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La Educacion en La Argentina PDF
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CELICIA BRASLAVSKY
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La Ley de Educación
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La escuela intermedia
La Universidad:
Con la creación de dos nuevas Universidades Nocionales y la
reiniciación de las actividades de las universidades confesionales, que desde
la época colonial habían dejado de actuar, se inaugura en 1955. una
tendencia a la multiplicación y diversificación de los establecimientos de
estudios de nivel terciarlo. Esta tendencia se manifiesta de dos fornas. La
primera consiste en la creciente participación del sector privado en la
enseñanza universitaria, fundada en el principio de la subsidiariedad del
Estado en materia educativa, y es la que domina el período comprendido entre
1955 y 1969. El crecimiento del sector privado en la enseñanza universitaria
se inicia bajo el amparo del decreto 6.405/55. dictado durante el Ministerio
de Educación de Dell'Oro Maini y es alentado por la ley 14.557 dictada bajo la
presidencia de Arturo Frondizi en 1958. La ley 14.557 dispone que el gobierno
de las universidades privadas quedaría en manos de las autoridades que
ellas mismas designen, otorgándoseles amplias libertades, confirmadas y
extendidas en 1967 por la ley 17.604. Bajo la vigencia de las leyes mencionadas
las universidades confesionales cobraron cada vez mayor importancia.
Paralelamente se sucedieron las creaciones de universidades privadas,
conducidas con criterios propios de la mentalidad empresaria y cuyas
carreras estaban y están fundamentalmente dirigidas al sector del mercado de
trabajo con mayor capacidad de absorción, es decir, a los servicios y a la
administración.
La segunda forma en que se manifiesta la tendencia a la multiplicación
y diversificación de las universidades es la creación de nuevas universidades
nacionales, que ascendió a 16 entre 1969 y
1975, con lo cual el total de universidades nacionales llegó a 26.
Al Igual que los demás niveles de enseñanza, las universidades
también vivieron en los últimos 25 años un proceso de explosión matricular,
en este caso particularmente acelerado, y que sólo se modera a partir de
1976. con la modificación de la política universitaria, fundamentalmente en
lo que respecta a las pautas para el ingreso. El arancelamiento dispuesto con
la ley 22.207 de 1980 actuará seguramente también como freno a nuevas
explosiones matriculares en el nivel universitario.
Como puede observarse en el cuadro 6, la matrícula universitaria
creció en el periodo 1955/1978 mucho más velozmente que la población, lo
que determinó notables variaciones en la proporción de estudiante respecto de
la población.
El crecimiento de la matrícula universitaria estuvo caracterizado por la
concentración de estudiantes en algunos t e rr it o rio s y un ive rs ida d es grandes;
la mayor participación femenina en la matricula universitaria, cuya proporción
aumentó del 32 % en 1962 al 38% en 1972; una participación cada vez mayor de
los estudiantes de capas medias. Paralela a un estancamiento en lo
referente a la incorporación de jóvenes de clases bajas y altas; el aumento de
la proporción de estudiantes que trabajan y un bajo rendimiento de las
universidades en lo que se refiere a la relación entre matriculados y
absolventes, determinado tanto por el abandono de los estudios cómo por
la larga duración relativa de los mismos (Cano, D., en prensa).
El aumento del número de estudiantes .universitarios se produjo
hasta 1976 con sólo algunos cambios en lo que a la distribución de la
matrícula por carreras se refiere. La disminución de la proporción de los
inscriptos en el nivel universitario correspondiente a Ciencias Básicas y
Tecnológicas del 38,4% en el período 1956/1960, al 32,6% en 1961/1965 y
finalmente al 30,3 % entre 1966/1970. en un período básicamente de ingreso
irrestricto y sin cupos, manifiesta una regulación automática de la orientación
de la matrícula de las universidades de acuerdo a las tendencias ya
señaladas del mercedo de empleo, que brinda en esta etapa mayores
posibilidades en el comercio y la administración que en tareas tecnológicas o
en investigación básica en empresas productivas.
El contenido de los estudios y la modalidad de la vida, universitaria
son tal vez el aspecto del panorama educativo que en los últimos 25 años ha
sido más sensible a los cambios políticos del país, es decir aquellos donde la
inestabilidad y los cambios de orientaciones se han reflejado más velozmente.
En la Universidad de Buenos Aires, por ejemplo, de 1955 a 1980
pueden distinguirse etapas bien definidas y con características muy distintas.
En 1955 se inició, bajo el rectorado de José Luis Romero y la vigencia del
decreto 6.403 de 1955, la reorganización de la Universidad de acuerdo a los
principios de una mayor autonomía académica y plena autarquía financiera,
ratificadas por el decreto 10.775/56. De allí en más la universidad dictaría
sus propios estatutos, nombraría a su personal, dispondría plenamente
sobre la distribución de los recursos, elaboraría sus planes, etcétera. En el
gobierno de la Universidad participarían docentes, egresados y estudiantes.
Bajo las sucesivas rectorías electas de Risieri Frondizi, Julio Olivera e
Hilario Fernández Long se logró hasta 1966 una continuidad básica en la
conducción universitaria, orientada hacia una toma de decisiones precedida
por amplias discusiones de los interesados en todo lo relativo a la vida
académica, el mejoramiento de la labor docente (por ejemplo, mediante la
realización de concursos), el refuerzo de la investigación científica y la
jerarquización de las actividades de extensión universitaria (por ejemplo, a
través del programa de Villa Maciel y la actividad de la Editorial
Universitaria de Buenos Aires, fundada en 1958) (Sanguinetti. H., 1979).
En I966, con la llamada noche de los bastones largos y la renuncia de un
gran número de docentes e investigadores universitarios, la tendencia
característica de la educación argentina de esta época de crecimiento
cuantitativo a costa del nivel de la enseñanza se verá también reflejada en la
Universidad de Buenos Aires. De 1966 a 1973 la disminución del nivel
académ ico, fue acompañada de nuevas formas en la actividad política de
los estudiantes, que bajo la vigencia, de la ley 17.245 de 1967 vieron
restringidas —por no decir cerradas—, las posibilidades de canalizar sus
inquietudes en formas de política universitaria conducente vinculadas a las
demás esferas de la actividad nacional.
La explosión matricular que en el período 1973 a 1976 alcanzara
limites desconocidos en país alguno tornó la Universidad do Buenos Aires
en un m onstruo inmanejable, más aún para conducciones carentes de
planificación a largo plazo y de funcionarios de amplia experiencia
universitaria. La universidad entró en una "especie de crisis crónica" (H.
Sanguinetti, 1979), que asumiría formas muy distintas de 1973 a 1976 y de
1976 hasta nuestros días, pero donde la tendencia a la desjerarquización
de esta institución solo se vio interrumpida por fenómenos puntúales.