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Alberto Fernández señaló que quienes retomen actividades deben bajar la aplicación CuidAr
para controlar que quienes circulen cuenten con la autorización
Al formalizar la nueva extensión del aislamiento, el presidente Alberto Fernández señaló que
quienes retomen las actividades deben bajar la aplicación CuidAr con la que se controlaría que
quienes circulen cuenten con la autorización para hacerlo.
En la Casa Rosada aseguran que no utilizarán la aplicación como control de los ciudadanos que
retoman sus empleos, ya que no se hará un seguimiento geográfico a quienes no fueron
diagnosticados o sospechados de coronavirus.
La herramienta a cargo de la jefatura de Gabinete que comanda Santiago Cafiero en este caso
solo servirá para mostrar la constancia ante un control policial en las calles. Sin embargo, al ser
optativo el uso de la app, los trabajadores pueden también presentar las autorizaciones de su
empleador en papel.
Este primer pedido tiene que ver con que si el autotest que se realizará en los pasos siguientes
indica que puede tener síntomas de coronavirus, la herramienta lo vincula con el comité de
emergencia de la provincia a la que corresponde y se le indica cómo proceder y con qué
números contactarse para recibir atención médica.
La segunda etapa de la geolocalización tiene que ver con que una vez que ese usuario se hizo
el hisopado y dio positivo, esta herramienta permite hacer un seguimiento del contagiado cada
15 minutos, por lo que solo quienes contraigan la enfermedad estarán sometidos a este
control.
"Los datos recabados son utilizados únicamente para preservar la salud, brindar contención y
asistencia a los ciudadanos y ciudadanas; también para evitar la saturación del sistema
sanitario y el tiempo de almacenamiento está sujeto a la duración de la emergencia sanitaria",
señaló la secretaria de Innovación Pública, Micaela Sánchez Malcolm.
El presidente Alberto Fernández señaló que quienes se reintegren a sus trabajos deberán
cumplir con los requisitos establecidos en la plataforma "Cuidar", una aplicación tecnológica
que les permite a los ciudadanos realizar un "autocontrol" sanitario y tiene valor de
declaración jurada.
Se trata de una herramienta que ya está disponible para descargar de forma gratuita en los
celulares o tablets, tanto en el sistema Android como en el iOS, en la que el usuario debe
ingresar primero sus datos personales para que se realice un seguimiento adecuado de cada
caso.
Al iniciar, la app le solicita al interesado que escanee su DNI o que ingrese manualmente todos
los datos del mismo. Luego, es necesario completar toda la información sobre el domicilio en
el que se encuentra actualmente, indicando provincia, dirección y código postal, entre otras
cuestiones.
Para continuar, hay que habilitar en su dispositivo electrónico la geolocalización. Como último
paso para registrarse, la plataforma pide un número de teléfono para que las autoridades se
puedan comunicar con el ciudadano si fuera necesario.
Luego, a través de este sistema se puede comenzar con el proceso de "autocontrol" sanitario:
el primer paso es medirse la temperatura corporal (para hacerlo, la aplicación da una serie de
recomendaciones como colocar el termómetro siempre en la misma parte del cuerpo y no
completar esta etapa después de haberse bañado o practicado actividad física recientemente).
Posteriormente, el usuario tiene que contestar cuatro preguntas básicas relacionadas con los
síntomas característicos del coronavirus: si ha percibido una marcada pérdida de olfato o del
gusto de manera repentina, si tiene tos o dolor de garganta y si siente dificultad respiratoria o
falta de aire.
Por último, la persona tiene que especificar si está embarazada, si tiene o tuvo cáncer alguna
vez, si padece diabetes o si tiene alguna enfermedad hepática, renal crónica, respiratoria o
cardiológica. Tras responder a este cuestionario, la plataforma te da la opción de confirmar
todos los datos ingresados y advierte que "este formulario tiene carácter de declaración
jurada" y que falsear la información vertida en el mismo "puede considerarse una
contravención grave".
Una vez que se termina el proceso, la app genera un certificado emitido por el Ministerio de
Salud que da fe de que el usuario "no tiene síntomas compatibles con COVID-19" y una
credencial que lo autoriza a ir a trabajar los próximos 14 días, aunque se recomienda repetir el
"autocontrol" cada 48 horas.
Si el usuario realiza una tarea esencial, el resultado del testeo se vincula automáticamente con
el Certificado Único Habilitante para Circular (CUHC) en la misma app a través de un código QR
o se lo puede mostrar junto al certificado para circular emitido por el empleador.
En caso de que una persona sea diagnosticada con el virus mediante un análisis de laboratorio,
la aplicación detalla las medidas de cuidado. Se acompaña al paciente en esta etapa con la
cuenta regresiva del aislamiento total por 14 días y se habilita la opción para que solicite ayuda
si no tiene quien lo asista.
La app fue desarrollada en conjunto entre la Secretaría de Innovación Pública -siguiendo los
requerimientos y necesidades del Ministerio de Salud-, el Ministerio de Ciencia y Tecnología de
la Nación, la Fundación Sadosky, el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas
(Conicet) y la Cámara de la Industria Argentina del Software (Cessi), que nucleó a las empresas
Hexacta, Globant, G&L Group, C&S, QServices, GestiónIT, Intive, Finnegans y Faraday.
En lo que parece haber relativo consenso es en que anuncios de este tipo ameritan una
comunicación más clara y atenta. Comento que "en muchos medios y también en entrevistas a
funcionarios que tratan de explicar qué hace la app no siempre se dice exactamente qué hace,
y eso puede ser mal interpretado para un lado o para el otro". Fue precisamente esta
incertidumbre lo que lo inclinó a hacer ingeniería inversa de la aplicación y compartir algunos
de sus hallazgos.
En esto coincide Javier Palero, analista de Políticas Públicas para Internet de América Latina y
el Caribe en la ONG Access Now. Esta falta de claridad respecto de cuál es el plan para la
aplicación supone "el peligro de lo que llaman mission creep , esto es, ir ampliando el objetivo
y funciones de un esfuerzo político o técnico más allá de lo que se dijo originalmente",
argumenta.
A lo que alude es a que la aplicación CuidAR se introdujo como una mera herramienta de
autodiagnóstico en la que el usuario indicaba si presentaba síntomas, tanto en su teléfono o
navegador web, y esta indicaba los pasos a seguir en caso de dar positivo. Es sobre esta
funcionalidad que ahora se agrega la de portar el certificado que habilita a la circulación.
Pallero también señala que esto es especialmente pertinente cuando consideramos que a esta
aplicación se le ha agregado la capacidad de registrar la ubicación de las personas. "Esa
funcionalidad está construida dentro de la app. El Estado dice que la usa solamente para el
autodiagnóstico, pero en tanto su código esté cerrado no es posible saberlo con certeza",
aclara Pallero.
De hecho, que los investigadores deban hacer ingeniería inversa para conocer su
funcionamiento también apunta en la dirección de una crítica frecuente cuando se
implementa tecnología en el ámbito público: al tratarse de un desarrollo de código cerrado no
es posible conocer exactamente cómo funciona.
Una preocupación levantada tiene que ver con la validación de datos personales. "Esto no
tiene que ver con una vulnerabilidad de seguridad sino que hay un problema de diseño en
torno a cómo se pensó la aplicación en cuanto al registro del DNI. La manera de validar la
identidad no es tan precisa como uno creería que debería ser. Y en tanto esto es una
declaración jurada que dispara una reacción del sistema de salud con la capacidad de revocar
un permiso de circulación, se vuelve preocupante".
El problema que señalo es que los datos utilizados para validar el DNI se encuentran en bases
de datos que si bien no son públicas, se pueden conseguir con relativa facilidad, en efecto
haciendo posible la suplantación de identidad y la falsificación de la declaración jurada,
potencialmente dejando a alguien sin la posibilidad de circular a pesar de haber obtenido un
certificado.
Por lo tanto coincidimos en este punto: el mayor desafío para la implementación de una app
como Cuidar es la confianza.
A lo que alude es a que una buena práctica, para la aplicación que sea, es informar al usuario
para qué se pide cada permiso. A veces un permiso se pide para ciertas funcionalidades
acotadas aunque suene más grave de lo que es. Un ejemplo es el pedido de acceso a los SMS
para verificar nuestro número en aplicaciones como Telegram o WhatsApp: el pedido de este
permiso no significa que la app vaya a estar leyendo todos nuestros mensajes.
La desconfianza en este tipo de aplicaciones se vuelve incluso más grave cuando tenemos en
cuenta que para que los esfuerzos de rastreo de contactos sirvan para algo su adopción debe
ser masiva. Y es por esta desconfianza que muchas autoridades sanitarias están rechazando las
soluciones tecnológicas para lograr el rastreo, optando en cambio por realizarlo a la vieja
usanza: con humanos.
Es por este punto que se volvió tan alarmante el anuncio de Fernández respecto de la
obligatoriedad del uso de la aplicación, una situación que solo se repitió en India. En este caso
se hubiera excluido el consentimiento aunque la persona aceptara los términos y condiciones
de la aplicación al instalarla. "Esa aceptación no es libre y el consentimiento está viciado",
sostiene Ferreira.
No es Facebook ni TikTok
No faltaron las voces que se apresuraron a señalar que si a diario instalamos una miríada de
apps que manejan datos sensibles, como Facebook, Instagram o TikTok, pero las situaciones
no son comparables porque dichas aplicaciones no son obligatorias para nadie. "En la mayoría
de los países que utilizan o estudian la incorporación de este tipo de aplicaciones (incluida la
que desarrollan Apple y Google sobre Bluetooth) el uso de las mismas es voluntario para la
población, no obligatorio", señala Ferreira.
Tampoco es sensato discutir estas soluciones en términos absolutos: los derechos no lo son.
"Es indispensable mantener un equilibrio razonable para su ejercicio armónico. Puede haber
alguna limitación pero debe ser mínima, limitada, razonable y de duración limitada", aclara
Ferreira.
"El problema con los datos personales", sostiene Ferreira, "es que una vez que han salido de la
esfera de la privacidad es difícil restaurar la reserva total sobre los datos revelados
(movimientos, contactos, enfermedades, signos vitales, domicilio etc). Y la situación se agrava
en el caso de estas aplicaciones por los permisos que solicitan y por aquellos que están
instalados por default y a veces ni siquiera pueden deshabilitarse (acceso a contactos, cámara,
micrófono, localización, etcétera)".
En esto coincide Ferreira, que apunta que "durante situaciones de emergencia los gobiernos
adoptan medidas excepcionales pero no pueden afectar los derechos y libertades de las
personas más allá de lo estrictamente indispensable para el logro del objetivo perseguido. Las
medidas deben ser adecuadas y proporcionales".
En concordancia con los principios establecidos por Naciones Unidas -y para el caso específico
de las aplicaciones de rastreo de contactos bajo los parámetros establecidos recientemente
por la Comisión Europea- las medidas gubernamentales deben ser transparentes y sujetas a
control y rendición de cuentas.
En particular, para Pallero es crucial el asunto de la geolocalización: "No veo por qué la
aplicación debe tener un sistema de control permanente de ubicación listo para ser usado para
el caso que estés enfermo. Ningún aislamiento se va hacer correctamente solo usando una
aplicación. Si se quiere hacer rastreo de contactos eso es otra cosa. Se tratará de una
aplicación distinta que debería encararse con otra mentalidad diferente. A esto remite la
discusión de Google y Apple".
En un artículo publicado unos días antes de la cadena nacional del presidente, una serie de
investigadores de la UBA-CONICET y Fundación Sadosky analizaron las alternativas
tecnológicas actuales, en particular el uso de aplicaciones, que podrían colaborar para la
añorada "liberación incremental de la cuarentena".
Allí lo que señalan es que "para salir de casa, menos es más" en alusión a que una app podría
simplificar muchas cuestiones, principalmente en torno al certificado de circulación, pero que
"para llevar adelante este modelo no es necesario que la aplicación monitoree nuestros
movimientos, ni monitoree con quién estuvimos ni quién tuvimos cerca". Incluso, sugieren una
función interesante: "la posibilidad de hacer denuncias ante aglomeraciones indebidas de
gente (por ejemplo, un comercio que no respeta la distancia social, una fiesta privada o un
medio de transporte sobrepoblado)".
De acuerdo al mismo artículo, sus autores colaboraron con la Secretaría de Innovación Pública
en el desarrollo de la aplicación Cuidar, aunque el mismo "expresa la opinión individual de los
autores y no de las instituciones a las que pertenecen, ni de la Secretaría".
Salir de casa sin meternos en problemas
Por momentos parece percibirse un incrementado respeto por la ciencia y quienes realizan
tareas de investigación a diario. Una vez más, la ciencia es puesta en el privilegiado lugar de ser
la linterna que ilumine en un escenario incierto, en constante cambio y plagado de decisiones
difíciles, e incluso imposibles, de tomar. Este reconocimiento público incluso se hace eco en la
expresión, a veces inexplicablemente peyorativa, del gobierno como uno "de científicos".
Pero entre el manojo de ansiedades que esta situación provoca inescapablemente a veces se
introduce la ciega fe en la tecnología, como ese secuaz de la ciencia que aprovechando el
conocimiento que esta produce llegará, con heroísmo y en el momento justo, para salvarnos o,
al menos, permitirnos volver a pisar una plaza o recordar cuál era el mundo que habitábamos
hace apenas tres meses.
En el campo de la crítica a la tecnología rara vez se obvian o subestiman sus virtudes, pero la
atención permanente al vicio del solucionismo es un hábito que es celosamente observado por
quienes creen en que la tecnología hace simultáneamente del mundo un lugar mejor siempre y
cuando siempre estemos al volante.
Las situaciones de absoluta excepcionalidad como la que provoca la pandemia del nuevo
coronavirus solo son el ejemplo más reciente de cómo desde el afán por las soluciones
tecnológicas pueden cometerse atropellos contra los derechos fundamentales de las personas.
Es por esto que la mayoría de excusas están gastadas y fueron refutadas ampliamente incluso
hace décadas.
No se trata de echar por tierra las iniciativas gubernamentales o privadas que proponen a la
tecnología como herramienta fundamental para nuestra supervivencia o bienestar, sino de
recordar que la amplia mayoría de estas críticas no son en absoluto nuevas.
Bienvenida sea la tecnología, una vez más, solamente no perdamos de vista todos los
derechos que hasta ahora supimos conseguir.