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Título de la obra: “Noche de fiesta” categoría: microficción.

Nombre del autor: Herzel García Márquez. Seudónimo: Ícaro

Correo electrónico: hngarciamarquez@gmail.com

Lugar de residencia: Huixquilucan, Estado de México

Red social: Facebook, twitter: herzelgm

Noche de fiesta

Las luces, la gente, el baile, el sudor en la piel… es obvio que se me corra el maquillaje. Y

pensar en las horas que he dedicado a buscar la máscara, el blush, el lipstick adecuados,

perfectos para cada ocasión. Todas las líneas de cosméticos deberían de tomar en cuenta a

las mujeres, quienes, como yo, no paramos; siempre estamos dispuestas a una última

canción, una bebida más. Deberían de hacer maquillaje verdaderamente antidesmadre, que

aguante de todo, porque es horrible que después de una noche espectacular con un hombre

divino y una sesión de sexo maravilloso, una termine con ojos de mapache, ni un rastro

vivo del labial, y las mejillas manchadas como si faltaran vitaminas, como si tuvieras jiotes.

Y sinceramente, yo no soy del tipo de mujeres a las que les funciona la cara lavada. Pero ni

qué hacer. En cuanto comencé a sentir el calor en mi rostro, tuve que correr al baño con mi

bolso negro; me encantó desde que lo vi, lo malo es que le caben tan pocas cosas.

Llegué al baño entre pasos de baile ensayados y miradas furtivas con dos tipos bastante

lindos, milagrosamente estaba vacío. Si algo odio de ser mujer es tener que aguantar las

inmensas colas para el baño, para el lavamanos, el jabón, todas viéndonos en los espejos y

¡hay que ver lo que nos tardamos! Lo bueno es que yo soy más alta que las otras, así que

puedo hacerme fácilmente un lugar sobre sus cabezas y pintarme con tranquilidad
En esta fiesta no tuve ese problema y qué raro porque el baño es tan pequeño. He notado

que en las fiestas de ambiente van pocas mujeres, eso es bueno… por el baño.

El punto es que me estaba retocando el maquillaje, traumadísima por mis pestañas que se

veían como en doble fila, cuando ella entró.

Me gustó su cabello, era como un rojo encendido que siempre he querido igualar; yo me

tiño de rubia con reflejos claros. Ella casi no se maquillaba, tan solo un poco de rímel y

brillo labial, su estilo era más bien simple. Unos jeans, una camisa blanca, no tenía el gran

cuerpo, pero se veía bien, de hecho, muy bien. Tendría unos 19 años, quizá uno más. Me

miró y yo temblé, no sabía cómo reaccionar. Me sonrió y yo me sentí desvanecer

Dio la vuelta para entrar en el toilet. Iba a cerrar la puerta, cuando por un instinto, se lo

impedí.

Me metí con ella, le tapé la boca con mi lengua, mis manos la recorrieron, degusté sus

pechos, su cintura. Era deliciosa. Le besaba el cuello y mis dedos jugaban en su boca, en

sus adentros, atragantándola. Desabotoné la camisa y el pantalón, la lamí, la chupé, me

encantó. Mis manos en su cuello, mi cuerpo sobre ella, la boca se la mantuve muy ocupada.

No aguanté más, levanté mi falda, bajé las medias…mis ganas eran tantas. Me di cuenta de

que había apretado demasiado ese fino cuello, cuando el último gemido se oyó. La seguí

penetrando, me vine. Ella tenía la mirada en blanco. Sacudí mi miembro cansado. La

coloqué sobre la taza del último baño.

Estoy pálida, pero por lo menos el delineador ya quedó perfecto. Carajo, justo ahora me

voy fijando que la barba me está naciendo, espero que no se noté. Voy a salir, ya quedé

lindísima y no me quiero ir a casa sola, necesito un hombre.

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