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LA TEORÍA GENERAL DEL HECHO PUNIBLE

LA NOCIÓN JURÍDICA DE DELITO O FALTA


Siguiendo las enseñanzas de los maestros Bacigalupo y Muñoz Conde, indicamos que la teoría general del hecho punible es
el conjunto de herramientas o instrumentos conceptuales que permiten determinar cuándo una conducta humana
corresponde al mismo hecho que la ley prevé como presupuesto de la pena. El método de esta teoría es analítico,
pues desmonta la noción de delito o falta en un conjunto de categorías jurídicas que habilitan la aplicación de la ley penal por
el órgano jurisdiccional. Comprobar cada una de las notas definidoras del concepto de delito o falta, constituye la tarea de la
teoría en cuestión, dirigida a proporcionar mayor seguridad, objetividad y técnica en la aplicación de la ley y, de esta manera,
remarcar la consecuencia y respeto del principio de legalidad penal.

¿Qué es el hecho punible? ¿Cuál su noción jurídica?


Este ha de definirse como una grave perturbación del orden social, realizada por un sujeto responsable, que acarrea
responsabilidad penal y sanción. Cuando el sujeto no alcanza los estándares de responsabilidad, la consecuencia será una
medida de seguridad, como la aplicada a los que adolecen de enfermedad mental, que les impide comprender el carácter
delictuoso de su acto o determinarse según esta comprensión (art. 20 inciso 1 del CP).

El primer elemento de todo hecho punible es que siempre constituye la infracción de una norma u orden del
legislador que dispone, por ejemplo: ¡No violar la libertad sexual de los demás! o, ¡No tomar los bienes ajenos!, dos
“normas penales” que subyacen tras el texto de los arts. 170º y 185º del CP (leyes penales). Además, esta infracción de la
norma debe ser lesiva o peligrosa para algún interés social digno de protección o bien jurídico merecedor de tutela. No
consideramos acertado que el Derecho Penal persiga comportamientos que no son dañinos o por lo menos peligrosos para
los bienes jurídicos resguardados. Al respecto, opinamos que es correcto que nuestro CP, en su art. 17º, no reprima la
tentativa inidónea o delito imposible, cuando —por decir— alguien intenta matar a otro disparándole con un arma de
fogueo en la creencia de que lo hace con balas auténticas.

Al tratarse de mandatos y prohibiciones, las normas jurídicas pueden ser vulneradas tanto haciendo (a través de acciones)
como no haciendo lo que uno está obligado a hacer, es decir, omitiendo. Por esta razón el hecho punible (delito o falta)
considerado como grave perturbación al orden social puede ser de comisión o de omisión. Cuando la infracción de las
normas es voluntaria e intencional, esto es, cuando el autor busca infringirlas se configura el hecho punible doloso. Cuando
la infracción no es voluntaria pero el agente expresa desprecio objetivo por los bienes tutelados, omitiendo el cuidado exigido
para no lesionarlos, se configura el hecho punible culposo. Combinando las referencias a la acción y omisión, así como
el proceder doloso y culposo, se tiene el siguiente elenco de hechos punibles (delitos o faltas): de comisión dolosos y
culposos; de omisión dolosos y culposos.

El segundo elemento de todo delito es la comprobación de si el hecho o comportamiento infractor de la norma está
o no autorizado, pues en el mundo normativo —además de las prohibiciones y mandatos— hay otras normas que autorizan
o permiten realizar acciones, verbigracia lesionar a otro cuando ello es necesario para repeler una agresión ilegítima (art.
20 inciso 3 del CP: legítima defensa). Otro tanto ocurre con el estado de necesidad justificante (art. 20 inciso 4 del CP), que
permite afectar bienes de menor jerarquía cuando se trata de salvar la vida, la salud, la libertad u otro bien jurídico relevante
o de mayor jerarquía.

El tercer elemento de todo delito está relacionado con el autor del hecho, a quien se toma como responsable siempre que
haya podido motivarse de modo diferente a como actuó. Quien comete el delito o falta sabiendo el significado de su conducta
y tiene la posibilidad de conducirse de otro modo, esto es, según las normas, será responsable de la falta o delito cometido.
Esto admite un matiz: el referido a ciertas circunstancias en las que no es exigible al agente soportar las consecuencias
derivadas del cumplimiento de la norma. Es lo que ocurre, por ejemplo, con el estado de necesidad disculpante (art. 20 inciso
5 del CP), o cuando alguien obra compelido por un miedo insuperable a un mal igual o mayor (art. 20 inciso 7 del CP).

Por lo anterior, no hay duda de que la teoría del hecho punible tiene un notable carácter práctico o instrumental, en tanto
el bagaje de sus conceptos cobra sentido y supera el ámbito de lo meramente teórico, cuando los juristas y operadores del
sistema de justicia penal lo aplican a los casos que les corresponde solucionar, interesados en alcanzar un apropiado nivel de
seguridad, objetividad y técnica. La teoría del delito cumple así una tarea de mediación entre el texto legal y el caso concreto.

En todo este asunto hay tres preguntas esenciales y a la vez secuenciales cuyas respuestas remarcan el sentido útil de la teoría
del delito:

a) ¿Es el hecho cometido el prohibido por la norma y descrito por la ley?


b) Si el hecho es el descrito, el que lo realizó, cuando lo hizo, ¿estuvo autorizado o justificado?
Prof. Carlos R. Castañeda Ferradas
c) ¿Es responsable o culpable el autor del hecho o conducta prohibida, no autorizada?

Las dos primeras interrogantes se refieren al hecho, a la acción u omisión no autorizada, es decir, al injusto; la última está
vinculada con el autor (culpabilidad). La teoría del delito absuelve estas preguntas, respondiendo a la primera con la teoría
de la tipicidad, a la que le interesa la característica de la conducta de subsumirse o calzar en el tipo penal. La segunda
pregunta es absuelta con la teoría de la antijuricidad, que contempla aquellos casos en los que la acción típica es contraria
a la norma y que nos revela que tal comportamiento no está justificado. Por último, la tercera cuestión es contestada con la
teoría de la culpabilidad, para la cual importan las condiciones en que debe encontrarse el autor de una acción típica y
antijurídica, para poder determinar si es responsable del ilícito. Desde esta óptica, no existe mayor problema para acuñar que
la noción jurídica de delito o falta (hecho punible) sostiene que es la el comportamiento humano o acción, típica,
antijurídica y culpable.

A la mirada especial del profesor Bacigalupo conviene agregar las apreciaciones de Muñoz Conde sobre la teoría del hecho
punible, para quien ésta se ocupa de destacar las características comunes que debe tener cualquier comportamiento humano
para ser considerado delito o falta. Así, resulta que delito o falta es toda conducta que el legislador sanciona con una pena,
lo que, desde luego, concuerda con el imperativo que trae el principio de legalidad, según el cual no hay delito ni pena
sin ley. Pero esta definición meramente formal no dice casi nada sobre los elementos constitutivos del hecho punible, que
ya hemos visto son capitales. Estos elementos, reiteramos, tienen que ver con una acción u omisión dolosa o culposa que
habilita un doble juicio de desvalor: 1) sobre el hecho o acto, en su condición de injusto (comportamiento humano
típicamente antijurídico); 2) sobre el autor del hecho, de su desaprobación (culpabilidad), como atribución a él de su acto.

La teoría del hecho punible trata de dos grandes categorías integradas por varios componentes. En la primera (el injusto) se
ocupa de la acción u omisión, de los medios y formas en que se realiza la conducta humana, sus objetos y sujetos, de la
relación causal, la imputación objetiva y la relación psicológica entre la acción u omisión y el resultado, así como su relación
de contrariedad con el Derecho y la afectación de bienes jurídicos tutelados. En la segunda (culpabilidad), se integran las
facultades psíquicas del agente o la imputabilidad o capacidad de culpabilidad, el conocimiento por el autor del carácter
antijurídico del acto, y la exigibilidad a éste de un comportamiento distinto al exhibido. Estos dos campos, sin embargo,
admiten una faz negativa. Así, la fuerza irresistible excluye la acción, la completa imprevisibilidad elimina la relación subjetiva
con el resultado, las causas de justificación hacen lo mismo con la antijuricidad del hecho, la falta de facultades psíquicas del
autor —como la grave alteración de la conciencia—, excluye la imputabilidad, el error de prohibición y el estado de necesidad
disculpante, eliminan la culpabilidad.

Son pues, la tipicidad, antijuricidad y culpabilidad las características más generales de todo hecho punible (delito o falta)
y su comprobación sucesiva una garantía para la persona. Solo cuando se pueda hablar de la existencia de acción penal en
sentido relevante, podrá continuarse con las demás valoraciones; esto es, comprobar que el hecho es típico y, si lo es, si es
conforme o no al Derecho o si existe una causa de justificación que lo permita. Una vez realizada esta comprobación, de ser
positiva, quedamos habilitados para ver si el autor es culpable o no lo es, para examinar si tiene las condiciones mínimas para
atribuirle el hecho: si está sano mental y sensorialmente, si conoce la antijuricidad del hecho y si pudo comportarse de acuerdo
a la norma. Solo luego de constatados todos estos extremos se puede decir que existe hecho punible (delito o falta) y que su
autor debe ser sancionado con la pena establecida en la ley.
En ciertos casos, además de los componentes indicados, se reclaman elementos adicionales que no pertenecen a ninguna de
las categorías ya citadas: se habla entonces de elementos de punibilidad (como las condiciones objetivas de punibilidad y la
ausencia de excusas absolutorias). Resumiendo, entonces, definiremos al delito o falta, en su noción jurídica, como la acción
típica, antijurídica, culpable y punible.

Prof. Carlos R. Castañeda Ferradas

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