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La construcción de una nueva legitimidad: la sociedad civil y la Corte Suprema

post-crisis 2001

Alba Ruibal1

En prensa, en Laura Clérico y Paula Gaido, eds., La Corte y sus presidencias, Buenos Aires:
Editorial Ad-Hoc.

Introducción

Cuando el Juez Enrique Petracchi fue elegido Presidente la Corte Suprema en noviembre
de 2003, declaró que una de las prioridades de la Corte en ese momento era “mejorar la
imagen del Poder Judicial y de la Corte” y señaló que había consenso entre los integrantes
del Tribunal para trabajar en esa dirección. 2 Sus declaraciones anticiparon una serie de
reformas llevadas a cabo por la Corte desde fines de 2003, a través de fallos que limitaron
sus competencias y de un conjunto de Acordadas que modificaron sus procedimientos
internos. Estas Acordadas promovieron mecanismos de transparencia y rendición de
cuentas del Tribunal y expandieron las oportunidades legales para el litigio estratégico y
para la participación de actores sociales en sus procesos de decisión. Los nuevos
procedimientos fueron implementados posteriormente por la Corte en casos
emblemáticos promovidos por organizaciones sociales durante la presidencia de
Petracchi, que fueron innovadores para el contexto argentino, e implicaron un nuevo
modo de relación de la Corte con el sistema político y con la sociedad civil. Asimismo,
durante la presidencia de Petracchi se crearon el Centro de Información Judicial, que fue
parte de la apertura de nuevos canales de comunicación de la Corte con la sociedad, y la
Oficina de Violencia Doméstica, que junto a la Oficina de la Mujer, es una de las dos
estructuras no-jurisdiccionales de la Corte vinculadas específicamente a la defensa de los
derechos de las mujeres.
Estos cambios fueron estuvieron vinculados al proceso de cambio institucional en la Corte
Suprema iniciado a partir de la asunción de Néstor Kirchner en 2003, quien encaró la
remoción de los jueces de la llamada mayoría automática en el Tribunal, a través de una
reforma que auto-limitó las facultades del Ejecutivo en la nominación de candidatos a
jueces de la Corte, la cual fue luego complementada con la modificación por parte del
Senado de su reglamento para dar acuerdo a esos nombramientos.

Tanto las reformas promovidas por el Ejecutivo, como las que implementó la propia Corte
sobre sus procedimientos y competencias, fueron propuestas por actores sociales, y
estuvieron orientadas a la reconstrucción de la legitimidad y la autoridad institucional de
la Corte Suprema, en uno de los contextos de mayor crisis de representación y
deslegitimación institucional en la historia argentina. Durante la crisis económica y
política de 2001-2002 en el país, la Corte fue una de las instituciones más cuestionadas
1
Investigadora CIJS CONICET, UNC. Doctora en Derecho (Instituto Universitario Europeo
2015) y Doctora en Ciencia Política (FLACSO-México 2006). Este Capítulo es producto de la
investigación doctoral y postdoctoral de la autora en FLACSO-México y el Instituto de
Investigaciones Jurídicas, UNAM, respectivamente. Agradezco a Francisco Valdés Ugalde,
Carlos H. Acuña y Héctor Fix-Fierro su ayuda para llevar a cabo ese trabajo.
2
“Petracchi presidirá una Corte que buscará cambiar la imagen”, La Nación, 18 de noviembre de 2003.
1

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por una sociedad que, en estado de movilización permanente, reclamaba “Que se vayan
todos”, y que específicamente pedía “Un corte a la Corte”. Uno de los resultados de la
dinámica de la crisis fue la coordinación de una serie de demandas sociales por cambios
institucionales, y en particular por cambios en la Corte Suprema. En ese contexto, las
reformas promovidas tanto por el Ejecutivo como por la Corte siguieron prácticamente al
pie de la letra los lineamientos de un programa de reformas propuesto en particular por la
coalición de organizaciones de la sociedad civil “Una Corte para la democracia”, que se
formó durante la crisis. Esto implicó una interacción inédita entre organizaciones sociales
y el poder político y judicial en un proceso de cambio institucional en los máximos
poderes del Estado en el país.

El análisis de las fuentes de la crisis de legitimidad de la Corte y de las demandas de


reforma que se articularon en la sociedad civil en el contexto de la crisis de 2001-2002,
permite entender el tipo de cambios que se produjeron en los procedimientos y modos de
decisión de la Corte durante la presidencia de Petracchi en el Tribunal. El periodo de su
presidencia fue un momento clave en el intento de reconstrucción de la legitimidad y de
redefinición del rol institucional de la Corte, y una parte significativa de la labor del
Tribunal en esa etapa puede entenderse a partir de ese análisis. Al hablar de legitimidad
de la Corte Suprema nos referimos a su poder institucional, que se vincula con el
denominado apoyo difuso por parte del público a una corte como institución -en
contraposición al apoyo a sus decisiones específicas-, y que está basado en el
reconocimiento de ésta como un actor significativo y respetado dentro del sistema
político.3

En este Capítulo se traza el proceso social e institucional que creó nuevas condiciones
para el funcionamiento de la Corte Suprema, y se analizan las principales
transformaciones en el funcionamiento del Tribunal producidas a partir de la serie de
reformas iniciadas en 2003 a sus procedimientos y competencias. El estudio se basa en
investigación empírica, consistente en entrevistas en profundidad con actores relevantes
y análisis de fuentes documentales y periodísticas, a través de las cuales se reconstruye el
proceso de las reformas. En la primera sección se analiza el contexto del Poder Judicial y
de la Corte Suprema en particular, a partir de la crisis de legitimidad institucional de la
Corte Suprema, y el desarrollo de propuestas para su reforma, cuya implementación
marcó la labor del Tribunal durante la presidencia de Petracchi. En la segunda sección se
analizan las principales Acordadas y decisiones mediante las cuales la Corte modificó
aspectos fundamentales sobre tres dimensiones principales de sus procedimientos y
funcionamiento: i) publicidad y rendición de cuentas; ii) competencias; iii) participación
de actores sociales en sus procesos de decisión. Por último se señalan otras reformas
vinculadas a la redefinición del rol del Tribunal realizadas durante este periodo.

1. Crisis institucional de la Corte Suprema y articulación de demandas sociales por


su reforma

Fuentes de la crisis de legitimidad de la Corte Suprema

3
GIBSON, James y CALDEIRA, Gregory: “Blacks and the United States Supreme Court: Models
of Diffuse Support”, The Journal of Politics, vol. 54, no. 4, 1992. FALLON, Richard, "Legitimacy
and the Constitution”, Harvard Law Review, vol. 118, no. 6, 2005.
2

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Hacia fines de la década de 1990, la Corte Suprema argentina registró la peor crisis de
legitimidad en su historia institucional, 4 en gran medida como resultado de su ilegitimidad
de origen, debido a su ampliación y copamiento por parte del Presidente Carlos Menem
y a la subsecuente actuación del Tribunal durante los años 1990s, pero también como
consecuencia de un histórico debilitamiento de su rol institucional. La revisión de las
fuentes de esa deslegitimación permite entender la naturaleza de los cambios
institucionales que se propusieron y se llevaron a cabo a partir de la crisis de comienzos
del Siglo XXI en el país, y que estuvieron orientados a promover la autonomía del
Tribunal vis-à-vis el poder político, y a redefinir sus competencias y funcionamiento
interno. Ambos aspectos -el problema de la independencia y el problema de los
procedimientos y atribuciones de la Corte- tenían raíces históricas, pero fueron
exacerbados durante la década de 1990, y fueron puestos en el centro del debate sobre la
necesidad de cambios en el Tribunal en el contexto de la crisis.

Entre los principales factores que la literatura sobre la Corte Suprema argentina identifica
como las causas históricas de la erosión de su independencia y legitimidad institucional
se encuentran aspectos que aluden a una relación problemática entre la Corte y el poder
político en el país, y que afectaron la autonomía del Tribunal, entre ellos: i) la
inestabilidad en su integración y la falta de garantías de permanencia de los jueces en sus
cargos, debido a la inestabilidad política que caracterizó la historia institucional del país
a partir de 1930, así como el intento de otros poderes por controlar al Poder Judicial y a
la Corte Suprema en particular;5 ii) la ausencia de criterios objetivos y controles efectivos
para la designación de los magistrados;6 iii) la legitimación por parte de la Corte de los
poderes de facto y de la legislación promulgada durante períodos dictatoriales;7 iv) y la
legitimación por parte de la Corte de la delegación de poderes al Ejecutivo durante
periodos democráticos.8

Asimismo, el caso argentino muestra que existen además otro conjunto de factores que
han debilitado la autoridad y el rol institucional de la Corte Suprema, y del Poder Judicial
en general, influyendo en su crisis de credibilidad y legitimidad. Este tipo de factores no
han recibido atención por parte de la literatura académica sobre reforma judicial en
América Latina, ni han sido incluidos en programas globales de reforma judicial, pero

4
PRILLAMAN, William: The Judiciary and Democratic Decay in Latin America. Declining
Confidence in the Rule of Law, Westport: Praeger, 2000. SABSAY, Daniel: “El juicio político a
la Corte Suprema en la República Argentina”, Anuario Iberoamericano de Justicia
Constitucional, Centro de Estudios Constitucionales y Políticos, Madrid, no. 8, 2004, p. 494.
5
ZAFFARONI, Eugenio: Estructuras judiciales, Buenos Aires, Ediar, 1994; CARRIÓ,
Alejandro: La Corte Suprema y su independencia. Un análisis a través de la historia, Buenos
Aires, Abeledo-Perrot, 1996. GARGARELLA, Roberto: “Piedras de papel y silencio: la crisis
política argentina leída desde su sistema institucional”, en CELS, Derechos humanos en la
Argentina. Informe 2002, Buenos Aires, CELS, Siglo XXI, 2002.
6
BRINKS, Daniel. 2005. “Judicial Reform and Independence in Brazil and Argentina: The
Beginning of a New Millennium?” Texas International Law Journal, vol. 40, no. 3.
7
CAYUSO, Susana y GELLI María Angélica (1988), “Lo jurídico y lo político en la doctrina de
facto: el caso argentino en 1930”, Ideas en Ciencias Sociales, vol. III, no. 7. GARGARELLA:
ob. cit.
8
NINO, Carlos: “On the Exercise of Judicial Review in Argentina”, en Stotzky, Irwin (ed.),
Transition to democracy in Latin America: the role of the judiciary, Boulder, Westview Press,
1993. LARKINS, Christopher, “The Judiciary and Delegative Democracy in Argentina”,
Comparative Politics, vol. 30, no. 4, 1998.
3

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han sido señalados por estudiosos del derecho constitucional argentino, 9 así como por
organizaciones de la sociedad civil que fueron centrales en el proceso de cambio
institucional iniciado en 2003. Entre los principales de esos factores, se encuentran los
siguientes: antes del proceso de reforma, la Corte Suprema sólo publicaba algunas de sus
decisiones, lo hacía seis meses después de producidas, y no publicaba los textos
completos de todos los fallos;10 no existía información pública sobre la circulación de los
expedientes al interior de la Corte;11 y se realizaban reuniones entre los jueces y sólo una
de las partes.12 La falta de transparencia en los procedimientos internos de la Corte limitó
las posibilidades de un debate público acerca de sus decisiones y contribuyó a la falta de
reconocimiento social sobre el rol institucional del Tribunal. 13 A esto último también
contribuyó el hecho de que la Corte prácticamente no realizaba audiencias públicas. 14
Asimismo, existía un problema relacionado con el rango de competencias de la Corte,
debido a la ampliación de sus atribuciones. Esto, lejos de haber implicado un
fortalecimiento de su autoridad, había significado un aumento desmesurado del número
de causas que debía tratar el Tribunal por año, y había contribuido a desvirtuar su rol
institucional, al dificultar su concentración en la actividad de ser intérprete de la
constitución y su pronunciamiento en fallos institucionales claves para la definición de
los derechos y el control del poder.15

Ambos tipos de problemas, vinculados a la relación de la Corte con los poderes políticos,
y a sus procedimientos internos y competencias, fueron identificados durante la crisis por
diversos actores sociales como parte de la crisis institucional que aquejaba al Tribunal, y
que se reclamaba solucionar a través de una reforma.

Crisis social y política. Demandas de reforma a la Corte Suprema16

9
CARRIÓ: ob. cit. BIDART CAMPOS, Germán: La Constitución que dura, Buenos Aires, Ediar,
2004. SANTIAGO, Alfonso: La Corte Suprema y el control político. Función política y posibles
modelos institucionales, Buenos Aires, Depalma, 1999. SAGÜÉS, Néstor: “La revisión judicial
de la determinación legislativa de la competencia apelada de la Corte Suprema de Justicia de la
Nación”, Lexis Nexis Argentina, edición digital, 6 de mayo, 2005.
10
CELS, ADC, Poder Ciudadano, FARN, INECIP, y Unión de Usuarios y Consumidores: “Una
Corte para la democracia III”, Buenos Aires, 2003. La Corte publicaba a texto completo, en la
colección de Fallos de la Corte, los fallos que consideraba relevantes, sin explicitar los criterios
de la inclusión de algunos y la exclusión de otros. Por esto, para saber qué decidía la Corte, se
debía consultar el libro de acuerdos en donde se encuentran cosidas todas las sentencias,
acordadas y resoluciones emitidas por el tribunal.
11
CARRIÓ: ob. cit.; CELS et al.: “Una Corte para la democracia III”, ídem.
12
CELS et al.: “Una Corte para la democracia III”, ídem.
13
MILLER, Jonathan: “Judicial Review and Constitutional Stability: A Sociology of the US
Model and Its Collapse in Argentina”, Hastings International and Comparative Law Review, vol.
21, no. 1, 1993; CARRIÓ: ob. cit.; CELS et al., “Una Corte para la democracia III”, ídem.
14
CARRIÓ: ob. cit.; CELS et al.: “Una Corte para la democracia III”, ídem.
15
SAGÜÉS,: ob. cit.
16
Este apartado sintetiza parte de lo desarrollado en RUIBAL, Alba, “El rol de la sociedad civil
en el proceso de reforma a la Corte Suprema en la Argentina”, Revista Mexicana de Sociología,
2008. RUIBAL, Alba, “Judicial Reform and Self-restraint. The Process of Supreme Court
Independence in Argentina”, Latin American Politics and Society vol. 51, no. 3, 2009. RUIBAL,
Alba, “Innovative Judicial Procedures and Redefinition of the Institutional Role of the Argentine
Supreme Court”. Latin American Research Review, Vol. 47, No. 3, 2012.
4

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La insurrección popular en el contexto de la crisis política y social de 2001-2002, puso
de manera inédita a la Corte en el centro de la protesta social y la señaló como co-
responsable del colapso del país. 17 En este sentido se ha señalado que históricamente los
problemas vinculados al funcionamiento de la Corte Suprema, y del Poder Judicial en
general, eran discutidos por la comunidad jurídica, pero “no trascendían masivamente y,
en consecuencia, no eran expuestos como un tema que afecta a toda la sociedad y que
merece ser debatido por todos aquellos que la integran”. 18 Esto cambió en el contexto de
la crisis, en el que se produjeron distintas instancias de movilización y coordinación de
ciudadanos y organizaciones sociales en torno a la demanda de más controles sobre el
gobierno y medidas de auto-limitación y transparencia por parte de los poderes públicos.
Como observa Acuña, la crisis fue una oportunidad histórica en la que se produjo una
“explosión de demandas populares que incluyeron al Poder Judicial como uno de sus
focos de presión”.19

Lo distintivo de la crisis de 2001-2002 es que durante la misma -a diferencia de lo


ocurrido durante la crisis económica y social de 1989- se pidieron más controles sobre el
gobierno y medidas de auto-limitación y transparencia por parte de los poderes públicos.
En realidad, un contexto de crisis puede conducir a resultados opuestos, es decir a la
subordinación de las instituciones judiciales,20 como ocurrió en 1989. En aquel momento,
el país no atravesaba un proceso de deslegitimación institucional y, como señala
Peruzzotti, “las demandas de constitucionalización y rendición de cuentas fueron
postergadas frente a las necesidades más inmediatas de reestablecer una normalidad en
las condiciones económicas”.21 En este sentido, el contexto generado por la crisis de 1989
ha sido identificado como uno de los factores que avalaron la delegación de poderes al
Ejecutivo durante el gobierno de Menem, y que posibilitaron en general el surgimiento
de la llamada democracia delegativa. 22

Por el contrario, durante la crisis de 2001, inclusive el reclamo por un cambio en las
condiciones económicas estuvo ligado a demandas de transformación del sistema
político, relacionadas con una mayor rendición de cuentas y con la responsabilidad de las
autoridades públicas. En este sentido, Cavarozzi observa que “la demanda del `que se
vayan todos’ era también un reclamo de transparencia”. 23 En la crisis de 2001 diversos
sectores sociales y actores institucionales de la sociedad civil reclamaron un cambio en
el modo de ejercicio de la política y en la integración de los tres poderes del Estado. En
este marco, se manifestó un fuerte reclamo colectivo en torno a la necesidad de que la
Corte Suprema asumiera su rol en relación al control de los actos de los otros poderes y
a la garantía de los constitucionales y humanos.

17
“Por primera vez, la Corte estuvo en el centro de una protesta social”, Clarín, 30 de diciembre
de 2001.
18
ADC (Asociación por los Derechos Civiles): “Informe ADC sobre la Corte Suprema de Justicia
durante el año 2003”, Buenos Aires, 2004.
19
ACUÑA, Carlos: “La dinámica político-institucional de la reforma judicial en la Argentina”,
ponencia presentada en el VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y
de la Administración Pública, Lisboa, 8-11 Octubre, 2002: 17.
20
Ibídem.
21
PERUZZOTTI, Enrique: “The nature of the New Argentine Democracy. The Delegative
Democracy Argument Revisited”, Journal of Latin American Studies, Vol. 33, No. 1, 2001: 146.
22
O’DONNELL, Guillermo: “Delegative Democracy”, Journal of Democracy, vol. 5, no. 1, 1994.
23
Entrevista a Marcelo Cavarozzi, realizada por Laura Di Marco, Suplemento Enfoques, La
Nación, 11 de diciembre de 2005.
5

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En esa coyuntura, dos hechos contribuyeron a incrementar la deslegitimación de la Corte,
y a convertirla en un foco principal de la protesta ciudadana. Por un lado, el 20 de
noviembre de 2001, un mes antes de la caída del gobierno de Fernando De la Rúa, la
Corte Suprema dictó un fallo en el que dispuso la liberación de Menem, quien se
encontraba bajo arresto domiciliario desde el 7 de junio de 2001, por cargos de asociación
ilícita y falsedad ideológica en relación a cuatro decretos que permitieron el envío ilegal
de armas a Ecuador y Croacia. La liberación de Menem por parte de la Corte fue una de
las medidas que más irritación produjo en la opinión pública.24

Por otro lado, el hecho que colocó a la Corte Suprema como centro de las protestas que
se desarrollaron a partir de diciembre de 2001 fue el rol que tuvo la justicia en torno a la
determinación de la legalidad de la confiscación de depósitos bancarios, el llamado
“corralito financiero”, decretado por el Presidente De la Rúa el 1 de diciembre de 2001.
Los titulares de depósitos bancarios en todo el país iniciaron causas judiciales, y las
medidas cautelares de varios jueces comenzaron a debilitar los efectos de esta política
confiscatoria, 25 ante lo cual, el 28 de diciembre de 2001, la Corte dictó un fallo que avaló
el corralito. Ese mismo día, se realizó la primera de una serie de protestas ante el edificio
de la Corte Suprema, convocada por la Asociación de Abogados Laboralistas. Desde ese
momento, comenzaron a articularse distintas coaliciones sociales en torno al problema de
la justicia en el país, y en particular de la Corte Suprema.

La movilización en las calles y la protesta social masiva generó, por un lado, un nuevo
contexto de incentivos para que el poder político y los jueces promovieran reformas
institucionales como un medio para construir legitimidad y consenso social. Por otro lado,
en el contexto de la crisis diversas organizaciones de la sociedad civil elaboraron
propuestas técnicas que conformaron un verdadero programa de reformas institucionales
a la Corte Suprema. Ambos repertorios de acción colectiva se complementaron en la
generación de un contexto favorable para una reforma en el Tribunal: el reclamo masivo,
la protesta en las calles y la movilización de la opinión pública dio visibilidad y fuerza a
un reclamo, que de otro modo posiblemente habría sido escuchado. Por su parte, la acción
de la sociedad civil institucionalizada permitió traducir el reclamo colectivo en un marco
discursivo y una propuesta relacionada con el sistema institucional, que dotó de
formalidad a la demanda y que, debido a su componente técnico, tuvo un impacto directo
en el contenido de las reformas implementadas por los tres poderes del Estado.

El 28 de diciembre de 2001 se realizó la primera protesta, convocada por la Asociación


de Abogados Laboralistas, en forma de cacerolazo ante el edificio de la Corte Suprema.
La demanda central era la renuncia de los miembros del Tribunal. Entre las consignas
principales que se desplegaron en esa manifestación se encontraban: “Fuera la Corte
corrupta” y “Argentinos: ya echamos a Cavallo y a De la Rúa, ahora le toca a la Corte”.26

24
ACUÑA: ob. cit. En una encuesta realizada por el Centro de Estudios de Opinión Pública en la
Ciudad de Buenos Aires y Gran Buenos Aires, el 81% de los encuestados opinó que esta decisión
de la Corte Suprema “obedeció a una decisión política y no a la aplicación estricta de la ley”, y el
44% sostuvo que esto hizo que disminuyera su confianza en la Justicia (Clarín, 21 de noviembre
de 2001).
25
Ver SMULOVITZ, Catalina: “Petitioning and Creating Rights: Judicialization in Argentina”,
en Rachel Sieder, Line Schjolden y Alan Angel (eds.), The Judicialization of Politics in Latin
America, New York: Palgrave Mac Millan, 2005.
26
La Nación 29 de diciembre de 2001.
6

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A partir de entonces, y durante los primeros meses de 2002, miles de personas que, según
se ha afirmado, “no eran mayoría de ahorristas, contra la creencia común” 27 protestaron
todos los jueves frente a la Corte Suprema. Este movimiento masivo de protesta fue el
que instaló el tema de manera contundente en la opinión pública y el que recibió
largamente la mayor atención por parte de los medios masivos.

En ese contexto, se constituyó la “Junta Promotora para la Remoción de la Corte Suprema


de Justicia de la Nación”, integrada por la Asociación de Abogados Laboralistas, la
Asociación de Abogados de Buenos Aires, la Federación Judicial Argentina, la Central
de los Trabajadores Argentinos, Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, la
Federación Universitaria Argentina, la Asociación Americana De Juristas y la Asociación
Latinoamericana de Abogados Laboralistas. El día 6 de marzo, se produjo el primer
encuentro de asambleas barriales y la Junta Promotora para la Remoción de la Corte en
la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Este conjunto de
organizaciones convocó a diversos movimientos y actores sociales para conformar un
Tribunal Ético a fin de enjuiciar a los integrantes de la Corte Suprema. El día 18 de julio
de 2002 se realizó el llamado Juicio Ético a la Corte, en el Colegio Público de Abogados
de la Capital Federal.28

Por otra parte, se desarrollaron dos coaliciones de asociaciones civiles y fundaciones que,
en distintos momentos, entablaron un diálogo con el gobierno en torno a propuestas
técnicas de reformas a la Corte. Una de esas coaliciones fue la “Mesa Permanente para la
Reforma de la Justicia del Diálogo Argentino”, dentro de la “Mesa del Diálogo
Argentino” que se formó entre fines de diciembre de 2001 y enero de 2002 a instancias
del gobierno y de la Conferencia Episcopal Argentina, con apoyo del Programa de las
Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). En febrero de 2002 se crearon cinco mesas
sectoriales,29 entre las cuales se encontraba la Mesa del Diálogo de Justicia, a la que se
sumaron diversos actores y organizaciones vinculadas al problema judicial en el país. El
consorcio de organizaciones Argentina Justicia (Argenjus) fue el que más presencia tuvo
en esta Mesa.30 El 11 de julio de 2002 se presentó en la sede de la Conferencia Episcopal
Argentina el documento “Bases para las reformas: principales consensos”, en el que se
refleja el trabajo de la Mesa del Diálogo. La intención era que este documento sirviera
como base para la firma de un acuerdo entre el gobierno nacional, las autoridades
provinciales y los líderes de bloques parlamentarios nacional “para introducir reformas
de fondo en el sistema institucional y político de la Nación”. 31 Sin embargo, desde
septiembre de 2002 el gobierno no convocó más a la Mesa del Diálogo Argentino,32 y en

27
Irina Hauser. Página 12, 17 de octubre de 2004.
28
FEDERACIÓN JUDICIAL ARGENTINA: “Tribunal Ético a la Corte Suprema de Justicia de
la Nación”, Cuadernillo no. 9, setiembre, 2002.
29
Estas mesas eran: Mesa Socio/laboral/productiva; Mesa de Salud; Mesa de Educación; Mesa
de Reforma Política; y Mesa de Reforma Judicial. Ver MESA DEL DIÁLOGO ARGENTINO:
“Construir la transición”, Buenos Aires, febrero, 2002.
30
Argentina Justicia (Argenjus) es un consorcio creado en 1999, integrado por las siguientes
entidades: APDH, Conciencia, FACA, FAM, FORES, Foro por la Reconstrucción Institucional,
Fundación Libra, FUNDEJUS, ISEJUS, JUFEJUS y la Universidad Nacional de Lanús.
Entrevista de la autora a Ramón Brenna, Presidente de la Mesa de Concertación del Diálogo
Argentino para la Reforma de la Justicia y Presidente de Argenjus, 2 de mayo de 2005, Buenos
Aires.
31
La Nación, Editorial, 16 de junio de 2002.
32
La Nación, 13 de noviembre de 2005.
7

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2005 la única de las mesas sectoriales del Diálogo Argentino que seguía funcionando era
la Mesa Permanente de Reforma Judicial. 33 En cuanto a logros generales de esta
iniciativa, su Presidente, Ramón Brenna, señaló que “se creó la Red Federal de
Capacitación Judicial; se hicieron proyectos; se participó en el proceso de renovación de
la Corte Suprema; se peleó por medidas que se consensuaron [con la coalición Una Corte
para la Democracia] en términos de transparencia”.34

Finalmente, durante el mes de enero de 2002, un grupo de seis ONG, integrado por la
Fundación Poder Ciudadano, el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), el
Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales y Sociales (INECIP), la Fundación
Ambiente y Recursos Naturales (FARN), la Asociación por los Derechos Civiles (ADC)
y la Unión de Usuarios y Consumidores, se reunieron para plantear de manera conjunta
propuestas de reforma en torno al procedimiento de designación de los miembros de la
Corte Suprema y al modo de funcionamiento y competencias del Tribunal.

El 22 de enero de 2002, estas organizaciones presentaron públicamente el documento


“Una Corte para la Democracia”, en el que sostenían: “un eventual cambio en la
composición de la Corte Suprema no es suficiente. Nuestro Tribunal no sólo se encuentra
desacreditado por el comportamiento de sus miembros, sino que ha sido dañado por
prácticas impropias que han socavado su prestigio y legitimidad”. 35 Asimismo, en ese
documento se señalaban una serie de aspectos que, se sostenía, debían ser modificados
para recuperar el rol institucional y la legitimidad de la Corte. En un segundo documento
(“Una Corte para la Democracia II”), estas organizaciones presentaron propuestas de
reforma con relación al procedimiento de remoción y designación de jueces de la Corte
Suprema, que debían ser implementadas por el Poder Ejecutivo y el Congreso, y que
contemplaban una auto-limitación de las facultades constitucionales del Poder Ejecutivo,
una reforma al reglamento de la Comisión de Acuerdos del Senado y modificaciones al
Reglamento de las comisiones de juicio político del Senado y de la Cámara de Diputados,
a fin de incorporar mayor publicidad y permitir la participación ciudadana en esos
procesos.36 Por último, en el documento “Una Corte para la Democracia III” se
presentaron un conjunto de propuestas de reformas que debían ser realizadas por el Poder
Legislativo y por la propia Corte Suprema a fin de modificar su modo de funcionamiento
y de reducir sus competencias.

Las propuestas formuladas en estos documentos fueron las más influyentes en el


contenido del cambio institucional a la Corte Suprema implementado por el Poder
Ejecutivo, por el Senado y por la propia Corte.37 En efecto, la mayoría de las reformas
propuestas por estas organizaciones fueron implementadas por los tres poderes del Estado
a partir de 2003.

33
Entrevista de la autora a Martín Gershanik, Investigador de la Fundación Unidos por la Justicia,
28 de abril de 2005, Buenos Aires.
34
Entrevista de la autora a Ramón Brenna, Presidente de la Mesa de Concertación del Diálogo
Argentino para la Reforma de la Justicia y Presidente de Argenjus, 2 de mayo de 2005, Buenos
Aires.
35
CELS, ADC, Poder Ciudadano, FARN, INECIP, y Unión de Usuarios y Consumidores “Una
Corte para la democracia”, Buenos Aires, 2002.
36
Idem.
37
CELS et al.: “Una Corte para la democracia II”, cit. CELS et al.: “Una Corte para la democracia
III”, cit.
8

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2. El rol de la Corte Suprema en la reforma de sus propios procedimientos y rol
institucional

El 19 de junio de 2003 el Presidente Néstor Kirchner firmó el decreto 222/03, que implicó
una auto-limitación de las atribuciones constitucionales del Ejecutivo para designar a
Magistrados de la Corte Suprema, al establecer requisitos de publicidad y participación
ciudadana, así como criterios previos que deben cumplir los candidatos. Asimismo, el 13
de agosto de ese año, se extendió, a través del decreto 588/03 del Poder Ejecutivo, la
aplicación del procedimiento previsto en el Decreto 222 a la selección de jueces federales
de la Nación e integrantes de los ministerios públicos. En el proceso de estas reformas, el
gobierno trabajó junto a las organizaciones que integraban “Una Corte para la
democracia”. El Decreto 222 se basó en las propuestas contenidas en los documentos
“Una Corte para la democracia” I y II. Por su parte, el 2 de julio de 2003 el Senado
modificó el reglamento de su Comisión de Acuerdos, para dar mayor publicidad al
proceso de confirmación de jueces y conjueces de la Corte Suprema, así como de
Magistrados del Poder Judicial de la Nación y del Ministerio Público. Esta reforma estaba
incluida también en las propuestas formuladas en el documento “Una Corte para la
democracia II”.38

Con base en los nuevos procedimientos, se produjo una renovación parcial en la


integración de la Corte, a través del juicio político o la renuncia de Magistrados acusados
de corrupción y colusión con poderes políticos y de facto. Fueron separados de su cargo
los cinco jueces de la Corte Suprema que en ese momento integraban la llamada mayoría
automática, que respondía al ex Presidente Menem. Tres de ellos renunciaron ante la
posibilidad de ser sometidos a juicio político (Julio Nazareno, Guillermo López y Adolfo
Vázquez) y dos de ellos fueron destituidos por el Senado (Eduardo Moliné O´Connor y
Antonio Boggiano). Mediante la aplicación de los nuevos procedimientos, y luego de un
intenso debate público sobre las características de los candidatos propuestos por el
Ejecutivo, que fue un hecho inédito en el país, e implicó un mayor control sobre el
procedimiento de designación de Magistrados,39 entre 2003 y 2004 se nombraron cuatro
nuevos jueces en la Corte Suprema: Eugenio Zaffaroni, confirmado por el Senado en
octubre de 2003; Carmen Argibay, confirmada en julio de 2004; Elena Highton,
confirmada en junio 2004, y Ricardo Lorenzetti, confirmado en diciembre de 2004. Como
parte del movimiento producido en la conformación de la Corte, el 17 de noviembre de
2003 los miembros del Tribunal eligieron como su Presidente a Enrique Petracchi, y como
vicepresidente a Augusto Belluscio.

A partir de la los cambios en su integración y especialmente bajo la presidencia de


Petracchi, la Corte Suprema asumió un rol reformista con respecto a sus propios
procedimientos y competencias, e implementó una serie de cambios orientados a

38
Un análisis del proceso político y del contenido de estas reformas puede encontrarse en
RUIBAL, Alba: “El rol de la sociedad civil en el proceso de reforma a la Corte Suprema en la
Argentina”, cit. RUIBAL, Alba: “Judicial Reform and Self-restraint. The Process of Supreme
Court Independence in Argentina”, cit.
39
En evaluaciones sobre la implementación de los nuevos procedimientos, se ha señalado que “el
compromiso demostrado por la ciudadanía y el nivel de difusión pública que tomó el tema en los
medios aumentó el nivel de responsabilidad política del Presidente y del Senado a la hora de tomar
decisiones” “Informe sobre el proceso de designación de la Dra. Elena Highton como Jueza de la
Corte Suprema de Justicia de la Nación”, realizado por la ADC, Buenos Aires, 2004.
9

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fortalecer sus mecanismos de publicidad y rendición de cuentas y a promover la
participación de actores sociales en sus procesos de decisión.40 Lo que constituyó el
aspecto más singular e interesante de esas propuestas es que fueron concebidas como una
manera de aumentar la autoridad y legitimidad de la Corte, a través de la auto-restricción
de su discrecionalidad y de la falta de publicidad de sus actos.
Las reformas implementadas por la Corte Suprema bajo la presidencia de Petracchi fueron
propuestas por diversas asociaciones de la sociedad civil. A partir de la nueva integración
del Tribunal, éste estableció vínculos con organizaciones sociales que no se habían dado
anteriormente en el país, y procedió a implementar un conjunto de reformas que habían
sido propuestas por distintas entidades civiles y alianzas de organizaciones creadas
durante la crisis. A fines de noviembre de 2003, Petracchi, quien asumiría el cargo de
Presidente de la Corte el 1 de enero de 2004, se reunió con representantes de las seis ONG
que integraban la coalición “Una Corte para la democracia”, quienes le entregaron el
documento “Una Corte para la democracia III”, en el que proponían una serie de reformas
para mejorar el funcionamiento interno del Tribunal. 41 En esa oportunidad, se trataron
principalmente cuestiones relativas a la publicidad de los expedientes y registros llevados
por las secretarías y por las mesas de entradas de la Corte Suprema, así como a la
obligación de los jueces de atenerse a la Ley de Ética Pública, permitiendo la publicación
de sus declaraciones juradas de bienes, y se habló también de la propuesta de que los
jueces paguen el impuesto a las ganancias.42 Se ha observado que en esa reunión Petracchi
“estuvo en un todo de acuerdo con las propuestas presentadas y se comprometió a
instrumentarlas escalonadamente”.43 Posteriormente, el Juez Eugenio Zaffaroni se reunió
con ese grupo de organizaciones, a fin de tratar el mismo tipo de propuestas, y se ha
señalado que el Magistrado coincidió en la necesidad de una reforma del funcionamiento
de la Corte en el sentido propuesto. En este sentido, uno de los participantes en ese
encuentro señaló que “el hecho que Zaffaroni conociera las propuestas volcadas en los
documentos ´Una Corte para la democracia I y II´ y compartiera pormenorizadamente
muchas de las cuestiones allí tratadas, resulta alentador al momento de pensar en la
reconstrucción de los puentes, tantas veces cortados, entre la sociedad civil y el máximo
Tribunal de justicia”.44

A continuación, se detallan las reformas implementadas por la Corte Suprema, según tres
dimensiones principales de su funcionamiento: i) publicidad y rendición de cuentas; ii)
competencias; iii) participación de actores sociales en sus procesos de decisión. Por
último, se mencionan otras reformas relevantes vinculadas a la redefinición del rol
institucional de la Corte, entre ellas la creación del Centro de Información Judicial y de
la Oficina de Violencia Doméstica.

40
Algunas de esas reformas comenzaron con la presidencia interina del juez Fayt en el último
semestre de 2003 (ver BENEDETTI, Miguel Ángel; SÁENZ, María Jimena, Las audiencias
públicas de la Corte Suprema: apertura y límites de la participación ciudadana en la
justicia. Siglo Veintiuno, 2016).
41
CELS et al.: “Una Corte para la democracia III”, cit.
42
Gacetilla difundida por la ADC el 2 de diciembre de 2003.
43
Ibídem.
44
Mario Rejtman, ex Presidente de Poder Ciudadano (PODER CIUDADANO:
“Observatorio de expedientes de la comisión de acusación del Consejo de la Magistratura
de la Nación”, Buenos Aires, 2003).
10

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Reformas vinculadas a la publicidad y rendición de cuentas de los integrantes y de los
actos de la Corte Suprema

A fines del año 2003, durante la Presidencia interina de la Corte por el Juez Carlos Fayt, pero
con un protagonismo central de Petracchi, quien había sido electo Presidente de la Corte
el 17 de noviembre de ese año, el Tribunal resolvió tres cuestiones fundamentales
relacionadas con la publicidad y la transparencia de su funcionamiento. En primer lugar,
mediante la Acordada 35/03, del 11 de diciembre de 2003, se dispuso la publicidad de la
circulación de expedientes al interior de la Corte.45 En esta Acordada, la Corte consideró
que “a diferencia de lo que sucede en las causas en estado de dictar sentencia radicadas
ante las instancias inferiores, esta Corte no permite el acceso a la información sobre el
orden en que toman intervención los señores jueces ni acerca del lapso en que los
expedientes permanecen en cada una de los vocalías durante la circulación”, y señaló que
no se observan “razones que justifiquen mantener dicho modo de actuación, máxime
cuando la publicidad de los registros sobre los movimientos de los expedientes contribuye
a profundizar la transparencia de los trámites que se cumplen ante la más alta instancia
judicial de la República”.

En segundo lugar, en la Acordada 36/03 del 18 de diciembre de 2003, la Corte resolvió


asignar un trámite diferenciado a las causas que versen sobre materias de trascendencia
institucional, y sostuvo que “así lo justifica el adecuado ejercicio de aquella función que
esta Corte ha considerado como su jurisdicción más eminente”. Asimismo, dispuso que
“en las causas que versen sobre materias de trascendencia” se “deberá fijar la fecha del
acuerdo en que el asunto será considerado por el Tribunal”. Durante la presidencia de
Petracchi dos acordadas volverán sobre el tema: la Acordada 1/2005 y la Acordada
18/2006.

Por último, en la Acordada 37/03, del 18 de diciembre de 2003, la Corte determinó que
“es imperioso el perfeccionamiento del sistema de divulgación de sus Fallos” y que “las
sentencias más trascendentes [este punto sería luego corregido] que emita el Tribunal
deberán ser publicadas en la colección de Fallos de esta Corte en forma íntegra y no
mediante una síntesis sumaria”. En este sentido, sostuvo que “no resulta justo, ni
razonable, que el Tribunal dicte fallos invocando como fundamentos precedentes suyos
que no han sido publicados con anterioridad”. En realidad, la principal crítica con relación
a la implementación de las reformas introducidas a través de acuerdos de la Corte
Suprema en cuanto a sus procedimientos internos y funcionamiento, estuvo dirigida a
deficiencias en el sistema de publicación de fallos, que el Tribunal se había propuesto
perfeccionar a través de esta Acordada. Sin embargo, se ha observado que, ante la
advertencia de esta falla en la aplicación de esta disposición, la Corte Suprema realizó los
cambios necesarios para cumplir con la misma del modo previsto. La Asociación por los
Derechos Civiles (ADC) realizó un control del modo en que se publicaban las sentencias,
y observó que, después de dos meses de haber comenzado la aplicación de esta Acordada,
en la página de Internet de la Corte Suprema se publicaban “en forma prácticamente
inmediata sentencias que indudablemente poseen relevancia o trascendencia”, pero no se
podía acceder a la totalidad de los fallos dictados por la Corte, y solicitó al Tribunal que
se hicieran los cambios necesarios para que pudiera “accederse a todas las sentencias

45
El texto completo de las Acordadas se encuentra en el sitio de Internet de la Corte Suprema:
https://www.csjn.gov.ar/sentencias-acordadas-y-resoluciones/acordadas-de-la-corte-suprema
11

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resueltas por la Corte Suprema en forma inmediata a su dictado”.46 Un mes después de la
comunicación de este pedido, el Petracchi dispuso “dar a publicidad la lista de causas,
con posterioridad a la celebración de cada acuerdo” y “dar a conocer la totalidad de los
fallos luego de la notificación a las partes”,47 a través de su publicación en el sitio de
Internet de la Corte Suprema. Con posterioridad a la corrección de este procedimiento, se
sostuvo que “la publicidad de las sentencias ha mejorado sustancialmente. En la página
de la Corte se encuentran todos los fallos. Ahora a los pocos días se publica todo, y las
sentencias destacadas aparte”.48

En 2004, la Corte emitió una serie acuerdos relevantes con relación a la publicidad de sus
actos. En la Acordada 1/04, del 11 de febrero de 2004, se decidió que el sitio de Internet
de la Corte Suprema deberá publicar toda información relevante sobre los actos
administrativos de este Tribunal. La Acordada establece que deberá publicarse “la nómina
completa de sus autoridades y personal, indicando la dependencia donde cumplen
funciones y el cargo que desempeñan”, y señala qué otros aspectos de la administración
de personal deberán publicarse. Asimismo, ordena la publicación de “los actos
administrativos de llamado y de adjudicación; los pliegos; la nómina de ofertantes; el
monto de sus ofertas y los dictámenes correspondientes en los procedimientos de
licitaciones, concursos de precios y compras directas. Establece también que deberá
publicarse “el Presupuesto anual de la Corte Suprema, los informes mensuales de su
ejecución y la cuenta de inversión”, así como la Estadística Semestral de la Corte, que
debe contener una serie de datos especificados en la Acordada. También en línea con la
decisión de promover la publicidad de sus actos, en la Acordada 2/2004, del 11 de febrero
de 2004, la Corte ordenó que en la publicación de sus sentencias, tanto en el portal de
Internet como en la colección de Fallos del Tribunal, se identifiquen los nombres de
quienes intervinieron en cada causa, incluyendo en particular a los representantes legales
y patrocinantes. En la Acordada 3/2004, del 17 de febrero de 2004, se estableció un
reglamento para la acreditación de periodistas ante la Oficina de Prensa de la Corte.

En la Acordada 7/04, del 24 de febrero de 2004, la Corte consideró que “resulta


conveniente asegurar la bilateralidad de las entrevistas que suelen efectuarse a pedido de
los litigantes, como medio idóneo para aventar cualquier suspicacia y brindar a las partes
la posibilidad de ser oídas cuando alguna de ellas aduzca ante el juzgador argumentos a
favor de su pretensión o vinculados al objeto del litigio”, y estableció que “cuando los
litigantes y profesionales soliciten audiencia con alguno de los jueces del Tribunal, ella
tendrá lugar siempre que dichas personas obtengan la presencia de la contraparte o de su
letrado en la causa contenciosa de que se trate”. Con respecto a la aplicación de lo
dispuesto en esta Acordada, se ha señalado la dificultad para controlar la efectiva
implementación de la prohibición de que los Jueces se reúnan sólo con una de la partes
en un conflicto.49

Por otra parte, una de las mayores críticas dirigidas por asociaciones de la sociedad civil
a los jueces de la Corte Suprema estuvo relacionada con la decisión de los Magistrados

46
Carta del Presidente de la Asociación por los Derechos Civiles, Alejandro Carrió, dirigida a la
Corte Suprema de Justicia de la Nación, Buenos Aires, marzo de 2004, publicada en el sitio de
Internet de la ADC (www.adc.org.ar).
47
Resolución n° 642/04, CSJN, Expediente 4742/200, 27 de abril de 2004.
48
Entrevista de la autora a Sebastián Schvartzman, Coordinador del área “Poder Judicial /Corte
Suprema de Justicia” de la ADC, Buenos Aires, 28 de abril de 2005.
49
Entrevista de la autora a Sebastián Schvartzman, cit.
12

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de la Corte de auto-excluirse de las obligaciones que corresponden a los funcionarios
públicos. En este sentido, se han señalado dos problemas principales, relacionadas,
respectivamente, con la publicidad de las declaraciones juradas de los jueces, y con el
pago de impuestos a las ganancias por parte de los Magistrados.

Con respecto a la publicidad de las declaraciones juradas, en el año 2000, la Corte había
decidido a través de la Acordada 1/2000, que los Magistrados de este Tribunal estaban
exentos de dar completa publicidad a sus declaraciones juradas patrimoniales, siendo que,
de acuerdo a la Ley de Ética Pública, todos los funcionarios están obligados a hacerlo.
Sin embargo, mediante la Acordada 29/05, del 27 de diciembre de 2005, el Tribunal
decidió dejar sin efecto la acordada 1/2000, y adherir al Reglamento de Presentación y
Consulta de las Declaraciones Juradas Patrimoniales del Poder Judicial de la Nación,
aprobado por la resolución 562/05 del Consejo de la Magistratura, en el que se establece
esta obligación para los jueces. En la Acordada 30/05, del 27 de diciembre de 2005, la
Corte reglamentó la forma en que la normativa citada sería aplicada en el ámbito de la
Corte Suprema.

Por último, la única propuesta de reforma que no fue implementada fue la relacionada
con el pago de impuestos a las ganancias por parte de los Jueces de la Corte. En 1996, la
Corte había establecido, mediante Acordada 20/96, que tanto sus miembros como los
demás Magistrados del Poder Judicial no estaban obligados a pagarlo, bajo el argumento
de que eso implicaría una violación a la intangibilidad de los sueldos de los jueces,
garantizada por el artículo 110 de la Constitución Nacional. 50 Esta posición fue ratificada
el 11 de abril de 2006 por un fallo de la Corte,51 integrada en su mayoría por conjueces,
ya que sus miembros titulares -excepto la Jueza Carmen Argibay, quien votó con la
mayoría- se excusaron por tener un interés directo en la causa. Se ha sostenido que los
propios jueces del Tribunal, y no jueces suplentes, deberían pronunciarse sobre esta
cuestión.52 En las audiencias públicas realizadas en el Senado para su confirmación, los
cuatro jueces nombrados bajo el gobierno de Kirchner se habían pronunciado a favor del
pago del impuesto53 y al asumir la presidencia de la Corte, Petracchi expresó su

50
La ley 24.631 que regula el tributo a las ganancias establece que los Magistrados no están
eximidos del pago.
51
En este fallo votaron en disidencia dos conjueces, el ex Ministro de Justicia Horacio Rosatti
(desde 2016 juez de la CSJN) y el abogado Héctor Méndez. Sus votos respectivos se basaron en el
criterio de igualdad ante la ley y de que un impuesto general no es una medida discriminatoria
que atente contra la independencia judicial. En su voto, Rosatti sostuvo: "es posible, necesario e
imprescindible que los jueces estén bien retribuidos, que sus remuneraciones mantengan su poder
adquisitivo y que, simultáneamente, paguen el Impuesto a las Ganancias, haciendo clara la
diferencia entre sufrir un detrimento discriminatorio -y por tanto inconstitucional- y pagar un
tributo general". "Gutiérrez, Oscar Eduardo c/ ANSES", CSJN, Expte. G. 196. XXXV, (11 de
abril de 2006).
52
Andrea Pochak, directora adjunta del Centro de Estudios Legales y Sociales, institución que
participó en la causa bajo la figura de amicus curiae, señaló que “ahora la propia Corte, no los
conjueces, debería derogar el régimen de privilegio que aprobaron sus antecesores”, y agregó: “es
una decisión administrativa que puede tomar perfectamente, es un paso pendiente para que la
Justicia recupere legitimidad o tendremos la certeza de que poco ha cambiado en la Corte”,
Página 12, 12 de Abril de 2006.
53
Página 12, “La Corte busca despegarse del fallo que exime a los jueces de tributar”, 19 de Abril
de 2006.
13

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desacuerdo respecto de que “los jueces estén exentos del pago de este impuesto en virtud
de una Acordada que ellos mismos suscribieron”. 54

Reducción de las competencias de la Corte Suprema

Con respecto a la reducción de las competencias de la Corte, existía un reclamo


generalizado por parte de diversos sectores relacionados con el sistema judicial en la
Argentina. La Corte Suprema argentina resolvía más de 12000 causas judiciales por año,55
lo cual ha sido considerado como un obstáculo para el desempeño de sus funciones
primordiales en tanto garante del orden constitucional.

La competencia de la Corte había sido ampliada principalmente de dos maneras. Por una
parte, a través de la reducción del monto mínimo de dinero que habilita la competencia
de la Corte en causas en las que el Estado es parte. Por otra parte, mediante la posibilidad,
establecida por la llamada Ley de Solidaridad Previsional durante el gobierno de Menem,
de que las apelaciones ordinarias en materia previsional llegaran a la Corte.
Especialmente esta última ampliación de atribuciones ha sido ampliamente criticada, por
diversas razones. En primer lugar, se ha sostenido que la ley era inconstitucional. 56 En
segundo lugar, se ha señalado que esta disposición implicó utilizar a la Corte para “licuar
la responsabilidad del Estado en cuestiones de índole económica”.57 En tercer lugar, e
términos de la sobrecarga de trabajo de la Corte, las causas previsionales elevaron
prácticamente al doble el número de causas que debía resolver el Tribunal durante los
diez años en que estuvo vigente la ley. 58 Esto provocó, lo que Sagüés denomina una
“situación insólita”: que la Corte argentina sea una de las cortes supremas con mayor
cantidad de causas a resolver del mundo, lo cual “distorsionó su operatividad, borroneó
elefantiásicamente su perfil y desfiguró sus papeles institucionales”.59 En cuarto lugar,
se ha señalado que este tipo de ampliación de competencias atenta contra la transparencia
de los procedimientos de la Corte, y contra su independencia en relación a otros poderes. 60

El proyecto de limitación de estas atribuciones de la Corte fue promovido por las


organizaciones agrupadas bajo el lema “Una Corte para la democracia”, y había sido

54
Gacetilla de prensa publicada el 2 de diciembre de 2003 por la Asociación por los Derechos
Civiles, reproducida en el sitio de Internet de la Fundación Ambiente y Recursos Naturales.
55
SAGÜES: ob. cit
56
Eugenio Zaffaroni, ex Juez de la Corte Suprema, entrevista de la autora, Buenos Aires, 14 de
julio de 2005.
57
CELS: Derechos humanos en la Argentina. Informe 2004, Buenos Aires: CELS, Siglo XXI,
2004: 86. Litvachky explica que “estos cambios han estado relacionados con la conveniencia
política de centralizar en un solo tribunal sentencias que generalmente son contrarias al Estado, y
con demorar este tipo de resoluciones por lo engorroso del trámite” (ídem, p. 85).
58
Por ejemplo, en el año 2000, del total de 14.770 causas que resolvió la Corte Suprema, 8.271
correspondieron a juicios sobre montos de jubilaciones y pensiones (CELS et al.: “Una Corte para
la Democracia III”, cit).
59
SAGÜÉS: ob. cit.
60
En este sentido, Andrea Pochak, Directora Adjunta del CELS, afirma que la reducción de las
atribuciones de la Corte "es una medida que tiene que ver con la transparencia. Es una forma de
evitar la manipulación política porque de esta manera estará claro que en ciertos temas la Corte
no tiene competencia", La Nación 28 de setiembre de 2004.
14

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impulsado también por la Mesa de Reforma Judicial del Diálogo Argentino, 61 y
presentado en un documento de trabajo elaborado por un grupo amplio de organizaciones
que se reunieron en el ámbito del Colegio Público de Abogados de la Capital Federal. 62
Los nuevos integrantes de la Corte, así como los miembros de la misma que habían sido
nombrados durante las presidencias de Raúl Alfonsín y Eduardo Duhalde, y aún
permanecían en sus cargos, también sostenían la necesidad de esta reforma. 63

El 2 de diciembre de 2004, la Cámara de Diputados dio media sanción a un proyecto de


ley que eliminaba una serie de competencias ordinarias de la Corte Suprema, entre otras
la competencia ordinaria en materia previsional. 64 El objetivo era que el Congreso
dispusiera que la última instancia de apelación en relación a juicios por haberes
jubilatorios volviera a ser las cámaras del fuero previsional, como lo era antes de las
modificaciones legislativas introducidas durante el gobierno de Menem. 65 Sin embargo,
ante la demora del Senado en aprobar esta ley, fue la propia Corte la que, a través del fallo
“Itzcovich” del 29 de marzo de 2005, declaró la invalidez constitucional del artículo 19
de la llamada ley de solidaridad previsional, anulando su competencia ordinaria en esta
materia.66 Finalmente, el 6 de abril de 2005, el Senado aprobó el proyecto que tenía media
sanción de la Cámara de Diputados, y a través de la ley 26.025 dio sanción legislativa a
la derogación de la competencia ordinaria de la Corte Suprema en los juicios
previsionales.

Participación de actores sociales en los procesos de decisión de la Corte Suprema

Como parte de la redefinición de su rol institucional y de su relación con la sociedad civil,


la Corte expandió las oportunidades legales para la participación de actores sociales en
sus procesos de decisión. El 14 de julio de 2004, la Corte dispuso, en su Acordada 28/04,
autorizar la intervención de amicus curiae en “asuntos de trascendencia institucional o
que resulten de interés público” y reglamentó la forma en que deben ser presentados estos
escritos. Posteriormente, en la Acordada 14/06, del 3 de mayo de 2006, la Corte estableció
que publicaría en su sitio de Internet todos los casos que sean aptos para la presentación

61
MESA DE REFORMA JUDICIAL DEL DIÁLOGO ARGENTINO: “Documento Final”,
Buenos Aires, 21 de febrero de 2002.
62
En ese grupo tuvieron una participación activa organizaciones tales como FORES,
ARGENJUS, la Asociación Conciencia, y el conjunto de organizaciones agrupadas bajo el lema
“Una Corte para la democracia”.
63
El Presidente de la Corte, Santiago Petracchi, sostuvo, según relato del Ministro de Justicia
Horacio Rosatti, que era necesaria una reforma, y que “ningún tribunal del mundo tiene una
competencia tan frondosa" (La Nación, 28 de setiembre de 2004). Por su parte, el Juez Carlos
Fayt sostuvo que la Corte se había convertido en “un almacén de ramos generales", y declaró:
"diariamente veo entre 20 y 40 expedientes, es decir que nosotros vemos por año miles de
expedientes, (mientras) la Corte de Estados Unidos ve entre 100 y 150 al año” (La Nación, 8 de
junio de 2005).
64
La iniciativa legislativa aumentaba de 700 mil pesos a 2 millones el monto para la apelación
ordinaria de las sentencias definitivas de las cámaras nacionales de apelaciones en las causas en
que la Nación sea parte, y preveía eliminar la competencia ordinaria de la Corte en materia
previsional (La Nación, 3 de diciembre de 2004).
65
La Nación, 28 de setiembre de 2004.
66
“Itzcovich, Mabel c/ ANSeS s/ reajustes varios”, CSJN, expte. I. 349. XXXIX (29 de marzo de
2005), http://www.csjn.gov.ar/ documentos/cfal2/cons_fallos.
jsp.
15

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de escritos en calidad de amicus curiae ante el Tribunal. El reglamento para la
presentación de amicus fue modificado por la Corte en 2013 (Acordada 7/13), con el
propósito de promover la participación bajo esta figura.

La presentación de amicus curiae -así como la realización de audiencias públicas ante


la Corte, que fueron reglamentadas el 5 de noviembre de 2007, a través de la Acordada
30/07-, han sido utilizadas por diversos actores sociales en procesos ante la Corte
Suprema. Estos mecanismos fueron parte, por ejemplo, de los dos casos más
emblemáticos de litigio estratégico presentados ante la Corte por organizaciones sociales
durante la presidencia de Petracchi: el caso Verbitsky, sobre la situación de las cárceles
en la provincia de Buenos Aires,67 y el caso Mendoza, sobre la contaminación de la cuenca
del Riachuelo.68 Estos casos, en cuyo extendido desarrollo participaron algunas de las
organizaciones que habían promovido las reformas a la Corte Suprema implementadas
desde 2003, involucraron procedimientos innovadores de decisión por parte del Tribunal,
y una nueva forma de relación con las instituciones políticas y con la sociedad civil. 69

Otras reformas relevantes vinculadas a la redefinición del rol institucional de la Corte

Más allá de las reformas en las tres dimensiones analizadas, es necesario mencionar una
serie de cambios institucionales en la Corte, que también están vinculados con la
redefinición del rol del tribunal en materia de publicidad de sus actos, su relación con la
sociedad civil, y su liderazgo como cabeza del Poder Judicial.

En 2006, fueron creadas nuevas estructuras institucionales dentro de la Corte Suprema.


En primer lugar, el 30 de mayo de ese año, a través de la Acordada 17/2006, se creó el
Centro de Información Judicial (CIJ), que institucionalizó la estrategia de comunicación
del poder judicial y de la Corte, y que tiene como principales propósitos producir y
difundir información sobre el Poder Judicial y promover el acceso a los fallos de la Corte
Suprema y a decisiones destacadas de tribunales de todo el país, a través de la página de
Internet del Tribunal. En esa Acordada, se designó a los Jueces Eugenio Zaffaroni y
Ricardo Lorenzetti para instalar y coordinar las tareas del Centro de Información Judicial.
La creación del CIJ fue parte del proyecto de abrir nuevas vías de comunicación
institucional entre la Corte y la sociedad.

En segundo lugar, por medio de la Acordada 39/2006, del 27 de diciembre de 2006, se


crea la Oficina de Violencia Doméstica, que es junto a la Oficina de la Mujer, creada en
2009, una de las dos estructuras dentro de la Corte Suprema que fueron coordinadas por
las Juezas Highton y Argibay, a fin de promover el acceso a la justicia y la perspectiva de

67
“Verbitsky, Horacio s/ habeas corpus”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Expte. V. 856.
XXXVIII, 3 de mayo de 2005.
68
“Mendoza, Beatriz S. y otros c/ Estado Nacional, Provincia de Buenos Aires y ciudad autónoma
de Buenos Aires s/ daños y perjuicios”, Corte Suprema de Justicia de la Nación, Expte.
M.1569.XL, 8 de julio de 2008.
69
Un análisis de los mecanismos de decisión innovadores implementados por la Corte en estos
procesos, así como de su nueva relación con la sociedad civil, puede encontrarse en RUIBAL:
“Innovative Judicial Procedures and Redefinition of the Institutional Role of the Argentine Supreme
Court”, cit.
16

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género dentro del Poder Judicial, respectivamente.70 El trabajo de estas dos Oficinas está
en línea con las competencias asignadas a la Corte por las leyes sobre violencia de género
en el país, en particular la Ley 26.485 de protección integral para prevenir, sancionar y
erradicar la violencia contra las mujeres, sancionada en 2009, y la Ley 27499, “Ley
Micaela”, sancionada en 2018, de capacitación obligatoria en género para todas las
personas que integran los tres poderes del estado.

Por otra parte, mediante la Acordada 16/2006, del 21 de diciembre de 2006, se creó la
Comisión Permanente de Protección de Independencia Judicial (CPPIJ), y se designó a
las Juezas Elena Highton y Carmen Argibay para coordinar las tareas de esa Comisión.
Asimismo, dos Acordadas de este periodo son de importancia para la redefinición del rol
institucional de la Corte, y también respondieron a las demandas de las organizaciones de
derechos humanos, en especial del CELS:71 la Acordada 17/2005, que establece la
creación de una Secretaría de la Corte de causas concernientes a Derechos Humanos y la
Acordada 5/2006, del 3 de abril de 2006, por la que se suscribe un acuerdo marco de
cooperación entre el Tribunal y la Corte Interamericana de Derechos Humanos, en la línea
de la creación de un “espacio de diálogo judicial”. Por último, la Acordada 10/2006, del
18 de abril de 2016, estableció que las dependencias del Poder Judicial deben dar trato
prioritario a las partes y a los profesionales en situación de discapacidad.

Conclusión

El análisis del proceso de reformas a la Corte Suprema en la Argentina que tuvo lugar en
la Argentina desde 2003 pone de relieve la importancia de la acción organizada de la
sociedad civil como parte de los factores políticos que permiten explicar procesos de
cambio y fortalecimiento de las instituciones judiciales. En particular, muestra cómo la
coordinación de una acción social orientada al cambio institucional puede generar una
nueva estructura de incentivos, tanto para el poder político como para las instituciones
judiciales, que conduzca a la construcción de una mayor independencia y legitimidad de
una institución como la Corte Suprema. Este caso permite ilustrar cómo pueden incidir
las demandas ciudadanas en el sistema institucional y qué formas puede adoptar en
América Latina la interacción entre la sociedad y el sistema político en procesos de
fortalecimiento de los órganos judiciales. Con respecto a las condiciones que pueden
influir para que una demanda de reforma por parte de la ciudadanía se convierta en una
fuerza significativa, el caso argentino destaca la importancia de la manifestación de esa
demanda a través de acciones coordinadas y de distintos repertorios y formas de
intervención que se refuerzaron mutuamente.

Ante la necesidad de reconstruir su legitimidad y su autoridad institucional, en un


contexto de crisis de credibilidad y de una fuerte demanda de organizaciones sociales, la
Corte Suprema argentina se propuso modificar sus procedimientos y modos de
funcionamiento en áreas particularmente sensibles a actores relevantes de la sociedad
civil: rendición de cuentas y transparencia, ámbitos de competencia ampliados de manera
inconstitucional y mecanismos que amplían la participación social ante la Corte.

70
Ver “Entrevista a Carmen Argibay”, Lecciones y Ensayos, No. 89, 2011: 517-539. Entrevista
a Elena Highton de Nolasco, Lecciones y Ensayos, No. 88, 2010: 341-367.
71
Ver Victoria Ginzberg, “Un Petracchi caliente en la presentación del CELS”, Página
12, 3 de diciembre de 2003.
17

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Los estudios sobre legitimidad y apoyo difuso a las Cortes señalan que la construcción de
ese apoyo requiere de un tiempo de acumulación y evolución, a partir de un “largo y
relativamente consistente flujo de resultados institucionales satisfactorios.” 72 De acuerdo
a estos estudios, una de las claves para la subsistencia y resistencia de las instituciones
judiciales a los intentos de avasallamiento por parte de distintos poderes, reside
justamente en la posibilidad de construir legitimidad y apoyo difuso a lo largo del tiempo.
Este apoyo sostenido permitiría la estabilidad de una Corte y reforzaría a su vez el ciclo
de construcción de su legitimidad. Esto presenta un desafío para una institución como la
Corte Suprema argentina, cuya historia institucional ha estado signada por la inestabilidad
y el intento de los poderes políticos de controlar su integración.

72
GIBSON, James, CALDEIRA, Gregory y BAIRD, Vanessa: “On the legitimacy of national
high courts”, The American Political Science Review, Vol. 92, No. 2, 1998: 345.

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