Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
La escalada deportiva surge como deporte competitivo a principios de 1980, y no es hasta
finales de esa misma década que se realiza la primer competición internacional (1989); y junto con
ella surgen las primeras publicaciones de carácter científico acerca del esfuerzo propio de la
escalada. Lamentablemente, una gran cantidad de modalidades afines hacen que solo una pequeña
parte de las investigaciones sean dedicadas a la escalada deportiva. El alpinismo, el montañismo, la
escalada en roca, son las bases de la escalada deportiva moderna, pero esta última solo se centra
en la superación de la máxima dificultad que presenta el medio, sin importar llegar a la cima. En el
caso de la escalada deportiva competitiva, el medio es completamente diferente, ya que se realiza
sobre estructuras artificiales con diferentes inclinaciones y alturas, con multiplicidad de presas (con
diferentes formas y tamaños) intercambiables, y regida por un reglamento que regula las
condiciones en las que el escalador debe superar la dificultad prevista para cada competición.
Globalmente, se podría resumir el accionar en la escalada en cuatro fases como plantea O. Guidi
(11):
Esta última acción es la preocupación más importante, ya que aquel escalador que logre
mantener el esfuerzo por la mayor cantidad de tiempo tendrá potencialmente mayores
posibilidades de alcanzar la última presa, y así culminar exitosamente la escalada.
Hoy en día caer en una vía de escalada se traduce en la incapacidad muscular de sostener una
presa para alcanzar la siguiente; así sea por la resultante de una sucesión de errores técnicos y/o
tácticos (12). El factor limitante se encuentra en los músculos flexores del antebrazo, incapaces de
reiterar las contracciones isométricas intermitentes hasta el final de la vía de escalada.
En los manuales clásicos de entrenamiento de esta modalidad publicados hasta ahora(9, 14, 15,
17)no se encuentra una metodología coherente con los aspectos fisiológicos para la preparación
física especial en la escalada deportiva, centrándose sólo en un vago análisis de los tiempos de
trabajo para determinar los medios y métodos del entrenamiento. Tanto es así, que por querer
comparar la carga que ejercen otras actividades con la misma duración con la carga que se ejerce
en una escalada se cometen errores al extrapolar esos datos a la preparación física específica.
Es necesario establecer direcciones de entrenamiento que señalen no sólo el contenido del
mismo que recibirá el deportista, sino que estén relacionadas íntimamente con las características de
la escalada y con los métodos para desarrollarlas (7).
Es de fundamental importancia determinar cuál es el tipo y nivel de esfuerzo requerido para la
realización de una escalada de dificultad, cuáles son los parámetros energéticos que la encierran, y
a partir de este análisis determinar cuáles son las capacidades a mejorar mediante el
entrenamiento específico para aumentar el rendimiento en esta actividad.
Determinar las direcciones de la preparación física especial en escalada, junto con sus
medios y métodos.
Existe sin duda una mayor capacidad de flujo sanguíneo del antebrazo durante y luego de un
ejercicio isométrico en los escaladores comparado con los sedentarios, lo cual permite un aporte
más efectivo de sustratos y una mayor remoción de metabolitos desde los músculos del antebrazo
durante cualquier período de descanso durante una escalada, contribuyendo así a la habilidad para
mantener contracciones isométricas repetitivas por largos períodos de tiempo.
Analizando los estudios acerca de la fuerza y la resistencia muscular local, pareciera ser que esta
última es un factor más determinante del rendimiento que la propia fuerza. Ambos parámetros se
mantienen disminuidos luego de la escalada por más de 20 minutos, pero pareciera que la fuerza
se recupera a un mayor ritmo. Al analizar los parámetros electromiográficos, la fatiga parece tener
origen en los elementos contráctiles del músculo(10, 12, 16, 23).
A partir del análisis antropometrico (10, 27), se determina que los escaladores tanto masculinos
como femeninos tienden a ser pequeños en altura, con poco peso y con muy bajo porcentaje
graso. Esto se sustenta debido a que el exceso de peso (en especial de grasa corporal) aumentaría
el esfuerzo muscular necesario para el sostén del cuerpo y el correspondiente ascenso vertical.
Existe un predominio de la ectomorfia sobre la mesomorfia y la endomorfia.
En conclusión, el esfuerzo en escalada es por naturaleza intermitente, con períodos en donde la
acción muscular es dinámica (cuando se intenta alcanzar una presa), y estática (cuando se sostiene
una presa). Estas acciones imparten un componente isométrico durante el ciclo de contracción
relajación de la musculatura del antebrazo que ocluye parcial o totalmente el flujo sanguíneo en los
músculos dependiendo del porcentaje de la activación de la máxima contracción voluntaria.
Con las magnitudes de resistencia mayores del 50% de la fuerza isométrica máxima, el flujo de
sangre a través del músculo disminuye bruscamente, lo que se acompaña con aparición de hipoxia
local (Hollman y Hettinger en (28)). En estas condiciones (el déficit de producción energética
aerobia) se agotan considerablemente las reservas anaerobias alactácidas, en los músculos se
acumula una gran cantidad de creatina libre y se intensifica notablemente la formación de ácido
láctico como resultado de la glicólisis. Debido al déficit de los compuestos macroérgicos, al cumplir
un gran volumen de trabajo, se acumulan los productos de su descomposición. La acumulación de
ácido láctico durante el trabajo límite y la variación de la presión osmótica intramuscular provocada
por ésta, contribuyen a retener en los músculos el líquido intersticial, rico en sustancias nutritivas
(18).
El régimen isométrico de la contracción muscular lleva a un apriete excesivo de los capilares y,
por consiguiente, al empeoramiento del abastecimiento de oxígeno y de productos nutritivos de los
músculos. En tal trabajo es grande la participación de las reacciones anaerobias (18).
A partir de aquí podríamos establecer las direcciones de la preparación física especial de la
escalada, viendo a éstas como los aspectos direccionales que van a señalar no sólo el contenido de
entrenamiento, sino también la relación entre carga y método.
La dirección aeróbica local tiene como función, dentro del entrenamiento de escalada, aumentar
la capilarización en los flexores del antebrazo, para poder optimizar los procesos de intercambio
metabólico en las fases de relajación de las contracciones isométricas intermitentes. La mejor
capilarización está relacionada con la intervención de capilares que no funcionaban anteriormente,
con el ensanchamiento y el alargamiento de los capilares en funcionamiento, así como la formación
de nuevos capilares (20).
Para lograr la capilarización local, se debe realizar un trabajo continuo donde se verifiquen
presiones sanguíneas medias a altas durante un período de no menos de 30 minutos. De esta
forma, los capilares ejecutan un trabajo denominado “trabajo sobre alta presión sanguínea”,
ocasión en que la presión sistólica alcanza los 160 mmHg. Sobre esta presión se inicia la
“capilarización para aumentar el transporte de oxígeno y la superficie para el intercambio
metabólico (28).
A su vez, este tipo de entrenamientos puede producir también un incremento en la cantidad y
volumen de las mitocondrias, de esta forma se contribuye a la oxidación del ácido láctico producido
y la utilización de ácido pirúvico evitando una mayor concentración de lactato en sangre.
En el caso de la dirección de fuerza máxima, es necesaria, como hemos visto más arriba, para
disminuir la isquemia muscular local producida por las contracciones isométricas alternadas. Esto
tiene su fundamento; si a partir del 50% de la contracción isométrica máxima se produce el
bloqueo de la circulación local, al aumentar esa fuerza máxima lograríamos que cada una de las
contracciones sea de una intensidad menor, permitiendo de esta forma un intercambio metabólico
en las fases de relajación de dicha contracción isométrica intermitente.
Es decir, cuanto más fuerza máxima, más fácil será mantener un alto nivel de fuerza. La fuerza
no es cuestión de cantidad, sino de calidad (3).
Este intercambio metabólico entre el músculo y la sangre, no solo proveerá de oxígeno, sino que
también permitirá la salida de productos de desechos que inhiben la eficacia de la contracción y son
productores de fatiga. En especial el ácido láctico, que al acumularse en grandes cantidades, este
ácido hace variar la concentración de iones de hidrogeno en el medio intracelular. Si el
desplazamiento del pH hacia la acidez es grande, se inhiben las enzimas que regulan la actividad
contráctil de los músculos y la velocidad de la resíntesis anaerobia de ATP (entre estas enzimas
figuran, ante todo, la ATP-asa de las miofibrillas, la cratinfosfoquinasa y las enzimas principales de
la glicólisis). A su vez, la disminución del pH provoca también la alteración de la actividad de las
células nerviosas y el desarrollo de la inhibición protectora de ellas, y el empeoramiento de la
transmisión procedente del nervio al músculo (18).
El aumento de la cantidad de lactato en el espacio sarcoplásmico de los músculos va
acompañado del cambio en la presión osmótica. En este caso el agua proveniente del medio
intracelular llega al interior de las fibras musculares, provocando su hinchazón y rigidez. Grandes
cambios de la presión osmótica en los músculos pueden originar sensaciones de dolor. (18)
Esta, tiene como base a las dos capacidades anteriores, la fuerza máxima, y la resistencia
aerobia local. El aumento de estas dos capacidades son una condición importante para el desarrollo
de la resistencia muscular local, que está representada por la redistribución y por la mejoría de las
reacciones vasculares locales.
Definir a la resistencia muscular local nos pone en una encrucijada entre la fuerza y la
resistencia. La misma posee de ambos componentes, y según donde uno se ubique podrá
encontrar una definición u otra. Aquí utilizaremos la definición de Verkhoshansky (22, p. 56): “es la
capacidad del individuo para expresar, a largo plazo, la componente de fuerza del ejercicio”.
Junto con el aumento en la fuerza y las capacidades oxidativas del músculo, la redistribución del
flujo sanguíneo y el aumento de la reacción vesicular local son condiciones importantes para el
desarrollo de la resistencia muscular local. Los ejercicios deportivos son realizados por músculos
específicos. Y, en la medida en que los procesos metabólicos en esos músculos sean
específicamente intensos, es ahí donde los productos del intercambio anaeróbico se acumulan,
dando como resultado la fatiga y disminución de la capacidad de trabajo. La adaptación de los
músculos es selectivamente local por naturaleza.
Desde el punto de vista fisiológico, Reib (28) plantea tres niveles en el entrenamiento de la
fuerza resistencia: en condiciones de metabolismo aerobio (cuando el ácido láctico es inferior a
3mM/l), en condiciones aerobia-anaerobia (el ácido láctico se encuentra entre 3 y 6 mM/l) y el
entrenamiento de resistencia de la fuerza rápida (con más de 7 mM/l de ácido láctico).
Particularmente en la escalada las mediciones de ácido láctico, como hemos podido determinar no
son del todo fiables, ya que no se corresponden con la duración de la prueba, aunque quizás sea
debido a que los mayores productores de ácido láctico son músculos de pequeñas dimensiones,
como son el flexor común superficial y el flexor común profundo. De todas formas, la resistencia en
escalada se encontraría dentro del metabolismo aerobio-anaerobio, y se podría utilizar la
clasificación de Reib como orientación metodológica para el entrenamiento de la resistencia
especial en la escalada deportiva. De esta forma quedan definidas la dirección aeróbica-anaeróbica
local, la dirección anaeróbica aláctica y la dirección anaeróbica lactácida.
Dentro de una escalada de competición, según el trabajo de análisis de Charles Dupuy (5), 5/8
del tiempo requerido para realizarla se utilizan en posiciones estáticas, ya sea descansando,
tomando decisiones acerca del recorrido, o protegiendo (pasando la cuerda por los seguros
intermedios), durante los cuales, los músculos flexores de la mano deben seguir realizando trabajo
(o descansar alternadamente izquierda/derecha si la posición es lo suficientemente favorable para
que la contracción no sea demasiado intensa), mientras que el resto de la musculatura se puede
relajar casi completamente. Los 3/8 restantes se utilizan para ejecutar los movimientos, en donde
toda la musculatura implicada trabaja intermitentemente.
A partir de aquí, se hace necesario determinar con fines didácticos dos tipos de musculaturas
implicadas, en base a la función y la utilización de los mismos durante la escalada:
Musculatura de sostén: Flexores del antebrazo principalmente. Tanto el flexor común superficial
como el flexor común profundo son los músculos que nos permiten “agarrarnos de las presas” el
cual es a grosso modo la tarea para realizar la escalada. Este es el punto donde debe incidir
mayoritariamente el entrenamiento, ya que es el factor limitante del rendimiento. Un escalador cae
debido a su incapacidad de sostenerse de las presas. El régimen de trabajo es isométrico alternado,
en donde se alternan períodos de contracción isométrica con períodos de relajación de una mano,
mientras en la otra mano ocurre en el orden inverso.
Musculatura ejecutora: musculatura trepadora y las piernas. Los músculos implicados son los
músculos de la cintura escapular, el músculo dorsal, y los flexores del brazo, los cuales son los
ejecutores de los movimientos de ascenso, como también lo es la musculatura de las piernas, en
especial el cuadriceps, el psoas iliaco y el sóleo. Es importante aclarar, que si no se tiene un punto
donde afirmarse para realizar esos movimientos, es imposible realizarlos. Es decir que están
subordinados a la capacidad de la musculatura de sostén; cuanto más débil sea esta última, menos
eficaz podrán ser los movimientos. El régimen de trabajo de la musculatura ejecutora es tanto
dinámico, como isométrico, y la ventaja que poseen con respecto a la musculatura de sostén es
que en las posiciones de reposo, se pueden relajar, en cambio, los flexores del antebrazo siguen
sosteniendo al cuerpo, con una intensidad menor, y una recuperación incompleta. Además el grado
de participación de cada uno de los grupos varía según el tipo de movimiento, sin predominar uno
sobre otro, sino que son ilimitadas las combinaciones.
Medios
La programación del entrenamiento comienza con la determinación de sus contenidos. La
composición de los medios, seleccionados de acuerdo a dos criterios: la especificidad de su
influencia y el potencial de entrenamiento.
El potencial de entrenamiento de la carga caracteriza la fuerza con la que influye en el estado
del deportista. Cuanto mayor es ese potencial, en relación al estado actual del deportista, mayor
será la probabilidad de aumentar la capacidad especifica de trabajo del deportista (22).
Los medios pueden clasificarse según sean de preparación general o de preparación específica.
Los primeros aseguran el desarrollo funcional del organismo. Pueden asegurar tanto un inicio de
preparación en la disciplina concreta, como el desarrollo armónico del organismo sin que sean
implicadas las cualidades especiales de la disciplina. Mientras que los segundos, medios de
preparación específica, deben ser lo más cercano posibles a las condiciones de la actividad
deportiva, con respecto a su dinámica y el régimen de trabajo. Estos requerimientos están basados
en el principio de la correspondencia dinámica, el cual estipula como criterio la similitud de los
medios de entrenamiento y el ejercicio fundamental del deporte en los indicadores de amplitud y
dirección de movimiento, la parte acentuada de la magnitud del movimiento, la fuerza máxima y el
tiempo de su desarrollo, el régimen de trabajo.
Para ello contamos con dos medios específicos: el muro de escalada propiamente dicho y el
minimuro. Este último es un muro de pequeñas dimensiones, por lo general con gran inclinación (o
con inclinación regulable), repleto de presas intercambiables de diferentes formas y tamaños. La
altura del mismo es de no más de cuatro metros, y rodeado de colchones para proteger al
escalador de las caídas, ya que con este medio no se utilizan cuerdas. El mismo nos permite
prácticamente realizar todos los ejercicios de preparación especial, ya que al poder regular su
intensidad, dándole más inclinación o seleccionando las presas según la forma o el tamaño y
regular el volumen dosificando el número de movimientos.
El volumen será dado por el número de movimientos a realizar, como así también las
repeticiones y las series que se planteen. Pero en el caso de la intensidad, se plantea un
inconveniente, debido a que la intensidad cuando se utilizan los medios especiales no puede ser
objetivamente determinada, sino que hay que guiarse por la intensidad subjetiva que manifieste el
escalador. De todas formas aquí se plantea una clasificación de la intensidad por zonas en base a
las máximas posibilidades del escalador (grado a vista y trabajado), con algunos indicadores
externos de la carga.
Estas zonas de intensidades se corresponden con las capacidades a desarrollar durante la
preparación física de un escalador. Variando el número de movimientos, y dependiendo del ritmo
de ejecución podremos direccionar el entrenamiento hacia la fuerza máxima o si se quiere la
capacidad anaeróbica aláctica relacionada con los procesos de transformación de energía en las
reacciones de transformación de energía en las reacciones de ATP-asa y de CrP-quinasa con series
de 4 a 10 movimientos (zonas 4 y 5); la dirección anaerobia lactácida que refleja la posibilidad de
identificar durante el trabajo el proceso glicolítico anaerobio, en cuyo transcurso se acumula el
ácido láctico, con series de 25-30 movimientos (zona 3), y la dirección aerobia-anaerobia
relacionada con la posibilidad de cumplir trabajo de manera mixta por intensificar los procesos
tanto anaerobios como aerobios, estos últimos en las mitocondrias de las células con el aumento
simultáneo del suministro de oxígeno y su utilización en los músculos trabajando, con series que
van desde los 45-60 más movimientos (zona 2). La zona de intensidad 1, se utiliza para realizar
trabajos de resistencia aerobia localizada y como trabajo regenerativo.
Para la dirección de fuerza máxima es necesario trabajar con intensidades máximas (zona 5).
Se utiliza generalmente el método estándar a intervalos, en el cual una misma carga se le aplica un
intervalo de descanso relativamente estable. Para poder conseguir la recuperación completa cuando
se emplean ejercicios de fuerza máxima, el intervalo de descanso no debe ser menor a 2 minutos.
Por ejemplo:
Trabajo: 4 a 10 movimientos
Intensidad: zona 5 (máxima)
Micropausa: 3 minutos ó más (completa)
Repeticiones: 3 a 6
Descanso entre sesiones de un mismo tipo: 48-72 horas
También para la fuerza máxima se puede utilizar el método del ejercicio regresivo repetido, en
donde se aumenta la carga y disminuyen las repeticiones.
Las cargas con dirección aneróbica lactácida se trabaja con el método estándar a intervalos,
con pausas de recuperación incompleta, para lograr altos niveles de ácido láctico, y así poder
incrementar los procesos de producción remoción del mismo.
Para trabajar la dirección aerobia anaerobia también se trabaja con el método estándar a
intervalos, con pausas de recuperación incompleta.
La secuencia que proponemos para la preparación física comienza con un aumento de la
capilarización local, y una adaptación de la musculatura a través de un trabajo de nivel aeróbico
local de baja intensidad, para luego dar paso al aumento de los niveles de fuerza máxima, tanto de
los músculos ejecutores, como de los músculos de sostén; los segundos prioritariamente mediante
las sesiones de minimuro específicas para este fin, y los primeros mediante una preparación en la
sala de musculación y conjuntamente con el entrenamiento de la musculatura de sostén en las
sesiones de minimuro mediante los cuales se ofrece un estímulo específico a los músculos
ejecutores en escalada. Por último utilizar los medios que tengan influencia en los mecanismos de
adquisición de energía mediante las cargas con dirección anaerobia aláctica y aerobia-anaerobia.
Conclusiones
Las características aquí determinadas nos plantean los objetivos a desarrollar durante el
transcurso de la preparación física especial, dándole dirección a todo el proceso de entrenamiento.
La selección eficaz de las direcciones, medios y métodos garantizan la eficacia del
entrenamiento, atendiendo a las particularidades de la exigencia de la escalada deportiva.
De todas formas, cualquier modelo que intente describir a la escalada deportiva de dificultad
será complejo, y la importancia relativa de un componente aislado puede variar según el estilo de
cada escalador, y según como sean las características de la ruta a escalar.
Es necesario mencionar que la preparación física especial es solo un aspecto de la preparación
para el rendimiento en la escalada deportiva, aspecto que por sí solo no garantiza el éxito. Se
necesita tanto o más por parte de la preparación técnico táctica, y la preparación psicológica.
Ninguna de las cuales podría aisladamente cumplir con el objetivo de la preparación deportiva para
alcanzar la maestría.
Bibliografía
1. Billat, V., Palleja P., Charlaix T., Rizzardo P., Janel N. (1995) Energy specificity of rock
climbing and aerobic capacity in competitive sport rock climbers. Journal of sports Medicine
and Physical Fitness. 35:20-4
2. Booth, J., Marino F., Hill C. y Gwinn T. (1999) Energy cost of sport rock climbing in elite
performers. British journal of sports medicine. 33:14-18.
3. Cometti, G. 1998. Los Métodos Modernos de Musculación. Ed. Paidotribo. Barcelona.
España.
4. Doran, D.A. y Moncrieff J. (1999) Energy expenditure and metabolic cost during technically
similar but physically different rock climbing task. En la primera conferencia internacional
sobre ciencia y tecnología en escalada y montañismo. Abstract.
5. Dupuy, C., y Ripoll H. (1989) Analise des strategies visuo-motrices en escalade esportive.
Revue Sciences et Motricité. 7:19-26
6. Ferguson R.A., Brown M.D., Blackely T. y Fowler A. (1997) Forearm maximal vasodilator
capacity in elite rock climbers. Journal of Sports Sciences. 15:1-49
7. Forteza, A. (1999) Direcciones del entrenamiento deportivo. Ed. Científico Técnica. La
Habana. Cuba
8. García Manso, J.M., Navarro Valdivieso M. y Ruiz Caballero J.A. (1996) Planificación del
Entrenamiento Deportivo. Ed. Gymnos. Madrid. España.
9. Goddard, D. y U. Neumann. Performance Rock Climbing. Stackpole Books. Estados Unidos.
10. Grant, S, V. Hynes, A. Whittaker, y T. Aitchison (1999) Anthropometric, strength,
endurance and flexibility characteristics of elite and recreational climbers. Journal of Sports
Sciences. 14:301-9
11. Guidi, O. (1993) Finaliser la preparation en escalade. Revue EPS, 240, 27-30.
12. Guidi, O. (1994)La fatigue musculaire locale en escalade esportive. Memoire de DEA,
Université de Marseille, Luminy.
13. Harre, D. (1983) Teoría del Entrenamiento Deportivo. Ed. Científico Técnica. La Habana.
Cuba.
14. Horst, E. (1994) Flash Training. Chockstone Press. Evergreen. Estados Unidos.
15. Horst, E. (1997) How to climb 5.12. Chockstone Press. Evergreen. Estados Unidos.
16. Koukoubis, T.D., Cooper L.W., Glisson R. R., Seaber A.V. y Feagin J.A. Jr. (1995) An
electromyographic studio of arm muscles during climbing. Knee Surgery, Sports
Traumatology, Arthroscopy. 3:121-4
17. Lloveras, P. y Alvesa C. (2000) Bases para el entrenamiento en escalada. Ed. Desnivel.
Madrid. España.
18. Menshicov, V.V. y Volkov N.J. (1991) Bioquímica. Ed. Moscú. Moscú.
19. Mermier C.M., Robergs R.A., McMinn S.M., Heyward V.H. (1997) Energy expenditure and
physiological responses during indoor rock climbing. British journal of sports medicine.
31:224-8
20. Platonov, V.N. (1992) La adaptación en el deporte. Ed. Paidotribo. Barcelona. España.
21. Ranzola Rivas, A. (1999) Manual para el deporte de iniciación y desarrollo. Ed. Deportivas
Latinoamericanas. México. México.
22. Verkhoshansky Y.V. (1985) Programming and organization of training. Sportivny Press.
Michigan. Estados Unidos.
23. Watts, P.B., Gannon, E. Kobeinia R., Maynard J. Sansom J. y Jensen R.L. (1999) EMG
responses in rock climbing using six hand positions (Abstract). Medicine and Science in
Sports and Exercise. 31(5):S169
24. Watts P.B., V. Newbery y Sulentic J. (1996) Acute changes in handgrip strength, endurance
and blood lactate with sustained sport rock climbing. Journal of Sports Medicine and
Physical Fitness. 36:255-60
25. Watts, P.B. (2000) Physiological aspects of difficult sport rock climbing. The science of
climbing and mountaineering. Human Kinetics.
26. Watts, P.B. y Drobish K.M. (1988) Physiological responses to simulated rock climbing at
different climbing angles. Med. Sci. Sports Excerc., 30:1118-22
27. Watts, P.B., Matin, D.T. y Durtschi, S. (1993) Anthropometric profiles of elite male and
female competitive sport rock climbers. Journal of Sports Sciences. 11:113-7
28. Weineck, J. (1999) Treinamento ideal. Ed. Manole. Sao Paulo. Brasil.
29. Werner, I. y Gebert, W. (1999) Blood lactate responses to competitive climbing. The
science of climbing and mountaineering. Human Kinetics.
30. Zatsiorsky V. (1995) Science and practice of strength training. Human Kinetics. Estados
Unidos.