Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
No olvides jamás que una Institución vale lo que valen sus miembros.
Por eso, esta etapa toma el nombre de Veritas, pues te dará las armas necesarias para
que en tu búsqueda de la Verdad encuentres respuestas concretas, de manera que con
los fundamentos bien puestos y el corazón lleno de celo por las almas, incendies a
otros en el amor y fe que ya conoces, y los conquistes para Dios. Los años anteriores
has puesto las bases para una vida cristiana coherente, la que ya tienes. Ahora es
momento de llevar ese cristianismo a tantos que aún no conocen el mensaje de
Cristo.
“…en el capítulo 3 de San Marcos, se describe lo que el Señor pensaba que debería
ser el significado de un apóstol: estar con Él y estar disponible para la misión. Las
dos cosas van juntas… Por tanto es esencial estar con Él y así sentimos la inquietud y
somos capaces de llevar la fuerza y la alegría de la fe a los demás, de dar testimonio
con toda nuestra vida y no sólo con las palabras” (Benedicto XVI, 13 de mayo 2005).
VERITAS 1 3
4 VERITAS 1
1
CREO EN DIOS
CREADOR
INTRODUCCIÓN
5 VERITAS 1 VERITAS 1 5
“Al principio creó Dios el Cielo y la Tierra.
Génesis 1, 1
LA DIVINA
PROVIDENCIA
La Creación no salió plenamente acabada de las manos del Creador: fue hecha en
“estado de vía” (CEC 302) hasta un destino último. Llamamos divina providencia a
las disposiciones con que Dios conduce su obra hasta esta perfección final.
LA PROVIDENCIA Y EL ESCÁNDALO
DEL MAL
Si Dios cuida de todas sus criaturas, ¿por qué existe el mal? (CEC 309-314).
Las criaturas de Dios deben caminar hacia su destino último por elección libre y
amor de preferencia. Por ello se pueden desviar; de hecho se desviaron con el
primer pecado, el Pecado Original. Y a pesar de todo, Dios no es ni directa ni
indirectamente el causante de este mal, pero misteriosamente lo permite porque
respeta la libertad de su criatura y porque saca del mal un bien: “Porque Dios
todopoderoso... por ser soberanamente bueno, no permitiría jamás que en sus obras
existiera algún mal, si Él no fuera suficientemente poderoso y bueno para hacer
surgir un bien del mismo mal” (San Agustín). Porque además “todo coopera al bien
de los que aman a Dios” (Rm 8, 28).
VERITAS 1 9
Apuntes
10 VERITAS 1
2
CAÍDA DEL
HOMBRE
INTRODUCCIÓN
El pecado es fruto del mal uso que el hombre hace de su libertad, que le
fue dada para amar a Dios primero y a sí mismo después. Pero el hombre
invierte ese orden por un bien aparente.
11 VERITAS 1 VERITAS 1 11
Conocer qué es el pecado, su división y consecuencias
en el hombre. “…Seréis como Dios, conocedores del bien
y el mal… Así que tomó de su fruto y comió“.
Génesis 3, 5-6
Al ser creado, el hombre vivía en estado de justicia original y estaba destinado a ser
plenamente divinizado por Dios en la gloria. Gozaba plenamente de la gracia
santificante y de los dones preternaturales, que le libraban del sufrimiento y de la
muerte (esto significa justicia original).
Adán había recibido la santidad y la justicia originales no para él solo, sino para toda
su descendencia.
La Tradición Cristiana nos aclara que Jesucristo es el nuevo Adán, prometido por
Dios al hombre desde el momento mismo de su caída (Gen 3, 15); María es “la
mujer”, la única concebida sin Pecado Original, la Madre de Cristo.
El pecado se levanta contra el amor que Dios nos tiene y aparta de Él nuestros
corazones. Como el primer pecado, es una desobediencia, una rebelión contra Dios
por el deseo de hacerse “como dioses”, pretendiendo conocer y determinar el bien y
el mal (Gn 3, 5). Por esta exaltación orgullosa de sí, el pecado es diametralmente
opuesto a la obediencia de Jesús que realiza la salvación (cf. Flp 2, 6-9).
PECADO
MORTAL
El pecado mortal es la transgresión deliberaba y voluntaria de la ley en materia
grave, con plena advertencia (sabiéndolo) y consentimiento perfecto (queriéndolo).
Apuntes
3
Y EL HIJO DE DIOS SE
HIZO
HOMBRE
INTRODUCCIÓN
A causa del pecado original, el hombre perdió las gracias que le permitían vivir en el
gozo permanente de la presencia de Dios, es decir, de una felicidad completa y fue
presa de la concupiscencia que le inclina a hacer el mal.
Las puertas de este paraíso le habían sido cerradas para siempre sin que pudiera
hacer nada que restaurara su estado original.
Este hecho es la causa del gran vacío del hombre que, por naturaleza, aspira al Bien
Supremo y cuya debilidad para la virtud no le permite alcanzar.
Sólo Jesucristo, Dios verdadero, podía ofrecer un sacrificio que en verdad reparara la
ofensa de valor infinito. Asimismo, por ser Hombre verdadero, su sacrificio
satisfacía la falta que había sido cometida por el hombre.
Se llama Encarnación al hecho de que el Hijo de Dios haya asumido una naturaleza
humana para llevar a cabo por ella nuestra salvación. Es la unión admirable de la
naturaleza divina y la naturaleza humana, es decir, que el Verbo de Dios tomó carne
humana en el seno de María. Esto ocurrió al momento en que Ella pronunció las
palabras “hágase en mí, según tu palabra” (Lc 1, 38). Esta unión de las dos
naturalezas se hizo por obra y gracia del Espíritu Santo, tal como se lo dijera el ángel
Gabriel a la Virgen María en el momento de la Anunciación “el Espíritu Santo
vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (Lc 1, 35), pero
también gracias al generoso consentimiento de María.
Recordamos este hecho al rezar el Ave María, el Angelus, los Misterios del Rosario,
el Credo, etc.
4. EL NACIMIENTO DE JESÚS
Conforme a un edicto del César, que ordenaba un empadronamiento (censo); todos
tuvieron que regresar a su ciudad de origen. Por lo tanto, José y María tuvieron que
viajar desde Nazareth hasta Belén.
Aquello ocurrió para que se cumpliera lo predicho por los profetas: “Y tú, Belén,
tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque
de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel” (Mi 5,1; Mt 2, 6).
El Hijo de Dios, al encarnarse, hace posible que el hombre adquiera una altísima
dignidad, porque entra en la historia humana y se ha dispuesto a caminar con
nosotros, hacia la plenitud del encuentro con Dios.
Con el nacimiento de Jesús se ponen de manifiesto dos aspectos que debemos tener
en cuenta. El primero de ellos es que, al nacer en un pesebre, Él se sitúa entre los más
pobres, resaltando que lo esencial es la humildad. Lo segundo, y lo más importante,
es que asume nuestra naturaleza para poder restablecer la comunión del hombre con
Dios, que fue rota por el pecado original (Rm 5, 15).
Luego del nacimiento de Jesús, el primer anuncio se hace a unos pastores que se
encuentran a los alrededores (Lc 2, 11-13). La segunda manifestación del
nacimiento, se hace a los gentiles, en la figura de los Magos de Oriente (Mt 2, 10-
12).
Los regalos llevados por los Reyes Magos a Jesús, representan la entrega del corazón
y de lo mejor de sí al Señor (oro); la dedicación a la oración y la adoración al Niño
(incienso); la ofrenda de los sufrimientos a Él, que lo merece todo y que sufrirá por
nosotros (mirra).
Después de ello, Jesús fue perseguido por Herodes para ser asesinado, por lo cual,
José, María y Jesús tuvieron que huir a Egipto. Éste, al verse burlado, ordenó matar a
todos los primogénitos menores de dos años, creyendo que así lograría matar a
Quien era anunciado por los profetas, como Rey. Permanecieron allí hasta que
recibieron un nuevo anuncio del ángel por el que podían regresar, ya que Herodes
había muerto (cf Mt 2, 13 – 23).
- Para ser nuestro modelo de santidad: “Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended
de mí...”(Mt 11, 29). El Padre, en el monte de la transfiguración, ordena:
“Escuchadle” (Mc 9, 7). Él es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la
norma de la ley nueva: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 15,
12).
- Para hacernos “partícipes de la naturaleza divina” (2 P1, 4). “Porque tal es la razón
por la que el Verbo se hizo hombre, para que el hombre al entrar en comunión con el
Verbo y al recibir así la filiación divina, se convirtiera en hijo de Dios” (S. Ireneo).
Apuntes
4
RESURRECCIÓN
Y
ASCENSIÓN
INTRODUCCIÓN
Es verdad,
¡Resucitó!
Jesús no bajó a los infiernos para liberar allí a los condenados, ni para destruir el
infierno de la condenación, sino para liberar a los justos que le habían precedido.
Cristo, por tanto, bajó a la profundidad de la muerte para “que los muertos oigan la
voz del Hijo de Dios y los que la oigan vivan” (Jn 5, 25).
2. ES VERDAD: ¡RESUCITÓ!
(CEC 638-
658)
San Pablo lo afirma claramente: “Si Cristo no fue resucitado, nuestra predicación
ya no contiene nada ni queda nada de lo que creen ustedes…. Y… ustedes no
pueden esperar nada de su fe…. Pero no, Cristo resucitó de entre los muertos…”
(1Co 15, 14; 17;
20).
3. PRUEBAS DE LA RESURRECCIÓN
La máxima obra de Dios, la Resurrección de su Hijo, no tuvo testigos. Sin embargo,
sí se puede comprobar; hay “evidencias”:
• Dios interviene, para volver a unir el cuerpo y el alma de Jesús, pero además
ocurre un nuevo prodigio, una intervención creadora de Dios, el cuerpo de Jesús es
glorificado. El Padre actúa con su fuerza creadora y poderosa, levantando al muerto
Jesús a la vida definitiva y plena.
• No se trata de que Jesús resucitó “en la fe” de sus discípulos, o “en su recuerdo”. Es
algo que aconteció verdaderamente en el muerto Jesús y no en la mente o en la
imaginación. Jesús realmente ha sido liberado de la muerte y ha alcanzado la vida
definitiva de Dios.
5. SIGNIFICADO DE LA RESURRECCIÓN
Con la Resurrección de Jesús, Dios afirma cosas muy importantes:
• Dios estaba de parte de Jesús, le da la razón en todo lo que hizo y dijo y se la quita
a quienes estaban en su contra.
• Hay un nuevo horizonte para la vida y nuevo sentido para la muerte. La vida
es un camino que se puede andar con esperanza, pues la muerte no es el fin del
hombre, sino el medio para volver a su destino final: Dios Padre.
6. EL ENCUENTRO DEL
HOMBRE CON EL RESUCITADO
En los evangelios se describen varios “encuentros” de Jesús Resucitado con varios
de sus discípulos; hay cosas en común en estas experiencias:
• Les descubre los enigmas de la fe: “se les abren los ojos”“ven y
creen”.
• Comprenden que deben vivir su vida cotidiana con otro sentido y otra profundidad, el
encuentro con el Resucitado es una experiencia prolongada en la vida (2 Cor 4,10).
• La fe en Cristo Resucitado anima nuestra fe. “Si Cristo no resucitó, la fe de
ustedes es inútil y sus pecados no han sido perdonados” (1Co 15, 17).
En Él los cristianos “saborean los prodigios del mundo futuro” (Hb 6,5) y su vida
es “arrastrada por Cristo al seno de la vida divina para que ya no vivan para sí los
que viven, sino para Aquel que murió y resucitó por ellos” (2 Co 5,15).
Jesús entró en los cielos para tomar posesión de su gloria. Mientras estaba en la
tierra, gustaba siempre de la visión de Dios; pero únicamente en la Transfiguración
se manifestó la gloria de su Humanidad Sacratísima, que, por la Ascensión, se colocó
al lado del Padre celestial y quedó ensalzada sobre toda criatura humana.
Por estar unida al Verbo Divino, que es la Segunda Persona de la Santísima Trinidad,
la Humanidad de Jesús disfruta del derecho a la gloria eterna. Comparte con el Padre
la infinita felicidad y poder de Dios. Justa recompensa por todo lo que hizo y
mereció en la tierra. Humanidad elevada al Cielo por encima de toda criatura, porque
en la tierra por debajo de todo se humilló.
Cuando acabe la lucha en esta vida, Jesús nos dará la gracia de compartir
eternamente el gozo de su victoria.
Jesús subió a los cielos para ser nuestro mediador ante el Padre. Allí está
intercediendo por nosotros. Subió para rendir cuentas al Padre celestial de la gran
obra que había acabado en la tierra: la naciente Iglesia, la gracia brota en
abundancia de su Cruz y se distribuye por los Sacramentos, la deuda de justicia es
pagada, la muerte y el
infierno son vencidos, el Cielo es abierto y el hombre es puesto en el camino de
salvación. Jesús merecía este glorioso recibimiento, al regresar a su hogar.
Apuntes
5
ESPÍRITU SANTO
E IGLESIA
INTRODUCCIÓN
Tan importante es el rol del Espíritu Santo dentro de la Iglesia que cuando
se formuló el Credo de los Apóstoles, se determinó colocar el artículo de
fe: “Creo en el Espíritu Santo” y en “la Santa Iglesia Católica”, a fin de
recalcar la relación del Espíritu Santo con la verdadera Iglesia de Cristo.
Consideraremos la divina asistencia del Espíritu Santo dentro de la Iglesia
Católica en general y también en particular en cada miembro de la
Iglesia. Que estas consideraciones nos puedan mover a una mayor
devoción hacia el Espíritu Santo y nos inspiren a trabajar incansablemente
por la renovación, fortalecimiento y expansión de la Iglesia.y a
transmitirlo a nuestros hermanos.
1. PROMETIÓ UN CONSOLADOR
Antes que nada, cuando Nuestro Señor y Salvador Jesucristo estableció su Iglesia,
prometió a sus Apóstoles que enviaría a otro Consolador, a quien llamó el Espíritu de
Verdad. Leemos en el Evangelio de San Juan:
“Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para
siempre: el Espíritu de Verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve,
ni le conoce” (Jn 14,16).
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y
fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Mc 16,16).
Los Apóstoles, después del descenso del Espíritu Santo en Pentecostés, cumplieron
esta orden de Cristo y predicaron el evangelio a todas las naciones. De sus
enseñanzas hemos recibido lo que se conoce como el Depósito de Fe, todo lo que ha
sido revelado por Dios.
Pero no pensemos que la divina asistencia del Espíritu Santo se limitó únicamente a
los Apóstoles y que cesó después de la promulgación del evangelio. El Depósito de
Fe necesitaba salvaguardarse y preservarse dentro de la Iglesia de Cristo.
Y también cuando Cristo ordenó a sus Apóstoles enseñar a todas las naciones,
añadió: “Y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”
(Mt 28,20).Por tanto, el Espíritu Santo mora en la Iglesia Católica a perpetuidad para
divinamente ayudarla a enseñar a todas las naciones todo lo que Cristo mandó:
“todos los días, hasta la consumación del mundo”.
2. ¿QUIÉN ES EL ESPÍRITU SANTO?
Consubstancial con el Padre y el Hijo, el Espíritu Santo es la Tercera Persona de la
Santísima Trinidad. Con su gracia, es el “primero” que despierta en la fe al creyente,
porque “Nadie puede decir: ¡Jesús es Señor! sino por influjo del Espíritu Santo”
(1Co 12, 3). De tal modo es protagonista de la fe cristiana, que “sin el Espíritu no es
posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre, porque el
conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de Dios se logra por el
Espíritu Santo” (San Ireneo, CEC 63).
“La presencia del Espíritu Santo es vital en la historia de la salvación. Sin embargo,
desde el principio de la Sagrada Escritura se observa que jamás se manifiesta con el
nombre de Espíritu Santo. La tercera persona de la Trinidad no se revela a sí misma,
sino que da a conocer a Cristo, su Verbo, y al Padre” (CEC 687).
En realidad, las palabras “Espíritu Santo” pueden también aplicarse con razón al
Padre y al Hijo, pues ambos son espíritu y santos. También se pueden aplicar a los
ángeles y a las almas de los justos, y por eso debe evitarse el error al que puede llevar
la ambigüedad de estas palabras: la Iglesia aplica este nombre a la Tercera Persona
de la Santísima Trinidad, según se toma de la Sagrada Escritura, porque el Espíritu
Santo carece de nombre propio.
El Espíritu Santo no descendió sólo para los Apóstoles, sino para toda la Iglesia, a la
cual enseña, defiende, gobierna y santifica.
EJEMPLOS DE ESTA
ASISTENCIA:
Esta santificación la realiza principalmente a través de los sacramentos, que son signos
sensibles instituidos por Jesucristo, que no sólo significan sino que confieren la gracia.
Sabemos que el Espíritu Santo es el “dulce huésped del alma”, que está dentro de
nosotros cuando vivimos en gracia. De la misma manera que tratamos al Padre y
a Jesucristo, hemos de acostumbrarnos a hablar con el Espíritu Santo, nuestro
santificador.
Al Espíritu Santo hemos de pedirle de modo especial sus siete dones, tan necesarios
para vivir de verdad como cristianos:
• El don de ciencia, que nos enseña cuáles son las cosas que nos ayudan a caminar
hacia Dios.
• El don de sabiduría, que nos hace saborear las cosas de Dios.
• El don de entendimiento, que nos ayuda a entender las verdades de nuestra fe.
• El don de consejo, que nos ayuda a saber lo que Dios quiere de nosotros
y de los demás.
• El don de fortaleza, que nos da fuerzas y valor para hacer las cosas que
Dios quiere.
• El don de piedad, con el que amamos más y mejor a Dios y al prójimo.
• El don de temor de Dios, que nos ayuda a no ofender a Dios cuando
flaquee nuestro amor.
Pocos años antes, el Concilio Vaticano I había declarado que Cristo, “Pastor eterno,
decidió fundar la Santa Iglesia para perpetuar la obra salvífica de la redención”(Dz.
1821).
4. LA IGLESIA
“¿Qué objetivo -se preguntaba el Papa León XIII- persiguió Cristo al fundar la
Iglesia? ¿Qué se propuso? Una sola cosa: transmitir a la Iglesia, para continuarlos,
la misma misión y el mismo mandato que Él había recibido de su Padre” (Encíclica
Satis Cognitum).
5. ORIGEN DE LA IGLESIA
Toda la vida de Jesucristo estuvo orientada a fundar la Iglesia. Pueden en ella
distinguirse los siguientes momentos:
EL TIEMPO DE LA IGLESIA:
PENTECOSTÉS
Los Apóstoles comenzaron a cumplir la misión que Cristo les confió el mismo día
de Pentecostés, con tanto éxito que San Pedro convierte ese día a 3,000 personas con
su primera predicación (Hch 2, 41), y más adelante a 5,000 (Hch 4, 4).
Luego los Apóstoles se esparcieron por todo el mundo, e iban fundando comunidades
cristianas donde predicaban. Estas comunidades eran regidas por obispos
consagrados por ellos, y estaban unidas entre sí por una misma fe, unos mismos
sacramentos y un mismo jefe común: San Pedro y sus sucesores.
La Iglesia está conformada no sólo por los que vivimos aquí en la tierra, sino por
aquellos que partieron ya hacia la casa del Padre.
El Juicio Particular, como su nombre lo dice, será para cada uno de nosotros en lo
personal. En éste, Dios nos preguntará: “¿Cuánto amaste?” Y cada uno de nosotros
tendrá que responder a esta pregunta. Dios espera que cada uno de nuestros actos sea
hecho por amor.
• El objeto del Juicio Final es, en primer lugar, dar gloria a Dios, manifestando
su justicia, sabiduría y misericordia a la humanidad entera.
• Revelará hasta sus últimas consecuencias lo que cada uno haya hecho
bien o haya dejado de hacer durante su vida terrena.
4. LA ESPERANZA DE LOS
CIELOS NUEVOS Y LA TIERRA NUEVA (CEC
1042)
34 VERITAS 1