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SEMINARIO DE PROBLEMAS

CIENTIFICOS Y FILOSOFICOS

EDITORES: SUPLEMENTOS
SAMUEL RAMOS del
GUILLERMO HARO ELIDE GORTARI SEMINARIO DE PROBLEMAS
Correspondencia: Eli de Gortari CIENTIFI'COS Y FILOSOFICOS
Torre de Humanidades, 49 Piso.
Ciudad Universitaria, México 20, D. F.
Núm. 2 Segunda Serie 1957

JACQUES REBERSAT

LA CONCIENCIA
IBERO AMERICANA
Y SUS PROBLEMAS

PUBLICADO POR:
Los Suplementos del Seminario de Problemas Científicos y Fifbsóficos se pu-
blican con el propósito de ofrecer materiales de información complementaria UNIVERSIDAD NACIONAL DE MEXICO
acerca de los temas tratados en sus reuniones mensuales.
,, " i.''
LA CONCIENCIA IBEROAMERICANA Y SUS PROBLEMAS*

Queremos llamar la atención de los lectores de La Pensee sobre el nú-


mero de 1956 de Diánoia "Anuario de Filosofía" editado, bajo la
responsabilidad del Centro de Estudios Filosóficos de la Universidad
Nacional Autónoma de México, por el Fondo de Cultura Económica
(México-Buenos Aires). Entre los numerosos estudios reunidos en este
volumen, acerca de cuya seriedad y valor no no podríamos explayar
bastante por ahora, es conveniente destacar particularmente el artículo
de Leopoldo Zea, titulado Catolicismo y M odernisnw en la concieHcia
iberoamericana, en donde se abordan varios problemas sobre los cuales
nos parece interesante hacer algunas reflexiones.

El autor empieza por definir Ja conciencia iberoamericana como una


"conciencia marginal", como la conciencia de una "situación marginal
frente a Europa", debido al hecho de que América Ibérica constituye
-o cree constituir- "un grupo de pueblos al margen de la historia",
apartados de la cultura occidental, "cultura que en ·uentra su sentido
en la llamada :M odernidad, en oposición a Jo que se ha Jlamado Cris-
tiandad''. Por lo demás, el problema se plantea en términos análogos
para España y Portugal que, como la América Hispana y el Brasil,
tienen "conciencia de que algo les separa del Mundo Occidental a
pesar de los esfuerzos que han realizado por incorporarse a él". Leo-
poldo Zea, extiende así al conjunto del mundo ibérico una tesis sos-
tenida por Sergio Ilnarque de HoJanda para el BrasiP , juzgando que
esta "situación margina] " frente a Ja cultura europea constituye al

• Jacques Rebersat, La co11scie11ce ibéro -am éricaine et se.\· jm>hle rnes; "La Pensée", núm.
70, noviembre-diciembre de 1956, pp. 1o6-114. Traducción de Raquel Rabiela de Gortari.
1
Raíces del IJrasil Fondo de Cultura Económica, México, 1945.
mismo tiempo una especie de "puente entre ella y otras expresiones del hidalgo por la moral burguesa: "Apoyar la grandeza del individuo
culturales no europeas". Así es como el Brasil, al igual que la Amé- en la riqueza material es rebajar esta grandeza".
rica Hispana han podido asimilar "expresiones de culturas situadas ~mérico Castro muestra cómo desde el siglo xv se había extendido
muchas veces en las antípodas de la europea". Por otra parte, esta ca- la idea de que el castellano es inh<íbil para la técnica, porque se con-
pacidad de asimilación, de mestizaje, era ya característica de España te1~ta con poco desde el punto de vista material y porque una vez
y de Portugal, dos de los "territorios-puentes por los cuales Europa se satisfechas sus magTas necesidades, prefiere orientar su actividad en
comunica con Jos otros mundos'', para volver a emplear la expresión otra_s .direcciones. Al mismo tiempo, se hace presente, entre los más
ele Buarque de Holanda. c_lanv1dentes, e] sentimiento de que esta incapacidad técnica, correla-
Al autor no le queda menos que considerar que es posible señalar tiva a un desprendimiento espiritual de los bienes materiales, consti-
en muchos pensadores latinoamericanos un sentimiento de inferiori- tuye una _debilidad en el plano económico. Pero, para muchos -teólo-
dad manifiesta en relación con el Occidente, el cual los lleva a consi- gos, predicadores, moralistas- se trata de una virtud eminente: "Ese
derarse como fuera de la Historia, como desterrados de la Humanidad: desprecio por Ja técnica que sólo sirve para alcamar más de lo necesario
"El americano (es) un expulsado del ámbito del espíritu". Con esta no es sino índice de que el ibero est<í llamado a realizar obras má~
misma perspectiva H. A. Murena escribía: "Los americanos somos Jos altas que las materiales".
parias del mundo, como hez -de Ja tierra, somos los más miserables entre . Buarque de Holan~a .hace r~saltar igualmente, entre los pueblos ibé-
Jos miserables, somos unos desposeídos":!. Y agrega: " No tenemos his- ncos, una repugnancia mvenc1ble por "toda moral basada en el culto
toria, no tenemos padre". al trabajo .. , y agrega: 'La acción sobre las cosas, sobre el universo ma-
Leopoldo Zea plantea luego la cuestión de saber de donde proviene terial:. impl~ca _st.nnisión a un obJeto exterior, aceptación de una ley
este sentimiento de destierro que, según él, es característico de la con- extrana al mchv1duo ... El trabajo manual y mecánico busca un fin
ciencia iberoamericana. Esto lo lleva a estudiar las particularidades e-':'-t~rior a] hombre y pretende conseguir la perfección de una obra
psico-sociológicas de la .Iberia colonizadora. También aquí sigue de cer- d1~tmta de él".
ca a lluarque de Holanda, quien, de acuerdo con numerosos comenta- De ese desprecio por la actividad utilitaria resulta Ja moral del
ristas, subraya el vigor excepcional del individuo español y advierte hfrl.algo, es~ncialmente antiburguesa.: "Una ociosidad digna fue siempre
cómo el valor propio de la persona humana toma una importancia meJo_r o mas ennoblecedora a los OJOS de un buen portugués 0 de un
tal, que se ve conducido a afirmar la autonomía absoluta de cada in- espa?ol, que la. ardua lucha yor el pan de cada día. Lo que ambos
dividuo con respecto a los otros. Con esto, Leopoldo Zea puede escri- adnuran como ideal e_s una vida de gran señor, que excluye cualquier
bir: "Existe una especial independencia frente a la comunidad que preocupación, cualqmer esfuerzo' .
hace que sus individuos se sientan capaces de prescindir de los demás".
Sentimiento de arrogancia típicamente castellano, índice de lucha
y emulación caballerescas, pero también fuente de flaquezas en cuanto
a la estructura social y a la jerarquía organizada ele Jos países ibéricos. ~I autor pudo haber mostrado aquí eJ quijotismo oculto en esta
Refiriéndose luego a Américo Castro 3 , el autor muestra que este in- actitud, ya que nos parece difícil silenciar el aporte histórico de Cer-
dividualismo exa<.:erbado conduce a despreciar la materia, concebida vante~ ~~bre este punto. Además, dicha referencia permite mostrar que
solamente "como instrumento para Ja realizaci(m de acciones más el anahs1s de Buarque de Holanda presenta un blanco a Ja crítica. En
altas". La moral hisp<í.nica rechazani como infame cualquier ocupación efecto, ¿cómo olvidar que d~sde el Siglo de Oro los mejores espíritus,
que no entrañe el ensanche y el enriquecimiento de la personalidad, como Cervantes, han sometido a una crítica corrosiva Ja actitud de
independientemente de su situacic>n material. De aquí el menosprecio esos h!dalgos p~trificados en su altivo desprecio hacia el trabajo manual
~ ~1~oa Ja realidad material más inmediata? Aceptemos que el alma
~ El pecado original de A·máica, Sur, Buenos Aires, 1954. ibenca sea ocultamente "quijotesca"; aún en nuestros días Unamuno
3
EsfJaña en .m liistoria Losada, Buenos Aires, 1948. ha podido ser el apc'>stol del quijotismo castellano, concebido como la

s:! - !!8 s:? - 2 9


t' pr s10n más pura del espiritualismo cnsuano· pero, no es menos Ji.dad: " Comunidades estrechas, reducidas a un circulo de familia o de
< i Tl< que el antiquijotismo, el de las novelas picarescas y el del propio amigos; o bien comunidades amplias, las propias de un imperio en
J>on Quijote, es también consubstancial al espíritu ibérico. Y es pre- el que todos fonnan parte concreta y esencial del mismo. Comunida-
cisamente en esta dialéctica del honor y el deshonor, en la contradi - ~es. en las cuales. cada individuo se sabe parte insustituible, personal,
ción permanente y simultánea entre Amadís y el pícaro) en donde es umca ... Comunidades en las que cada uno es la comunidad concreta".
n · sario buscar la riqueza de la psicología ibérica. Reducir la contra- En el seno de semejante comunidad, el hombre acepta sacrificarse
di ~ ión a uno de sus términos no es resolverla, sino es empobrecer la totalmente, puesto que tal renunciamiento, lejos de rebajar o destruir
r ·alidad. · su personalidad, por el contrario, la afirma y la exalta: es el sentido
in duda, habría sido bueno mostrar también cómo esta moral del mismo de la moral caballeresca del honor.
hidalgo, ya esclerosada en el siglo xv1, se ha degradado poco a po ¿Se debe llegar, por lo tanto, hasta ver en Ja obediencia ' una virtud
hasta reducirse en nuestros días a la moral del señorito) petrificada en suprema entre todas'', entendiendo dicha obediencia, según la define
la afirmación de un honor arcaico, al cual corresponde en el plano ~u~rque d~ Holanda, como ciega y hondamente diferente de Jos prin-
s -ial un parasitismo retrógrado. Así, habría sido posible precisar de etp10s medievales y feudales de lealtad, que habría sido hasta entonces
manera concreta, tomando en cuenta el movimiento mismo de la hi. - '~l único principio ~olítico verdaderamente fuerte"? En lo que con-
ria, algunas determinaciones de esa "alma ibéri a", cuyo concepto cierne a los pueblos ibéricos, la afirmación puede parecer, con razón,
se presenta -es .necesario decirlo- con exagerada flojedad . En este paradójica.
entido, los análisis que Pierre Vilar nos ofrece en su pequeña Histoire
de l'Espagne 4 , abren perspectivas infinitamente más amplias y, en el
r ndo, más exactas. ¿Cuál ha sido, entonces, la idea unificadora de la comunidad ibérica?
El descubrimiento de América por España y la vuelta al mundo rea-
lizada por los portugueses "<lió a los iberos la conciencia de una alta
En otro plano, ese desprecio por las tareas materiales traería consigo n:isión. Por ~n momento la idea de formar un gTupo de hombres de -
una característica fundamental, en cuanto a la esencia de la solidaridad tmados a umficar el orbe, dentro de una comunidad cristiana anima
del grupo social: "Así, la solidaridad propia de los pueblos sajones, a es~os pueblos ... Per~ sobreviene el fracaso y, con el fracaso, el angos-
Ja que une a los individuos en tareas materiales comunes, no se realiza tam1ento de la comumdad. El Imperio se va convirtiendo en un rea10-
ntre los iberos. La solidaridad ibérica se da en otro plano que el del nalismo. . . La comunidad ibera se divide y subdivide en peq uefios
trabajo común. La solidaridad la puede dar una determinada misión, núcleos, cada vez más reducidos, de intereses comunes. Los intereses
Ja lealtad a fines que trascienden al propio individuo, o la simple leal- regionales suceden a los de la gran comunidad ibérica. Las familias,
tad a grupos en Jos que las relaciones son concretas: de parentesco o de Jos cuerpos, las castas y Jos individuos concretos tienen ahora más im-
amistad". . portancia que la gTan comunidad. El Imperio Español se divide en
Y el autor tiene que llegar a declarar: "La idea de sociedad, propia i~1úl.ti_pl~s ;epú blicas co~ intereses locales ... Lo que pudo ser una gnn
del mundo moderno, va a ser prácticamente ajena a estos grupos". familia 1benca se transforma en un conjunto de familias tratando cada
A la actitud social de las grandes naciones modernas se opondría la una de predominar sobre la otra. Sólo los caudillos, los hombres fuer-
actitud que podría llamarse comunitaria, de los pueblos iberos, res- tes, los donadores de privilegios, pueden establecer el orden amenazado
tringida a grupos reducidos, en donde el individuo debería desplegar siempre por la ai:iarquía ... La obediencia nacida de la conciencia del
más gustosamente al parecer sus virtualidades o, al contrario, ensan- fin perseguido, se relaja y sólo logra imponerse la obediencia impuesta
charlas hasta los límites de un Imperio estructurado por un fe comün por el más fuerte ... Orden siempre expuesto al desorden. Unidad
y tan vasto que cada quien pudiera desarrollar sin trabas su persona- bligada siempre al borde de la anarquía ...
"El siglo XIX no verá del mundo ibérico sino el resultado de ese
' Pierre Vilar, Histoire d~ l'Espag11e Presses Universitaires de France, 1947. fracaso: caudillaje, dictaduras, anarquía, incapacidad técnica. Un mun-
Cristiana Majestad. Acosado por la Europa occidental, el Imperio de
1, qu no cumplía con su misión dentro de la marcha del progreso.
Carlos V y, después, el de Felipe II, se replegará poco a poco sobre
n mundo fuera de la historia y la cultura" (pp. 82-83).
D "sde entonces, el mundo ibero se sintió incapaz de adaptarse al sí mismo. La Inquisición, concebida en un princip~o com~ instr~men~o
de unificación re]io·iosa, acentuará este repleganuento: La v10lenc1a
m1 ·v mundo de otra manera que no fuese por la Síttborclinación. Para b • • . • ' •
como medio de incorporación a Ja comumdad cnst1ana termmara sien-
'\ itar este avasallamiento, los reformadores se esforzaron en reeducar
do un instrumento aislado que dare:1 sus frutos pocos años después,
a 1 s iberoamericanos, repudiando las peculiaridades que eran propias
durante el intransigente imperio de Felipe U" (p. 88).
d los iberos: el pasado colonial será definido como negatividad pur~,
·omo obstáculo esencial para la transformación de los pueblos amen-
·anos en "pueblos pragmáticos".
'De acuerdo con este punto de vista el mundo ibérico se convirtió
La meditación de Leopoldo Zea, nutrida por el estudio de Marce]
n lo más negativo de nuestra historia. Es más, en una historia que
Hataillon sobre Erasrno y EsjJafw pero también p"or las co~sider~ci~:mes
1
n queríamos aceptar como nuestra" (p. 84). . . de Toynbeeu, establece entonces la comparación entre el 1mpenal1smo
El viO'or de esta cultura anti-ibérica no debe hacer olvidar, sm em-
b de los Iberos y el de Jos occidentales -ingleses, franceses u holandeses-
hargo -como Leopoldo Zea lo recuerda con razón- que algunos pen- lo cual le da ocasión de oponer un cierto espiritualismo luso-hispánico
sadores, como Andrés Bello\ han insistido sobre ciertos aspectos po- al materialismo oculto de los colonizadores occidentales: "La expan-
sitivos del aporte ibérico. La abnegación y el heroísmo de los cuales sión ibérica Jlevaba, adem;ís de una intención política y económica,
han dado prueba los iberoamericanos en su lucha por la independen- una intención cultural: incorporar a los pueblos conquistados a la Co-
cia nacional, serían caracteres típicamente ibéricos. Como lo expresaba munidad Cristiana. La expansión occidental, por el contrario, sólo
ya Andrés Bello: "El que observe con ojos filosóficos la historia de nues- aspiró a un predominio político y económico sin preocuparle grande-
tra lucha contra Ja metrópoli reconoced sin dificultad que lo que nos mente su expansión cultural" (p. 90).
ha hecho prevalecer es cabalmente el elemento ibérico. La nativa cons-
La expansión española y portuguesa en el siglo xv1 encu.e1~tra. sn jus-
tancia española se ha estrellado contra sí misma en la ino-énita cons-
tificación ética en un deseo misionero de propagar el cnst1amsmo y,
tancia de los hijos de España".
por este hecho, "lo importante para esta expansión no l.o era tanto la
Y Leopoldo Zea agrega: "Las proezas iberoamericanas llevan el mis- tierra y los frutos de ella como los hombres que en ella se en~ontraba~
mo espíritu que hizo posible las proezas de los españoles en Numancia y podían ser incorporados"; I?ºr lo cont~ario, "para la i_i1entahd~d occi-
y Zaragoza" (p. 84). dental lo importante era la tietra y los frutos que la misma pod1a otor-
Enseguida, el autor estudia esta conciencia ele una misión ecuménica, gar" (ibid.).
católica en el sentido etimológico del término, que, según él, caracte-
• "Así, mientras a Jos iberos les preocupaba, centralmente, la incorpora-
riza a la España de Carlos V. Esto lo lleva, de paso, a subrayar el.
ción de hombres a su comunidad, recurriendo a todas las medidas po-
anacronismo permanente de Ja política esp~ñola, q ne se introduce sis-
sibles, buenas o malas; los occidentales se preocupan especialmente por
temáticamente a través de Ja historia, rehusándose a plegarse a las im-
incorporarse tierras que produzcan buen?s frutos; frutos par~ su in~e­
periosas necesidades de Ja acción, tal como las define el mundo moder- cliata utilización en provecho de sus nac10nes. A una expan~1on J~ im-
1

no. Maquiavelo se vuelve extraño a la política española, en el momento portarán, principalmente, pueblos y naciones; a otra. matenas pnma~,
mismo en que los príncipes alemanes, Roma, Francisco 1 y Enrique la naturaleza como fuente de riqueza cuya acumulac1on ha de dar on-
1

VIII adoptan un nuevo estilo de acción. La España quijotesca propone o·en a los grandes ·capitalismos modernos" (pp. 90-91 ).
a la Europa en gestación una cruzada para expulsar al Turco de los b Otra consecuencia de esta diferencia de orientación imperialista, en
Santos Lugares, a ese mismo Turco con el cua] busca alianza Su Muy el plano social, es la de que la colonización ibérica diú origen a Jos
11
Investigaciones sobre la influencia de la conquista y del sistema colonial de los es- e Civiliza.tion on lriol, New York, 1948; A study of history, London, 1935.
paffoles en Chile, Santiago de Chile, 1842.
pueblos mestizos; mientras que, por el contrario, los occidentales cui- c uales estaba todavía en formación- que reaccionan mutuamente en-
daron de no mezclar su sangre con la de los indígenas. t re sí -y que son la moral feudal, medieval, y la moral capitalista,
Profundizando el problema del imperialismo ibérico concebido como moderna- es resentido por los contemporáneos como un drama doloro-
Ja consecuencia de una vocación evangélica, Leopoldo Zea considera so, cuya solución buscan en un esfuerzo infructuoso por conciliar la
que su expresión tnéÍS pura se encuentra en el erasmismo español del tradición y el progTeso, la comunidad y la libertad del individuo. De
siglo xvr, que él distingue, a decir verdad, de la doctrina del mismo hecho, los pensadores españoles otorgaron siempre la supremacía a la
Erasmo y de sus discípuJos europeos. En efecto, el autor advierte en omunidad respecto al individuo y llegaron a una conc~pción estric-
el pensamiento de Erasmo " la expresión del individualismo moderno tamente teológica del soberano: " El buen gobernante es el que se com-
en su forma más e.levada" (p. 92), individualismo que funda el Estado porta con sus súbditos como se comportaría Dios. Es de Dios que recib
democrático moderno, en donde la libertad de cada quien sólo tiene la iluminación que le permite actuar como si fuera El. .. La autoridad
como límite la libertad de los dem<ls. El cristianismo únicamente está del príncipe cristiano no depende tanto de un . pacto o relación con
incluído como la máxima expresión del humanismo. En semejante sus gobernados, como de su relación con Dios. Si deja de servir a su
perspectiva, la comunidad está al servicio de la individualidad, idea comunidad y cae, esta caída depende más de Ja iluminación que ha
presente ya en Tomás Moro, pero que se vuelve a encontrar en Locke perdido que de su relación con los gobernados" (p. 99).
o en Rousseau. Una concepción semejame conduce directamente a la doctrina del
" Los erasmistas españoles, por el contrario, aspiran centralmente a despotismo ilustrado, de Ja cual la península ibérica constituyó en
la unidad cristiana de Europa y del mundo. Se acepta la individuali- efecto uno de los principales campos de aplicación, sin olvidar las "dic-
dad, pero no como fin en sí mismo, sino al servicio de un fin más taduras liberales que surgieron en lberoamérica una vez alcanzada
amplio, el de la comunidad cristiana. Una individualidad que se siente la eman ipación política en el siglo x1x" (ibid.).
a sí misma ampliada dentro de esta comunidad ... Por encima de los
nacientes nacionalis1nos y las pugnas religiosas, está la cristiandad. La
restauración de esta cristiandad era la misión de España y, con España,
la de cada español teniendo al frente a su Emperador" (p. 94). La última parte del estudio de Leopoldo Zea está consagnda a
A este respecto, el autor sigue muy de cerca la tesis de Marcel Ba- examinar el fracaso y las repercusiones ulteriores de la idea imperial
taillon, según la cual la política imperial descansaba en la idea de que ibérica. ~
Carlos V podía rehacer la unidad cristiana imponiendo su voluntad, Al espíritu de conciliación propio de Jos reformadores erasmistas,
tanto al Papa como a los luteranos. Así, "España se había erigido en ·e opondrá un espíritu más 1imitado, localista, escolástico, orgulloso
campeona de una causa que estaba destinada al fracaso. El mundo de lo que España representaba para sí misma como defensora del
marchaba por otro lado. Más importantes que todos los intereses iban cristianismo en todos los terrenos ... Espíritu más dispuesto a obligar
a ser los intereses de los individuos. Más importantes que los intereses que a convencer" (p. 100). España decide realizar por la fuerza lo que
de la comunidad de todos los pueblos iban a ser los intereses concre- no ha podido realizar con la concordia. Cree ser fiel a su misión per-
tos de estos pueblos. Francisco 1 iba a tener más razón con su idea siguiendo al hereje en donde quiera se pueda encontrar. Pero con
de soberanía nacional que Carlos V con la de un imperio cristiano" esto pone punto final a la misma. España se convierte en 'lo otro', lo
(p. 96). distinto, lo ajeno a una Europa y un Mundo que nacían. El testamento
Este nuevo anacronismo es el quijotismo fundamental de la polí- de Carlos a su hij_o Felipe II, pidiéndole que 'acabe con los herejes' es

l
tica española, que así subraya el autor. En el momento en que nace el el documento de defunción del Imperio Cristiano que quiso realizar
mundo occidental, animado por la Reforma, el capitalismo y los nacio- España. Al esfuerzo por conciliar todos los espíritus, sigue ahora el
nalismos, España se orienta hacia las empresas anticuadas: unificar la esfuerzo por imponer un solo espíritu, una sola verdad. Para el lo fue
cristiandad, evangelizar los nuevos mundos, partir en cruzada contra menester barrer con toda conciencia libre, con todo espíritu que pu-
los turcos. El choque entre las dos morales coexistentes -una de las diese significar el error y con él, la posible discordia ... La conciencia
('s¡ aiiola se va trocando en famitica y perse utoria, orillándose más era necesario incorporar a la Cristiandad. Y, para esto, era preciso
1rnís hacia la solución violenta que ya se hacía patente en Cisneros, hacerse entender y, por tanto, comprenderlos. A esta preocupación
para ·ulminar con el reinado de los Felipes" (p. 101). responde la actitud de Bartolomé de las Casas y de muchos otros más
1. . 1 catolicismo se redujo entonces a un romanismo, a un papismo, que quisieron realizar en América el ideal de conciliación que fra-
., " una ig·lesia entre iglesias. Frente a Luteranos, Cah ii1i ·tas y Angli - casó, o iba a fracasar, en Europa: " Estos hombres se abren, se hacen
can s, los españoles no iban a ser sino Papistas ' (ib1~d .),. y, por otra todo comprensión, para entender las costumbres tan diversas a las su-
parte, m é:ÍS papistas que el Papa. yas de los pueblos que van siendo cristianizados. No tratan de imponer
España no fue entonces la reunificadora de la Cristiandad. Ahora su verdad, su fe, sino de hacer que sea comprendida a través de
bi n, destronada del papel histórico que constituía su unidad misma, esas costumbres y hábitos que parecían tan ajenos al cristianismo ... Si
¿\'a a realizarse como nación, en el seno del mundo moderno? Parece (los indígenas) se alejan, no consideran su alejamiento como un signo
que, para Leopoldo Zea, el yo nacional de España le ha sido por así de que están dejados de la mano de Dios, sino como un signo de la in-
decirlo, impuesto desde el exterior, por los otros) puesto que no en- capacidad del evangeliz~dor para hacerlos comprender. Así, en lugar
contró en sí misma los recursos espirituales que le habrían permitido de abandonar al que no comprende, se valen de todos los medios para
·onstituirse espontéÍneamente como nación: " Como pueblo, España hacerse comprender, empezando por comprenderlos. De allí esa preocu-
no será tampoco vista como el pueblo elegido para establecer la co- pación por conocer la cultura indígena, por parte de los evangelizado-
munidad -ristiana, sino como un pueblo entre pueblos, como una na- res en la América Ibera. Querían comprender, para hacerse comprender
·ión más. Su empeño, como peculiaridades propias de est pueblo, y, por supuesto, lo lograron, aunque para ello hubo muchas veces ne-
como signo nacional" (p. 102 ). cesidad de reformar el armazón del catolicismo, sus formas y fórmulas
España, aún más que Portugal , no tenía nada de nación en el sen- de expresión ... La reforma católica, soñada por los erasmistas, se con-
tido moderno del término: ' El espíritu que había hecho d e Francia, vertía en una realidad en América" (pp. 103-104).
Inglaterra y Holanda naciones, era ajeno a España. La capacidad co- El autor vuelve a encontrar esta voluntad conciliadora en el eclec-
mercial e industrial de estas naciones tenía un carácter, m á que se- ticismo filosófico de los precursores intelectuales de la Independencia
·undario, en España ... España no pudo crear una burguesía activa y de las naciones hispanoamericanas, así como en el esfuerzo de los rea-
mprendedora semejante a las que se formaron en el resto de Europa; lizadores de ella para salvaguardar, bajo una forma n otra, las ligas
por el contrario, persiguió a los gTupos que, como Jos 'marranos', emi- con la metrópoli. Es precismente este aspecto de Ja cultura hispánica
graron a Holanda realizando en ella la labor que pudieron realizar el que Zea intenta salvaguardar, porque advier_te en él una peculia-
en la Península. España, en lugar de d escansar sobre una burguesía ridad mental positiva que, unida al respeto por la persona humana sin
activa, descansó sobre una nobleza pobre, sólo apta para la o-uerra y la distinción de raza, permite a los iberoamericanos mirar de frente, no
conquista en sus mejores momentos. Ahora una nobleza que no hacía solamente a los nort~americanos, sino al conjunto de los occidentales:
sino vivir del recuerdo de ]as hazanas realizadas por sus padres, y la "Son estas peculiaridades ... podríamos agregar nosotros, las que po-
esperanza de que algün día volvería el imperio. Nobles e Hidalgos dremos aportar frente a ·los errores en que ha caído el Mundo Occi-
que consideraban una afrenta el trabajo mecánico. Hombres que se dental, y lo que podremos sumar a sus incuestionables valores dentro
·onEormaban con un trozo de buena tierra que pudiese dar los frutos de una comunidad más amplia que los estrechos nacionalismos moder-
necesarios para el cotidiano vivir. Nada más, sin una mañana por re- nos o localismos antiguos" (pp. 107-108).
solver. Vivir al día, a la 'voluntad de Dios'. Sin ese afán de acumula-
·ión moderno" (p. 102).
Si bien España se encierra en una intolerancia rígida y en ella Ja
represión sobrepasa a la conciliación, en América no ocurre lo mismo. Seguramente, el conjunto de este estudio exige una c:rítica profun-
Se planteaba el problema de saber si los indígenas eran hombres o da, que desbordaría el marco de esta crónica. De paso, hemos señalado
animales: teólogos y moralistas dispt~taban en torno a los hombres que algunos detalles que, a nuestro juicio, merecen ser examinados con
~ t nción. Más grave nos parece la actitud ocultamente idealista del grandes comedias del Siglo de Oro: Peribáñez y F~enleovejuna de Lop
aut r. Porque, en efecto, ¿acaso podemos decir -no obstante las cua- de Vega o El Alcalde de Zalamea de Calderón. Existe una particula-
lidades indiscutibles de su trabajo, la sinceridad de su meditación y ridad psico-sociológica de la cual es conveniente explicar su génesis.
la penetración de algunas de sus observaciones- que los problemas Faltando este esfuerzo indispensable para la explicación científica, es
n analizados en toda su complejidad y resueltos de manera cohe- posible arribar a consideraciones sumamente ingeniosas y de lo más
r nte y válida? Nada sería menos cierto. brillante sobre el "alma nacional'' de tal o cual pueblo, cayendo así
Dejando a un lado la banalidad, demasiado fácilmente admitida, con gran frecuencia en un puro y simple juego verbal. Cuando el
que hace del español un ser rebelde a la técnica, hubiera sido necesa- autor escribe: "De haber triunfado el sentido de la reforma española
rio recordar cuáles circunstancias históricas particulares son las que no habrían surgido las múltiples iglesias ni nacionalidades apoyadas
han podido contribuir a desarrollar ese menosprecio por la actividad en el espíritu de la reforma protestante" (p. 87), se puede pensar que
material. Igualmente, pasamos por alto la concepción mistificadora se desprecian las realidades sociales y políticas .que determinaron el
de que el imperialismo tuvo su origen en un nacionalismo agresivo, fenómeno histórico que es la Reforma. Es verdad que el papel de la
engendrado a su vez en el individualismo (pp. 93-94), es decir, en una infraestructura parece escapársele totalmente a Zea, puesto que escribe,
característica psicológica y no en las condiciones económicas preci- inmediatamente después de la frase que acabamos de citar: "Reforma
sas. Pero, ¿cómo admitir que se puedan tratar los problemas de la · que no se realizó con fines a ampliar la comunidad cristiana, sino
conciencia iberoamericana sin decir jamás una palabra sobre las rea- con el fin de fortalecer el espíritu crítico, personal, independiente,
lidades económicas y sociales de la América Ibérica? ¿Cómo no rela- que dió origen al que ahora llamamos Mundo Occidental con todas
cionar, aunque sólo fuera para señalar su paralelismo, esa "conciencia sus cualidades y defectos".
marginal" con el retardo económico y social e, incluso, con la depen- Así, todo ocurre en el mundo de las ideas abstractas: no es el modo
dencia semi-colonial que todavía sufren muchas de las repúblicas ibe- de producción capitalista el que sirve de base al mundo moderno,
roamericanas? ¿Cómo se puede hablar de las características mentales sino que lo es el espíritu crítico e individualista. Pero, ¿por qué la
del ibero, sin tratar de explicarlas históricamente? .¿Cómo no se pone reforma española fué incapaz de vencer a la Reforma protestante?
en relación, por ejemplo, el desprecio del ibero por el trabajo mate- ¿Por qué el sentido burgués, capitalista, de la sociedad, superó al sen-
rial, con la supervivencia de una moral feudal perpetuada por el man- tido feudal, medieval, de la comunidad? En definitiva, ¿por qué una
tenimiento, tanto en España como en América Ibérica, de la gran idea supera a otra? ¿Por qué el mundo marcha en un sentido que no
propiedad territorial? ¿Esta moral feudal, a su vez, no ha adquirido es el de la España de los Hapsburgos? ¿Es acaso por una simple fanta-
además ciertos rasgos específicos en Iberia, debido a las condiciones sía de la historia?, o ¿por ventura, se trata de una mera elección arbitra-
históricas en las cuales aparece y se desarrolla? ¿Cómo no tomar en ria de los gobernantes? El mister~o se mantiene íntegramente.
cuenta, a este respecto, el hecho de que la lentitud de la empresa de Se advierte así que, independientemente del interés y la riqueza
la reconquista (lentitud que se debió, a su vez, a causas precisas) man- -innegables- de este examen de conciencia de un iberoamericano, sin
tuvo sobre el suelo ibérico un clima de guerra permanente y de cru- embargo, los problemas esenciales quedan sin respuesta. En todo caso,
zada, que hubo de dar al oficio de las armas (y, por consiguiente, a hace falta señalar lo que constituye el mérito implícito en este estudio:
la ideología bélica de la nobleza) una importancia excepcional? ¿Cómo podemos decir que, incluso para llegar a formular una solución válida
no recordar, por otra parte, que Castilla no conoció la servidumbre del problema, tal cosa no podría emprenderse sin hacer, previamente
clásica, sino una especie de colonización conquistadora que, a la larga, una crítica de las ~esis de Leopoldo Zea. De este modo queda expresada
debía engendrar un tipo de campesino combatiente con características la importancia de su contribución al examen filosófico de las realiza-
psicológicas particulares (espíritu de independencia, de aventura, or- ciones españolas en el dominio histórico. 7
gullo, fanatismo, etc.) que propiciaron justamente la adopción, por la JACQUES REBERSAT
masa del pueblo, de la moral feudal? Que se piense en el vigor del sen-
7 E.1 artículo de Zea fom1a ahora parte <le su libro América en fa historia, Fondo <le
tido del honor entre los villanos, del cual nos prestan testimonio las Cullura Económica, Ediciones de Diánoia., México, 1957.

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