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Las trasformaciones del trabajo y su impacto en las sociedades a través de la Historia

Económica.

Julián M. Vélez T. MSc.1

Resumen

Se quiere mostrar la importancia de la transformación humana a partir del cambio


histórico. Para ello, se recurrirá a presentar tres casos históricos donde la humanidad ha
experimentado transformaciones, si se quieren, radicales, para los que quizás, no estaba
preparado. La primera es la época antigua y el eventual surgimiento del imperio Romano,
se muestra, por un lado, la formación de la estructura esclavista y por otro, algunos
posibles motivos de su decadencia. Así mismo, las evoluciones propias del tránsito de la
sociedad feudal hacia el capitalismo moderno, en el caso del renacimiento. Y, por último,
la gran trasformación productiva que garantizó lo que muchos teóricos llaman Revolución
industrial. Se recurrirá a mencionar algunos elementos básicos de cada uno de los casos,
teniendo en cuenta una especie de “respeto cronológico”, para luego presentar las
conclusiones.

Introducción

El proceso humano es dinámico, está afectado por continuos cambios, que en


muchos casos se constituyen en drásticos. Las trasformaciones de la humanidad, al pasar
de los siglos, pueden contemplarse como radicales y cada vez, el hombre rompe lo que
aparentemente está limitado.

El transcurrir de la historia ha mostrado que la humanidad es algo cambiante y


que, además, es capaz de adecuarse al cambio, muta, se transforma, de la misma forma
que un virus en un espacio biológico.

1
Economista, Magister en Desarrollo. Docente Universidad Autónoma Latinoamericana. Estudiante del PhD
in Economics de la SMC University. Trabajo final del módulo Economic History. E-mail:
jmvelezt@gmail.com; julianvelez@unaula.edu.co.
Los temores al cambio han sido común denominador de la humanidad; mientras
muchos advierten los peligros, otros los enfrentan y muchos otros, quizás la mayoría, pasa
de largo tan solo adaptándose a las nuevas necesidades.

La sucesión de hechos que ha experimentado la humanidad, aunado a la capacidad


de transformar también su entorno con el uso de las capacidades humanas y al mismo
tiempo, a pesar de ellas, es lo que usualmente se acepta como historia. Sin embargo, un
elemento ha sido capaz de darle a la humanidad el objeto de cambio: la libertad.

El mundo será, en el futuro, diferente al que actualmente conocemos; sin


embargo, nuestro presente también lo es con respecto al pasado. Las ideas sociales,
políticas, económicas e incluso, religiosas, han evolucionado, cambiado, mutado y
transformado para configurarse en lo que actualmente se vive, se practica y se cree.

La libertad humana, o mejor, la libertad del ser humano, le ha permitido


transformar, como se dijo, su entorno; pero bajo el uso de un elemento característico del
ser humano: el raciocinio que lo hace ser consciente de su capacidad de ser libre; así como
el uso de los llamados factores económicos, o factores productivos; y particularmente, el
caso del primero, si se quiere, el principal, como es el Trabajo.

Las preocupaciones por el uso del trabajo en el futuro son comunes hoy en día, y si
se puede observar, han sido objeto de diferentes estudios en los últimos doscientos años,
por lo menos, ha sido ocupación de la Economía Política. Sin embargo, eso no implica que
en el pasado hubiesen ocurrido cambios significativos en la forma de “trabajar”, al
contrario, el uso de este elemento ha sido tal, que permite entender la trasformación
misma de la sociedad humana, y si se quiere, define el “estadío” también llamado
“estructura productiva” en la que ha estado o ha sido protagonista, el ser humano.

Para comprender un poco más esta situación se tomará prestado la categoría


utilizada usualmente por los teóricos marxistas de “modos de producción”, donde se
puede explicar el papel del trabajo y las trasformaciones sociales que garantizaron la
relación Economía- Política.
Debe entenderse como modo de producción un conjunto de estructuras sociales y
sistemáticamente relacionados que opera en una formación social histórica determinada
vigente bajo estructuras económicas establecidas.

En el transcurso natural de tiempo, entre los seres humanos, se generan relaciones


de tipo económico-social que, al actuar socialmente, generan el normal transcurrir de lo
que se llama historia.

Desde la generación de las primeras relaciones sociales, el hombre ha buscado una


forma cada vez mejor de vivir; es por esto que, en épocas prehistóricas, mediante una
asociación tribal, se juntaban para cazar en grupo y compartían el fruto de sus cacerías; a
esta forma de producción prehistórica suele llamarse modo de producción nómada,
debido a que los sujetos que intervienen no se establecen en un lugar fijo.

Cuando el hombre dejó la cacería, se asentó en un lugar geográfico determinado


(territorio) descubrió la agricultura, esto es, la producción de alimentos mediante la
utilización de la tierra, que constituye entonces como un factor de producción. Este
proceso de transformación y de vinculación de un nuevo factor de producción garantizó el
cambio de un sistema nómada a un sedentario, (pasó a un régimen o modo llamado
agrícola o sedentario).

Estos dos modos de producción hacen parte de lo conocido como modo de


producción comunitario primitivo que inicia hacia 1750000 A. C. Y puede finalizar hacia el
siglo XXIV A. C.

Como lo menciona Cameron (1993), los cambios de esta forma de producción


pueden darse por los cambios climáticos que se dan en esta etapa, particularmente, hacia
el año 10.000 o 12.000 A. C. que permitiría a los humanos establecerse
permanentemente en territorios haciendo una migración de la actividad económica, y
particularmente el uso del factor trabajo de una actividad de recolectores a una actividad
sedentaria de agricultura. En este sentido, muchos de las funciones existentes tendrán
una transformación pasando de recolectores de elementos dados por la naturaleza en una
realidad nómade a recolectores en ciertas épocas del año durante las cosechas, lo que
supondría el surgimiento de una actividad que “predijera” los cambios estacionales,
necesarios para comprender los momentos de siembra-recolecta.

Surge entonces el modo de Producción esclavista, esencialmente distinto a los


anteriores, el régimen de producción esclavista data de los Siglos XXIV –XXIII A. C. Y dura
hasta la caída de Roma en el siglo V o hasta la aplicación del nuevo sistema feudal en el
siglo IX, aunque con repercusiones tanto en el sistema feudal de producción como en el
infante régimen capitalista, incluyendo el proceso más adelantado del siglo XIX.

Las relaciones sociales encontradas en este sistema de producción son muy


características; se basa principalmente, según la óptica marxista, en “Poseedores y
Poseídos”. Mientras unos, la clase aristocrática-dirigente o ciudadanos libres se
caracterizaban por ser poseedores; los poseídos eran extranjeros derrotados en alguna
pugna o guerra con la nación que los poseía; en general, los esclavos eran adquiridos por
victorias militares, y no por compra-venta, como se vería en un sistema de producción
capitalista e incluso feudal. Lo que la pérdida de la libertad, en esta estructura productiva,
supone la degradación de su humanidad, al punto de configurarse en una mera
mercancía.

Las civilizaciones que caracterizaron el rumbo de estos tiempos fueron


principalmente Grecia y Roma, además de Egipto, Mesopotamia, Persia, Babilonia, etc.
civilizaciones o pueblos de características guerreras y conquistadoras.

En el modo de producción esclavista, los esclavos eran los encargados de la acción


manual e inclusive de gobierno, eran los maestros, artesanos, sirvientes, secretarios,
escribas, escultores, artistas; y demás, con la inexistencia de remuneración alguna o
“salario” por sus servicios. Se dice que “eran más los esclavos existentes en Atenas o en
Roma que los mismos ciudadanos libres”; en realidad era poca la diferencia entre un
esclavo y un ciudadano en la Grecia antigua, simplemente a los primeros se les prohibía
algunas acciones propias de los segundos: como el hecho de hacer parte en lo político, y
muy pocas veces eran utilizados para cualquier actividad económica o de producción de
algún tipo de interés o utilidad dentro de las Ciudades – Estado, fuera de la producción
manufacturera de alimentos.

Caso I: Imperio Romano

El caso de Roma es distinto; muy conocido es el caso de los Gladiadores que


generaban gran ganancia de tipo pecuniario para sus amos; y tal era, que hasta los
mismos esclavos podían comprar sus libertad, o viceversa; muchos optaban por venderla
hasta por cinco años, para poder generar dinero; es por esto, que en Roma, sí se pude
hablar de medio de Producción Esclavista propiamente dicho, ya que se generaba buena
cantidad de ingreso, y un aumento de consumo y de demanda de bienes tanto para los
propietarios de estos bienes (propietarios de esclavos) como para los mismos (esclavos).

Aquí no existía la propiedad de los esclavos de otros bienes, sino el manejo entre sí
de los mismos bienes; el esclavo, un bien, maneja un aparato para fabricar vidrio –su
soplete, martillo, horno, etc. – que eran todos, propiedad del amo o Señor.

La caída del imperio Romano significó para la sociedad que lo conoció un cambio
radical, incluso en el uso del trabajo. El incremento del gasto público del imperio en el
Ejército así como el aumento de los niveles de tributación hicieron que el Imperio
decayera, muchos de los oficios de los romanos desde el punto de vista militar, necesario
para la expansión territorial, así como la necesidad de un aparato burocrático, donde se
necesitaban figuras de trabajo no conocidas por sus propios pares, desparecerían después
de la invasión de los vándalos en el siglo V, mismas funciones que no serían necesarias con
la institución del Reino de Italia en manos de los bárbaros que traerían sus propias
instituciones.

Como se ve, el cambio en las funciones del trabajo, para este periodo de tiempo,
fue evidente y dio origen a una estructura económica diferente, ya no apoyada desde lo
militar a la expansión de nuevos territorios para la apropiación de mano de obra esclava,
sino la utilización de los recursos existentes en las nuevas figuras de autoabastecimiento.
El comercio, característica fundante del imperio dio paso a la constitución de los feudos y
latifundios especializados en la economía rural de abastecimiento.
Así mismo, el actuar del Estado como principal agente de la economía de la época,
garantizó una serie de problemas económicos que hundirían para siempre el Grandioso
Imperio; en efecto, el aumento del Gasto Público y el incremento del control
gubernamental, así como el incremento de la carga impositiva, el aumento de las
importaciones y la devaluación, mediante el retiro metálico, generaron problemas
inflacionarios que ocasionarían el ocaso del imperio.

Para Cameron (1993) el origen de la grandeza del Imperio Romano se debe a su


carácter comercial y la fina división del trabajo que lo soportaba; sin embargo, para el
siglo V, esta realidad había desaparecido por los abusos del Estado en el control de la
Economía en general. En efecto, la capacidad de comercio se debe a la libertad del
imperio en el mediterráneo que le permitiría acceder a cualquier mercado, así mismo, la
perdida de libertad por la gran irrupción del Estado implicaría su eventual desaparición.

Después de la caída del imperio Romano de Occidente, luego de la división del


Imperio, y posterior a unos siglos de gobierno de los Vándalos, hacia el Norte, la
constitución del Imperio Carolingio reforzaría la idea de la restauración del imperio, y con
ello, una nueva estructura productiva: El Feudalismo.

Comienza en el año 800 (siglo IX) cuando el Emperador Carlomagno promulga las
Capitulares, donde constituye la estructura económica Feudal; caracterizado por la forma
de organización del trabajo diferente a la estructura propiamente esclavista. Se tiene una
destinación de las actividades en beneficio de la producción agrícola y pecuaria
principalmente, dejando a un lado las actividades comerciales y con ella, las actividades de
transformación de índole artesanal.

Las relaciones en este modo de producción son de Señores Feudales, poseedores


de un bien de producción (tierra), con títulos aristocráticos de Emperador, Rey, Duque,
Conde, Varón, etc. Y Siervos de la Gleba que no tienen derecho de propiedad sobre la
tierra, pero sí trabajan una porción de tierra de los señores que les son dadas en posesión
y explotación en nombre del Señor Feudal.
Este sistema colapsa con el movimiento llamado Renacimiento y finaliza
totalmente durante el siglo de las luces, más específicamente en el triunfo de la
revolución Gloriosa Inglesa y toma del poder de la Burguesía en Inglaterra hacia 1688 y se
expande al resto del mundo en 1789 durante la Revolución Francesa y expansión
Burguesa y eventual aplicación del modo de producción Capitalista.

Caso II: Renacimiento

Los procesos de transformación que se ven en Europa hacia el siglo XV y XVI,


afectarán el Statu quo, referenciado a la estructura Feudal. En efecto, el resurgir de la
actividad comercial y el redescubrimiento de los clásicos griegos y romanos le da un giro a
la forma como se ha visto a sí misma la sociedad occidental.

El surgimiento del humanismo, dejando a un lado la escolástica teológica y con


ello, la secularización del conocimiento transformará la sociedad, al punto que las
actividades relacionadas al uso del factor trabajo, serán también reevaluadas.

En el campo económico, las necesidades de apertura del comercio, iniciada por los
Venecianos con la re-apertura de la ruta de la seda un siglo antes, así como la búsqueda
de rutas comerciales alternas, particularmente después de la caída de Constantinopla,
harían que fuera posible el descubrimiento de América y con ello, la apertura de un nuevo
foco comercial, y al mismo tiempo una ampliación de la frontera agrícola, que como lo
menciona Cameron (1993) ya en Europa se tenía una disminución de la productividad para
este mismo periodo que sería compensado con la migración de la actividad económica,
particularmente la utilización de mano de obra, hacia la constitución de los Imperios
Portugués, Español, Holandés, Francés y Británico, principalmente, lo que supone un
cambio radical en la forma en cómo se veía al mundo.

Por el lado de las ciencias, las posibilidades del divorcio con el mundo escolástico
harían posible la aparición de la Imprenta, que relegaría a los monjes escribanos de las
grandes abadías y “democratizaría” el conocimiento abaratando costos en las
publicaciones, las mejoras en el papel, la tinta y las capacidades de los artesanos,
difundirían el conocimiento más rápido y a más gente.
La estigmatización del artesano, propia de la sociedad feudal pasaría a un segundo
plano y su foco de acción, el burgo sería nuevo protagonista. Así es como surge el Modo
de producción capitalista que se denomina burgués, por ser el propio de la sociedad
burguesa. Burgués significa: que viene o vive en el Burgos (la urbe). Son personas –que
fueron o provienen- de la servidumbre del sistema feudal pero que se escaparon y fueron
acogidos en los grandes centros urbanos, donde aprendieron actividades distintas a las de
la tierra, y se concentraron en la producción manufacturera (que generaría la Industria) y
la mercantilización (comercialización) de bienes y servicios.

Es por esto, que las grandes revoluciones Industriales, se dieron en naciones que
de hecho ya eran capitalistas; y lo que estaban buscando era una expansión del mismo.

Bajo la óptima marxista, este sistema se ampara bajo relaciones de poseedores de


bienes de producción (conocidos como capitalistas o inversionistas) y no poseedores de
bienes de producción llamados trabajadores, asalariados o proletarios, que venden sus
capacidades, su trabajo a los primeros por una remuneración llamada Salario. Es claro
que estos trabajadores son, en el Sistema Capitalista, los encargados de la producción de
bienes y servicios, distintos a los empleados por el Estado.

Con el surgimiento de la estructura capitalista, que se caracteriza por existir una


garantía de la libertad, se permite la creación de riqueza, gracias a las posibilidades del
Ocio y el eventual surgimiento de ideas y de preguntas que garantizarían el método
científico moderno. En ese sentido “con la libertad existe intercambio de ideas” (Gómez,
2017).

El surgimiento de la maquinaria, o por lo menos la utilización de la maquinaria


desarrollada durante la edad media, permite la utilización de nuevos usos, mientras en la
sociedad primitiva en tránsito a una sociedad esclavista-sedentaria, implicó el surgimiento
de actividades de observancia del cielo (astronomía) generando una dependencia al
tiempo productivo de carácter agrícola, la invención del reloj mecánico permite un
rompimiento del tiempo agrícola que, en gran medida, es religioso.
El progreso en esta nueva estructura productiva está en función del conocimiento,
las invenciones, las nuevas formas de hacer, y no tanto en la capacidad de supervivencia
de la sociedad, tal como era en la época feudal.

No es, por tanto, coincidente que en esta estructura surja el concepto de Estado –
Nación y su expansión mediante lo que los teóricos marxistas llaman “Revoluciones
Burguesas”.

Caso III: Primera Revolución Industrial.

El desarrollo del capitalismo comercial en Europa, con lo mencionado


anteriormente, generó una serie de necesidades e inquietudes, que a la postre, permitían
el surgimiento de la Industria Moderna.

La necesidad de “hacer un mundo más pequeño”, donde el tiempo se constituye


en una joya supremamente preciada, así mismo, el descubrimiento de nuevas rutas, de
nuevos mundos y de nuevas formas de hacer, garantizarían la especialización y la
generación de excedentes.

La actividad comercial está determinada por la capacidad de intercambiar y, al


mismo tiempo, de distribuir los bienes y los servicios que son el objeto de la actividad
económica.

En ese sentido, el libre comercio sería una categoría organizadora del sistema
económico y particularmente, de la estructura capitalista. Fue primero el capitalismo
comercial y luego la industria.

La demanda interna y externa de los nuevos estados nación y la necesidad de


responder en tiempo relativamente corto, generarían procesos de innovación auspiciados
con la capacidad de acumulación y el surgimiento de un Sistema Financiero Libre, así las
actividades que otrora eran mal vistas se convirtieron en las actividades centrales en el
nuevo sistema. El artesano, contratado por el capitalista comercial se constituye en eje de
la producción necesaria para la exportación, así mismo, el financista, criticado por la
escolástica, se convierte en financiador de la Empresa aventurera del capitalista comercial.
En efecto, la Revolución Industrial se basa en la utilización de las maquinarias
desarrolladas por la producción en masa (tecnología) y herramientas utilizadas por los
artesanos (Bienes de capital) para este tipo de producción que necesita más en menor
tiempo. Así mismo, implicaría un cambio en las actividades económicas, particularmente
en el uso del trabajo.

El capitalista comercial contrataría artesanos, ese sentido Roll (1936 (1993))


establece:

La revolución comercial acompañó ciertos cambios en la organización de la


producción. Se inició una nueva etapa en la que el capitalista mercader dominaba
el proceso productivo, que realizaban pequeños artesanos. Las ganancias del
mercador eran producto del monopolio… esta fase evolución hacia una forma
primitiva de capitalismo industrial: la producción a la orden o sistema Verlag
(industria a domicilio) (p 58).

El Sistema Verlag del que habla Roll consistía en que los comerciantes recurrían a
artesanos semi-independientes que trabajan en sus propios talleres, que permitió la
liberalización de la fuerza de trabajo y estimuló la migración del campo a la ciudad.

Los Verlag pudo garantizar un éxito del proceso innovador, en efecto, la


conjugación de la ambición del artesano libre, el deseo, la convicción, con las
circunstancias, los accidentes, los errores y la desesperación generan cambios en las
formas de producción y pueden comunicarse a los colegas, que a su vez, corrigen con
mayor velocidad y se garantiza la producción más rápido y mejor.

Así mismo, la Revolución industrial también permitió el surgimiento de una


revolución agrícola, como el caso de Inglaterra (Cameron, 1993) que permitió el
crecimiento de la frontera productiva agraria, que a su vez, mejoraron la productividad de
la tierra, mediante el uso de la tecnología, el crecimiento del nivel de ganancias y
garantizó el crecimiento del producto, y con ello, del consumo, la inversión, el
atesoramiento (acumulación) y la inversión especializada, así mismo, el surgimiento de un
sistema financiero y el crédito de financiamiento que permitiría la recuperación de lo
invertido, no solo al capitalista inversor, sino también al capitalista financista.

Aunado a esto, se rompe con la trampa de la alimentación, caracterizada por el


bajo nivel de energía humana existente por la baja alimentación; y a su vez, la limitada
utilización del trabajo, que se resume en unos limitados recursos (salarios) que mantienen
un bajo nivel de ingreso destinado para el consumo de esos mismos alimentos. La
revolución agrícola, revierte esta dinámica y genera, trabajadores más capaces, más
productivos, y al mismo tiempo la posibilidad de crecimiento del factor trabajo mediante
el crecimiento poblacional, generado por las mayores posibilidades de alimentación y al
mismo tiempo, las medidas sanitarias tomadas, que a su vez, surgen por la libertad de los
hombres en favor de la inquietud y la innovación, que permitirían el cambio tecnológico
suficiente y la utilización del método científico moderno.

Como se puede ver, el cambio generado por lo que usualmente se acepta como
“Revolución industrial” no fueron solo económicos, productivos, sino también sociales,
intelectuales, comerciales, agrícolas y políticos (Cameron, 1993; citando a Ashton, 1948)

Conclusiones

Como se ha visto, el proceso humano es complejo, por dinámico, pero al mismo


tiempo inquietante. Los desafíos a los que se enfrenta la humanidad con un panorama
hacia 2030, no son novedosos, a lo largo de la historia, el ser humano ha experimentado
cambios drásticos y si se quieren, radicales; que lo han hecho adaptarse.

Hay un común denominador en estos procesos: la necesidad de la Libertad


Humana, en los diferentes grados y en base a las condiciones históricas existentes, puesto
que no es lo mismo entender la libertad humana en una sociedad primitiva que en la
sociedad actual, así como la necesidad del comercio, dependiente también del concepto
de libertad.

La libertad humana es lo que ha permitido el desarrollo histórico de la humanidad.


Las diferentes “facetas” o presentaciones de la libertad pueden garantizar las
trasformaciones necesarias en las formas de hacer, ver y saber el mundo. No puede
confundirse el concepto o la vivencia misma de la libertad en un mundo feudal a un
mundo contemporáneo, de la misma forma en que se viviría en una estructura primitiva o
esclavista. Todos tienen una característica diferencial.

Los temores son humanos y son comunes, las trasformaciones son comunes, las
formas de ver el mundo son continuamente mutables, pero en todo, el uso de la libertad
humana y de las capacidades mismas, garantizar la preparación adecuada para enfrentar,
socialmente los cambios.

Referencias

Ashton, T. S. (1948). The Industrial revolution 1760-1830. Oxford: Oxford Press

Cameron, R. (1993). A concise economic history of the world: from Paleolithic


times to the present. Second edition. Oxford: Oxford University Press.

Gómez, A. (2017). Economic History. Curso del PhD in Economics. Buenos Aires:
SMC University. No publicado.

Roll, E. (1936 (1993). Historia de las Doctrinas Económicas. México: Fondo de


Cultura Económica.

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