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El violín visto desde el Violinista en Formación

La formación del violinista no empieza desde que se empieza estudiarlo como instrumento, creo que
empieza desde que nos fijamos en él y deseamos conocerlo, porque desde ahí empieza el momento del
aprendizaje, es el primer paso para introducirnos en la fascinación que encierra este instrumento de 4
almas.
Tan versátil y tan amplio en la conexión con su interprete. Ahora, no siempre esta conexión es buena ya
que muchas veces la comunicación entre ambas partes, estudiante e instrumento, se halla algo nublada
por las expectativas y deseos impulsivos del estudiante, por eso es muy importante que el mediador, el
cual en este caso es nuestro pedagogo del instrumento nos ayude a entenderlo y nos ayude a transportar
nuestras ideas y hacerlas entender al instrumento por medio de la gama de posibilidades que este nos
brinda. Una alta dosis de paciencia, pues la ansiedad e ideas que corren por la mente del estudiante van
mucho más adelante que su mismo proceso en muchos casos, por lo tanto, es muy importante que por
medio de la enseñanza se aprenda a tomar con calma estas ideas con el proceso y se enseñe a ser
escuchadas.
No se trata simplemente de aspectos técnicos, aunque bueno, si bien es cierto, la perfecta praxis de este,
permite que las ideas y sentimiento se lleven con mejor claridad a lo que se halla fuera de nosotros, este
instrumento abarca tanta sensibilidad y tanta alma que es muy necesario la enseñanza de la
comunicación con el instrumento. Se trata de aprender a plasmar las emociones y pensamientos del
estudiante sobre el instrumento e irlo transformando, porque a fin de cuentas los instrumentos, como su
mismo nombre lo dice, son instrumentos; instrumentos para plasmar el como el estudiante siente,
percibe, se visualiza, entiende la música y lo que espera de ella.
Es una metamorfosis, una metamorfosis entre el sentir, la musicalidad y la paciencia, así he logrado
percibirlo por lo que ha sido mi proceso. El guiar este proceso en este instrumento se convierte en un
reto ya que muchas veces, durante la enseñanza, se descuida el valor de la comunicación de estudiante e
instrumento, no solamente hablando la comunicación entre alumno y maestro, aunque claro está que esta
es más que necesaria y vital para poder desarrollar un aula donde el estudiante puede sentir que todo su
potencial puede catapultarse dentro de esta y fuera de esta.
La sensibilidad y expresión musical del estudiante por medio de este instrumento conlleva tanta
paciencia que el proceso se hace algo largo, pero en el momento que logramos captar, comunicar y
exponer nuestra música interior, la comunicación empieza a ser algo que surge con más facilidad,
aunque nuestras exigencias como instrumentistas cambien según nuestro carácter y deseos.
La enseñanza del violín, es una alta dosis paciencia, comunicación, perseverancia hasta lograr simpatía
en ambas almas, Estudiante e instrumento y esa siempre debe ser nuestra meta como estudiante y
pedagogos de este, Lograr que el estudiante revele y comunique su voz interna por medio de su
instrumento.
- Marcela Gutiérrez Madera

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