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Entonces, vemos a Heidegger cerrar con esta actitud ambigua su primera libreta
de Cuadernos en otoño de 1932. “Reflexiones III” va a retomar inmediatamente
después en el contexto del regreso a Friburgo a finales de 32. Encontraremos en
los primeros parágrafos a un Heidegger mucho más entusiasta hacia el
movimiento pero que, poco a poco, irá corroborando sus preocupaciones sobre él.
Pero, antes de entrar de lleno a R III es necesario hacer unas aclaraciones
metodológicas.
1
Cf. M. Heidegger, Reflexiones II, § 237 y 238.
frecuente encontrar, fechas, nombres, instituciones y cosas similares. En lo
concreto, R III puede leerse como el diario filosófico de Heidegger durante el
periodo del rectorado. Y, más aún, R III es el diario filosófico de Heidegger durante
su periodo de mayor acercamiento al movimiento nacionalsocialista y al Tercer
Reich. A lo largo de la libreta veremos traslucir esta experiencia del
nacionalsocialismo desde la universidad poco a poco y podremos ver cómo
Heidegger pasa del entusiasmo al completo desencanto y la crítica e incluso
autocrítica ante el movimiento. Por ello, es necesario reconocer el orden
cronológico de los parágrafos para poder percibir este desarrollo. Así pues, en vez
de simplemente agrupar temáticamente los parágrafos, como hice con mi
exposición de R II, me parece importante exponerlos en orden cronológico. De
cualquier forma, podremos reconocer algunos grandes temas que articulan toda la
libreta como la universidad, la obra, el nacionalsocialismo, la medianía y, sobre
todo, la pregunta “¿qué hacer?”.
Algo más que me gustaría agregar sobre la estrategia a seguir es que, como
hicimos con R II, intentaré vincular los parágrafos de R III con algunos textos
contemporáneos o alusivos al tiempo en cuestión como son “La autoafirmación de
la universidad alemana” y “El rectorado 1933/34: hechos y pensamientos”.
También me interesa, al final, contrastar algunos de los elementos de la
experiencia crítica del nacionalsocialismo con los textos clásicos de la crítica
heideggeriana a la modernidad en Conferencias y artículos.
2
Cf. M. Heidegger, Cuadernos Negros, Reflexiones III, § 2 y 5
3
Cf. ibid, § 1.
4
Cf. ibid, § 3.
5
Cf. ibid, § 2
6
Cf. ibid, § 4.
intelectualidad, debemos seguir buscando la realización del destino de la grandeza
alemana, desplegando el acontecer del pueblo y el Estado7.
Podemos ver que en estos primeros fragmentos de R III se continúa con los
últimos de R II. El pueblo alemán y su movimiento deben reconectarse con su
comienzo pero, para esto, no basta la ciencia política o la filosofía de la
“alemanidad” de la nueva intelectualidad. La gran diferencia es que, en estos
primeros fragmentos, Heidegger ya empieza a preguntarse qué hacer para lograr
que el pueblo alemán realice su destino y se vincule con el comienzo. En otros
términos, Heidegger va dejando su lugar como espectador y comienza a buscar su
agencia en la remodelación del mundo. Y este rol activo en el movimiento nazi, lo
buscará justamente en la filosofía. Esta búsqueda de un rol activo en el
movimiento desde la filosofía será justo lo que nos conecta con lo que pasa
después y con la siguiente sección.
Asumiendo el rectorado
7
Cf. ibid, § 5.
8
Ibid, § 8
9
ibidem
Vale la pena leer este parágrafo sobre la asunción del rectorado junto con el
primer apartado del ensayo “El rectorado 1933/34: hechos y pensamientos”, una
pequeña retrospectiva escrita por Heidegger al calor del colapso del Tercer Reich
en 1945. En este apartado nos pinta más a detalle el contexto del parágrafo en
cuestión. Von Möllendorf, renombrado anatomista, había sido elegido para ejercer
como rector entre 1933/34 pero, debido a sus antecedentes como disidente y
preso político de afinidad socialdemócrata, fue pronto presionado a renunciar con
el asenso de Hitler al poder. A raíz de esto, Heidegger señala que varios colegas,
incluido el propio Von Möllendorf y el anterior rector Sauer (especialista en
arqueología y arte cristiana y rector de 1932/33) lo convencieron de asumir el
rectorado. Al parecer fue Sauer quien finalmente lo persuadió señalándole que, de
no asumir el rectorado, se impondría un rector desde fuera10. Vale agregar que
apenas tenía un mes que Goebbels se había sumando al gabinete con el naciente
Ministerio de Propaganda y apenas se vislumbraba su nivel de intervención en la
universidad.
Junto con éstas, Heidegger listará tres razones que lo llevaron a desoír su voz
interior y asumir el rectorado:
10
Cf. M. Heidegger “The Rectorate 1933/34 : Facts an Thoughts” en The Self-assertion of the German
University and The Rectorate 1933/34 : Facts an Thoughts, trad. Karsten Harries [en línea]
https://phil.hse.ru/data/2016/10/03/1122904501/Heideggers%20Self-
Assertion%20of%20German%20University.pdf , pp. 481- 483.
11
Cf. ibid, pp.483- 484.
Heidegger se sentía crucificado entre las dos tendencias en la universidad. Los
“viejos” que se negaban a abandonar la especialización de sus saberes y los
“jóvenes” que hablaban de una ciencia política o, más bien, ciencia politizada 12,
en el sentido de lo mencionado en § 4 de R III.
Entre estas dos tendencias él pensaba haber dejado ya clara su agenda filosófica
para la universidad en su trabajo “¿Qué es metafísica?”: romper con la
especialización regresando a las ciencias a su terreno fundamental de la pregunta
por el ser, devolviendo a las ciencias a su unidad orgánica y no a una artificial
técnico-organizacional e institucional.
Todo esto nos permite entender qué lo llevó a actuar contra su voz interior y
también por qué temer que, tanto dentro como fuera de la universidad, faltaran
hombres interpelados por su agenda de volver al comienzo.
Pero, al final, “[l]a nueva universidad sólo vendrá si nos sacrificamos para ella13”.
En la retrospectiva de 45 Heidegger critica a quien lo juzga sin haberse
involucrado en un sentido u otro. A pesar de sus dudas, Heidegger decidió tomar
el riesgo de participar y asumir el rectorado para intentar rescatar lo positivo en el
movimiento14. “Con una voluntad amplia, hay que estar dispuestos a fracasar con
el ajetreo diario”15. Pensó, pues, que sólo asumiendo el riesgo del fracaso, se
podía dar el encuentro con los solitarios16, los que no son ni “viejos” ni “jóvenes”,
los que están a la altura de la tarea de volver al comienzo y al terreno común de
las ciencias, y así fue que decidió asumir el rectorado, contra su voz interior.
12
Cf. ibid, pp. 482- 483.
13
M. Heidegger, Cuadernos Negros, Reflexiones III, § 12.
14
Cf. M. Heidegger “The Rectorate 1933/34 : Facts an Thoughts”, op. cit., p. 486.
15
M. Heidegger, Cuadernos Negros, Reflexiones III, § 17
16
Cf. ibid, § 14
Trabajar mediante discursos, Heidegger en la universidad
17
Ibid, , § 7
18
V. M. Heidegger “The Rectorate 1933/34 : Facts an Thoughts”, op. cit.
Trabajando a través de un discurso, Heidegger pone sobre la mesa su agenda
como rector: destruir la universidad y construir un nuevo estatuto universitario, una
nueva guía política y espiritual19. La comunidad de la nueva universidad debe
devenir creadora se sí misma (autonomía) pero, a la vez, creadora de la existencia
del pueblo20. Pero esto sólo lo logrará obrando desde lo venidero, resistiendo la
extrañeza del futuro21.
Con esta agenda para la universidad, como apuesta para el movimiento, arranca
el rectorado. Una vez más vemos cómo Heidegger toma el rectorado no sólo como
una forma de intervenir sino hasta de intentar dirigir el movimiento. Pero para
dirigir, primero debemos amoldarnos al movimiento.
“Imparables en el duro objetivo flexibles y alternantes con las vías y las armas,
capaces de amoldarnos a ellas y de alternarlas”22. Heidegger intenta mantenerse
firme en su objetivo, el rencuentro con el comienzo como fundamento del ser de
occidente, pero, para intentar influenciar el movimiento, debe ser flexible en sus
formas. Amoldarse es el eje de su estrategia. Esta flexibilidad o amoldarse
(Geschmeidiger) la podemos entender de muchas formas. Podemos verla en la
forma en cómo Heidegger adapta su posición filosófica a las formas de la
universidad, trabajando a través de discursos por ejemplo. También está la
intensión de amoldar el cuerpo de la universidad al programa heideggeriano, que
la universidad se amolde al movimiento del pueblo y que, al final, el movimiento y
el pueblo se amolden a la dirección universitaria. No queda más que apretarse el
cinturón y aprender de los errores en esta lucha por amoldarse23.
19
Cf. M. Heidegger, Cuadernos Negros, Reflexiones III, § 30.
20
Cf. ibid., § 18.
21
Cf. ibid., § 27.
22
Cf. ibid., § 11.
23
Cf. ibid., § 9.
La misión, preparando la revolución futura
Si esta misión del pueblo no está ya dada y calculable: “No podemos ni queremos
calcular el futuro”25, debemos crear nuestra futuridad, nuestra temporalidad26.
Esto se traduce en la actitud heideggeriana hacia la dirección del movimiento:
“Que no haya programas, que no haya sistemas ni ninguna teoría, y sobre todo
que no haya ningún vano ‘organizar’. Sino obrar lo real”27. No podemos
programar una revolución, sino sólo estar disponibles para ella28.
24
Cf. ibid., § 19, 21 y 24.
25
Ibid., § 15.
26
Cf. ibidem.
27
Ibid., § 13.
28
Cf. ibid., § 16.
Pero, aunque ya se vislumbran las distancias, será este el momento de mayor
acercamiento entre el pensamiento de Heidegger y la jerga nazi. En este apartado
veremos aparecer varios conceptos de la propaganda nazi apropiados por la
pluma de Heidegger. “[E]l Führer ha despertado una nueva realidad que da a
nuestro pensamiento el cauce y la fuerza de choque correctos”29. Ésta es una de
las tres o cuatro referencias explícitas a Hitler en R III. Él ha despertado una nueva
realidad, el movimiento del pueblo, que le da a nuestro pensamiento un cauce. Y
así, Heidegger intenta encausar sus pensamientos por el camino del Führer.
En este sentido, podemos encontrar tres grandes conceptos del discurso nazi
aparecer en este apartado:
3) Ser el poder: “Ninguna evasión, ningún agotamiento, siempre ataque. ¡No tener
poderes plenos, sino ser el poder!33”. El poder es uno de los tres pilares de la
autoridad nazi, junto con la popularidad y la tradición34. Y este poder se ostenta a
29
Ibid., § 10.
30
Cf. ibid., § 23.
31
Cf. ibid., § 29 y 32.
32
Cf. ibid., § 29
33
Ibid., § 31.
34
Cf. Adolf Hitler, Mi lucha, Rienzi, Colombia, 2012, p. 323
través de la acción y la ofensiva. Más adelante veremos qué Heidegger mismo
señala que el nacionalsocialismo es una política de la acción. Llama la atención
ver al propio Heidegger embebido por el mismo poder que años después criticará.
Podemos cerrar la exposición de esta sección con dos de los parágrafos más
importantes de R III, que además abren el paso a la siguiente sección. Después
de la primera experiencia de la realidad del nacionalsocialismo en los primeros
días del rectorado Heidegger llegará al siguiente diagnóstico: “El
nacionalsocialismo sólo será un auténtico poder de gestación si, tras todo lo que
hace y dice, todavía tiene algo que silenciar. Obrando desde un fuerte trasfondo
solapado que habrá de repercutir en el futuro. Pero si lo presente fuera lo que se
ha alcanzado y lo que se quiere, entonces ya sólo restaría el horror ante la
decadencia”35. La mayor preocupación de Heidegger es que el movimiento, como
en aquel momento se presentara, fuera ya el fin de la “remodelación del mudo” sin
una transformación profunda ni una conexión con el fundamento oculto. Si es así,
sólo queda el horror ante la decadencia. Con este diagnóstico comenzará el
distanciamiento con la realidad del movimiento nazi, por sólo encontrar en él más
de lo presente, ninguna verdadera revolución.
Con este sombrío diagnóstico podemos cerrar la época del asenso al rectorado y
de mayor acercamiento con el movimiento nazi. A partir de aquí veremos irse
desdibujando el entusiasmo y aumentando las críticas, hasta llegar a la ruptura. A
partir de aquí, el rectorado será una dura cucharada de realidad para Heidegger,
el laboratorio donde experimentará la modernidad.
Estos parágrafos fueron escritos a la luz del rectorado. Abarcan desde la toma de
posesión del rectorado hasta finales de 1933. Esta sección no abarca solamente la
mayor parte del rectorado de Heidegger, sino también el primer año de Hitler en el
poder.
35
M. Heidegger, Cuadernos Negros, Reflexiones III, § 25.
Los primeros meses del tercer Reich se caracterizaron por un tenso balance entre
fuertes episodios de violencia localizada contra los enemigos del régimen y una
aparente paz y legalidad para partes importantes de las clases medias. En la
noche del 27-28 de febrero alguien quemó el Reichstag y el ataque fue atribuido a
los comunistas. Esto permitió al gobierno impulsar un estado de emergencia y
desatar la represión contra la izquierda. Para julio, unos 27 mil militantes de
izquierda estaban presos y unos 100 mil habían pasado por una nueva institución
de la SA: los llamados “Wilen Konzentrationslager” (campos de concentración
salvajes), los primeros campos de concentración. Después de barrer con los
militantes de izquierda, cosa que no fue tan mal vista en su momento, comenzaron
también los ataques antisemitas a manos de la SA, particularmente focalizados
contra judíos migrantes en Prusia. Hubo más de mil ataques en el transcurso del
verano. Los perpetradores de estos ataques fueron liberados en la amnistía de
julio, como crímenes cometidos durante la revolución. También se persiguió a los
miembros de otros partidos conservadores, acusados de ser burgueses. Se
introdujeron cuotas y restricciones a judíos para la educación media y superior.
También avanzaba la censura; el 10 de mayo fue la primera quema de libros en
Berlín. El primero de mayo, día de conmemoración anarquista e hito en los
calendarios comunistas y sindicalistas en general, se convirtió en una festividad
nacional de legitimación del régimen. El propio Heidegger se afilió al partido ese
día. Para julio, Hitler declaró la revolución por terminada y empezó un proceso de
pacificación que implicaría la ruptura con sus unidades de asalto (la SA),
culminando con la noche de los cuchillos largos de 34. Para finales de 33 el
partido Nazi era el único en el país y el único contrapeso de Hitler era Hindenburg
cuya salud se descomponía y aprobaba en silencio las acciones del nuevo
gobierno. A pesar de la agitación política, en 33 el empleo aumentó un 40% y para
noviembre, el gobierno obtuvo una votación de 95% en el plebiscito de
continuidad36.
Del lado de Heidegger la situación era tanto más complicada. Desde el primer día,
comenzaron las fricciones con el gobierno y el movimiento. Apenas dictó
36
V. Robert Gallately (ed.), Oxford Illustrated History of the Third Reich, Oxford, Italia, 2018.
Heidegger su discurso, el ministro de cultura de Badena, Otto Wacker, lo criticó
por ir en contra del programa del partido, no ser racista y por criticar la “ciencia
política”. Esta opinión fue secundada por Scheel, líder estudiantil del distrito, y por
Krieck, homólogo de la universidad de Frankfurt. Estas opiniones pusieron en
jaque el cargo de Heidegger desde el principio37. El siguiente incidente se dio a las
pocas semanas en el cargo cuando la liga de estudiantes intentó imponer los
“carteles judíos”38 en la universidad. Heidegger se negó y a los pocos días recibió
una llamada de Baumann, líder de la SA. Una vez más se negó, pero Baumann lo
dejó con la amenaza de su destitución e incluso de cerrar la universidad 39. En
esos días, tal vez en un intento de componer su relación con el régimen,
Heidegger cedió a las presiones del ministro y el líder del condado de, como ya
mencionamos, afiliarse al partido40. Pero esto no sirvió de mucho. Heidegger se
opuso a la quema de libros y a la retirada de libros de autores judíos de las
bibliotecas, incluidos los libros de Husserl. Finalmente, un intento de defender a
profesores judíos terminaría siendo el quiebre con el régimen en el semestre de
invierno41. Volveré sobre esto adelante.
37
Cf. M. Heidegger “The Rectorate 1933/34 : Facts an Thoughts”, op. cit., pp. 490-491.
38
Táctica de señalar a personas y negocios judíos con carteles. Esta táctica se popularizó durante el boicot
judío de abril de 33.
39
Cf. Ibid, p. 491. Esta misma anécdota reaparece en la entrevista con Spiegel.
40
Cf. Ibid, 492-493.
41
V. Ramón Rodríguez (trad.), “Entrevista del Spiegel a Martin Heidegger”, Tecnos, Madrid, 1996.
¿Hacia la escuela superior del imperio?
A esta incapacidad del estudiante para la revolución, hay que sumar que los
ministros, las corporaciones, el partido (y tal vez incluso el rector) le endosan a la
universidad todo tipo de tareas posibles e imposibles48. Todo esto impide a la
universidad alcanzar a realizar su tarea.
42
M. Heidegger, Cuadernos Negros, Reflexiones III, § 57.
43
Cf., ibid., § 67.
44
Ibid., § 33.
45
Cf., ibid., § 66.
46
Cf., M. Heidegger “The Rectorate 1933/34 : Facts an Thoughts”, op. cit., pp. 485.
47
Cf., M. Heidegger, Cuadernos Negros, Reflexiones III, § 65.
48
Cf., ibid., § 60.
Pero, a pesar de la decadencia de la institución, la miopía del estudiantado y las
excesivas expectativas sobre la universidad, Heidegger mantiene fe en que el fin
de la universidad abre el camino para un nuevo saber, una nueva ciencia y una
nueva escuela superior. La única posibilidad es volver a encontrar esa fuerza de
“lo joven” y, desde el pensar y la tradición, para transformar la ciencia y la forma
de enseñarla49. La universidad debe dejar de ser una institución para aprender de
memoria y debe, en cambio, cultivar formas elevadas de pensar más allá de las
clases sociales y las corporaciones50. Lo decisivo no debe ser el progreso de la
ciencia o la técnica especializada, sino la transmisión por tradición del saber del
pueblo51. La escuela superior con la que Heidegger sueña es una escuela de
autoafirmación (Selbstbehauptung52) del pueblo alemán, que le permita regresar al
núcleo de su tradición. Y Heidegger espera que este regreso a la tradición le dé a
la juventud las herramientas para reconocer y romper con la figura del trabajador y
la voluntad de poder de la modernidad. Esto es lo que alimenta la voluntad de
dirigente del rector; una voluntad que, para él, nace de la transformación del ser
como surgimiento, una voluntad qué él espera encuentre ecos y pueda repercutir,
volviendo esta educación filosófica un bien común53. Esta nueva filosofía debe de
dejar el campo de la metafísica y volverse una metapolítica del pueblo histórico54.
¡Organización!
49
Cf., ibid., § 34, 65 y 67.
50
Cf., ibid., § 34 y 52.
51
Cf., ibid., § 51.
52
Ver la nota 1 en The Self-assertion of the German University and The Rectorate 1933/34 : Facts an
Thoughts, op. cit.
53
Cf., M. Heidegger, Cuadernos Negros, Reflexiones III, § 58.
54
Cf., ibid., § 54.
55
Cf., ibid., § 39.
todo al nivel de estos “combatientes del partido”56. Y estos combatientes
moviéndose con una máxima: ¡Organización!
Toda esta organización, con todo y sus buenas ideas, actúa como si ya se hubiera
llegado al objetivo. Abundan los “éxitos” y “cifras” pero no debemos evaluar el
movimiento en función del presente58. En el contexto del decreto de Hitler de que
la revolución ha terminado, vemos a Heidegger desencantado con la actitud
triunfalista que ve el presente como lo que se esperaba alcanzar. Recordando el
parágrafo 25: “Pero si lo presente fuera lo que se ha alcanzado y lo que se quiere,
entonces ya sólo restaría el horror ante la decadencia”59.
56
Cf., ibid., § 53.
57
Cf., ibid., § 50.
58
Cf., ibid., § 36 y 42.
59
Ibid.,, § 25.
60
Cf., ibid., § 38 y 62.
61
Cf., ibid., § 41y 46.
62
Ibid., § 46.
una planta, para que esa floración la destruya una helada nocturna?”63. Como
vemos, Heidegger termina el año entre dudas sobre el movimiento, sus
posibilidades y su potestad dentro de él. En los primeros días de 34 veremos
desdibujarse la confianza y cómo estas dudas se convierten en agudas críticas
contra el régimen y la universidad.
Para finales del semestre de invierno, Heidegger ya tenía una imagen mucho más
clara de lo que en realidad era el tercer Reich. Y, como ya hemos dicho, esta
imagen la pinta a la luz de su experiencia como rector. A través de la intervención
de las distintas corporaciones y ministerios en la universidad, Heidegger reconoce
que, como rector, no tiene mayor agencia que la de un interventor. En los
parágrafos a continuación, que abarcan el paso de 33 a 34, Heidegger logrará
captar varias características del nacionalsocialismo, y el fascismo en general. Y,
mucho de lo que captó en esta experiencia pensante, le dará forma a su
comprensión de la modernidad como voluntad de poder. En fin, nos
encontraremos aquí una confrontación con el nacionalsocialismo y la universidad,
pero también, una confrontación con su rol ante ellos.
“La lucha por conquistar las escuelas superiores está llegando a su final […] Sin
darse cuenta uno cae en las cadenas del mundo que supuestamente está
combatiendo”64. Para el final del año, Heidegger reconoce que sus esfuerzos por
transformar la universidad han fracasado. Se ha dado cuenta que el papel del
rector está lejos del Führer de la universidad que él añoraba ser.
63
Ibid., § 56.
64
Ibid., § 82.
los hechos, la dirigen. En el parágrafo 68 Heidegger nos dará un catálogo de las
distintas organizaciones y tendencias que, en diciembre de 33, dominan la
universidad. Hay organizaciones que operan desde fuera de la universidad como:
Luego están estas corporaciones profesionales que operan sólo en función de sus
necesidades y son la esencial influencia en las escuelas:
65
Ibid., § 68.
universidad ya completamente organizada, ya completamente estamentada. En la
experiencia del rectorado, Heidegger reconocerá lo que años después caracteriza
como dirigismo. En la época de la errancia, todo en el mundo de lo humano está
dividido en sectores y esos sectores necesitan sus dirigentes, los trabajadores
vigilantes y administradores de estos sectores de lo ente66.
Mediocridad y precariedad
El estudiante, que se siente cercano a los trabajadores por embriagarse con ellos
en las cantinas, no es más que un burgués de la medianía 70. No solamente
66
Cf. M. Heidegger, “Superación de la metafísica” en Conferencias y artículos, pp. 68-69.
67
Cf., M. Heidegger, Cuadernos Negros, Reflexiones III, § 84.
68
Cf., Ibid., § 87.
69
Cf., Ibid., § 94 y 96.
70
Cf., Ibid., § 83.
domina la organización en la universidad, sino que se impone un ánimo que acusa
todo esfuerzo intelectual no alineado al régimen de burgués y, en su búsqueda de
una ciencia “cercana a la vida”, impone una condición de medianía, de alineación
con los planteamientos de las corporaciones y sus “combatientes del partido”.
71
Ibid., § 89.
72
Cf., Ibid., § 92 y 95.
73
Cf., Ibid., § 90.
74
Cf., Ibid., § 88.
75
Cf., Ibid., § 82.
El primer paso en esta tarea es intentar reconocer la naturaleza del
nacionalsocialismo, para intentar descubrir qué oculta entre tanta organización y
tantos triunfos. En este periodo encontraremos un esfuerzo de intentar
comprender el movimiento nacionalsocialista y de este esfuerzo podemos extraer
las siguientes características del movimiento:
76
Ibid., § 69.
77
Cf., ibidem.
78
Cf., Ibid., § 72, 73, 80 y 81.
4. Racismo: Este endiosamiento viene de la mano de un biologismo turbio
que trata el carácter del pueblo para desarrollar un mundo espiritual e
histórico como dado sólo por el hecho de tener cierta genética. Ésta es la
ideología de la medianía del nacionalsocialismo vulgar, extraída de las
páginas de Mi lucha. Desde los años 20´s, no era un secreto para nadie la
naturaleza racista del movimiento. Lo que Heidegger logra reconocer es
que este ideal racista sirve para crear la base ideológica de la medianía. “El
pueblo alemán” se define no por una forma histórica de entrar en relación
con el ser, y construir desde ahí su lugar en el mundo, sólo se define por
cierta “sangre”, cierta raza. Heidegger era un pensador nacionalista pero no
acepta la reducción de lo nacional a lo racial. El pueblo alemán no debe
encontrar su destino desde la confrontación pensante, ya lo tiene dado por
su raza y sólo debe conquistarlo por medio de la acción, su carácter ya
está dado. El constructo ideológico de la raza mete a todos en un mismo
cajón y todo intento de ir en contra del vulgo es señal de corrupción racial,
de ser parte del otro compartimento racial. La idea de raza es el quiebre
entre el nacionalsocialismo espiritual que intentó Heidegger y el
nacionalsocialismo vulgar, el que pone todo carácter al nivel del vulgo79.
5. La constante organización: Ya había reconocido Heidegger en el
movimiento nacionalsocialista una compulsión por organizarlo todo. Pero
ahora irá un paso más allá reconociendo que esta tendencia es solamente
una expresión de la lógica del viejo mundo. La revolución ha eliminado el
viejo parlamento burgués pero lo ha reemplazado con consejos que juegan
el mismo papel. En otros términos, así como los consejos no son más que
un recalentado del parlamento; en lo fundamental, este nuevo mundo no es
más que un recalentado del viejo, una remodelación superficial de la misma
estructura, de la misma lógica80.
79
Cf., Ibid., § 81.
80
Cf., Ibid., § 93.
anterior), sino que se dará cuenta que este nuevo movimiento revolucionario no es
más que un recalentado del viejo, una nueva y cruda expresión de la lógica del
trabajador, la movilización total y la voluntad de poder. Al sumarse a un
movimiento para combatir la voluntad de poder, terminó atrapado en las cadenas
de su lógica. A partir de aquí, el único camino posible fue el quiebre. Al reconocer
que, como rector, no sólo no puede realizar su proyecto, sino que ha devenido
accesorio del funcionamiento del engranaje de las corporaciones y organismos; el
único camino es dejar el rectorado. Lo que viene en los siguientes parágrafos es el
testimonio del proceso de renuncia.
Para el semestre de invierno, las fricciones de Heidegger con los ministerios y las
estudiantiles estaban llegando a un punto de quiebre. Poco a poco, los puestos
directivos de la universidad fueron ocupados por personajes alineados al partido,
preparando una toma completa. Después vino el intento de despedir al director de
la clínica universitaria, Tannhauser, y al profesor von Hevesy, ganador del premio
Nobel de química en 43; ambos judíos.
28 de abril 1934
110. El poder del estudiante reduce al profesor a peón tolerado por tener el
saber (manejar números y datos)
- Marxismo invertido
- La fatídica opinión de que sólo hay que luchar donde se hace ruido