Está en la página 1de 10

Identidad religiosa y derechos humanos: una propuesta humanizante en escenarios

educativos interculturales

María Ceneida Alfonso Fernández*


Martha Nancy Vinasco Ortiz**
Resumen
Esta ponencia hace parte de la búsqueda documental de la investigación en curso sobre
Educación religiosa y Educación para la paz, proyecto adscrito al ODREC (Observatorio de
la Diversidad Religiosa y de las Culturas en América Latina y el Caribe), de un lado, y por
otro, de los aportes sobre la propuesta pedagógica de los colectivos de estudiantes de V
semestre de la Licenciatura en Educación Religiosa de La Universidad Católica de Pereira,
Colombia; con esa mirada documental y experiencial, se puede decir que cuando algunos
sectores educativos se preguntan por el sentido de la vida y por lo que fecunda paz y
armonía en tales escenarios, posiblemente acuden a las respuestas científicas y técnicas, a
las múltiples propuestas emanadas por la globalización, también a los medios digitales e
incluso al devenir de la cuarta revolución industrial. Indudablemente la emancipación por
lo efímero y la carga de desencantos, ha llevado al hombre de hoy a volver la mirada a la
experiencia religiosa y a la sensibilidad de reclamarle al mundo, que los derechos humanos
como un bien común, no deben quedarse solo como elementos constitutivos de una
comunidad, sino que por el contrario, es hora de exaltar la dignidad humana, máxime en los
escenarios mencionados donde se evidencian rasgos de diversidad religiosa y diversidad
cultural; para esta ocasión, no se trata solo de conceptualizar los términos sino que es
urgente ponerlos en diálogo para lograr escenarios educativos de paz.

No obstante, para responder por el sentido trascendente del ser humano es urgente la
presencia de lo sagrado en medio de los ámbitos escolares.

Palabras claves: identidad religiosa, derechos humanos, escuela, interculturalidad.

*Magíster en Pedagogía y Desarrollo Humano. Docente Universidad Católica de Pereira, Colombia


ceneida.alfonso@ucp.edu.co
**Master en Educación y Formación. Docente catedrática Departamento de Humanidades
Universidad Católica de Pereira, Colombia martha.vinasco@ucp.edu.co
Introducción

“Cuando la verdad se otorga a sí misma , eso significa salir de las alienaciones y con ello
salir de lo que separa; es el resplandecer de la norma común, que no hace violencia a
ninguna cultura, sino que conduce a cada una a su genuino centro, porque cada una es en
último término expectación de la verdad. Esto no significa uniformidad, sino todo lo
contrario: cuando eso acontece, entonces la oposición puede convertirse en
complementariedad, porque todas las culturas, ordenadas por la norma central, pueden
desplegar en ese caso su propia fecundidad”

(Ratzinger)

Partir de las generalidades humanas para intentar comprender el accionar del hombre de
hoy en medio de los afanes que la sociedad le presenta, le genera y le incita, es intentar
acercarse también a las realidades históricas que él mismo ha construido y por las que de
múltiples formas ha divagado en busca de encontrarle sentido a su propia existencia,
incluso por el desarraigo que ha imperado en diversas cultura es necesario que los seres
humanos se apropien de la realidad en que se encuentra inmerso, donde lo material y
descomunal crea en su ser un sin número de necesidades equivocadas por las que no vale
siquiera la pena salir a su encuentro.

Las grandes urbes, incluso las poblaciones menos favorecidas se encuentran frente a
una realidad histórica donde les es necesario compartir los escenarios educativos, sociales,
culturales y en menos cantidad, algunos espacios de trabajo, con diversas generaciones
provenientes de zonas lejanas o distantes , bien sea por desplazamiento forzado, violencia,
o sencillamente porque se hallan explorando nuevas oportunidades, incluso nuevas
experiencias de vida; por lo que fuere, las sociedades hoy se encuentran frente al reto de
adquirir nuevos lenguajes para el reconocimiento del otro, donde se promueva la sana
convivencia en el marco de la dignidad y el aprendizaje entre culturas teniendo en cuenta,
que la vida humana necesita iluminar su camino para auto construirse y fomentar sus
proyectos de felicidad.

*Magíster en Pedagogía y Desarrollo Humano. Docente Universidad Católica de Pereira, Colombia


ceneida.alfonso@ucp.edu.co
**Master en Educación y Formación. Docente catedrática Departamento de Humanidades
Universidad Católica de Pereira, Colombia martha.vinasco@ucp.edu.co
No puede negarse tampoco que son múltiples las condiciones de calidad de vida que
pueden satisfacer o no a los seres humanos, en tanto que ellos necesitan hoy encontrarle
sentido a su existencia y a su historia, más cuando en los escenarios educativos se han
proliferado de forma exacerbada las diversas formas culturales, religiosas, digitales, de
género, entre otras.

La realidad vista desde la comprensión de lo que acontece en el aula, al maestro de


hoy, que es expresamente el encargado de apoyar a los estudiantes en las reflexiones que
atañen a la dimensión por lo sagrado, le corresponde generar escenarios, de un lado, como
mediador por la diversidad religiosa que hoy se encuentra en el aula y por el otro, como
apoyo por la vaga comprensión de lo significa buscar la verdad y el sentido de la vida más
allá de lo propuesto por la sociedad de consumo cargada de ideologías, además de las
propuestas simpatizantes provenientes de las ciencias y las tecnologías para los jóvenes de
hoy, propuestas con insumos baldíos que difícilmente fortalecen en ellos un desarrollo
altruista, ya lo planteaba Hurtado (2013), “la formación será integral si desarrolla de
manera equilibrada la facultad de la razón para pensar, sentir y hacer espiritual y terrenal,
haciendo que se complementen y ayuden al hombre al ejercicio de la autonomía, al
desarrollo del ser social y a la búsqueda de la felicidad, guiada siempre por el ideal de la
justicia y bien común” (p.71), como lo plantea y lo divulgan los derechos humanos.

Atendiendo a lo anterior, no es desconocido que la fundamentación de los Derechos


Humanos fue concebida en orden a las necesidades humanas y la lógica de esos derechos
dinamizan las relaciones intrínsecas de las comunidades, sin embargo, son poco o mal
internalizados por la escuela del siglo XXI, con ello, no cabe duda que es urgente poner en
diálogo tales saberes y más aún los derechos que están en relación con la dignidad humana,
incluso, los de la necesidad que tiene el hombre de desarrollarse como ser espiritual, el cual
tiene derecho a la libertad religiosa.

La identidad religiosa: un derecho fundante del hombre de hoy

*Magíster en Pedagogía y Desarrollo Humano. Docente Universidad Católica de Pereira, Colombia


ceneida.alfonso@ucp.edu.co
**Master en Educación y Formación. Docente catedrática Departamento de Humanidades
Universidad Católica de Pereira, Colombia martha.vinasco@ucp.edu.co
“La naturaleza intelectual del hombre se perfecciona y se debe perfeccionar por la
sabiduría que atrae suavemente la mente humana hacia la búsqueda y el amor de la verdad
y del bien. Guiado por ella, el hombre trasciende de lo visible a lo invisible.”

(Gaudium et Spes 15)

Ubicados frente a una panorámica donde confluyen seres humanos con la expectativa de
formarse y donde los diversos saberes disciplinares serán transmitidos desde la naturaleza
de sus contenidos y poder aportar a la construcción de nuevas sociedades, es lo que en
últimas espera la escuela de hoy, por tanto, en uno de esos espacio académicos se entrega
también el acervo cultural y el mensaje del humanismo cristiano a las generaciones del
siglo XXI, esta es una de las urgencias frente a las realidades cotidianas, teniendo en cuenta
que es un reto el cual le corresponde al maestro de Educación Religiosa de la época actual,
discernir con sus estudiantes desde el aula.

Así que, acoger las disposiciones que Jesús delegó a sus primeros seguidores y
aproximarse con fidelidad a la transmisión de tal encargo en un lenguaje crítico pero
comprensible, cercano y creativo pero fiel, es estar atentos al contexto socio - cultural
donde el maestro se desenvuelve; en tanto que desde las prácticas pedagógicas le es preciso
comprender con profundidad el legado cristiano para aportar a la edificación de una escuela
donde los valores del Evangelio, lejos de crear divisiones por la diversidad religiosa que se
evidencia en el aula, sea el puente que acerque las comunidades para que una vez recibida
la experiencia de Dios representada en la humanidad de Jesús, ésta responda a sus
búsquedas de alegrías, esperanzas, angustias y tristezas.

La educación religiosa por su misma naturaleza, logra adentrarse en la existencia de


una comunidad educativa para que animados por la experiencia cristiana puedan enfrentar
sus retos personales, por cuanto todos están llamados a ser constructores de paz en las
aulas y por ende en el mundo, en tanto que la transformación es lograble en la medida que
los agentes educativos dinamicen las estructuras humanas e impere la sensibilidad del
espíritu, no en vano, cabe la pregunta que se plantea Ratzinger (2005) “qué es lo que puede
unir las culturas entre sí de modo que no sólo queden hilvanadas externamente la una junto
con la otra, sino que de su encuentro brote una eterna fecundación y purificación?” (p.60),
*Magíster en Pedagogía y Desarrollo Humano. Docente Universidad Católica de Pereira, Colombia
ceneida.alfonso@ucp.edu.co
**Master en Educación y Formación. Docente catedrática Departamento de Humanidades
Universidad Católica de Pereira, Colombia martha.vinasco@ucp.edu.co
en la reflexión de tal cometido, subyacen las profundas diferencias culturales y religiosas,
sin embargo, la importancia radica en generar un diálogo que suscite al encuentro, teniendo
en cuenta que parte de la misión cristiana está en anunciar el misterio cristológico, el cual
brinda herramientas necesarias para madurar la fe, el respeto, la tolerancia, la solidaridad, la
aceptación del otro con sus enigmas, es decir, la axiología puesta en escena desde el aula,
es un elementos que exaltan la dignidad de la comunidad educativa como propuesta
emancipadora de una sociedad carente de atributos humanos.

Empero, esa sociedad no está condenada a vivir sobre su banalidad ni en los actos
recurrentes de vulnerabilidad donde no alcanza a comprender su propio desprestigio, más
por el contrario, la propuesta humanizante se halla explícita en la búsqueda del hombre por
lo Sagrado en donde puede encontrar la plenitud de su existencia.

Es de anotar, que al interior de las aulas “el problema de la educación, se asume


como un problema… de la cultura minoritaria o subalterna, no como una cuestión que atañe
a todos los sectores de la sociedad como requisito para forjar relaciones simétricas entre la
culturas que la habitan” (Cruz, E. 2015, p.197), de igual forma se le da fuerza en gran
medida al estudio de la ciencias duras, relegando los contenidos problemáticos de las
ciencias humanas, expresamente de la educación religiosa, la cual tiene su fundamentación
no solo desde lo antropológico, sino también epistemológico y otros.

Se suele desconocer que en los mencionados escenarios interculturales, el saber


disciplinar de la Educación Religiosa puede contribuir a la identificación de las necesidades
religiosas, así lo ratifica la Ley General de Educación 115 de 1994, en su artículo 23,
reconociendola como área fundamental y resaltando en ella el valor que tiene al aportar a la
formación integral del individuo a través de la dimensión religiosa y su comprensión como
componente de la cultura (Suárez, 2013, p. 221).

Con este reconocimiento se da a entender que al interior de la persona acontece una


experiencia religiosa que lo conduce a relacionarse con lo trascendente, en este sentido,
Trejo (2013) menciona que, “el ser humano es imagen de Dios en la medida que su relación
no es natural, sino trascendente de un quién que sabe construir sentido a partir de la
relación que establece con la Trascendencia” (p.34)
*Magíster en Pedagogía y Desarrollo Humano. Docente Universidad Católica de Pereira, Colombia
ceneida.alfonso@ucp.edu.co
**Master en Educación y Formación. Docente catedrática Departamento de Humanidades
Universidad Católica de Pereira, Colombia martha.vinasco@ucp.edu.co
Los Derechos Humanos y su relación con el humanismo cristiano

Al intentar hacer una aproximación al origen de los Derechos Humanos, desde la fe


cristiana se encuentra que fueron Agustín de Hipona y Santo Tomás de Aquino quienes
fueron los precursores en reflexionar sobre ellos en relación con el humanismo cristiano,
luego sería el Papa Juan XXIII, que de manera explícita en el documento Pacem in Terris,
hace un recorrido de lo que significan los Derechos Humanos para la sociedad, en tanto que
se deduce cómo ellos aluden a las necesidades humanas.

De otro lado, en la declaración Dominus Iesus en el numeral VI aparece que:


“ciertamente, las diferentes tradiciones religiosas contienen y ofrecen elementos de
religiosidad que proceden de Dios y que forman parte de « todo lo que el Espíritu obra en
los hombres y en la historia de los pueblos, así como en las culturas y religiones ».
Basándose en esta aclaración, es necesario poner la mirada en los derechos humanos que
nacidos de la fe y la razón abren la puerta al diálogo y a la comunión que tienen su punto de
encuentro en la dignidad, la universalidad y el respeto de todos los seres humanos, por lo
tanto, reconoce la libertad y la igualdad como derecho fundamental e inviolable para el
desarrollo social del individuo en su esfera espiritual.

La epistemología y la relación entre los derechos humanos y los criterios cristianos


van dirigidos a promover la paz y la justicia en el ámbito escolar donde se forma y se aporta
a la construcción del ciudadano que hacia el futuro, será quien tenga en sus manos el
destino de la humanidad y por ende de los pueblos.

Es menester recordar, que las primeras manifestaciones de derechos individuales


inherentes al ser humano se dieron en las revoluciones de independencia de Norteamérica e
Iberoamérica y en la Revolución Francesa. En sus inicios, estos derechos impusieron
límites al poder del Estado, el cual debía velar por el pleno cumplimiento de ellos. Fue en
la segunda guerra mundial y en la creación de las Naciones Unidas que se desencadenó la
internacionalización y la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DD. HH), el 10
de diciembre de 1948 (Nikken,1994). Cabe resaltar, que los derechos humanos se han ido
renovando y mejorando en pos de su ideal último: el respeto a la dignidad, a los valores, a
la justicia, paz y libertad del ser humano.
*Magíster en Pedagogía y Desarrollo Humano. Docente Universidad Católica de Pereira, Colombia
ceneida.alfonso@ucp.edu.co
**Master en Educación y Formación. Docente catedrática Departamento de Humanidades
Universidad Católica de Pereira, Colombia martha.vinasco@ucp.edu.co
Si bien desde el punto de vista civil y político, los derechos humanos pueden ser
descritos como un conjunto de normas, que, regulados bajo una autoridad territorial,
cumplen el objetivo de ser mecanismo que garantiza una mínima convivencia entre todos
los seres humanos con la finalidad de preservar la dignidad de cada individuo, imposible
fuera que su contenido solo quedara escrito para dar cumplimento a una norma estatal sin
dar el merecido reconocimiento de tal dignidad al género humano.

De otro lado, desde el punto de vista cristiano, la dignidad humana se entiende


desde la profundidad del ser, siendo éste único e irrepetible. “Ese fijarse en la singularidad
de cada persona humana es una exigencia de la dignidad humana”. (Hervada, 1992, p.154),
en este sentido la preocupación será por el ser humano y su desarrollo integral.

En la reflexión en torno a los derechos humanos y el humanismo cristianismo, cabe


resaltar que ambas categorías coinciden en que la dignidad hace parte de la naturaleza de la
persona, la cual se da en sentido individual pero a la vez colectivo, es por ello que las
diferentes religiones del mundo proponen una concepción antropológica, un pensamiento
filosófico e incluso, un orden social. Desde el cristianismo se reconoce en la persona su
individualidad pero con un gran sentido relacional hacia el prójimo, de manera especial se
define esta relacionalidad al llamado que hace Dios a hacer el bien.

En toda convivencia humana bien ordenada y provechosa hay que establecer como
fundamento el principio de que todo hombre es persona, esto es, naturaleza dotada
de inteligencia y de libre albedrío, y que, por tanto, el hombre tiene por sí mismo
derechos y deberes, que dimanan inmediatamente y al mismo tiempo de su propia
naturaleza. Estos derechos y deberes son, por ello, universales e inviolables y no
pueden renunciarse por ningún concepto (Pacem in Terris 9).

Es entonces, que desde la identidad de ser cristiano se da un profundo interés por


velar de la integridad de la persona, buscando la justicia y la equidad en correspondencia a
vivenciar unos derechos pero también a cumplir con unos deberes en pro de un buen
desarrollo social, más integral y armónico, donde la justicia social se puede obtener
respetando la dignidad trascendente del ser humano y donde prime el amor que como lo
*Magíster en Pedagogía y Desarrollo Humano. Docente Universidad Católica de Pereira, Colombia
ceneida.alfonso@ucp.edu.co
**Master en Educación y Formación. Docente catedrática Departamento de Humanidades
Universidad Católica de Pereira, Colombia martha.vinasco@ucp.edu.co
menciona Silva (1981) citando a Pablo VI, será la llamada a construir una “civilización del
amor”, que lejos de un sentimiento superfluo, es un amor auténtico que supera el
individualismo en fraternidad universal y que va más allá de los límites que impone la
ruptura de las clases sociales. Una civilización del amor que lejos de la dialéctica del odio,
se edifica en el amor entre los hombres

La interculturalidad: una conjugación en el aula

Reconocer la particularidad de las diversas culturas en América Latina y lo que es propio


de ellas, fue el interés emergente hacia los años ochenta, por parte de las reformas
constitucionales, en tanto que no buscaban las conversiones de las minorías en ciudadanos
mestizos, sino, como se mencionó, en identificar las particularidades de las mismas (Cruz
cita a Gros 2010), dado que al reconocerlas se encuentra una gama de posibilidades para el
encuentro donde los valores como el respeto, la convivencia, la igualdad y el diálogo hacen
parte de los aprendizajes de ambas culturas.

Así que abordar los temas de educación en los escenarios donde prima la cultura
dominante, es el pretexto posible para que se incluyan las relaciones entre las culturas, más
no como acto dominante sobre las minorías, sino como posibilitadores de aprendizajes
conjuntos donde se atiende una necesidad social, y no donde impere el abandono de los
legados culturales propios de las minorías; Cruz (2015) expresa que es necesario que “los
grupos culturales desfavorecidos se integren en igualdad de condiciones a la cultura
mayoritaria, avanzando hacia una sociedad donde no es necesario el trato diferenciado a lo
que es diferente, más que favorecer el desarrollo de la diversidad” (p.202).

Lo anterior, desde el humanismo cristiano sostiene y promulga la igualdad, teniendo


en cuenta la exaltación de la dignidad humana como creación perfecta que cuida la vida y
que reconoce al otro como el próximo de quien puede aprender la riqueza que existe en las
diferencias, de este modo se podrá entablar una comunicación dialógica donde a partir de
los aprendizajes emergentes se procure la conservación de la identidad de cada cultura,
teniendo en cuenta que “las políticas interculturales de educación suponen un
reconocimiento de la diferencia en forma permanente” (Cruz, 2015, p.203).
*Magíster en Pedagogía y Desarrollo Humano. Docente Universidad Católica de Pereira, Colombia
ceneida.alfonso@ucp.edu.co
**Master en Educación y Formación. Docente catedrática Departamento de Humanidades
Universidad Católica de Pereira, Colombia martha.vinasco@ucp.edu.co
Es precisamente en el escenario de Educación Religiosa, donde se deben poner en
diálogo los sentires de la diferencia tanto religiosa como cultural, esto implica romper
esquemas y estructuras rígidas que inhabilitan el potencial de comprender al otro con sus
diferencias, alejando la discriminación que divide la sociedad de hoy. No obstante, también
es importante reconocer que cada cultura desde su propia identidad es rica en saberes que
los hace únicos en medio de los contextos socioculturales y que son propicios para el
desarrollo de los pueblos y naciones, por ende la educación desde la identidad religiosa
propenderá por la emancipación de las estructuras dominantes.

Referencias

Cruz, E. (2015). La interculturalidad en la políticas de educación intercultural. En Revista


Praxis & Saber. Vol 6. Nro 12. Revista de investigación y pedagogía. Tunja.

Hurtado, H. (2013). La formación por competencias, un acto deshumanizante. En Revista:


Gaimaleón. Divulgación científica y tecnológica. Número 2. Universidad Católica Lumen
Gentium. Cali.

Juan XXIII. (1963). PACEM IN TERRIS Sobre la paz entre todos los pueblos que ha de

fundarse en la verdad, la justicia, el amor y la libertad. web: vatican.va. recuperado de:

http://w2.vatican.va/content/john-xxiii/es/encyclicals/documents/hf_j-

xxiii_enc_11041963_pacem.html.

Nikken, P. (1994). El concepto de Derechos Humanos. Estudios Básicos de Derechos


Humanos. Datateca.unad.edu.co Recuperado de:
http://datateca.unad.edu.co/contenidos/90150/Curso_AVA/Curso_AVA_8-
02/Entorno_de_Conocimiento_8-
02/Bibliografia_Unidad_2/Concepto_de_Derechos_Humanos.pdf

*Magíster en Pedagogía y Desarrollo Humano. Docente Universidad Católica de Pereira, Colombia


ceneida.alfonso@ucp.edu.co
**Master en Educación y Formación. Docente catedrática Departamento de Humanidades
Universidad Católica de Pereira, Colombia martha.vinasco@ucp.edu.co
Silva, S. (1981). La civilización del amor, una propuesta de Pablo VI. Recuperado de

http://repositorio.pucp.edu.pe/index/bitstream/handle/123456789/49239/civilizacion_amor_

sergio_silva.pdf?sequence=1&isAllowed=y

Ratzinger, J (2003). Fe, Verdad y Tolerancia. El cristianismo y las religiones del mundo.
Ediciones Sígueme. Salamanca.

Trejo, J.(2013), La espiritualidad como dimensión para la formación integral de los


estudiantes de grado noveno del colegio Champagnat de Bogotá.

Webgrafía

http://datateca.unad.edu.co/contenidos/90150/Curso_AVA/Curso_AVA_8-
02/Entorno_de_Conocimiento_8-
02/Bibliografia_Unidad_2/Concepto_de_Derechos_Humanos.pdf

*Magíster en Pedagogía y Desarrollo Humano. Docente Universidad Católica de Pereira, Colombia


ceneida.alfonso@ucp.edu.co
**Master en Educación y Formación. Docente catedrática Departamento de Humanidades
Universidad Católica de Pereira, Colombia martha.vinasco@ucp.edu.co

También podría gustarte