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El que formare parte, actuare al servicio o colaborare con una organización armada destinada
a cometer delitos contra la seguridad común, la vida, la integridad corporal, la libertad de
locomoción o la propiedad, con la finalidad de subvertir el orden constitucional o mantener en
estado de zozobra, alarma o pánico colectivo a la población o a un sector de ella, será
sancionado con presidio de quince a veinte años, sin perjuicio de la pena que le corresponda si
se cometieren tales delitos
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Álvaro García Linera, uno de los fundadores del movimiento explica en 1999 la creación del
EGTK como la culminación de una gran oleada del movimiento indígena campesino que nace
en los años 70 a nivel cultural, radial, deportivo, sindical, político electoral. A partir de los 80 se
produciría una radicalización de los jóvenes indígenas aimaras que darán lugar a la "estructura
política clandestina" del EGTK.[3]García Linera considera que la organización no fue "ni básica
ni fundamentalmente una estructura militar y que la parte armada fue un elemento junto a
otros". Define al EGTK como una estructura política y cultural -en la que la parte armada es
sólo una pequeña parte- con actividades de participación pública en los congresos campesinos
y mineros, la elaboración de pensamiento trasladado a través de documentos y libros, una
estructura de propaganda y actividad sindical en el campo. Recorrieron las comunidades
haciendo cursillos -explica- organizando el fortalecimiento de la estructura sindical y comunal,
especialmente en la altiplano paceño, el norte potosí y las zonas campesinas en Sucre, un
trabajo que no trascendió. El objetivo era, señala Raquel Gutiérrez, organizar un levantamiento
general, una sublevación indígena de comunidades. En el grupo también llego a estar
presente Álvaro García Linera, quien se hacia llamar "Qhananchiri" (el que ilumina, en aymara),
quien era el tesorero que trataba de administrar el dinero que el grupo hurtaba. En 1997,
García Linera y el resto de los miembros del EGTK fueron liberados bajo la excusa de falta de
pruebas en su contra.[4][3]
Como acciones políticas en las que estuvo presente el EGTK reivindica la movilización de los
comunarios de Río Abajo contra el cólera, los bloqueos en los años 90 y 91 contra la reforma
educativa y la formación de los comités de autodefensa en el Chapare. Su primer atentados
contra torres de alta tensión fue el 5 de julio de 1991 en las afueras de la ciudad de La Paz, que
no saldo con heridos.[5] Realizo otro meses después en diferente zona de La Paz, Bolivia.[6]
Según una investigación de Fabiola Escárzaga el EGTK se constituyó en 1986 a partir del
encuentro en dos grupos que coincidían en la creación de una organización armada. Uno de los
grupos estaba conformado por campesinos aymaras y quechuas y otro por jóvenes mestizos
de clase media y obreros. Ambos coincidían en la premisa de sumar al proletariado,
particularmente minero, el campesinado indígena, sector mayoritario de la población boliviana
que, desde la década anterior, había mostrado una creciente capacidad organizativa y de
movilización. Se creó entonces una estrategia de división de roles.[7]
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Evo Morales, el 16 de abril de 2009, reconociendo que dio la orden para el operativo en Santa Cruz /
CAPTURA PANTALLA VENEVISIÓN / UNITEL
El entonces viceministro del Interior, Marcos Farfán presentado el caso terrorismo / CAPTURA
PANTALLA
La cobertura del diario cruceño también dio con allegados de Árpád Magyarosi.
Sobre el tercer abatido en el Hotel Las Américas, su madre Mária Tóth, recuerda
que el húngaro de 28 años debía viajar a Londres para comenzar a estudiar
música, su pasión, pero decidió visitar a su amigo Elod Tóasó en Santa Cruz,
Bolivia en febrero de 2009.
Núñez del Prado, quien falleció en abril de 2014, fue viceministro de Seguridad
Ciudadana y luego trabajó en la Defensoría del Pueblo. Su relación con Villa
Vargas se delató en 2011 con el famoso “video soborno” en el que éste entrega 30
mil dólares a “El Viejo” para “fugar” a Argentina en compañía de Edson Alí,
exfuncionario del Ministerio de Gobierno.
Las investigaciones por el caso terrorismo nunca llegaron a este hombre de
izquierda extrema, declarado guevarista, formado tácticamente en Cuba, hijo del
exsenador masista Antonio Peredo, sobrino de Inti Peredo, quien fue parte y
muerto en la guerrilla de Ñancahuazú.
Finalmente, tanto Prado como las investigaciones del periodista Carlos Valverde,
señalan a Raúl Garcia Linera, hermano del vicepresidente y exmiembro de la
célula irregular Ejército Guerrillero Tupac Katari - EGTK, como el operador que
trajo a Rózsa a Bolivia en coordinación con el régimen chavista venezolano.
Garcia negó los cargos y en su última declaración ante el juez, en abril de 2017,
dijo que con su presencia en juzgados solo se trata de “manchar políticamente” la
imagen de su hermano, el vicepresidente.
El caso terrorismo implicó a 39 acusados, hubo 12 procesados y seis personas
acudieron al procedimiento abreviado. En esta década se acumularon 221 cuerpos
procesales y la investigación derivó en el caso terrorismo II con otros 13
sindicados.
Una eventual sentencia contra el Estado Plurinacional obligaría a anular el caso,
indemnizar a los sujetos que vieron vulnerados sus derechos y una posible acción
penal interna contra los protagonistas, operadores, ejecutores y administradores
de justicia que fueron protagonistas de esta década de montaje político judicial.
VEA: ENTREVISTA A CAROLINE DWYER EN THE IRISH TIMES
VEA: COBERTURA DE EL DEBER EN HUNGRÍA (2012)
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