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La mitología de lo ecológico: una reflexión socio-semiológica

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Marc Barbeta Viñas


Autonomous University of Barcelona
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La mitología de lo ecológico: una reflexión
socio-semiológica
MARC BARBETA VIÑAS. Sociólogo. Universidad Autónoma de Barcelona.

E
l éxito considerable que vienen teniendo en los últimos
RESUMEN
años los denominados productos ecológicos parece estar
El presente trabajo se plantea como una breve reflexión relacionado, al menos en parte, con el proceso de reen-
socio-semiológica sobre el relato mitológico que configu- cantamiento que viven este tipo de productos, en el sen-
ran significativamente los productos ecológicos. Tomando tido que han dado a este término determinadas perspectivas so-
las Mitologías de Barthes, así como otros trabajos cerca- ciológicas.1 Una reflexión sobre tal proceso nos lleva a plantear el
nos a este como modelo, se propone el análisis de algu- carácter mítico de lo ecológico, no en el sentido peyorativo que lo
nos de los mitos que componen la identidad de lo eco- asocia a la falsedad de lo fáctico, sino entendiendo el mito como
lógico, en tanto que metamarca de consumo, en alza en habla o como discurso, y por lo tanto, como modo de significación
los últimos tiempos. Observamos que los relatos socio- que se constituye en forma de relato socio-cultural. En las líneas
culturales sobre lo ecológico parecen entroncar con al- que siguen nos proponemos reflexionar sobre la concepción de
gunos discursos hoy en alza para determinados sectores los productos ecológicos que desarrollan fundamentalmente sus
sociales, lo que supone la posibilidad, por parte de estos consumidores, prestando especial atención a los atributos y carac-
productos, y dado el soporte necesario de una correcta terísticas que, formando un universo de representaciones sociales
gestión y planteamiento comercial y de distribución, de y culturales, confieren a lo ecológico, un carácter mítico. Indudable-
acercarse a nuevos sectores de la demanda, y muy espe- mente, una reflexión sobre la mitología de los productos ecológicos
cialmente, de profundizar en las relaciones con aquellos puede proporcionarnos información relevante sobre las coorde-
que ya son efectivamente consumidores ecológicos. nadas socio-culturales y simbólicas presentes en los relatos que
PALABRAS CLAVE: mitología, consumo ecológico, meta- dotan de significaciones nuestras sociedades, más concretamente
marca, naturaleza, medio-ambiente, salud. las dominantes en determinados espacios sociales y respecto a

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objetos de consumo específicos. Pero ade-


más, efectivamente, puede facilitarnos al-
gunas de las claves que nos sitúan en una
mejor posición a la hora de establecer los
principales criterios comunicacionales y co-
merciales de este tipo de productos, muy
en particular, los pertenecientes al ámbito
alimentario.

EL MITO

Para emprender este ejercicio de análisis,


tomamos como referencia el marco meto-
dológico que nos proporciona el semiólo-
go francés Roland Barthes a partir de su
obra Mitologías (1957), sin olvidar algunos
trabajos más o menos cercanos y/o crí-
ticos con el primero, que nos han servido
como modelo e inspiración (Ibáñez, 1994; EL MITO EN EL CONSUMO: construcción de imágenes de marca (Blok
Alonso, 2005a).2 Para Barthes el mito se LA METAMARCA de Behar, 1973:53). Por lo que el papel
corresponde con un sistema de comunica- central de las marcas en la publicidad, así
ción, un mensaje que nos remite a formas Como lo han demostrado distintos traba- como la importancia que tienen para los
de enunciación que buscan establecer jos, la mitología no sólo es un fenómeno mismos consumidores, tanto desde una
significaciones acerca de los objetos del propio de las llamadas sociedades ‘primi- perspectiva motivacional como significati-
mundo. En realidad, cualquier objeto, idea tivas’ o preindustriales, sino que también va, ha contribuido a configurar las marcas
o expresión puede devenir un mito, sólo las sociedades contemporáneas, ya sea como los mitos fundamentales del con-
depende del uso social y cultural que de en su forma moderna o postmoderna, sumo en las sociedades actuales (Caro,
su relato o narración se haga. Los objetos construyen y reproducen mitologías sobre 2008). Distintos trabajos como los de Ibá-
alcanzan el estatuto de míticos cuando las sí mismas y sus distintas esferas (Eco, ñez (1994), Remaury (2005), Holt (2004)
condiciones de su percepción y los esque- 1965). Como es sabido, la esfera del con- o el mismo Barthes (1964; 1957) han
mas de acción que determinan su uso de- sumo –entendido en un sentido amplio, analizado el consumo y concretamente las
penden de los códigos, las normas y las re- no solamente como compra-, tal vez por marcas, enfatizando en los relatos míticos
glas social e históricamente conformadas, su desarrollo y por la impronta de la publi- que estas nos proporcionan, y que los con-
que establecen sus relaciones de significa- cidad, es una de las más ricas en produc- sumidores reproducimos de unas u otras
ción concreta, dentro de universos simbó- ción mitológica.3 La cultura del consumo formas, y con mayor o menor número de
licos también concretos. Estos códigos y y los discursos que articula a través de variaciones en el habla sobre el mito.
normas, como señala Alonso (2005a:87), símbolos, signos, imágenes, muchas ve- La evolución histórica sufrida por las
se forjan más bien en el sistema precons- ces integrados en relatos sobre el consu- marcas ha transcurrido, primero, por la
ciente ideológico y cultural de los sujetos, a mo, son un excelente ejemplo de ello. Los articulación de los atributos del producto
través de quienes se reproducen las distin- mitos implícitos en los signos y símbolos base como elementos fundamentales; en
tas mitologías. El objeto mítico es aquel so- del consumo conforman, por sus capaci- un segundo momento, por la diferencia-
bre el cual se habla, sobre el cual se dicen dades connotativas, un sistema global de ción respecto a otras marcas de un mismo
cosas y se profiere un discurso. En el mito, significación: a nivel formal, cada elemen- segmento o genero con atributos distintos,
no se trata de hacer ‘actuar’ a las cosas, to remite y se sostiene significativamente conformando así el propio sistema de mar-
sino de ponerles nombres, de bautizarlas en relación a los demás. cas; hasta el desarrollo de códigos comu-
con significaciones que las hacen ser como En el consumo contemporáneo las mar- nes entre marcas, con el que se llega a las
son, naturalizarlas. Los mitos, además, jun- cas comerciales han adquirido, cada vez llamadas metamarcas (Barbeta, 2011). En-
tamente a otros fenómenos como el arte, con mayor fuerza, un papel prioritario y tendidas como constelaciones de marcas
los rituales e incluso los sueños, a menu- primordial en el consumo, dejando incluso o imágenes de marca, se han desenvuelto
do constituyen la expresión simbolizada en un lugar relativamente secundario el en formas significantes que establecen las
de experiencias subjetivas y afectivas, de producto en sí mismo. De aquí que desde condiciones para la configuración de toda
deseos muchas veces inasequibles para la hace ya un cierto tiempo se ha venido de- una estructura narrativa mítica. Este es el
consciencia (Lorenzer, 1986). finiendo el objetivo de la publicidad por la caso, por ejemplo, de las marcas/produc-

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to que se sitúan en las coordenadas de lo


‘light’, lo ‘joven’, lo ‘moderno’ o ‘lo natural’.
El interés particular por este carácter mí-
tico de las metamarcas viene dado por la
caracterización de lo ‘ecológico’ como una
metamarca en alza comercialmente, capaz
de articular distintos relatos míticos a pro-
pósito de sus valores y atributos principa-
les. Con el fin de desentrañar esta imagen
o identidad mítica que tiene la metamarca
de lo ecológico, se analizan a continuación
algunos de los aspectos principales sobre
los que se configuran las representaciones
socio-culturales de este tipo de productos,
que fundamentan los relatos míticos sobre
los mismos. Para el análisis se han utiliza-
do como referencia, los discursos de con-
sumidores ecológicos producidos a través
de las prácticas cualitativas habituales en
la investigación social (como el grupo de enfrenta a lo cultural, al menos en la acep- la salud del medio natural y a la de los pro-
discusión y la entrevista abierta), llevadas ción en que la noción de cultura se acerca pios individuos, sino que por su valor signo,
a cabo en un contexto de investigación a la de civilización, eso es, como dominio atribuyen una identidad moral a quienes
más amplio. También hemos utilizado, se- de las fuerzas de la naturaleza.4 Los pro- los consumen. Estos esperan y adquieren
cundariamente, algunos soportes publici- cesos de industrialización de la producción de los demás, en tanto que consumidores
tarios, analizados de modo no sistemático. alimentaria, en cambio, implican por oposi- ecológicos, un reconocimiento social de
ción un relato sobre lo inmoral, el ‘mal ha- ciudadanos responsables, que preocu-
cer’ sobre el medio, que se realiza a través pados por algunos asuntos que muy bien
MITOLOGÍAS DE LOS PRODUCTOS de aquello externo al mismo, que se añade podrían definirse como públicos, al mismo
ECOLÓGICOS y que trastoca, negativamente, el carácter tiempo encuentran, paradójicamente, una
míticamente integrado y equilibrado de la satisfacción más bien privada y algo narci-
Los productos ecológicos mantienen una naturaleza en sí misma. sista en esta relación de aprobación ajena,
identidad, como decimos, mítica como En el consumo, lo ecológico –como de- derivada de esta práctica de consumo.
productos morales. Representan lo bueno cía Lévi-Strauss- es ‘bueno para pensar’ lo
entendido como hacer el bien, lo correcto. sano, en tanto que correcto para el cuerpo.
Concentrando su imagen básicamente Aquí la mitología de la estabilidad y el equili- EL COMPONENTE MORAL
en productos alimentarios: verdura y hor- brio hipocrático como característica propia DE LO ECOLÓGICO
talizas, frutas, cereales, carnes, huevos, de lo sano se desplaza hacia el cuerpo y la
leche, pescado, etc., este ‘buen hacer’ mente de los individuos (‘alimentos ecoló- El componente moral de lo ecológico se
se extiende desde sus orígenes en la pro- gicos, buenos para la naturaleza, buenos expresa entre lo manifiesto y lo latente en
ducción hasta su destino en el consumo para ti’).5 Los beneficios de lo ecológico se buena parte de su discurso, especialmente
efectivo de los consumidores. Tanto en el hacen notar, según los consumidores, en en lo que se refiere a la estrecha relación
primer como en el segundo caso, el buen lo orgánico (cuerpo), en lo psíquico, y en la con el mito de lo natural, del que ya hemos
hacer de lo ecológico se apoya en una relación entre estas dos dimensiones: aquí dicho que lo ecológico guarda una estrechí-
relación entre estos productos y la natu- se reproduce muy transparentemente la fa- sima vinculación. Entre los consumidores,
raleza, lo que probablemente, los acerca mosa cita proveniente del latín ‘mens sana el relato mayoritario sobre lo ecológico se
a uno de sus mitos fundamentales. En in corpore sano’. relaciona con la esencia de su carácter
la producción, lo ecológico es símbolo de Lo ecológico se desarrolla en paralelo a natural, acercándolo así a lo puro y lo des-
respeto, de preocupación, de cuidado del una promesa de salud para quien lo con- contaminado, en clara y directa oposición
medio-ambiente natural, y en particular de sume, que tiende a identificarse, al menos al carácter artificial de los productos cons-
la tierra o el planeta, concebidos en oca- en algunos casos, con una omnipoten- truidos o fabricados por el ser humano. La
siones como un todo estable y ajeno al ser te invulnerabilidad que se expresa en la manipulación humana suele alejar cual-
humano y sus actividades. En este sentido, creencia y expectativa de ausencia de toda quier producto de su carácter genuinamen-
lo ecológico se constituye en un relato don- enfermedad. Pero la moralidad de estos te ecológico, para pasar a ser un producto
de lo natural se opone y prácticamente se productos no sólo se sostiene y orienta a convencional, que ha estado sujeto a inter-

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venciones e impactos extra-naturales. Se que es capaz de mantener controlados y


establece así, lo que llamamos ‘ética de la alejados a los peligros y los riesgos7 que
no intervención’, de la cual se sirve lo ecoló- entrañan los productos convencionales, y
gico para significarse. Esta representación porque –como veremos- es capaz de man-
se produce más enfáticamente cuando la tener la creencia en la plena naturalidad de
intervención sobre el producto es anónima, los productos, con todas sus implicaciones
abstracta, y/o se hace mediante el uso de a distintos niveles.
tecnologías (maquinaria, cadenas de pro-
ducción, uso de productos químicos), que
tienden a despurificar a los productos (ali- LOS ATRIBUTOS DE ORIGEN
mentarios), alejándolos de las condiciones
que los convierte en productos de verdad: Atendiendo a los ‘atributos de origen’ de
aquellos que sin mediaciones, nos ofrece los productos ecológicos, aquellos por los
directamente la naturaleza, encarnándose que fundamentalmente se configura el
como símbolo nutricio maternal.6 relato de lo ecológico, es necesario con-
Se dice que la naturaleza, la tierra, es siderar el eje espacio-temporal que actúa
quien nos alimenta y la que en definitiva como base socio-cultural del mismo. Más
nos proporciona las condiciones para la allá de lo que establecen las normas le-
vida. Es por esto que el producto ecológi- galmente institucionalizadas sobre las
co se define como un producto de verdad, condiciones del producto ecológico, para
pues es lo que sale de la vida natural para un sector de consumidores las condicio-
proporcionar una vida (sana) a los huma- nes de producción de lo ecológico deben
nos (‘se mete la salud de su vida’): esta cumplir, al menos, con dos criterios fun-
es de las pocas relaciones de continuidad simbólico de las copias (baratas) respecto damentales que se resignifican como
aceptadas en la narración entre humani- de los productos originales-naturales, que atributos básicos de los productos, desde
dad y naturaleza. El mito de la verdad, como lo ecológico consigue encarnar probable- donde se fundamenta buena parte de la
decimos, se apoya en la no intervención, mente como ningún otro tipo de productos. mitología de lo ecológico.
no manipulación y no añadidura de nin- La artificialidad de las verduras convencio- En primer lugar, nos encontramos con
gún tipo en los productos, sean animales nales, por ejemplo, se encuentra ligada al el relato de la proximidad. Se trata de una
o vegetales, tal cual los ofrece la (madre) mito de la imitación de las verduras ecoló- condición que garantiza la moralidad de
naturaleza. Esta se idealiza en la medida gicas, las de verdad. Lo que se verifica –en los mismos, y supone el máximo acorta-
que tiende a concentrar todo lo bueno (ca- el nivel de lo dicho, es decir, porque sí- en miento posible de la distancia geográfi-
racterísticas, implicaciones del consumo) y la pérdida de características organolépti- ca entre lugar de producción y lugar de
a eludir todo lo malo, tanto por el cuerpo cas propia de estos productos, que como consumo. Este distanciamiento mínimo
humano como por sí misma, reproducien- se suele decir, saben a plástico. Un mate- funciona en el relato, por una parte, como
do en cierta manera, el mito de la autorre- rial que, sabemos por Barthes (1957:177), antídoto contra la contaminación ambien-
gulación natural. La naturaleza se expone, pone en juego el mito de la imitación. tal, dada la simplificación y reducción de
de esta forma, como la medida de todas Podríamos decir que lo artificial incluso los procesos de transporte y distribución.
las cosas en el presente relato. Así lo eco- llega a adquirir el estatuto de simulacro, Por otra, permite minimizar el impacto de
lógico toma distancia de todo aquello no en el sentido de imitación–por ejemplo la mano humana no solo sobre el medio,
esencial, construido artificialmente, que es los productos transgénicos-, que inaugura sino también sobre los productos. Ya he-
concebido si no como mentira o falsedad, un nuevo espacio profundamente temido mos visto que para que lo natural se pre-
como no auténtico, en tanto que alejado de y desvalorizado de realidad. Esto es, un serve como tal debe evitar los procesos
la naturaleza. Lo ecológico, en su máxima espacio del que –en general- parecen co- de manipulación de los productos en un
coherencia, consigue afirmarse como lo nocerse muy pocas cosas, pero no por ello sentido amplio, de aquí que la proximidad
que naturalmente se supone que es: ‘puro se presenta ante los consumidores como se relaciona con el evitar la multiplicación
producto’, eso es, producto natural y nada menos temido: enfermedades, manipula- de intermediarios, la complejización de
más (‘saber que te estás comiendo un que- ción e intervención mediada por intereses los procesos de conservación -que según
so y es solo eso, y nada más’). económicos, y total y absoluta lejanía de se entiende artificializa los productos por
La mitología de lo artificial pone en el la pureza inofensiva de lo natural, se acer- vía del enfriamiento, la congelación, la
primer plano del relato las características can –no sin contradicciones- a la denomi- añadidura de componentes conservan-
químicas de los productos, o incluso la ma- nada ‘retórica del miedo’ (Díaz Méndez y tes, etc.-, y en definitiva, toda imagen que
nipulación genética de los mismos, situan- Herrera, 2005). Si lo ecológico es valorado sitúe el producto ecológico en un contexto
do lo convencional-artificial en el espacio por los consumidores es, justamente, por- significativo industrial y masificado.

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Lo que se valora en el discurso de lo acepta el producto ecológico, pero sí la entre naturaleza y seres humanos. Una vez
ecológico no es tanto que los productos se más coherente con el mismo y la más valo- más, naturaleza y cultura se dividen con la
mantengan en el tiempo, en condiciones rada. Sin duda, esto supone, un vector de reivindicación de que el producto auténti-
aptas para ser comestibles, sino que, más desarrollo por todo el entramado comercial camente natural es el que toma vida en un
bien, se exige y se valora el carácter verda- de los productos ecológicos. Llevada hasta espacio-tiempo asignado por la naturaleza.
deramente perecedero de los mismos. Una el extremo, esta narración sobre la proximi- Esto, según se dice, facilita el crecimiento
duración demasiado larga en el tiempo, dad nos sitúa ante el mito del autoabaste- de los cultivos, evita la necesidad de la
puede valorarse como exagerada, excesi- cimiento, que nos remite a una imagen de utilización de productos químicos que con-
va, lo que puede desnaturalizar al producto comunidades más o menos cerradas que trarresten las adversidades climatológicas
y quitarle valor. Lo ecológico, se define y se sobreviven solamente con el consumo de propias del cultivo de fuera de temporada,
valora porque dura lo que la naturaleza ‘es- los productos propios y, en los relatos más disminuye el gasto en agua en algunos cul-
tablece’ que tiene que durar. extremos, supuestamente originarios. La tivos, etc.
A su vez, en términos positivos, se aso- articulación política de este discurso nos Cuando la producción, y de rebote el
cia a una paradójica dimensión cultural acerca a algunas de las dimensiones clave consumo en base a las razones que lo
–dado el anterior contexto de desarrollo- que definen la llamada ‘autonomía alimen- orientan, pasan por alto o no valoran este
donde aquí sí, lo natural de la proximidad taria’,8 marco de regulación fundamental criterio o atributo, lo ecológico pierde bue-
se asocia al valor local de los productos, para la generalización de los productos na parte de su valor, en la medida que su
o a lo también llamado Km 0 (que inspira ecológicos que tienen en la proximidad uno relación directa con la naturaleza se per-
movimientos como el ‘slow food’). Ade- de sus atributos principales. cibe como menor. Se desmoraliza así el
más de ser un valor positivo para el me- En segundo lugar, otro de los atributos producto, dado que cualquier cultivo que
dio natural en términos semejantes a la con el que se construye la mitología de lo no considere este eje espacio-temporal su-
proximidad, pues el consumo local pare- ecológico es el criterio de la temporalidad. pone un ‘esfuerzo excesivo’ para la natura-
ce asociarse a la mínima artificialización El relato se establece atribuyendo a los pro- leza, con consecuencias negativas para el
del producto, propia de lo ecológico, por ductos ecológicos, en este caso fundamen- medio-ambiente en general, pero también
la mínima utilización de envases, empa- talmente frutas y verduras, un tiempo que para los propios productos. Se evocan así,
quetamientos, embalajes, que tanto re- les es propio, y que todo acto de produc- los sistemas invernáculos, los sistemas de
cuerdan a los indiferenciados productos ción/consumo verdaderamente ecológico conservación más utilizados para el comer-
convencionales de los supermercados, lo debe tener en cuenta y respetar. Salta a la cio (congelación, etc.) que no hacen más
es también para el territorio, en tanto que vista aquí la profunda relación del tiempo que degradar la identidad genuinamente
comunidad humana. con el espacio, dado que la temporalidad natural de los productos.
Lo ecológico apela, así, a las culturas sin un referente espacial o geográfico, pier- La temporalidad forma parte del mito del
tradicionales, al saber hacer propio de una de toda significación que asigne a un pro- tiempo cíclico, por el que se concibe el de-
zona y al valor que tienen los productos ducto un tiempo determinado y específico. sarrollo del tiempo a partir de los ciclos de
míticamente propios de un territorio. Lo La temporalidad de los productos se eri- la naturaleza (estaciones del año, etc.). De
ecológico se acerca así a la indicación de ge como símbolo mediador del equilibrio esta forma, el atributo de la temporalidad
la denominación de origen. Se construye,
de esta forma, una triple identidad, dado
que no solamente los productos ecológicos
pasan a definirse como locales, con sus
características específicas y particulares,
sino que los consumidores y los mismos
productores se afirman como partícipes y
transmisores de las tradiciones, valores y
sociabilidades que entrañan estas mismas
culturas.
Este proceso, en ocasiones se desarrolla
con la ‘personalización’ de los productos,
cuando la comercialización y distribución
la lleva a cabo directamente el productor.
Según se dice, los consumidores ponen
‘caras’ a los productos, no solamente la
cara del territorio, sino incluso la ‘cara’ per-
sonal, justamente por esta relación ‘cara a
cara’ en la compra-venta; no la única que

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tiende a relacionarse con lo estéticamente


imperfecto, con trazas de suciedad (tierra,
pequeños insectos, etc.) que garantizan la
distancia de estos productos de cualquier
intervención industrializada, por más higié-
nica que se pretenda.
Por otra parte, las capacidades nutritivas
y vitamínicas se sitúan en un plano semán-
tico distinto a lo convencional, por el que ya
no se trata de la superioridad de lo ecoló-
gico, sino de su exclusividad en lo que he-
mos avanzado como el pensar lo sano. Lo
ecológico encarna, en esta dimensión, los
valores orales, en el sentido psicoanalítico
del término: se configura significativamen-
te en un relato que tiende a desconflictivi-
zar las relaciones con la alimentación de
los consumidores, a producir confianza,
en lo ecológico representa la circunscrip- imagen a lo ecológico que tiende a su idea- tranquilidad y seguridad, y a fomentar la
ción de los consumidores (y la producción) lización por la vía de la semantización de salud personal, tanto por la vía de la pre-
a los ritmos que marca la naturaleza, es- sus valores de uso, al quedar asociado con vención como de la curación, a través de
pecialmente en cuanto a las prácticas de un conjunto de capacidades superiores la oportunidad de ‘asimilar’ los nutrientes,
consumo alimentario. Y de esta forma, la a los productos convencionales. Por una antioxidantes, vitaminas, que estos pro-
temporalidad supone la recuperación sim- parte, lo ecológico conserva de forma al- porcionan.10 Así, la imagen de lo ecológico
bólica de una cierta comunión entre el ser tamente destacada todas las capacidades contribuye a fomentar el mito del alimento-
humano y la naturaleza, que obviamente organolépticas de los productos. Se dice, medicina, que nuevamente reproduce la
se percibe como truncada en los últimos haciendo uso de la figura discursiva del imagen maternal, nutricia y también algo
tiempos, por el desarrollo y comercializa- ‘más que…’, que nos remite a la cuantifica- oralizada de fusión con la naturaleza a tra-
ción a nivel global. Comunión que va apare- ción de la cualidad propia de los mitos (Bar- vés de este tipo de productos (‘própoli, un
jada al relato de la valoración de los ‘frutos’ thes, 1957: 250, 251), que lo ecológico tie- antibiótico natural’).11 Hipócrates una vez
más adecuados que la savia naturaleza ne más (buen) sabor que lo convencional, más: ‘que el alimento sea tu medicina…’.12
nos ofrece para cada período de tiempo. los sabores y las sensaciones que produce
Lo que supone también, extender el rela- son más destacadas, y están más presen-
to hasta los beneficios para la salud de las tes, precisamente por enmarcarse en las MITOS CULINARIOS Y ALIMENTARIOS
personas. Se dice que el cuerpo modifica líneas significativas desarrolladas hasta
sus necesidades así como sus gustos en aquí: su naturalidad, proximidad, frescu- Finalmente, el relato mitológico de lo eco-
función del momento del ciclo natural en ra, temporalidad, etc. Lo mismo pasa con lógico, al menos por algunos sectores so-
que se encuentre. Naturalizando la me- los olores, pues testimonian su pureza y ciales, se configura como parte esencial de
diación cultural de lo culinario, por el frío autenticidad. También se conciben como determinados mitos culinarios y alimenta-
apetecen caldos y hortalizas con importan- productos más frescos que los conven- rios. La narración aquí vuelve a articularse
te capacidad calórica, y por el calor, todo cionales, asociados a tiempos impropios a través de la forma tautológica de fondo
aquello que se come frío y hace pasar la de la naturaleza, y más aún si su lugar de del ‘es así porque es así’, que oculta la pro-
sed (‘el cuerpo te pide las cosas de cada procedencia se encuentra a kilómetros de funda base cultural y de clase de la misma.
momento’). Además, el producto del tiem- distancia. Además, estas características Lo ecológico es condición necesaria aun-
po se asocia a la perfección con la imagen entrañan para los consumidores un valor que a veces no suficiente para la práctica
de producto fresco,9 especialmente por su regresivo aunque positivo en cuanto a su de una alimentación saludable. Y lo salu-
valor natural y nutritivo. De esta manera, valoración, cuando evocan aquello de los dable en la alimentación, para los consu-
lo ecológico con su identidad puesta en el sabores de antes, o los sabores propios del midores ecológicos, mantiene la estructu-
producto de temporada, garantiza –como mundo rural. ra de las comidas propia de la modernidad
decíamos- no sólo el equilibrio entre natu- La presencia de los productos, que se (Fischler, 1990).13 Eso es, lo ecológico
raleza y ser humano, sino el equilibrio del juzga como menos estética, menos puli- contextualiza las comidas cualitativas, defi-
mismo cuerpo humano. da, sin ser una característica que guste en nidas por la falta –en ocasiones menospre-
Articuladamente, los atributos de la tem- todos los casos, tiende a quedar trivializa- cio- de alimentos en cantidad, la reivindi-
poralidad y la proximidad confieren una da, dado que lo auténticamente natural cación de la sencillez, el valor transparente

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de las normas alimentarias, el valor de la Aunque sin duda, el consumo ecológico,


comida casera, y la calidad definida como tal y como se desarrolla actualmente, resul-
bueno para el cuerpo y la salud, como valor ta un fenómeno limitado en cuanto a sus
fundamental. posibilidades de extensión a determinados
Se evoca en ocasiones la ‘japonización de sectores sociales, también es cierto que
la alimentación’, como modelo de referen- los procesos de comercialización y distribu-
cia para algunos sectores sociales. Curio- ción de este tipo de productos, planteados
samente, esto entraña un cierto eclecticis- y planificados considerando una cierta co-
mo en la identidad ecológica, dado que el herencia con los mitos y los valores simbó-
contexto significativo general remite, como licos vistos anteriormente, vinculados a la
hemos visto, al pasado, a la tradición, a lo imagen ecológica de los productos, pueden
de antes, a un imaginario casi preindustrial, contribuir a ensanchar en alguna medida
relacionándose en cambio en esta ocasión, los límites de este segmento, y aun más, a la
con algunas características propias de los profundización de la fidelidad de los consu-
procesos de la modernización alimentaria. midores de estos productos. Proceso, este
En este caso, lo ecológico se relaciona con último, sobre el cual hipotetizamos que el
estilos alimentarios muy particularistas que, consumo ecológico tiene aún recorrido por
regidos por estrictos códigos y normas de hacer. En este sentido, los procesos de dis-
selección y combinación de alimentos, re- tribución en corto que favorezcan la adquisi-
doblan su función significativa: lo asocian ción de información transparente por parte
a los valores y prescripciones dietéticas de los consumidores sobre los productos,
saludables, insistiendo en la orientación de las condiciones de producción y comercio,
la dieta en base a los principios de la salud de conocimiento personalizado de los pro-
personal, al tiempo que confieren una iden- ductores, modelos de especialización sobre
tidad particular y diferencial a sus consumi- los productos, y formatos minoristas –o mí-
dores.14 En estos casos, las comidas se va- nimamente masificados- de venta, pueden
loran por su ligereza: que no engorden, que man el mito de lo ecológico. Los productos suponer elementos de refuerzo y desarrollo
sean digestivas (‘sensaciones de limpieza ecológicos ponen en juego un conjunto de de los procesos de comercialización de lo
y fluidez en el cuerpo’); por su ordenación: significaciones que confluyen con algunos ecológico.
cada comida tiene sus alimentos más ade- de los tópicos fundamentales de los discur- Finalmente, y sin contradecir lo anterior,
cuados, y existen combinaciones de ellos sos sociales actuales, especialmente en el tan sólo insistir en el carácter ideológico de
también adecuadas (‘calcular mucho la ámbito del consumo. En materia alimenta- los mitos, en la medida que éstos, como he-
proteína, calcular las comidas’); por su valor ria, por ejemplo, lo ecológico consigue sin- mos visto, se configuran como estructuras
signo: los alimentos tienen ‘cara’, en tanto tetizar de forma más o menos coherente de significación que tienden a presentar
que valor cultural específico, y remiten a distintas líneas de significación, como pue- como ‘naturales’ cuestiones que son de ín-
determinadas tradiciones socio-culturales. den ser la bondad del carácter natural de dole propiamente social. Y lo ecológico, en
Su antítesis se encuentra, obviamente, los productos, asociado al valor intrínseco sus relaciones de consumo, se afirma como
en la ‘comida basura’ de las cadenas de de lo natural, el carácter beneficioso para otra de las mitologías contemporáneas.
comida rápida. En esta dimensión lo eco- el medio ambiente tanto de la producción
lógico se apoya en valores anales, pues la como del consumo ecológicos, el valor de Notas:
organización y comportamientos ante la ali- determinadas tradiciones y culturas loca-
mentación ecológica suele vincularse a un les, muy concretamente asociadas a las 1
El valor de cambio asociado al ‘en-
ascetismo alimentario, acompañado de una relaciones culinarias, a los productos ‘origi- canto’, eso es, a la fascinación, la emo-
marcada propensión al orden y organización nales’, así como a su vez, un cierto rechazo ción que sugieren objetos y marcas de
de las comidas, distribución de alimentos de todo aquello que posee o se aproxima consumo en la actualidad ha sido puesta
en las mismas, que tan sólo puede mante- a una imagen industrializada, masificada e de manifiesto por Ritzer (2000) y seguido
nerse con unas actitudes fuertemente per- indiferenciada. Líneas discursivas que pue- por diversos autores.
severantes.15 den, efectivamente, encontrar en el nuevo 2
Otros trabajos críticos sobre la obra de
modelo de consumidor –preocupado por la Barthes y particularmente interesantes por
calidad, la seguridad, la información y el co- el presente trabajo son: Alonso y Fernán-
CONSIDERACIONES FINALES nocimiento de los productos de consumo dez Rodríguez (2006a; 2006b)
y su uso, etc.-16 un espacio para su ancla- 3
Diferentes autores, más o menos de-
Hasta aquí hemos visto algunas de las je y desarrollo, promoviendo así procesos dicados a los estudios sobre consumo,
representaciones mitológicas que confor- orientados al consumo ecológico. han enfatizado en la relación entre el

Distribución y Consumo 42 2014 - Vol. 1


La mitología de lo ecológico: una reflexión socio-semiológica

consumo, la publicidad y la mitología. A 8


Sobre las relaciones agricultura eco- 14
Pueden verse las dificultades de las
este respecto, puede verse, desde una lógica, desarrollo y consumo, pueden clases populares en este tipo de orien-
perspectiva general: Victoroff (1970), verse los monográficos Benet de (2011) taciones en las prácticas alimentarias
Maffesoli (1989), Baudrillard (1970). y Morales Pérez (2011). en la investigación de Martín Criado y
4
Esta es una de las acepciones que utili- 9
Un análisis mitológico sobre los pro- Moreno Pestaña (2005).
za Sigmund Freud para referirse a la cultu- ductos frescos puede verse en Alonso 15
La referencia a las fases de la evo-
ra, en su obra El malestar en la cultura. De (2005b:274 y ss.). lución libidinal y agresiva, y su relación
hecho, puede verse en las distintas traduc- 10
Para un análisis psico-sociológico con la personalidad, puede encontrarse
ciones del alemán como en ocasiones se más detallado de esta cuestión, puede en múltiples obras de carácter psicoa-
utiliza cultura y en otras civilización. verse Barbeta (2013). nalítico, empezando, claro está, por las
5
Campaña publicitaria del Ministerio 11
Publicidad de la revista de la cadena de Freud. Aquí tan sólo citaremos, como
de agricultura, alimentación y medio am- de supermercados Veritas, 2012. obra de referencia, el diccionario de
biente, 2013. 12
Sobre la medicalización de la ali- Laplanche y Pontalis (1967), donde se
6
La naturaleza, la tierra, ha sido signi- mentación, puede verse, por ejemplo, pueden rastrear los diferentes concep-
ficada como símbolo maternal, por ejem- Gracia Arnaiz (2007). tos relacionados con esta cuestión, así
plo, en trabajos psicoanalíticos ya clásicos 13
Sobre la alimentación contemporá- como algunas de las referencias más
como los de Klein y Riviere (1957). nea también puede verse Poulain (2002), clásicas.
7
Como referencias sobre los riesgos y y como referencia cercana, puede verse 16
Sobre este relativamente nuevo mo-
los peligros existen los trabajos de Dou- Díaz-Méndez (2008), Díaz Méndez y Go- delo de consumidor, puede verse Roche-
glas (1973; 1985). mez Benito (2005), entre otros trabajos. fort (1997) y Alonso (2005b).

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