Lo mismo ocurre en cada uno de los doce meses del año judío.
Cada mes posee
una característica y cualidad única, que experimenta un ciclo de la disminución y crecimiento, ocultación y expresión, alcanzando su clímax en el décimo quinto día del mes.
El rebote
Esta es la singularidad del 15 de Av.
Cuando mayor es el descenso de un objeto por una pendiente, mayor será el
ímpetu en la próxima colina; cuanto más se estira la flecha detrás del arco, mayor es la fuerza que tendrá al ser soltada. Esta ley orgánica de la naturaleza también gobierna el flujo del tiempo lunar y las cualidades espirituales que el conlleva: cuanto más baja es la pendiente, más alta es la subida a seguir.
Por lo tanto, el mes de Av debe poseer de hecho el 15 más grande de todos.
¿Para qué sino el más oscuro eclipse que precede a la Luna Llena de Av?
La última mitad de Tamuz y los primeros días de Av marcan una interrupción en el
corazón del universo y el inicio de un invierno espiritual del cual debemos emerger. En el 17 de Tamuz del año 3829 de la Creación (EC 69), el ciclo lunar de la vida judía tuvo el ocaso más abrupto de su historia de 4000 años. En ese día las paredes de Jerusalén fueron demolidas por los ejércitos romanos; y durante las próximas tres semanas, del 17 de Tamuz al 9 de Av (observadas como las “tres semanas” de luto), el enemigo avanzo constantemente a través de Jerusalén, invadiendo el santo Templo, y, el 9 Av, lo dejo en llamas. El 9 Av también es la fecha de la destrucción del Primer Templo en el año 3338 (AEC 423) y otras numerosas calamidades en historia judía.
La destrucción del Templo fue solamente la contraparte física de una pérdida
espiritual más profunda. El santo Templo en Jerusalén era la morada manifiesta de la presencia de Di-s en este mundo — la fuente de todo espiritual y Divino en nuestras vidas y el foco de nuestros esfuerzos de poner en ejecución el propósito Divino de la creación de “Crear una morada para Di-s en el mundo físico. “Su destrucción marcó el fin de esta relación directa y abierta entre Di-s y su creación, y el inicio de un estado de Galut — ocultamiento de la cara divina, la desaparición de la realidad verdadera, subyacente de la creación detrás de la máscara de un mundo materialista y fragmentado que experimentamos hoy.
No obstante, cuanto mayor es la pendiente, mayor es la subida que continua. La
gran oscuridad de los últimos días de Tamuz y los primeros días de Av trae las semillas para “una enorme Luna Llena” en la décimo quinto día de Av — una Luna Llena que representa el perfecto y armonioso mundo de Mashíaj que será el producto y la consecuencia de nuestro largo y amargo Galut.
Los acontecimientos
En esto recae el significado de los acontecimientos alegres contados por el
Talmud ocurridos el 15 de Av: cada uno de ellos marca un paso más en la salida del hundimiento del 9 de Av.