardi* no dio, o no supo dar, a las figuras de sus
de los anti- dos apóstoles la efectiva quietud de su gran predecesor. Allí apare-
guos. En sus obras todo está en movimiento y cuando
uno las con- cen como los enviados del Señor de los Ejércitos, aquí como gue-
templa queda dividido y disperso como en una reunión
donde rreros mortales con armas humanas.
todos quisieran hablar al mismo tiempo.
La noble simplicidad y la ca[ada grandezade ras estatuas ¡Qué pocos entendidos ha encontrado el bello San Miguel de
grie- Guido* en la iglesia de los Capuchinos de Roma, capaces de com-
gas son al mismo tiempo la verdadera característica
de los prender la magnitud de la expresión que el artista ha dado a su
griegos de los mejores tiempos,x los de la escuela de "r.iito,
sócrates; y *
arcángell Se da la primacla aI Miguel de Conca,r Porque en su ros-
estas cualidades constituyen la exquisit a grand.ezade
un Rafaer, a ra tro muestra enojo yvenganza, mientras que aquél, tras haber derri-
que llegó imitando a los antiguos.*
Sólo un alma tan bella como la suya, en un cuerpo bado al enemigo de Dios y de los hombres, se cierne sobre él sin
tan her_ encono con gesto sereno e impasible.
moso, pudo percibir y descubrir por vez primera .r, io,
tiempos
modernos el verdadero carácter de los urriig.ro. y, para
r, -uyo, L v. Wright\ Travels.
s6 J. J. STrrscrrLMANN R¡nlnxroN¡s soBRE LA lurlac¡óN DE LAS oBRAs cRrEGAs 97

Igual de tranquilo y callado pinta el poeta inglés* al ángel ven- za de los colores; sólo el alma que el creador insufló a la obra de sus
gativo que se cierne sobre Gran Bretaña, con el que compara al manos sigue vivificándola hoy en día.
héroe de su batalla, el vencedor de Bleinheim. Todos aquellos que se acerquen a esta y otras obras de Rafael
La Galería Real de Pinturas de Dresden tiene ahora entre sus con la esperanza de encontrar las pequeñas bellezas que otorgan
tesoros una notable obra de la mano de Rafael,* y ciertamente de tanto valor a los trabajos de los pintores holandeses, la esforzada
su mejor época, como Vasari y otros muchos atestiguan. Una aplicación de un Netscher o un Dou, la carne marfileña de un Van
Madonna con el Niño, con San Sixto y Santa Bárbara arrodillados a der Werff,x o también el relamido manierismo de algunos compa-
ambos lados, junto con dos ángeles en primer plano. triotas actuales de Rafael,x estos, digo, en vano buscarán al gran
Este cuadro era la hoja central del retablo del convento de San Rafael en Rafael.
Sixto en Piacenza. Los amantes y los conocedores del arte iban allí Tras el estudio de la bella nattsraleza, del contour, dela draperie
para ver este Rafael, al igual que se viajaba a Tespias tan sólo para y de la noble simplicidad y la callada grandeza en las obras de los
contemplar el bello Cupido de Praúteles.* maestros griegos, sería necesario que los artistas atendieran a su
¡Contemplad ala Madonna con su rostro pleno de inocencia y manera de trabaiar, para así imitarlos más felizmente.
al mismo tiempo con una intensidad más que femenina, en una Es sabido que la mayor parte de las veces los griegos hacían sus
actitud espiritualmente plácida, aquella tranquilidad que los anti- primeros modelos en cera;x los maestros modernos, por el contra-
guos hacían que dominara en las imágenes de sus deidadesl ¡eué rio, en vez de cera eligen arcilla o cualquier otro material maleable
grande y noble es todo su contour! semejante: la encuentran, especialmente para. expresar la carne,
El niño en sus brazos se eleva más allá de los niños comunes, más adecuada que la cera, que les parece en exceso pegajosa y dura.
gracias a un rostro en el que parece brillar un rayo de divinidad a Sin embargo, no puede decirse que el arte de moldear con arci-
través de la inocencia de la infancia. lla húmeda fuera desconocido o inhabitual entre los griegos. Se
Bajo ella,la santa se arrodilla a su lado con la silenciosa venera- conoce incluso el nombre de quien hizo los primeros ensayos a este
ción de su alma, pero lejos de la majestad de la figuras principales, respecto. Dibutades de Sición* fue el primer maestro que modeló
inferioridad que el gran maestro ha compensado con el suave una figura en arcilla, yArcesilao,* el amigo del gran Lúculo, fue más
encanto de su rostro. famoso por su modelos en arcilla que por sus mismas obras. Hizo
Frente a ella, el santo es un venerable anciano con rasgos que para Lúculo una figura en arcilla que representaba la Felicidad, por
parecen atestiguar una juventud entregada a su Dios. la que éste pagó 60.000 sestercios, y el caballero Octavio dio a este
La veneración de Santa Bárbara por la Madonna, que las bellas mismo artista un talento por un mero modelo en yeso de un gran
manos apretadas contra el pecho hacen más sensible y más emo- vaso, que luego quería realizar en oro.
tiva, se expresa en el santo con la ayuda del movimiento de una de La arcilla sería la materia más adecuadapara formar figuras si
sus manos. Precisamente esta acción nos pinta el arrebato del mantuviera su humedad. Pero como la pierde cuando se seca y es
santo, a la que el artista, para alcanzar una mayor variedad, ha cocida, entonces, por tanto, sus partes más firmes se compactan más
conferido sabiamente más la fuerza masculina que el recato fe- estrechamente, la figura pierda masa y ocupa un espacio menor.
menino. Si la figura sufriera esta disminución en la misma medida en todos
Ciertamente, el paso del tiempo ha arrebatado a este cuadro sus puntos y partes, las proporciones, aunque disminuidas, segui-
mucho de su aparente brillo y ha desvanecido parcialmente la fuer- rían siendo las mismas. Sin embargo, sus partes más pequeñas se
98 J. J. WTNcKELMANN RrrLrxroNrs soBRE LA l¡¡¡r¡cróN DE LAs oBRAS GRTEGAS g9

secan más rápidamente que las más grandes, y el cuerpo de la figura, torno externo ni aquel otro que, a menudo indicado tan sólo como
en tanto que parte mayor, lo hace en ultimo lugar. En consecuencia, con un hálito, señala la partes internas del modelo o aquéllas que
en el mismo tiempo aquellas partes pierden más masa que ésta. apuntan al centro.
La cera no presenta este inconveniente: nada desaparece de ella, A ello se añade que en un trabajo que se dilata en el tiempo, que
y puede dársele por otro camino el lustre de la carne, que en el el escultor no puedé llevar a cabo por si solo, tiene que servirse de
poussier* sólo se consigue con gran fatiga. la mano de sus a¡rdantes, que no siempre consiguen alcanzar sus
Se hace su modelo de arcilla, se 1o modela en yeso y luego se intenciones. Sucede, pues, que una vez hecho el vaciado el error
vacía en cera. resulta irreparable, porque según esta técnica es imposible deter-
Sin embargo,la auténtica manera con la que los griegos realiza- minar hasta dónde hay que profundizar.
ban sus modelos* en mármol no parece haber sido ésta, habitual En general, hay que señalar a este respecto que el escultor que ya
entre la mayoría de los maestros modernos. En el mármol de los en las primeras manipulaciones de su piedra la orada hasta la pro-
antiguos se descubre por todas partes la seguridad y confianza del fundidad que habrá de alcanzar, sin tantear paulatinamente de
maestro, y ni siquiera en las obras de menor categoria podrá pro- modo tal que sólo al final obtenga el vaciado deseado, que este
, barse con facilidad que se ha profundizado en exceso por algún escultor, digo, nunca podrá corregir los fallos de su obra.
lado. Esta mano ajustada y acertada de los griegos necesariamente Esta forma de trabajar presenta además el defecto fundamental
tuvo que haber sido conducida por reglas más precisas y fiables de de que las líneas trazadas sobre la piedra se borran constantemente,
las que son usuales entre nosotros. teniendo que ser completadas y trazadas de nuevo muy a menudo,
El camino habitual de nuestros escultores es el siguiente: tras cuidando de no desviarse.
haber estudiado a fondo sus modelos y haberlos modelado de Ia La inseguridad de esta técnica obligó a los artistas a buscar
mejor manera, trazan líneas perpendiculares y horizontales que se un camino más seguro, y el descubierto por la Academia de Fran-
entrecruzan. Como cuando se reduce o se aumenta una pintura cia en Roma, utilizado al principio para copiar estatuas anti-
mediante una retícula, proceden, pues, llevando a la piedra tantas guas, fue adoptado por muchos, también paratrabajar a partir de
líneas que se entrecruzan como se hayan trazado. modelos.
Así pues,la superficie de cada pequeño cuadrado del modelo se Sobre la estatua que se desea copia¡ de acuerdo con sus propor-
corresponde con la superficie de cada gran cuadrado de la piedra. ciones, se fija un cuadrado del que se dejan caer hilos de plomo
Ahora bien, como de esta manera no puede determinarse el volumen equidistantes. Mediante estos hilos se señalan los puntos más exter-
del cuerpo y, en consecuencia, tampoco cabe describir con precisión nos de la figura con mayor claridad de lo que era posible en la téc-
el grado exacto de las crestas y valles del modelo, el artista podrá dar nica anterior mediante líneas trazadas sobre la superficie, donde
a su futura figura una cierta relación con el modelo, pero como tiene todo punto es el más externo; los hilos también dan al artista una
que fiarse de la perspicacia de sus ojos dudará constantemente de sí, medida más perceptible de las crestas yvalles más pronunciados, en
de acuerdo con su proyecto, ha vaciado muy superficialmente o en función del grado de su alejamiento respecto de las partes que
exceso, si ha quitado poca o demasiada materia. cubren, y de este modo puede el artista trabajar con mayor desen-
El artista no puede determinar con tales líneas -mediante las voltura.
cuales pudiera proyectar sin engaño y sin la más mínima desvia- Pero puesto que no cabe determinar exactamente el movimien-
ción precisamente el mismo contorno sobre su piedra- ni el con- to de una línea curva mediante una única línea recta, por este cami-
d
I
a
roo J. J. WTNCKELMANN REFLExIoNES soBRE LA rutr¡ctóN DE LAs oBRAs GRIEGAS ror

no los contornos de la figura quedan indicados de manera muy Miguel Angel tomaba un recipiente con agua en el que introdu-
dudosa, y a la mínima desviación respecto de su superficie princi- cía su modelo de cera o de un material duro, elevándolo poco a
pal el artista quedará de inmediato sin guía ni ayuda. poco hasta la superficie del agua. Así pues, en primer lugar se des-
Se comprende igualmente que de esta manera también sea difí- cubrían las partes más salientes y las'más profundas quedaban
cil encontrar la verdadera proporción entre las figuras. Aunque se cubiertas, hasta que finalmente todo el modelo quedaba fuera del
la busca mediante las líneas horizontales que cortan los hilos de agua. De esta manera -dice Vasari- trabajaba Miguel Angel su már-
plomo,las luces y sombras que nacen de los cuadrados que forman mol: en primer lugar bosquejaba las partes salientes y poco a poco
las líneas que trazan los hilos de plomo, al no ceñirse a la figura' las más profundas.
se nos manifiestan con un ángulo tanto más marcado y' en con- Parece que Vasari no tuvo una idea del todo clara de la manera
secuencia, parecerán más grandes cuanto más altos o más bajos se de trabajar de su amigo, o bien la inexactitud de su exposición obli-
encuentren respecto de nuestro punto de vista. ga a tener que imaginársela de manera algo diferente de lo que él
Para copiar estatuas antiguas, con las que no puede procederse informa.
a discreción,los hilos de plomo conservan su valor incluso hoy en La forma del recipiente con agua no está precisada con suficien-
día, y este trabajo todavla no ha podido hacerse de manera más te exactitud. La progresiva elevación del modelo desde el fondo
sencilla y segura; pero en los trabajos con modelo, por los motivos hasta sacarlo del agua sería muy trabajosa, y presupone mucho más
Ir

lI

indicados, este camino no es suficientemente preciso. de lo que el biógrafo del artista ha querido que sepamos.
Miguel Ángel tomó un camino desconocido antes de él ¡ dado Se puede estar seguro de que Miguel Angel estudió a fondo este

que los escultores lo veneran como su gran maestro' es sorpren- camino descubierto por é1, acomodándoselo. Con toda probabili-
dente que, quizá,ninguno de ellos lo haya seguido. dad, procedió de la siguiente manera:
Este Fidias de los tiempos modernos, el mayor tras los griegos' El artista tomaba un recipiente con la forma de la masa de su
tomó, como puede suponerse, la verdadera huella de sus grandes figura, que podemos suponer rectangular. Trazaba entonces ciertas
maestros; al menos, no se conoce ningún otro medio para llevar a divisiones sobre la superficie de los lados de esta caja cuadrangular
la figura y expresar en ella todas las posibles partes y bellezas sensi- que luego trasladaba a su piedra a escala mayor, ¡ además, señala-
bles del modelo. ba los lados internos de la misma caja, desde arriba hasta el fondo,
Vasari describió esta invención de manera algo incompleta;l con ciertas gradaciones. Colocaba entonces en la caja su modelo de
según su informe el concepto es como sigue: un material pesado o, si era de cera, lo sujetaba en el fondo. A con-
tinuación, revestía la caja con una retícula según las divisiones
l. Vasari Vite de' Pittori, Scult. & Archit. edit. 1568' Part. lII. p. 776. -"quattro ptigioni boz- hechas, a partir de las cuales trazaba líneas sobre su piedra y dibu-
zati, che possano insegnare á cauare de' marmi le figute con un modo sicuro da non istorpiare i jaba su figura, cabe suponer, inmediatamente después. Vertía agua
sassi, che il modo é questo, che s' e' si pigliassi una figura di cera d d' ahra materia dura, e si met-
sobre el modelo hasta que alcanzabalaparte más saliente del punto
tesi d giacere in una conca d' acqua, la qtnle acqua essendo per la sua natufa nella sua sommitá
piana e pari, alzando la detta figura á poco d poco del pari, cosi tengono h scoprirsi prima le
más extremo ¡ tras señalar la parte de su figura que tenía que ser
parti piu fileuote e á nascondersi i fondi, cioé Ie parü piu basse della figura, tanto che nel fine realzada, dejaba salir una cierta cantidad de agua para hacer que
ella cosi.viene sco¡terta tutta, Nel medesimo modo si debbono cauare conlo scarpello la figure de' sobresaliera un tanto la parte realzada del modelo, comenzando
marmi, prima scoprenclo le parti piu rileuate, e di mano in mano le piu basse, il quale modo si
entonces a trabajar aquellas partes según la medida de la escala,
vede osservato da Michel Agnolo ne' sopra deXi prigioni, iI quai Sua Eccellenza vuole, che servi-
no per esempio de suoi Accademici".
según iban apareciendo. Si al riismo tiempo se había hecho visible
i ro2 J. J. $üTNcKELMÁNN RE¡lnxtor¡¡s soBRE LA rurr¡cróN DE LAs oBRAs cRIEGAS ro3

otra parte de su modelo, la trabajaba tan pronto como quedaba al agua, que también se metía en las partes más imperceptibles, perfi-
descubierto, y asl procedía con todas las partes salientes. laba de la forma más nítida el movimiento de estas partes, descri-
Dejaba salir más agua, hasta que también quedaban fuera las biéndole st contour con la línea más exacta.
partes más profundas. Las gradaciones dela caja le mostraban en Este camino no impide dar al modelo todas las posiciones posi-
todo momento la altura del agua derramada y la superficie del agua bles. Puesto de perfil, mostrará al artista por completo lo que había
le indicaba la línea extrema de la profundidad. Un número igual de pasado por alto. Thmbién le mostrará el contour más externo de
grados sobre su piedra constituía su verdadera medida. las partes salientes y las internas, así como toda la sección.
El agua no sólo le describía los valles y crestas, sino también el Todo ello, así como la expectativa de una buena realización del
contour de su modelo; y el espacio comprendido entre las caras trabajo, presupone un modelo realizado con un arte formado
internas dela caja y el perfil marcado por la línea del agua, cuyo según el verdadero gusto de la Antigüedad.
tamaño lo daban los grados de las otras dos caras, le indicaba en Esta es la vía por la que Miguel Angel alcanzó la inmortalidad.
cada punto cuánto podía rebajar su piedra. Su celebridad y sus honorarios le permitían el ocio necesario para
Su obra obtenía así la fo¡ma primera, pero correcta. La superfi- trabajar con tal esmero.
cie del agua Ie describía una línea de la que eran partes los puntos Un artista de nuestro tiempo al que la naturaleza y la diligencia
extremos de las crestas. Según salía agua del recipiente,la línea des- han otorgado talento y que encuentra verdad y corrección en esta
cendía horizontalmente en la misma medida, y el artista seguía este manera de trabajar, se ve sin embargo obligado a trabajar más por
movimiento con su escalpelo hasta allí donde el agua le indicaba el el pan que por la gloria. Permanecerá,por tanto, en el camino que
punto más profundo de las partes salientes, que se confundía con le es habitual, donde cree mostrar mayor habilidad, y continuará
Ias superficies. Así pues, a cada grado reducido en la caja de su tomando como regla el criterio ocular obtenido tras largo y peno-
modelo adelantaba en su figura un grado proporcionalmente ma- so ejercicio.
yor, y de este modo la línea de agua le conducía en su trabajo hasta Pero, al fin y al cabo, el criterio ocular, que habrá de guiarle prin-
el contour más externo, hasta que finalmente el modelo quedaba cipalmente, se torna decisivo por el camino de la práctica, que en
fuera del agua. parte es muy incierto: ¿hasta qué punto no será acertado y fiable tal
Su figura exigía la forma bella. Vertía de nuevo agua sobre su criterio si el artista se ha formado desde joven en reglas infalibles?
modelo hasta una altura conveniente, y entonces contaba los grados Si en sus primeros trabajos con arcilla o con otro material los
de la caja hasta la línea que describía el agua, averiguando de este artistas principiantes fueran instruidos en esta segura manera de
modo la altura de las partes salientes. Sobre precisamente las mis- trabajar que Miguel Ángel encontró tras largas investigaciones,
mas partes salientes de su figura colocaba su escuadra totalmente podrían entonces esperar llegar tan cerca de los griegos como é1.
horizontal ¡ partiendo de su línea más inferior, tomaba la medida Todo lo que puede decirse en alabanza de la escultura griega,
hasta el valle. Si encontraba el mismo número de grados reducidos valdría también con toda probabilidad para su pintura. pero ei
y aumentados, conseguía una especie de cómputo geométrico del tiempo y la furia de los hombres nos han robado el medio para
volumen, demostrando así que había procedido correctamente. expresarnos al respecto categóricamente.
Repitiendo el trabajo buscaba llevar a su figura la presión y el A los pintores griegos se les reconoce dibujo y expresión, y esto
movimiento de los músculos y tendones de su modelo, el impulso es todo: se les niega la perspectiva, la composición y el colorido.
de sus restantes pequeñas partes, así como 1o más sutil del arte. El Este juicio se funda en parte en trabajos en bajorrelieve, en parte en
t.

cRIEGAS
-
Lo4 J. J. IlrNcrELMANN REFLExToNES soBRE LA rMIT^cIóN DE LAS oBRAs rot

las pinturas de los antiguos (no puede decirse de los griegos) des- en los escultores griegos, también tuvo que haber sido propia de sus
cubiertas en y alrededor de Roma, en las bóvedas subterráneas de buenos pintores. ru
los palacios de Mecenas, Tito, Tiajano y los Antoninos' de las cua- Estas partes del arte* que adeudamos a los pintores antiguos
les no se han conservado completas hasta hoy en día más allá de dejan aún a los pintores modernos muchoS méritos en lo que hace
treinta, y algunas tan sólo como mosaicos. a ellas.
ffi
En su obra sobre la pintura antigua, Turnbulll* ha incluido una La preeminencia les pertenece sin discusión alguna en la pers-
selección de las piezas más conocidas, dibujadas por Camillo pectiva y, a pesar de todas las eruditas defensas de los antiguos, en
Paderni* y grabadas por Mymde,* lo único que da valor al magnífi- esta ciencia la superioridad queda del lado de los modernos. Por
fl
co y malutilizado papel de su libro. Entre ellas, hay dos cuyos origi- mucho que Equión* también las haya dominado, los antiguos sólo
nales pueden verse en el gabinete de famoso médico Richard conocían parcial e imperfectamente las leyes de la composición y
fi
Meads,x en Londres. del ordonnance, como ponen de manifiesto los bajorrelieves de los
Que Poussin estudió la así llamada Boda Aldrovandina,* que tiempos en los que las artes griegas florecieron en Roma.
aún hayan dibujos que Anibal Caraccio* hizo siguiendo el presun- En lo que hace al colorido, las noticias que aparecen en los escri-
to Marco Coriolano,y que se haya querido encontrar una gran simi- tos de los antiguos así como los restos conservados, también pare- rfi

litud entre las cabezas de las obras de Guido Reni y las del conoci- cen hablar a favor de los artistas modernos.
do mosaico del Rapto de Europa, ya ha sido notado por otros Distintos tipos de representaciones pictóricas han alcanzado en
Si tales pinturas al fresco permitieran ofrecer un juicio fundado los tiempos modernos un grado más alto de perfección. Según toda
sobre la pintura de los antiguos, en tal caso, partiendo de los restos evidencia, nuestros pintores han superado a los antiguos en las pin-
Iffi
de este tipo, a estos artistas también habría que discutirles el dibu- turas de animales y en los paisajes. Los más bellos tipos de anima-
jo y la expresión. les de otras latitudes parecen haberles sido desconocidos, si es que
Se afirma que las pinturas de las paredes con figuras a tamaño cabe concluir a partir de casos particulares, como el caballo de
natural, que fueron trasladadas junto con los muros del teatro de Marco Aurelio, los dos caballos de Monte Cavallo, o incluso los l$

Herculano, nos dan una mala idea de ella. El Teseo vencedor del caballos, pretendidamente de Lisipo, de la puerta de la iglesia de dil
Minotauro con jóvenes atenienses besándole las manos y abtazán- San Marcos en Venecia, el Toro Farnesio y los restantes animales de
dole las rodillas, la Flora en compañía de Hércules y un fauno, el este gruppo.
supuesto juicio del decenviro Apio Claudio: todo ello, según el tes- Cabe mencionar aquí de paso que los antiguos no observaron
timonio ocular de un artista, ha sido dibujado en parte de manera en sus caballos el movimiento diametral de las patas, como cabe ver
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mediocre y en parte erróneamente. En la mayoría de las cabezas, se en los caballos de Venecia y en los representados en monedas anti-
asegura, no hay ninguna expresión, y en la de Apio Claudio, inclu- guas. Algunos modernos los han seguido a este respecto por igno-
tl
so, tampoco hay rasgos característicos de calidad. rancia e incluso han sido defendidos.
Pero precisamente esto demuestra que se trata de pinturas de la Nuestros paisajes, especialmente de los pintores holandeses, tie-
ti

mano de maestros muy mediocres, pues la ciencia de las bellas pro- nen que agradecer su belleza principalmente a la pintura al óleo,
porciones, del contorno de los cuerpos y de la expresión, presente gracias a la cual los colores han alcanzado más faerza,viveza y relie- il

ve, y la misma naturaleza, bajo un cielo espeso y húmedo, no ha ii

L Tirnbull's Treatise on ancient Painting 1740' fol. contribuido menos al acrecentamiento de este género del arte.
¿

ro6 J. J. \üTNCKELMANN REFLEXIoNEs soBRE LA t¡r¡It¡cróN DE LAs oBRAs GRIEGAS r o7
I

Los méritos indicados, así como algunos otros, de los pintores hasta qué punto le satisfaceránla Iconología de Ripax olos leroglífi-
modernos frente a los antiguos merecen una demostración más cos de los pueblos antiguos de van Hooghe'+
profunda de la emprendida hasta la fecha. Esta es la causa por la que los grandes pintores sólo han escogi-
Para el desarrollo ulterior del arte es necesario dar un paso aún do asuntos conocidos. En lugar de haber representado los hechos y
mayor. El artista que comienza a apartatse del camino común, o acontecimientos más famosos de la casa Farnesia en la Galería Far-
que se ha apartado realmente, quiere atreverse a dar este paso; pero nesiax como podría haberlo hecho un poeta alegórico mediante
su pie está en el lugar más escarpado del arte, donde se ve sin aytda. símbolos universales e imágenes sensibles, Anibal Caraccio mostró
Las historias de santos, las fábulas y las metamorfosis* constitu- aquí todo su talento tan sólo con fábulas conocidas'
yen el asunto eterno y casi único de los pintores modernos desde Sin lugar a dudas,la Galería Real de Pinturas de Dresden contiene
hace siglos: se los ha transformado y variado artísticamente de mil un tesoro de obras de los mayores maestros, que tal vez supere a todas
maneras, al punto de que finalmente producen saciedad y fastidio las pinacotecas del mundo, y Su Majestad, sapientísimo conocedor de
en los conocedores del arte y en los entendidos. las bellas artes, tras una estricta elección, ha buscado tan sólo lo más
El artista que posee alma capaz de pensar la emplea inútil y ocio- perfecto de cada género. ¡Pero qué pocas obras históricas se encuen-
s¿mente en una Dafne y en un Apolo, en un rapto de Proserpina, de tran en este tesoro real! Y pinturas alegóricas, poéticas, aún menos.
Europa o en otros asuntos semejantes. Quiere mostrarse como un El gran Rubens es el más excelente entre los grandes pintores
poeta y pintar figuras mediante imágenes, esto es, alegóricamente.* que ha osado arriesgarse -cual sublime poeta- por el camino no
La pintura también abarca cosas que no son sensibles; éstas pisado de esta pintura en obras de grandes dimensiones.La Galería
constituyen su más alta meta, y los griegos se esforzaron en alcan- de Luxemburgo,* su obra.más grande, es conocida por todo el
zarla, como atestiguan los escritos de los antiguos. Arístides,* un mundo gracias a la mano de los más diestros grabadores.
pintor que exponía el alma, incluso pudo expresar -se dice* el Tras é1, más recientemente, no se ha emprendido ni realizado
carácter de todo un pueblo. Pintó a los atenienses como eran: pia- una obra más destacada de estas características que la cúpula de la
dosos y ala vez feroces, atolondrados y al mismo tiempo obstina- Biblioteca Imperial de Viena, pintada por Daniel Gran* y grabada
dos, valientes y cobardes. Si tal representación parece posible, lo es al cobre por Sedelmayern. La Apoteosis de Hércules, alusión al car-
tan sólo gracias al camino de la alegoría, mediante imágenes que denal Hércules de Fleuri,* pintada en Versalles por Le Moine,* de la
expresen conceptos universales. que Francia se vanagloria como si fuera la mayor composición en
El artista se encuentra aquí como en un desierto. Las lenguas de el mundo, es, comparada con la docta e inspirada pintura del artis-
los salvajes indios, que tienen gran escasez de tales conceptos y que ta alemán, una alegoría común y de miras estrechas: es como un
no contienen ninguna palabra que pudiera designar cognoscibili- panegírico donde los pensamientos más poderosos se refieren a los
dad, espacio, duración, etc., no carecen menos de tales signos de lo nombres del calendario. Este era el lugar para haber hecho algo
que carece la pintura de nuestros tiempos. El pintor cuyo pensa- grande, y es sorprendente, en efecto, que no haya sido así. Pero al
miento rebasa su paleta, desearía tener una docta provisión donde mismo tiempo también se comprende dónde ha fallado el pintor,
poder ir y poder tomar signos significativos y hechos sensibles de dado que la divinización de un ministro tenía que decorar el lugar
cosas que no son sensibles. Todavía no existe una obra completa de más distinguido del palacio real.
este tipo: los intentos habidos hasta la fecha no son suficientemen- El artista necesita una obra que, a partir de toda la mitología, a
te numerosos y no alcanzan este gran propósito. El artista sabrá partir de los mejor poetas antiguos y modernos , apartit de la ocul-
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ro8 J. J. IüTNCKELMANN REFLEXToNEs soBRE LA l¡¡rr¡cróN DE LAs oBRAs cRrEGAs r09

ta sabiduría cósmica de muchos pueblos, a partir de los monu- Esta es la causa por la que el artista al que se deja a su albedrío,
mentos de la Antigüeddd en gemas, monedas y enseres, contenga por carencia de imágenes alegóricas, elige a menudo motivos más
aquellas figuras e imágenes sensibles por medio de las cuales se indicados panla sátira que paralahonra de aquel al que dedica su
configuran poéticamente conceptos universales. Habría que redu- arte; y talvez para ponerse a salvo de esta Circunstancia, por pura
cir todo este rico material a categorías cómodas y disponerlo para precaución, se exige del pintor imágenes que nada signifiquen.
la instrucción del artista* mediante aplicaciones e interpretaciones A menudo cuesta trabájo encontrarlas, y finalmente,
especlficas de los posibles casos particulares.
De esta manera se abriría al mismo tiempo un gran campo para - velut aegri somnia, vanae
la imitación de los antiguos y para dotar a nuestras obras del gusto Fingentur species* Hor.
sublime de la Antigüedad.
. El buen gusto en la ornamentación actual que, desde la época en Se priva de este modo a la pintura de aquello que constituye su
la queVitruvio lanzaba amargas quejas sobre su corrupción,* en los mayor gloria, a saber, la representación de cosas invisibles,* pasadas
tiempos más recientes aún se ha corrompido más, en parte por las y futuras.
grotescas extravagancias puestas de moda por Morto,* un pintor Pero aquellas pinturas que podrían ser significativas en este o
natural de Feltro, en parte por las insignificantes pinturas que cuel- aquel lugar, malogran su efecto por el lugar indiferente o inadecua-
gan en nuestras habitaciones, ese buen gusto podría al mismo tiem- do que se les asigna.
po purificarse por medio de un estudio más fundamental de la ale- El propietario de un nuevo edificio
goríay alcanzar verdad e inteligencia.
Nuestras volutas y nuestra queridísima rocalla,* sin las cuales Divis agris, dives positis in foenere nummis.*
hoy en día no puede haber ornamento alguno, en ocasiones no Hor.
poseen más naturaleza que los candelabros de Vitruvio,* que por-
taban pequeños castillos y palacios. La alegoria podría enseñarnos talvezhará colocar sobre las altas puertas de sus habitaciones y salas
cómo hacer más adecuados, incluso los más pequeños adornos, al pequeñas imágenes que chocan contra el nivel de visión y contra los
lugar donde se encuentran. fundamentos de la perspectiva. Aquí me refiero a aquellas piezas que
constituyen una parte de los ornamentos fijos e inamovibles, no a
Reddere personae scit conuenientia cuique.* aquéllas que en una colección se ordenan simétricamente.
Hor. En ocasiones, la elección de los adornos en la arquitectura no
tiene más fundamento: las armaduras y los trofeos son tan impro-
Las pinturas en los techos y sobre las puertas están la mayor parte pios en un pabellón de caza,* como Ganímedes y el águila o fúpiter
de las veces donde están para tapar su emplazamiento y cubrir luga- y Leda en los relieves de las puertas de bronce* en la entrada de la
res vacíos que no pueden llenarse únicamente con dorados. No sólo iglesia de San Pedro en Roma.
carecen de cualquier relación con la condición y circunstancias del Todas las artes tienen una doble finalidad: deben agradar y al
propietario, sino que a menudo son incluso perjudiciales para é1. mismo tiempo instruir,* y muchos de los más grandes paisajistas
Así pues, el horror ante el espacio vacío llena las paredes, y pin- han creído por ello que sólo satisfacían a medias su arte si dejaban
turas vacías de pensamientos tienen que reemplazar elvacio. sus paisajes sin ninguna figura.
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.t J. J. \trTNCKELMANN
rt-
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El pincel del artista debe estar mojado en el entendimiento,
como alguien dijo del estilete de Aristóteles: debe permitir pensar
más de lo que muestra a los ojos, y esto lo alcanzael artista cuando
aprende a no ocultar sus pensamientos bajo alegorías, sino a
reves-
tirlos con ellas. si posee un asunto -lo haya escogido él mismo o le
haya sido dado, que ha sido hecho o que tiene q.r1hu.".r.
poética_
mente- su arte lo enardecerá y despertará en él el fuego que pro_
meteo* robó a los dioses. El entendido tendrá qr. p.rrrá, y el
mero
aficionado aprenderá.

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