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Evangelli Gaudium

Tentaciones de los agentes de Pastoral.


Actualmente vivimos en una época en donde la tecnología y los avances científicos te
permiten vivir de una mejor manera. Pero que también la globalización en cierta forma
afecta también a la fe y a la espiritualidad de las personas, cada vez las personas son más
individualistas y van perdiendo la identidad de comunidad.
Una de las tentaciones de los agentes de pastoral es que cada vez más evitan tener un
compromiso hacia su comunidad, por miedo a que el compromiso les quite su tiempo
personal, pero también se puede caer en el otra extremo, que forman parte de un grupo o
buscan ser encargados o líderes de algún movimiento para sentirse realizados o con poder,
esto los lleva a perder el verdadero sentido de la misión evangelizadora.
La asedia pastoral también es un fenómeno que se pude llegar a observar por el hecho de
dar un tiempo excesivo a proyectos pastorales, que al pasar el tiempo no se ven resultados y
se frustran. Ser conscientes de que fracasó algún proyecto también nos convierte en
pesimistas y desencantados ante los nuevos retos que se nos presentan, pues el fracaso nos
lleva a pensar que todo va a salir mal, por lo que no hay que perder la fe y la esperanza en
Cristo resucitado.
También otro problema que suele suceder es la mundanidad que se esconde detrás de
buenas obras o de apariencias religiosas pero de trasfondo lo que buscan es la vanagloria a
sí mismos y no la gloria a Dios. Estas situaciones pueden llevar incluso a tener conflictos
con los mismos grupos pastorales de la parroquia, y no solo eso sino que también los
mismos fieles se llegan a cuestionar ¿cómo es posible que entre ellos mismos se critiquen o
tengan conflictos? O también ¿si voy a ser como ellos mejor no me acerco tanto al templo?
Creo que situaciones como estas en lugar de fortalecer una comunidad la dispersan. Es
necesario analizar cómo vamos llevando a cabo la misión de evangelizar, retenernos y
cuestionarnos si somos testimonio del amor de Cristo, si manifestamos la fraternidad y la
reconciliación, y si no fuera el caso, no perder la esperanza de que podemos convertirnos
para hacer vida el Evangelio y manifestarlo con alegría.

Luis Gómez Aguilar

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