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2015
ENSAYO
(LIBRO “ETICA” DE ADOLFO SANCHEZ VAZQUEZ)
INTRODUCCION
Para la realización de este ensayo nos hemos basado en el libro “ETICA” de Adolfo
Sánchez Vázquez, más exactamente en el capítulo 7 del mismo.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que el valor se le atribuya a un objeto social,
establecido o creado por el hombre en el curso de su actividad histórico-social y es aquí
donde podemos concluir que existe por y para el hombre los valores se establecen según
la forma que adopte el hombre como ser histórico-social.
En segundo lugar tenemos que los objetos valorados son propiamente humanos y que de
aquí se determina que los objetos inanimados o los animales no pueden ser objeto de
valoración moral. También es claro que no todos los actos humanos se deben valorar en
una aprobación o reprobación en sentido moral, sino solo los que afectan por sus
resultados a otros.
Entonces podemos realizar una definición de lo que puede ser la valoración moral desde
un punto de vista más personal; para que un efecto o consecuencia pueda tener
relevancia desde el punto de vista moral, es necesario que ese efecto haya sido previsto,
y que se produzca siempre o la mayor parte de las veces como consecuencia de la acción
que se ha emprendido; una vez admitido este presupuesto, estamos en condiciones de
valorar si es lícito emprender una acción que tiene un efecto tolerado.
Por otro lado al tener que tomar en cuenta esta relación entre el acto de un individuo y los
demás, es objeto de valoración se inscribe necesariamente en un contexto histórico-
social, de acuerdo con el cual dicha relación adquiere o no un sentido moral.
Por ejemplo la actividad humana con el trabajo en una sociedad basada en la explotación
del hombre por el hombre y más particularmente, en la producción de plusvalía, el trabajo
se define como actividad económica y es muy difícil que podamos hallar el significado de
la moral. Pues para el trabajador que desconoce las consecuencias de su trabajo para sí
mismo o para los demás en su existencia propiamente humana se convierte en un acto
puramente económico y como tal lucrativo. Y en esas condiciones se convierte se
convierte en una acción reprobable desde el punto de vista moral.
Podemos concluir que la valoración es siempre atribución de valor por un sujeto. Este se
sitúa, con ello, ante el acto de otro, juzga así como le afecta no solo a él sino a toda la
comunidad que lo rodea.
Tenemos entonces que, por el valor atribuido, por el objeto valorado y por el sujeto que
valora, la valoración tiene siempre un carácter concreto, ósea es la atribución de un valor
concreto en una situación dada.
LO BUENO COMO VALOR
El acto moral aspira a ser una realización de lo “bueno”. Un acto moral positivo o un acto
moral valioso moralmente.
Existen diversas doctrinas que intentan solucionar los problemas derivados de investigar
qué es lo bueno. Estas doctrinas son:
Para Aristóteles hay una elaboración más sistemática de esta doctrina. Considera que el
fin último de la vida es la felicidad. Todos los hombres encaminan sus actos hacia la
consecución de la felicidad; pero no todos saben en qué consiste ni cómo lograrla. Los
grupos sociales más emotivos e irracionales piensan que la felicidad consiste en la
búsqueda de placeres materiales; otros en la búsqueda de honores y riqueza.
Según Aristóteles la felicidad consiste en la práctica de una vida acorde con la naturaleza
racional del hombre (vida teorética). El bien consiste en una vida perfecta, entera y cabal,
mediante el uso racional de los bienes del cuerpo, y la posesión de los bienes externos.
Fin último hacia el que tienden todas nuestras acciones. Para Aristóteles el bien último es
la felicidad, y más exactamente la felicidad que se experimenta en la contemplación de
Dios. Para llegar a la felicidad hay que actuar de manera natural. Es decir, con una parte
animal (bienes físicos y materiales), una parte racional (cultivando nuestra mente) y una
parte social, que se concretaría en practicar la virtud, que según Aristóteles se situaba en
el punto medio entre dos pasiones opuestas.
Entonces las ideas de lo bueno y lo malo cambian históricamente de acuerdo con las
diferentes funciones de la moral afectiva de cada época, esos cambios se reflejan bajo la
forma de nuevos conceptos en las doctrinas éticas. Tomando en cuenta la aspiración
común de los hombres por alcanzar lo bueno por considerarlo el valor moral fundamenta,
aunque siempre de acuerdo con sus aspiraciones concretas en cada época o en cada
sociedad.
Según el Hedonismo, es moralmente buena aquella conducta que tiene por fin el placer o,
por lo menos, la negación de dolor (displacer). El placer está inherente en la naturaleza
del hombre. Es propio de la naturaleza humana el tender al logro del placer y evitar todo
aquello que causa sufrimiento.
Más que a los placeres derivados de los deleites corporales, Epicuro se refiere a placeres
moderados, propios de la naturaleza racional del hombre. También inculcó a sus
discípulos el amor a la naturaleza y las cosas bellas, enseñando que es necesario llevar
una vida amable y sencilla. Sólo así se puede encontrar lo placentero y virtuoso.
Recomienda hacer una sabia autodisciplina.
La Razón como guía, impulso para la acción y tribunal. Kant confió moderadamente en la
razón. No pensó que ella sola pueda despegarse del mundo empírico y desde sus altos
vuelos planear sobre la región de lo metafísico, el sueño dogmático que criticó, pero sí
que penetrando a la sensibilidad y en armonía con ella era capaz de ofrecernos
conocimientos plenos y verdaderos. A la vez, esta misma Razón puede llamarnos desde
lo más intimo de nuestro ser e incitarnos a la vida buena, en un mandato del bien que
nada en el mundo puede quebrar.
UTILITARISMO: (del Latín utile = lo que es útil). Sostiene que lo bueno consiste en lo útil y
lo moralmente bueno radica en una legítima aspiración hacia el bienestar.
Preconizaba que todo acto humano, norma o institución, deben ser juzgados según la
utilidad que tienen, esto es, según el placer o el sufrimiento que producen en las
personas. A partir de esa simplificación de un criterio tan antiguo como el mundo,
proponía formalizar el análisis de las cuestiones políticas, sociales y económicas, sobre la
base de medir la utilidad de cada acción o decisión.
El utilitarismo busca un principio objetivo que permita establecer cuándo una acción
determinada es buena o mala. Una acción es buena en tanto que tienda a lograr la mayor
felicidad posible para el mayor número de personas.
Pero por otro lado las dificultades crecen si se tiene en cuenta que, en una sociedad
dividida en clases antagónicas, el “mayor número posible” tropieza con limites
insuperables impuestos por la propia estructura social.
De esta forma concluimos nuestro ensayo sobre el capítulo 7 del libro (“ETICA” de Adolfo
Sánchez Vázquez)