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La divergencia entre la economía y los mercados financieros: ¿qué tan cierto es?
En las últimas semanas se ha observado una notable divergencia entre los mercados
financieros y la economía real. Los indicadores financieros apuntan a perspectivas de
recuperación más alentadoras que las que sugiere actualmente la actividad real. A pesar de la
corrección reciente, el S&P 500 ha recuperado el grueso de las pérdidas sufridas desde el
comienzo de la crisis y el índice FTSE de mercados emergentes ha mejorado sustancialmente.
Asimismo, los flujos de cartera hacia las economías emergentes y en desarrollo se han
estabilizado.
En esta línea, en un artículo del Financial Times se califica esta divergencia como una
recuperación económica en forma de “K”. En un artículo de opinión, Peter Atwater —profesor
del departamento de economía de William & Mary— señala que por un lado las empresas
multinacionales que han podido conseguir liquidez de los bancos centrales no han tenido
mayores problemas e incluso han visto una recuperación importante del precio de sus acciones.
Sin embargo, por otro lado, las empresas más pequeñas si bien han recibido apoyo por parte de
los gobiernos, no ha sido suficiente para contrarrestar los efectos económicos de la pandemia.
El PBI mundial habría caído más de 15% entre enero y abril, la recesión más profunda
desde al menos la Segunda Guerra Mundial. Pero el PBI mundial ha iniciado su
recuperación, lo cual hace de esta recesión también la más corta. El National Bureau of
Economic Research documenta que ninguna recesión ha durado menos de seis meses, en una
base que cubre los ciclos económicos desde mediados de 1800. Más aún, históricamente, las
recuperaciones luego de shocks exógenos tienden a ser mucho más rápidas que las
recuperaciones causadas por problemas endógenos.
A esto se suma que algunos sectores de la economía en los que el control del virus es
menos desafiante, retomarán su actividad rápidamente en forma de “V”. Un buen ejemplo
es la industria automotriz de EE. UU, donde la producción fue casi 0.0% en abril, pero se proyecta
que pronto volverá al 80% de su capacidad. Por lo tanto, es probable que el PBI real en las
economías avanzadas crezca a una tasa anualizada trimestral alrededor de 25% en el tercer
trimestre, aunque la tasa interanual seguirá deprimida.
Después de la recuperación del tercer trimestre, si bien se espera que continúe, esta
tenderá a ser menos fuerte. La razón principal es que es probable que diferentes partes de la
economía mundial se recuperen del impacto del virus a diferentes velocidades. Al final del tercer
trimestre, las industrias en las que el control del virus es más fácil se habrán normalizado en su
mayoría, con un espacio limitado para grandes ganancias adicionales. Por el contrario, las
industrias en las que el control del virus es más difícil —como viajes o entretenimiento— todavía
estarán en un proceso de normalización gradual, pero probablemente no se recuperará por
completo hasta que una vacuna u otra solución médica integral esté disponible.
En la Eurozona de manera particular también se espera una recuperación luego del fuerte
golpe en su actividad económica. Después de sufrir algunos de los peores brotes del mundo
en marzo, Europa ha visto cómo los casos de virus activos disminuyen consistentemente desde
mediados de abril, a pesar del relajamiento gradual de las restricciones en la mayoría de países,
inicialmente liderados por Alemania y Dinamarca. Asimismo, la flexibilización monetaria por parte
del Banco Central Europeo continuó y duplicó su programa de compra de activos, así como
también se continuaron con programas de estímulo fiscal en distintos países del bloque.
El riesgo de la “segunda ola”
Es importante destacar que un rebrote es parte de todo escenario base, toda vez que los
hacedores de políticas continuarán relajando las medidas de confinamiento. Una segunda
ola de contagios sólo hará que la recuperación económica sea más lenta de lo que hubiera
sido sin una segunda ola. Sin embargo, el crecimiento no se detendrá. Así, es probable que hacia
adelante se trate de limitar la propagación del virus con medidas de distanciamiento social, sin
imponer restricciones a la sociedad.
Finalmente, es importante destacar que los efectos económicos de largo plazo del Covid-
19 dependerán de cómo se enfrente la pandemia y la eficiencia de los estímulos
económicos. Ahora estamos entrando en un periodo en el que se comienza a poner en prueba
la transitoriedad del shock Covid-19 dado que ya se pasó el pico de contagios en Asia, Medio
Oriente, Europa y Estados Unidos. El riesgo sanitario se mantiene como el más importante y
marcará la volatilidad en las próximas semanas. Del éxito de la contención dependerá la
reactivación económica global y el rumbo de los mercados financieros en el corto plazo. Si bien
el futuro es alentador, aún queda camino por recorrer en la salida de esta crisis.
Este reporte ha sido elaborado para clientes y representa las perspectivas económicas generales
de Inteligo SAB por lo que, a menos que esté explícitamente indicado, este reporte no contiene
recomendaciones de inversión. El cliente es el único responsable de las decisiones de inversión
que toma o de cualquier otra apreciación en el mercado de valores que adopte sobre la base de
esta. Este reporte tampoco tiene como objetivo garantizar un resultado específico, así como
tampoco garantizar el cumplimiento de los escenarios presentados en el análisis.
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