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Antología Omega

Aiden Bates

Alfas en Las Vegas


Alfas en Las Vegas
ADVERTENCIA DE CONTENIDO
El siguiente libro contiene escenas explicitas de sexo entre personajes
del mismo sexo, Hombre/Hombre. Si no está de acuerdo con esta
temática o no le gusta este tipo de lectura, se aconseja no continuar
leyendo este archivo.
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El Dedo de Iphi Iphi


Alfas en Las Vegas
Antología Omega
Aiden Bates
3 Omega: Alfas en Las
Vegas 01

El Dedo de Iphi Iphi


Alfas en Las Vegas
Capítulo 01
En punto
4 Hay un valle en medio de las montañas, cubiertas de nieve, en la Utah rural
donde los sueños van a morir. Ethan Hansen de 21 años de edad, había tenido
suficiente. Finalmente había ahorrado un poco de dinero sirviendo mesas en el
restaurante y estaba listo para irse. No importaba que él no tuviera un coche o un
lugar donde ir. Iba a hacer su propio camino. Había un cartel como a un bloque de
distancia de la casa de sus padres que decía, Las Vegas. Estaba a 650 kilómetros del
cielo. Todo lo que tenía que hacer era sacar el pulgar y dar a los hombres un buen
espectáculo.
El Omega tenía una delgada figura perfecta y el pelo rubio y corto, recortado
en la parte superior, que hacía que los Alfas y los Betas se volvieran locos. Él sabía
cómo moverse. Así que se acercó hasta la señal y sacó el pulgar para ver lo que
sucedería.
Era pleno invierno allí. Llevaba una chaqueta vaquera con jeans ajustados. Se
había pasado horas delante del espejo simplemente perfeccionando la forma en que
su pelo se mantenía tieso en la parte delantera. Un semi - camión pasó y tocó la bocina.
—¡Hey, dulzura!
Se detuvo en la grava y el Omega empezó a correr hacia el camión. Tan pronto
como llegó a la puerta del pasajero, el camión se alejó y el Alfa en el asiento del
conductor se rió como un maníaco.
Corrió de vuelta a la señal. La gente podría tratar de ahogar su espíritu, pero
que no lo podrían hundir. Tenía las luces brillantes de la ciudad destellando en su mente.

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Alfas en Las Vegas
Eso es todo lo que le importaba y siempre que se mantuviera en ello lo conseguiría.
Volvió a sacar el pulgar hacia atrás y esperó.
Después de, aproximadamente, media hora, una camioneta roja se detuvo y un
Alfa engreído, con el pelo negro azabache y una chaqueta de cuero, le sonrió desde
el asiento del conductor.
—¿A dónde se dirige?— preguntó Ethan.
—Las Vegas. Salta dentro.
La cabina era agradable y cálida, con las ventanillas cerradas. Aceleró por la
5 carretera y salieron de la ciudad.
—¿Cuál es tu nombre, muchacho?—, la voz del Alfa era profunda y el ligero
acento sureño era entrañable.
—Soy Ethan. ¿Y tú?
—Jared—, el Alfa apagó la radio y dio palmaditas con su mano en el espacio
libre entre ellos. —Puedes sentarte un poco más cerca, si lo deseas—. Ethan le miró
el pecho. Sus pezones erectos se destacaban perfectamente en su esculpido pecho.
Se acercó más y el hombre puso su brazo alrededor de él.
El calor del mismo, en combinación con la calefacción provocó un incendio en el interior
de Ethan. Él bajó la mirada hacia el Alfa y se dio cuenta de que tenía una enorme
erección. El Alfa viendo cómo le miraba dijo: —¿Quieres esto?
—Se ve tan grande—, respondió el Omega. —No sé si puedo manejarlo.
—Podríamos intentarlo—, la cara del Alfa era suave y bronceada. Cuando
sonreía se formaban hoyuelos en sus mejillas. El Omega se estiró y acarició su rostro.
El Alfa retiró la mano y la puso sobre su entrepierna. Ethan pasó la mano arriba y
abajo por su eje. Amaba la forma que sentía debajo y el denim de algodón rozando a
lo largo de sus dedos. El Alfa gruñó suavemente y empujó la cabeza de Ethan hacia
abajo, hacia su bulto.
El Omega lamió con avidez a lo largo del eje duro como una piedra y sobre la
cabeza. Lo rozó con los labios. Podía sentir cómo él mismo cada vez estaba más duro,
y mientras el Alfa le observaba atentamente, abrió la cremallera y sacó su larga polla.

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Alfas en Las Vegas
Tenía una cabeza bulbosa que iba perfectamente con sus rasgos angelicales. El Alfa
pellizcó los pezones del Omega y éste comenzó a sentir como si una hoguera
atravesara desde su pecho hasta su ingle. El fuego ardía más y más caliente. Su mano
subió y bajó por su eje. Agarró la cremallera del Alfa y tiró de ella hacia abajo.
—Oh sí. ¿Vas a chupar eso bien?
—Sí señor.
El Alfa empujó la cabeza del chico más, su lengua se lanzó dentro de los
pantalones y se reunió con el eje duro y liso. Él lo empujó con su lengua caliente. Ethan
6 necesitaba esa polla. Podía sentir cómo él mismo se estaba poniendo resbaladizo por
el deseo. Su boca estaba babeando. Lo devoró en un instante. Movió su lengua a lo
largo del suave prepucio. Su tacto sedoso acarició sus labios mientras tragaba la cosa
entera.
—Dios, sí. Eres un pequeño buen Omega ¿verdad muchacho?— El Alfa se
empujó dentro, tan lejos como pudo y sus ojos se encontraron, mientras Ethan se
atragantaba con el pedazo masivo de polla. —Sí, chupa esta mierda, chico—. Él empujó
sus caderas hacia arriba y abajo, sin descanso, golpeando la boca del chico una y otra
vez. Ethan se atiborraba con cada centímetro de ella mientras el Alga gruñía y
comenzaba a frotar sus manos ásperas por todo el pene del chico. Ethan cayó en un
estado de felicidad, donde lo único que existía era el placer de complacer a un Alfa y
ser satisfecho al mismo tiempo. Se movían en sincronía uno con el otro, disfrutando
con la idea de la explosión que estallaba justo bajo la superficie. Las ventanas estaban
empañadas y el olor de sudor y sexo caliente era nauseabundo. Gritaron al mismo
tiempo en el que, furiosamente, se movieron a ese estado perfecto. Sus cuerpos
temblaban en éxtasis y una explosión de esperma y pasión estalló.
Ethan se echó hacia atrás y disfrutó del resplandor mientras se abrían camino
al paraíso.

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Alfas en Las Vegas
Capítulo 2
Libre
7 Ethan estaba dando vueltas alrededor y arriba y abajo. Él sabía que todo el
mundo le estaba mirando mientras lanzaba sus pies arriba y abajo violentamente, a
continuación, con gracia, se levantó de un salto en el aire. Se rieron mientras volaba,
más rápido que la luz, a través de la plataforma de madera y aterrizaba con gracia. El
golpe sonó y sus caderas se movieron adelante y atrás. Él fluía como el agua. Su
cuerpo era un instrumento. Su mente estaba clara. Nadie podía detenerlo.
Una mano suave acarició su pelo y sus ojos se abrieron.
—Casi estamos allí. Mira—. Ethan miró por la ventana y vio una ciudad de neón
delante de él. Era un oasis de libertinaje y de oportunidad. El Alfa le miró y se rio. La
emoción estaba escrita por toda la cara del chico. —Se ve hermoso, pero es una
trampa mortal. Este lugar es algo vicioso
—Puedo manejar lo vicioso.
—Tienes que vigilar tu espalda. No es el tipo de peligro que se ve venir. Es del
tipo del que te tienes que proteger constantemente. Todo el mundo quiere salir
adelante—. Suspiró el Alfa. —¿Cómo lo vas a conseguir por aquí? ¿Tienes a alguien
con quien ir?
—Pensé que simplemente improvisaría.
—Demasiado peligroso. ¿Qué haces para vivir?
—Quiero bailar—. El Alfa sonrió. —Bueno, si bailas tan bien como jodes, puedo
conseguirte un trabajo rápido.
—¿Dónde?

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—Un club. No es nada especial, pero hay dinero en ello, si te mueves bien—. El
Alfa le entregó una tarjeta. —Voy a dejarte fuera, donde sea y les llamas para una
entrevista. Les dejaré saber que vas a ir.
Ethan sabía dónde tendría que comenzar y no tenía un problema con ello. El
Alfa le dejó en un motel cutre no lejos del club y se dirigió a la recepción. La oficina olía
a tabaco viejo y a mal olor corporal. Cuando entró, no había nadie en el mostrador
por lo que tuvo que tocar la campanilla. Cuando lo hizo, esperó pacientemente pero
nadie vino. Lo intentó de nuevo y nada. Tardó media hora hasta que un viejo Beta, que
8 masticaba el filtro de su cigarrillo encendido, vino.
—¿Qué?
—Um, me gustaría una de una sola cama, por favor.
—35 la noche.
Ethan le pagó y se llevó la llave de tarjeta. Cuando llegó a la habitación estaba
completamente a oscuras. Encendió la luz y vio un montón de cucarachas que cubrían
todo el lavabo. Ethan salió corriendo de la habitación y vomitó ruidosamente en la
grava de la parte delantera. No sabía si podría volver allí. Eso era la cosa más
repugnante que había visto nunca.
Miró a su alrededor. Por todas partes había coches viejos y golpeados en el
estacionamiento. Parecía que muchos de ellos ni siquiera funcionaban. Oyó un eructo
y giró hacia la derecha, hacia donde el sonido provenía. Un Beta gordo y viejo en la
habitación, junto a la suya, estaba sosteniendo un cigarrillo liado. Le sonrió a Ethan y
le guiñó un ojo. Llevaba una vieja camiseta gris sucio, con manchas de comida en todo
el frente. Su pelo no había sido lavado en años. La peor parte era que podía ver
dentro de la habitación y había una capa de basura, de por lo menos medio metro de
espesor, cubriendo todo el suelo. Se imaginó que era más seguro estar dentro de su
habitación, así que volvió a entrar. Las cucarachas se habían ido, pero todo el lugar
olía a rancio, como a cigarrillos liados. Ese olor que nunca se iría. Se quedaría dentro
de su nariz como si fueran hongos y lo volvería loco. Sin embargo, no tenía otra
opción. Esto era todo lo que podía permitirse hasta que consiguiera un trabajo.

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Alfas en Las Vegas
Tendría que empezar a buscar de inmediato. Tenía un teléfono, pero, cuando
salió de Utah, dejó de funcionar. Tenía un mal plan de prepago, así que pensó que no
iba a funcionar fuera de la ciudad. Tendría que buscar un teléfono público en alguna
parte. Había una tienda de ultramarinos cruzando la calle que debería servir.
Pasó a través de los cortes en el tráfico para dar una llamada al club.
El teléfono sonó una y otra vez. Estaba casi listo para colgar y probar algo
diferente cuando una voz profunda respondió:
—¿Hola?

9 —Sí. Llamaba por una entrevista.


—Oh sí. Ethan. Pareces sexy. Ven sobre las 4 hoy. Te necesitamos esta noche
si te puedes mover—. El Alfa colgó rápido sin siquiera despedirse. Eso fue sencillo. No
sabía lo que iba a hacer, pero tenía una idea.
Volvió a la habitación y se dio una ducha caliente. Luego se puso su mejor par
de jeans ajustados y una camisa blanca apretada. Se miró en el espejo y sonrió. Tenía
la sonrisa perfecta. Podría hacer a cualquiera sentirse bien.
Estaba a menos de una manzana del club. Era un pequeño edificio cuadrado, de
color gris llamado Paraíso Omega. Tenía un letrero de neón parpadeante, en rosa
brillante, con un Omega. Eso hizo a Ethan sonreír. Abrió las puertas de madera y
entró en un vestíbulo lleno de humo con una pasarela de madera y un poste de metal
brillante en el centro. No había nadie a excepción de un camarero Alfa, tipo medio, que
llevaba un chaleco de cuero sin camisa. Él gruñó y el Omega se acercó.
—Estoy aquí para una entrevista—. El bartender no dijo una palabra, sólo
señaló un cordón de cortina detrás de él.
La zona de la atrás estaba llena de desorden y cajas. Había tangas y bañadores
ajustados simplemente tirados en el suelo. Se acercó a la puerta de la oficina abierta
y casi se resbaló con un condón usado. Llamó suavemente a la puerta y el Alfa con
el que había hablado antes, gritó: —¡Adelante!
Era un hombre alto con un tupé y una camisa de plata brillante, con el pelo del
pecho asomándose hacia fuera. Tenía los brazos grandes y cara de malo. Cuando
sus labios se curvaron en un lado, Ethan pudo sentir que se estaba poniendo duro ya.

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—Mi nombre es Leo. Muy bien, vamos a ver lo que puedes hacer.
Se dirigieron a la barra y, con una señal, el camarero encendió la música con
ritmo de club. El sonido armónico y electrónico atravesó el cuerpo de Ethan y se dirigió
al escenario. Sus caderas se balanceaban y su cuerpo gemía. Movió sus pies en
sincronía y el Alfa se quedó mirando, escrutándole. Él se movió a la perfección. Vibraba
de un lado a otro, pero el Alfa no se dejó impresionar.
—Para la música, Fred. Bien, ¿qué crees que estás haciendo? Quítate la jodida
ropa chico—. Ethan se detuvo en seco. Él iba a ser un stripper. Bueno, al menos era
10 un trabajo y le pagarían bien. Sonrió y empezó de nuevo.
Sus caderas se balancearon más abajo. Se levantó la camisa para revelar un
apretado pecho con un abdomen perfecto. El Alfa se echó hacia atrás y su erección
fue creciendo mientras encendía un enorme puro. El muchacho se bajó la cremallera
de los pantalones lentamente, con los ojos fijos en el Alfa. Hizo un guiño y los bajó más
abajo. Su pene ya estaba latiendo. Se inclinó y se volvió con una sonrisa. Le guiñó un
ojo y lentamente reveló su agujero húmedo perfecto. El Alfa se puso de pie y le dio
una dura palmada.
—Eso es todo chico. ¿Por qué no vienes aquí?— Ethan miró y el Alfa estaba
golpeando su gruesa polla contra la mano. Cuidó de su larga erección y se acercó al
Alfa. Balanceó sus caderas, frotando su agujero contra la polla del Alfa. —Sí. ¿Quieres
sentarte sobre ella?
—Sí.
El Alfa frotó su polla en el agujero de Ethan y el Omega se estremeció. Estaba
tan húmedo, la verga se deslizaba hacia atrás y hacia adelante. Amaba la forma en
que se sentía tener la punta rozando contra él. Cada vez que golpeaba, se estremecía
un poco. Movió su cuerpo hacia atrás y hacia adelante, con ritmo, mientras el Alfa
gruñía.
—Ven aquí—. El Alfa le empujó hacia abajo en su polla y su nudo inflamado,
que extendió su agujero. Ethan gritó de dolor y apoyó la cabeza, felizmente, cuando la
punta se frotó contra su lugar. Besó apasionadamente al Alfa y gimió cuando él mordió
los labios del muchacho. Se movieron juntos, a la vez, con las caderas del Alfa

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empujando hacia arriba y abajo, perforando a Ethan sin descanso. Éste saltó hacia
arriba y hacia abajo en él. El Alfa inclinó la cabeza hacia atrás y aulló. Puso al chico en
el suelo y tan duro como pudo, movió sus caderas hacia atrás y hacia adelante.
—Oh, Dios te gusta eso, ¿verdad?
—Sí, papi.
—Está bien. Toma mi jodida polla.
Su placer aumentaba con cada golpe y Ethan podía sentir que empezaba a

11 llegar al borde, empujando aún más de lo que jamás creyó posible. Saltó arriba y abajo,
cada vez más rápido. Él no podía hacer nada para poner fin al acto. Lo único que
podía hacer era completarlo. Dolía mucho, pero la forma en que la polla del Alfa
empujaba, una y otra vez, contra el punto le daba ganas de disparar. El Alfa tomó su
pene en sus manos y lo frotó furiosamente. Él gritó cuando su doble explosión
amenazaba con llevarle sobre el borde. Se condujeron juntos más cerca. Se acercaba.
Ethan podía sentir la electricidad corriendo a través de él. Ellos explotaron en una
ráfaga singular de pasión.
Se quedó allí, disfrutando de la dicha, mientras que el nudo del Alfa se desinflaba.
Estaban cimentando su conexión y sintió el poder de la Alfa por encima de él.
—Tan jodidamente caliente. Si bailas como follas todo el tiempo, chico, vas a
ser una estrella.
Ethan saltó y movió el culo mientras caminaba hacia la puerta. Tenía que hacer
de este lugar su casa por un tiempo y trabajar su manera de salir de la cuneta. Él no
vino a Las Vegas para ser un stripper. Llegaría a ser una estrella. Eso era lo que
quería. Él sabía que no iba a convertirse en el tipo de estrella que quería siendo un
stripper. Tendría que trabajar su camino hacia arriba. Se fue a casa y se refrescó.

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Capítulo 3
Cielo
12 Por la noche, el paraíso Omega se convertía en un refugio reluciente de
libertinaje. Había luces de color naranja en cada esquina, emitan un sobrenatural
resplandor en torno a la sala en negro. Los Omegas entraban y salían del pasillo al
escenario tratando de afinar su oficio con diferentes trajes y bailes. Eran ángeles
oscuros enviados desde el cielo para satisfacer el deseo carnal. Los Alfas se sentaban
en mesas iluminadas con velas, sus pollas duras y sus billeteras repletas. Eran un
grupo exigente. Mientras que les gustara lo que veían, tenían la mano abierta con los
billetes. Si no era así el Omega era llevado fuera del escenario por lo sano.
La multitud era un hervidero de noticias sobre el chico que podría hacer
ponerse duros a todos. Era el niño de oro, un Omega con un agujero tan apretado
que podría hacer correrse a cualquiera. El propietario del club estaba tan satisfecho
con el rendimiento del chico que hizo correr las noticias por toda la ciudad y todo el
mundo quería conseguir un pedazo de él.
Ethan estaba de pie en el vestuario al tanto de lo que estaba ocurriendo. Estaba
vestido con pantalones apretados y una camisa azul que dejaba ver sus músculos. Se
había frotado todo el cuerpo con aceite para que pudiera brillar en las luces del
escenario. Tenía un polvo suave aplicado en la cara y un bronceador en sus mejillas
para acentuar sus rasgos. Él se parecía a un ángel y a los otros bailarines no les
gustó ni un poco.
Dos de ellos estaban juntos susurrando en la esquina. Se estaban preparando
para su número de apertura donde todos los Omegas debían lucir sus cosas en el

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escenario. Estarían en una línea de baile para enseñar sus piernas y mover sus
cuerpos para mostrar sus caderas y abdominales.
—¿Qué es tan jodidamente especial en él?—, preguntó uno de ellos. Tenía el
pelo rubio arena y un buen bronceado.
—No sé—, respondió otro. Tenía el pelo negro azabache y pestañas largas.
—Bueno, él va a mandar a la mierda nuestras propinas. Todo el mundo va a
querer que baile para ellos y no vamos conseguir una mierda.

13 —Le doy hasta el final de la noche. Él no va a ser capaz de manejarlo. Míralo.


Es suave—. Se volvieron hacia el escenario a esperar a que el show empezara.
—Bienvenidos al Paraíso Omega caballeros. Esta noche tenemos un regalo
especial para ustedes. Él es un Omega con un agujero tan apretado que va a hacer
correrse a todos. ¡Él es el Chico de Oro Ethan Reed!
Ethan entró en el escenario como si fuera un modelo en una pasarela. Los
hombres aplaudieron mientras balanceaba sus caderas. Ojos celosos le vigilaban,
patadas en sus piernas a su tiempo, siguiendo el ritmo. Ethan se agachó y agarró su
apretada entrepierna. Su pene estaba duro y listo y los hombres podrían decirlo. Se
quitó los pantalones y los dejó caer en un movimiento rápido. Se dio la vuelta y se dio
una palmada en su culo perfecto. Un billete de cien dólares aterrizó cerca de sus pies
y se inclinó para recogerlo, enviando una lluvia de dinero en su camino. Miró hacia
atrás e hizo un guiño. Un Alfa de cabello oscuro con una hermosa sonrisa estaba
sorbiendo lentamente Jack Daniels con Coca-Cola. Se sentaba en las sombras, pero
tenía algo extraño. Le impresionó, pero que no quería dejar que se mostrara.
Ethan salió del escenario y se sentó en el regazo hinchado de un Alfa. Tenía
pelo de punta y las orejas perforadas. Golpeó el trasero del chico y Ethan se
estremeció. Un billete fue metido en su speedo1 y una mano le rozó el eje. Se dirigió a
otro y luego a otro. Con cada tipo al que pasaba pudo sentir que se ponía cada vez
más y más duro.
Se dirigió hacia el Alfa que estaba sorbiendo su bebida y se sentó en su regazo.

1
Marca de bañadores pequeños y ajustados.

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—Dame un baile privado—, instó la voz profunda.
—300, papi.
—Te voy a dar mil por una sesión completa.
—Está bien—. Ethan agarró al hombre por la mano y caminaron a la zona VIP.
El Alfa estuvo encima de él incluso antes de que Ethan supiera lo que venía. Su cálido
aliento golpeó el cuello del Omega mientras se retorcía en la pasión por la sensación
del hombre acariciando sus pezones. Su pene estaba muy duro, bajó su mano hacia

14 los pantalones del Alfa y frotó el pulgar a lo largo de la cabeza. Se le hizo boca agua,
pensando en cómo se sentiría tenerlo dentro de él.
El Alfa se quitó la camisa y gruñó. Tiró a Ethan al suelo. Frotó su polla a lo
largo del muslo del chico mientras besaba su camino hacia abajo, pasado por el pecho
del muchacho hacia su polla dura. Arrancó el speedo del chico de un tirón y sonrió a
la polla dura que se lanzó a sus labios. Miró la cara de éxtasis de Ethan mientras su
lengua salía alrededor de la cabeza de su pene. Ethan quería sentir esa boca caliente
tragar toda la cosa. El cálido aliento de Alfa provocó un incendio que estalló mientras
el Alfa frotaba los labios a lo largo del eje.
Ethan podía sentir cómo cada vez estaba más duro mientras que el hombre
se movía arriba y abajo. —¿Quieres que te chupe esto?— Él movió su lengua a lo
largo de la cabeza y Ethan suspiró.
—Sí. Chúpalo.
—No
El Alfa se levantó y bajó la mirada hacia la dura protuberancia que sobresalía
de sus pantalones ajustados. Empujó al chico hacia arriba y empujó su cabeza hacia
él. —¿Quieres esta jodida polla, pequeña zorra? Sí, puto, tómala.
Ethan condujo su propia cabeza tan lejos como pudo. Quería saborearla.
Necesitaba saborearla. Él iba a volverse loco. El Alfa pellizcó sus pezones y gimió.
Podía sentir que su pene se pegaba hacia arriba. Se pondría salvaje si pudiera llegar
a él, pero el hombre estaba sosteniendo sus brazos hacia abajo. Todo lo que tenía
era la quemazón por el deseo de tragar la polla del Alfa.

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—Sí. La vas a conseguir jodido tonto muchacho—. El Alfa alejó la cabeza del
chico lejos. Intentó empujar hacia adelante, pero no pudo. El agarre del Alfa era
demasiado fuerte. Él empujó con más fuerza y el Alfa lo mantuvo allí. Lo necesitaba.
No podía conseguir pasar. Si él no chupaba pronto la polla iba a explotar. El Alfa
lentamente empezó a desabrocharse la bragueta. Un botón tras otro se abrió de golpe
y cada vez que lo hacía, el corazón de Ethan daba un vuelco. Dejó el último botón en
su lugar. —Lo siento, muchacho.
Se levantó y arrojó una tarjeta a los pies de Ethan. Su nombre era Randy
15 Hutchinson y él era un director de talento en el Casino Sirena. Miró hacia abajo y había
mil dólares a sus pies. Consiguió más de tres mil esa noche haciendo bailes de regazo.

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Capítulo 4
Fuga
16 Con suficiente dinero en el bolsillo para comprar un coche, Ethan caminó
bajo la luz del amanecer. Estaba agotado. El motel era desagradable, olía y había
cucarachas muertas en el lavabo, pero Ethan estaba más que dispuesto a sentarse
en la suave cama y dormir hasta que el sol se levantara de nuevo.
En menos de 24 horas, pasó de no tener nada a tener más de lo que había
tenido en toda su vida. Podía ir a comprar un coche hoy o ir a buscar un apartamento,
pero tenía algo dándole vueltas en la cabeza. Ese hombre que le arrojó su tarjeta. Él
no sólo quería follar. De hecho, él no quería follar en absoluto. ¿Qué querría?
Pagó a un chico mil dólares. Él quería algo. ¿Qué era?
Ethan cruzó al otro lado de la calle y se compró un teléfono de prepago en la
tienda. Volvió a su habitación y miró la tarjeta. ¿Qué querría?
Le molestaba. Él podría estar llamando sólo para descubrir que el tipo quería
conectar con él. Lo haría en un latido del corazón. Era jodidamente sexy como la
mierda. La forma en que el hombre lo empujó más allá del límite y se fue, lo volvía
loco. No podía olvidarse de eso. Necesitaba ver lo que había dentro de sus pantalones.
Él iba a volverlo loco.
—¿Hotel y Casino Sirena?
—Me gustaría hablar con Randy, por favor.
—Un momento.
—Te tomó bastante tiempo Ethan. ¿Puedes venir aquí a mediodía?
¿Qué querría él?
—¿Por qué?

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—Tienes una audición. Necesitamos un bailarín para George Rodríguez
mañana.
—Geor...
—Sí. Ahora date prisa y no actúes como un escolar al respecto. Voy a enviarte
un mensaje con la dirección mientras te pones sexy—. Randy colgó.
Ethan saltó arriba y abajo en la cama. George Rodríguez estaba en uno de los
más calientes shows de chicos en el país. Hizo una gira por todo el mundo con su

17 famoso espectáculo. Sus actuaciones eran legendarias. Si Ethan iba a bailar para él,
sería mejor que se viera bien. Tenía algo de ropa bonita. Tendría que comprar más
después. Lo tendría que hacer.
Se restregó de arriba a abajo y salió por la puerta en menos de media hora.
Llamó a un taxi para ir al casino y, al llegar, apenas podía respirar. La Sirena fue
construida como un barco gigante. Tenía dieciséis pisos y un parque acuático en la
azotea. El auditorio estaba detrás del edificio principal. Podría fácilmente dar asiento a
diez mil personas y lo hacía con bastante frecuencia. Se acercó hasta el hotel, a su
gigantesca plataforma de entrada. La recepcionista le mostró el despacho del señor
Hutchinson.
—Oh Dios. Llegaste a tiempo—. Le lanzó un tanga a Ethan y dijo: —Cámbiate
con esto muy rápido y déjame conseguir una buena mirada de ti.
Ethan se acercó directo en ese momento. Randy estaba cerca de nuevo y su
respiración estaba pulsando sobre su piel.
—Está bien—, él sacudió la polla del chico y vio que se endureció
inmediatamente. —Bueno—. Miró a la zona del bikini y pasó las manos a lo largo de la
cara interna del muslo del chico. —Tendremos que conseguir que te depiles con cera,
pero eso está bien. Ponte los pantalones y sígueme. Deja tu camisa. Quiero ver tus
sexys pezones—. Randy pellizcó sus pezones antes de que salieran y Ethan se
ruborizó.
Se abrieron paso fuera y entraron en el auditorio. El tamaño del lugar era de
enormes proporciones. Era el mayor lugar donde Ethan había estado nunca.

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Alfas en Las Vegas
Caminaron por el pasillo y se abrieron paso en la parte de atrás donde había un
enjambre de Omegas sentados ante espejos, como si fueran cubículos. Los chicos les
miraron por encima, con miradas de suficiencia en sus rostros. Entraron en una
habitación trasera con sillas de metal simples y un escritorio donde un Beta anciano,
llevando gafas de marco de alambre delgado, estaba sentado con un bloc de notas en
la mano.
—¿Es éste el chico, Randy?
—Sí.
18 —Bien chico—, el Beta se le acercó y le mostró la rutina. Impusieron un ritmo
rápido y fue su momento de brillar.
Se quitó los pantalones y los dos hombres sonrieron. Se inclinó delante de ellos,
miró hacia atrás y sonrió. Se puso de pie, se dio la vuelta, se llevó las manos al frente
y las echó fuera. Era una rutina simple pero él la realizó con pasión mientras la repetía
una y otra vez. Lo observaban atentamente; asegurándose de que cada movimiento
era exactamente como se indicaba. No parecían impresionados. Estaban hablando
entre sí en voz baja.
A mitad de la rutina del Omega el Beta detuvo la música y dijo: —Está bien. Así.
Ethan estaba asustado. Él pensó que le querían. ¿Qué estaba pasando?
Ellos no iban a dejar que hiciera el espectáculo. No parecía que les gustó la
forma en que lo hizo, en absoluto. Necesitaba una manera de cambiar el rumbo. Él
caminó con Randy de nuevo al vestidor y se dirigieron hacia la salida. No iban a cogerlo.
—¿Estuve algo bien?— Ethan preguntó.
No hubo respuesta. Justo antes de llegar a las puertas que llevaban fuera,
Randy se volvió hacia uno de los espejos de la puerta. —Esta es tu estación. Tendrás
dos minutos después de salir del escenario para vestirte de nuevo. Va a ser rápido.
Necesitas un poco de trabajo con algunos de tus pasos, pero estarás bien para esta
noche. Voy a tener que ir a recursos humanos y ellos hablarán contigo acerca del
pago y todo lo demás.
—¡OH DIOS MÍO!— Ethan se acercó y abrazó al Alfa que parecía un poco
molesto.

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Alfas en Las Vegas
—No dejes tu speedo en un montón, muchacho. Tienes que demostrar lo que
vales aquí. Si no lo haces bien, estás fuera de esa puerta. Una vez que te hayas
probado a ti mismo un poco más, te puedes alejar de la puerta, pero nunca realmente
estás seguro aquí. Cualquier cosa puede pasar, pero el show debe continuar.
¿Entiendes?
—Sí.
Randy le dejó y Ethan se hizo cargo de los trámites.

19

Rodríguez se sentó frente a su espejo en el ala oeste del auditorio. Un Omega


desnudo estaba sentado en su regazo, tratando de meter la polla del Alfa en su agujero.
—Ahora no. Estoy agotado. Déjame.
—Sí, señor—. El moreno salió con una mirada de desprecio en su rostro.
¿Quién era ese chico nuevo?
Parecía un sueño. La forma en que se movía atrapó los ojos de George y nadie
le llamaba la atención. Esa era una cosa peligrosa. Para ser el centro de atención no
importa cuánto tiempo has estado en el negocio. Importa lo bueno que eres. No podía
permitir que cualquiera pudiera mostrar esa clase de talento sin conseguir alguna
forma de mantenerlos abajo. Tenía que encontrar la manera poder mantener al niño
sin asumir el control del escenario. Si no lo hacía, podría encontrarse a sí mismo fuera
del trabajo.
Siempre hay alguien más joven y mejor, tratando de llegar a la cima, y si George
no tenía cuidado, este nuevo bailarín podría ir allí. Tomó su teléfono e hizo una llamada.

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Alfas en Las Vegas
—Tony, quiero que mires a este nuevo bailarín. Consigue todo sobre él.
George colgó y dio una calada rápida a su cigarrillo. Esto debería ser
interesante. Hacía mucho tiempo que no había tenido ninguna verdadera competencia.
Salió del vestidor, totalmente desnudo y vio cómo el chico se había desvanecido.
Caminó hacia la salida y se sentó junto al espejo.
—Hola.
Ethan miró hacia atrás y se estremeció un poco. La polla de George Rodríguez
estaba directamente en su cara.
20 —¿Te gustaría tomar una copa y celebrar tu nuevo puesto? Puedo ponerte en
uno aún mejor.
Ethan casi se desmaya. Un perfecto, bronceado cuerpo musculoso -el cuerpo
de George Rodríguez- le estaba haciendo señas para que él consiguiera llegar a lo
más alto.

Continuara...

El Dedo de Iphi Iphi


Alfas en Las Vegas

21

Noviembre 2016
El Dedo de Iphi Iphi
Alfas en Las Vegas
Antología Omega
Aiden Bates
20 Omega: Alfas en Las
Vegas 02

El Dedo de Iphi Iphi


Alfas en Las Vegas
Capítulo 01
Desnudo
21 George había sido un chico de show de las Vegas durante quince años. Había
visto de todo en su carrera y nunca se sorprendía. Cuando Ethan, ese ángel rubio,
salió al escenario estuvo hipnotizado. Era un hombre inteligente. Él sabía qué hacer.
Mientras fuera la estrella del espectáculo estaba en posición de enseñar al niño
alrededor y mostrarle lo que significaba ser un Chico de Show.
George tenía el trasero perfecto. Cuando se balanceaba adelante y atrás
mientras se levantaba de la cama, el mundo se detenía. Tenía una cita para cenar con
Ethan. El muchacho era algo sexy. Tenía una cara dulce y un cabello rubio corto que
lo hacía derretirse.
George abrió la ducha de vapor y se miró en el espejo. Se despertaba sexy y
se iba a la cama sexy. Él se veía fantástico y un poco desordenado, con su pelo negro
en punta y sus grandes labios haciendo pucheros. Su piel bronceada era impecable.
Miró hacia abajo y se acarició la punta de la polla. Se frotó la mancha con una mano
y pasó el pulgar de la otra por la cabeza. Se pellizcó su pezón y se encogió por la
mezcla de placer y dolor. Se metió en el agua caliente y la dejó arrastrarse sobre su
abdomen marcado. Movió su prepucio hacia arriba y abajo. El culo de Ethan era tan
perfecto. George iba a perforar esa mierda. Él podría empujar su polla tan lejos en él,
que podría salir por el otro lado. Él iba a sujetarlo y saltar arriba y abajo.
Podía sentir la explosión creciendo dentro de él. Frotó su agujero virginal
mientras pensaba cómo sería poner su polla en la boca de Ethan. La frotaría a lo
largo de sus mejillas y le haría sentir cómo llegaba a la parte posterior de la garganta.

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Todo el cuerpo de George estaba pulsando. Frotaba las manos, con furia, a lo
largo de su pene de treinta centímetros y su respiración se aceleraba. Su corazón
palpitaba. Follaría esos labios tan pronto como estuvieran juntos. El placer
construyéndose dentro de él se vertió por el suelo de la ducha y George lo miraba
felizmente, mientras se lavaba.

22
Ethan estaba llevando una camisa de vestir de color lavanda brillante y una
chaqueta gris. Se había sentado en frente del espejo durante más de una hora,
tratando de hacer que cada hebra de su cabello cayera perfectamente en frente de
su cara. El efecto fue magnífico. El literalmente brillaba cuando entró en la elegante
recepción del restaurante. Por encima de él había un techo abovedado con una
lámpara de araña que descendía por el centro. Sus cristales creaban un pequeño arco
iris que se dispersaba sobre todas las superficies. Se dirigió al anfitrión, que lo
reconoció de inmediato y le mostró una habitación iluminada con velas en la parte
trasera, donde George se puso de pie para saludarle.
Llevaba una camisa azul marino ajustada, con unos pantalones a rayas negras.
El efecto le hacía parecer un Adonis bien formado, listo para montar lo que viniera
por su camino.
—Ethan—, George fue a abrazarlo. —Te ves impresionante.
El rubio sonrió y se sentó. —Gracias por invitarme a la cena. Nunca he estado
aquí antes. ¿Tienes tu propia habitación?
—Alquilo de vez en cuando para que pueda cenar con privacidad—, George
tomó un sorbo de vino blanco y le dio vueltas en la copa.

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Ethan nunca había visto a nadie hacer eso antes. Era tan sofisticado. Sus ojos
se movieron más allá de la cara de George y bajó por su cuello hacia la forma en que
su pecho resaltaba contra la parte superior de su camisa. George le pilló mirando y
se rió entre dientes.
—Me impresionaste con tu actuación. ¿Dónde aprendiste a bailar de esa
manera?
Ethan estaba encantado. —He estado bailando toda mi vida, sólo que no
profesional, ni nada parecido. Vine aquí hace poco y estuve trabajando en un club
23 antes de esto.
—¿En serio?— Bueno, eso fue fácil.
—Sí. Estaba tan emocionado cuando me ofrecieron la audición para el
espectáculo. Ahora por fin puedo conseguir que mi carrera comience. ¿Cómo es?
—¿Qué es lo que te gusta?
—Bailar en un escenario así todo el tiempo.
—Es trabajo. No hay otra manera de decirlo. Tiene todas las trampas que
cualquier otro trabajo, de verdad. Se necesita práctica. Tienes que mantenerte al día
con tu cuerpo -con lo que no tienes ningún problema, obviamente- tienes que saber
cómo trabajar una multitud. Tienes que tratar con los otros bailarines. Tienes que ser
comprensivo.
—¿Comprensivo?
—Exactamente—. George sonrió y tomó un sorbo de vino. La camisa del niño
estaba apretada alrededor de sus brazos y se dio cuenta de la forma en que sus
músculos se movían cuando recogió el menú. —¿Vas al gimnasio, Ethan?
—No. Sólo el baile, de verdad.
—Hay que hacer ejercicio. No es que no seas, jodidamente sexy como la mierda,
pero hay que mantenerse muy arriba, ¿sabes?
—De acuerdo.

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—¿Por qué no vamos a hacer ejercicio en mi casa después de esto? Tengo
mi propio gimnasio y todo el equipo. De hecho, vamos a hacer un plan de ello. Una vez
por semana puedes venir y te ayudaré para que puedas manejarte en el gimnasio.
Ethan casi se atragantó con el vino.

24
Estaban sentados en el estacionamiento del restaurante, después de una buena
comida, en un descapotable negro brillante. George se inclinó desde el asiento del
conductor y miró a Ethan. Sus ojos estaban danzando de un lado a otro. Estaba
mirando hacia la calle y tratando de evitar el contacto visual. George no perdió el
tiempo. Tomó la mano del chico y la puso sobre su polla dura.
—¿Podrías sólo frotarla un segundo?
Ethan le miró con los ojos muy abiertos y se quedó mirando el bulto que estaba
saltando arriba y abajo. Frotó el eje y George suspiró. Él sabía lo que estaba haciendo.
—Sí. Justo así.
George se echó hacia atrás y dejó a Ethan ir por ella. Él le estaba haciendo el
amor con su mano. Frotó sobre la punta, luego deslizó sus dedos arriba y abajo del
eje. George podía notar cómo cada vez estaba más duro.
—Quiero ver tus labios en mi polla—. Poco a poco se abrió la bragueta,
mientras Ethan, furiosamente, trataba de hacerlo por él. El chico estaba ansioso. Él
no lo haría, incluso le apartó de su polla para evitar que pudiera conseguirlo. George
lo empujó un poco hacia atrás.
—No toques.

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Alfas en Las Vegas
Ethan se echó hacia atrás como si hubiera recibido una bofetada. George sacó
su polla e hizo contacto visual, por un segundo, antes de que consiguiera poner el
coche en marcha y dirigirse a su finca. Su polla estaba fuera todo el tiempo y Ethan
se mantuvo mirando hacia abajo, a ella, como si estuviera loco por no estar tomándola.
Babeaba y se lamió los labios. George sólo quería conseguirle haciéndolo. El chico tenía
que quererlo mucho para conseguirlo. Tendría que estar en sus rodillas pidiendo por
ella antes de que, incluso, llegara a tocarla.
Entraron en el garaje para cuatro coches de la casa, mientras Ethan se

25 asombraba por los lugares de interés a su alrededor. Miró hacia abajo, hacia la polla
dura, pidiendo que lo alimentara con ella. Se estaba volviendo loco. Nunca había visto
un lugar como éste antes.
—Vamos—, George le llevó a la cocina, con sus encimeras de mármol y una
cámara frigorífica a ras de suelo. Entraron en el vestíbulo con su suelo de mármol y
el techo en forma de cúpula y Ethan estuvo en éxtasis.
—¿Esto es todo tuyo?
—Bueno, no es que yo viva con mis padres, ni nada. Puedes tener esto también
si sigues así—. George se volvió hacia Ethan y su pene se dio la vuelta con él. —¿Qué
es esto?— George llegó a tocar la, cada vez mayor, tienda de campaña de Ethan. Se
sacudió con la sensación de éxtasis de tener a George pellizcando la cabeza. Miró a
los ojos del chico y le dijo: —Vamos a comenzar a sudar.
Se dirigieron al sótano de George, que había sido convertido en un gimnasio
completo con juegos de pesas, máquinas de ejercicio y un spa. George se quitó los
pantalones y mantuvo sus calzoncillos con su pene hacia afuera. Ethan quería
agarrarlo tanto. Él quería ver la manera en que sabía. Amaba la forma en que el
prepucio se amontonaba por debajo de la cabeza.
—Vamos a ponerte en un banco de pesas. ¿Alguna vez has hecho esto?
—No.
—Aquí te acuestas—, le hizo una seña a un banco con una barra de pesas por
encima de él. —A continuación, agarras la barra y la subes. Te ayudaré.

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Ethan, obediente, hizo lo que le ordenó. Se acostó y George se puso detrás de
él. Su pene se balanceaba hacia atrás y hacia adelante, sólo a unos pocos centímetros
de su cara. Ethan trató de alcanzarlo, pero George le sujetaba.
—Hay que mantener la espalda recta cuando se hace esto. No se puede llegar
a todo—. George estaba sonriendo diabólicamente y mirando hacia abajo cuando dijo
eso.
Tomó las manos de Ethan y las puso sobre la barra, donde debían ir. Acarició
las manos del chico sólo un poco demasiado y George pudo ver que Ethan empezaba
26 a perder el control. Él agitó su pene hacia atrás y adelante. Viendo movimiento de la
cabeza del Omega mientras lo hacía.
—¿No quieres que te la chupe?
—No. Ahora levanta—. George deliberadamente le dio al chico demasiado peso.
Él trató de levantarlo y apenas consiguió sacarlo del soporte. —Vamos ahora.
George empujó un poco y pudo ver entonces que estaba listo para correrse.
Se agachó y agarró el pene del chico a través de sus pantalones vaqueros y Ethan
estuvo a punto de gritar. Estaba temblando por la sensación. Su boca estaba tratando
furiosamente de coger la polla de George, pero éste la estaba manteniendo abajo con
la otra mano.
—Bien.
George la levantó de nuevo y comenzó a acariciar su polla.
—Mantén tus ojos en las pesas—. Sus bolas trazaban círculos por encima de
la cara del niño.
—Bien, puedes hacerlo. Sólo consigue sacarlas fuera de la base—. Ethan
empujó tan fuerte como pudo. Estaba tan concentrado en llegar a la verga de George
que él ni siquiera notó su mano en las pesas, que las mantenían abajo. —Venga. Puedes
hacerlo.
La cara de Ethan estaba retorcida por todo el esfuerzo que hizo. Era difícil
mantener la barra abajo y, más de una vez, George ni siquiera estuvo seguro de poder

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Alfas en Las Vegas
hacerlo. Ethan era fuerte y tenía un cuerpo perfecto. A George le encantaba mirar
sus labios grandes intentando alcanzar su polla.
El chico sacó la lengua todo lo que pudo y George se inclinó lo suficiente para
que Ethan pensara que podía alcanzarla.
—Está bien, Ethan. No todo el mundo puede hacerlo en su primer intento. Ven
aquí—, El chico trató de perseguir el apretado trasero de George mientras se dirigía
a la sauna. Ethan prácticamente había manchado sus calzoncillos por la emoción.
George miró hacia atrás y dijo: —Bueno, no se puede entrar ahí con la ropa
27 puesta. Vamos a ver lo que tienes, ¿eh?
La ropa de Ethan estuvo fuera antes de que George pudiera terminar la frase.
—¿Me veo bien?— Ethan preguntó.
—Te ves bien.
Entraron en la sauna de vapor y George esperó hasta que Ethan se sentó
para poder elegir el lugar lo más lejos posible de él.
Sus pieles estaban pegajosas y el aire caliente flotando a su alrededor
sorprendió sus sentidos. Ethan quería ir allí, pero sabía que George no le dejaría.
George se sentó en la esquina acariciando la punta de su polla gruesa, mientras decía:
—Cálmate. Vas a conseguir ser follado, Ethan. ¿Lo sabes, no?
Ethan se abalanzó sobre él con una fuerza sorprendente. George le dejó ir. El
chico era tan fuerte que, mientras chupaba a George hasta el cielo, podía sentir la
polla del Omega moviéndose arriba y abajo por su pierna. Sus labios húmedos se
movieron arriba y abajo del eje, mientras sus ojos se encontraban. George suspiró y
el niño se atiborró con su polla con avidez. Él empujó la cabeza de Ethan en ella y la
mantuvo allí. La empujó más y más lejos.
—Tú lo quisiste. Ahora vas a tragar. Toma esta mierda.
La sensación de su boca caliente, envuelta alrededor de su pene, envió a
George a retorcerse. El Alfa se agachó y pellizcó los pezones del chico lo más fuerte
que pudo y el muchacho se echó hacia atrás y gritó con voz temblorosa.

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Alfas en Las Vegas
—¿Te gusta esta polla?— George empujó la cabeza del muchacho de nuevo a
ella y la movió hacia arriba y hacia abajo. Todo su cuerpo sentía un hormigueo por la
forma en que sus mejillas se cerraban alrededor de su eje.
Empujó al chico hacia arriba y le dio la vuelta. Tenía un perfecto, duro trasero
y su agujero era estrecho y húmedo. Se vio atrapado por las feromonas y lo hicieron
estremecerse. Pasó la mano a lo largo de su pene mientras acariciaba el agujero
palpitante del Omega.
—¡Oh, Dios!— Ethan gritó apasionadamente y la habitación se sacudió por la
28 fuerza de su grito. —¡Fóllame!
George no perdió el tiempo. Se puso de pie y golpeó con su polla en el agujero
del muchacho. El sonido de chillido de Ethan envió escalofríos por la columna de
George. Tan pronto como el nudo de George se inflamó, Ethan gritó, pero George lo
tenía justo donde lo quería. Tuvo que someterse a su implacable golpeteo. El sonido
de sus bolas entrechocando contra el trasero del niño era una sinfonía erótica cuando
se acopló con su jadeo frenético. Él balanceaba sus caderas hacia atrás y hacia
delante, tratando de tocar el punto del Omega. Se agachó y agarró el pene del chico y
comenzó a frotarlo furiosamente mientras golpeaba en él, más y más duro. Sostuvo
los hombros del muchacho mientras iba más profundo. Los dos estaban gritando
apasionadamente, gritando también cuando sus cuerpos chocaban juntos.
George sintió que sus entrañas suaves lo sostenían perfectamente con el calor
de un millar de llamas viajando por su cuerpo. Amaba la forma en que sentía tener el
sudor cayendo gota a gota por sus piernas, su rostro y sus muslos. Observó al Omega
moverse hacia atrás y hacia adelante. Tenía un hambre insaciable y George estaba
contento de alimentarla con su gruesa polla
Sus gritos se hicieron más fuertes y los golpes más frenéticos. Sus cuerpos
entrelazados sin separación y deslizándose sin problemas en el vapor de agua y el
fuego ardiente dentro de ellos que amenazaba con explotar. En un instante, George
se inclinó para besar al Omega y cuando sus labios se tocaron los dos hombres
experimentaron una erupción volcánica de dicha.

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Alfas en Las Vegas
George sostuvo a Ethan allí diciendo: —Acabará en un minuto. Sólo tiene que
disminuir el tamaño del nudo.
—Eres jodidamente sexy, Ethan. Si, tú y yo vamos a llegar a ser buenos
compañeros de entrenamiento.
—¿Quieres decir que realmente vamos a conseguir hacer esto una vez a la
semana?
George se empujó fuera y dijo:

29 —No vamos a follar otra vez—. Se limpió fuera y salió de la sauna, dejando a
Ethan sintiéndose un poco aplastado.

El Dedo de Iphi Iphi


Alfas en Las Vegas
Capítulo 2
Misericordia
30 Frank Lewis sabía cómo cuidar de los negocios. Eso era lo que hacía. Si era
rastrear o encargarse de alguien, la gente sabía dónde ir para hacer las cosas. No le
hacía falta una oficina o una tarjeta de visita. Todo lo que tenía que hacer era ir a lo
suyo y la gente lo llamaba.
Cuando George lo llamó para conseguir los trapos sucios de ese nuevo bailarín,
Ethan, pensó que sería una especie de diversión. Por lo general, estos capullos tenían
de todo, desde conducir borrachos a asalto con un arma mortal. Era como llegar a
conocer a una persona. El pasado de una persona dice todo lo que necesitas saber
sobre ella, desde sus vicios a cómo reaccionan a las cosas, pero Ethan era diferente.
Era una pequeña ciudad la del chico, que cambió Utah por un trabajo en la ciudad. Él
consiguió buenas notas y empezó a trabajar en un restaurante. Eso era todo lo que
había sobre él. George no iba a ser feliz cuando lo averiguara. George quería suciedad
y no había ninguna.
Tendría que tratar con ello.

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Alfas en Las Vegas
Todo el cuerpo de Ethan estaba cubierto de pintura dorada y estaba
completamente desnudo. George hizo un número esa noche donde los hombres se
alineaban en una escalera mientras caminaba, arriba y abajo y cantaba. Volvían a la
vida hacia la mitad y comenzaban a moverse alrededor de la pista de baile. Esto dejó
a Ethan una sensación pegajosa. Necesitaba una ducha.
Se dirigió a su espejo para recoger sus cosas y cuando se acercó vio que
31 George estaba sentado allí, hablando con un par de Omegas.
Parecía increíble. Llevaba nada más que el brillo y una hoja de parra sobre su
entrepierna. Ethan necesita desesperadamente ocultar su excitación.
—Ey, Ethan—, dijo George.
Éste no respondió. Había un Omega de pie, un poco demasiado cerca de George
y él tenía su brazo alrededor de los hombros del hombre.
—Ethan, éste es Tom.
El rubio se sonrojó. Se dio cuenta de que tendría que reconocer al chico o de
lo contrario parecería celoso. Puso su mejor sonrisa falsa y dijo: —Hola.
—Bien, fue agradable verte, Ethan, pero nos dirigimos fuera. Tenemos cosas
que hacer esta noche. Adiós—. George sacudió sus caderas mientras se alejaba.
Ethan estaba furioso. Salió corriendo para ir a buscar una ducha.
El aire lleno de vapor se sentía bien contra la sequedad de la piel de Ethan,
mientras entraba en las duchas comunes y dejaba que la pintura se lavara. Salió con
facilidad y observó cómo se iba por el desagüe. Tomó una pastilla de jabón y enjabonó
sus voluminosos brazos y el pecho. Bajó su mano a su abdomen y por encima de su
polla gruesa. Ya estaba duro y hambriento, así que movió su mano hacia arriba y hacia
abajo por su eje. George parecía impresionante en el escenario. La forma en que su
pene saltaba arriba y abajo era hipnótica. Ethan frotó su pulgar a lo largo de la punta
de su polla.
George tenía un cuerpo tan perfecto. Sabía cómo moverse cuando follaba. La
forma en que sus caderas se balanceaban adelante y atrás le puso salvaje. Él quería

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sentir su polla dentro de él sólo una vez más. Deslizó la mano hacia atrás y hacia
adelante. La forma en que George apretaba sus mejillas cuando hizo que Ethan
culminara. Podía sentir que se corría. Pensó en la polla colgando por encima de él y
en la forma en que George la empujó en su cara. Ethan vibraba por la excitación.
De repente, un dedo le dio un golpecito en los hombros y se dio la vuelta. Había
un Beta de pie allí, con su polla dura señalándole.
—¿Quieres esto?— dijo la voz profunda del hombre.
—Sí.
32 Él empujó la cabeza de Ethan hacia abajo y lo puso de rodillas. El Beta dijo:
—Abre la boca para mí—, estaba sonriendo y frotando el pulgar a lo largo de
la curva de la mandíbula de Ethan.
Éste hizo lo que le dijo y sacó la lengua.
—Buen chico—. El Beta golpeó su polla contra la cálida boca de Ethan y se
quedó sin aliento. Lo tomó de nuevo y el Beta le sostuvo la cabeza allí, mientras
martilleaba en la garganta de Ethan.
Ethan se estaba atragantando y jadeando por la falta de aire, pero quería esa
polla. Quería que tragar toda la cosa y el Beta estaría feliz de dejarle hacerlo. Tenía
una manera de mover su polla dentro y fuera de manera que Ethan podía sentir el
roce contra sus labios. La sensación era hipnótica.
Las caderas del Beta se movían adelante y atrás con furia y jadeaba de
excitación.
—Joder, sí—. Su voz era profunda y suave. Era sedosa y sensual.
—Mmm—, Ethan se agachó y acarició su polla mientras que el Beta observaba.
Empujó la cabeza del chico abajo y lo mantuvo allí, mientras Ethan se frotaba arriba y
abajo. Sus embestidas de repente se volvieron dominantes y el chico luchó para
tomarlo. Se estaba atragantando y boqueando por la falta de aire.
Tomó cada parte de él hasta que el pubis del Beta se frotó contra su barbilla.
Podía sentir cómo aumentaba su tensión y el Beta estaba empezando a gritar de
pasión. La cabeza de su polla se movía hacia atrás y a lo largo de la lengua de Ethan.

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Alfas en Las Vegas
De la cabeza a los dedos de los pies podía sentir un fuego ardiendo y
encendiendo una masiva explosión que, cuando estalló, se extendió a toda la zona de
duchas con gritos de éxtasis.
Ethan se puso de pie y miró al Beta. Nunca lo había visto antes, lo que era
extraño. Él conocía a todos los chicos del show.
—¿Quién eres tú?
—Represento a uno de los bailarines de aquí.
—Dios, eres jodidamente sexy.
33 —Tú también y además puedes bailar como un hijo de puta.
—Gracias.
—Escucha, el suplente de George fue despedido ayer y van a hacer una
entrevista mañana a mediodía. De nada.
El ángel misterioso le dejó tan pronto como se corrieron. Ethan nunca lo había
visto antes y no estaba seguro de si alguna vez lo volvería a ver, pero sabía con
certeza que nunca olvidaría al hombre.
Él salió de la ducha y se secó, con una toalla, su cuerpo mojado. Se sentía
rejuvenecido y excitado. No sabía lo que iba a pasar, pero tenía una oportunidad. Si
pudiera conseguir el trabajo como suplente de George, podría ser una estrella. Sería
la segunda posición de mayor prestigio en el escenario. Él sonrió y se fue. Dobló una
esquina y alguien le quitó la toalla. Miró hacia atrás para ver a George mirando
fijamente su pene flácido.
—No vas a conseguir el trabajo, Ethan. Me voy a asegurar de ello.

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Alfas en Las Vegas
Capítulo 3
Bengala
34 Ethan estaba corriendo furiosamente por el edificio del casino. Por debajo de
su inmaculado traje de etiqueta llevaba un tanga de cuero negro y nada más.
Iba a convertir el escenario en un volcán humeante. El sol caía sobre él y se limpió el
sudor de la frente mientras se abría camino hacia la oficina del director.
Iba a hacer esto y lo haría bien. Posiblemente no había nada que pudiera detenerlo. Él
era abrasadoramente caliente y podía bailar mejor que nadie en la jodida ciudad. Se
merecía este papel principal y lo tendría. George tenía razón. Tienes que ser astuto
en este negocio. Hay que saber cómo tirar de los hilos de las personas, sus
cremalleras y sus billeteras. Si flaqueabas por un segundo, no saldrías adelante.
Él cogió el pomo de la puerta y se abrió antes de que pudiera girarlo.
—Adelante, cariño—. George tenía una sonrisa de un kilómetro de ancho en su
rostro.
—Oh, está bien.
El director de talento del club de striptease dijo: —Me gusta, George. No sé cuál
es tu problema. Vamos a ver lo que puede hacer.
—Tú tienes la última palabra.
—Vamos muchacho. Vamos a ponernos en marcha.
George estaba tan cerca, cuando caminaban por el pasillo, que Ethan podía
sentir su aliento en su cuello. Era un recordatorio constante de la determinación de
Ethan. Él sabía que el hombre estaba tratando de ponerlo nervioso, pero no
funcionaría. Él iba a bailar con todo su corazón. Como George dijo, el director de talento

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Alfas en Las Vegas
tenía la última palabra y estaba claro que la estrella no tenía ninguna influencia en esta
ecuación.
La habitación estaba pintada de negro. No había nada más que unas pocas
sillas y un suelo blanco. Ethan buscó en el bolso y sacó su estéreo.
La voz suave en el estéreo salió lentamente y sus movimientos se
incrementaron en un fogoso crescendo.
—¿Qué te parece, George?— susurró el director.
—Él es rígido. Mira la forma en que sus brazos se mueven. Yo fluyo. Él se
35 masturba.
—Mira—, señaló el director y los dos hombres se quedaron sin habla mientras
sus caderas se balanceaban al compás de la música y se movía hacia atrás,
deslizándose en las plantas de sus pies. Él poseía el suelo mejor que cualquier Alfa
podía poseer a un Omega. Era un dios de la vibración suave y del éxtasis de energía.
Acabó la sesión con un arco y esperó.
George salió corriendo y los dos hombres estaban radiantes.
—No sé si felicitarte o pedirte disculpas, pero has conseguido el trabajo.
Ethan estaba en un frenesí. Podría haber hecho un agujero en el suelo bailando.
Se levantó y aplaudió. Corrió y abrazó al director. Tenía que estar listo para el show
de la noche por lo que corrió a contárselo a toda la ciudad. Daba saltitos en cada paso.
Caminó rápidamente. Cuando llegó a la sala de maquillaje, se acercó a su espejo y se
encontró a George sentado allí.
—Lo conseguiste, ¿verdad?
Ethan no respondió. No tenía tiempo para esa mierda. El espectáculo era en
tres horas y ni siquiera había encontrado su traje aún.
George le cogió por el cuello y le dijo: —Perra, te he hecho una jodida pregunta.
Ethan escupió en su rostro, y casi le dio un rodillazo en la ingle, cuando uno de
los bailarines llegó caminando alrededor de la esquina. George lo dejó y se alejó. Ethan
todavía podía sentir su aliento caliente en su cara. Estaba furioso. Él lo levantó. George
tuvo las pelotas para perder los papeles porque él estaba teniendo éxito. No
necesitaba esta mierda.

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Alfas en Las Vegas
Voy a guardar mi ira y usarla en el show de esta noche.
Hubo una explosión de humo de color naranja y purpurina y sonó una trompeta.
Un solo ángel desnudo se pavoneaba en frente de una multitud. Sus majestuosas alas
revolotearon mientras el ritmo aumentaba y voló por el escenario con una cuerda
invisible. Todo un coro se dividía en ambos lados del escenario y se alineaba mientras
una plataforma se elevaba y un demonio de cabello oscuro, llegaba desde el abismo.
Ethan quería mirar hacia atrás desde su lugar en la fila.
En cambio, George lo agarró y se movieron adelante y atrás en un tango

36 macabro. Se sumergieron y le susurró: —No vivirás para ver la noche.


Se movieron hacia arriba y bajaron por el otro lado.
—No voy a retroceder, George.
—No tienes que hacerlo, Ethan—. El pie de George se colocó detrás del suyo
y estuvo a punto de tropezar, pero, para disgusto de George, se enderezó
perfectamente y nadie se dio cuenta. George se trasladó hasta otros bailarines y
Ethan se balanceó y se frotó con los otros. Se sentía bien estar contra un cuerpo
desconocido.
Las luces duras fueron un recordatorio de la tensión que tendría que atravesar
todos los días. También estaba el estrellato que había alcanzado y lo encontraría a
cualquier precio. La fama era la carga que había tomado y él la llevaría consigo. La
alcanzaría y sería suya. Miró a la criatura moviéndose alrededor de la pista de baile y
se dio cuenta de que sólo había una cosa que se interponía en su camino. Este hombre
era su ídolo. Él quiso ser él una vez y ahora le iba a superar. Él quiso estar con él.
Rogó sin descanso sólo para anudarse con él. Pensó en él en la ducha. Le dio un beso
y hasta pensó que se preocupaba por él, pero fue a por él todo el tiempo.
Cuando Ethan finalmente se dio cuenta, descubrió el secreto para salir adelante.
Tienes que ser implacable en este mundo o de lo contrario no vas llegar a ninguna
parte. Tienes que estar dispuesto a bajar los humos a cualquiera, en el momento en
que te das cuenta y si no puedes hacerlo, entonces vas a fallar.
George pensaba así cuando hablaba con Ethan. Él sabía que el chico le
superaría si no hacía algo al respecto. Él quería intimidarle por lo que jugó con él.

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Alfas en Las Vegas
George quería sentirse mejor acerca del desvanecimiento de su fama y su falta de
talento.
Estaba celoso del talento de Ethan, de su aspecto, de su juventud, todo lo que
Ethan tenía, George lo quería.
Ethan nunca fue un luchador, pero asumía riesgos. Tomó un riesgo al venir a
Las Vegas sin dinero. Tomó un riesgo cuando empezó a hacer striptease. Tomó un
riesgo cuando hizo una prueba y se puso en peligro cuando consiguió el trabajo como
suplente de George. Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para conseguir el papel

37 principal. Él caminaría sobre las brasas si tenía que hacerlo, pero ahora tenía que
aprender a luchar.
Tenía el valor para hacer lo que tenía que hacer. La música estaba alcanzando
su cenit. George lo agarró y tenían ese momento. Él lo mantuvo demasiado cerca y
sopló en su cuello. El chico tenía la piel de gallina. A medida que sus pies les llevaban a
través del suelo, George alcanzó hacia abajo y le agarró la entrepierna diciendo: —Sé
que quieres esto.
La música terminó de repente y cayó el telón. George bajó a Ethan y él
rápidamente recuperó el equilibrio. Siguió de cerca el hombre. Llegaron a la escalera
que conducía a la sala de maquillaje y Ethan seguía sobre sus talones. Tan pronto
como el pie de George golpeó el segundo peldaño, Ethan se inclinó y susurró: —Nadie
te querrá de nuevo.
Pateó la parte posterior de los pies de George y le empujó por la espalda. Nadie
vio nada. Él cayó hasta el fondo de la escalera y hubo un fuerte chasquido. El personal
corrió para ver lo que había sucedido mientras Ethan corría con simpatía fingida.
—Oh, Dios mío, ¿viste eso? Se me escapó.
Ethan era un ángel. Él siempre lo había sido. Nadie pensó que podía hacer algo
así, por lo que su historia fue aceptada fácilmente, sin que nadie se la cuestionara por
un segundo. Sólo no era el tipo de persona capaz de hacer algo por el estilo.

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Alfas en Las Vegas

38 Ethan estaba conduciendo con la capota bajada y el viento soplaba en su pelo.


A través de sus gafas de sol de diseño, vio un cartel en el lado de la autopista. Su cara
estaba en él. Llevaba una máscara de diamantes de imitación. Las lesiones de George
fueron tan malas que estuvo fuera durante más de un mes y tuvo que ser sustituido.
Ethan le envió unas flores.

Fin

El Dedo de Iphi Iphi


Alfas en Las Vegas

39

Noviembre 2016
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