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I N N O VA C I Ó N

E D U C AT I VA

E M P R E N D I M I E N TO
E D U C AT I V O :
IDENTIFICANDO
OPORTUNIDADES
Emprendimiento educativo: identificando oportunidades

Como en todos los ámbitos en que se emprende, el


emprendimiento educativo incentiva la competencia, el
crecimiento y productividad. El emprendimiento educativo
implica educar para emprender y emprender para educar.

El emprendimiento y la innovación son términos


íntimamente imbricados. El término “emprendimiento” se
deriva de la palabra francesa entrepreneur que quiere
decir “pionero”. Normalmente asociamos el
emprendimiento al aspecto económico, empresarial-
comercial, pero autores como Ruiz (2015), Kuratko (2005)
y Kirby (2004) sostienen que el emprendedor no debe
convertirse obligatoriamente en empresario. La idea de emprender es mucho más amplia de lo que
circunscribimos y relacionamos habitualmente al ámbito empresarial. Para aproximarnos al
emprendimiento en el ámbito de la educación, debemos comprenderlo en tanto que competencia,
como “la capacidad para resolver problemas en cualquier situación y, especialmente, cuando se
trata de situaciones nuevas o diferentes a las ya conocidas, y en diversos contextos de actuación
(Zavala & Arnau, p. 9). Para emprender e innovar en educación son, pues, necesarios una serie de
conocimientos, capacidades, habilidades y actitudes. En la actualidad, fomentar estas herramientas
personales se está convirtiendo en una preocupación que comparten instituciones educativas desde
los niveles más básicos hasta los más avanzados, países y organizaciones.

Según el Parlamento Europeo y el Consejo Europeo sobre competencias clave para el aprendizaje a
lo largo de la vida, “el sentido de vida y emprendimiento” es una competencia esencial en el individuo
y tiene que ver con su capacidad de convertir ideas en acción, de llevar a la práctica lo que sucede en
su mente como un momento imaginativo, creativo y propositivo.

1. Ser creativo. Esto quiere decir que


sea capaz de tomar en cuenta 4. Tener iniciativa: se traduce
información ya conocida para, a partir principalmente como
de la misma, hacer determinadas autorresponsabilidad y autodirección.
combinaciones e incluso encontrar
respuestas originales a la resolución
de problemas. Abrir “la posibilidad de
encontrar nuevos caminos no
explorados, cambiando los patrones y 5. Planificar. Tiene la capacidad de
enfoques típicos del razonamiento” organizarse para gestionar
(Cavero & Ruiz, 2017, 16). actividades y proyectos, y así, cumplir
con ciertas metas u objetivos.
2. Ser innovador: sabe aprovechar las
oportunidades y emplea la
creatividad para transformar las ideas
en servicios, procesos y/o productos 6. Trabajar en equipo: sabe cuándo y
que agregan valor. cómo colaborar. Conoce los alcances
e impacto de su participación y la
importancia de la cooperación en
3. Asumir riesgos y tomar decisiones determinadas tareas.
analizadas, tomando en
consideración dichos riesgos.

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El emprendimiento educativo es visto como un valor transformador desde las aulas, indispensable en
estos tiempos en que la economía, la política y las situaciones sociales se presentan en escenarios
inciertos y cambiantes constantemente. Emprender exitosamente desde, para y a través del ámbito
educativo depende tanto de las metodologías seleccionadas para el mejor desarrollo de ciertas
competencias como de la investigación sobre el emprendimiento y la enseñanza (Fiet, en Paños,
2017).

Congruente con la consideración del emprendimiento como competencia en el ámbito educativo,


debemos considerar que el emprendedor, la emprendedora no nacen, como solía creerse. Por el
contrario, las competencias emprendedoras se pueden aprender y enseñar en distintos lugares,
formas y momentos (Henry, Hill y Leitch en Paños, 2017). En el momento en que la educación se
suma para formar emprendedores y emprendedoras, la misa tiene que ser de corte innovador,
propositivo, creativo y en constante cambio. Cumpliendo con estos adjetivos, la educación a nivel
universitario se convierte, por ejemplo, en un engranaje indispensable de lo que se conoce como el
modelo de triple hélice (universidad- industria- gobierno). Como parte de esta triada, la universidad no
solo enseña e investiga, sino que aporta directamente a la economía.

Los y las estudiantes de hoy y la propia educación no son pasivos. Quienes aprenden, no tienen una
postura receptiva frente a lo que “se les da”, más bien, participan activamente en la construcción de
la enseñanza- aprendizaje. Así, cuando se habla de metodologías de enseñanza- aprendizaje
tradicionales, unidireccionales y pasivas, se hace referencia a un aspecto completamente obsoleto.
En las metodologías actuales, el estudiantado tiene un rol completamente activo, participativo que lo
coloca en el centro del proceso de enseñanza- aprendizaje, “esto es, que sea él el protagonista y el
profesor el guía, asesor y/o facilitador, de lo contrario los alumnos difícilmente podrán desarrollar las
competencias emprendedoras” (Paños, 2017, p. 38). En la búsqueda del aprendizaje activo en el
estudiantado, las herramientas pedagógicas que han arrojado excelentes resultados, en primer
término, porque garantizan el papel activo de los y las estudiantes han sido “el aprendizaje por
proyectos, el estudio de casos, los centros de interés y el aprendizaje basado en problemas” (Paños,
2017, p. 38). Aplicando estos recursos pedagógicos y retomando la cuestión del papel de la
universidad en el modelo de triple hélice, no es coincidencia que las universidades fomenten, cada
vez más, el “espíritu emprendedor” en las y los estudiantes para dar respuesta a los índices de
desempleo, la falta de equilibrio y justicia entre los sueldos, profesiones y horizontes socio
culturales. El emprendimiento en la educación va más allá de lograr “un negocio sustentable en el
tiempo y conectado con el progreso general de su comunidad; incluso, es frecuente que estos
nuevos perfiles de emprendedores de origen académico estén inspirados por un propósito sin fines
de lucro y una visión filantrópica de su propio ejercicio profesional” (Álvarez, Andrade, Bravo,
Rodríguez y Govea, 2016, p. 231).

La educación emprendedora, ligada directamente con la injerencia e impacto en la comunidad, tiene


una relación con la formación humana en el estudiantado. En el caso del Tecnológico de Monterrey,
trabaja con lo que se conoce como “Modelo integral para el desarrollo de la actividad emprendedora”.
Además de la materia de emprendimiento para todas las carreras, la Escuela de negocios de la
institución ofrece varias carreras enfocadas a la creación de empresas: BGB (Bachelor in Global
Business), LDE (Licenciado en Emprendimiento), LIT (Licenciado en inteligencia de negocios) y LAET
(Licenciado en Estrategia y Transformación de negocios).

Ejemplos de cómo al identificar problemas a solucionar, retos, diversas situaciones, el


emprendimiento educativo puede ser una llave, hay muchos. Tomemos algunos para hacer nuestra
reflexión final en torno a toda esta temática:

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• En 2017, México ganó la final global de la Global Student Entrepreneur Awards (GSEA),
con un alumno del Tecnológico de Monterrey como representante Julián Ríos y su
propuesta innovadora: un brasier para detectar riesgos de cáncer de mama.
• Otra alumna de la misma institución: Giselle Mendoza Rocha ganó el primer lugar del
Premio Estudiante Emprendedor. Su startup se llama “Geco” y su proyecto consiste en
crear bioplástico con cáscara de naranja.
• El tercer lugar del GSEA así como el premio de Impacto Social de ese año fue para
Yoku Shasida con ECGlove que es un guante que indica la salud del corazón. Basta
con colocarlo a la altura del pecho para que haga su trabajo.

Así pues, como en el caso del aprendizaje basado en problemas, los casos, los casos multimedia, los
raw cases y todo aprendizaje que involucre la participación activa de los y las estudiantes son
oportunidades que invitan a repensar la realidad, de modo que lo que es un área a tratar, que requiere
de propuestas, de cierto tratamiento y de respuestas pueda ser abordado desde y a partir del
emprendimiento, desde la innovación.

La educación debe ser una puerta que abra muchas posibilidades para ver los problemas y
situaciones desde muy variadas aristas, de modo que también permita la posibilidad de pensar en
respuestas, soluciones, propuestas variadas. Educar para el emprendimiento significa ofrecer y
facilitar herramientas teórico- prácticas para la adaptación, el cambio y los constantes retos y
estímulos que ofrece el entorno. Esta educación nos invita a ver las cuestiones o situaciones
“problemáticas” como oportunidades para ejercer nuestra creatividad, capacidad colaborativa,
autogestión, motivación y planificación. Vistos así, en sentido amplio, las y los emprendedores son
personas que asumen el pensamiento de “fuera de la caja” como un estilo de vida, como una manera
de pensar desde diversos puntos de vista, apuntalando a varias direcciones y asumiendo que se
puede llevar al mismo punto partiendo y transitando por varios caminos.

Referencias

Álvarez, P., Andrade, M., Bravo, J., Rodríguez, M & Govea, J. L. (2016). La innovación y el
emprendimiento: necesidades en la educación superior. Didasc@lia: Didáctica y Educación. 7(4), 229-
246.

Cavero, J. M. Ruiz, D. (2017). Educación para la innovación y el emprendimiento: una educación para el
futuro. Madrid: Grafilia, S. L.

Kirby, D. A. (2004). Entrepreneurship education: can business schools meet the challenge? Education +
Training, 46(8), 510- 519.

Kuratko, D. (2005). The Emergence of Entrepreneurship Education: Development, Trends and


Challenges. Entrepreneurship Theory and Practice, 29(5), 577- 598.

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Ruiz, F.J. (2015). Competencia emprendedora en L. Villardón- Gallego (coord.) (2015). Competencias
genéricas en educación superior. Metodologías específicas para su desarrollo, pp. 103- 140. Madrid:
Narcea Ediciones.

Paños, J. (2017). Educación emprendedora y metodologías activas para su fomento. Revista


electrónica Interuniversitaria de Formación del Profesorado, 20(3), 33- 48.

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