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Introducción

No deben pensar que la parte del cuerpo que les haya tocado en los papelitos les identifica en lo que son, esto
solo es como ejemplo de que tenemos todos una función importante en el cuerpo de Cristo. Sí, no sea que
cuando salgamos de aquí empiecen a decir, yo soy el ojo y yo las manos, o soy como la parte más débil para ser
mejor atendido.
Bueno, nosotros los cubanos siempre hemos sido personas muy solidarias, como dice la expresión “ayúdame
que yo te ayudaré”, hemos colaborado en muchos lugares del mundo también, somos altruistas, y a veces nos
inmiscuimos demasiado pero bueno … Eso está en nuestra naturaleza y aún el que no sabe nada sobre algo
pretende que puede ayudar y allá va eso. Gracias a Dios que la persona que está recibiendo el servicio por regla
general es sociable, flexible y muy agradecida, que evita conflictos, etc. Por otra parte, a veces los cubanos
hacemos uso de la inteligencia colectiva y las cosas se resuelven, se arreglan con el aporte y la experiencia de
cada uno.
Entonces, gracias a nuestras características tenemos ya algo adelantado en función de lo que es el cuerpo de
Cristo, pero aún así necesitamos mejorar mucho y entender mejor todo este tema de la unidad que nos habla la
Palabra de Dios. La unidad en el Espíritu Santo que es indispensable para ser un cuerpo en Cristo sano,
saludable, que glorifique a Dios. Como dice Efesios 4:15,16 “…sino que siguiendo la verdad en amor,
crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido
entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro,
recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.”
Pablo en la 1ra carta a los corintios trató este asunto de manera muy clara y diáfana. Aunque parece todo muy
elemental podemos extraer de aquí gran sabiduría y muy buena orientación divina. (Leer 1ra Co.12:12-27).

Proposición:
Desarrollo:
Bueno, somos muchos y sin embargo formamos un solo cuerpo. Por un mismo Espíritu somos parte del
cuerpo de Cristo. (v.12,13). Nuestra fuente es la misma y contamos con el mismo poder. Hay muchos miembros
en un cuerpo humano, así también hay muchos cristianos en el cuerpo de Cristo con diferentes caracteristicas y
funciones.
(Leer v.15,16) Cada cristiano es parte vital del cuerpo aunque no entienda la importancia que tiene o no se
percate de todo lo que significa su identidad y peculiaridad. No está bien compararse con otro, ni tampoco
sentirse mal por ser diferente. Esto denota problemas en el carácter, complejos, que debe resolver. No es bueno
subestimar vuestro valor pues todos somos especiales, únicos en el Señor. Por eso, es indispensable ser lo que
Dios ha dispuesto para cada uno de nosotros, según su voluntad. Y así poder cumplir cada cristiano su función
para que el cuerpo pueda funcionar adecuadamente.
Además, debemos considerar importante cada parte del cuerpo, cada miembro; la realidad es que todos nos
necesitamos (v. 21,22). Los miembros más débiles son los más necesarios, muchas veces el hermano más débil
es quien propicia que Dios sea glorificado, sea cual sea su debilidad, en ese momento Dios nos dice: “Bástate
mi gracia porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. La condición del débil hace que nos unamos más,
cuando damos un cuidado especial. Tratando a los más débiles el amor de Dios se manifiesta de forma
maravillosa. Por ejemplo: los ancianos y los niños. Jesús siente un profundo amor por esos chiquiticos. En la
Biblia hay una consideración especial también por las viudas, los huérfanos y los presos. El ministerio de
misericordia en la iglesia es una muestra del genuino amor de Dios.
También allá afuera entre los no creyentes hay muchas personas de este tipo, que parecen más débiles pues la
humildad y sencillez les hace parecer así. Jesús dijo que serían bienaventurados los pobres en espíritu, que de
ellos, de los que son así es el reino de los cielos. Cuando en el mundo usualmente se lucha a toda costa por
intereses egoístas y sin temor de Dios, ellos deciden ceder antes de hacer daño. Parecen más débiles pero tienen
gran fortaleza de carácter al no claudicar generalmente a lo que la mayoría hace. Estoy seguro que tenemos
muchos así que alcanzar, personas que no han conocido a Dios todavía y que están en estas calles, que viven en
este vecindario y que no han tenido la oportunidad de salir del hueco donde están, de su agujero mortal, de su
vacío espiritual porque nadie les ha tendido la mano, nadie les ha explicado que son valiosos (como dice la
Biblia), importantes, especiales, amados por Dios. Esta frustación que sienten es producto precisamente, de que
lo que les ofrece el mundo no sirve. Para ellos hay un camino mucho mejor, una verdad eterna que es Cristo y
un propósito maravilloso para ellos dentro del cuerpo de Cristo.
También se menciona a aquellos que son menos dignos, menos decorosos, y deben tratarse con más respeto.
Aún cuando es esa su condición son dignos de consideración. Este es el caso de los que tuvieron una vida
antigua desgraciada, desafortunada, contaminada. Sin embargo, Dios ordenó el cuerpo de forma que gracias a
su inmensa bondad, esta persona pudiera ser completamente restaurada. Esto significa que el honor que da Dios
cambia totalmente lo indecoroso en dignidad, Dios cambia la baja y depravada condición de esta persona en
algo diferente, maravilloso, un nuevo nacimiento se da a lugar en la vida del que desea confiar. Así vemos la
gloria de Dios, y Él transforma lo vil y menospreciado, nunca lo desprecia.
Nosotros como iglesia debemos dignificar a esas personas en el nombre de Cristo. Cuidando, honrando,
sirviendo, atendiendo, preocupándonos los unos por los otros. (leer v. 25,26). Debemos hacerlo de manera que
el amor de Dios pueda fluir, así que si un miembro del cuerpo de Cristo padece, todos padeceremos, todos
sufriremos con él.
Hubo un tiempo en que a veces nos preguntábamos, con la enfermedad de Sissi, que parte del cuerpo o que
miembro era el que provocaba todos esos dolores en todo su cuerpo. Cómo no se sabía exactamente lo que era,
no podían apuntar a la causa y estaba siempre en desventaja el tratamiento a la hora de combatir la enfermedad
principal.
Era evidente que todo su cuerpo estaba afectado y muy adolorido. Así sucede también en la iglesia cuando uno
de los miembros padece.
Por otra parte, si alguno recibe honra, reconocimiento, respeto, si alguno obtiene gran estima, no según
términos humanos sino según la voluntad de Dios; entonces todos nosotros nos gozaremos y seremos
bendecidos, sencillamente porque estamos juntos. De hecho, esta es una manera práctica en que los de afuera
van a ver el verdadero sentido de la comunión en la iglesia. Esto no nos quita identidad, por el contrario, denota
que cada uno tiene su parte, su función, su utilidad y particulariedad en el cuerpo. Con un propósito claro y un
don que usar para todos, cuando esto funciona bien no hay mayor regocijo que formar parte de ello.
A veces nos preguntamos, que parte soy y no tenemos respuesta, creo que lo que necesitamos es estar
dispuestos a formar parte de él y enseguida vamos a ver claramente que función podemos cumplir y que
podemos hacer. Si estamos conscientes de que somos una parte importante, sea el ojo o el oido o los pies,
cualquiera. Estoy seguro que alguien nos va a sugerir o va a surgir una necesidad, una tarea que tú puedes hacer,
algo para lo cual fuiste determinado por Dios. Hacerla de manera que no haya desavenencia sino que
glorifiquemos a Dios. Esto será esencial para que haya edificación, sano crecimiento. En igualdad, sin
discriminación ni menosprecio. El Señor tiene muvho interés en que sea así.

Conclusiones:

Amados hermanos, el lugar del cristiano es la iglesia (no el edificio), en comunión junto a tu hermano, de
manera que edifique, que este cuerpo sea funcional. Donde cada uno sepa la utilidad vital de su función, donde
cada uno se valore adecuadamente y estime a los demás con la importancia que tienen. Conociendo la necesidad
que tenemos unos de otros. Si parece débil tener presente que es el más necesario en nuestro crecimiento. Si es
menos digno ocuparnos con más esmero, como dios hace. Así todos seremos considerados por igual, así
seremos un cuerpo en Cristo saludable.
Recuerden, cada uno de nosotros responderá de manera particular por lo que hizo, al ojo nadie le preguntará
que oyó, ni al oído que fue lo que olió. Dios ha colocado a cada uno de los miembros como el quiso. Aún
cuando no lo sepas, aún cuando no cumplas tu función; eres parte de este cuerpo. Creo que sería bueno que
comenzaras o continuaras, en dependencia de donde estés, a ser parte funcional de este maravilloso cuerpo del
cual tú y yo formamos parte.
Quiero concluir leyendo en la Biblia sobre nuestra esperanza eterna, a donde nos dirigimos y acerca del
propósito de Dios en su reino celestial para sus hijos amados. (Leer 2da Co.5:1-9)
Que Dios le bendiga.

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