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INSTITUCION EDUCATIVA INTEGRADO JOAQUIN GONZALEZ CAMARGO

JEISMAR ANDRES CARVAJAL NAVARRO

CASTELLANO

10-02

SOGAMOSO
1)
EL AUTOMOVIL VALIENTE

Había una vez… un cochecito muy bonito que estaba siempre pensando en ganar
una de las carreras que se hacían todos los meses en un gran circuito, donde
multitud de espectadores se daban cita para disfrutar del espectáculo.

Para ello, el coche se entrenaba todos los días muy duro ya que lo demás coches
competidores eran unos rivales difíciles de batir, ya que disponían de mecánicos
muy experimentados que les ayudaban en todo lo que necesitaban.

El día de la carrera, nuestro cochecito se percató de algo extraño mientras


paseaba por los talleres donde descansaban todos los demás coches antes del
pistoletazo de salida. Los mecánicos estaban instalando unos motores que no
estaban permitidos, ya que al utilizarlos se podían alcanzar grandes velocidades,
pero el riesgo también era mayor.

Esto preocupaba al cochecito, pero no llegó a desanimarlo. Él sabía


perfectamente lo que se había esforzado y tenía la convicción de que tarde o
temprano llegaría su momento.

Llegó el día de la carrera, el espectáculo que todo el público esperaba. Los coches
estaban en sus puestos ante la línea de meta. La multitud gritaba animando a sus
coches preferidos mientras ondeaban banderas en señal de júbilo.
2) El cochecito estaba nervioso, aunque confiaba al máximo en sus posibilidades,
de repente, se encendieron las luces del semáforo. Luz roja, dos luces rojas…y
LUZ VERDE!! La carrera comenzó y los coches aceleraron al máximo, levantando
una nube de humo debido al contacto de las ruedas con el asfalto.

Todos aceleraron y se perdieron en el horizonte, nuestro cochecito aceleró


también y conseguía seguir a los demás aunque era difícil alcanzarles, se podía
ver como intentaban adelantarse unos a otros. Nuestro amigo seguía a su ritmo
sin desesperarse.

De hecho, los coches que tenía más cerca se intentaron chocar uno con el otro lo
que terminó con los dos fuera de la pista sin poder seguir participando. Ya habían
dado varias vueltas al circuito y nuestro cochecito, poco a poco, sin “hacer mucho
ruido” se había colado entre los tres primeros. Estos coches le miraron y le dijeron:

– ¡Jamás conseguirás ganar una carrera, no usas nuestros motores ja! Además no
conoces un atajo que hay en el circuito, llegaremos a la meta mucho antes que tu-

En un instante, los coches desaparecieron de su vista. Nuestro coche decidió no


rendirse y seguir avanzando, aunque los demás hicieran trampas, sabía que era
capaz de hacerlo, sólo necesitaba realizar un último esfuerzo.
3) Veía la meta ya a lo lejos, cuando, aparecieron los tres coches por un camino
en el lateral de la pista. El público, al percatarse de esta fea jugada, comenzó a
abuchearlos fuertemente, mientras animaban a nuestro campeón.

El cochecito sintió la fuerza del apoyo de la gente y aceleró de una manera que
jamas había visto en su vida, los otros coches no se lo podían creer, le vieron
pasar como un rayo mientras sus motores trucados flojeaban. Pasó por la meta el
primero a una velocidad que nadie había alcanzado antes.

Nuestro protagonista estaba muy feliz. Había conseguido ganar sin hacer trampas,
gracias a todo el esfuerzo dedicado. Mientras le daban el primer premio, la gente
coreaba su nombre y él, en ese preciso instante, descubrió que lo importante para
ganar es esforzarse al máximo. Hacer trampas no lleva a ninguna parte y mucho
menos a la meta.

JEISMAR ANDRES CARVAJAL


10-02

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