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¿Qué se entiende por Democracia en Argentina?

Una aproximación a la construcción de las ideas de Democracia y lo democrático


Argentina 1983-1989
Lic. Silvia Loyola

“(…) 100 años de libertad, paz y democracia…”


Raúl Alfonsín
(Discurso del 10 de Diciembre de 1983)
Introducción:
Este ensayo pretende ser una reflexión sobre el sentido de la Democracia en
Argentina, teniendo en cuenta que ha pasado ya más de un cuarto de siglo de aquella
epopeya histórica que significó el retorno al Estado de Derecho después de un largo
período de alternancia de gobiernos civiles y militares, caracterizados por la violencia
sistemática y generalizada. En ese largo proceso de re-construcción democrática, la
sociedad argentina transitó por experiencias económicas y sociales que pusieron en
duda aquella idea alfonsinista de que con la democracia se comía, se educaba, se
curaba…
“Vamos a vivir en libertad. De eso, no quepa duda. Como tampoco debe
caber duda de que esa libertad va a servir para construir, para crear, para
producir, para trabajar, para reclamar justicia - toda la justicia, la de las leyes
comunes y la de las leyes sociales -, para sostener ideas, para organizarse en
defensa de los intereses y los derechos legítimos del pueblo todo y de cada
sector en particular. En suma, para vivir mejor; porque, como dijimos muchas
veces desde la tribuna política, los argentinos hemos aprendido, a la luz de las
trágicas experiencias de los años recientes, que la democracia es un valor aún
más alto que el de una mera forma de legitimidad del poder, porque con la
democracia no sólo se vota, sino que también se come, se educa y se cura.” 1

Frente al clima enfervorizado de la Argentina de 1983, la realidad pondría en


evidencia que la consolidación de la democracia implicaba mucho más que
voluntarismo político y que el solo retorno a la vida democrática no alcanzaba como
garantía de paz y desarrollo, prontamente los avatares obligarían a avanzar sobre
transformaciones estructurales, que no fueron tan fáciles de llevar adelante dado el
arraigo de modelos liberales en alianza con sectores desestabilizadores, sumado a las
décadas de ejercicio de la violencia como sustituto de formas de vinculación basadas en
el respeto y el consenso.
En ese contexto, nos preguntamos sobre la idea de democracia que se instaló en
la sociedad argentina y su correspondencia con el ejercicio de “lo democrático” 2 en el
1
Alfonsín, Raúl (1983) Discurso inaugural de las Sesiones del Congreso. Disponible en:
http://ricardobalbin.tripod.com/alfonso.htm
2
Hacemos la distinción entre democracia entendida como poliarquía, según los criterios de Dahl
(,Polyarchy: Participation and Opposition, Yale University Press, New Haven, 1971) y lo democrático
marco de la ciudadanía argentina de transición, considerando que tanto la idea de
democracia como de lo democrático no son conceptos dados, que se imponen por el
simple hecho del acto electoral de una vez y para siempre, sino que se van construyendo
de acuerdo a las vicisitudes del acaecer histórico.
Este trabajo no pretende ser un ensayo de teoría política, pues lejos estamos de
ello, sino más bien intentar un cruce entre algunos conceptos de dicha teoría con el
análisis histórico. Buscamos remarcar el sentido procesual y de construcción social de la
democracia, y en ese sentido retomamos la periodización que reconoce un momento de
Transición —desde la derrota de la Guerra de Malvinas en junio de 1982 hasta el
traspaso del poder por parte de Ricardo Alfonsín a su sucesor electo, Carlos Saúl
Menem, en julio de 1989—, a la vez que reconocemos un quiebre hacia 1987 en torno a
la concepción de democracia y de lo democrático, ya que ese año fue clave en cuanto a
la relación con las Fuerzas Armadas (recordemos el levantamiento Carapintada de
Pascua de 1987) y la política de DDHH, uno de los ejes políticos del gobierno radical de
transición. Por otro lado, el control del rebrote inflacionario y la necesidad de
profundizar el reajuste que se había iniciado en junio de 1985 con la aplicación del Plan
Austral, se hizo más acuciante durante los últimos dos años de la gestión alfonsinista; y
no se puede obviar la derrota electoral de la UCR en los comicios de septiembre para la
renovación parcial de los cargos legislativos, que cambió por completo las fuerzas de
poder en el Congreso nacional.3
Para llevar adelante esta reflexión revisaremos los discursos de campaña y
primeros presidenciales de Raúl Alfonsín, así como sus spot de campañas, y entrevistas
realizadas por Clarín. com durante el año 2008 a distintas personalidades que fueron
protagonistas del período, en homenaje a los 25 años de la democracia argentina.

¡Ahora Alfonsín!4

como el ejercicio ciudadano, la participación, la cultura democrática más allá del sistema republicano.
3
Dice Liliana de Ritz: “Los comicios de 1987 pueden ser interpretados como el fin de un ciclo no solo
por los cambios en la configuración y el lugar del Congreso en el sistema político, sino también porque
clausuran una etapa decisiva de la instalación del gobierno democrático, por primera vez desde el
derrocamiento del peronismo en 1955, un gobierno constitucional logra sortear la acechanza de las
elecciones a los cuatro años de gobierno.” “La Argentina de Alfonsín: la renovación de los partidos y El
Parlamento” Documento Cedes/19 1989 Pág. 5 Disponible en:
http://201.231.178.100/publicacione/doc_c/doc_c19.pdf
4
Spot de la campaña electoral de la UCR en 1983.
La Guerra de Malvinas dio inicio al fin de la dictadura argentina que desde 1976
controlaba de hecho el gobierno del país. Dante Caputo 5 recordaba aquellas instancias
como cruciales para la transición democrática, poniendo en evidencia la conciencia
histórica de Raúl Alfonsín en torno al conflicto bélico y la importancia de oponerse a él
en tanto y en cuanto ese sería su salvoconducto como constructor y guía de ese proceso
de apertura hacia la vida democrática. 6 Esta necesidad de presentarse como el
conductor, o el fundador de un nuevo régimen político sería crucial en el primer
momento transicional, lo que de alguna manera lo acercaba a la idea peronista de
democracia pero con el estilo moralista del radicalismo a decir de Horacio González:
“Esa fue la excepcionalidad alfonsinista: reiteraba la democracia de
iguales y la hacía parecida a la fundación peronista, que tenía algo que estaba
por detrás o fuera del sistema y venía a salvarlo. Entonces todas esas
discusiones, en los términos de Alfonsín, rescataban todo lo que el peronismo no
había podido dar o había fracasado, en nombre del fundador. Digamos que, en
forma tibia, el alfonsinismo venía a proponer lo mismo pero con una sociología
o una semiología que, con buen tino, hizo caminar paralelamente al moralismo
radical.”7

En ese contexto fundante, o re-fundante, Raúl alfonsín —y con él toda la


sociedad argentina— creían fervientemente que la vuelta a la vida democrática era la
garantía para el desarrollo y el bienestar de nuestro país. En esa perspectiva, la
reconstrucción de las instituciones era el paso fundacional de la nueva democracia y se
concebía como una responsabilidad de todos:
(…) Ahora somos nosotros, el conjunto del pueblo, quienes vamos a
decir cómo se construye el país. Y que nadie se equivoque, que la lucha electoral
no confunda a nadie; no hay dos pueblos. Hay dos dirigencias, dos posibilidades.
Pero hay un solo pueblo.”8

Desde un comienzo existió una apelación a unidad, a la nación como superadora


de antagonismos ideológicos y de clase, y de esa manera marcaba una forma de ser
“democrático” que pusiera el valor nacional por encima de cualquier particularismo:
“La democracia aspira a la coexistencia de las diversas clases y actores
sociales, de las diversas ideologías y de diferentes concepciones de la vida. Es

5
Ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de Alfonsín, ocupó ese cargo durante todo el gobierno.
Canciller.
6
Cf. Entrevista realizada por Horacio Bilbao, publicado por “1983” el 9 de diciembre de 2008 (Video).
Disponible en: http://blogs.clarin.com/1983/posts
7
Entrevista de S. Shmucler Revista La Intemperie, consultado en: Río Negro On line, domingo 6 de
agosto de 2006. Suplemento debates. Disponible en:
http://www.rionegro.com.ar/diario/debates/2006/08/06/2593.php
8
Discurso del 27 de octubre de 1983 Disponible en:
http://www.nocturnabsas.com.ar/forum/historia/250700-alfonsin-discurso-que-hizo-llorar-a-pais.html
pluralista, lo que presupone la aceptación de un sistema que deja cierto espacio a
cada uno de los factores y hace posible así la renovación de los partidos y la
transformación progresiva de la sociedad.”9

En ese sentido Raúl Alfonsín delineaba una nueva ética política que era más que
una ideología, se trataba de una ética que avanzaba sobre la violencia y la corrupción de
otras épocas y comprometía a todos los argentinos sin banderías de ningún tipo:
“Ayer pudo existir un país desesperanzado, lúgubre y descreído: hoy
convocamos a los argentinos, no solamente en nombre de la legitimidad de
origen del gobierno democrático, sino también del sentimiento ético que sostiene
a esa legitimidad”10

La ética alfonsinista tenía que ver con la esperanza en la vida democrática y la


responsabilidad civil de sostenerla, que durante el período de campaña se percibió en
frases tales como: “Más que una salida electoral una puerta a la vida. RA” o “Afíliese
a la esperanza”, que daban cuenta del convencimiento de que la Democracia y el
restablecimiento de las instituciones republicanas eran garantía de la transformación del
país, por lo que el compromiso era mantener el orden institucional cuya legitimidad
estaba dada por las urnas.
“Tenemos el inmenso privilegio, entre los países del mundo, de disponer
de un territorio extenso y lleno de posibilidades que esperan ser explotadas.
Frente a un pueblo que despliegue con vigor su capacidad de trabajo y vaya
construyendo piedra sobre piedra su futuro, impidiendo que nadie, nunca más,
venga a destruir lo que vaya haciendo, no hay dificultad que no pueda superarse.
Éste es nuestro propósito, ésa es la voluntad en que nos empeñaremos todos los
argentinos, ése será nuestro gobierno.”11
La legitimidad de su gobierno tenía, pues, dos bases: por un lado, la ética que
acabamos de describir, y por el otro el sufragio. Sobre éste último, Alfonsín definiría el
sentido de ser democrático:
“El sufragio tiene diversos sentidos simultáneos. Por una parte, el voto
implica la posibilidad de que gobierne el pueblo y de que el Estado sea
independiente. Por otra parte, expresa la existencia de una regla para obtener
legitimidad, ya que el pueblo no puede expresarse por sí mismo y el llamado
espontaneismo nunca existe en la realidad. A través del sufragio, el pueblo tiene
la forma de elegir a sus gobernantes y a sus representantes.” 12

Ambos sentidos: Gobierno del pueblo y Estado independiente encontraban su


cohesión en la tradición irigoyenista:
9
Discurso de apertura de sesiones. Op. Cit.
10
Discurso de apertura de sesiones.
11
Ibíd.
12
Ibídem.
“Venimos de un movimiento que no luchó en 1890 para ser gobierno,
porque eso hubiera implicado establecer el principio de que el poder, como
decían los guerrilleristas de hace diez o doce años, estaba en la boca de los
fusiles. Al gobierno no se lo podía elegir a través de un levantamiento, por
popular que fuese. Se luchó para que hubiese elecciones libres (…) Ese concepto
fue objetado ya desde 1890, y fue objetado en medio de una revolución. La
violencia era el régimen, y esa violencia del régimen no debía ser reemplazada
por otra de distinto signo, sino por el sufragio.”13

En ese sentido, como manifiesta Martina Garategary durante el primer


alfonsinismo se instaló como un imaginario de redención, que no solo era el
pasaje de un régimen político a otro, sino la transformación de un paradigma
asociado a las practicas autoritarias y a la reivindicación de la violencia, a otro
vinculado al primado del Estado de derecho, el consenso, la revalorización del
pluralismo social, y una cultura tolerante y democrática.14
Alfonsín ponía en evidencia que el cambio era político, puesto que la naturaleza
ya nos había brindado todo lo necesario para el desarrollo, solo faltaba el marco
democrático para asegurar a todos los argentinos el bienestar al que por condiciones
naturales del territorio estábamos llamados. Se fue encarnando el convencimiento de
que el sufragio era el pase del país al mundo civilizado a la vez que garantía de
soberanía; el sufragio se constituía en basamento de la Constitución y su ejercicio, con
vigencia/ permanencia en el tiempo, era concebido como acto redentor en la medida que
el pueblo —como ciudadanía participante— sostenía desde su ejercicio cívico el
régimen republicano, el marco institucional, el orden de derecho:
“Mucha gente no sabe qué significa vivir bajo el imperio de la
Constitución y la ley, pero ya todos saben qué significa vivir fuera del marco de
la Constitución y la ley”15

El sufragio, pues, como acto redentor cívico, conducía a la otra pata de la


democracia refundada: la representación política, que involucraba la ética del
representante elegido, el compromiso de crear las herramientas legales para hacer
posible ese desarrollo. En esos dos fundamentos se afianzaba —para Alfonsín— la
seguridad nacional, diferenciándose, así, de un régimen que a partir de una
“feudalización del poder” había llevado adelante un terrorismo de Estado que equivalía
a la inseguridad civil. El concepto de seguridad, para el radicalismo alfonsinista, iba —

13
Discurso de apertura de sesiones…
14
Garategaray, Martina “Peronismo y Democracia. La revista Unidos en el debate” En: Historia
Política.com Disponible en: http://historiapolitica.com/datos/biblioteca/garategaray.pdf
Intelectuales http://www.fisyp.org.ar/Intelectuales%20y%20politica.pdf
15
Discurso de apertura de sesiones.
incluso— más allá de la garantía de los derechos humanos, pues avanzaba hacia la
concreción de los derechos sociales, económicos y culturales, siendo, en esa línea, el
gobierno el cabal responsable, en última instancia, de mantener el marco institucional
que los hiciese posible.16
A tal efecto, Alfonsín proponía una “planificación democrática” y una
“administración política”, cuyos objetivos eran:
“(…) racionalizar el uso de recursos escasos, establecer las metas
prioritarias, escoger entre las diversas opciones con el fin de sortear con éxito un
contexto adverso, tanto en el plano interno como en el plano externo (….) La
finalidad del plan es doble. Por un lado, servir a la formulación de políticas
públicas y otorgar transparencia a los actos de gobierno, de manera que la
ciudadanía disponga de información para evaluar su gestión. Por otro, contribuir
a movilizar el apoyo solidario de los diversos grupos sociales al esfuerzo que
plantean las dificultades del presente y la construcción de un orden económico y
social que garantice el crecimiento, el acceso de la población a los bienes
públicos y la autonomía de decisión nacional.”17

La administración política se construía sobre la base de la ética antes señalada,


por ende la coherencia y la transparencia de los actos de gobierno, así como la
publicidad de dichos actos, debían ser de carácter obligatorio en el proceso de
transición, consolidándose como el fundamento del nuevo régimen político que
reemplazaría al régimen autoritario y violento de la dictadura. Todo lo cual, implicaba
una profunda transformación del Estado, que se llevó adelante desde la Presidencia de la
Nación, a partir de la creación de la Secretaría de la Función Pública, organismo
responsable de la promoción, gestión y seguimiento de las acciones orientadas a la
transformación del Estado, de importancia capital en el nuevo orden democrático.
Sostener el marco institucional, es decir el régimen político, fue el objetivo
político más importante de la gestión de Raúl Alfonsín, y para cumplirlo fue necesario
que se construyera a sí mismo como conductor de este proceso de destitución
autoritaria/restauración democrática18, entendiendo ambos momentos como las dos caras
de un mismo proceso, dentro del cual la centralidad de la figura de Alfonsín fue crucial
para la consolidación de la democracia en Argentina recuperada:
“Y el símbolo que coronará nuestros esfuerzos, que expresará mejor que
ningún otro la autoridad, la paz, la tolerancia, la continuidad del trabajo
fructífero de la Nación, lo veremos dentro de seis años, cuando entreguemos las

16
Discurso de apertura de sesiones.
17
Ibíd.
18
Conf. Russo, Juan Dossier del curso “Calidades de democratización. Una perspectiva comparada” 27-
28-29 de Julio de 2009 Doctorado en Estudios Sociales Latinoamericanos- CEA/UNC- “2. Destitución
democrática”
instituciones intactas, la banda y el bastón de Presidente a quien el pueblo
argentino haya elegido libre y voluntariamente (…).”19

La construcción de Raúl Alfonsín como líder/conductor de la transición


democrática descripta, fue sin duda un acierto político de la Unión Cívica Radical y del
equipo de publicidad liderado por David Ratto, encargados de hacer coincidir la
necesidad de un conductor con la persona de Raúl Alfonsín. Sin embargo, no solo el
acierto de la campaña fue mérito de los radicales, sino que se correspondió, a su vez,
con la debilidad del peronismo, que capturado en la imagen de Perón conductor 20, llevó
adelante una campaña cuyos candidatos se perdían frente a su vocación movimientista y
la falta de carisma de ellos mismos: “Luder-Bittel el pueblo al poder” o “el 30 de
octubre será la victoria peronista, la victoria del pueblo argentino, de la unidad
nacional, de la liberación, de la revolución en paz”21, fueron lemas que priorizaron la
construcción colectiva frente a una figura carismática, buscando reafirmar su seguridad
electoral en la tradición del partido: “Las fantasías políticas terminan cuando empieza
la realidad del peronismo. Somos el partido más grande de occidente”, esta idea de
campaña sería reforzada por Luder en su discurso de final de campaña, el 28 de octubre
de 1983, al expresar:
"Aquí está el peronismo, consciente de la respuesta que le cabe dar
como fuerza mayoritaria política y de los derechos que le caben. (...) junto a
nosotros están como siempre las grandes mayorías populares que han
permanecido fieles a las causas nacionales." 22

Esta debilidad del peronismo se convirtió en la fortaleza del Radicalismo, quien


supo sacar partido de las cualidades personales de Alfonsín y hacer de ellas el eje de la
campaña. Fue así como la oratoria, la gestualidad y el trato franco y directo del
candidato se constituyeron en la garantía del cambio: “Más que una salida electoral, es
una entrada a la vida. Ahora Alfonsín. UCR”23. El cambio que se prometía se
identificaba/asociaba a la persona de Alfonsín, lo que quedó claramente expresado en
las siglas R.A que aludían tanto a República Argentina como a Raúl Alfonsín. Sostener

19
Discurso de apertura de sesiones diciembre de 1983.
20
Un volante explicativo en relación al corte de boletas del partido Justicialista expresaba: “Compañero:
¡rompa la trampa! Retire las boletas de la Unidad Básica y el 30 reviente las urnas. Luder-Bittel nación,
Herminio Iglesias Gobernador. EL TRIUNFO DE PERÓN” (mayúsculas y negrita en el volante)
21
Todos los afiches y volantes de publicidad política utilizados en este trabajo se encuentran disponibles
en: WWW.publicidadpolitica.com.ar
22
Disponible en: http://blogs.clarin.com/themes/1983
23
Afiche de campaña 1983. Carlos Gorostiza, quien fuera luego Secretario de Cultura se adjudica el lema:
“Ahora Alfonsín”. Conf. http://blogs.clarin.com/1983/tag/carlos-gorostiza/
y llevar adelante las promesas de cambio sería lo que hiciese fluctuar el centralismo de
Alfonsín durante el período de transición democrática, llevándolo a su declive a
mediados de 1989.
“Ganamos, pero no derrotamos a nadie. ¡Ahora Argentina! R.A”24
Tomando como referencia las tres dimensiones que caracterizan al proceso de
destitución autoritaria, citada por el Dr. Russo 25, a saber: (a) proceso de deslegitimación
(orden simbólico); (b) proceso de derogación del marco jurídico autoritario (orden
normativo); y, (c) Lealtad-deslealtad de los actores políticos (compromiso ético con el
nuevo régimen), podemos analizar cómo Raúl Alfonsín pudo timonear el proceso de
transición para alcanzar su objetivo político de traspasar el poder democráticamente.
En primer lugar, podemos argumentar que siguió la línea simbólica que lo
identificaba con las expectativas democráticas de todos los argentinos, para lo cual sus
medidas de carácter político fueron conciliatorias, buscando comprometer a todos los
actores en la tarea de estabilización del sistema democrático. Se construyó una imagen
de una democracia débil por su juventud a la que se debía cuidar frente a la amenaza —
siempre latente— de factores desestabilizadores que buscaban volver a las épocas
oscuras de violencia. En este sentido se obtuvo rédito político del gesto violento de
Herminio Iglesias26 al quemar un ataúd con los colores de la UCR (acto de cierre de
campaña de 1983 del Movimiento Justicialista) tanto como de la conflictiva relación
que se entablaría con Saúl Ubaldini, a quien se le atribuía haber expresado que
“Pararemos el país cuantas veces sean necesarias”, generando un clima de conflicto al
que Alfonsín respondió catalogando las expresiones del sindicalista de una “broma
macabra”. El resultado de este enfrentamiento significó un punto para el presidente,
puesto que Ubaldini tuvo que salir a explicar que no era un desestabilizador:
"Me malinterpretaron (…) yo dije que jamás vamos a arriar nuestras
banderas en defensa de los derechos de los trabajadores, y que nos hemos
proclamado ampliamente democráticos. Daremos nuestros puntos de vista, pero
sin desestabilizar".27

24
Afiche que salió después del triunfo electoral de 1983.
25
Dossier ya citado.
26
“(…) mi optimismo se reafirmó cuando asistí al gigantesco acto sobre la Avenida Nueve de Julio y,
sobre todo, cuando millones de compatriotas (y también yo) comparamos la dignidad de esa
manifestación con el patibulario rito de Herminio Iglesias en el cierre de la campaña peronista” Félix
Luna, “Un sentimiento que reunió a vencedores y vencidos” Nota publicada en La Nación el 26 de
Octubre de 2003. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=538885
27
Disponible en: http://blogs.clarin.com/1983/2008/11/11/cruce-entre-ubaldini-y-alfonsin Realizó 13
paros generales al gobierno de Raúl Alfonsín.
En tal sentido, el aporte de los intelectuales reunidos en el “Grupo Esmeralda”,
liderado por Juan Carlos Portantiero y Emilio de Ipola, contribuyó a afianzar la idea de
la democracia como valor en sí mismo. Este grupo venía desde fines de los 70 llevando
adelante una crítica a la izquierda revolucionaria y sumándose a la filas de una
democracia entendida como “una conquista de la acción política de las masas en su
proceso de auto-liberación”.28 Ciertamente, no fueron los únicos intelectuales
motivados29: Beatriz Sarlo recuerda el entusiasmo del triunfo electoral de Alfonsín
como un hecho democrático en sí mismo, que alegraba incluso a aquellos que por ser
históricamente peronistas habían votado a Luder, y que entusiasmaba a los que aún
quedaban en el exilio, sobre todo en México30
Frente a ese imaginario esperanzador que crecía en Argentina, Alfonsín
necesitaba crear herramientas jurídicas (orden normativo) que, por un lado, afianzaran
la Democracia y por el otro reemplazaran la normativa de la dictadura deslegitimada por
el orden constitucional. En ese sentido se comprenden los Decretos 157 y 158 que
ordenaban el enjuiciamiento de los líderes guerrilleros de ERP y Montoneros, y a las
Juntas Militares, creándose, además, la CONADEP (Comisión Nacional sobre la
desaparición de personas) . Este fue el acto político que a cinco días de asumir
confirmaba a los argentinos la voluntad de Alfonsín de llevar adelante un verdadero
cambio, “una puerta a la vida” como había prometido en campaña y se percibía como
el umbral de la Democracia. 31
No obstante el clima de esperanza que dominaba el momento, algunos supieron
estar alertas ante las ambigüedades de Alfonsín. Adolfo Pérez Esquivel, explicaba así
las razones de sus discrepancias:
28
Casco, José María “Juan Carlos Portantiero: la persistente vocación intelectual de la sociología
argentina” en: nomadas@ucentral.edu.co
29
Esta fuerte convicción estaba presente en las ciencias sociales de la época, ejemplo de ello son entre
otros escritos (los cuales no agotan la larga lista): Portantiero Juan Carlos (1984): “La democratización
del Estado”. Revista Pensamiento Iberoamericano. Número 5. Buenos Aires. Argentina; Grossi María y
Dos Santos Mario (1984): “La concertación social. Una perspectiva sobre instrumentos de regulación
económico-social” en Oszlak Oscar (compilador): “Proceso,crisis y transición democrática”. Tomo I.
Centro Editor de América Latina. Buenos Aires. Argentina, O´Donnel Guillermo y Schmitter Philippe
(1989):”Transiciones desde un gobierno autoritario”. Editorial Paidós. Buenos Aires. Argentina; Floria
Carlos (1988): “La transición hacia la democracia pluralista” en Pinto Julio (compilador): “Ensayos sobre
la crisis Argentina”. Tomo II.Centro Editor de América Latina. Buenos Aires. Argentina; Agulla Juan
Carlos (1996): “Ideologías políticas y Ciencias Sociales. La experiencia del pensamiento social argentino
(1945-1995)”. Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires. Buenos Aires. Argentina; Fernández
Arturo (2002): “La ciencia política en la Argentina. Dos siglos de historia”. Ediciones Biebel. Buenos
Aires. Argentina.
30
Entrevista a Beatriz Sarlo realizada por Franco Trochia para Clarín.com Disponible en:
http://blogs.clarin.com/1983/2008/11/27/obediencia-debida-y-punto-final-detuvieron-avance-
democratico/
31
Ibíd.
“(…) Me llamó para integrar una comisión que después fue la
CONADEP pero puse condiciones, una sola condición, que todo pase a la
justicia federal y no a la justicia militar, y… por ese motivo, al no aceptarlo
Alfonsín no acepté integrar la CONADEP. Que la democracia no es un hecho
electoral solamente, va mucho más allá, significa el derecho y la igualdad para
todos no para algunos. Y lamentablemente Alfonsín no tuvo el coraje de asumir
ese desafío histórico… bien, estuvieron los juicios a los militares que fueron por
la fuerte presión de organismos de derechos humanos y la presión internacional,
porque Alfonsín esperaba que los militares se juzguen a sí mismos, pero después
de casi tres años… nosotros ya sabíamos que los militares no podían ser juez y
parte y aquí vinieron todas las frustraciones…”32

Por su parte, las Madres de Plaza de Mayo también reconocen el entusiasmo que les
generaba Alfonsín y la democracia que se iniciaba, pero sin dejar de señalar la incertidumbre
que algunas de sus acciones les despertaban, pues si bien fueron recibidas por el presidente,
prontamente hubo signos de que los cambios no serían tan profundos como se habían prometido
en campaña: “ese jueves comenzaba una nueva lucha”, recuerda Hebe de Bonafini, quien
resalta como principal signo de la ambigüedad alfonsinista, el acto de recibir la banda
presidencial de manos del dictador Bignone; pero más grave aún —y en relación a sus
demandas— fue la sanción de Ley de presunción de fallecimiento (que sostenía que todo
desaparecido por más de seis años era considerado fallecido: “(…) la aparición con vida era
una consigna a la que no íbamos a renunciar”, rememora Hebe.33
No obstante, la mayoría de los argentinos apoyaban el accionar del gobierno que
claramente tendía a diferenciarse del autoritarismo de la etapa anterior haciendo hincapié en el
Imperio de la Ley como el camino de alcanzar la pacificación nacional. Ricardo Alfonsín (h)
remarca que la seguridad en aquel entonces era acabar con la violencia del Estado, era poner fin
al miedo al terrorismo de Estado: desapariciones, torturas, asesinatos y en ese sentido se
accionaba políticamente, aún a riesgo de no conformar a todos y de la permanente posibilidad
de conflicto.34
El gobierno de Alfonsín estuvo signado por tres cuestiones ineludibles: (a) el juicio a las
juntas; (b) los derechos humanos; y, (c) el subordinamiento de las fuerzas armadas al orden
cívico. La Resolución de estos problemas aparecían como fundamentales en relación a la
preservación de la democracia recién recuperada y del orden institucional que la sostenía. Sería
en torno a dicha resolución que Alfonsín, más allá de toda disidencia, alcanzaba el apoyo
mayoritario de la ciudadanía argentina durante los primeros tres años de la transición. El
ministerio de Defensa, reestructurado, fue el instrumento que permitió el adecuamiento de las
fuerzas armadas al orden democrático:
32
Entrevista realizada por Horacio Bilbao para Clarin.com Disponible en:
http://blogs.clarin.com/1983/tag/adolfo-perez-esquivel/
33
Entrevista realizada por Horacio Bilbao para Clarin.com Disponible en:
http://blogs.clarin.com/1983/tag/hebe-de-bonafini/
34
Entrevista a Ricardo Alfonsí, Roberto Perdía y Miguel Antín por María Farber para Clarin.com
Disponible en: http://blogs.clarin.com/1983/tag/roberto-perdia/
“Había que (re) ocupar a las FFAA para que no tengan incidencia
dentro del ámbito interno, y de esta manera el control político y la sociedad civil
se encontrasen más tranquilas. El punto del control civil era crear seguridad
subordinada al mayor propósito de la nación, los militares debían defender la
sociedad, no definirla”35

El otro frente que debió afrontar Alfonsín fue el económico, donde no era tan fácil
alcanzar un consenso entre partes con fuertes intereses contradictorios en un marco de crisis con
apariencia de permanente (muchos han sostenido que las sucesivas crisis económicas del país
marcaron el ritmo de la democracia argentina desde 1983 al presente). Inflación (más del 20%)
y Deuda Externa (45 mil millones) eran los ejes de la problemática estructural de la Argentina
post dictadura que había hecho aumentar significativamente la brecha entre ricos y pobres, y
que continúa hasta la actualidad.36
En junio de 1985, Alfonsín anunció un nuevo plan económico para hacer frente a dichos
problemas: el Plan Austral. La moneda nacional cambió el nombre: de peso argentino pasó a
llamarse Austral. El Austral equivalía a 1.000 pesos argentinos, con una cotización con respecto
al dólar de (tipo de cambio fijo) de 0,80 centavos. Las principales medidas incluidas del plan
eran: (a) control de los precios de los productos y tarifas de los servicios públicos; (b)
congelamiento salarial; y; (c) no emisión monetaria. Estas medidas tenían por objetivo la
reducción de la inflación y en cierta forma, respondían a condicionamientos del FMI como
exigencia para continuar las negociaciones de re - escalonamiento del pago de la deuda externa
que vencía ese año y el otorgamiento de un crédito suplementario de 4.200 millones de
dólares.37
El éxito inicial del Plan Austral tuvo repercusiones positivas en las elecciones
legislativas de noviembre de 1985, en las que la UCR reforzó su mayoría absoluta en la Cámara
de Diputados manteniendo intactas sus 128 bancas y ganó, además, 17 de las 23 gobernaciones,
incluyendo la Capital Federal, lo que podía percibirse como un signo de que la sociedad
argentina seguía manteniendo su confianza en el gobierno de Alfonsín. No obstante, a finales de
1986 el Plan Austral se mostraba agotado, la nueva moneda nacional se desvalorizaba
rápidamente y la inflación reapareció, a partir de lo cual la reforma neoliberal fue inminente.
Alfonsín con conciencia de la situación lo expresaba desde el balcón de la Casa Rosada, el 23
de mayo de 1986:

35
Baisotti, Pablo (2006) “La política de distensión a partir de los años 80 y el surgimiento de la sociedad
civil en la Argentina” En: Investigaciones Sociales Año X Nº 17, Págs. 505-522 Cita en la Pág. 507 a
KOHN Richard, How the democracies control the military, Journal of Democracy 8.4, 1997 Págs. 140-
153.
36
Conf. Vázquez, Juan Cruz (2004) “Economía de Democracia en Argentina: 1983-2003” En:
Documento de Trabajo Nº 20 (ISSN 1850-2547 en línea) Jornada: “La Democracia y sus 20 años”
Facultad de Derecho y Ciencias Sociales Universidad de Belgrano. Disponible en:
http://www.ub.edu.ar/investigaciones/dt_nuevos/120_varios.pdf
37
Ibíd.
“¡Qué les vamos a contestar a los que padecen en la Argentina! ¡Qué les
vamos a decir a los hombres y mujeres de escasos recursos, a los jóvenes que
buscan una oportunidad! ¿Les vamos a decir que las cosas son así y no podrán
mejorar? ¿Les vamos a decir, por el contrario, que la solución es fácil? ¿Los
vamos a engañar con promesas demagógicas? Ni lo uno ni lo otro. Hay que
explicarles que el país está mal, que el país está arruinado, pero que a través del
esfuerzo de todos, les vamos a brindar el futuro que la patria reclama.” 38

Con respecto a la deuda externa, la cuestión no solo tenía su lado económico sino que se
acentuaba su perfil político, un amplio espectro político y también social, la concebía como el
origen de los padecimientos del país. Pérez Esquivel expresaba, 25 años después, que Alfonsín
—como ningún otro gobierno constitucional posterior— pudo definir el tema de la ilegitimidad
de la Deuda Externa, pero no lo hizo, no supo estar a la altura de las circunstancias. 39 En el
imaginario social plasmado en consignas políticas, la deuda externa era sinónimo del hambre
del pueblo, por un lado, y testimonio de viejos contubernios en algunos sectores económicos y
políticos que habían hecho que una deuda privada pasase como deuda de todos los argentinos.
Podemos observar que los primeros años de la gestión alfonsinista fueron claramente
dominados por la tendencia institucionalista que veía en el presidente el principal sostén de un
aparato que aún se estaba erigiendo. En ese sentido, a pesar de las dificultades estructurales que
presentaba la economía, urgía la necesidad de apuntalar las instituciones. Esta tendencia se
percibe claramente en relación con el proceso de “destitución autoritaria”, que desde la
perspectiva de Juan Russo, conlleva altos costes para el partido o el líder que lo lleve a cabo,
haciendo necesario que el análisis del liderazgo de Alfonsín sea enmarcado en un contexto de
“consolidación democrática conflictual”, que se caracterizan por una permanente tensión e
incompatibilidad entre los distintos actores políticos en relación a acciones de gobierno y
estrategias, acompañadas de mutuas deslegitimaciones, implicando una construcción de
liderazgo siempre en confrontación; por otro lado, el proceso de consolidación democrático en
Argentina, a diferencias de otros igualmente conflictuales, se caracterizó por incluir a la
oposición, lo que le permitió al peronismo legitimarse como alternativa a medida que Alfonsín
iba perdiendo credibilidad.40

“La casa está en orden” 41


38
Disponible en: www.ucr.org.ar/public/documentos/alfonsin2.doc
39
“(…) ningún gobierno tuvo voluntad política ni coraje para hacer una auditoría sobre la deuda externa,
cuando era una deuda privada que se traslada como deuda del estado de la época de Domingo Cavallo y
que se fue profundizando, y a pesar de los reiterados llamados tanto a Nestor Kirchner, a Menen, a De la
Rúa, al mismo Alfonsín a hacer una auditoría para ver lo legítimo de lo ilegítimo, y del juicio de
Alejandro Olmos al día de hoy lleva más de 9 años todo en el parlamento sin ninguna investigación… y
se sigue pagando la deuda externa que se ha transformado en la deuda eterna…” Entrevista a Adolfo
Pérez Esquivel ya citada.
40
Conf. Dossier ya citado. “2. Destitución autoritaria” Págs. 3-4
41
Frase célebre con la que Raúl Alfonsín dio por concluido el conflicto de Semana Santa con los militares
“carapintadas” liderados por Aldo Rico.
La crisis económica que se había intentado controlar mediante la aplicación de
los planes Austral y Primavera persistía a pesar del éxito inicial de los mismos, ya que
no habían logrado revertir el proceso inflacionario y la consecuente sensación de
incertidumbre y desconfianza frente a la política económica del gobierno (cuyo respaldo
popular se mantenía —como hemos visto— hasta el primer recambio del congreso en
1985) llevándolo indefectiblemente al fracaso electoral de 1987, elecciones en las que el
peronismo recuperó su impulso triunfalista, más como fruto del descontento con el
gobierno que por una adhesión hacia su proyecto, si es que lo tuviera en dicho
momento.
Sin embargo, en los sucesos de la Semana Santa de 1987 aún se puede percibir
el apoyo institucional al gobierno a pesar de la crisis económica y social que se vivía. A
la distancia, el análisis de los hechos presenta, al menos, dos aristas a tener en cuenta:
(a) por un lado, la resistencia militar al proceso de enjuiciamiento y subordinación de
las fuerzas armadas al orden constitucional, con la fuerte conciencia del poder que aún
conservaban; y, (b) por el otro, el develamiento de que la sociedad argentina no estaba
dispuesta a retroceder en lo avanzado en torno a la consolidación democrática.
Era evidente que el poder militar aún conservaba visos de prepotencia, basado
principalmente en la posesión de las armas, lo que hacía necesario un marco de
negociación urgente como resguardo de la institucionalidad y fuese signo de
conciliación entre la sociedad argentina y sus fuerzas armadas. En este sentido, el
acontecimiento de Semana Santa estuvo signado por simbolismos que trascendían las
pugnas de poder en el contexto de la transición democrática: los “carapintadas”,
liderados por Aldo Rico, tomaron Campo de mayo el 16 de abril de 1987 resistiendo la
citación que la Justicia le hiciera al Mayor Ernesto Guillermo Barreiro (refugiado en el
XIV Regimiento de Infantería Aerotransportada, en La Calera, Córdoba , declarada
también en rebelión) y elevando una serie de exigencias al gobierno constitucional,
dando cuenta de la conciencia de su poder, en las que solicitaban el cese de la campaña
de agresión de los medios de comunicación contra las Fuerzas Armadas, un aumento del
presupuesto para las mismas, la elección de un nuevo Jefe del Estado Mayor del
Ejército (entre cinco postulantes que ellos propondrían) y la exculpación para todos
aquellos que hubieran participado en los hechos que se estaban sucediendo.42
42
Otros alzamientos militares se sucedieron en Monte Caseros provincia de Corrientes; en enero de 1988
Aldo Rico volvió a sublevarse, repudiando la prolongación de su arresto por los hechos de Semana Santa,
las “fuerzas leales” controlaron la situación.. El 3 de diciembre de 1988, el Coronel Mohamed Alí
Seineldín se rebeló en Campo de Mayo trasladándose a los cuarteles de Villa Martelli, como
consecuencia de este hecho el General Caridi fue reemplazado por el General Francisco Gassino, los
La fuerza de los insurrectos tanto como la necesidad de negociación como
amparo institucional, se vieron reflejadas en el hecho de que el propio Alfonsín acudió
a Campo de Mayo, el presidente en persona llevaba adelante el dialogo conciliatorio
dado el peligro del quiebre institucional. La negociación tuvo como resultado el envío al
Congreso del proyecto de Ley de Obediencia Debida promulgada el 8 de junio de 1987.
Esta ley solo preveía procesamiento para quienes se habían desempeñado por encima
del rango de brigadier, es decir aquellos que habían impartido órdenes y que habían
contado con capacidad operativa para ejecutarlas, salvo los casos de delitos de
sustitución de estado civil y de sustracción y ocultación de menores. Se sumaba esta ley
a la de “Punto Final”, sancionada el 24 de diciembre de 1986 y que suspendía los
procesos de enjuiciamiento a los represores, con lo que el gobierno de Alfonsín buscaba
poner un freno a cualquier intento destituyente por parte de las fuerzas Armadas o de
cualquier grupo que apelara a la violencia en un marco constitucional donde ésta no
cabía. 43 Alfonsín afirmaría con posterioridad:
“Las medidas que nosotros tomamos, que lo hicimos con un criterio de
racionalidad, no se compadecían con lo emocional del pueblo en ese momento.
De modo que fue algo que se vio como una enorme frustración, en general, por
todos los argentinos. Acompañado por todas las organizaciones de derechos
humanos y sobre todo por los partidos políticos opositores. De modo tal que
cuando Menem, posteriormente, realiza el indulto se creyó que era mucho menos
grave que lo que yo había hecho. Que por otra parte no era sino cumplir con lo
que había señalado durante la campaña: la responsabilidad principal es de los
que mandan, la segunda de los que se han excedido en el cumplimiento de las
órdenes y la tercera, los que en ese marco de terror que había, creyeron en la
legitimidad de la orden impartida. Entonces, sobre esos yo no quería que
recayera la pena.”44

No obstante, la contracara de este poder militar era el fortalecimiento del sentir


democrático de la sociedad argentina, que a lo largo y lo ancho del territorio nacional se
agolpó en las plazas con el profundo convencimiento de la necesidad de “sostener la
democracia” como tantas veces había clamado el presidente, otorgando con su
participación el apoyo incondicional a Alfonsín como autoridad legitimada

insurrectos buscaban restaurar el honor y la dignidad del personal y la institución militar, reivindicar la
guerra contra la subversión, lo actuado en la guerra de Malvinas y alcanzar una amplia amnistía. La
rebelión como dijimos fue sofocada y los insurrectos juzgados.
43
Conf. Masi Rius, Andrés y Petrel Eraso, Eduardo (2007) “Fuerzas Armadas y Transición democrática.
Argentina, 1983-1989 En: AHOL Nº 13 Págs. 89-97 Disponible en: http://www.historia-
actual.com/hao/Volumes/Volume1/Issue13/esp/v1i13c8.pdf
44
Disponible en: http://www.raulalfonsin.com/su-vida/presidencia-1983-1989
constitucionalmente. El líder, desde el balcón, invitó a la muchedumbre a volver a sus
casas a celebrar las pascuas, esgrimiendo la famosa frase: “la casa está en orden”.
Es importante reconocer, en este punto, que el apoyo popular fue hacia la
autoridad legitimada constitucionalmente, más que al propio Alfonsín, lo que permite
conjeturar un avance en relación al sentido de “lo democrático”, es decir de la cultura
democrática y las prácticas asociadas a ella, que habían solidificado en el pueblo
argentino.
Pero otro acontecimiento sería decisivo en relación al uso de la violencia en el
marco democrático: el 23 de enero de 1989 un grupo de 42 militantes del MTP
(Movimiento Todos por la Patria) tomó la decisión de ocupar por asalto el cuartel
militar del Tercer Regimiento de Infantería Mecanizada de La Tablada (Bs. As.)
apelando a que poseían información sobre un supuesto e inminente golpe de Estado que
estarían gestando militares carapintadas, encontrando justificación para su accionar en
el artículo 21 de la Constitución Nacional que establece la obligación de los ciudadanos
de armarse en defensa de la Nación. Los militantes lograron ingresar al cuartel, pero
tuvieron que enfrentarse durante 30 horas a 3.600 efectivos de la policía y el ejército
que rodearon la unidad. El Ejército recurrió a la utilización de blindados y al bombardeo
del lugar con fósforo blanco, prohibido por Naciones Unidas. Murieron en esta osadía
28 civiles y hubo 3 desaparecidos. Las fuerzas militares y policiales, por su parte,
también tuvieron bajas, pero a causa de sus propios bombardeos. Los militantes
apresados testimoniaron haber sido torturados durante su encarcelamiento, no obstante
la Cámara Nacional de Casación Penal los condenó a distintas penas, basándose en la
Ley de Defensa de la Democracia, mediante la cual los procesados fueron despojados
del derecho a apelación.
A esta altura nada parecía detener la caída del liderazgo de Alfonsín. Esta caída,
sin embargo, no puede ser leída solamente como un fenómeno local, es necesario tener
en cuenta —también— los cambios que se estaban operando a nivel mundial. En el
contexto global se perfilaba el fin del Estado de Bienestar y el auge del Neoliberalismo,
sin esa lectura no es posible comprender el deterioro del primer gobierno democrático
en los últimos años de su gestión. En tal sentido aparece otra incertidumbre en el
horizonte transicional: el anhelo de estabilidad económica.
Se había comprobado con los hechos que la Democracia era un valor al que no
se pensaba renunciar, pero se estaba dudando de la capacidad del gobierno de alcanzar
el desarrollo necesario para el “despegue” económico tan esperado. A pesar de que
algunas transformaciones en relación a la reforma del Estado se habían comenzado,
sobre todo en relación a la reducción del gasto público, el gobierno no contaba tan
siquiera con el apoyo de su propio partido.
El año 1989 —comenzado con el copamiento de La Tablada— fue para Alfonsín
el momento más adverso de su mandato: la continua alza de las tasas de interés, el
agotamiento de las reservas del Banco Central en el intento de mantener el valor del
austral, la crisis energética, el retiro de los depósitos de los bancos por los principales
grupos económicos, la hiperinflación y la pérdida del poder adquisitivo de los salarios,
la remarcación constante de precios, la compra compulsiva de dólares, los saqueos a
supermercados en el gran Buenos Aires, Rosario y Córdoba en el mes de Mayo,
llevaron la situación a un estado de ingobernabilidad. Raúl Alfonsín recordaba aquellos
momentos:
“(…) el problema de la hiperinflación fue grave. Los años 80
fueron gravísimos para toda América latina, debido a los intereses de los
Estados Unidos para cobrar los créditos tomados por los gobiernos
militares. Por otro lado, no solamente se fugaban los capitales que habían
venido, sino también los nuestros. Recuerdo los feriados bancarios que
tuve que decretar varias veces. Luego de las elecciones provinciales del
87 tuve problemas muy serios, con más de 300 episodios de violencia y
tomas de supermercados en todo el país. Hoy veo que todo fue muy
programado por sectores de derecha y carapintadas que levantaban
unidades básicas. La izquierda entró en los episodios, pero cuando vio de
qué se trataba, se retiró. Recuerdo a (el vicegobernador de Santa Fe,
Antonio) Vanrell, que había militarizado el peronismo de la zona de
Rosario, al punto que sé que hasta el propio Carlos Menem se indignó.
Aquello fue tremendo, el sector oeste del Gran Buenos Aires era un caos.
En ese momento percibí que comenzaba a peligrar la democracia. Todos
me pedían la entrega del poder. Por eso hoy me fastidia tanto cuando
dicen que me escapé del poder (…) Me acuerdo de que el propio
presidente Menem dijo que el pueblo se podía cansar y que era necesario
un gesto mío. La CGT también reclamaba la entrega del poder, y todos
los partidos que componían el Frejupo me pedían que renunciara. Intenté
llegar a un acuerdo para manejar la economía en común, que ya estaba sin
manejo. Ya nadie creía ni adentro ni afuera en la gobernabilidad de mi
gestión. Se podían poner las cosas de tal forma que las instituciones
corrieran peligro, entonces decidí entregar el gobierno con anticipación.”
45

45
Entrevista realizada por Luis Esnal a Ricardo Alfonsín, para La Nación el 26 de octubre de 2003.
Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=538933 (el subrayado es nuestro)
El 28 de mayo se declara el Estado de Sitio por treinta días. Veinte días después
de haberlo dispuesto, Alfonsín anuncia que va a renunciar a la presidencia, la cual hace
efectiva ante el Congreso el 1 de Julio.
"Mi conciencia exige que intente atemperar los sacrificios del pueblo
mediante el mal personal, sin provocar demoras que puedan entorpecer la
transición entre dos gobiernos igualmente democráticos (...); por ello he decidido
resignar, al 8 de julio de 1989".46

El 8 del mismo mes, Carlos Menen jura como presidente, cumpliéndose de esta
manera el objetivo alfonsinista de traspasar el poder a otro presidente elegido
democráticamente.

“Las fantasías políticas terminan cuando empieza la realidad


del peronismo”47

Comenzábamos este trabajo planteándonos interrogantes sobre el sentido


democrático construido durante el período aceptado como de Transición democrática en
Argentina, tomando como base los discursos y las campañas publicitarias de radicales y
peronistas en 1983, con la intención de hacer un trabajo de corte histórico pensado
desde los conceptos de la Teoría Política, sin pretensiones de ser un trabajo realizado
desde esa línea, sino más bien un espacio de confrontación de los conceptos teóricos
con las fuentes.
Ciertamente puede que no hayamos logrado la coherencia deseada en el texto, no
obstante creemos que el trabajo ha podido responder a algunas cuestiones. En primer
lugar, por provenir de la Historia, creemos que fue muy estimulante el acercamiento a
las fuentes a partir de algunos de los conceptos trabajados, y que nos permitieron
navegar con mucha libertad por los hechos de la transición, dándonos una perspectiva
más rica de los conceptos teóricos, muchos de los cuales encontraron verdadero
significado desde la lectura de la praxis social, económica y política que las fuentes nos
brindaban.
Mirar el período de transición democrática para qué, fue otros de los
interrogantes originarios, tal vez no expuesto de forma explícita, pero que sin duda se
ajusta a nuestra tradición historiográfica, donde el sentido de la historia se entiende en
función de su utilidad con el presente. Y también en ese sentido encontramos
respuestas, sobre todo a partir del análisis de las entrevistas realizadas en ocasión de los

46
Discurso de retiro anticipado, 30 de junio de 1989.
47
Campaña electoral de 1983.
25 años de democracia. Mirar el pasado próximo es asumirse en tránsito, en proceso,
parte de una construcción, y ciertamente la idea de democracia que se cimentó en la
Argentina durante esos años transicionales fue fundamental en la consolidación del
régimen en Argentina.
Ese sentido, tanto la “democracia” como “lo democrático” fueron ideas que se
fueron construyendo discursivamente de una manera conductista, podría decirse, por
Raúl Alfonsín en esos primeros años de recuperación democrática, y aceptadas e
internalizadas por la sociedad toda, incluyendo a los partidos políticos de oposición. La
idea de “democracia redentora” prendió en la Argentina, idea que implicaba el rechazo
absoluto a cualquier intento autoritario, instalándose el convencimiento de que solo la
democracia garantizaba el desarrollo del país, abriéndose como un horizonte de
posibilidades que solo exigía fidelidad al marco constitucional. Ciertamente fue el
puntapié inicial para la construcción de una cultura democrática (recordemos los lemas:
“democratizar la cultura”, “democratizar la educación”, etc.)
Se pueden comprender, desde esta perspectiva, los dos momentos de la
transición que hemos señalado: los primeros años donde primó la necesidad de reforzar
la institucionalidad; y los finales, donde los problemas estructurales (economía y
sociedad) se imponen deteriorando al gobierno de Alfonsín, pero sin poner en tela de
juicio la democracia.
En este punto, nos parece interesante agregar a nuestro análisis, la diferenciación
que Guillermo O`Donell hace de las tres tradiciones que se conjugan en las poliarquías
modernas: la liberal, la republicana y la democrática, reconociendo que son tradiciones
hasta cierto punto contradictorias entre sí, pero que en su conjunción hacen el mejor
gobierno posible.48 En ese sentido, puede observarse, plantea O`Donell, que existen
poliarquías donde el componente liberal-republicano es fuerte (EEUU y Alemania);
otras donde el democrático y el republicano son los predominantes (Francia); mientras
que existen otras en las que los componentes liberales y republicanos son débiles al
igual que el democrático, pero presentando, este último, una gran efectividad. ¿Cuál de
las tres tradiciones se percibe como fuerte durante el proceso de transición democrática?
Consideramos, a partir del análisis de las fuentes, que existía en la Argentina de
la Transición Democrática un fuerte énfasis en los componentes democrático y
Republicano, poniéndolos como las dos caras de una misma moneda, mientras que el
componente liberal solo puede observarse en torno a la política de Derechos Humanos,
48
O`Donell, Guillermo (1998) “Accoutabillity horizontal” En: AgorA Nª 8 Págs. 5-34
ya que con respecto al Estado, sobre todo en los primeros años, predominó una
concepción benefactora del mismo.
El componente democrático se ligó de manera explicita con el sufragio, y en ese
sentido no fue ajena a otras experiencias en el mundo, donde Democracia siempre se vio
como sinónimo de elecciones competitivas. Desde esa perspectiva, “lo democrático”, es
decir lo que debía afianzarse, era la participación política (anulada totalmente durante
los años de plomo) empezando por el sufragio y extendiéndose a las manifestaciones
populares y la ocupación de los distintos espacios ciudadanos. Esto implicaba para las
generaciones mayores un acto de memoria y de voluntad para recuperar el sentido de lo
político, y a la vez un aprendizaje para los jóvenes, que sin experiencia previa, se abrían
paso entre las distintas miradas sobre la política y la participación (sobre todo ligado a
la militancia), miradas muchas veces aún dominadas por el miedo y la desconfianza.
En relación al componente republicano, es decir al espacio de las instituciones,
del imperio de la Ley, aparecía —y de hecho lo era— como lo más frágil de la
transición, por ende era lo que requería del mayor esfuerzo ciudadano expresado en
términos democráticos, es decir en participación. Ser democrático significaba, también,
ser republicano, es decir sostener las instituciones que la Constitución había creado. El
ser democrático pues, estaba investido del republicanismo y de los valores que este
sistema requería, a saber: idoneidad, honestidad, transparencia de los actos,
independencia de los poderes, etc. El Radicalismo del 83 encontró en la memoria del
partido la legitimidad republicana que necesitaba para encarar la titánica tarea de recrear
una cultura democrática (recordemos la constante apelación al Yrigoyenismo).
Si pensamos en términos de afianzamiento de las instituciones republicanas y
democráticas tal como se describieron, podemos expresar que aún con el traspaso
adelantado del poder, Raúl Alfonsín alcanzó su objetivo de entregar el mando a otro
presidente elegido popularmente. Ahora bien, Alfonsín también reforzó la idea de
democracia como posibilidad de desarrollo económico y social, y en relación al fracaso
de las políticas económicas, sobre todo, el republicanismo que se logró afianzar condujo
al pueblo argentino a “castigar”, “rechazar” esas políticas a partir del sufragio
(elecciones legislativas de 1987 y presidenciales de 1989) abriéndose otra etapa en el
proceso democrático argentino, caracterizado por una alternancia imperfecta49, ya que
los gobiernos radicales que alcanzaron el triunfo con posteridad nunca pudieron
culminar sus mandatos. Pero ese es otro tema…
49
Russo, Juan. Dossier ya citado.
No podemos dejar de mencionar que el componente liberal, que como dijimos
anteriormente se percibió con claridad en la política de derechos humanos, se tradujo, al
mismo tiempo, en una desconfianza marcada frente a las corporaciones, sobre todo la
militar y la sindical, sospechadas ambas de desestabilizadoras. En esta línea,
entendemos que liberalismo, al igual que lo democrático, se subordina al
republicanismo, es decir al sostenimiento de las instituciones, que se presentan como
amparo de todos los ciudadanos en detrimento de los intereses sectoriales que
representan las corporaciones.
Finalmente, cabe terminar esta reflexión afirmando que, dada la historia reciente
de nuestra democracia, la realidad del peronismo —en todas sus variantes— se
impondría con el tiempo, consolidando en el imaginario nacional la idea de que solo los
peronistas “saben” gobernar, tienen “manejo de poder”… dando cumplimiento a la frase
de campaña del 83: “Las fantasías políticas terminan cuando empieza la realidad del
peronismo” .
Aún queda en el tintero del republicanismo y del liberalismo de la poliarquía
argentina la esperanza de la democracia como posibilidades para todos, como
superadora de las desigualdades estructurales de la sociedad argentina, pero… no
creemos que eso sea posible mientras el régimen político sea marco del desarrollo del
Sistema Capitalista. ¿Otro régimen es posible? ¿Otro sistema es viable? Preguntas que
movilizan nuestra imaginación, nuestra militancia, nuestras utopías.

Bibliografía:
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Nº 17, Págs. 505-522 Cita en la Pág. 507 a KOHN Richard, How the democracies
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