No fuimos suficiente, amor y eso todavía me duele.
Éramos como un reloj de arena cada cierto tiempo necesitábamos movernos, si no comenzábamos a ahogarnos. Respirábamos monotonía esa creada por dos corazones acostumbrados a latir despacio creyendo que van a toda velocidad. Porque nos gustaba imaginarnos como un encanto de desastre natural hasta que vimos demasiada tempestad para un solo viaje. Pero no nos bastó, aun después de haber visto aquel muelle donde reímos tantas veces, clausurado seguíamos confundiendo necesidad con necedad. Como aquel necio que repite los finales aun sabiendo que otra vez iba a perder, pero no lo entiende. Así estábamos nosotros, esperando un puto milagro divino o solo esperando. Y mientras eso sucedía esperando una estrella fugaz se nos hizo de día y fue cuando caímos en cuenta de que la marea había dejado de subir que solamente quedaban nuestros pies y un camino largo por recorrer. Pero antes de hacerlo brindemos por lo que fuimos, por lo que quisimos, pero nunca podremos ser.