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Federico Neiburg
*
In: Juan Carlos Torre. (Org.). El 17 de Octubre cincuenta años después. Buenos Aires, Ariel, 1995, p. 219-283.
que trata de la historia política argentina contemporánea. Esa fecha parece no sólo marcar
el nacimiento del peronismo, sino también contener y condensar las claves para
sucedió en aquella jornada pueden ser vistas como los relatos de un verdadero mito de
origen. El objetivo de este artículo es analizar la génesis social de algunas de las versiones
de ese mito.
Hacia la mitad de 1945 el entonces coronel Juan Perón acumulaba los cargos de
militar que, surgido dos años antes de un golpe de estado, estaba ahora acosado por la
oposición. El 12 de octubre de 1945 los hasta ese momento aliados militares del coronel
encarcelando a Perón, que era visto por sus adversarios como el hombre fuerte del régimen.
N
* OTAS
A partir de ese punto cualquier descripción de los acontecimientos que terminaron con el
discurso que Perón pronunció en la noche del 17 desde los balcones de la Casa Rosada
corre el riesgo de suscribir alguna de las versiones del mito: ¿el 17 de octubre fue el
resultado de una hábil maniobra política de Perón, de una retirada táctica que preparó su
reentrada triunfal posterior, o fue el resultado de una enorme movilización popular que,
rescatándolo de la prisión, selló su destino como lider de los trabajadores? ¿Cuánta gente 1
se había reunido en la Plaza de Mayo a pedir por la libertad de Perón? ¿Fueron realmente
del régimen? ¿Quiénes se movilizaron? ¿Fue el "pueblo real"? ¿Fue la clase obrera del
2
1 Cf. una exposición de argumentos en ambos sentidos en Luna 1987: 310 y ss.
2
En un extremo, la descripción de una explosión revolucionaria de la "Argentina profunda": "[...] un pujante
palpitar sacudía las entrañas de la ciudad. Un hálito aspero crecía en las densas vaharadas, mientras las
multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y Villa
Lugano [...]. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de Lomas de Zamora.
Hermanados en el mismo grito y en la misma fé iban el peón rural de Cañuelas y el tornero de precisión, el
fundidor, el mecánico de automóviles, el tejedor, el hilandero y el empleado de comercio. Era el cimento
básico de la Nación que surgía, como surgen las épocas pasadas de la tierra después del terremoto"
(Scalabrini Ortíz 1946). En el otro extremo, la idea de que todo no fue más que una "ilusión cómica"
(Borges 1955).
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Según una versión, "el proletariado que desencadenó la huelga revolucionaria de los días 17 y 18 de
octubre de 1945 actuó movido por dos imperativos aparentemente antagónicos, provenientes de su propia
naturaleza de clase, esto es, que no fueron impuestos por ninguna fuerza exterior a él: la espontaneidad y la
autoconciencia [...] Fue la explosión del pathos proletario que despertó en los huelguistas la autoconciencia
de que ellos y solamente ellos podían evitar la pérdida de sus conquistas" (Puiggrós 1971: 179-180). Según
otra versión, "los obreros, tal como siempre se definieron nuestros hombres de trabajo, aquellos que hace
años sustentan y sustentaron sus organizaciones sindicales y sus luchas contra el capital [...] no estaban allí.
Esta es una verdad incuestionable y pública que no puede ser desmentida: si pararon su trabajo el miércoles
y jueves no fue por autodeterminación, sino por imposición de grupos anteriores, amparados y estimulados
por la policía" (La Vanguardia, 23/10/45, citado en James 1989). Una original combinación de imágenes
sobre el 17 de octubre, que tiene el mérito de concentrar motivos de varias otras versiones del mito, es la
siguiente descripción de Ezequiel Martínez Estrada: "(...) Habíamos hablado mucho de nuestro pueblo (...)
pero no lo conocíamos. Perón nos reveló no al pueblo, sino a una zona del pueblo que, efectivamente, nos
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espontáneas u organizadas por los dirigentes sindicales? ¿El papel principal corrió por
1
cuenta de líderes obreros portadores de tradiciones sindicales europeas que habían llegado
presencia en la sociedad de una nueva clase obrera constituída por una población de origen
rural, proletarizada en el contexto del crecimiento industrial del país en la década de 1930? 2
Marcha del Duce sobre Roma, o el testimonio del monstruoso ritual de consagración de un
genio maligno, fueron algunas de las definiciones utilizadas para caracterizar lo que todos
parecía extraño y extranjero. El 17 de octubre volcó a las calles céntricas de Buenos Aires un sedimento
social que nadie había reconocido. Parecía una invasión de gentes de otro país, hablando otro idioma,
vistiendo trajes exóticos y, sin embargo, eran nuestros hermanos harapientos, nuestros hermanos miserables
(...) el lumpemproletariat (...) salieron a pedir cuenta de su cautiverio, a exigir un lugar al sol y aparecieron
con sus cuchillos de matarifes en la cintura, amenazando con una San Bartolomé del Barrio Norte. Sentimos
escalofríos viéndolos desfilar en una verdadera horda silenciosa con carteles que amenazaban tomarse una
revancha terrible" (1956: 31-32).
1
Las descripciones contrastantes de dos sindicalistas sirven de ilustración. De un lado, el relato de la
"entrada en la vida política" de una nueva clase obrera: "Respondieron que en Avellaneda, en Lanus, el
pueblo está viniendo para el centro. '¿Cómo?', preguntamos. 'Sí', respondieron, 'no sabemos quién dio la
orden, pero toda la gente está caminando hace algunas horas rumbo a Buenos Aires'" (Perelman 1961: 83).
De otro lado, la descripción de la actividad conciente de algunos líderes sindicales (y de otras figuras, como
Eva Perón): "En todos los lugares donde estábamos organizando nuestras fuerzas masivas como
prolegómenos de aquel gran acontecimiento del 17 de octubre, se producían escaramuzas o enfrentamientos
de grupos de obreros activistas o Comités de Huelga con la policía" (Reyes 1984: 221).
2
Para la primera interpretación "sociológica" de los orígenes del peronismo, el 17 de octubre era el estallido
social que había marcado la "integración" al sistema político de una nueva clase obrera de origen rural,
portadora de una "cultura tradicional" (cf., p.e., Germani 1973: 479-480). En los debates de caracter
académico sobre los orígenes del peronismo, la referencia a viejas tradiciones sindicales en las
descripciones del 17 de octubre fue uno de los ejes sobre los cuales se constituyó la "revisión" de la
interpretación "ortodoxa" anterior. En esta dirección, fueron pioneros los estudios de Murmis y Portantiero
(1971), enfatizando la homogeneidad de la clase obrera en la comprensión de los orígenes del peronismo, y
de Torre (1975), sobre el papel de la CGT en el 17 de octubre. Cf. también, la incisiva lectura crítica que
hizo Halperín Donghi de la interpretación de Germani (1974).
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argentina. La unanimidad, compartida por las diversas versiones del mito de origen del
del país, colocaba al 17 de octubre de 1945 entre los relatos mayores sobre la nación
argentina.
Las luchas por definir una versión oficial del 17 de octubre de 1945 constituye un
capítulo de la historia del peronismo. El destino político de los agentes interesados en ganar
después, se jugó también en la eficacia con la que cada uno consiguió imponer una versión
favorable de los acontecimientos de aquella jornada. Esta verdadera lucha simbólica entre
1
dirigentes sindicales y políticos peronistas nunca fue tan violenta como en el transcurso de
los primeros gobiernos de Perón, entre 1946 y 1955. Durante ese periodo, dos fueron los
escenarios principales de la batalla: el primero fue el Congreso Nacional y los debates que
segundo escenario fue el ritual que desde 1946 pasó a ser realizado todos los 17 de octubre
1 Dos fueron talvez los casos que alcanzaron mayor celebridad. El primero fue el del dirigente sindical
Cipriano Reyes, autoproclamado protagonista de la primera hora de la jornada y luego disidente del
peronismo (cf. Reyes 1984 y Luna: 1987 41-54). El segundo caso el de Eva Perón, cuya consagración como
Evita, "lider de los descamisados", fue paralela a la construcción de una historia del 17 de octubre que le
reservaba un papel protagónico. Para un análisis de los mitos de Eva Perón cf. Taylor (1980) y, más
especificamente, para un análisis de los mitos de Eva Perón en relación al 17 de octubre, cf . Navarro
(1980).
2 La oficialización de una simbología peronista fue paralela a la invención de una tradición (en el sentido de
Hobsbawm 1983) ligada al peronismo. Así puede ser interpretada, por ejemplo, la sanción de las leyes
12.868 y 12.876, de 1946, que dispusieron, respectivamente, la creación del feriado nacional del 17 de
octubre y la construcción de un "Monumento al Descamisado" en la Plaza de Mayo. Durante los gobiernos
peronistas, el 17 de octubre fue transformado en "Día de la Lealtad Peronista" y, más adelante, durante los
periodos de proscripción del peronismo, en "Día de la Resistencia Peronista". Cf. Ciria 1983: 273-82, y
Plotkin 1993: 104-144.
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una lucha por el propio espacio del balcón de la Casa Rosada, por la elección de los
individuos que debían acompañar allí a Perón, por el orden de los oradores y por la
definición del contenido de los discursos cuyo motivo principal debía ser siempre el
Por otra parte, entre los que se identificaron como no peronistas o como
paso, más tarde, a una coincidencia cada vez mayor con sus adversarios peronistas. Para la
Una comprensión correcta de la naturaleza de esa novedad parecía exigir una lectura
1955 -- conocido como Revolución Libertadora -- los debates sobre la naturaleza del
peronismo entre peronistas y no peronistas adquirieron estatuto público. El violento fin del
posibilidad de ganar la lealtad de una base social -- el pueblo -- que la nueva coyuntura
parecía haber colocado en una situación de disponibilidad para nuevas adhesiones. A partir
1 Para un análisis de las transformaciones del ritual del 17 de octubre y su relación con otros rituales
inventados o reinventados durante los gobiernos peronistas, cf. Plotkin 1993: cap. 4.
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Argentina, en una propuesta de integración del pueblo a la nación. Y toda propuesta debió
de 1945, debió ser una versión del mito de origen del peronismo.
permiten comprender los acuerdos y las diferencias entre las distintas versiones del mito de
los relatos de dos intelectuales que inventaron, y encarnaron, figuras sociales con atributos
puntualmente opuestos: Gino Germani y Arturo Jauretche. El primero fue consagrado como
del campo universitario, Jauretche se esforzó por consagrar la figura del intelectual
nacional y popular, construída en la frontera entre los campos político e intelecual. Sus
relatos e interpretaciones del 17 de octubre de 1945 se revelan como los polos del espectro
de las distintas versiones del mito de origen del peronismo producidas después de 1955. El
de las figuras intelectuales que cada uno consiguió legitimar, permiten comprender las
diseñar los contornos del espacio político, social, y cultural de un periodo de la historia
argentina.
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limitar sus resultados a la producción de una nueva versión de los mitos que toma por
objeto. La naturalización de los mitos no es sólo un efecto del uso de palabras como "mito"
también de la ambigüedad con que tales palabras son usadas en buena parte de la literatura
académica que trata de héores y acontecimientos históricos sin distinguir entre sus usos en
intentar dar un sentido teórico positivo a la noción de mito en el estudio de las sociedades
La literatura antropológica sobre mitos se constituyó operando una ruptura con los
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interés de los antiguos mitólogos por la relación entre los mitos y las realidades descritas
por estos, mostrando que la preocupación por el grado de "fantasía" o de "verdad" de los
preocupación por comprender la realidad de los mitos. Estos pasaron a ser tratados como
una dimensión de la vida social que podía ser explicada sociológicamente, se mostraron
Hasta hace no mucho tiempo la atención de los antropólogos estuvo centrada sobre
los mitos de las sociedades que eran denominadas "simples" o "primitivas". La reflexión
relativamente reciente, ligado sin duda al interés también renovado por construir una
definición de mito, mucho menos discutir si las formas narrativas que en las sociedades
problemas, o legitimar proyectos se ajustan a una u otra definición de mito. Sabemos que 2
1 La construcción de una perspectiva semejante fue responsabilidad del grupo reunido en torno de la revista
Année sociologique fundada por Émile Durkheim. La literatura sobre mitos permitiría trazar una historia de
las ciencias sociales en la que estarían situadas las perspectivas más pragmáticas, que vieron en los mitos
guías para la acción, las perspectivas más racionalistas, que estuvieron preocupadas por descubrir, a través
del estudio de las mitologías, formas universales de organización del pensamiento; y, también, los modos de
resolver algunos de las polaridades constitutivas de los "grandes problemas" de las disciplinas sociales,
como las relaciones entre précticas y representaciones o entre estructura e historia.
2 Fuera del uso más técnico de la noción "estructuralista" de mito propuesta por Lévi-Strauss (1958) y
explorada en sus Mythologiques, la literatura antropológica muestra que mito es una noción que sirve menos
para designar un orden de realidad y más un concepto teórico que permite una forma de acceder a la
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las más variadas sociedades y culturas inventaron dispositivos similares para producir y
reproducir identidades colectivas y, en principio, no hay razón para suponer que las
capacidad para mantener una relación simultánea con el pasado, con el presente y con el
(Lévi-Strauss 1958: 230-32). Es significativo que Lévi-Strauss haya elegido como primera
Michelet, se preguntó por las consecuencias políticas del discurso que evoca la Revolución
para mostrar cómo en el relato del historiador puede ser leído algo más que una simple
comprensión de la vida cultural. En este sentido, por ejemplo, puede ser leído el argumento de Pierre Smith,
contrario a la posibilidad de aplicar universalmente una definición de mito y mostrando cómo éste
dificilmente puede ser pensado como un género narrativo diferente de otros. Smith sostiene que lo que está
en juego en el uso de la noción de mito en culturas distintas que la griega antigua (donde la categoría fue
inventada) es siempre una relación de alteridad, responsable por las ambiguedades inscritas en su uso
antropológico: al final, los mitos han servido fundamentalmente para hablar de otros (P. Smith 1980). Una
aguda "arquelogía" de este proceso, demostrando el doble contenido de la palabra mito (una serie de
enunciados discursivos, de practicas narrativas o historias y, al mismo tiempo, un discurso sobre los mitos,
un saber) puede ser visto en Detienne 1981. Para una reflexión sobre el lugar de las representaciones sobre
la mitología (no occidental y particularmente griega) en la génesis de la antropología y en la propia
identidad de occidente cf. Herzfeld 1989: 77-94.
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Los relatos que cada sociedad construye para contar su historia pueden ser
explícitamnte diacrónico, los mitos de origen revelan la particular relación con el tiempo
característica de todo mito: hablando del pasado, proporcionan categorías que permiten
contexto de las sociedades nacionales. Aquí los mitos no sólo existen en la memoria y en
forma oral; existen también en forma escrita, circulando en libros, revistas y periódicos,
son leídos por un público de consumidores y formulados por agentes reconocidos como
autores individuales. Es por eso que la comprensión de las condiciones en las que son
producidos los mitos nacionales y sus varias versiones conduce a un estudio de las elites
conflictos. 3
1 Como todo mito, los mitos de origen siempre son también utopías (cf. Poullion 1980: 83-5).
2 Una de las características constitutivas de las sociedades nacionales es que "la nación" se transforma en
una unidad de referecia para todo discurso sobre la vida colectiva con alguna aspiración de legitimidad. Al
respecto, cf. en las escasas páginas dedicadas por Weber a "La Nación" en su análisis de las formas de
comunidad, en el sentido de que los intelectuales son los agentes "predestinados a propagar el ideal
nacional" (1964: 682); cf. también Elías 1989: cap. 1 y un argumento más sistemático en Bourdieu 1995.
3 Sobre las implicaciones de estas particularidades de las sociedades nacionales para la comprensión de los
sistemas de agentes y representaciones interesados en su invención, cf. Goody y Watt 1963, Chartier 1990:
215-229; y, más específicamente, la particular relación entre print capitalism y las estructuras temporales
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nacionales las han considerado como entidades homogeneas, y no todas han identificado la
existencia de "una" cultura con la de "un" mito. En las sociedades nacionales, que se
de relatos sobre una misma comunidad, con la que se identifican diversos agentes sociales
con intereses contrarios y en conflicto, no puede resultar natural a los ojos del analista. La
existencia de diferencias entre las versiones de un mismo mito requiere tanta atención
como la existencia de acuerdos entre ellas. Una visión comprensiva de las condiciones de
Weber ofrece importantes principios de análisis en este sentido (Weber 1964: 412-17, 1978:
95-106). Ella tiene el mérito de sugerir una doble perspectiva totalizadora: muestra la
diferentes agentes que participan en un mismo universo social, y, al mismo tiempo, propone
una forma de comprender ese universo social en la que no tiene sentido separar prácticas y
representaciones. Las teodiceas, muestra Weber, son más que formas generales de resolver
2
que sirven para imaginar las comunidades nacionales, en Anderson 1991: 22-47.
1 En la literatura antropológica, una de las primeras discusiones de la relación entre acuerdos y diferencias
entre las varias versiones de los mitos se debe al análisis de Edmund Leach sobre las relaciones entre
mitología y faccionalismo político en la Alta Birmania (Leach 1954: cap. 9). Los intentos más sistemáticos
de conceptualizar teoricamente "mitología nacional" han acentuado el aspecto de homogeneidad subyacente
a la idea de nación -- a la formulación de "un" mito nacional --, procupándose poco por el estudio de la
heterogeneidad social revelada en la diferencia entre sus versiones (cf. p.e. A. Smith 1986 192-3).
2 Este es el sentido del análisis de Weber de los diferentes agentes sociales que participan de una comunidad
religiosa (sacerdotes, magos, profetas), de su consideración de las formas objetivas y subjetivas de la
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percepción del mundo imperfecto creado por él. Son también formas de justificar el lugar
que cada agente social ocupa en el mundo, lecturas sobre su pasado e imágenes de su
destino. Para construir una posición en un universo social que es pensado en términos
relato de la historia y un proyecto que pueda ser reconocido por el resto de la sociedad. Por 1
ello las mitologías nacionales reservan un lugar especial a las representaciones sobre el
pueblo, sobre los ciudadanos de la nación. Objetos privilegiados del efecto naturalizador
ejercido por todo mito, las categorías pueblo y nación constituyen un verdadero campo de
luchas entre los agentes encargados de producir las representaciones autorizadas sobre las
sociedades nacionales. 2
periodo posterior a 1955 son particularmente reveladores de estas cualidades comunes a las
social y de enorme violencia política y simbólica, las formulaciones sobre el origen del
1 La literatura ha mostrado la variedad de figuras sociales que se constituyen en el marco de las modernas
sociedades nacionales y las relaciones y conflictos entre ellas: no sólo los historiadores que describen el
pasado, también los políticos (que prometen futuros) y varias figuras de científicos (filologos, geógrafos,
sociólogos, antropólogos). Cf. Foucault 1966, A. Smith 1986 y Hobsbawm 1991.
2 Cf. la sugerencia de. Bourdieu (1984) en el sentido de que la definción de los contenidos de la categoría
pueblo es un enjeu privilegiado en las luchas entre intelectuales.
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peronismo pueden ser vistas como un campo de representaciones sobre las relaciones entre
dos grupos que eran percibidos como estando en una situación de disponibilidad: de un
lado, una base social, el pueblo, que parecía huérfano de su lider derrotado y exiliado; de
otro lado, líderes potenciales, carentes de base social. Entre estos últimos se contaban
alternativas: de un lado, los intelectuales peronistas que, identificados con figuras como la
propuestas más autoritarias, hasta procesos más lentos de educación democráctica, como el
Las versiones del mito de origen del peronismo producidas por el sociólogo
puntualmente opuestos. Desde una posición de victoria política, la versión de Germani era
Jauretche se mostraba como un capítulo más de una historia pendular. Ambas versiones, sin
embargo, estaban unidas por dos profundos acuerdos. El primero tenía que ver con la
caracterización de la base social del peronismo, con los protagonistas del 17 de octubre. El
segundo, tenía que ver con la relación entre el 17 de octubre y los relatos mayores sobre la
la nación argentina: un relato de la historia nacional que estaba centrado en las dificultades
pasado, encabezadas por los caudillos del interior del país en su lucha
1 Según mostró Weber (1964: 328-69), este tipo de relación con los relatos anteriores (propio de toda
teodicea) permite comprender también otra dimensión de la relación constituiva entre la narración de la
historia y la formulación de proyectos para el futuro: para legitimarse en su "comunidad", cualquier nuevo
profeta (aun el más heterodoxo) debe buscar reconoconocimiento en creencias anteriores, debe procurar un
antecedente en el pasado.
15
capacidad para luchar, sino para votar. Así, las multitudes volvieron a
cuya base social eran los viejos obreros inmigrantes de origen europeo
39). Esa era la saga del 17 de octubre de 1945, así descrita por
16
Jauretche:
Jauretche trazó una visión pendular de una historia sin historia que era común a los
que la lucha entre peronistas y antiperonistas era el último de los episodios de una
1 Tomado de Galasso 1985: 615. En otra ocasión, Jauretche utilizó las siguientes palabras para referirse al
17 de octubre: "Allí estaba la multitud retirada del foro, de la plaza pública y del comicio (...) Frívolas
fueron en Paris las vísperas del 89. Frívolas en Petrogrado las vísperas del 17. María Antonieta jugaba a los
pastores en Versalles, cuando alguien en los suburbios de Paris afilaba guillotinas. Y en la corte del Zar
nadie pretesentía trás las barbas de Rasputín, el rostro lampiño de los adolecentes de la marinería de
Kronstadt. Aquí también la multitud se puso de pronto en movimiento. Comenzó a mirar hacia otro lado que
el verde de las canchas (...) Y fue mirando y mirando, creyendo y creyendo. El 17 de octubre ya tenía una fe
y se volcó en la calle, a la carrera. Y porque ya tenía fe, se quedó en la calle de guardia al lado del 'héroe'
que acababa de encontrar (...) Es el Pueblo de la Revolución que ha vuelto al foro (...) Pueblo de la
revolución ¡Salúd!" (1969: 88).
2 Fue Jorge Abelardo Ramos (1956) quien ofreció la formulación extrema de la historia nacional en este
registro. Situando el comienzo de su relato en la España del siglo XVI, Ramos agrupó los personajes y
acontecimientos de la historia nacional en dos polos, cada uno acompañado de un grupo de adjetivos: del
lado positivo, la Argentina de la revolución y sus figuras viriles, astutas, jóvenes, prudentes, rebeldes,
tradicionales; y, del lado negativo, la Argentina de la contrarrevolución y sus protagonistas, afeminados,
ociosos, ineptos, conformistas, europeistas, exclusivistas.
3 Las interpretaciones del peronismo como la última manifestación de la crisis argentina fue un motivo
frecuente en la producción que siguió al golpe de estado de 1955. Con la intención de legitimar la pregunta
por los orígenes del peronismo en una genealogía de problemas y conceptos ya consagrados, los diversos
17
"Es que hay dos Argentinas paralelas: una, la de la realidad que se elabora al margen
de los estratos formales, y la otra, la de las formas que intenta condicionarla y
contenerla en su natural expansión: la intelligentzia pertenece a ésta última."
(Jauretche 1958: 29)
un nuevo ciclo de exclusiones. Por eso, tan importante como comprender los
orígenes del peronismo, era explicar las causas de su caída. Y fue en ese terreno
donde tal vez su obra adquirió mayor singularidad. Así, su descripción del 17 de
cuando una multitud se congregó frente a la Casa Rosada para vivar al jefe de la
Mayo; pero el contenido de ambas fechas marcaba los extremos entre los que
autores reactualizaron la noción de crisis, común en los ensayos de la década del '30 -- que habían
diagnosticado una profunda crisis en la identidad nacional, en la cultura o el ser nacional -- y, también, en la
lectura que esos ensayistas habían hecho de la producción de la llamada "generación de 1837" -- Sarmiento,
Alberdi, Echeverría, etc. --, cuya finalidad marcadamente política los había llevado a acentuar una visión
dualista de la Argentina, diagnosticando las causas de la crisis en una supuesta estructura bipolar: la
contradicción entre dos Argentinas. Una Argentina era visible, urbana, moderna, cosmopolita, ligada al
mercado mundial por medio de la metrópoli de Buenos Aires. La otra era oculta, rural, tradicional, ligada al
mercado interno y su máxima expresión eran las provincias del interior del país. La primera aparecía como
liberal y europeísta, en la valoración positiva, y como anglófila y francófona, en la valoración negativa. La
segunda aparecía como más auténticamente nacional, en la valoración positiva, y como cerrada, hispanista y
católica, en la negativa. Cf. entre otros, Mallea 1933; Martínez Estrada 1933; Scalabrini Ortíz 1931. Para un
análisis de las diferentes interpretaciones del peronismo como formulaciones diferentes del relato sobre la
crisis argentina, Neiburg 1993: 101 y ss.
18
55, la base social del antiperonismo, el medio pelo, había festejado la derrota de un
relato.1
nacional" que hubiera podido apoyar el proyecto de Perón --; Jauretche proponía
2
conformado por un sector de la clase media baja sin posibilidades de ascenso y por
esa base social del antiperonismo con el nombre de medio pelo, un adjetivo que
servía para -- según sus palabras -- describir un grupo social que busca construir una
decadencia, o de la clase media con las expectativas de ascenso frustradas y que, por
1 A su vez, ambas fechas se entrelazaban con otras equivalente en el pasado: 1945 con la victoria de
Yrigoyen en 1918, 1955 con el golpe de estado que lo derrocó en 1930.
2 O preocupados por argumentar en qué sentido las fuerzas armadas ("representadas" en la figura de Perón)
habían tenido que desempeñar esa función histórica, "traicionada" por la burguesía nacional (cf. Hernández
Arregui 1960: 370, Puiggrós 1971: caps. 3-4 y Ramos 1956: 400-1).
3 Medio Pelo era un término peyorativo existente en el lenguaje popular argentino y de otros países de
América Latina.
19
lugar dentro una versión pendular de la historia; eran una apuesta hacia el futuro;
del pueblo -- excluido por la Revolución Libertadora y rechazado por el medio pelo
intelectual -- y el "verdadero pueblo" argentino, originario del interior rural del país
medio social y cultural era también el suyo propio y mostrando cómo su intimidad
con la "Argentina real" era lo que, precisamente, le confería una capacidad particular
sociedad que se decía "científica" y que hacía un uso "falacioso de los datos
4 La categoría que concentró todos los rasgos positivos atribuidos a la base social del peronismo por los
intelectuales peronistas fue cabecita negra. Algunas de las formulaciones originales al respecto pueden
verse en Hernández Arregui 1960:. 285 y, de una forma más completa, en Ratier, 1969.
20
reconocimiento social alcanzado por ésta última. Pero a pesar de sus ataques
explícitos a Gino Germani, Jauretche citaba una y otra vez al "sociólogo" para
apoyar sus propios argumentos o para legitimar sus propias conclusiones. El "punto
hecho de que aun aquellos que atacaban a la sociología, debían apoyarse en ella para
2 Otro indicador de la legitimidad de la sociología cientifica en una combinación similar de ataques y usos
de Germani por parte de otros intelectuales simpatizantes del peronismo y contrarios al "método científico"
puede verse en el también best-seller de la época: Sebreli, 1964. Del lado contrario, el reconocimiento de la
existencia de la "sociología nacional", por parte de la "científica" puede comprobarse en las críticas del libro
de Jauretche aparecidas en la Revista Latinoamericana de Sociología y por el espacio ofrecido allí para la
defensa de Jauretche por uno de sus seguidores (cf. el debate entre Francisco Delich, 1967, y Roberto Carri,
1968).
21
1 Germani ilustraba con "datos científicos" las transformaciones en la morfología social: entre 1869 y 1914
la proporción de extranjeros en el país pasó de 16,6 % a más del 30 %; a lo que se sumaba la centralización
del flujo migratorio sobre la ciudad de Buenos Aires, donde entre 1869 y 1947 residía más del 40 % del
total de extranjeros (1952a: 571-577, 1955: 218-225 y 1962: 248 y ss). Por otro lado, también mostró que
entre 1935 y 1947 se desplazaron del interior del país a las grandes ciudades (y especialmente a Buenos
Aires) poco más de 1.000.000 de individuos, 20 % de la población total del país (1955: cap. 5).
22
incluía en una versión de la historia nacional que estaba preocupada por pensar en
constituición de la nación argentina que era común no sólo entre los autores
tambien entre sus enemigos peronistas, como Jauretche. Al igual que estos últimos,
irresuelta. Pero si, por un lado, Germani coincidía con Jauretche al atribuir al 17 de
octubre de 1945 un poder revelador de la crisis argentina, por otro lado discordaba
con éste al condenarlo como una forma de integración perversa. Germani y los
del 17 de octubre en las mismas regiones del espacio social: una población del
interior rural y tradicional del país que había llegado a la metrópoli urbana para
transformarse en una nueva clase obera. Pero, los valores atribuidos a la cultura
tradicional por Germani eran inversos a los observados por quienes pensaban como
El primer paso en esta teodicea era descubrir la racionalidad de los sucesos del 17
educador democrático. 3
1 Uno de los Cuadernos de Sociología publicados en 1960 por Germani tuvo por título "Idelologías
autoritarias y estratificación social" e incluyó dos artículos, uno del propio Germani y otro de Seymour
Martin Lipset, dedicado al análisis de las bases sociales del "autoritarismo popular". La descripción de éste
último de la cultura rural tradicional es ejemplar de las propiedades atribuidas a la base social del
peronismo: "La tendencia a ver la política y las relaciones personales en términos de blanco o negro [...]; un
deseo de actuar de inmediato, sin reflexión crítica [...]; impaciencia en la conversación y en la discusión
[...]; falta de interés en organizaciones que tengan una perspectiva política gradual y de largo alcance y una
predisposición a seguir líderes que ofrecen una interpretación demonológica de fuerzas presumiblemente
conspiratorias, sean estas religiosas o políticas" (Lipset 1960: 391) Junto al modelo de Redfield sobre la
sociedad folk y la pequeña tradición, esta fue la línea de analisis seguida por otro sociólogo, estrecho
colaborador de Germani, para describir el modo de vida rural del cual era originaria la nueva clase obrera:
"un mundo de grandes contrastes, donde hay buenos y hay malos, unos son leales y otros son traidores, hay
partidarios y hay enemigos" (Di Tella 1964: 14 y cap. 2).
2 La noción de racionalidad empleda por Germani para interpretar la irrupción del peronismo el 17 de
octubre de 1945 tenía un contenido sociológico (referido a "condiciones sociales"), distinguiéndose
claramente del uso común de la noción en el contexto de otras versiones no peronistas del mito donde
aparecía como adjetivo: según éstas últimas, quienes apoyaron a Perón se habían comportado de manera
irracional.
3 "La llamada 'desperonización' de la masa de las clases populares argentinas constituye un problema [que]
trata innegablemente de una cuestión de educación e información [...] pero por sí solo este aspecto sería
incompleto e insuficiente. Lo que se precisa a este respecto no reside de ningún modo en un cambio de
mentalidad, sino en ofrecer a la acción política de esas masas un cambio de posibilidades que les permita
alcanzar sus objetivos "reales" [...] La inmensa tarea a realizar consiste en lograr [la integración política de
las masas] pero vinculándola de manera indisoluble a la teoría y a la práctica de la democracia y de la
libertad."( Germani 1956: 336-337, las cursivas son del original).
26
que llegó a ser directora de la escuela primaria local. Pese a que los
por la política, inducido por la actividad del padre; el interés por las
mundo rural del interior, en contacto directo con la "vida real de los
niñez aparecen como relatos de alto contenido político que sirven para
"colonización pedagógica"? 1
esperado por su padre. Así, se preocupó por destacar los elementos que
1 "La escuela no me había dicho nada de la flora y de la fauna que me rodeaba [...] y, mientras, ya sabíamos
del Yant-Tse-Kiang y del Danubio [...] El pueblo se llamaba Lincoln y sabíamos de tal prócer, en cambio no
sabíamos nada de los gauchos junineros, de los milicos de frontera [...] Es que ellos eran indignos de la
'cultura', según la entendía la 'intelligentzia'" (1969: 15).
2 Todos los datos coinciden en señalar que el camino que pasaba por esas dos instituciones era el más
transcurrido por los jóvenes de alto capital social y económico interesados en invertir en el mundo de la
política (para algunas comparaciones entre las propiedades sociales de los alumnos de las Facultades de
Derecho y de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, cf. Neiburg: 1993: Anexos).
3 En otra anécdota que ilustra bien su retórica, Jauretche contó que su llegada al "campo nacional" se
30
nacional. Y "causa nacional" era para él, en la época que escribió estos
peronismo.
Galasso 1985: 113 y ss. y Scenna 1983). Después del golpe de estado
produjo gracias a "una formidable patada recibida en el trasero" propinada por un viejo militante anarquista
y que tuvo el efecto de arrojarlo fuera de un acto organizado por un partido de la "izquierda liberal".
Después de la "patada", Jauretche escuchó la versión para él reveladora que el anarquista tenía de los
"problemas nacionales". La moraleja de Jauretche era explícita: "una patada en el momento y en el lugar
oportuno enseña más que una biblioteca" (1964: 124).
31
yrigoyenismo.
peronista". Desde el cargo que ocupó entre 1946 y 1952 como director
1 La mayor o menor independencia (o "lealtad") frente a la "conducción" de Perón funcionó como uno de
los principales argumentos de diferenciación entre los "intelectuales peronistas". Al contrario de los
argumentos empleados en las luchas de clasificación entre ellos (y reproducidos por buena parte de los
analistas) la mayor o menor autonomía individual en relación al lider puede explicarse sociológicamente --
como sugerí en otro lugar, mostrando las homologías entre las propiedades sociales y la actitud
"independiente" de figuras como Jauretche y las propiedades sociales de un intelectual que "nunca sacó los
pies del plato", como Juan José Hernandez Arregui (Neiburg 1993: 59-71).
33
colocando primero la cultura, o los libros, y después el pan, o las alpargatas. Por 3
ello, decía, los profetas del odio no entienden el significado del 17 de octubre de
2 Sus enemigos inmediatos eran tres conocidas figuras intelectuales que, pese a sus diferencias, coincidían
en la valoración negativa del peronismo: Jorge Luis Borges, Ezequiel Martínez Estrada y Julio Irazusta.
3 La contradicción entre libros y alpargatas para demostrar la adhesión o el rechazo al peronismo, surgió en
1945 cuando un diputado socialista acusó violentamente desde el congreso a Perón por promover las
alpargatas en desmedro de los libros. Desde entonces el contenido de las relaciones entre esas palabras se
transformaron en uno de los motivos principales de diferenciación en relación a las distintas versiones del
mito de origen del peronismo. La condena de Jauretche a la "intelligentzia" es un buen reflejo del fuerte
antiintelectualismo que desde el principio impregnó las manifestaciones de apoyo a Perón, incluyendo las
del 17 de octubre de 1945 (cf. James 1987, Neiburg 1992), y de cómo ese antiintelectualismo se transformó,
paradójicamente, en un contenido de la propia identidad de los "intelectuales peronistas".
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1945 y lo condenan, porque no comprenden que "en el orden natural es primero pan,
por su condena del "contenido popular" del gobierno de Perón y, especialmente, por
su oposición a la política cultural del régimen -- común entre los intelectuales que,
aparición indicaba una alteración en los criterios que habían servido para definir los
dos polos en los que se había dividido el campo intelectual argentino desde la
1 Para algunos rasgos del campo intelectual en la primera mitad del siglo, cf. Altamirano y Sarlo, 1983 y
Sarlo, 1988. Para un período posterior cf. Sigal, 1991; Terán, 1991, y Altamirano, 1992.
pueblo. 1
convencimiento:
"En el lenguaje llano de todos los días, hilvanando recuerdos, episodios o anécdotas,
diré mis cosas como se dicen en el hogar, en el café o en el trabajo (...) utilizando la
comparación, la imagen, la analogía y las asociaciones de ideas con que la gente
común se maneja en su mundo cotidiano" (1958: 45-46). 3
Pero ese estilo singular que Jauretche buscaba naturalizar como el estilo de
1 En la constitución del "nacionalismo popular" posterior a 1955 estaba en juego una operación de
reinvención de las tradiciones "nacionalistas" de los años '30, que se identificaban como cercanas al caudillo
radical Hipólito Yrigoyen (como FORJA). Al contrario del camino que abierto por la indicación
durkheimiana de buscar las "causas siempre presentes" en la existencia de un sistema de clasificación, la
profusa literatura que trata sobre el nacionalismo argentino (p.e., Navarro 1968, Alvarez 1975, Buchrucker
1983, Rock 1993) se ha contentado con trazar genealogias de tradiciones ideológicas, y con listar nombres
de individuos, grupos y publicaciones prestando poca atención al estudio de las condiciones sociales de
producción (las teodiceas) de un corriente de ideas (o de varias) identificadas con el nacionalismo. En
general, los trabajos sobre el nacionalismo argentino reflejan una tendencia en la historia de las ideas que se
contenta con reproducir los argumentos puestos en juego por los nativos -- i.e. por los agentes sociales cuyas
representaciones el analista está tratando de comprender. Un camino diferente en las perspectivas sobre el
revisionismo histórico argentino ha sido señalado, p.e., por Halperín Donghi 1985 y Quattrocchi-Woisson
1991.
2 Que no presentaba diferencias sustantivas respecto a otros autores interesados en apuestas similares,
como, por ejemplo, Jorge Abelardo Ramos, Juan José Hernández Arregui, Rodolfo Puiggrós, Esteban Rey, o
Jorge Enea Spilimbergo.
3 En un agregado a la tercera edición del libro (1966), Jauretche invocó la autoridad de las palabras de otro
conocido "ensayista nacionalista", Ramón Doll, al respecto de una supuesta tradición literaria argentina,
cuyas características serían: "la inclinación a la sencillez o la neutralidad [...] la preferencia por la dicción
clara, natural, por el lenguaje directo y conversado [...] lo que debe tener su origen en que somos más bien
emotivos que intelectuales, en que tenemos una aversión innata al decir demasiado conceptuoso y trabajado,
primero porque reprime forzadamente la emoción [...] y, segundo, porque no nos gusta el esfuerzo mental
demasiado sostenido" (p. 46).
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UBA. Si, por un lado, Jauretche siempre se preocupó por hacer una apología de la
biografía que le permitían conocerla y ser permeable a sus penurias; por otro lado,
nunca dio un énfasis similar a la otra característica de su trayectoria que era una
medios de la elite intelectual. Fue gracias a esa experiencia que Jauretche pudo ser
1
populares; y fue gracias a ella como pudo, también, ser diferente de otros
1 Durante al década del '30, su contacto con los círculos de la elite intelectual parece haber sido bastante
más importante que lo que el propio Jauretche reconoció. Un testimonio de esta relación es el prólogo que el
propio Jorge Luis Borges escribió en 1934 para un "poema épico" escrito por Jauretche, El paso de los
Libres, en el que relataba la rebelión radical derrotada en 1933 (por haber participado en ella, Jauretche pasó
4 meses encarcelado). Años después, Jauretche atribuyó ese prólogo a las simpatías que entonces Borges
profesaba por el radicalismo, pero no consignó que, además, en aquel momento Borges ya era un autor
reconocidamente identificado con los círculos de la elite literaria porteña a los que él después atacó con
tanta furia.
popular" era el medio para "explicar" de un modo distinto la "realidad" a sus pares --
con quienes discutía -- y al propio pueblo -- a quien declaraba dirigir sus obras. Su
intelectuales tampoco puede agotarse en las afirmaciones genéricas que tienden a identificar a los
"populistas" como intelectuales que ocupan posiciones dominadas o en dificultades dentro del campo
intelectual (como, p.e., han señalado Grignon y Passeron 1989: 10-13). La comparación entre las
trayectorias de Jauretche y Hernández Arregui ofrece la oportunidad de estudiar algunos de los principios
que subyacen a la diversidad de estas actitudes identificadas genéricamente como "populistas", cf. Neiburg
1993: 55 y ss.
38
haber pasado casi un año recluído en una isla italiana, a causa de sus
Sociología, creado una década atrás. Dos eran las principales áreas en
integró Germani.
Germani.
esos dos momentos que comprenden los diez años del gobierno de
el campo intelectual. 2
Desde
1 En el año 1946, y solamente en la UBA, fueron excluidos 1250 profesores, 825 de los cuales renunciaron
y 423 fueron echados (Mangone y Warley 1984: 59).
2 Para un estudio de las condiciones sociales que permitieron la invención de la sociología científica
argentina cf. Neiburg 1993 y 1995. Importantes formulaciones al respecto de las relaciones entre campo
intelectual y campo político en la Argentina entre 1930 y 1966 puede verse también en Sigal 1991.
44
El
llegó a atacar incluso con furia eran, al mismo tiempo, sus aliados
3 Para un esbozo de las relaciones entre elites intelectuales y elites sociales en la Argentina entre 1930 y
1955 a través de la historia del CLES y de su principal publicación, Cursos y Conferencias, cf. Neiburg
1993: cap 4.
45
de origen.
Conclusiones
octubre de 1945 debió responder a una de las exigencias del mito: una
1 El trabajo de Torre (1975) fue pionero en la intención de descubrir la singularidad de los acontecimientos
históricos del 17 de octubre, más allá del mito.
47
Argentinas.
principios con los cuales uno y otro buscó dar legitimidad a sus
1 Las "orientaciones" hacia el pasado y hacia el futuro son constitutivas de la génesis de las disciplinas
históricas y sociales, parte de los procesos de formación de los estados nacionales modernos y, también, de
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