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Lunes 23 De Marzo

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23 Mar 2020 - 12:00 AM


Por: Santiago Montenegro
Más, no menos,
globalización
Recluidos en nuestras casas, en las pausas que nos
dan el teletrabajo y las tareas domésticas, tenemos
que hacer un esfuerzo por encontrarle un sentido a la
pandemia del coronavirus.
Quizá la primera gran conclusión es que el coronavirus
es un ataque contra toda la especie humana,
semejante al que podrían hacernos unos
extraterrestres provenientes de alguna galaxia lejana y
misteriosa. Si nadie está a salvo de dicho ataque,
entonces, la respuesta obvia es que todos los
gobiernos, todos los países, todas las personas
deberíamos unirnos y aportar a una sola empresa para
derrotar a este enemigo común. Infortunadamente,
esta acción colectiva se ha demorado mucho y dicha
demora es, hasta cierto punto, comprensible, por
varias razones.
En primer lugar, por la incertidumbre del alcance de
esta plaga. En sus comienzos, parecía una influenza
más de las que aparecen en invierno, razón por la cual
solo después de muchas semanas y de muchos
muertos y contagiados fue declarada como pandemia
por la OMS.
En segundo lugar, aún con la mejor buena voluntad de
todos, la respuesta conjunta de tantos gobiernos e
instituciones a nivel mundial, y aún dentro de cada
país, enfrenta el desafío de “la lógica de la acción
colectiva”, tal como lo planteó Mancur Olson en un
documento clásico, el más citado en la historia de las
ciencias sociales.
En tercer lugar, el combate a la plaga se ha dificultado
porque la preparación de los países era muy desigual
cuando emergió la pandemia. Por ejemplo, Colombia
tiene capacidad para realizar 1.500 pruebas diarias, en
tanto un país con la misma población, Corea del Sur,
realiza 22.000 pruebas diarias, gracias en parte a su
experiencia con las anteriores pandemias, como el
Sars y el H1N1. Pero lo más grave es que al INS solo
están llegando 600 muestras diarias, un número
realmente bajo. Esto no es culpa del INS ni de su
directora, quien ha hecho una gran labor, pero sí es un
cuello de botella del sistema de salud al que tenemos
que prestarle una atención inmediata.
En cuarto lugar, esta epidemia llegó en un momento
en el que no todos, pero sí muchos gobiernos del
mundo han estado en manos de personas opuestas a
la cooperación, a unir esfuerzos con otros países. Por
el contrario, lo que ha definido las políticas de muchos
gobernantes ha sido el enfrentamiento y la
polarización, la creación de muros y barreras, con una
concepción de la política, no bajo la razón de la acción
colectiva, sino con una lógica de amigo/enemigo, tal
como la planteó el jurista nazi Carl Schmitt en los años
30 y que llegó a Latinoamérica a través de uno de sus
seguidores, Ernesto Laclau, padre del populismo
latinoamericano.
Frente al coronavirus, entonces, necesitamos una
nueva globalización, tal como la han planteado Noah
Harari en su entrevista con Christiane Amanpour, en
CNN, y Bernhard Zand, en Der Spiegel. Necesitamos
una respuesta global, tanto contra la pandemia, como
contra sus devastadores efectos sobre la economía.
Porque este es un problema tanto de salud pública
como de la estabilidad del empleo, de la viabilidad de
las empresas y de los impuestos que pagan las
personas y las empresas para que los Estados puedan
proveer los bienes públicos, que tanta falta hacen en
estos momentos.
Queremos seguir nutriendo los debates con opiniones
útiles, críticas y profundas

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