Está en la página 1de 10

Orientaciones

litúrgico-pastorales
EL BAUTISMO DEL SEÑOR
Fiesta
12 de enero de 2020

«Nuestro Señor se sometió voluntariamente al


Bautismo de san Juan, destinado a los pecadores, para
"cumplir toda justicia" (Mt 3,15). Este gesto de Jesús
es una manifestación de su "anonadamiento" (Flp
2,7). El Espíritu que se cernía sobre las aguas de la
primera creación desciende entonces sobre Cristo,
como preludio de la nueva creación, y el Padre
manifiesta a Jesús como su "Hijo amado" (Mt 3,16-
17)» (CEC 1224).
Orientaciones
litúrgico-pastorales
EL BAUTISMO DEL SEÑOR
Fiesta
12 de enero de 2020

BENEDICTO XVI
ÁNGELUS
Domingo 13 de enero de 2008

Con la fiesta del Bautismo del Señor, que celebramos hoy, se concluye
el tiempo litúrgico de Navidad. El Niño, a quien los Magos de Oriente
vinieron a adorar en Belén, ofreciéndole sus dones simbólicos, lo
encontramos ahora adulto, en el momento en que se hace bautizar en el río
Jordán por el gran profeta Juan (cf. Mt 3, 13). El Evangelio narra que
cuando Jesús, recibido el bautismo, salió del agua, se abrieron los cielos y
bajó sobre él el Espíritu Santo en forma de paloma (cf. Mt 3, 16). Se oyó
entonces una voz del cielo que decía: "Este es mi Hijo amado, en quien me
complazco" (Mt 3, 17). Esa fue su primera manifestación pública, después

El Bautismo del Señor


de casi treinta años de vida oculta en Nazaret.

Testigos oculares de ese singular acontecimiento fueron, además del


Bautista, sus discípulos, algunos de los cuales se convirtieron desde entonces
en seguidores de Cristo (cf. Jn 1, 35-40). Se trató simultáneamente de
cristofanía y teofanía: ante todo, Jesús se manifestó como el Cristo, término
griego para traducir el hebreo Mesías, que significa "ungido". Jesús no fue
ungido con óleo a la manera de los reyes y de los sumos sacerdotes de Israel,
sino con el Espíritu Santo. Al mismo tiempo, junto con el Hijo de Dios
aparecieron los signos del Espíritu Santo y del Padre celestial.

¿Cuál es el significado de este acto, que Jesús quiso realizar —


venciendo la resistencia del Bautista— para obedecer a la voluntad del Padre? 1
(cf. Mt 3, 14-15). Su sentido profundo se manifestará sólo al final de la vida
terrena de Cristo, es decir, en su muerte y resurrección. Haciéndose bautizar
por Juan juntamente con los pecadores, Jesús comenzó a tomar sobre sí el
peso de la culpa de toda la humanidad, como Cordero de Dios que "quita"
el pecado del mundo (cf. Jn 1, 29). Obra que consumó en la cruz, cuando
recibió también su "bautismo" (cf. Lc 12, 50). En efecto, al morir se
"sumergió" en el amor del Padre y derramó el Espíritu Santo, para que los
creyentes en él pudieran renacer de aquel manantial inagotable de vida nueva
y eterna.

Toda la misión de Cristo se resume en esto: bautizarnos en el Espíritu


Santo, para librarnos de la esclavitud de la muerte y "abrirnos el cielo", es
decir, el acceso a la vida verdadera y plena, que será "sumergirse siempre de
nuevo en la inmensidad del ser, a la vez que estamos desbordados
simplemente por la alegría" (Spe salvi, 12).

I. SITUACIÓN LITÚRGICA
Orientaciones litúrgico-pastorales

El Bautismo del Señor es una de esas fiestas que enseñan a saborear la


liturgia en su puro sabor. Es un caso ejemplar de cuál es la actitud de la
Iglesia en la celebración del misterio. Sin una actitud contemplativa y mística
no podemos acceder en profundidad a las celebraciones; sin un sentido
agudo de lo teologal sobre los aspectos historicistas y morales no nos sería
posible gustar, como queremos, el sabor de los textos. Reconocemos que la
celebración del Bautismo del Señor es difícil, porque acentúa vivamente el
aspecto que acabamos de destacar. Esta celebración del Bautismo del Señor
es también un motivo de gratitud que la Iglesia latina tiene con el Oriente.
Su origen y su sabor vienen de Oriente. Su última configuración en nuestro
Calendario es de los años recientes. Y el último retoque es recentísimo, al
añadirse en la segunda edición del Ordo lectionum Missae (1981) la
posibilidad de lecturas alternativas para los años B y C.

2
El Bautismo del Señor en la culminación del ciclo de Navidad

El Bautismo del Señor se celebra en el domingo que sigue a la Epifanía.


Este domingo se va a computar como primer domingo del tiempo ordinario,
pero con la siguiente nota a precisar. En el Misal Romano existe la primera
semana del tiempo ordinario, el segundo, tercer, etc. domingo del tiempo
ordinario, y se advierte: “En lugar del primer domingo del tiempo ordinario,
se celebra la fiesta del Bautismo del Señor”. En este domingo queda
concluido el ciclo de Navidad.

El Bautismo del Señor es una fiesta de Epifanía, es decir de


manifestación. En Oriente el icono del Bautismo del Señor, que es uno de los
iconos cultuales bien determinados, es el icono de la Gran Teofanía, pues en
el Bautismo se proclama la divinidad de Cristo y por lo mismo se da
testimonio de la Trinidad.

En la Natividad se manifiesta Cristo en el ámbito humilde de Belén. La


Epifanía es la manifestación a los gentiles. El Bautismo es la manifestación de
la unción de Cristo, la manifestación absoluta de la divinidad de Cristo en la
Trinidad. El Bautismo de Cristo, litúrgicamente, nace de la Epifanía. Por eso

El Bautismo del Señor


es mejor no hacer divisiones que, aunque tengan cierto sentido pedagógico,
amenazan con dividir el misterio indivisible. A este respecto nos parecen
profundamente significativas, aparte de ser extraordinariamente bellas, las
antífonas de Laudes y Magníficat en la Epifanía. "Hoy la Iglesia se ha unido
a su celestial Esposo, porque, en el Jordán, Cristo la purifica de sus pecados;
los magos acuden con regalos a las bodas del Rey, y los invitados se alegran
por el agua convertida en vino" (Laudes). El tema esponsal ha unificado en
una misma persona tres misterios: los Magos, el Jordán, Cana de Galilea. Los
tres prodigios de la fiesta se repiten en el Magníficat: "Veneremos este día
santo, honrado con tres prodigios: hoy, la estrella condujo a los magos al
pesebre; hoy, el agua se convirtió en vino en las bodas de Cana; hoy, Cristo
fue bautizado por Juan en el Jordán, para salvarnos. Aleluya".
3
He ahí el sentido de la liturgia; en ese "hoy" mistérico acontecen
sucesos que históricamente se realizaron en tiempos distintos, pero que han
quedado eternizados en un solo cuerpo, que es el Señor Resucitado.

II. COMENTARIO A LAS LECTURAS1

LECTIO

Primera lectura: Isaías 42, 1-4.6-7.

El primero de los cuatro cánticos del “Siervo doliente” (cf. Is 42,1-7;


49,1-6; 50,4-9a; 52,13-53,12) es obra de un discípulo del Segundo Isaías,
cuya descripción nos reporta a los tiempos del exilio o inmediatamente
después. Se nos presenta, en efecto, un personaje misterioso, el Ungido del
Señor que por sus rasgos encarna al pueblo elegido, o bien a algunos
personajes históricos de Israel. El Nuevo Testamento verá en las
Orientaciones litúrgico-pastorales

características de este personaje la historia y los acontecimientos trágicos de


Jesús de Nazaret.

Aquí el Siervo es presentado en el acto de cumplir su misión, esto es, de


restaurar la Alianza con Dios y de reportar al pueblo del exilio a su patria.
Por esto tal personaje ha sido formado en el vientre materno, elegido por
Dios y lleno del Espíritu, para llevar a todas las gentes la Palabra y la
novedad de Dios (v.1). Se presentará con una actitud llena de humildad y de
benevolencia, sin apagar ninguna tentativa de bien: tendrá coraje en las
pruebas y en los sufrimientos que no le faltarán y sus armas serán las de la
paz (vv. 2-4). Sus prerrogativas son las de rey, sacerdote y profeta. Como rey
está llamado a proclamar “el derecho con firmeza” y a establecer la justicia,
es decir, a realizar la salvación que viene de Dios (v. 6a). Como sacerdote
cumplirá su misión haciéndose “alianza del pueblo” y como profeta

4
1
Giorgio ZEVINI – Pier Giordano CABRA, Lectio divina para cada día del año, volumen 2: Tiempo de
Navidad, Navarra: Verbo Divino 2013, 204-207.
comunicará la voluntad de Dios y será “luz de las naciones” (v. 6b; cf. Lc
1,79; 2,29-32; Jn 8,12).

Su misión animada por el Espíritu, tendrá ante todo el objetivo de


librar de todo mal al hombre en su ser más íntimo. Los ciegos que viven en
las tinieblas, entonces, recuperarán la vista para reemprender el justo camino
hacia la verdadera vida. Los prisioneros recobrarán su libertad, la de hijos de
Dios redimidos y amados (v.7).

Segunda lectura: Hechos 10, 34-38.

Es la introducción del discurso de Pedro en Cesarea, en casa de


Cornelio, que prepara el bautismo del Centurión, ejemplo del universalismo
del Evangelio. Pedro ha sido enviado a Cesarea para dar inicio a la
conversión a los paganos, comenzando por el hombre romano, piadoso y
temeroso de Dios. La palabra de Pedro es introducida por una idea clara:
“Dios no hace acepción de personas” (v. 34); ante Dios no existen
preferencias de razas ni de posición social: todos son igualmente amados e
iguales en la dignidad, sean judíos o paganos, porque Jesús los ha unificado a

El Bautismo del Señor


todos en un solo pueblo de Dios sin exclusión alguna (cf. Hch 15,7-9; Dt
10,7; Rm 2,11). Cristo ha traído la paz a la tierra por medio de su “alegre
nueva”. A cuantos se adhieren a su Palabra y lo reconocen Hijo de Dios le
son perdonados los pecados.

Su predicación, en efecto, desde el bautismo recibido en el Jordán y


confirmado por la Palabra del Padre que lo ha reconocido “Hijo predilecto”
(Lc 3,22), hasta el momento de su retorno al Padre con su muerte y
resurrección, ha sido un anuncio de salvación para la humanidad entera.
Toda la vida de Jesús, marcada por la unción del Espíritu de Dios, ha sido
un paso entre los hombres para comunicarles el amor del Padre, hasta el don
de su vida, para el perdón de los pecados y para la salvación de todos,
incluidos los paganos, sobre los que se manifiesta el Espíritu con poder, 5
como en la casa del centurión Cornelio.
Evangelio: Mateo 3,13-17

El pasaje narra el bautismo de Jesús en el Jordán por obra del Bautista.


Tal gesto ritual de penitencia para la remisión de los pecados suscitó una
vivaz polémica entre los primeros cristianos, que pensaban que Jesús no tenía
necesidad de semejante bautismo y además podía parecer que Juan Bautista
fuese superior a Jesús. Pero el Plan de Dios preveía también esto, y Jesús,
Hijo obediente, se somete dócilmente a la voluntad del Padre, haciéndose
solidario con los hombres y cargando con sus pecados (v.15; cf. Mt 26,42;
Jn 1,29; 2Cor 5,21). Al mismo tiempo, en el gesto de recibir se revela
“Siervo” manso y humilde, que se entrega en adhesión total a la condición de
debilidad humana, sin reservas ni privilegios de clase (cf. Is 42,1-3).

La teofanía del bautismo, además, evidencia algunos rasgos


característicos de la misión de Jesús: la participación celeste en el mundo
humano, la bajada del Espíritu sobre Jesús en forma de “paloma” y la
Orientaciones litúrgico-pastorales

proclamación del Padre, que se complace en el Hijo y lo inviste como Mesías


(vv. 16-17). La imagen de la paloma, símbolo de Israel, se convierte también
en el símbolo de la generación del nuevo pueblo de Dios, al que Jesús da
comienzo y que constituye el fruto maduro de la venida del Espíritu a los
hombres. Con Jesús se inicia la época de purificación, del verdadero
conocimiento de Dios por el Espíritu Santo, de la definitiva unión entre
Dios y el hombre.

MEDITATIO

¿Cuál es la diferencia del bautismo de Jesús y nuestro bautismo? El


bautismo recibido por Jesús en el Jordán es un rito de penitencia para la
remisión de los pecados y, en cuanto tal, Jesús no tenía propiamente
necesidad de él. La manifestación del Padre con la bajada del Espíritu Santo,
6 durante la cual es proclamado “Hijo predilecto” (cf. Mt 3,27) y es investido
de la misión profética, real y sacerdotal, es la que lo lleva a tomar sobre sí
nuestros pecados y los del mundo entero. Es el inicio del bautismo de la
Iglesia, del Nuevo Pueblo de Dios que, con Jesús, sale del agua, sale de la
esclavitud del pecado para entrar en la libertad de la vida del Espíritu. Por su
parte, el bautismo que nosotros hemos recibido de niños en el nombre de
Cristo es la revelación en nosotros del amor de la Trinidad, es el éxodo del
pecado a la nueva vida divina, es entrar a formar parte de la comunidad de la
Iglesia, cuerpo de Cristo y convertirnos en hijos de Dios a todos los efectos.

Todo bautizado es el hijo esperado sobre el que posa el Espíritu del


Señor. Y así nosotros creyentes somos llamados, como la primera comunidad
cristiana, a dar testimonio del camino recorrido por Jesús, que es el único
que salva al hombre y lo conduce a la comunión con Dios. Se trata de vivir
un nuevo estilo de vida, que es una identificación con una vida en Cristo y en
el Espíritu, a la que se accede en la fe, que se experimenta en el amor y, llena
de esperanza, se hace visible en la cotidianidad de la vida eclesial. Por tanto,
una vida de auténtica conversión a Dios y a los hermanos, que nos lleva a
vivir una existencia guiada por el Espíritu Santo.

El Bautismo del Señor

7
Vida litúrgica
Diócesis de Zipaquirá
EL BAUTISMO DEL SEÑOR
Fiesta
12 de enero de 2020

Moniciones
Entrada
Queridos hermanos: Hoy Cristo se manifiesta ante el mundo como el Hijo
predilecto del Padre, movido por el Espíritu Santo. Con esta fiesta de su
bautismo contemplamos el último acontecimiento de la Navidad y
concluimos este tiempo litúrgico. Alabemos a Dios que sigue revelándonos
su misterio de amor.
Orientaciones litúrgico-pastorales

Liturgia de la Palabra
Cristo Jesús es aquel elegido por el Padre y sobre Él ha puesto sus
complacencias. Cristo es aquel que ha pasado haciendo el bien, ungido por el
Espíritu. Cristo es el Hijo que es anunciado por la Palabra del Padre que
escucharemos ahora.

Presentación de los dones


El bautismo de Cristo es el comienzo de su entrega por los pecados del
mundo. Nosotros como bautizados nos unimos a la ofrenda de Cristo con la
alegría de ser Hijos del Padre.

Comunión
Dios se ha manifestado en el Bautismo de Jesús para que lo adoremos como
Hijo de Dios. Él es el mismo que nos ha dicho: “Yo soy el pan de vida” y
8
por eso lo podemos recibir ahora en la comunión.
Vida litúrgica
Diócesis de Zipaquirá
EL BAUTISMO DEL SEÑOR
Fiesta
12 de enero de 2020
Oración universal
Oremos a Dios Padre, que en el bautismo nos reconoció como hijos amados
suyos y respondamos diciendo:

R/. Envía, Señor, tu Espíritu sobre nosotros

† Para que todos los bautizados en Cristo, amados y elegidos de Dios,


ungidos por el Espíritu Santo, pasemos, como Cristo, haciendo el bien
y curando a los oprimidos por el mal, roguemos al Señor.
† Para que los padres cristianos, al presentar a sus hijos para el
bautismo, sean conscientes de su responsabilidad de transmitirles la
vivencia de su fe, roguemos al Señor.

El Bautismo del Señor


† Para que los encargados de gobernar los pueblos y naciones, guiados
por Cristo, luz del mundo, contribuyan para que este mundo pase de
la oscuridad a la claridad.
† Para que a los que viven sin una luz que les guíe, nosotros sepamos
darles el gesto y la palabra que les ayude eficazmente.
† Para que nosotros vivamos la alegría de ser hijos amados de Dios,
guiados por el Espíritu siguiendo a Cristo, el Hijo predilecto del
Padre.

Dios, Padre nuestro, en la persona de tu Hijo amado nos has revelado a tu


servidor, enviado tuyo al mundo para liberarnos e iluminarnos, escucha las
suplicas de tus hijos. Por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.
9

También podría gustarte