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ETICA

ENSAYO (LIBRO “ETICA” DE ADOLFO SANCHEZ VAZQUEZ)

PRESENTADO POR:

ELIANA MARGARITA POLO LIÑAN

ANDRES ALBERTO DE LA HOZ ACOSTA

PRESENTADO A:

DOCENTE: ENRRIQUE BERRIO

UNIVERSIDAD DEL ATLANTICO

FACULTAD DE CIENCIAS ECONOMICAS

PROGRAMA DE ADMINISTRACION DE EMPRESAS

2015

ENSAYO
(LIBRO “ETICA” DE ADOLFO SANCHEZ VAZQUEZ)

INTRODUCCION

A continuación presentamos en el siguiente ensayo que entendemos por valoración la


atribución del valor correspondiente a actos o productos humanos. La valoración moral
comprende estos tres elementos: a) el valor atribuible; b) el objeto valorado (actos o
normales morales), y c) el sujeto que valora. No nos ocuparemos de cada uno de estos
elementos por separado, ya que han sido estudiados, o habrán de serlo en capítulos
respetivos, nos limitaremos ahora a una caracterización general de la valoración moral
para pasar inmediatamente al examen del valor moral fundamental: la bondad.

Si la valoración es el acto de atribuir valor a un acto o producto humanos por un objeto


humano, ello implica necesariamente tomar en cuento las condiciones concretas en que
se valora y el carácter concreto de los elementos que intervienen en la valoración.

Valor Moral se le denomina al conjunto de creencias y normas de una persona o grupo


social determinado que oficia de guía para el obrar (es decir, que orienta acerca del bien o
del mal —correcto o incorrecto— de una acción o acciones).

Para la realización de este ensayo nos hemos basado en el libro “ETICA” de Adolfo
Sánchez Vázquez, más exactamente en el capítulo 7 del mismo.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que el valor se le atribuya a un objeto social,
establecido o creado por el hombre en el curso de su actividad histórico-social y es aquí
donde podemos concluir que existe por y para el hombre los valores se establecen según
la forma que adopte el hombre como ser histórico-social.

En segundo lugar tenemos que los objetos valorados son propiamente humanos y que de
aquí se determina que los objetos inanimados o los animales no pueden ser objeto de
valoración moral. También es claro que no todos los actos humanos se deben valorar en
una aprobación o reprobación en sentido moral, sino solo los que afectan por sus
resultados a otros.

Entonces podemos realizar una definición de lo que puede ser la valoración moral desde
un punto de vista más personal; para que un efecto o consecuencia pueda tener
relevancia desde el punto de vista moral, es necesario que ese efecto haya sido previsto,
y que se produzca siempre o la mayor parte de las veces como consecuencia de la acción
que se ha emprendido; una vez admitido este presupuesto, estamos en condiciones de
valorar si es lícito emprender una acción que tiene un efecto tolerado.

Por otro lado al tener que tomar en cuenta esta relación entre el acto de un individuo y los
demás, es objeto de valoración se inscribe necesariamente en un contexto histórico-
social, de acuerdo con el cual dicha relación adquiere o no un sentido moral.

Por ejemplo la actividad humana con el trabajo en una sociedad basada en la explotación
del hombre por el hombre y más particularmente, en la producción de plusvalía, el trabajo
se define como actividad económica y es muy difícil que podamos hallar el significado de
la moral. Pues para el trabajador que desconoce las consecuencias de su trabajo para sí
mismo o para los demás en su existencia propiamente humana se convierte en un acto
puramente económico y como tal lucrativo. Y en esas condiciones se convierte se
convierte en una acción reprobable desde el punto de vista moral.

Es decir en el momento en el que empezamos también a convertirnos en una mercancía y


el único estimulo que recibimos es económico. Empezamos a afectar nuestro criterio y el
de las personas que nos rodean; puesto que dejamos de lado cosas que pueden ser
objeto de valoración moral.

Podemos concluir que la valoración es siempre atribución de valor por un sujeto. Este se
sitúa, con ello, ante el acto de otro, juzga así como le afecta no solo a él sino a toda la
comunidad que lo rodea.

Tenemos entonces que, por el valor atribuido, por el objeto valorado y por el sujeto que
valora, la valoración tiene siempre un carácter concreto, ósea es la atribución de un valor
concreto en una situación dada.
LO BUENO COMO VALOR

El acto moral aspira a ser una realización de lo “bueno”. Un acto moral positivo o un acto
moral valioso moralmente.

De aquí surge la pregunta; ¿QUÉ ES LO BUENO?

Tenemos aquí algunas teorías o criterios estimativos de lo bueno:

La explicación de lo bueno es un concepto relativo. Cada vivencia del hombre le entrega


elementos para su definición.

Existen diversas doctrinas que intentan solucionar los problemas derivados de investigar
qué es lo bueno. Estas doctrinas son:

LO BUENO COMO FELICIDAD:

EUDEMONISMO: (del griego eudaimonia=felicidad, dicha o ventura). Sostiene que lo


bueno se cifra en la felicidad; el hombre persigue de una manera innata y espontánea la
felicidad; la felicidad de lo eternamente apetecible en sí mismo.

Son sus defensores los filósofos Sócrates, Platón y Aristóteles.

Según Sócrates, el principal elemento que conduce a la felicidad es el conocimiento. Sólo


mediante el conocimiento el hombre se convierte en un ente Ético. La sabiduría lleva a la
virtud y ésta nos permite acceder a un estado de plenitud y satisfacción.

Para Platón la felicidad también radica en la práctica de la virtud entendida como


sabiduría, solamente que ésta se logra dentro de un campo intangible, el campo de las
ideas.

Para Aristóteles hay una elaboración más sistemática de esta doctrina. Considera que el
fin último de la vida es la felicidad. Todos los hombres encaminan sus actos hacia la
consecución de la felicidad; pero no todos saben en qué consiste ni cómo lograrla. Los
grupos sociales más emotivos e irracionales piensan que la felicidad consiste en la
búsqueda de placeres materiales; otros en la búsqueda de honores y riqueza.

Según Aristóteles la felicidad consiste en la práctica de una vida acorde con la naturaleza
racional del hombre (vida teorética). El bien consiste en una vida perfecta, entera y cabal,
mediante el uso racional de los bienes del cuerpo, y la posesión de los bienes externos.
Fin último hacia el que tienden todas nuestras acciones. Para Aristóteles el bien último es
la felicidad, y más exactamente la felicidad que se experimenta en la contemplación de
Dios. Para llegar a la felicidad hay que actuar de manera natural. Es decir, con una parte
animal (bienes físicos y materiales), una parte racional (cultivando nuestra mente) y una
parte social, que se concretaría en practicar la virtud, que según Aristóteles se situaba en
el punto medio entre dos pasiones opuestas.

En los tiempos modernos, lo bueno es lo que concuerda con la naturaleza humana,


entendida esta, de un modo universal o abstracto; las ideas de lo bueno y de lo malo
tienen también, un carácter universal, concordante con esa verdadera naturaleza del
hombre como ser racional o espiritual, dada de una vez y para siempre.

Entonces las ideas de lo bueno y lo malo cambian históricamente de acuerdo con las
diferentes funciones de la moral afectiva de cada época, esos cambios se reflejan bajo la
forma de nuevos conceptos en las doctrinas éticas. Tomando en cuenta la aspiración
común de los hombres por alcanzar lo bueno por considerarlo el valor moral fundamenta,
aunque siempre de acuerdo con sus aspiraciones concretas en cada época o en cada
sociedad.

Podemos concluir que: la tesis de la felicidad es lo único bueno, resulta demasiado


general si no se precisa su contenido concreto. Este contenido varía de acuerdo con las
relaciones sociales.

Podemos ver que, al cifrarse la felicidad en la contemplación de la sociedad esclavista


griega o en la presión del dinero en la sociedad burguesa moderna.

LO BUENO COMO PLACER

HEDONISMO: (del Griego hedone=placer). Doctrina basada en la búsqueda del placer y


la supresión del dolor como objetivo o razón de ser de la vida. Sostiene que el sumo bien,
que lo bueno, consiste en el placer. Epicuro, filósofo Griego es su principal representante.
Enseña que placer y dolor son las dos afecciones que se encuentran en todo animal: una
favorable, la otra contraria; a través de las cuales se juzga lo que se debe elegir y lo que
debe rechazarse.

Según el Hedonismo, es moralmente buena aquella conducta que tiene por fin el placer o,
por lo menos, la negación de dolor (displacer). El placer está inherente en la naturaleza
del hombre. Es propio de la naturaleza humana el tender al logro del placer y evitar todo
aquello que causa sufrimiento.

Más que a los placeres derivados de los deleites corporales, Epicuro se refiere a placeres
moderados, propios de la naturaleza racional del hombre. También inculcó a sus
discípulos el amor a la naturaleza y las cosas bellas, enseñando que es necesario llevar
una vida amable y sencilla. Sólo así se puede encontrar lo placentero y virtuoso.
Recomienda hacer una sabia autodisciplina.

Al hedonista ético en general se le puede la misma critica que a todo subjetivismo


axiológico, ya que reduce un valor “lo bueno” en este caso a reacciones psíquicas o
vivencias subjetivas.

LO BUENO COMO BUENA VOLUNTAD

FORMALISMO: (ÉTICA FORMAL): El concepto de lo bueno reside en una Ley moral a


priori, es decir universalmente válida y necesaria. El fundamento de la obligación debe
buscarse, a priori, en conceptos de la razón pura. La Ética debe descansar sobre una
base pura o a priori (Ética de las intenciones). Se debe obrar con arreglo a la buena
voluntad; actuar conforme al deber y por el deber mismo; hacer el bien, no por mera
inclinación, sino por respeto al deber.

Su principal exponente es Emmanuel Kant (1724-1804). Su obra: Fundamentación


metafísica de las costumbres.

Kant se caracterizó por la búsqueda de una ética o principios con el carácter de


universalidad que posee la ciencia. Para la consecución de dichos principios Kant separó
la ética en: ética empírica ( todas las anteriores a él ) y ética formal (ética de Kant ). Este
nuevo planteamiento acerca de la ética hace de Kant el padre de la filosofía moderna. La
razón teórica formula juicios frente a la razón práctica que formula imperativos. Estos
serán los pilares en los que se fundamenta la ética formal kantiana. La ética debe ser
universal y por tanto vacía de contenido empírico, pues de la experiencia no se puede
extraer conocimiento universal.

La Razón como guía, impulso para la acción y tribunal. Kant confió moderadamente en la
razón. No pensó que ella sola pueda despegarse del mundo empírico y desde sus altos
vuelos planear sobre la región de lo metafísico, el sueño dogmático que criticó, pero sí
que penetrando a la sensibilidad y en armonía con ella era capaz de ofrecernos
conocimientos plenos y verdaderos. A la vez, esta misma Razón puede llamarnos desde
lo más intimo de nuestro ser e incitarnos a la vida buena, en un mandato del bien que
nada en el mundo puede quebrar.

En suma la concepción kantiana de la “buena voluntad” por su carácter ideal, abstracto y


universal, nos da como concepto de lo bueno totalmente inasequible en este mundo real
y, por lo tanto, inoperante para la regulación de las relaciones entre los hombres
concretos.

LO BUENO COMO LO UTIL

UTILITARISMO: (del Latín utile = lo que es útil). Sostiene que lo bueno consiste en lo útil y
lo moralmente bueno radica en una legítima aspiración hacia el bienestar.

El utilitarismo puede derivarse en tres ramas:

· Cuando se busca el bienestar individual en detrimento de la sociedad (individualismo o


egoísmo ético).

· Cuando se busca el bienestar de los otros en detrimento de la utilidad individual


(altruismo).

· Cuando se trata de conciliar el bienestar individual con el bienestar social. Es la forma


más humana del utilitarismo.

Sus principales exponentes son Francisco Hutcheson (Inglaterra 1725), Jeremías


Bentham (1748-1832). y John Stuart Mill (1808-1873). Su obra: El Utilitarismo.
Bentham toma del hedonismo los conceptos del placer y del dolor y los establece como
los únicos hechos que pueden servir como fundamento del dominio moral. La conducta
del hombre está determinada por la expectativa del placer y del dolor y ésta es el único
motivo posible de acción.

Preconizaba que todo acto humano, norma o institución, deben ser juzgados según la
utilidad que tienen, esto es, según el placer o el sufrimiento que producen en las
personas. A partir de esa simplificación de un criterio tan antiguo como el mundo,
proponía formalizar el análisis de las cuestiones políticas, sociales y económicas, sobre la
base de medir la utilidad de cada acción o decisión.

John Stuart Mill: Su contribución a la teoría consiste en su reconocimiento de distinciones


de categorías, además de la intensidad, entre placeres. Así, mientras Bentham mantenía
que 'siendo igual la categoría del placer, un juego de niños, es tan bueno como la poesía,
Mill afirmó que 'es mejor ser un individuo insatisfecho que un cerdo satisfecho', es decir,
el descontento humano es preferible a la satisfacción animal. Con esta declaración Mill
parece haber rechazado la identificación del concepto felicidad con placer y ausencia de
dolor y el concepto infelicidad con dolor y ausencia de placer.

El utilitarismo busca un principio objetivo que permita establecer cuándo una acción
determinada es buena o mala. Una acción es buena en tanto que tienda a lograr la mayor
felicidad posible para el mayor número de personas.

Pero por otro lado las dificultades crecen si se tiene en cuenta que, en una sociedad
dividida en clases antagónicas, el “mayor número posible” tropieza con limites
insuperables impuestos por la propia estructura social.

Después de citar algunas teorías pasemos a las conclusiones acerca de la naturaleza de


lo bueno.

La realización de lo bueno entraña necesariamente una peculiar relación entre lo peculiar


y lo general, que se halla condicionada, a su vez, por determinada estructura social. El
egoísmo y manifestaciones opuestas son alentados u obstaculizados de acuerdo con las
condiciones sociales concretas en que los hombres viven. Por ello, el problema de lo
bueno como conjunción de los intereses personales y generales es inseparable del
problema de las bases y condiciones sociales que hacen posible su realización.

De esta forma concluimos nuestro ensayo sobre el capítulo 7 del libro (“ETICA” de Adolfo
Sánchez Vázquez)

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