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sociología no se va a producir un vaciamiento inmediato de profesores,
pues algunos de ellos como Eliseo Verón, Miguel Murmis, Silvia Sigal,
etc., van a decidir continuar dentro del mundo académico, pero luego de
transcurrido un cuatrimestre no le serán renovados sus contratos. Así en
ese “vacío” se va a producir el ingreso de varios “nuevos profesores”
como Justino O‟Farrel, Gonzalo Cárdenas, etc. En el periodo también
van a surgir las denominadas cátedras nacionales, experiencia que tiene
lugar en la Facultad de Filosofía y Letras (UBA) entre 1968 y 1974, en las
que van a actuar entre Gunnar Olsson, Alcira Argumedo, Justino
O‟Farrel, Roberto Carri, etc. Podemos poner en consideración la Revista
Antropología Tercer Mundo que tuviera lugar entre 1968 y 1974, en
donde escribieran algunos personajes como Horacio González, Gonzalo
Cárdenas, Justino O‟Farrel, Alcira Argumedo, Amelia Podetti, Roberto
Carri, etc. Por último llamamos la atención que en este periodo se
incorporan a la Carrera de sociología bibliografía que no se hallaba
presente hasta el momento, así en los programas aparecen Hernánzdez
Arregui, Gunder Frank, Rodolfo Puiggrós, Arturo Jauretche, Mao Tse
Tung, Franz Fanon, Perón, etc. ii Podemos ver la incorporación de textos
que podríamos denominar del Tercer Mundo, con una mirada desde los
oprimidos, que muchas veces surgen desde las orillas de la ciencia.
En este contexto es donde se suscita la polémica Carri-Delich, la
cual “la Revista Latinoamericana de Sociología se vio obligada a recoger (esto más
allá del rechazo supone el reconocimiento de los otros interlocutores, aunque se los
descalifique)”.iii Pues, por lo que venimos reseñando hasta el momento la
RLS se halla en las antípodas esa “corriente” que se vienen gestando, a la
cual hiciéramos mención en el anterior párrafo, y como parte de esa
sociología nacional y latinoamericana, el pensamiento de Roberto Carri.
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Podemos ver ya, antes de adentrarnos en la polémica en sí, como
tenemos a dos pensadores que representan dos modelos de hacer
sociología, dos formas de posicionarse ante la realidad (convulsionada
por cierto) que los rodea. La nota viene a cristalizar ese momento que
estaba sucediendo en la Universidad de Buenos Aires.
Aquí nosotros dejamos en claro que nos hallamos en la línea de la
sociología nacional, latinoamericana y popular que expresa en la
polémica Roberto Carri. Así no criticaremos la crítica de Delich, tarea
que ya realizó Carri, sino que solamente reseñaremos la discusión, y
procuraremos arribar a algunas conclusiones acerca de los modelos en
pugna.
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recoger la pluma y refutar la crítica de la “sociología académica” a Don
Arturo. 2
2
Jauretche, gran polemista, en principio no le va a contestar a Delich. Pero cuando Delich insiste en su
crítica y sostiene que él critica a Codovilla porque es gordo e italiano, Jauretche le va a responder. Véase
Jauretche, Arturo. (2007). Polémicas I. Buenos Aires: Peña Lillo, páginas 125-126.
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Carri, va a criticar que Delich separe al libro de la biografía del
autor, de su trayectoria política. Así Delich viene a criticar el libro de
Jauretche con los parámetros de la “sociología académica”, sin poner en
duda en ningún momento su validez como ciencia. Es decir, el punto de
partida para la crítica de Delich, Carri lo juzga erróneo. Pues “Jauretche
tiene una posición política muy conocida (radical, forjista, peronista), sus conclusiones
expresan la particular opinión que sobre la independencia nacional tuvieron y tienen
en los movimientos nacionales y anticoloniales distintos sectores (…) A Delich no le
importa, solo ve que no es “científico”, y critica “científicamente” su obra”.xvi
Así, quien en ese mismo año escribiera un libro sobre Isidro
Velázquez, y con él hiciera una crítica a los que denominara “bandoleros
sociológicos”3, va a poner relevancia en que de esta forma “la actitud
siguiente es tachar de “no científicas" todas aquellas contribuciones que no aceptan el
“riguroso” método de la ciencia”.xvii Ellos establecen los parámetros, y en base
a éstos van a dictaminar quién entra dentro de los cánones de la ciencia y
quiénes no. Romper con este círculo vicioso, con los guetos sociológicos,
donde adquieren relevancia las “citas de amigos”, es posicionarse a las
orillas de la ciencia, es no tener la posibilidad de adquirir el “prestigio”, el
no salir en los suplementos dominicales, ni en otros medios tan deseados
como la televisión.
En cuanto a algunas de las críticas más puntuales que realiza
Delich, Carri va a refutarlas también por ejemplo, Carri sostiene que el
concepto de status, halla su “utilidad” en tanto su ambigüedad; en
relación a que Jauretche juzgaría a Beatriz Guido por un solo libro, pues
según Delich la autora mostraría la decadencia de la clase alta, el defensor
3
No referimos a Carri, Roberto: Isidro Velázquez. Formas prerrevolucionarias de la violencia. Editado por
Sudestada en 1968. De reciente reedición (2001) por Colihue.
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de Jauretche va a aducir que Beatriz Guido no representa eso sino el
odio y el rencor al peronismo (que Delich debe compartir), principal
causante de este desplazamiento.
El sociólogo que aquí nos permitimos llamar colonizado, acepta
acríticamente los esquemas científicos, e intenta adecuarse a ellos,
expresando así el punto de vista de los intereses coloniales. Mientras que,
quien actúa con estaño, realiza, crea “individualmente esa conciencia social, esa
práctica social; y con los pies bien afirmados en la realidad que analizan y donde
actúan, desarrollan su explicación”xviii
Carri finaliza su planteo llegando al meollo de la cuestión, a saber:
que los análisis que realiza Francisco Delich y con él toda una corriente
de la sociología (que sostenemos nosotros sigue hasta el día de hoy) son
fruto de lo que Don Arturo denominara colonización pedagógica, que
termina por internalizarse, por hacerse cuerpo en los cientistas sociales (y
demás sectores de la sociedad).
Cartuchos quemados
Brevemente reseñamos que Delich va a contestarle a Carri, y esa
será la última intervención en el debate pues el segundo no le responderá
su nueva crítica. En ésta Delich se muestra molesto por lo que él
denomina que Carri hace, “precoz terrorismo intelectual (sociólogo de medio pelo,
intelectual colonizado, deshonesto intelectual)”,xix a la vez que argumenta que es
apresurado juzgar por su nota a toda una corriente de la sociología
argentina. Y reitera, brevemente las mismas críticas que hiciera sin
aportar nuevos elementos.
Apuntes finales
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Observamos como Roberto Carri va a aprovechar la reseña que
realizara Francisco Delich al libro de Jauretche, para avanzar en crítica no
solo a su interlocutor, sino también a una amplia gama de sociólogos que
éste viene a representar en la crítica. El problema no es aquí Delich, sino
que toda una corriente de la sociología argentina.
Así como decíamos, tenemos claramente dos modelos de
sociólogos que se encuentran (aún hoy) en pugna. Dos formas de “hacer
ciencia”: una “objetiva” (¿es posible?), fría, “científica”, erudita, alejada
del “pulso” de la historia, de las rebeliones, de las luchas del pueblo, etc.;
la otra, se considera parte integrante del pueblo, con (no para) el cual
construye el conocimiento científico, involucrada en las luchas populares,
tomando posición (subjetiva), etc.
La respuesta de Carri viene a poner al descubierto la colonización
pedagógica, la cual es esencial para asegurar la dominación en tanto nuestra
condición de países semi-coloniales, donde la “batalla cultural” adquiere
suma importancia. Aquí la dominación no es clara como en el mundo
colonial que se parte en dos mundos diferentes el del colonizador y el del
colonizado, marcando las botas y las armas la barrera divisoria. Aquí la
dominación, en tanto países supuestamente en plena libertad, requiere de
toda una maquinaria cultural, para mantener la situación de opresión.
Y como no podemos ver solo una de las “caras” de la moneda,
debemos considerar el reverso, la descolonización pedagógica. Carri, aparece
aquí como representante de las cátedras nacionales, donde se leen a
Perón, Jauretche, Fanon, Scalabrini Ortíz, Mao, El “Che” Guevara, etc.
Nombres que parecieran impensados hoy en día en el ámbito académico
social. Carla Wainsztok sostiene que “la lista de autores da cuenta que la
experiencia de las cátedras incluía además de alpargatas, libros. La preocupación era
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la nacionalización mental de un sector estudiantil, revisando las categorías explicativas
de la realidad, adecuándolas al proceso histórico de nuestra patria. Es decir una teoría
social o filosofía propia y apropiada.”xx
Avanzar en la construcción de una matriz de pensamiento propia que
pueda abordar nuestros problemas, con soluciones creadas desde estas
tierras, y desde estas realidades. Avanzar asimismo contra la
burocratización de las ciencias sociales, contra la lógica de mercado imperante en
becas, subsidios, etc., contra la cuantificación del conocimiento a la que
asistimos (profundizada en los 90‟s), contra el hacer cómo que
investigamos, que leemos lo que se produce, contra el encapsulamiento de
la universidad (¿alguien que no sea parte de la academia, lee alguna de las
investigaciones, papers, etc.?), contra la cita de amigos. En fin, contra una
lógica que poco tiene que ver con la construcción de conocimiento para
modificar la realidad.
Pues de eso es de lo que trata la respuesta de Carri a Delich, de la
intención de un sector de la sociología de descolonizar a las ciencias sociales,
para poder integrarse a las luchas junto al pueblo, y luchar con éste por la
liberación de la patria grande, donde los hombres y mujeres de Nuestra
América, podamos desarrollarnos plenamente como seres humanos.
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Notas
i
Del Brutto, Bibiana Apolonia. (2000). La Revista Latinoamericana de Sociología: apogeo y caída de un
proyecto. En González, Horacio (comp). Historia crítica de la sociología argentina. Los raros, los clásicos,
los científicos, los discrepantes. Buenos Aires: Colihue.
ii
Rubinich, Lucas. (s.f.). Los sociólogos intelectuales: cuatro notas sobre la sociología en los 60. En
http://www.catedras.fsoc.uba.ar/rubinich/biblioteca/web/arub.htm
iii
Rubinich, Lucas. (s.f.). Los sociólogos intelectuales: cuatro notas sobre la sociología en los 60. En
http://www.catedras.fsoc.uba.ar/rubinich/biblioteca/web/arub.htm El subrayado es nuestro.
iv
Delich, Francisco. (1967). Notas sobre el medio pelo. Revista Latinoamericana de Sociología, vol. III,
Nº2, página 303.
v
Ibídem, pp. 302.
vi
Ibídem, pp 303.
vii
Ibídem, 304.
viii
Ibídem, 308.
ix
Ibídem, 307.
x
Ibídem, 308.
xi
Ibídem, 306.
xii
Ibídem, 305.
xiii
Ibídem, 308.
xiv
Carri, Roberto. (1968). Un sociólogo de medio pelo. Revista Latinoamericana de Sociología, vol. IV, Nº
1, página 127.
xv
Ibídem, 127.
xvi
Ibídem, 128.
xvii
Ibídem, 127.
xviii
Ibídem, 128.
xix
Delich, Francisco. Carri, Roberto. (1968). Respuesta. Revista Latinoamericana de Sociología, vol. IV, Nº
1, página 129.
xx
Wainsztok, Carla: Las Cátedras Nacionales (apuntes para una filosofía latinoamericana). En
http://bicentenariodelapatriagrande.blogspot.com/p/las-catedras-nacionales-apuntes-para.html
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