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TEMA 8: LA CRISIS DE LA ESCOLÁSTICA. GUILLERMO DE OCKHAM


(1280-1349)

1. LA CRISIS DE LA ESCOLÁSTICA : EL SIGLO XIV

El siglo XIV fue un período en el que Europa experimenta grandes cambios


políticos, sociales y culturales. El término “crisis” es la palabra que mejor
caracteriza esta etapa histórica y nos referimos a dos sentidos fundamentales de
la palabra:

A) Crisis en el sentido de que una situación se derrumba para dar lugar a


una nueva. La unidad política del imperio cristiano iniciado por Carlomagno se
resquebraja dando lugar a los Estados modernos europeos que dieron lugar a la
Guerra de los Cien Años, nombre que alude al conjunto de conflictos bélicos
que, interrumpido por treguas y tratados de paz, dio comienzo en 1337 y finalizó
en 1453, y en el cual se enfrentaron las dos grandes potencias europeas de la
época: Inglaterra y Francia. La guerra supuso miles de pérdidas humanas en
ambos bandos, además de una enorme devastación de los territorios y
propiedades en Francia. Tuvo importantes consecuencias políticas y sociales para
este país: ayudó a establecer la idea de pertenencia a una nación.

Además, se produjo la denominada peste negra o peste bubónica o muerte


negra, que se refiere a la pandemia de peste más devastadora en la historia de la
humanidad que afectó a Europa en el siglo XIV y que alcanzó un punto máximo
entre 1346 y 1361, matando a un tercio de la población continental; se estima
que la mortalidad superó la mitad o quizás el 60 % de los europeos o lo que es lo
mismo, habrían muerto 50 de los 80 millones de habitantes europeos.

La unidad religiosa también se quebró dando lugar al llamado Cisma de


occidente: la Iglesia llegó a tener hasta tres papas al mismo tiempo. El cisma
fomentó la doctrina conciliarista, que sostiene que la máxima autoridad reside
en los concilios generales de cardenales y no en el papa la cual ya había
defendido G. de Ockham.

Las crisis internas, en el poder político y religioso, supusieron que ambos poderes
se separen y se enfrenten en torno a quién debe detentar el poder dentro del
Estado. El ejemplo más claro fue el conflicto entre el emperador Luis de Baviera y
el papa Juan XXII, en el que participó Ockham con su apoyo al poder político
frente al religioso.
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B) En el ámbito teológico-filosófico, la crisis debe ser entendida en el sentido de


crítica, los filósofos del siglo XIV, y muy especialmente Ockham, someten a
crítica las bases de la filosofía escolástica, es decir, se produce el
derrumbamiento de las síntesis filosófica-cristianas, como es el caso del
pensamiento de Santo Tomás, que armonizó Aristóteles con el cristianismo, o el
caso de San Buenaventura que realiza una síntesis platónico-agustiniana. Se
enfrentan dos órdenes religiosas: los dominicos, que siguen a Aristóteles y
Santo Tomás, y los franciscanos, seguidores de San Agustín, entre los que se
encuentran Duns Escoto y G. de Ockham.
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En sentido filosófico se habla de dos grupos:

-Vía antigua que tiene como representantes a Santo Tomás y Duns Escoto y
cuyo objetivo fue construir un sistema teológico-filosófico sólido y coherente
capaz de explicar la totalidad de lo real. Esta vía tiende sobre todo a la síntesis
especulativa, que tiene como fin crear un gran sistema que armonice de forma
coherente los distintos conceptos procedentes de la filosofía y la religión. Se
interesan por construcciones metafísicas.
-Vía Moderna, que aparece en el s. XIV y que viene representado por G. de
Ockham. Son conocidos como nominalistas y se inclinan más por el análisis que
por la síntesis. Con su análisis crítico de las ideas y las argumentaciones
metafísicas de sus predecesores (tomistas y escotistas), los nominalistas dejaron
la fe flotando en el aire sin base racional alguna. Se interesan por la Lógica;
cuando Ockham aborda el problema de los universales hace hincapié en los
aspectos lógicos de la cuestión, en la suppositio (suposición) y la significatio
terminorum (significado de los términos). Además, Ockham no contribuyó al
desarrollo de la ciencia, pero sus ideas favorecieron el impulso de la investigación
empírica; de hecho los científicos del siglo XIV (Escuela de París y de Oxford)
cuyo fin era encontrar las leyes que rigen el comportamiento de los fenómenos.

2. LA ACTITUD FILOSÓFICA DE G. DE OCKHAM: EL CRITICISMO

Tanto Ockham como Duns Escoto son franciscanos, y hoy día no caben dudas de
que el primero le debe algunas ideas al segundo, aunque en Escoto su actitud
crítica no excluye su vocación de sistema. Ockham es, ante todo, un crítico
demoledor de todos los sistemas teológicos-filosóficos precedentes. Su actitud
crítica, es decir, la idea de que la razón y la filosofía son autónomas se debe al
descubrimiento de Aristóteles en el siglo XIII, dado que este autor construye un
sistema filosófico desde la razón al margen de cualquier tipo de fe. La actitud
crítica de su pensamiento se refleja en los siguientes ámbitos:
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A. La relación razón y fe.

Para Ockham la razón y la fe son dos fuentes distintas de conocimiento con


contenidos diferentes.

-La razón no puede adentrarse en el terreno de la fe.

El ámbito al que puede acceder la razón está notablemente reducido dado que no
puede demostrar los atributos divinos: la omnipotencia, la omnipresencia, la
justicia divina, la misericordia y la providencia no pueden ser demostrados por
procedimientos filosóficos, pertenecen al ámbito de la fe. Además, la misma
existencia de Dios es indemostrable por la razón. Ockham llega a esta
conclusión utilizando el principio de causalidad: sólo la observación nos
permite saber cuál es la causa concreta de cada fenómeno, con lo cual podemos
decir que hay una causa primera de la cual proviene el universo pero, al carecer
de la observación necesaria no podemos decir que tal causa es el Dios creador de
la fe cristiana. En este sentido, Ockham se adelanta a las teorías empiristas
moderna y cabe considerarle como un precursor de D. Hume.
De la misma manera, la espiritualidad y la inmortalidad del alma y ni
siquiera su misma existencia son demostrables por la razón puesto que no se
trata de ningún fenómeno que podamos observar.

-La fe no puede aportar nada a la razón.

No existe conexión lógica entre el conocimiento natural y lo sobrenatural, por lo


que ningún contenido de la revelación (fe) puede ser explicado racionalmente.

Todo esto significa que no hay unidad del saber, con lo que no es posible una
síntesis entre teología y filosofía. Teología y Filosofía son saberes diferentes.
La teología se asienta en la autoridad de la fe, la cual no constituye una
evidencia racional sino de creencia. La teología no es, ni siquiera una ciencia
sobre Dios, puesto que su conocimiento no se asienta ni en la experiencia ni en
la razón.

B. Principios de su Filosofía

1. Principio de Economía: este principio le lleva a ejercer una crítica radical a


todo elemento innecesario en la elaboración de un sistema filosófico, aspecto
que se conoce como el principio de economía del pensamiento, conocido como
navaja de Ockham : no hay que multiplicar los entes sin necesidad, es decir,
no ha de suponerse la existencia de más entidades que las estrictamente
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necesarias para explicar los hechos, hay que buscar siempre la explicación más
sencilla, la más simple. Por ejemplo, para Ockham sólo existen individuos (no
esencias) y para explicarlos son innecesarios conceptos como los de esencia y
existencia, sustancia y accidente, causa eficiente y causa final, entendimiento
agente y paciente, etc. Las síntesis teológicas-filosóficas del esplendor de la
escolástica durante el siglo XIII, como las Summas Teológicas de Santo Tomás y
de otros autores, representan lo que Ockham critica con su principio de
economía.

2. -Omnipotencia divina: Ockham nos dice “Creo en un Dios todopoderoso”; la


omnipotencia divina implica la absoluta libertad de Dios, lo cual supone que ha
creado el mundo como ha querido. No hay Ideas Ejemplares en la mente de
Dios mediante las cuales crea el Mundo; las cosas son como son porque Dios así
lo ha querido, pero podrían ser de otra manera: no hay esencias platónicas o
aristotélicas eternas e inmutables fuera de la decisión de Dios, el cual es un ser
necesario, mientras que el mundo es contingente: la única razón de que el
mundo sea como es se debe a la libre voluntad de Dios. Partiendo de esto, la
razón humana debe renunciar a explicar porqué el mundo es así y centrarse en
explicar cómo funciona, lo cual significa que la metafísica teológica pierde su
razón de ser y la investigación humana ha de orientar sus esfuerzos a describir
los hechos naturales y sus relaciones sin pretender ir más allá. Nos dice Ockham:
“Dios puede hacer todo lo que, al ser hecho, no incluye contradicción”.

C. El conocimiento

Para Ockham el mundo es contingente debido a la omnipotencia divina, por lo


que los hechos están configurados de determinada manera pero podían tener
otra configuración si Dios lo hubiese querido. Esto supone que en el mundo no
hay esencias absolutas sino verdades relativas con lo cual no tiene sentido buscar
e intentar conocer los principios últimos de la realidad, de ahí su descrédito de la
metafísica y su interés por cuestiones gnoseológicas y lógicas.

Su propia teoría del conocimiento viene a diferenciar entre dos tipos:

1) –Intuitivo
2) -Abstractivo

1. La base de todo conocimiento es el conocimiento intuitivo de lo singular, es


decir, cada realidad individual es percibida por los sentidos y el entendimiento lo
conoce intuitivamente. Mi mente percibe por los sentidos la mesa que está ante
mi y de forma intuitiva sé que es una mesa. Tal conocimiento es directo e
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inmediato, esto es, entre la captación del objeto y su paso al entendimiento no


hay ningún tipo de operaciones intermedias tal como planteaba Aristóteles y que
retoma Santo Tomás de Aquino. En este sentido, Ockham, se aleja de Tomás de
Aquino que retoma literalmente la postura de Aristóteles ( Sentidos-imagen del
objeto; Entendimiento : Agente-Paciente, que reciben la imagen y universalizan
en el concepto la esencia del objeto). Nada de esto es necesario, una realidad
individual, este árbol, este ordenador, está ahí: los sentidos lo perciben y el
entendimiento lo conoce intuitivamente. Esto es todo y, por tanto, así de simple
son las cosas.
2. El conocimiento abstractivo posibilita formular juicios generales acerca de
todos los individuos pertenecientes a una clase, lo que presupone utilizar
conceptos universales, que son signos de carácter lingüístico, los cuales
representan a las cosas, es decir, si decimos que los hombres son mamíferos no
pensamos ni decimos que el término o concepto “hombre” sea mamífero sino que
lo son los individuos significados por el término. En su análisis de los signos
lingüísticos señala tres tipos: los proferidos (palabras habladas), los escritos
(palabras escritas) y los concebidos mentalmente (conceptos). Todos los signos
lingüísticos poseen una característica común que es denominada por Ockham
suposición: los signos lingüísticos tienen la capacidad de suponer, de ocupar el
lugar de las cosas en el discurso.

4. La disputa de los universales

Con su teoría del conocimiento entra en la disputa medieval de los


universales (el problema de si existen en la realidad las esencias). En
este sentido su perspectiva se denomina nominalismo, los conceptos abstractos
son nombres que sólo se refieren o, a individuos o a cualidades del individuo (lo
que con el tiempo corresponderá a los nombres y propiedades). En esta
reducción de las cosas a la referencia de los nombres está su postura
nominalista: no existen esencias universales (platónicas), sólo nombres cuyo
significado suponen a las cosas individuales. En esto consiste su teoría lógica de
la suposición.
Por lo tanto, no hay esencias o naturaleza universales como tampoco hay ideas
ejemplares en Dios, tales ideas: “no son sino las cosas mismas que Dios puede
producir”. Al no existir esencias el único fundamento real de los conceptos
universales es la semejanza entre los individuos.

3. LA FILOSOFÍA POLÍTICA

G. de Ockham expresó sus ideas políticas con ocasión de las disputas que
mantuvo con el papado, pero no elaboró un pensamiento político completo y
sistemático. Sus obras de carácter político son producto de las circunstancias que
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le tocó vivir, ocasionadas por disputas con el Papa. En este sentido, una de sus
obras principales es Sobre el gobierno tiránico del papa.

Del mismo modo que en el ámbito del conocimiento separa fe y razón, en el


ámbito político propone la autonomía del poder político respecto del poder
religioso. El primero debe estar en manos del emperador y el segundo a cargo de
la Iglesia, entendida como comunidad de fieles.

Las circunstancias que rodean las reflexiones políticas de Ockham se deben a que
una obra suya Comentario a las Sentencias fue acusada de herejía y es obligado
en 1327 a trasladarse a Aviñon para responder frente al papa Juan XXII. Allí
coincide con Miguel de Cesena, también franciscano, acusado de defender la
pobreza evangélica o de Cristo. Entre el papa Juan XXII y los franciscanos se
declara la denominada «guerra de la pobreza»; para los franciscanos “ni Cristo
ni los apóstoles tuvieron nunca nada en propiedad, ni particularmente ni en
común”. En 1328 ambos deciden huir de Aviñon y se refugian en Alemania donde
el emperador Luis de Baviera les da protección, de ahí la célebre frase de
Ockham: Defende me gladio, ego te defendam calamo (Defiéndeme con
la espada, yo te defenderé con la pluma). El papa Juan XXII cometió un
grave error al negarse a justificar el derecho a gobernar de Luis de Baviera, quien
se proclamó a sí mismo emperador, con lo que fue excomulgado entrando en
conflicto con el papa. Ockham tomará partido por el emperador de ahí que resida
en Alemania desde 1328 a 1349 muriendo en Munich en 1350, quizá por la peste.

La defensa del emperador frente al papa se caracteriza por lo siguiente:

1. Reivindica, frente al absolutismo del papa, la libertad de conciencia religiosa y


la investigación filosófica. Al papa no le pertenece el poder absoluto ni en materia
espiritual ni en materia política. El poder del papa es ser ministro, no señor: fue
instituido para provecho de los súbditos no para que les quitase la libertad.

2. La infalibilidad del magisterio religioso pertenece sólo a la Iglesia entendida


como “libre comunidad de fieles, que reconoce y sanciona las verdades de la fe
que constituyen su fundamento y su vida”. De ahí la lucha de Ockham, mediante
sus escritos, contra el papado de Aviñon: un papado rico, autoritario y despótico
que tiende a subordinar la conciencia de los fieles y tiende a ejercer un poder
político absoluto sobre todos los príncipes y poderes de la tierra. Ockham afirma
la falibilidad del papa, como ser humano que es, incluso en asuntos de doctrina.

3. Constituye un verdadera herejía del papa sostener que el poder imperial


procede de Dios y que solo a través de los papas se legitima. La jurisdicción
sobre el imperio, como espacio político y territorial, no pertenece al papa puesto
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que el imperio ya existía antes de la llegada de Cristo. El imperio fue fundado por
los romanos que ya ejercieron el poder antes de la existencia del papa.

4. EL DESARROLLO CIENTÍFICO DURANTE EL SIGLO XIV

G. de Ockham contribuye, con su pensamiento crítico hacia la escolástica, a


impulsar la investigación empírica en el siglo XIV, debido a lo siguiente:

-El orden de la naturaleza o de los fenómenos es de carácter contingente debido


a la omnipotencia divina; las leyes naturales son de hecho así pero podrían haber
sido de otro modo, con lo que es inútil pretender descubrirlas a través de
principios generales. La única forma de conocerlas es la observación atenta de
los hechos.
-La observación empírica, que va a caracterizar a la nueva ciencia, se vio
favorecida por la preeminencia que su nominalismo concede al conocimiento de
lo singular o individual, que se capta por intuición.

-El movimiento ockhamista, que se creó tanto en la universidad de París como en


la de Oxford, no dio lugar a una teoría del método científico, pero creó un clima
intelectual que propició la investigación empírica al valorar la experiencia
particular de los hechos como fuente de conocimiento.

El desarrollo científico del siglo XIV, que se sitúa como el precedente del
desarrollo de la ciencia en el Renacimiento, se llevó a cabo en dos lugares, por
un lado se encuentra la “Escuela de París” (Juan Buridán, Nicolás de Oresme y
Alberto de Sajonia); y por otro lado, está la “Escuela de Oxford” (Tomás
Bradwardine; Guillermo Heytesbury y Ricardo Swineshead).

Con respecto a la Escuela de París cabe destacar a Juan Buridán, rector de la


Universidad de París, que realizó un análisis crítico de la Física de Aristóteles
que se centra en la explicación del movimiento dada por éste.
Para Aristóteles existen dos tipos de movimiento: natural, que es el movimiento
de los objetos hacia su lugar natural (el fuego tiende a elevarse hacia arriba, la
piedra tiende hacia abajo para adquirir el reposo) y violento, que es el
movimiento que un cuerpo imprime a otro a moverse en una dirección, así un
piedra lanzada como un proyectil se mueve con un movimiento “violento” hasta
perder la “fuerza” y caer hacia su lugar natural, que es el reposo.
En este sentido, Aristóteles, establece el principio de que “todo móvil es
movido por algo”, y además, es necesario que lo que mueve, el móvil, está en
contacto con él. Cuando un cuerpo empuja a otro no hay problema, es decir, el
cuerpo deja de moverse cuando el primero deja de empujarlo. Pero cuando se
lanza un piedra surge el problema de cómo se mantiene la piedra en “contacto”
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con lo que la mueve. Esto supone que la continuación del movimiento exige la
acción constante de una fuerza motriz distinta del móvil. ¿Cuál es la causa?
Aristóteles supuso que lo que movía a la piedra es el aire que se coloca detrás de
la misma y la empuja. Esta explicación es poco convincente y, de hecho, ya fue
criticada en la antigüedad. Pero los nominalistas de París, en especial Juan
Buridán, proponen una nueva explicación: el movimiento de la piedra o proyectil
continúa porque la causa motriz (la mano) imprime al móvil un impulso o ímpetu
(ímpetus) que actúa como causa manteniendo al proyectil en movimiento. Es lo
que se conoce como teoría del impetus.

Esto significa el primer paso hacia el derrocamiento de la Física de Aristóteles que


es el saber imperante en la explicación del movimiento, pero no debemos
exagerar la teoría del ímpetus e identificarla con el principio de inercia: esto
sería así si se dijera que la causa motriz imprime al móvil un cierto movimiento
que continua por sí mismo, pero lo que dicen es que la causa motriz imprime al
móvil no un movimiento, sino un ímpetus que actúa como causa del movimiento,
con lo que siguen manteniendo la necesidad de una causa motriz que actúe
constantemente mientras dura el movimiento. Para que el principio de inercia
pueda ser formulado es necesario negar que todo lo que se mueve sea movido
por otro y la necesidad de una fuerza constante mientras dura el movimiento. El
principio de inercia será formulado más tarde por Descartes y Galileo de forma
precisa, en el contexto de la Física moderna, que se instaura con la llamada
Revolución Científica.

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