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Batalla de Issos

Alejandro se dirigió desde Gordion hacia la región de Cilicia, y emprendió su marcha hacia el
sur, donde es avisado que desde Siria los persas, al mando del rey Darío, destruyeron un
campamento macedonio, aniquilando sus guarniciones (que eran casi todos soldados heridos
en batalla), por lo que tuvo que retomar el camino norte, donde los persas le hicieron frente
del otro lado del río Issos, con un ejército superior a los 500 000 hombres, cuando los aliados
griegos no superaban los 50 000 hombres. Aun así, prevaleció la estrategia por sobre el
número. Los persas perdieron casi la mitad de sus tropas, y tal es como describen las
narraciones de esta batalla, una verdadera masacre.

Batalla de Issos. Segunda victoria de Alejandro sobre los persas. Según fuentes modernas, esta
vez el rey Darío reunió 600 000 soldados, mientras que los macedonios sumarían 50 000. A
pesar de la gran diferencia, la estrategia de Magno prevaleció por sobre la desventaja
numérica. Las bajas persas fueron significativas, pero no así las macedonias. Darío huyó,
abandonando también la tienda familiar, donde estaban su esposa, su madre, y sus dos hijas.

Esta es conocida como la batalla de Isos —pequeña llanura situada entre las montañas y el mar
cerca de Siria— en el 333 a. C., en la cual, el rey Darío, ante tal debacle, huyó amparado en la
oscuridad de la noche dejando en el campo de batalla, abandonando sus tesoros, armas y su
manto púrpura.47

Captura de la familia real y boda con Barsine

La familia entera de Darío III fue capturada en el interior de una lujosa tienda, haciendo
prisioneras a su madre Sisigambis, su esposa Estatira, y sus dos hijas, Dripetis y Barsine.
Alejandro trató a todas con gran cortesía y les manifestó que no tenía ninguna cuestión
personal contra Darío, sino que luchaba contra él para conquistar Asia.48 Les brindó trato real,
y abundó en dotes para sus hijas.49 Al tiempo le propondría matrimonio a una de sus hijas,
Barsine, pidiendo antes la mano a su madre. Mientras que su amigo personal y comandante
Hefestión, se casó con Dripetis. Se realizó una boda en conjunto. El propósito (además de
político) era eliminar diferencias entre vencedores y vencidos, mostrarse ante los persas como
un referente, y lograr la mezcla de etnias, siendo él mismo parte de la propuesta. El rey Darío
tomó conciencia de la amenaza y envió propuestas de negociación, que fueron todas
rechazadas. Por lo que puede apreciarse en lo escrito por Calístenes, las respuestas de
Alejandro eran irónicas,

Sitio de Tiro. Sitio de Gaza. Fenicia. Judea.

Luego de Issos, y asegurarse que no había amenazas por tierra y por mar, retomó el rumbo sur,
conquistando fácilmente Fenicia, siendo bien recibido en Judea (considerado un libertador,
puesto que los liberó de los persas). De su paso por este reino, existen versiones que coinciden
en su buen recibimiento, pero que difieren en el diálogo que hubo. La excepción del buen trato
fue la isla de Tiro, donde quiso de manera pacífica honrar a los dioses en sus templos,
enviando emisarios diplomáticos. Estos fueron asesinados a traición, por lo que decidió asediar
esta ciudad hasta destruirla. Con una duración de enero a agosto (332 a. C.) este asedio es
conocido como el sitio de Tiro,50 una isla fortificada, en la que tuvo que construir muelles y
vado sobre el mar, emplear torres de asedio y catapultas más modernas, como el euthytonón.

El euthytonón era un símil a grandes ballestas lanza-cohetes, con carril de direccionamiento


del proyectil. La traducción del griego al español es "adiós". Esta arma fue definitivamente la
que derribó los muros, y una vez destruidos, Tiro fue arrasada. Otro sitio importante fue el de
Gaza durante otro arduo enfrentamiento. Una vez conquistada, Alejandro se dirigió a Egipto.

Egipto

Relieve de Alejandro Magno ante Amón-Ra, en el templo de Luxor.

Aparentemente Calístenes es de los pocos que se detienen en como fue el ingreso a Egipto.
Este reino estaba controlado por los persas desde el año 343 a. C.. El escrito menciona que
primero hubo una exhortación de Alejandro a la pequeña guarnición persa que controlaba el
reino de Egipto, «¡Abrid si no queréis desencadenar la furia de Ares!»

Alejandro fue bien recibido por los egipcios, quienes le apoyaron en su lucha contra los persas,
cuyos reyes habían dominado Egipto en dos ocasiones: de 523 a 404 a. C. (Dinastía XXVII) y de
343 a 332 a. C. (Dinastía XXXI), hasta la entrada del macedonio.

Recibido como salvador y libertador, e hijo de Amón (por la creencia de que su padre biológico
fue el rey egipcio Nectanebo, representante de esta deidad), por decisión popular se concedió
a Alejandro la corona de los dos reinos, siendo nombrado faraón en noviembre de 332 a. C. en
Menfis.51

Fundación de Alejandría

En enero del 331 a. C. Alejandro fundó la ciudad de Alejandría en una zona costera muy fértil al
oeste del delta del Nilo. Los motivos de la fundación eran tanto económicos (la apertura de
una ruta comercial en el mar Egeo) como culturales (la creación de una ciudad al estilo griego
en Egipto, cuya planificación se dejó en manos del arquitecto Dinócrates). La escritora inglesa
Mary Renault, en su biografía de Alejandro, comenta:

De Menfis bajó por el río hasta la costa, donde tenía que tratar unos asuntos referentes a sus
conquistas en Asia Menor. Navegó por el Delta y varó en las proximidades del lago Mareotis.
Le pareció un sitio ideal para establecer una ciudad: buen fondeadero, buenas tierras, buen
aire, buen acceso al Nilo. Estaba tan decidido a emprender las obras que deambuló por el
emplazamiento, arrastrando tras de sí a arquitectos e ingenieros y señalando las situaciones de
la plaza del mercado, de los templos de los dioses griegos y egipcios, de la vía real. Un hombre
listo se percató de que Alejandro no tenía tiza para marcar y le ofreció harina, que el
macedonio aceptó. Los pájaros se alimentaron de ella, por lo cual los adivinos previeron que la
ciudad prosperaría y daría de comer a muchos forasteros, predicción que Alejandría sigue
cumpliendo.

Renault (2013, p. 77)

Plano de Alexandría, Egipto (reconstrucción). Hacia la derecha, se encontraba el Faro de


Alejandría, una de las siete maravillas de la Antigüedad. Allí se edificó la Biblioteca de
Alejandría, la más grande del mundo, a la vez que la ciudad empezó a ser también uno de los
centros económicos, de fusión cultural, artística, y de conocimiento más importantes. En la era
Ptolomaica, llegó a existir más de 1 millón de volúmenes. De allí surgieron grandes
astrónomos, como Eratóstenes, que calculó la circunferencia de la tierra casi con exactitud
(alrededor del 200 a. C.). Muchas veces intentaron saquearla, hasta que finalmente la invadió
Roma definitivamente (30 a. C.), quedándose con el control, entre otras cosas, de la biblioteca
en su totalidad.

Travesía al oráculo de Siwa

Posteriormente, tras un dificultoso viaje por el desierto, llegó al oasis de Siwa, situado en
pleno Sahara. Este oráculo correspondía al dios Amón. El profeta, queriendo saludarle en
idioma griego le dijo «hijo mío», equivocándose en una letra; y que a Alejandro le agradó este
error, por dar motivo a que pareciera le había llamado hijo de Zeus.9 Le anunció que le
saludaba tanto de parte del dios como de su padre.7 Alejandro preguntó si había quedado sin
castigo alguno de los asesinos de Filipo, y si se le concedería dominar a todos los hombres.
Habiéndole dado el dios favorable respuesta y asegurándole que Filipo estaba vengado,
Alejandro le hizo magníficas ofrendas, y entregó ricos presentes a los hombres allí destinados.
También se dice que Alejandro, en una carta enviada a su madre, le comunicó haberle sido
hechos ciertos vaticinios arcanos, que solo a ella revelaría.8 Algunos han escrito que

La cultura del antiguo Egipto impresionó a Alejandro desde los primeros días de su estancia en
este país. Los egipcios nos han dejado testimonio, grabado en piedra, de estos hechos y
apetencias. En Karnak existe un bajorrelieve donde se representa a Alejandro haciendo
ofrendas al dios Amón en calidad de converso. En él, viste la indumentaria de faraón:

Nemes (el paño que cubre la cabeza y va por detrás de las orejas, clásico del antiguo Egipto), o
la Corona Doble, roja y blanca.

Cola litúrgica de chacal, que con el tiempo se transformó en «cola de toro».

Ofrenda en cuatro vasos, como símbolo que indica «cantidad», «repetición», «abundancia» y
«multiplicación».

En los jeroglíficos del muro se distinguen además los títulos de Alejandro-faraón que se
representan dentro de un serej y un cartucho egipcio:

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