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COYUNTURA

PRIMERA ELECCION POPULAR


DE ALCALDES:
EXPECTATIVAS Y FRUSTRACIONES
Pilar Gaitán*

La reforma que le dio vida política e institucio­ eos, cuyas formas de expresión han venido des­
nal a la elección popular de los alcaldes en Co­ bordando la capacidad de manejo y control del
lombia se gestó en buena medida como efecto Estado, motivaron el reajuste de las institucio­
reflejo, aunque tardío, del movimiento descen­ nes del poder local. Por ello la reform a munici­
tralista que se ha venido desarrollando desde pal merece analizarse bajo una doble perspec­
hace dos décadas en la gran mayoría de países tiva. Si, por un lado, ei am pliar los espacios
de Europa occidental y América Latina (1). Pe­ institucionales para la participación ciudadana
ro también se foijó, y esa es su peculiaridad, implica una transacción con ese país periférico
como una respuesta del régim en dirigida a que a diario am enaza con subvertir el “ or­
adecuar las inmóviles instituciones frente a la d e n ” , de otra parte la reforma entraña m eca­
nueva y conflictiva geografía económica y so­ nismos capaces de tutelar esa participación
cial que se ha venido conformando en el país en ampliada (2). Allí justam ente, en el origen y la
los últimos treinta años. Consideraciones de naturaleza de la reforma, radica uno de los
carácter fundam entalm ente político, asociadas grandes desafíos de la institución del alcalde
con la necesidad de preservar y am pliar la legi­ popular: la apropiación efectiva por parte de
timidad del sistem a, condujeron a que se im ­ las comunidades locales de un instrum ento
pulsara la reforma municipal. que, a pesar de encerrar un gran potencial
democrático, puede convertirse en un m ecanis­
La irrupción de movimientos sociales, la ex­ mo descentralizador de conflictos y en un canal
pansión de la protesta urbana y los paros cívi- de expresión susceptible de ser utilizado para
cooptar o desarticular los movimientos sociales
y políticos de las m unicipalidades.
* Po litó loga, investigadora del Instituto de Estudios Políticos y
Relaciones Internacionales. La descentralización política fiscal y adm inis­
1 • Para un estudio sobre las políticas descentralistas d esarrolla­
trativa se concibió como un proyecto integral
das por la gran mayoría de estados contem poráneos con el de largo alcance tendiente a m odernizar y
fin de m odernizar y racionalizar la gestión adm inistrativa, dem ocratizar el Estado (3). Con fuertes resis-
pueden consultarse los trabajos de Paul Allies, “ Los proce­
sos de reform a política d escentralista en Europa dentro del
marco de modernización del E stad o ’’, en Varios autores. La 2. Tal es el doble carácter que revisten, por ejem plo, las Ju n tas
elección popular de alcaldes: Colombia y la experiencia in­ A dm inistradoras Locales, la participación de los usuarios en
ternacional, Bogotá, FIDEC-FESCOL-PROCOMUN, 1988, y las ju n tas directivas de las em presas de servicios e, incluso,
de Fernando Rojas y G erm án Palacios, "La reorganización la consulta popular o referéndum municipal.
del Estado en Colom bia’’, en Politeia, Vol. I, No. 3, Bogotá, 3. Una perspectiva crítica sobre la tendencia a equiparar d e s­
febrero de 1988. centralización con dem ocratización, así como un análisis so-

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tencias dentro y fuera del Parlam ento, la políti­ Violencia política y elección de alcaldes:
ca descentralista pudo abrirse paso gracias a Expectativas frente a la paz
los acuerdos entre los distintos grupos partidis­
tas que, finalm ente, hicieron posible su apro­ Con la puesta en m archa de la elección popular
bación por el Congreso. El proyecto descentra- de los alcaldes, los proponentes de la reforma
lizador, una vez incorporado en el ordenam ien­ municipal abrigaron la esperanza de que la
to jurídico, se convirtió en el resultado más vi­ nueva institución contribuiría a la conquista de
sible del reformismo institucional de la adm i­ espacios en favor de la civilidad y le restaría
nistración B etancur. El actual gobierno retoma posibilidades a las soluciones de fuerza. Aun­
dicho proyecto y bien puede señalarse que lo que la sola consagración formal de dicha insti­
asume más como un proceso político en m ar­ tución multiplica Jos escenarios donde es posi­
cha, de carácter irreversible, que como una ble participar y decidir y donde es factible pro­
estrategia básica de su política oficial. piciar la concertación política, las expectativas
en buena parte se han ido desvirtuando.
La reglam entación de las principales m edidas, Desde hace tres años, particularm ente desde el
que en m ateria de reforma municipal ya habían cruento desenlace del asalto al Palacio de Ju s­
sido consagradas por la legislación del cuatrie­
ticia, se observa una creciente incapacidad de
nio anterior, perm itieron que el pasado 13 de
los gobiernos para dirimir los conflictos pacífi­
marzo por prim era vez los colombianos pudie­
cam ente y para resolverlos dentro del marco
ran acudir a las urnas para elegir por voto po­
del Estado de derecho. En este sentido, los
pular y directo a sus autoridades más cercanas,
pocos intentos de apertura institucional que ha
los alcaldes municipales. Celebrados estos pri­ em prendido el régimen, tales como la elección
meros comicios, vale la pena intentar un balan­ por voto popular de los alcaldes, chocan con las
ce global sobre los principales resultados polí­ propias deficiencias estructurales del Estado y
ticos y electorales. tienen que ponerse a prueba dentro de un es­
quem a de poder que les resulta adverso y que
En prim er lugar, frente al proceso de paz, la incluso am enaza con anularlos.
institución del alcalde popular despertó gran­
des expectativas como instrum ento propicio La propensión hacia el militarismo ha sido,
para civilizar la contienda política y como m e­ paradójicam ente, el telón de fondo del refor­
canismo capaz de contribuir a la reincorpora­ mismo institucional. Como se advierte en un
ción de los alzados en arm as a la vida civil. En reciente ensayo, en las actuales circunstancias
segundo lugar, se esperaba el increm ento de la la guerra tiende a sustituir a la política, toda
participación política, y en tercer lugar, y vin­ vez que “ el enfrentam iento m ilitar se agudiza
culado con lo anterior, había tam bién enorme pero, a la vez, da m uestras de fracaso políti­
expectativa por el posible cambio de la geogra­ co” (4). La llamada “ guerra sucia” y su pro­
fía electoral del país y la ampliación del espec­ gresiva extensión a lo largo y ancho del territo­
tro de fuerzas políticas más allá del esquem a rio nacional es la más cruda y descom puesta
bipartidista. Este último punto m erecerá la manifestación de este fenómeno. Se trata de
mayor atención y procurará ilustrar el compor­ una “ guerra sucia” que se alim enta y se repro­
tam iento electoral de las principales fuerzas y duce sobre la base de una degradación perma­
partidos que participaron en la reciente con­ nente de la confrontación social y política y p ar­
tienda. Por ser este trabajo el prim er avance de ticularm ente de sus expresiones arm adas (5).
una investigación en curso, las anotaciones que Trátese de las “ operaciones de lim pieza” y
aquí se presentan son prelim inares y funda­ “ salvaguarda del orden” de los grupos para-
m entalm ente descriptivas. militares y las organizaciones de autodefensa

4. Luis Alberto R estrepo, “ La guerra como sustitución de la


bre los alcances de la Ley 12 de 1986, pueden verse en el tra ­ política” , en Análisis Poh'tico, No. 3, Bogotá, enero-abril de
bajo de Carlos Moreno, “ La reform a municipal: ¿descen tra­ 1988, p. 80.
lización o cen tralism o ? ", en Análisis Poh'tico, No. 3, Bogotá, 5. Véase el artículo de Gonzalo Sánchez, en Semana, No. 313,
enero-abril de 1988. Bogotá, mayo de 1988, p. 14.
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privada, o del accionar guerrillero que se des­ lista de m uertes im punes de cerca de 500 acti­
dobla en prácticas delictivas y en intimidación vistas, dirigentes comunales y campesinos que
arm ada, estos mecanismos han trastocado las tam bién perdieron la vida en los últimos tres
más elem entales reglas de la convivencia polí­ años (6). La violencia política se recrudeció de
tica. m anera significativa en los dos m eses anterio­
res a los comicios de marzo. Aunque en térm i­
La debilidad que acusa el Estado colombiano, nos globales la Unión Patriótica ha sido el mo­
no solo por la visible dificultad que tiene para vimiento más afectado por la escalada de crí­
generar consenso en la sociedad, sino por la menes políticos, todos los partidos han sido
creciente pérdida de control sobre el monopolio víctimas de esta modalidad de la “ guerra su ­
de la fuerza y el ejercicio de la función represi­ cia’’. El número de candidatos a las alcaldías
va, ha contribuido al desarrollo de la “ guerra asesinados hasta diciembre de 1986, once en
sucia’’. Y más grave aún, ha estim ulado el que total —seis de la UP, cuatro del socialconser-
sectores sociales cada vez más numerosos se vatism oy uno del Partido Liberal —, en marzo
sientan simbolizados y representados en la se elevaron a 21 con la eliminación de cinco
fuerza de las arm as. Advertir esta realidad por más de la UP y cuatro liberales (7). Si en una
la que pasa el país perm ite explicar el preludio época se habló de los enemigos agazapados de
violento de la elección popular de alcaldes y la paz, hoy en día tam bién se puede hablar de
asimismo señala cuán restringida es la función los enemigos agazapados y de los no encubier­
de la reforma municipal, si de propender por la tos de la elección popular de alcaldes. Así lo
consecución de la paz y la reconciliación del señalan las cifras presentadas más arriba y los
Estado con las comunidades locales se trata. cálculos realizados por el D epartam ento de
Desde finales de 1986, cuando se iniciaron las Derechos Humanos del CINEP (Cuadro No. 1),
cam pañas electorales, un total de 140 alcaldes con los cuales se da cuenta del número de aten ­
y concejales en ejercicio, candidatos a las alcal­ tados efectuados contra los distintos partidos
días y concejos, consejeros intendenciales, políticos entre el 1 ° de enero y el 13 de marzo
comisariales y diputados, fueron asesinados. de 1988.
De ellos, 50 eran de filiación liberal, 46 p e rte ­
necían a la Unión Patriótica y 39 al Partido 6. El Espectador, marzo 13 de 1988, p. 8A.
Conservador. A estas cifras debe sum arse la 7. El Espectador, marzo 13 de 1988, p. 8A.

C U A D R O N o. 1

A T E N T A D O S PO R P A R T ID O *
(P o rcen ta jes y núm ero de ca so s)

C ondición L iberales C on servad ores U .P . F ren te T otal N ú m ero


P opular de ca so s

Candidato a Alcaldía 47.5 15.8 36.8 0.0 100.0 19


Candidato a Concejo 50.0 0.0 50.0 0.0 100.0 10
Alcalde 94.4 5.6 0.0 0.0 100.0 18
Concejal 60.0 10.0 30.0 0.0 100.0 20
Diputado 100.0 0.0 0.0 0.0 100.0 2
Congresista 66.7 0.0 33.3 0.0 100.0 3
Dirigente de Partido 50.0 16.7 33.3 0.0 100.0 18
Militante 2.6 0.0 74.0 23.4 100.0 77

Total 34.7 5.4 49.1 10.8 100.0 167

* Incluye: Intento de asesinato, asesinatos, desapariciones, secuestros y detenciones.

F u en te: Departamento de Derechos Humanos, C IN E P , marzo de 1988


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El clima de violencia que antecedió a la prim e­ rita otra reflexión— la cuota de responsabili­
ra elección de m andatarios locales tam bién se dad que tuvieron frente al proceso de paz tanto
vio recrudecido por la barbarie de las m asacres la administración Betancur como los grupos
colectivas contra campesinos y trabajadores alzados en arm as, el hecho concreto que hoy
agrícolas en el M eta, Urabá y Córdoba. En es­ enfrenta el país es que no existe una política
tas regiones, el derecho a participar en las oficial de paz, ni se observa una voluntad polí­
elecciones se convirtió en una tem eraria osa­ tica democrática de la guerrilla para incorpo­
día. La guerra declarada por el narcotráfico, rarse a la vida civil. De ahí las frustraciones del
con hechos tan contundentes como el asesinato reform ismo institucional que en cadena se han
del procurador Carlos M auro Hoyos, igualm en­ venido produciendo y las enorm es limitaciones
te incrementó la espiral de violencia. El se­ que tiene la institución del alcalde popular co­
cuestro, como una de las expresiones más elo­ mo instrum ento dem ocratizador de la confron­
cuentes de la degradación de la confrontación tación política.
social y política tuvo a su turno un efecto retro-
alim entador de la “ guerra sucia” y se fue con­ Pese al contexto de violencia en que tuvo que
virtiendo en uno de los principales detonantes desarrollarse el proceso electoral, la elección
de la violencia política. Durante 1988 han sido popular de los alcaldes se realizó en los 1.009
secuestradas en Colombia 252 personas de las municipios del país, con la sola excepción del
cuales, según estadísticas oficiales de los orga­ corregim iento de Voladores, en el departam en­
nismos de seguridad del Estado, 162 lo han to de Córdoba, cuyos habitantes intimidados
sido por la guerrilla, 88 por la delincuencia perm anecieron en sus casas y no acudieron a
común y dos por narcotraficantes. El proceso las urnas. Varios fenómenos pueden explicar
electoral para elegir alcaldes se vio especial­ esa coexistencia entre orden y violencia (9), o
mente afectado por esta modalidad delictiva; lo que podríamos llamar esa otra cara de nues­
18 alcaldes y aspirantes a alcaldías han sido tro frágil modelo democrático.
secuestrados en lo que va corrido del año (8)
generándose, allí donde se efectúan estas “ re­ Primero, el arraigo de la tradición electoral en
tenciones” , un clima de represión y hostiga­ el régim en político colombiano. Si en Bolivia se
miento contra la población civil. han producido 186 golpes de Estado desde la
Independencia, en nuestro caso hemos vivido
La falta de garantías para el ejercicio de la opo­ más de 60 elecciones prácticam ente ininte­
sición; la impunidad frente a los asesinatos po­ rrum pidas. Debe tenerse en cuenta tam bién la
líticos; las desapariciones y los atentados con­ fortaleza del clientelismo como principio rector
tra dirigentes populares y militantes de las de las relaciones políticas y como mecanismo
diversas organizaciones; los secuestros, el bo- eficaz de los partidos tradicionales para reclu­
leteo y la extorsión; el terrorism o económico tar y movilizar bases sociales, particularm ente
que poco o nada tiene que ver con los intereses en época electoral. Ambos fenómenos nos a d ­
populares y las necesidades colectivas, han vierten sobre la capacidad del sistem a para
venido tejiendo un sórdido espectro de violen­ recom ponerse, y sobre los recursos institucio­
cia que opera en contravía de los intentos de nales de que dispone el bipartidism o para com­
apertura institucional que se propuso la refor­ pensar situaciones de crisis y disolución social
ma municipal. como la que ahora se enfrenta.

La reforma de las instituciones locales y la con­ Igualm ente debe tom arse en consideración la
sagración del voto directo y popular para elegir perm anencia, con todo y su carácter restringi­
alcaldes se concibió en un momento en que la do, de las reglas de juego de la democracia
paz tenía el carácter de una política guberna­ representativa. La participación electoral de
mental. En la actual coyuntura el proceso ha diversos sectores sociales, bien sea como resul­
llegado a un punto m uerto y los intentos para tado de la cooptación y el clientelismo, o bien
conseguir la reconciliación nacional han fraca­ como resultado de las expectativas que desper-
sado. Aunque habría que evaluar —y ello am e­

9. Daniel Pécaut, Orden y violencia: Colombia 1930-1954, Vol.


8. ElTiem po, junio 17de 1988, p. 12A. I, Bogotá, Siglo XXI Editores-CEREC, 1987.
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tó la nueva institución, se constituye en el sus­ más los inscritos de 1988, arroja una cifra de
trato social y político que ha hecho posible la 11.066.785. Aunque el propósito de tal estim a­
realización de estos prim eros comicios. tivo radicó en actualizar el anacrónico censo
electoral y ofrecer un cálculo realista de la po­
En un país como el nuestro, donde las “ gue­ blación que participa políticamente (11), resul­
rra s ” que se libran resultan ajenas para una ta obvio que dicha estadística deja por fuera a
gran cantidad de ciudadanos y donde la contra­ quienes no se inscriben ni votan, aunque estén
dictoria convivencia entre orden y violencia no en capacidad de hacerlo, es decir, el abstencio­
parece tener resolución en el corto plazo, es nismo real. Respecto de este potencial, puede
irreal, si no voluntarista, desconocer la función señalarse que la participación ciudadana a ni­
que desem peñan las contiendas electorales. vel nacional para elegir alcaldes fue del 66.6
Las elecciones continúan siendo el principal por ciento. Si este mismo dato se compara con
mecanismo de legitimación del sistem a político la población total en edad de votar (12), se
y de ios partidos tradicionales, los cuales no aprecia que la participación política disminuye
han enfrentado, hasta el m om ento, verdaderos de m anera significativa a 43.4 por ciento. Esta
contendores. La ausencia de alternativas políti­ cifra, mucho más acorde con el real comporta­
cas que sustituyan la lógica del clientelismo y miento electoral de los colombianos, revela
perm itan trascender el esquem a bipartidista cómo la elección de los ejecutivos locales no
no ha hecho más que reforzar este fenómeno. despertó ni el interés ni la motivación esperada
por los proponentes de la reforma municipal.
Las grandes ciudades, escenarios donde se
Democracia local y participación política esperaban im portantes cambios en este senti­
do, ratificaron su tradicional apatía y su consi­
derable abstencionismo. M edellín solo consi­
No obstante reconocer la importancia política
que reviste el hecho de la elección de alcaldes guió un bajísimo 22.6 por ciento; en Bogotá
por voto popular en todos los municipios del solo participó el 39.5 por ciento; en Cali el 32.7
país, es necesario ponderar la participación por ciento, y en Barranquilla, con la participa­
electoral en dichos comicios. En térm inos abso­ ción más alta, el 53.5 por ciento (13).
lutos y com parando los resultados obtenidos
para elegir alcaldes (7.375.406 votos), con la Explorar el significado y las verdaderas dim en­
cantidad de votantes que han participado en siones de la participación electoral a nivel re­
gional y local es una tarea que está por reali­
las elecciones locales de los últimos ocho años,
zarse. Sin em bargo, los resultados obtenidos a
estas elecciones convocaron al mayor núm ero
nivel nacional indican que el aum ento de la
de sufragantes del período (10). Aun así, ob­
participación política, que teóricam ente debía
servar el increm ento o la disminución de la par­
propiciar la democratización municipal, es más
ticipación electoral en términos comparativos
virtual que real. La institución del alcalde po­
entre las distintas mitacas y la elección de
pular tiene un largo camino por recorrer para
alcaldes es un ejercicio prácticam ente imposi­
perm ear efectivam ente la conciencia ciudada­
ble de realizar. La Registraduría Nacional del
na y para conquistar a la población que todavía
Estado Civil ha em pleado metodologías y ba­
se resiste a m anifestarse a través de las urnas.
ses distintas para establecer el potencial elec­
Frente a este fenómeno cabría preguntarse por
toral, lo cual ha llevado a que cambie constan­
qué la población local no respondió de m anera
tem ente. Por ello solo es factible m irar los gua­
participativa frente a un instrum ento de cam ­
rismos de los recientes comicios en función del
bio que puede transform ar las relaciones entre
último potencial de sufragantes presentado
el ciudadano y la estructura de poder que go­
oficialmente. Calculado sobre la base de las
personas que se inscribieron y votaron en 1986, bierna la ciudad.

11. E ntrevista con Jairo G arcía, director del D epartam ento


10. Votación total p ara concejos m unicipales: 1980, 4.192.079; Electora] de la R egistraduría Nacional del Estado Civil, Bo­
1982, 5.543.311; 1984, 5.652.148; 1986, 6.900.762. Véase gotá, marzo de 1988.
Fem ando C epeda, “ Las elecciones de 1986” , en Varios 12. 17 millones, según el Censo Nacional de Población de 1985.
autores, Colombia en las urnas, Carlos Valencia E ditores, 13. Los datos están calculados sobre la base de la población en
Bogotá, 1987, p. 118. edad de votar en cada una de las ciudades m encionadas.
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La creciente desvalorización de los procesos colombianos continúan siendo liberales o con­


electorales en Colombia, a pesar de su arraigo servadores, hecho que confirma la tradicional
y tradición; la incapacidad de todos los partidos adscripción política de nuestros pueblos y re­
para conmover la secular apatia e indiferencia giones y ratifica las rígidas pautas del compor­
de aquellos sectores de la población que p er­ tam iento electoral a nivel local (14). La lectura
manecen ajenos al manejo de los asuntos públi­ del Cuadro No. 2 perm ite señalar que 20 de las
cos; la carencia de propuestas ideológicas que 32 circunscripciones regionales, tendrán en la
convoquen y movilicen; la ausencia de una cul­ mayoría de sus municipios alcaldes liberales.
tura de participación y la pérdida de confianza Tal será la adscripción política de la mayoría de
y credibilidad en la gran mayoría de las institu­ los gobiernos locales en Antioquia, Atlántico,
ciones, contribuyen a explicar los precarios Bolívar, C aquetá, Cauca, Cesar, Córdoba,
resultados. El hecho de que un no despreciable Chocó, Guajira, M agdalena, M eta, Quindío,
56 por ciento de colombianos haya estado Sucre, Tolima, C asanare, Guainía, Arauca,
ausente en esta contienda electoral invita a Vichada, Guaviare y Putumayo.
pensar la democracia local como un proceso en
ciernes. Uno de los grandes retos de la nueva El socialconservatismo será mayoría, en razón
institución es transform ar el significado de la de sus alcaldes electos, en nueve circunscrip­
representación política. Solamente en la m edi­ ciones regionales, así: en Boyacá, Caldas, Hui-
da en que una amplia participación social y ciu­ la, Nariño, Norte de Santander, Santander,
dadana respalde la gestión de los alcaldes elec­ Risaralda, Cundinam arca y Valle. En las cir­
tos se podrá hablar de democratización en las cunscripciones de San Andrés y Vaupés, dis­
municipalidades. tintos movimientos políticos, catalogados por
las estadísticas oficiales como “ Otros inscri­
to s’’, gobernarán las alcaldías de estos territo­
Geografía política y continuidad del rios. Y en una sola circunscripción regional,
bipartidismó* Amazonas, las alcaldías serán controladas de
forma paritaria por liberales y conservadores.
La reforma que consagró la elección popular de En este mismo orden de ideas puede señalarse
alcaldes no solo se propuso contribuir al proce­ que en 21 de las 23 asam bleas departam entales
so de paz y propiciar el incremento de la parti­ el liberalismo triunfó como fuerza mayoritaria.
cipación política. También se concibió como un Las excepciones fueron Caldas, donde se p re­
instrum ento capaz de am pliar el espectro de sentó un em pate entre los partidos tradiciona­
fuerzas y movimientos, más allá del esquem a les, y el Huila, donde por escaso m argen gana­
bipartidista. Aunque quizá es muy tem prano ron los conservadores. Siguiendo la misma ten ­
para efectuar un balance entre propósitos y dencia, el 27 de los 32 concejos de las capitales
resultados, los guarismos que arroja esta pri­ de departam entos, intendencias y comisarías,
m era elección plantean un fenómeno esenciai: el Partido Liberal se consolidó como fuerza
si bien es cierto que irrum pieron nuevos acto­ mayoritaria. En Tunja, Mocoa y San Andrés se
res sociales y políticos en distintos municipios conformó un concejo paritario entre liberales y
y regiones, la presencia y el arraigo local de los conservadores; en Leticia las coaliciones im pu­
partidos tradicionales continúa siendo uno de sieron sus mayorías, y en M anizales, conti­
rasgos esenciales del régim en político. nuando con la tradición, se impuso un concejo
m ayoritariam ente conservador (15). Por solo
La votación por partido para elegir alcaldes en disponer hasta el momento de datos parciales
las 32 circunscripciones regionales del país in­ resulta difícil presentar información sobre la
dica, de m anera clara, que la geografía política conformación de las mayorías políticas en los
que conocemos de tiempo atrás no varió sus­
tancialmente. La gran mayoría de municipios
14. D urante el período com prendido entre 1930-1982, el 88 por
ciento de los municipios del país siem pre votaron m ayorita­
riam ente por el mismo partido, acentuándose esta te n d en ­
* La información que se p resen ta en este ensayo fue recopila­ cia (92 por ciento) a partir del Frente Nacional. Véase, Pa­
da y sistem atizada gracias a la colaboración de A driana tricia Pinzón, Pueblos, regiones y partidos, CIDER-COL-
Sossa, asistente de investigación del Instituto de Estudios CIENCIAS, Bogotá, 1988, p. 35.
Políticos y Relaciones Internacionales. 15. R egistraduría Nacional del Estado Civil.
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CUADRO No. 2

GEOGRAFIA POLITICA DE LA ELECCION POPULAR DE ALCALDES


(Número de alcaldes elegidos)

Circunscripción Partido Nuevo Partido Unión Coaliciones Otros


Liueral Liberal. Conservador Patriótica Inscritos Total

Antioquia 58 52 4 o
íé 8 124
Atlántico 16 5 2 23
Bolívar 24 5 1 1 1 32
Boyacá 35 76 3 8 122
Caldas 8 14 1 2 25
Caquetá 6 5 2 2 15
Cauca 22 9 5 36
Cesar 16 7 1 24
Córdoba 18 1 3 3 1 26
Cundinamarca 38 3 49 1 2 22 115
Chocó 11 3 1 4 19
Huila 9 1 24 1 2 37
La Guajira 4 1 2 1 1 9
Magdalena 16 3 1 1 21
Meta 10 8 4 1 1 24
Nariño 20 27 1 8 56
N. de San tan. 10 24 3 37
Quindío 6 2 4 12
Risaralda 4 9 1 14
Santander 31 2 40 1 2 10 86
Sucre 12 7 2 3 24
Tolima 24 15 2 5 46
Valle 17 21 4 42
Arauca 4 2 6
Casanare 18 1 19
Putumayo 4 1 2 7
San Andrés 1 i 1
Amazonas 1 1 2
Guainía 1 1
Guaviare 1 1
Vaupés 1 1
Vichada 2 2

Total 446 8 413 16 25 101 1.009


(44.2) (0.8) (40.9) (1.6) (2.5) (10.0) (100.0)

P u en te: Registraduría Nacional del Estado Civil

restantes concejos municipales. En lo que se locales (44.2 por ciento), la diferencia con el
refiere a la composición política de los consejos conservatism o (40.9 por ciento) es realm ente
intendenciales y comisariales puede señalarse pequeña. Ello, aunque los liberales hayan ob­
que el liberalismo se consolidó como fuerza tenido una votación superior en casi un millón
mayoritaria en las elecciones del 13 de marzo. de votos frente al partido opositor. Este fenó­
meno puede explicarse en gran medida como
Si tomamos en cuenta el núm ero total de alcal­ resultado del fraccionamiento interno del Parti­
días obtenidas por partido (Cuadro No. 2), se do Liberal, de la multiplicidad de candidaturas
observa de m anera más precisa el com porta­ en casi todos los municipios del país y de las
miento y la distribución de las fuerzas políti­ alianzas tardías e improvisadas como la que se
cas. Si bien resulta evidente que el Partido presentó en la ciudad de Medellín. Dicho com­
Liberal controla el mayor núm ero de gobiernos portam iento contrasta con el de los socialcon-
70 A N A L IS IS PO LITIC O No. 4 - MAYO A AGOSTO DE 1988

servadores, quienes a todo lo largo del proceso dades (16) y el conservatismo un partido de
electoral procuraron m antener cohesionada a pueblos y pequeños municipios.
la “ oposición reflexiva” y presentaron candi­
datos únicos en casi todas las ciudades. Aun­ La elección de alcaldes, a pesar del mayor nú­
que se produjeron “ rebeliones locales” , como mero de votantes que atrajo, continuó siendo
la de Barranquilla, quizá el caso m ás significa­ una elección de minorías. En efecto, la vota­
tivo de coaliciones bipartidistas que plantean ción total de estos comicios solo superó en un
una ruptura con los directorios nacionales, la 1.0 por ciento a la obtenida para concejos mu­
dirección centralizada y la disciplina de partido nicipales. Si miramos este fenómeno en fun­
se impusieron. La conquista de las “ mayorías ción de los partidos tradicionales, se aprecia
geográficas” , tal como lo planteó el expresi­ que su participación porcentual respecto de la
dente Pastrana con miras a las elecciones p re­ votación total (Cuadro No. 3) tampoco superó,
sidenciales de 1990, fue el objetivo primordial.
El triunfo obtenido en Bogotá, M edellín, Popa­ 16. Sobre un total de 32 alcaldías de las capitales d ep artam en­
yán, Tunja, Villavicencio y Valledupar ilustra tales, com isariales e inten d en ciales, el Partido Liberal o btu­
la eficacia de esta directriz y en cierta forma vo 24. Para analizar el com portam iento del voto urbano y
rural puede consultarse el trabajo de José M artín, Campo y
contrarresta la tendencia, según la cual, el li­ ciudad: participación y abstención electoral en Colombia,
beralism o es un partido de grandes urbes y ciu­ Bogotá, Fundación Friedrich Nauman-CIDSE, 1981.

CUADRO No. 3

RESULTADOS ELECTORALES. RESUM EN COMPARATIVO 1986-1988


(Número de elegidos, votación y participación porcentual)

Partido P artid o Nuevo P. Social Unión Coali­ Otros O tros P a rt. Part.
Elección Liberal Liberalism o Conservador P atrio t. ciones Inscritos V otos T otal Elect. Elect.
(3) (4) (5)
Número 446 8 413 16 25 101 1.009
Alcalde Votación 3.308.548 83.293 2.359.951 58.049 643.663 866.849 38.155 7.375.406 66.6 43.4
P orcentaje 44.9 1.1 32.0 0.8 8.7 11.8 5.2 100.0

Número 4.277 279 4.063 275 179 9.073


(1) Votación 3.315.463 469.678 2.546.480 202.406 -0- 330.464 36.271 6.900.762 62.4 40.6
Porcentaje 48.0 6.8 36.9 2.9 4.8 0.5 100.0
Concejo
N úm ero 6.471 176 4.815 257 172 630 12.521
(2) Votación 3.531.195 314.657 2.451.310 108.181 168.157 680.682 58.106 7.312.439 66.1 43.0
P orcentaje 48.3 4.3 33.5 1.5 2.3 9.3 0.5 100.0

Número 214 23 162 6 16 421


(1) Votación 3.212.167 493.320 2.505.028 148.767 — 370.765 -0- 6.755.019 61.0 39.7
P orcentaje 47.6 7.3 37.1 2.2 5.5 100.0
A sam blea
N úm ero 228 11 149 9 12 12 421
(2) Votación 3.311.200 308.560 2.382.952 54.981 217.719 517.335 43.338 6.858.948 62.0 40.3
Porcentaje 48.3 4.5 34.7 0.8 3.2 7.5 0.6 100.0

Número 20 3 7 0 — 6 36
(1) Votación 44.214 7.658 17.626 640 13.504 — 84.100
Porcentaje 52.6 9.1 21.0 0.8 16.1 100.0
Consejo Intendencial
(2) Número 25 -O- 7 6 6 44
Votación 52.483 -0- 18.835 -0- 11.922 16.411 549 100.200
Porcentaje 52.4 18.8 12.0 16.4 0.5 100.0

Núm ero 18 1 9 16 1 45
(1) Votación 8.608 1.059 3.831 9.494 — 328 — 23.436
Porcentaje 36.7 4.5 6.3 40.5 1.4 100.0
Consejo Com isarial
Número 20 10 5 6 4 45
(2) Votación 6.670 -0- 3.611 1.259 3.461 964 121 16.086
P orcentaje 41.5 22.4 7.8 21.5 5.9 0.7 100.0

(1) C orresponde a las elecciones de 1986.


(2) C orresponde a las elecciones de 1988.
(3) C orresponde a blancos, nulos, no inscritos y a los v otos del M ovim iento U nitario M etapólítico.
(4) E n relación con el potencial electoral estim ado por la R egistraduría: 11.066 785
(5) E n relación con la población en edad de votar: 17 millones, según el Censo N acional de Población d e 1985.

Fuentes: R egistraduría Nacional del E stad o Civil y DANE


ELECCION PO PU L A R DE A LCA LD ES. P. G A ITA N 71

ni mucho menos satisfizo, las expectativas que ro de votos como en participación, pero, sobre
en tal sentido se habían planteado con la refor­ todo, increm entó de manera sustancial su
ma municipal. Los partidos históricos no logra­ núm ero de concejales en todo el país (2.194).
ron motivar ni movilizar a la ciudadanía en tor­ Por su parte, el Partido Conservador dism inu­
no a la elección popuiar de los ejecutivos loca­ yó en votación y en participación, pero aum en­
les. Asimismo, si comparamos la votación ob­ tó el número de sus concejales (752). Este últi­
tenida para concejos y alcaldes en 1988, se mo fenómeno, aparentem ente contradictorio,
aprecia que los electores de am bas colectivida­ puede explicarse por el adecuado tratam iento
des votaron más para concejos que para alcal­ de la mecánica electoral en lo que a la inscrip­
días. La votación para estas últim as fue inferior ción de varias listas y manejo de la “ ley de
en 6.3 por ciento en el caso de los liberales y en a rra stre ” o de residuos se refiere.
3.7 por ciento en el de los conservadores. Con­
trastan estos resultados con el fenómeno publi­ En lo que respecta a las asam bleas dep arta­
citario que antecedió a las elecciones. Las cos­ m entales, el liberalismo aum entó en votación,
tosas cam pañas y la “ g u e rra ” de im ágenes en participación y en número de diputados (6.5
que se adelantó en el país, opacando y colocan­ por ciento). No ocurrió así con el socialconser­
do en un segundo plano las candidaturas de vatismo, que disminuyó su votación, su partici­
ediles y diputados, no se tradujo en un mayor pación y su número de diputados (8.0 por cien­
número de votos a favor de los prim eros alcal­ to) a nivel nacional.
des populares.
Si observamos los triunfos y las derrotas a nivel
Si la votación obtenida por los dos partidos tra ­ regional, se advierte que los liberales aum en­
dicionales para elegir m andatarios locales no tan su votación en todos los departam entos del
superó a la de concejos, tampoco el núm ero país, con excepción del Cesar, Chocó, M agda­
total de alcaldes obtenido por cada colectividad lena, Quindío, Valle y Cauca. M antienen el
refleja las mayorías políticas de 1986 a nivel núm ero de diputados que tenían en 1986 en
local. En ese año, según el estudio de Patricia tres circunscripciones regionales: Chocó, Nari-
Pinzón ya citado, los liberales eran la fuerza ño y Huila. Pierden doce diputados en seis
mayoritaria en el 53 por ciento de los munici­ departam entos: Cauca, Cesar, Cundinamarca,
pios del país y los conservadores en el 44 por M agdalena, Santander y Valle. Y aum entan
ciento de los mismos. En la reciente elección veintiséis diputados en trece departam entos,
de alcaldes, el Partido Liberal resultó victorio­ destacándose los casos de Boyacá y Risaralda
so solo en el 44.2 por ciento de las localidades y cuyas asam bleas departam entales eran mayo-
el socialconservatismo en el 40.93 por ciento. ritariam ente conservadoras en 1986. En Cal­
Esta pérdida de influencia electoral de los dos das, tradicionalm ente conservador, los libera­
partidos en forma sim ultánea sería inexplica­ les logran igualar fuerzas en la Asamblea, y en
ble si no se tiene en cuenta la aparición o com­ Tolima, de mayorías azules en 1986, pasa a
petencia de otras fuerzas políticas, aspecto que convertirse en fuerza predom inante.
será analizado más adelante. Dicho fenómeno
también sugiere que las m aquinarias y redes La fuerza y el arraigo político de los socialcon-
clientelistas del bipartidism o en las localidades servadores tam bién experim entaron cambios a
no fueron capaces de extender la influencia nivel regional. Disminuyó su votación en un
que ya tenían, a través de los concejos, hacia la total de 18 departam entos aum entando sola­
elección de ejecutivos municipales. mente en cuatro de ellos: Antioquia, Cundina­
marca, M eta y Nariño. En lo que se refiere a
Para tener una visión más completa sobre el número de diputados, mantuvo las mismas
comportamiento político de los partidos tradi­ curules en siete departam entos: Antioquia,
cionales es conveniente mirar com parativa­ Cauca, Chocó, Guajira, Caquetá, M eta y Valle.
mente los resultados para concejos m unicipa­ Perdió 23 diputados en diez circunscripciones
les y asam bleas departam entales en el período regionales: Atlántico, Bolívar, Boyacá, Córdo­
1986-1988 (Cuadro No. 3). Una mirada global ba, Nariño, Norte de Santander, Quindío, Risa­
sobre las elecciones locales perm ite afirm ar ralda, Sucre y Tolima. Y obtuvo diez curules
que el Partido Liberal aum entó tanto en núm e­ más en seis departam entos: Cesar, Cundina-
72 A N A L IS IS PO LITIC O No. 4 - MAYO A AGOSTO DE 1988

marca, Caldas, Huila, M agdalena y Santan­ datos parciales sobre la composición política de
der (17). los 1.009 concejos del país, se pueden adelan­
tar algunas observaciones sobre la relación
Estos cambios en la geografía electoral de los entre alcaldías y fuerzas locales.
partidos tradicionales requieren de un estudio
más profundo que dé cuenta tanto de la nueva Para los alcaldes electos resulta fundam ental
distribución de fuerzas y tendencias políticas contar con el respaldo del Concejo Municipal
como del impacto que ésta pueda tener sobre para que los proyectos de acuerdo y los planes
los gobernadores y la burocracia departam en­ de inversión sean aprobados. Un Concejo opo­
tal. Las asam bleas son quizá las instancias que sitor, o desfavorable por su correlación de fuer­
expresan de manera más fiel la composición y zas, puede bloquear toda iniciativa política y
la dinámica política de las regiones. En ellas entorpecer la gestión gubernam ental. Los re­
convergen intereses nacionales y locales, cues­ sultados que arrojan los comicios locales que
tión que reviste una especial importancia para acaban de celebrarse señalan que el 77.6 por
la gestión de los nuevos alcaldes municipales. ciento de los alcaldes del país (Cuadro No. 4)
Su autonomía no solo depende de las garantías contarán con un Concejo cuya fuerza mayorita-
que pueda otorgar la legislación descentralista, ria responde a la misma filiación política que la
sino también del m argen de independencia que del m andatario municipal. En su orden, los
Planeación D epartam ental —cuyos funciona­ alcaldes liberales, los de la Unión Patriótica y
rios son nombrados por los gobernadores— les los del Partido Conservador podrán adelantar
conceda a los alcaldes. Recuérdese que los pla­ gobiernos apoyados en concejos que les son
nes de inversión de los municipios con menos favorables. No ocurrirá lo mismo con los alcal­
de 100 mil habitantes, que son la mayoría del des del Nuevo Liberalismo, quienes tendrán
país, están sujetos para su ejecución a la apro­ que desem peñar su m andato con una altísima
bación de dicho ente gubernam ental. A prim e­ proporción de concejos (75 por ciento) cuya
ra vista, según la composición política de la fuerza mayoritaria es de una filiación política
mayoría de las asam bleas departam entales, los distinta. Para las Coaliciones y los “ Otros ins­
alcaldes liberales serán los más favorecidos y critos’’ sería arriesgado establecer algún tipo
los que en principio gozarán de un mayor res­ de correlación. Aunque es muy probable que
paldo, en contraposición a la situación de los los concejos, en buena parte, estén integrados
alcaldes de las minorías políticas y del social- por las mismas fuerzas políticas que eligieron
conservatism o, también sujeto al esquem a al alcalde, resulta difícil adelantar alguna afir­
gobierno-oposición a nivel regional. Sin em b ar­ mación si no se examina caso por caso la hete­
go, la fragmentación del partido liberal y la rogénea composición política que caracteriza a
multiplicidad de caciquismos regionales, tan estas dos formas de agrupam iento. También
características en las pasadas elecciones, pue­ debe señalarse que el virtual engranaje político
den surtir un efecto distinto. Máxime si se tie­ entre alcaldías y concejos puede cam biar sus­
ne en cuenta que el actual es un gobierno de tancialm ente, en la medida en que las diversas
partido que no cuenta para su gestión con un facciones y tendencias que integran los conce­
partido de gobierno. jos municipales empiecen a m anifestarse a tra ­
vés de las consabidas componendas y alianzas.
Cabe señalar tam bién que el tránsito de la de­ La coalición de fuerzas que se produjo en el
signación a la elección de los m andatarios mu­ Concejo de Bogotá, a instancias del conserva­
nicipales rompió la “ línea de m ando’’, alteran­ dor independiente Pava Camelo, pero im pulsa­
do la forma de relación y las reglas de juego da por el santofimismo, el sector liberal de
entre la política local y la política regional. Vo­ Consuelo de Montejo y la Unión Patriótica, in­
tos y recursos están ahora sujetos a otra diná­ vitan a explorar este fenómeno. El drástico
mica, lo que sugiere im portantes transform a­ cambio de la correlación de fuerzas en el Con­
ciones en el comportamiento político de los cejo del Distrito Especial, que tradicionalm en­
partidos y en el de los electores. Siguiendo este te había sido favorable al Partido Liberal, pue­
mismo razonamiento, y aunque se dispone de de presentarse e incluso multiplicarse en otras
ciudades del país, contrariando el optim ista
panoram a que se deduce de la composición po­
17. R egistraduria Nacional del Estado Civil. lítica de las adm inistraciones m unicipales.
ELEC C IO N PO PU L A R DE A LCA LD ES. P. G A ITA N 73

CUADRO No. 4

COMPOSICION POLITICA DE LAS ADM INISTRACIONES MUNICIPALES


(Número de casos y porcentajes)

Filiación Política Filiación Política Número de Participación sobre Participación sobre


del Alcalde de la Mayoría en el Casos total de Alcaldías total de Alcaldías
Concejo según Partido del país
-- .
Liberal Liberal 400 89.9 39.6
Liberal Otra Fuerza 46 10.3 4.2
S. Conservador S. Conservador 348 84.5 34.5
S. Conservador Otra Fuerza 65 15.7 6.4
Nuevo Liberalismo Nuevo Liberalismo 2 25.0 0.2
Nuevo Liberalismo Otra Fuerza 6 75.0 0.5
Unión Patriótica Unión Patriótica 14 87.5 1.4
Unión Patriótica Otra Fuerza 2 12.5 0.2
Coaliciones Coaliciones 3 12.0 0.3
Coaliciones Otra Fuerza 22 88.0 2.2
Otros Inscritos Otros Inscritos 15 15.7 1.6
Otros Inscritos Otra Fuerza 86 85.1 8.5

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil

El Nuevo Liberalismo: El gran derrotado caso de los partidos tradicionales, tampoco lo­
gró motivar a sus electores de m anera que se
Así como las elecciones del 13 de marzo confir­ increm entara la participación política respecto
man la continuidad y el arraigo local del bipar- a la nueva institución. Los adscritos al Nuevo
tidismo y reiteran la suprem acía electoral del Liberalismo votaron mucho más para concejos
Partido Liberal, tam bién señalan al Nuevo Li­ municipales que para alcaldías, observándose
beralism o como el gran derrotado de esta con­ una votación para alcaldes inferior en un 73.5
tienda. La pérdida de influencia y de presencia por ciento (Cuadro No. 3).
política que venía experim entando desde las
elecciones para corporaciones públicas de El descenso a nivel de concejos municipales
1986, se acentuó de manera significativa en los fue considerable. Disminuyó en votación, en
recientes comicios. El movimiento de la “ Re­ participación y, sobre todo, en núm ero de cuña­
novación nacional” alcanzó en esa ocasión les (36.9 por ciento). En lo que se refiere a las
menos de 500 mil votos, lo que implicó una asam bleas departam entales el Nuevo Libera­
reducción de su participación dentro del total lismo registró una pérdida notoria de su in­
electoral de más del 50 por ciento (18). fluencia regional. Vio reducida su votación, su
participación y su número de diputados. Del
El Nuevo Liberalismo, a pesar de la bajísima total de 23 curules que tenía en 1986 perdió
votación que obtuvo a nivel nacional, menos doce, más de la m itad. Si miramos su decreci­
del 2.0 por ciento respecto de la votación total, miento desde la óptica de la geografía electo­
ganó ocho alcaldías (19), que para ese movi­ ral, se aprecia que disminuyó en votación en
miento pueden ser consideradas como un re­ todos ios departam entos del país, con la sola
sultado satisfactorio. Sin embargo, como en el excepción del Valle, donde incrementó el n ú ­
mero de sufragios. Disminuyó asimismo en
núm ero de diputados en todas las circunscrip­
18- Gabriel Murillo y Rodrigo Pardo. "Gestación, evolución y
ciones regionales, exceptuados el Valle, San­
estrategias de las candidaturas para las elecciones p resi­ tander y Risaralda, donde mantuvo el número
denciales de 1986” , en Varios autores, C o l o m b i a . p . 104. de curules. Debe destacarse su aparición como
19 Las alcaldías ganadas fueron las siguientes: Planeta Rica,
en Córdoba: Cota, Apulo y Tenjo, en Cundinam arca; Aipe,
fuerza política en el departam ento del Caque-
en el Huila: Uribia en la G uajira, y Coromoroy Oiba en San­ tá, donde obtuvo el 3.7 por ciento de la vota­
tander. ción total y conquistó una curul (Cuadro No. 3).
74 A N A L IS IS PO LITIC O No. 4 - MAYO A AGOSTO DE 1988

La presencia política y electoral que había lo­ La Unión Patriótica: Avances y retrocesos
grado el Nuevo Liberalismo en los Territorios
Nacionales se perdió por completo en las elec­ Un balance global sobre los resultados obteni­
ciones de 1988. El espacio que les había dispu­ dos por la Unión Patriótica en las elecciones del
tado a los partidos tradicionales y a la Unión 13 de marzo perm ite constatar otro de los ras­
Patriótica pasó a ser ocupado nuevam ente por gos característicos del com portam iento político
liberales y conservadores, y por los grupos po­ en Colombia: la marginalidad electoral de las
líticos que aparecen como Coaliciones y ‘‘Otros terceras fuerzas (22) y la incapacidad de los
inscritos” . El Nuevo Liberalismo perdió los dos movimientos opositores al establecim iento
consejeros que tenía en San Andrés, el de Pu- para convertirse en alternativas políticas al
tumayo y el de Amazonas, territorios donde ni bipartidismo.
siquiera se contabilizó votación.
El reciente proceso electoral estuvo am enazado
de m anera perm anente por los efectos de la
El descalabro del Nuevo Liberalismo se extien­
“ guerra sucia” . Si todos los partidos fueron
de desde los lugares más apartados del país
víctimas de la violencia política, la Unión Pa­
hasta las ciudades y sus concejos. Especial­
triótica fue el movimiento más afectado por la
mente notorio fue su descenso entre la franja
escalada de crím enes, atentados y desaparicio­
urbana de electores bogotanos que en el pasa­
nes. El considerable número de candidatos a
do le había dado los mayores triunfos. La con­
alcaldías, concejales y diputados m uertos —a
dición de fuerza mayoritaria del Distrito E spe­
los que han venido a sum arse el asesinato del
cial, lograda desde 1982, se vio afectada por la alcalde electo de Remedios y del presidente de
pérdida de una curul en el Concejo Distrital y
la Asamblea del M eta— dificultó el trabajo
por la derrota de la candidatura de la coalición
proselitista, restringió aún más las escasas
Sagasa (20). La derrota de Ossa Escobar, fren­
garantías para adelantar la campaña electoral y
te al triunfante candidato del socialconservatis-
creó un clima de miedo y zozobra entre la po­
m oy frente al candidato del oficialismo liberal,
blación afecta a dicho movimiento. Ello sin
afectó de m anera crítica tanto al Poder Popular
duda contribuye a explicar los bajísimos resul­
como al Nuevo Liberalismo. No solo se perdie­
tados de la UP a nivel nacional, aunque en al­
ron votos, participación electoral y prestigio.
Fracasó tam bién la carta de la renovación y la gunas regiones haya conseguido el ingreso y la
modernización del Partido Liberal a la que es­ presencia como fuerza política.
taban apostando. Y quedó asim ismo sepultada,
La Unión Patriótica tiene, sin em bargo, una
por lo menos en el corto plazo, la posibilidad de
cuota de responsabilidad frente a sus propios
una ruptura con las viejas castas políticas y con
resultados electorales y, más que ello, frente al
los sectores más retardatarios de la colectivi­
reto que supone sobrevivir como fuerza oposi­
dad (21). Bien podríamos señalar que son los
tora. Su indefinición frente a la opción arm ada,
visibles y negativos resultados electorales del
máxime si se tiene en cuenta que la UP es el
13 de marzo los que en gran medida explican el
principal producto de los Acuerdos de La Uri-
retorno del Nuevo Liberalismo a las toldas ofi­ be, en 1984, no ha hecho más que justificar
cialistas, y no consideraciones políticas de otro ante los sectores m ilitaristas la represión desa­
orden. Una alta dosis de realismo político y de tada contra sus militantes y dirigentes. Esta
pragm atism o se impuso, aunque la hondura de actitud ha perm itido asimismo que los sectores
la crisis por la que pasa el país haya precipita­ interesados en alentar una solución de fuerza
do la reincorporación del movimiento disidente para el país criminalicen todas sus formas de
al Partido Liberal. protesta y expresión, incluida la electoral. Es
con relación a estos elem entos de análisis como
se propone la evaluación de los resultados ob­
tenidos por la Unión Patriótica en las pasadas
elecciones.
20. Coalición electoral que apoyó la candidatura de Carlos Ossa
para la alcaldía de Bogotá, integrada por los movimientos
que dirigen Ernesto Sam per, Luis'Carlos Galón y Julio Cé­ 22. Con la sola excepción de los resultados electorales obteni­
sar Sánchez. dos por la Anapo en tre 1966 y 1970, los cuales tendrían que
21. E ntrevista con Ernesto Sam per Pizano, m iembro de la Di­ analizarse a la luz del proceso político del Frente Nacional y
rección Nacional Liberal, Bogotá, mayo de 1988. de la naturaleza y objetivos del propio movimiento.
ELEC C IO N PO PU LA R DE A LC A LD ES. P. G A ITA N 75

En lo que se refiere a la elección de ejecutivos UP sufragaron más para concejos que para al­
municipales, la UP obtuvo 16 alcaldías de las caldías. La votación registrada por este grupo
1.009 del país, con una votación que representa político para elegir m andatarios locales fue in­
el 0.8 por ciento sobre el total nacional (Cuadro ferior en un 46.3 por ciento respecto de la de
No. 3). Respecto de las 23 alcaldías que tenía concejos m unicipales. En lo que se refiere a
en 1986 por designación y según su condición estos últimos cabe señalar que la votación de la
de fuerza mayoritaria en las localidades, el UP en 1988 (108.181), representó menos del
movimiento perdió 11 alcaldías, mantuvo 13 y 2.0 por ciento del total nacional y que su núm e­
conquistó 3 nuevas, distribuidas geográfica­ ro de ediles en todo el país no sobrepasó el 2.4
m ente como sigue: perdió las únicas alcaldías por ciento. Comparando los resultados con los
que tenía en los departam entos de Córdoba de 1986 se aprecia una disminución en la parti­
(Valencia), Cesar (Jagua de Ibirico), Norte de cipación y en el núm ero de concejales y un no­
Santander (El Carm en), Tolima (Coyaima), y torio decrecim iento en la votación (46.6 por
Nariño (Policarpa). Asimismo dejó de controlar ciento).
el gobierno municipal de San José del Guavia-
re. La presencia local de la UP se vio especialm en­
te afectada por la pérdida de concejales en los
En el departam ento del M eta, región donde la departam entos de Santander, Antioquia, Cun-
UP había venido extendiendo su presencia po­ dinam arca, Cauca, Tolima y Huila. Contrasta
lítica de m anera significativa, perdió las alcal­ esta situación con el avance experim entado en
días de tres municipios (San Juan de Arama, el Chocó, Norte de Santander, Córdoba y parti­
Puerto Rico y La M acarena), pero mantuvo las cularm ente en el M eta, donde pasó de tener 15
otras cuatro que tenía en 1986: El Castillo, Le­ concejales en 1986 a 47 en 1988.
janías, M esetas y Vistahermosa. En Cundina-
marca mantuvo la alcaldía de C abrera, munici­ Si miramos los resultados obtenidos en 1988
pio de tradicional influencia del Partido Comu­ para asam bleas departam entales, se observa
nista, pero perdió la de Viotá, conquistada por que la participación de la UP respecto a la vota­
una amplia coalición de movimientos cívicos y ción total es solo del 0.8 por ciento. Su votación
políticos y apoyada por la UP (23). En Bolívar disminuyó considerablem ente en relación con
(San Pablo) y en Santander (Sabana de Torres) 1986, pero no ocurrió lo mismo con su número
se m antuvieron las alcaldías. Este fenómeno se de diputados, que aum entó en 50 por ciento.
repitió en Antioquia para el caso de las alcal­ Los mayores avances regionales de la UP se
días de Apartadó, M utatá, Remedios y Sego- presentan en el departam ento del Caquetá,
via. En dichas localidades la población civil, donde no se contaba con representación políti­
desafiando el clima de violencia im perante en ca y ahora se obtienen tres renglones; en Cun-
la zona, eligió a sus alcaldes con una votación dinam arca, donde se aum enta una curul; en
superior en un 50 por ciento con respecto a la Córdoba y en Tolima, donde tampoco se tenía
votación total de cada uno de los municipios representación y en 1988 se obtiene un escaño
mencionados. En la intendencia de Arauca se en cada departam ento, y en el M eta, donde
perdió la alcaldía de Saravena pero se m antu­ ingresan como nueva fuerza política de la
vieron la de Tame y la de Arauca. Debe desta­ asam blea, al conseguir dos curules.
carse que por prim era vez la UP obtiene alcal­
días en el departam ento del Chocó (Riosucio) y Según la información de la Registraduría de
en el departam ento del Caquetá (Cartagena del que se dispone, la Unión Patriótica presentó un
Chairá y M ontañitas). decrecim iento y, por ende, una pérdida de in­
fluencia en los Territorios Nacionales. En 1986
Repitiendo el patrón del comportamiento polí­ obtuvo menos del 1 por ciento respecto de la
tico de los electores de los partidos tradiciona­ votación total para elegir consejeros intenden-
les y del Nuevo Liberalismo, los votantes de la ciales, y en las elecciones del 13 de marzo no se
registró votación por este movimiento en las
distintas intendencias del país. En las comisa­
rías, donde la UP había tenido para el período
23. R egistraduría Nacional del Estado Civil. E stadísticas Elec­
torales, Centro de Estudios e Investigaciones Sociales pasado una im portante presencia, tam bién se
(CEIS), Bogotá, marzo de 1988. vieron afectados sus resultados electorales. En
76 A N A L IS IS PO LITICO No. 4 - MAYO A AGOSTO DE 1988

el Guaviare se había constituido en la fuerza cálculos electorales de todos los partidos, pero
mayoritaria a nivel regional, el controlar siete tiene un especial efecto negativo sobre las
de las nueve curules del Consejo comisarial, y minorías políticas, ya que puede distorsionar
en Vichada y Guainía tenía un im portante de manera im portante sus resultados.
arraigo al contar con cuatro de los nueve esca­
ños de sus respectivos Consejos. Para el año de
1988 disminuyó el núm ero de consejeros de 16 Las coaliciones: Alianzas y m ultipartidism o
a 5, el 69.0 por ciento, y se redujo drásticam en­
te su votación, en un 87 por ciento. Su partici­ Frente a unas elecciones que, en esencia, con­
pación respecto al total de votación tam bién firm an el tradicional comportamiento político
sufrió una sensible baja. de los partidos y de los electores, el fenómeno
de las Coaliciones se revela como una de las
Si estos resultados se ajustan con los que final­ más novedosas e im portantes formas de parti­
mente se obtengan al contabilizar la participa­ cipación ciudadana. Los resultados obtenidos
ción de la UP en las Coaliciones y en el renglón para elegir alcaldes municipales así perm iten
de los “ Otros inscritos’’, podrían tener un e s­ señalarlo, sobre todo si se tienen en cuenta dos
pecial significado para el movimiento y afectar­ aspectos fundam entales. En prim er lugar, la
lo de m anera notoria, ya que precisam ente en considerable votación que obtuvieron las Coali­
estas regiones se había perfilado como fuerza ciones (643.663), cuya participación representa
política alternativa al bipartidism o. La ausen­ el 8.7 por ciento del total nacional (Cuadro
cia del Estado y la frágil implantación de los No. 3). Segundo, el incremento (282 por ciento)
partidos en estas poblaciones favoreció la p re­ registrado en esta columna para elegir alcaldes
sencia y el avance de la Unión Patriótica. Hoy respecto a la votación para concejos m unicipa­
en día los partidos tradicionales parecen dis­ les de 1988. Tal diferencia sugiere que el m eca­
puestos a recuperar los espacios perdidos o nismo de las Coaliciones logró motivar y movi­
débilm ente controlados. Este elem ento y la lizar a los votantes en torno a la institución del
dimensión que la “ guerra sucia’’ ha adquirido alcalde popular. Y, adem ás, que se rompe el
en la gran mayoría de los Territorios Naciona­ patrón de com portamiento de los electores que
les pueden ayudar a esclarecer los resultados sufragaron por las fuerzas definidam ente parti­
electorales que se han reseñado. Más aún si se distas, los cuales votaron más para concejos
tiene en cuenta el papel catalizador que ha ju ­ que para alcaldías. Aunque es evidente que
gado el narcotráfico respecto a los conflictos tras el fenómeno de las Coaliciones está p re­
que enfrentan los diversos actores en pugna en sente el manejo de la mecánica electoral y que
dichas regiones. las alianzas resultan más urgentes cuando se
trata de conquistar una alcaldía que cuando
Aunque estos son los avances y los retrocesos están e n ju e g o varias curules, dicha forma de
más visibles de la UP, el increm ento o la dism i­ agrupam iento indica una mayor capacidad de
nución de su influencia regional y local tendrán convocatoria y arrastre electoral.
que examinarse más detalladam ente. En m u­
chos casos los datos que aparecen registrados Los resultados adquieren un mayor significado
bajo el rótulo de UP no incluyen, como ya se ha político si se observa que solam ente en siete
mencionado, los resultados obtenidos bajo territorios: Chocó, Caquetá, Putum ayo, San
otras denominaciones. Uno de los casos más A ndrés, Guaviare y Vaupés, no se registró vo­
claros es el de Cundinam arca. Las estadísticas tación por el renglón de las Coaliciones. En el
electorales no registran bajo la columna de este resto del país esta forma de alianzas tuvo p re­
grupo ni votación ni número de diputados, pero sencia electoral, cuya no despreciable votación
el movimiento obtiene dos curules que apare­ respecto del total de cada una de las circuns­
cen contabilizadas en los renglones de Coali­ cripciones justifica una investigación más com­
ciones y “ O tros” . Es conveniente advertir que pleta. También debe tom arse en consideración
el nombre con el cual se inscribe el partido o el hecho de que en muchas ciudades y munici­
grupo de los candidatos es definitivo para la pios las alcaldías fueron el resultado de am ­
ubicación de los guarismos. Esta dificultad plias y heterogéneas coaliciones, aunque ellas
para clasificar el voto partidista afecta los hayan sido inscritas ante la R egistraduría bajo
ELECCION PO PU LA R DE A LCA LD ES. P. G AITA N 77

e¡ nombre de algún partido. Tal es el caso de sindicales, de la UP y la Anapo, y de sectores


las 126 coaliciones que eligieron alcalde con el liberales y conservadores (25).
apoyo de la UP y que este grupo reporta (24), o
el de las coaliciones m ultipartidistas que per­ Si miramos la composición política de las 25
mitieron elegir a los alcaldes conservadores de coaliciones, que como tales aparecen victorio­
Tunja, Villavicencio y Valledupar. De la misma sas, se aprecia que once estuvieron conforma­
m anera se presenta el caso de la coalición libe­ das por liberales y conservadores, cinco por el
ral-conservadora de Barranquilla, que después Partido Liberal y el Nuevo Liberalismo, cuatro
de un reñido y arduo debate frente a otra coali­ por distintas fracciones liberales, tres por dis­
ción bipartidista, finalmente le dio el triunfo a tintos grupos conservadores, una por el Partido
uno de los dos candidatos liberales. O el caso Liberal y la Unión Patriótica y otra por el Parti­
de la alcaldía liberal de Cúcuta, cuya victoria, do Conservador y la UP (Cuadro No. 5).
en cabeza de la antigua gobernadora del d ep ar­
tam ento de Norte de Santander, se atribuye al La composición política de las coaliciones su­
respaldo de una amplia coalición de fuerzas giere varias líneas de análisis y de trabajo. Las
que incluyó la participación de grupos cívicos y \

25. E ntrevista con M argarita Silva de Uribe, alcaldesa electa de


24 Estadísticas electorales, CEIS. Bogotá, abril de 1988. Cúcuta, Bogotá, abril de 1988.

CUADRO No. 5

ALCALDIAS DE COALICION
(Nombre, votación y participación porcentual)

Municipio Nombre de la coalición Votación Participación


Vot. total del
Municipio

Barbosa (Ant.) Lib. oficial-Lib. Izq. 4.510 59.5


Yondó (A n t.) UP. Partido Conservador 1.715 79.4
El Guamo (Bol.) Part. Liberal-Nva. Fuerza 1.571 51.9
El Cocuy (Boy.) Part. Liberal-Conservador 1.821 92.5
Labranzagr. (Boy.) Part. Liberal-Conservador 439 40.8
Sogamoso (B oy.) Part. Liberal-Nvo. Liberal. 20.540 75.1
Manizales (Caldas) Part. Liberal-Nvo. Liberal. 40.100 48.8
Chiriguaná (Cesar) Part. Conservador 2.587 60.2
Lorica (Córd.) Insurg. Liberal Unida 14.882 57.4
San A. de Sot. (Córd.) Part. Conserva.-Conserva.Ma. 7.471 77.0
Valencia (Cord.) Part. Liberal-Conservador 1.953 37.1
Fusagasugá (Cund.) Part. Liberal-Conservador 6.647 35.6
Paratebueno (Cund.) Part. Liberal-Conservador 861 52.7
Algeciras (Huila) Part. Liberal Of.-Nvo. Lib. 2.987 63.0
Maicao (Guajira) Nvo. Lib.-Converg. Liber. 12.822 58.6
Pedraza (Magd.) Part. Liberal-Mov. Conser. 2.583 51.4
Fuente de Oro (Meta) Conver. Liberal Latorrista 1.213 52.2
Tangua (Nar.) Part. Liberal-Conservador 1.528 41.5
Pereira (Risar.) Part. Liberal-UP 30.072 42.5
Páramo (Sant.) Nvo. Liberal.-Conservador 663 69.4
Socorro (Sant.) Part. Liberal-Nvo. Lib. 3.687 46.6
Morroa (Sucre 1 Moral Nueva-P. Conserva. 1.378 53.3
San Pedro (Sucre) Mvto. Lib. Conservador 3.834 59.3
Coyaima (Tol.) Part. Liberal-Conservador 4.016 58.0
Villa Hermosa (Tol.) Mvto. de Rest. Conservad. 2.360 55.1

Fuente: Registraduría Nacional del Estado Civil


78 A N A L IS IS PO LITICO No. 4 - MAYO A AGOSTO DE 1988

coaliciones bipartidistas pueden expresar el Las coaliciones conformadas por el Partido


afán de las colectividades tradicionales por Liberal y el Nuevo Liberalismo y las alcaldías
am pliar su capacidad de representación social obtenidas por ellas, en particular las de Soga-
y política. Al apelar a nuevos mecanismos de moso y M anizales, revisten una especial im­
participación electoral y al invocar la conviven­ portancia y en cierta forma contrarrestan los
cia, liberales y conservadores superan el e s­ precarios resultados de este último movimiento
quem a del enfrentam iento y logran cautivar y a nivel nacional. El acercam iento entre el Nue­
movilizar, con una imagen renovada, a sus vo Liberalismo y el Partido Liberal, adem ás de
electores. Tam bién esta forma de atraer votan­ convertirse en un factor de recuperación políti­
tes acentúa la ruptura de las lealtades políticas ca, tam bién se puede interpretar como un anti­
la cual, paradójicam ente, se convierte en una cipo de su retom o al partido de gobierno y
nueva fuente de legitimidad. Bajo esta p ers­ como un indicador de su com portam iento polí­
pectiva, la función movilizadora de las bande­ tico frente a los gobiernos locales de dicha co­
ras rojas y azules pierde efectividad, haciendo lectividad .
eco a la despolitización bipartidista que se ha
venido presentando en el país como resultado Las coaliciones que sectores de los partidos tra ­
del Frente Nacional (26). dicionales integraron con la Unión Patriótica
pueden esconder intereses y cálculos de tipo
Las alianzas entre liberales y conservadores burocrático. No obstante, pueden estar invitan­
para elegir alcaldes municipales señalan, a su do a la civilización de las costum bres políticas y
vez, la escasa diferencia program ática que a la tolerancia ideológica. En el caso de la coali­
existe entre los partidos. A propósito, resulta ción Liberal-UP que conquista la alcaldía de
conveniente em prender un trabajo que analice Pereira, la alianza política guarda un especial
el contenido de los program as que las Coalicio­ significado por tratarse de una capital dep arta­
nes som etieron al escrutinio de la ciudadanía. m ental. Y en el caso de la coalición UP-Partido
El seguim iento de la cam paña electoral, y esto Conservador en el municipio de Yondó, la
se aplica a la gran mayoría de fuerzas y movi­ alianza puede convertirse en punto de apoyo
mientos, perm ite advertir la pobreza del deba­ para buscar soluciones políticas y negociadas
te ideológico y la carencia de propuestas políti­ en una región caracterizada por la violencia y
cas de largo plazo para resolver los problemas los agudos conflictos sociales.
más crónicos de las localidades.
El fenómeno de las Coaliciones tam bién se p re­
Las coaliciones bipartidistas tam bién insinúan sentó en los concejos municipales y en las
la ruptura, por la base, del esquem a gobierno- asam bleas departam entales, destacándose que
oposición. Muchas de ellas se fozjaron contra­ en 1986 no se registró votación en ninguna de
poniéndose a las directrices de los directorios las dos corporaciones por esta forma de a g o l­
nacionales de los partidos. En el caso del so- pamiento político. La votación para concejos
cialconservatismo, sentando el precedente de respecto del total nacional (168.157) representó
las “ rebeliones locales” , y en el del liberalis­ el 2.3 por ciento, superior a la participación de
mo, exhibiendo un alto grado de indisciplina y la UP y bastante cercana a la del Nuevo Libera­
una débil articulación entre la instancia nacio­ lismo. La votación para asam bleas fue aún
nal y la organización regional y local del parti­ mayor —3.2 por ciento sobre el total del
do. Por su parte, las coaliciones entre distintas país — , resultando superior a la registrada por
tendencias liberales o conservadoras m uestran la UP e inferior respecto a la del Nuevo Libera­
el fraccionamiento de los partidos a nivel muni­ lismo.
cipal y la fortaleza de los jefes y caciques loca­
les. La municipalización del poder político en Las cifras más reveladoras sobre la influencia
Colombia puede, en este sentido, estarse regional de las Coaliciones aparecen en los
abriendo paso con la prim era elección popular Territorios Nacionales. En el caso de las inten­
de alcaldes. dencias, obtienen el 12 por ciento de la vota­
ción total y seis consejeros sobre los 44 existen­
26. Véase Francisco Leal, Estado y política en Colombia. Bogo­ tes. En las comisarías las Coaliciones alcanzan
tá, Editorial Siglo XXI-CEREC, 1984. el 21.5 por ciento de la votación total y conquis-
ELEC C IO N PO PU L A R DE A LC A LD ES. P. G A ITA N 79

tan seis curules sobre 45 escaños. Para apre­ Aunque las alcaldías obtenidas por el grupo de
ciar el verdadero peso y el significado político los “ O tros” com parten rasgos comunes, ya
de este fenómeno en las corporaciones públi­ que plantean un desprendim iento de los parti­
cas, habría que realizar un minucioso trabajo dos y sugieren una im portante presencia de
sobre la composición de las listas y el nombre movimientos cívicos, es necesario desagregar
con el cual se inscribieron las distintas fuerzas los resultados caso por caso con el propósito de
y movimientos. Este tipo de exploración está apreciar su real composición social y política y,
tam bién por hacerse y puede arrojar resultados por lo tanto, poder diferenciar el voto cívico del
inesperados, que incluso distorsionen la geo­ voto partidista. E ste es quizá el mayor desafío
grafía política a nivel regional. Tan novedosa que enfrenta la investigación sobre la prim era
forma de participación ciudadana, que tiende a elección popular de alcaldes. No solo por el
borrar las fronteras entre los partidos, invita a ejercicio académico que implica, sino por el
pensar en nuevos criterios y en nuevas catego­ significado que entraña dicho fenómeno como
rías para analizar el comportamiento político y expresión de un comportamiento político inde­
electoral de los colombianos. pendiente y como indicador de las potenciali­
dades de la democracia local en Colombia.
Los “ Otros inscritos” : Entre los cívicos y los
políticos El análisis de los “ Otros inscritos” plantea
más preguntas que respuestas. ¿Quiénes pue­
Si las coaliciones expresan uno de los cambios den arrogarse el estatus de alcalde cívico?
más significativos frente a las tradicionales for­ ¿Quiénes representan efectivam ente los inte­
mas de adscripción partidista y de com porta­ reses de las comunidades locales? ¿Cuántos
miento electoral, el fenómeno denom inado por alcaldes están asociados con las protestas cívi­
la Registraduría como “ Otros inscritos” es tal cas y populares de sus municipios? ¿Quiénes
vez el resultado político más rico de estos comi­ expresan la incorporación de fuerzas y actores
cios. Y al mismo tiempo, el más difícil de de­ antes m arginados de los procesos políticos con­
sentrañar. Bajo la categoría de “ O tros” apare­ vencionales? ¿Lo cívico es sinónimo de lo de­
cen registradas las más diversas e inéditas for­ mocrático? Estos son algunos de Jos interro­
mas de agrupam iento. Com parten esta deno­ gantes que seria conveniente responder. Para
minación alianzas m ultipartidistas; coaliciones ello deben tenerse en cuenta varios aspectos.
integradas por disidencias de los partidos tra ­
dicionales, la UP, el Frente Popular y otras De las 101 alcaldías obtenidas por el grupo de
organizaciones políticas y territoriales y Movi­ los “ Otros inscritos” , cuya significativa vota­
mientos Cívicos y Comunitarios que incluyen la ción (866.849) representa el 11.8 por ciento del
presencia de organizaciones indígenas, cam pe­ total nacional, 15 por lo menos podrían sem ­
sinas y sindicales. Todas ellas, sin em bargo, brar dudas sobre un carácter no partidista. Al
tienen como común denominador eludir la refe­ exam inar estos casos se observa que los candi­
rencia puram ente partidista para movilizar a la datos, al realizar la inscripción, no evitaron la
ciudadanía. En la gran mayoría de los casos, referencia liberal o conservadora a pesar de
los candidatos gozan de un amplio consenso que ella aparezca mimetizada bajo el nombre
entre la población civil, ya que perm iten la con­ de una coalición que en unas ocasiones es
vergencia de los más heterogéneos sectores “ dem ocrática” , en otras de “ integración” y en
sociales y políticos. De la misma m anera, mu­ otras “ de convergencia” . Esta forma de p re­
chas candidaturas obtienen un gran respaldo sentar las candidaturas bien podría señalar la
comunitario y expresan una estrecha relación necesidad que tienen los partidos de compen­
con las necesidades y expectativas de las locali­ sar su desgaste y su desprestigio a nivel local
dades. En este sentido, un considerable núm e­ utilizando nuevas imágenes y símbolos. Si en
ro de alcaldes populares ubicados en la colum­ estos casos resulta difícil trazar una frontera
na de “ Otros inscritos” obtuvieron el triunfo entre lo partidista y lo no partidista, más com­
con votaciones superiores al 50 por ciento res­ plejo aún es establecer si la naturaleza de estas
pecto de la votación total de sus munici­ alcaldías es cívica o no lo es. Para esclarecer
pios (27). este tipo de ambivalencias se requiere no sola­
mente de un cuidadoso trabajo de campo, como
27. R egistraduría Nacional del Estado Civil. ya se ha señalado, sino tam bién de una definí-
80 A N A L IS IS PO LITIC O No. 4 - MAYO A AGOSTO DE 1988

ción sobre lo que se entiende por “ alcalde cívi­ ha convertido en el dirigente de la prim era aso­
co” . Aunque existe abundante literatura sobre ciación de alcaldes de Cundinam arca, integra­
los movimientos civicos y regionales y sobre la da por 31 m andatarios municipales y que recla­
vinculación de los partidos con las organizacio­ ma atención y eficacia adm inistrativa por parte
nes territoriales de base, la elección de alcal­ de las autoridades departam entales. Cabe se­
des plantea realidades nuevas. Y, sobre todo, ñalar que Cundinam arca, junto con Antioquia,
plantea la ausencia de categorías apropiadas Nariño, Cauca, Boyacá y Santander, tuvieron
para analizar la trilogía participación ciudada- el mayor número de alcaldías elegidas por
na-movimientos cívicos-participación electoral. “ Otros inscritos” (CuadroNo. 6).

También encontramos un fenómeno contrario Encontramos tam bién casos como el del alcal­
al reseñado más arriba. Muchos candidatos de de Ipiales, elegido por una coalición integra­
vinculados con organizaciones populares y que da por fuerzas y movimientos tan diversos
han participado en las protestas o paros cívicos como el liberalismo, el conservatismo, la UP e
de sus localidades tuvieron que escudarse tras Inconformes de Nariño. Resulta de especial
las banderas liberales o conservadoras por no interés esta alcaldía, inscrita como “ Conver­
contar con las suficientes garantías políticas gencia Cívica M ultipartidista” , por estar aso­
para adelantar la cam paña electoral. Tal es el ciada con varios hechos que desdibujarían
caso de muchos alcaldes de Antioquia, particu­ cualquier tipología de “ alcaldes cívicos” . Esta
larm ente del nororiente del departam ento. Los es una candidatura vinculada con la tradición
alcaldes de San Roque, San Andrés y Liborina de protesta popular en Ipiales y estrecham ente
pueden ilustrar esta situación (28). Otros alcal­ relacionada con los movimientos cívicos de la
des, sin em bargo, fueron postulados por los localidad. El candidato fue concejal por varios
propios movimientos cívicos de los municipios períodos, siem pre contando con el respaldo de
y se inscribieron y adelantaron sus cam pañas liberales y conservadores. Su cam paña y su
como tales. Se trata, mencionando solo unos program a se adelantaron con banderas supra-
ejemplos, de casos como el del Peñol y G uarne partidistas, pero todos los partidos y grupos
en Antioquia, el de Darién en el Valle, y el de que lo apoyaron lo reclaman como alcalde
La Unión, M allama, Leyva y Sandoná en Nari- suyo (29).
ño.
Este breve e incompleto inventario de casos
Se pueden registrar casos como el de la alcal­ m uestra las distintas posibilidades de análisis
día “ cívica” de Cajicá, que obliga a am pliar las que se abren y lo apresurado que sería p resen ­
perspectivas de análisis. El alcalde electo, que tar resultados concluyentes sobre el com porta­
ya había desem peñado tal cargo en varios pe­ miento político y electoral de los “ Otros inscri­
ríodos, es de filiación conservadora, pero apeló to s” . Su importancia y su complejidad tam bién
al rótulo cívico y obtuvo el respaldo de diversas tienen que evaluarse en relación con la notable
fuerzas y grupos políticos. Sin ser vocero de presencia que tuvo esta forma de participación
organizaciones populares o haber sido partíci­ en las corporaciones públicas. Veamos algunos
pe de protestas ciudadanas, el nuevo alcalde se resultados aunque ellos sean globales.
asocia con la eficacia adm inistrativa y con la
posibilidad de resolver los problemas más u r­ Siguiendo el mismo patrón de las Coaliciones,
gentes del municipio. También, con la inde­ este grupo logró increm entar la votación para
pendencia frante al directorio nacional de su alcaldes con respecto a la de concejos munici­
partido. En este caso lo cívico no se podría asi­ pales, en 27.3 por ciento. Tal incremento p er­
milar a lo popular, y está por dem ostrarse si la mite afirm ar que las alianzas y agrupam ientos
amplia coalición de fuerzas que representa se no claram ente partidistas, fueron los únicos
traducirá en una gestión democrática. Por lo que en estos comicios lograron atraer más vo­
pronto, tal como lo han registrado los diversos tantes hacia la institución del alcalde popular.
medios de comunicación, este m andatario se También, como en el caso de las Coaliciones,

28. Información sum inistrada por la Fundación Foro Nacional 29. E ntrevista con Carlos Pantoja, alcalde electo de Ipiales,
por Colombia, Bogotá, mayo de 1988. Bogotá, abril de 1988.
ELEC C IO N PO PU LA R DE A LC A LD ES. P. G A ITA N 81

CUADRO No. 6

ALCALDIAS DE OTROS INSCRITOS POR DEPARTAMENTO


(Número, votación y participación porcentual)

Departamento No. de Alcaldías Votación Votación Total Partic.


del Departamen. Porcent.

Antioquia 8 42.883 751.052 5.7


Atlántico 2 16.995 477.684 3.6
Bolívar 1 24.162 334.991 7.2
Boyacó 8 20.945 305.701 6.9
Caldas 2 15.387 266.447 5.8
Caquetá 2 5.579 47.260 1.2
Cauca 5 45.112 203.468 22.2
Cesar -0- 2.606 148.921 1.7
Córdoba 1 33.117 253.157 13.1
Cundinamarca 22 200.628 1.373.991 14.6
Chocó 4 8.904 58.348 15.3
Huila 2 15.387 171.647 9.0
La Guajira 1 6.121 103.568 5.9
Magdalena 1 5.911 238.292 2.5
Meta 1 4.521 128.298 3.5
Nariño 8 51.330 277.612 18.5
Norte de
Santander 3 10.626 245.358 4.3
Quindío 4 39.577 122.772 32.2
Risaralda -0- 6.630 164.687 4.0
Santander 10 39.973 410.492 9.7
Sucre 3 21.968 194.508 11.3
Tolima 5 45.787 283.565 16.1
Valle 4 186.451 706.374 26.4
Arauca -0- -0- 28.611 -0-
Casanare -0- 2.711 28.821 9.4
Putumayo 2 11.393 31.775 35.9
San Andrés 1 1.015 2.217 45.8
Amazonas -0- -0- 4.911 -0-
Guainía -0- -0- 1.782 -0-
Guaviare -0- -0- 3.673 -0-
Vaupés 1 1.130 2.195 51.5
Vichada -0- -0- 3.228 -0-

Total 101 866.849 7’375.406 11.8

los “ Otros inscritos’’ lograron aum entar de 7.6 por ciento en 1988. En los consejos inten-
m anera sustancial (106.0 por ciento) la vota­ denciales mantuvieron su núm ero de curules,
ción que para concejos ya habían registrado en pero aum entaron la votación. En los consejos
1986. Aumentaron asimismo de m anera signi­ comisariales experim entaron un considerable
ficativa (252 por ciento) el número de conceja­ avance al obtener cuatro curules, que repre­
les en todo el país y elevaron su participación sentan el 9.0 por ciento del total de escaños, y
respecto del total nacional, al pasar de 4.8 por al aum entar su votación en un 194 por ciento
ciento en 1986, a 9.3 por ciento en 1988. (Cuadro No. 3).

En las asam bleas departam entales se extendió Si para la elección de alcaldes es difícil totalizar
su influencia en términos de votación (39.5 por y diferenciar el voto cívico, para las otras elec­
ciento), pero disminuyó en número de curules. ciones regionales y locales resulta, por ahora,
Su participación respecto de la votación total prácticam ente imposible. El número de listas y
aum entó, al pasar de 5.5 por ciento en 1986 a la gama de movimientos y coaliciones que p ar­
82 A N A L IS IS PO LITIC O No. 4 • MAYO A AGOSTO D E 1988

ticiparon se amplía de una m anera insospecha­ de la “ miiim etría política” han perdido de vis­
da. Precisam ente allí, en la diversidad de ex­ ta su función educadora. Tam bién han visto
presiones políticas que cuestionan la adscrip­ dism inuida su capacidad para representar e
ción partidista, tal vez resida el mayor cambio integrar intereses colectivos y para tram itar
presentado en los recientes comicios. También conflictos sociales. Convertidos en m uchas oca­
es en relación con estas peculiares formas de siones en “ bolsas de em pleo” y en distribuido­
participación ciudadana como se puede hablar res de prebendas, han suplantado la moviliza­
de una transform ación de la geografía política, ción ideológica por una movilización que se
de un aum ento de la participación electoral y funda en el trueque de la lealtad política por la
de un resquebrajam iento de la tradicional filia­ prestación de servicios. En los recientes comi­
ción liberal-conservadora. cios am bas colectividades dieron m uestras de
una notable pobreza program ática o, peor aún,
adelantaron las cam pañas sin propuestas polí­
CONCLUSIONES ticas capaces de convocar y organizar a la ciu­
dadanía en torno a los problem as que de m ane­
El proceso político y electoral que condujo a la ra más urgente afectan al país.
prim era elección popular de alcaldes generó
una serie de expectativas, relacionadas todas Las costosas cam pañas publicitarias, el derro­
ellas con la posibilidad de fortalecer la demo­ che de propaganda y la “ guerra de im ágenes”
cracia representativa, am pliar el espectro de que invadió a los principales pueblos y capita­
fuerzas políticas y establecer nuevos canales les, com pensaron la debilidad ideológica de los
de participación ciudadana. Para apreciar los partidos y operaron como un im portante factor
alcances y el impacto que dicha innovación ins­ de arrastre electoral. El impacto del poder fi­
titucional pueda tener sobre la estructura de nanciero en los resultados de las elecciones es
poder de los municipios y sobre las relaciones un elem ento de análisis que debe tenerse en
entre los distintos actores sociales y políticos cuenta, no solo por el efecto distorsionador que
de las localidades, es necesario abrir un com­ puede tener sobre la espontaneidad del votante
pás de espera. La reforma municipal apenas — deform ando en muchos casos la voluntad
comienza a desarrollarse y la gestión de los popular— sino por el efecto corrosivo que pro­
alcaldes hasta ahora inicia su prim er período duce en los partidos el manejo de cuantiosos
de prueba. Sin em bargó, una lectura sobre los recursos, sin que exista control alguno del Es­
resultados electorales de los recientes comicios tado y sin que esté prevista una ley que regla­
perm ite avanzar sobre algunos puntos centra­ mente y fiscalice el funcionamiento de las di­
les. versas agrupaciones políticas.

Un prim er hecho que debe destacarse es la La perm anencia y el arraigo local de los parti­
presencia y continuidad del bipartidism o. La dos tradicionales guarda tam bién una estrecha
geografía política del país no varió sustancial­ relación con la ausencia de alternativas políti­
mente. La gran mayoría de los municipios con­ cas distintas al bipartidism o. No se caracteriza
tinúan siendo liberales y conservadores, sin nuestro régim en por el desarrollo de fuerzas
que se aprecie una modificación im portante en contestatarias que inviten a pensar en una
los patrones del comportamiento electoral de transición hacia el multipartidism o. Por el con­
los colombianos. Esta perm anencia en el tiem ­ trario, las disidencias tácticas o estratégicas
po y en el espacio de los partidos tradicionales que han experim entado liberales y conservado­
no podría explicarse, sin em bargo, si no se tie­ res tienden a retornar a sus matrices históri­
nen en cuenta por lo menos dos tipos de fenó­ cas, y los movimientos de oposición al estable­
menos. cimiento se han fragm entado o dispersado, o
no han traspasado el umbral de la marginali-
De una parte, la eficacia del clientelismo como dad electoral. Ello pese a que movimientos
principio rector de las relaciones políticas y la como la Unión Patriótica hayan conquistado un
utilización de las maquinarias electorales como espacio para la acción política, y a que las orga­
principales mecanismos para obtener la adhe­ nizaciones cívicas y populares independientes
sión partidista. Los partidos, desgastados y que participaron en las elecciones del 13 de
burocratizados de tiempo atrás por el ejercicio marzo se perfilen como posibles contendores
ELEC C IO N PO PU L A R D E A LC A LD ES. P. G A IT AN 83

del poder tradicional en distintos pueblos y Un tercer aspecto que debe reseñarse y que
regiones. quizá constituye el resultado más rico y nove­
doso de esta prim era elección popular de alcal­
Un segundo fenómeno que m erece señalarse des, es el de la presencia de las Coaliciones y
es el de la ostensible crisis de los partidos, par­ de los “ Otros inscritos” . Ambas formas de
ticularm ente del partido de gobierno, no obs­ participación política dan cuenta de los cam­
tante su continuidad y su perm anencia como bios experim entados dentro y entre los parti­
fuerzas políticas m ayoritarias. La elección de dos tradicionales, los cuales se vieron obliga­
alcaldes tuvo la virtud de sacar a flote las defi­ dos a recurrir a las más diversas formas de
ciencias y la inorganicidad de am bas colectivi­ agm pam iento para cautivar a un electorado
dades. El proceso electoral sacudió la estructu­ que resulta cada vez más esquivo. Aunque las
ra interna de los partidos al acentuar el faccio- Coaliciones suponen un refinado manejo de la
nalismo que los caracteriza, propiciar las “ re­ mecánica electoral, tam bién expresan el des­
beliones locales” , plantear distanciam ientos gaste de las banderas liberales y conservado­
entre los directorios y las instancias regionales, ras y dan cuenta de una im portante transfor­
y al generar una dinámica de base —en lo que mación en Jas tradicionales formas de adscrip­
a selección de candidaturas se refiere— que ción partidista.
cuestionó el liderazgo y la ascendencia de las
jefaturas nacionales. La figura de los “ Otros inscritos” adem ás de
señalar la necesidad que tienen las agrupacio­
nes partidistas de escudarse tras nuevos rótu­
Para el caso del liberalismo, víctima de la im­ los y símbolos, sugiere la irrupción electoral de
posición “ desde arrib a” del esquem a gobier­ sectores sociales y políticos secularm ente m ar­
no-oposición, la ausencia de disciplina y orga- ginados. La participación bajo esta categoría
nicidad se presentó de m anera más aguda. Los de num erosos movimientos cívicos, de organi­
liberales acudieron a las elecciones divididos zaciones territoriales de los municipios, de
en casi todos ios municipios del país y no conta­ organizaciones cam pesinas, indígenas y sindi­
ron con el respaldo de una dirección política cales, así lo atestigua.
unificada. No en vano el Partido Liberal se dis­
pone a buscar una restructuración interna y a Por último, si bien es cierto que la incorpora­
introducir factores de cohesión, tal como pare­ ción de la institución del alcalde popular en el
ce señalarlo el recurso a la jefatura única del ordenam iento jurídico significa la ampliación
expresidente Turbay Ayala. Dicha jefatura, de de espacios políticos en favor de la civilidad, el
ser aceptada, conducirá muy probablem ente a preludio violento de las elecciones puso de m a­
una restauración de la colectividad pero por la nifiesto la convivencia entre el reformismo ins­
vía conservadora. titucional y el militarismo. En la historia re­
ciente del país pocas elecciones han tenido que
El socialconservatismo, a pesar de no haber desarrollarse en un am biente tan adverso y tan
derrotado electoralm ente al liberalismo, em er­ cargado de conflictos y de violencia como las
ge de las elecciones como un partido mucho que acaban de celebrarse. En este sentido, el
más fortalecido y unificado que sus tradiciona­ potencial dem ocratizador de la reform a y la
les contendores. El efecto cohesionante que ha posibilidad de que su ejercicio contribuya a la
producido el ejercicio de la “ oposición reflexi­ consecución de la paz y la reconciliación nacio­
va” ; el liderazgo de los expresidentes Pastrana nal, se restringen considerablem ente.
y Betancur, que atenuó las divisiones y las
M ientras la reform a municipal no se integre a
“ rebeliones locales” ; la conquista por voto un proyecto global de Estado y sociedad que
popular de más del 40 por ciento de las alcal­
revise el pacto social que nos rige desde 1886 y
días, entre ellas las de las dos más im portantes que sea capaz de establecer nuevas bases para
ciudades del país; el firme propósito partidista
la convivencia política, la reforma de las insti­
de ganar las elecciones presidenciales de 1990
tuciones locales está expuesta a operar como
y, más recientem ente, el protagonism o desem ­
rueda suelta y a que las virtuales bondades que
peñado frente al nuevo “ diálogo nacional” ,
ella encierra se conviertan en frustraciones y,
contribuyeron a explicar el fortalecimiento y la
por ende, en un detonante más de tensiones y
proyección del Partido Conservador.
enfrentam ientos.

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