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Cap. 0
Repaso por los principales acontecimientos de la Edad Media
La Iglesia del Medioevo había vivido vertiginosos cambios a la par con la historia secular.
Conviene ponernos en contexto de los principales acontecimientos vividos en la Edad Media y que
terminaron por marcar una nueva era que despertaría en la Edad Moderna que nos corresponde
estudiar de manera detallada. Veamos:
- Siglos VII-VIII surgimiento de la religión islámica, en Arabia con una serie de incursiones
militares, saqueos, amenazas, invasiones, en África y Europa principalmente. El islamismo
marcó la cultura en diferentes campos: científico, artístico, literario, político y religioso.
- Si es verdad, hubo intentos de subsanar vicios con repercusiones delicadas para el nombre
y el actuar libre de la Iglesia que se dieron a raíz de lo anterior, la llamada Reforma
Gregoriana (1073-1085) trató de salir al paso, queriendo liberarse del control del Sacro
Imperio Románico-Germánico y de los señores feudales italianos del siglo IX que, por la
negociación del intercambio de bienes, venían controlando incluso las designaciones
papales. También quiso la Reforma hacer frente al comportamiento mundano de muchos
altos eclesiásticos que andaban como rueda suelta haciendo caso omiso de las disposiciones
del papa. Es así que esta Reforma, que algunos llamarán la “cuestión de las investiduras”,
querrá en el fondo afianzar la centralidad del poder en Roma, mayor disciplina y libertad
de la Iglesia para realizar su misión, consolidando de una vez por todas el poder espiritual
sobre el poder político. Este clima de exacerbamiento llegó hasta la bula Unan Sactam,
durante el pontificado de Bonifacio VIII, en donde se afirmaba la supremacía del poder
espiritual sobre el poder temporal, que aunque marcó un vértice de pretensión por parte de
la Iglesia, también significó el comienzo del punto de inflexión en el descenso del mismo.
En efecto, el Rey Felipe el Hermoso de Francia no quiso obedecer esta bula y el papa trató
de imponerse sin éxito. Es así que a partir de entonces, los reyes fueron afianzando cada
vez más su poder temporal, oponiéndose frontalmente contra el papa. Durante los siglos
XIII y XIV las confrontaciones entre Iglesia y Estado se hicieron cada vez más crudas, con
escasas excepciones, que infestaron el seno de la Iglesia, como ocurrirá en el período
comprendido entre la residencia de los papas en Aviñón hasta el Cisma de Occidente que
veremos líneas abajo.
- Año 1054: Cisma de Oriente. El patriarca de Constantinopla Miguel Cerulario se declara
disidente del poder del papa, independizando gran parte de esta porción de Iglesia:
búlgaros, rumanos, ucranianos, rusos y serbios, Grecia, Chipre. Las raíces del problema
habían sido, entre otros, la interferencia de los emperadores romanos de Oriente en la vida
de la Iglesia.
- 1305-1377: período de los papas Aviñón. Hemos dicho anteriormente cómo el papa
Bonifacio VIII en la Bula Unan Sactam quiso imponer la supremacía no solo espiritual,
sino también temporal del pontificado. Felipe el Hermoso rey de Francia no sólo se burló
de la pretensión del papa, sino que lo mandó encarcelar en Agnani en manos de Guillermo
de Nogaret. Luego de morir humillado, Benedicto XI trata de hacer las paces con el rey,
pero su corto pontificado no le alcanzó para consolidar su empresa. Después de un largo
cónclave, resultó elegido papa el entonces arzobispo de Burdeos (Francia) que tomó el
nombre de Clemente V (1305-1314), quien decidió instalarse en la ciudad de Aviñón, al
sur de Francia, respaldado por nobles feudales y un séquito de cardenales de su país. Junto
con él fueron siete papas los que vivieron en el palacio papal de Aviñón, mientras que la
sede de Roma se sumió en la anarquía. Algunos escritores polémicos en su tiempo, con
aire de protesta, como Miguel de Cesena, Guillermo de Ockham y Marsilio de Padua,
escribieron duramente, poniendo en entre dicho la autoridad del papa, porque era claro que
los papas de entonces hacían malabarismos políticos para permanecer en el poder. Santa
Catalina de Siena, religiosa de la tercera orden dominicana, con una abundante
correspondencia epistolar, ayudará a pacificar los estados italianos y a convencer al papa
de volver a Roma. Pero a su llegada, las cosas no se calmaron del todo, sino que hubo una
dificultad aún peor.
- Cisma de Occidente (1378-1417). Cuando regresó el papa Gregorio XIII a Roma (1370-
1378), la autoridad del papa, como hemos dicho, estaba totalmente resquebrajada. Se
produjo de inmediato un Cisma: tras la muerte de Gregorio XIII los cardenales, cansados
de un largo período de papas franceses en Aviñón, eligieron a un italiano que tomó el
nombre de Urbano VI (1378-1389), pero a los pocos días, un grupo de cardenales declaró
inválida la elección por haberse sentido presionados, convocando a una segunda elección.
Salió elegido Clemente VII (1378-1394) quien se instaló en Aviñón. El polvorín explotó y
ambos papas se excomulgaron el uno al otro. En algunas universidades surgieron
propuestas de disolución del Cisma: que la línea de sucesión sería la del papa de Aviñón,
que renunciaran uno y otro, que un Concilio plenario tuviese la potestad por encima del
papa. Esto desencadenó el llamado período conciliarista, que menguó aún más el prestigio
del pontificado. Ante la perplejidad de los cabildos de cardenales que no tenían claro quién
ostentaba realmente el poder de las llaves, convocaron luego de intentos fallidos de
conciliación, a una nueva elección en el Concilio de Pisa (1409) eligiendo a un tercer papa
Alejandro V, declarando cesantes a los papas de Roma y de Aviñón. Ante tamaño
problema, los cardenales, apoyados el emperador Segismundo, convocaron el Concilio de
Constanza (1414-1418), apoyados en las doctrinas de Marsilio de Padua y otros pensadores
conciliaristas, quienes argumentaron que un Concilio plenario estaría por encima de la
autoridad del papa. Fue elegido así a Martín V (1417-1431) que terminó el Cisma de
Occidente que había durado cuarenta años. Aunque la doctrina conciliarista contribuyó a
que esta situación bochornosa terminara, los defensores del conciliarismo mantenían al
acecho cuando el papa tomara decisiones equivocadas, tanto así que en el Concilio de
Basilea (1431-1432), que marchó bien hasta cierto momento, algunos cardenales rebeldes
quisieron deponer a Eugenio IV (1431-1447) eligiendo un antipapa. Pero Eugenio IV no
cedió, declaró nulas las decisiones del Concilio y los cismáticos se disgregaron al poco
tiempo.
- 1453 caída del Imperio Romano de Oriente (395-1453). El imperio Romano de Oriente
comenzó su decadencia cuando, al final de edad media, los turcos del Asia Central
comenzaron a hacerse con la hegemonía política y religiosa. Musulmanes de
nacimiento, instruidos desde muy pequeños para la guerra, se hicieron a la conquista
de Oriente. En el año 1296 los turcos se separaron de otras tribus de Turkestán y al
mando de su caudillo Otmán u Osmán, avanzaron hacia el Asia Menor y se apoderaron
de algunos territorios. Desde entonces se denominaron Otomanos. Una de las estrategias
de los Otomanos era conquistar ciudades importantes de Oriente, obligándolas a abrazar
su religión, cortando toda comunicación con Europa. Después de un período de largas
batallas, algunas ganadas temporalmente por las cruzadas cristianas, Mohamed
II conquistó toda Bizancio y entró a Constantinopla el 29 de mayo de 1453. El
emperador Constantino Dracoses habían fortificado la ciudad y había juntado víveres
para resistir el sitio y tenía armados a más de 5 mil soldados. Pero el resto de la
población, influenciada por la religión mahometana, favorecía a los planes del sultán.
Cuando el 29 de mayo las fuerzas turcas atacaron, los cristianos contestaron con
cañones. El mismo Constantino, después de comulgar, se precipitó entre los asaltantes
y murió. Mohamed II y sus soldados penetraron en Constantinopla y durante dos días
hubo matanzas y robos. En la cúpula de la catedral fue colocada la media luna de los
turcos, en lugar de la cruz cristiana.
Cap. 1
Necesidad de Reforma
1.1 Visión general de la cultura y de la Iglesia de finales del Medioevo y comienzos de la
Modernidad
Guerras, pestilencias, carestía, descrédito de las instituciones más importantes y un nuevo deseo
de conocer el mundo fueron factores en pro y en contra de un deseo generalizado de reforma.
Método filosófico. En la primera mitad del siglo XIV la corriente filosófica del Nominalismo,
también llamada Ockhamismo, por su fundador formado en Oxford, animó a muchos pensadores
a pronunciarse frente al método escolástico y hacer críticas abiertas frente a las estructuras sociales
y eclesiásticas. Ockham, en efecto, había tenido enfrentamientos con el papa y se alió con los
disidentes franciscanos y el emperador Luis de Baviera. Su pensamiento libre será desarrollado
por muchos modernistas y será semilla para el empirismo.
Universidades y enseñanza. Es verdad que nacieron nuevas universidades de finales del
Medioevo, un factor importante para la cultura, pero algunas de ellas tuvieron una posición
partidista frente a doctrinas que fueron criticadas severamente, tal es el caso de la universidad de
París, que tomó partido por los angloborgoñeses, mientras que Oxford y Praga se inclinaron en
apoyar los movimientos wyclifita (en Inglaterra) y hussita (Centro de Europa)1. Estas situaciones
hicieron perder credibilidad a algunos centros de formación superior, por sus repetidas
contradicciones y errores; otras tendrán que incluir en sus programas el estudio de otras ciencias
para la demanda de una nueva sociedad que estaba surgiendo. La toma definitiva de
Constantinopla2 forzó al exilio de numerosos eruditos bizantinos, llegando a finales del siglo XIV
autoridades eclesiásticas que fecundaron un nuevo pensamiento universitario, inicialmente en
Florencia y Ferrara. El período de descrédito de las universidades tocará su fin cuando los autores
del 1400 recuperen de nuevo el interés por los clásicos griegos, sobre todo del platonismo, de los
estoicos y epicúreos y el interés por las lenguas harán germinar un nuevo método en el estudio de
la Escritura.
En la nueva etapa de la historia se despertó el interés por las ciencias naturales, con diversas
verificaciones. “La característica principal de la cultura de la baja Edad Media es no ser ya la obra
del clero, sino de la sociedad laica. Es la burguesía la que da la pauta, liberada de la opresión del
feudalismo. Antes eran los clérigos los únicos dispensadores del saber; ahora abundan ya los laicos
instruidos”3.
Situación religiosa
1
Juan Wyclif, maestro de Oxford publicó en 1370 De benedicta incarnatione. Cuestiona la potestad del papa en los
asuntos temporales y la eficacia de algunos sacramentos como la penitencia, la eucaristía, el orden sacerdotal. La
Biblia constituía para ellos la única fuente de verdad, no las instrucciones de la jerarquía. Estas ideas, en un principio
académicas, terminarán por infestar la sociedad eclesiástica, sobre todo en Bohemia. Juan Huss había conocido las
tesis de Wyclif, sin disimular la crítica a la institución eclesiástica en temas como las indulgencias y el dinero destinado
para el afrontamiento de las guerras. Será condenado a la Hoguera, en Constanza, en 1415. La muerte del pensador
no acabará la escisión de pensamiento, resurgiendo poco después en el calicismo o utraquismo, que aspiraba a una
reforma definitiva, entre cuyos signos los laicos podrían comulgar con el pan y el cáliz; otra corriente era la taborita,
con un marcado radicalismo apocalíptico. Pasaron muchos años en extinguir estas corrientes.
2
La toma de Constantinopla, luego de sufrir un largo asedio, por el sultán otomano Mahomet II, aprovechando la
muerte del emperador bizantino Constantino Dragasés, quien estuvo a favor de volver a la unidad con Roma, aunque
a nivel popular hubo siempre hostilidad y desconfianza frente a Occidente. Algunos historiadores acusan al papa
Nicolás V (1447-1455) de tomar una posición de pasividad por no querer ayudar al emperador Bizantino para hacer
frente a los turcos.
3
MARTIN, Francisco, Historia de la Iglesia, vol. II: La Iglesia en la Época Moderna. Palabra, Madrid, 2000, 13.
militares en Anagni, la casa del pontífice, en donde ultrajaron al papa y lo tomaron preso 4.
Este gesto, según los historiadores marca el punto de inflexión en el declive temporal del
pontificado, la autoridad plenipotenciaria de la Iglesia y el surgimiento de un Estado laico.
Durante los siglos XV y XVI la credibilidad y autoridad del pontificado cayó
vertiginosamente. El Nepotismo, la corrupción moral, la mundanización, el
enriquecimiento de las autoridades romanas con los estados pontificios que había que
defender a costa de lo que fuera, la vida cortesana, el delite del gozo y de la belleza a costa
de la conducta responsable... Contradictorio resulta la vida de algunos pontífices, como
Calixto III (1455-1458) de la casa de los Borja de España, quien había declarado inocente
a Juana de Arco en 1456 y tenía un gran espíritu humanista, pero su nepotismo y vida
relajada opacaron su paso por la Iglesia. Mención merecen otros: “Pío II (1458-1464), el
guerrero y estratega político; Paulo II (1464-1471), el gestor y economista; Sixto IV (1471-
1484), mundanizado y político: todo un príncipe temporal. A él se debe la creación de las
especificidades de la Inquisición española como tribunal mixto. El nepotismo absoluto
oscurece cualquier aspecto de su pontificado. Inocencio VIII (1484-1492), el papa de las
brujas, que convirtió la sede de Roma en la corte de un Sultán. Alejandro VI (1492-1503),
que tuvo cuatro hijos igual de mundanizados, aunque promovió órdenes religiosas y muere
envenenado. Julio II (1503-1513), que logró expulsar a los franceses de los estados
pontificios y la convocación del V Concilio de Letrán (1512), puso la primera piedra de la
nueva basílica de san Pedro en 1506), pero que lamentablemente vivía también una vida
inmoral. León X (1513-1521), el más grande humanista. Con él la mundanización de la
curia romana alcanzó los límites más elevados. La caza, el teatro, las fiestas. Etc., eran sus
diversiones. Nepotismo, lujo, fiestas… eran el libro de ruta de una vida palaciega”5.
4
El problema tuvo antecedentes. Bonifacio VIII se proclama para sí mismo un derecho de soberanía, incluso por
encima del rey. Felipe IV quiso cobrar tributos a la Iglesia para su reino y sostener con ello las guerras, sobre todo con
Inglaterra. El papa emite una bula que prohíbe el pago de impuesto a los reyes sin el consentimiento de Roma con
pena de excomunión. El Rey manda apresar el obispo de Pamiers cuando éste obedece la orden del papa. El papa
emite otra bula, en donde manifiesta que no sólo los obispos, sino también los laicos, como el rey, deben someterse
al poder de las llaves. Quemado y falsificado el decreto del papa por parte del rey, acusándolo de pretensiones de
destronar al rey de Francia, motiva a la hostilidad de los franceses que no permiten la entrada del papa en su territorio.
El papa emite la Bula “Unam Sanctam” (1302) donde condena las tesis de Felipe el hermoso, quien niega el poder del
papa en asuntos temporales, lo que enciende aún más el polvorín, redactando nuevo la bula de excomunión. Esto
conllevó a las represalias del rey y la famosa bofetada, que algunos dicen, fue más de tipo moral. Los habitantes de
Anagni intervienen, obligan a los militares del Rey a retirarse, permitiendo al papa volver a Roma el 11 de octubre de
1303.
5
RIVERO, Juan Pedro – NAVARRO, Miguel Ángel. 100 momentos clave en la Historia de la Iglesia, Monte Carmelo,
Burgos 2011, 135-136.
6
MITRE FERNÁNDEZ, Emilio, Las claves de la Iglesia en la Edad media (313-1492), Planeta, Barcelona 1991, 101.
7
Juan Pedro Olivi (1248-1298) y Angel Clareno (1247-1337) y Ubertino de Casale (1259-1328) fundan los llamados
“fraticelli”, quienes aspiraban a la pobreza absoluta y casi inhumana, movidos por un misticismo exacerbado. En la
bula de Juan XXII hacia 1322 Cum inter nonnullos, el pontífice expone un concepto atenuado de pobreza evangélica
tres niveles: los de la alta, servidores de las cortes y palacios; los de segunda, conformados
por los párrocos de la mayoría de pueblos, entre los cuales se contaban los monjes de los
monasterios; el clero de tercero, inculto y sin lugares fijos para ejercer su ministerio.
Críticas a las estructuras. “Los Cuentos de Canterbury de Chaucer, las coplas satíricas de
la Castilla del XV o panfletos al estilo del Reformatio Segismundi (1431) oscilan entre una
crítica mordaz al estamento eclesiástico y unos deseos de reforma general del conjunto de
la cristiandad”8. Por fortuna, algunos superiores generales y, en ocasiones, los miembros
asociados de las órdenes tradicionales asumieron tarde que temprano una decidida
renovación al interior de sus comunidades: Benedictinos, Dominicos, Hermanos Menores,
Agustinos, Carmelitas. Aparecen otras nuevas como los Mínimos, los Capuchinos, las
Ursulinas y la Orden Hospitalaria de san Juan de Dios.
que produjo espinosas reacciones en la Congregación franciscana. El general Miguel de Cesena se enfrentó al Papa,
apoyado del emperador Luis de Baviera. A la muerte de éste la mayoría de franciscanos volverán a la obediencia papal,
excepto los fraticelli, que en España tomarán el nombre de Herejes de Durango, hasta el siglo XV.
8
Idem, 102.
9
MARTIN, Francisco, op. cit. 29.
Capranica, volviendo credibilidad al pontificado y gran parte de la importancia de Roma
como capital del cristianismo occidental y Pío II (1458-1464), quien convocó el Concilio
de Basilea. Algunas disposiciones papales, sobre todo en la etapa anterior a los grandes
escándalos del papado, promovió una mejor formación en el clero, conllevando a
profundizar en temas como la mística, que enraizaba la actividad del clero secular y de las
comunidades. Sin lugar a duda que estos aportes prepararían a la Iglesia para afrontar la
dura etapa de descredito que le aguardaría. Aporte de singular importancia darán los reyes
católicos de España, quienes en algún momento permitieron el acceso al episcopado a
sacerdotes de vida ejemplar, de probada virtud y cultivados en las ciencias, capaces de
renovar la mentalidad de sus diócesis. Los reyes también destinaron ingentes sumas de
dinero para crear nuevos colegios para la formación del clero o para nutrir la calidad de
educación en las ciencias humanas que los futuros sacerdotes debían dar razón. Muchos
hijos de esta reforma española fueron más tarde misioneros en América.
- Las iniciativas de reforma fueron sin embargo promovidas también, de manera humilde y
con un discreto realce, por algunos miembros del clero regular y del laicado, quienes se
dieron a la tarea de dejar correr un nuevo aire del Espíritu al interior de la Iglesia. Es el
caso de la Escuela flamenca con Juan de Ruysbroeck, aportando una mística profunda que
se expandirá por países bajos durante el renacimiento. Los canónigos regulares de
Windesheim, inspirados por esta propuesta, abrazaron el misticismo, un sólido ascetismo
y un incuestionado abandono en manos de Dios que los hizo referente para el clero. En
Roma y otras ciudades importantes de Italia comenzaron a surgir asociaciones libres que
pronto adoptaron como lema la reforma (conversión) al interior de cada uno, antes que
reformar las estructuras. No hacía falta cambiar los dogmas, ni la disciplina sacramental,
ni el primado de Pedro, sino cambiar el corazón y buscar la santidad a través de esos tesoros
de la Iglesia. Aquellas asociaciones toman forma en los oratorios, como el de san Jerónimo
de Vicenza, fundado por el beato Bernardino de Feltre (+ 1494); en Roma el oratorio del
Divino Amor, de san Jerónimo de la Caridad, el Orario de San Felipe Neri, para renovar
con seriedad la vida cristiana en Roma que estaba fuertemente paganizada y otros de
renombre en ciudades italianas. Los laicos fundaron innumerables cofradías para la piedad
y la asistencia material.
10
MARTÍNEZ, Francisco. Op. cit. 24.
negativa de cesar en sus predicaciones (1497). Savonarola ante el púlpito califica al papa
de simoníaco y hereje, proponiendo deponerlo con un concilio general. El pueblo no le
apoya y lo denuncian, llegando a ser condenado a muerte el 23 de mayo de 1498. Su
fanatismo le había llevado a delirios mesiánicos.
Situación económica y social. Como resultado de las cruzadas, los italianos llegaron a acumular
grandes capitales y a hacerse con el monopolio comercial en diversos pueblos de Oriente. Muchos
italianos se trasladaron a otras grandes capitales, como París, en donde regentaban sus imperios
económicos. Sin embargo, los ingleses se harán al control del mar báltico y emprenderán guerras
para arrebatar esta hegemonía económica de los italianos y franceses, originando la llamada
‘guerra de los cien años’11. Las consecuencias de esta guerra se extendieron por vastos territorios
dejando calamidad, enfrentamientos civiles, hambre, pobreza e incertidumbre económica. A esto
debe agregarse la llamada Peste Negra (1348-1350) que acabó con la tercera parte de la población.
La caída del feudalismo ocasionó además el rearme de las clases populares, llevando no sólo a los
antiguos señores feudales, sino a los campesinos, a mudarse a las ciudades en donde comienza a
florecer la industria y el comercio, con la precariedad de vida en muchas de ellas. El
descubrimiento de América marcará además el comienzo de una nueva era económica para las
nacientes potencias: Inglaterra, Portugal y España.
“La característica principal de la cultura de la baja Edad Media es no ser ya la obra del clero, sino
de la sociedad laica… Antes eran los clérigos los únicos dispensadores del saber; ahora abundan
ya los laicos instruidos”12. En este sentido, Renacimiento para algunos historiadores llega a ser
sinónimo de renovación en el pensamiento y en el espíritu, una cosmovisión más amplia, un
progreso que impregna diversos modos culturales.
La diferencia entre renacimiento y humanismo parece ser sutil. El Renacimiento identificado con
un movimiento artístico, entre los siglos XIV y XVI (1303 a 1550), mientras que el humanismo es
una corriente de tipo intelectual, podríamos decir que es una ‘escuela de pensamiento’ que
posiciona de manera diferente al hombre en relación al Medioevo. El Humanismo estaría situado
en ese caso dentro del Renacimiento. La expresión ‘renacimiento’ comenzará a usarse
decididamente para demarcar esta etapa de la historia hacia 1860 en la obra de J. Burkhardt “La
civilización del Renacimiento en Italia”. En no pocas obras literarias de este período, a partir de la
Crónica Florentina de Vilani, en la primera mitad del siglo XIV, diversos autores hablarán de
‘renacer’ de la antigua cultura greco-romana, conscientes de que hubo un período de
aletargamiento en el arte y en la literatura. Así, renacimiento significa ‘resurgimiento’, ‘vuelta a
la luz’, una especie de ‘recuperación cultural’.
11
1337 hasta 1453, entre Francia e Inglaterra. Los ingleses ocuparon temporalmente territorios franceses. Algunos
pueblos franceses eran beneficiados por los ingleses para la exportación de lanas y vino, mientras que otros pueblos
de Escocia eran ayudados por Francia para su independencia de Inglaterra. El soberano Inglés poseía además
muchísimas tierras feudales en Francia y le convenía independencia para la exoneración de obligaciones arancelarias.
12
MARTIN, Francisco, op. cit. 13.
Dentro de sus autores tenemos a Erasmo de Rótterdam, dominico, llamado el príncipe del
humanismo, que aunque criticó fuertemente a la Iglesia, nunca se separó de ella ni apoyó la
Reforma. John Colet, deán de la Catedral de San Pablo en Londres. Otros identifican también a
santo Tomás Moro, canciller de Enrique VIII. Elio Antonio de Nebrija, quien trabajara en la
Universidad de Salamanca y Alcalá de Henares, apoyado en esta última por el Cardenal Cisneros.
En el campo científico sobresalen Leonaro Da Vinci (inercia, propagación de las ondas, anatomía,
ingeniería; el suizo Paracelso (tratamientos contra enfermedades); Vesalio (anatomía), Miguel
Server (circulación pulmonar de la sangre); Nicolás Copérnico (1473-1543) descubriendo el
heliocentrismo.
Según los teóricos el Renacimiento es una renovación literaria y artística, dentro de la historia del
arte y la cultura: “Lo que el Renacimiento aporta de nuevo es una técnica mucho más hábil en las
artes plásticas y una manera nueva de conocer a los autores de la antigüedad, tomándolos como
modelos de arte y procurando imitar la forma”13. En el renacimiento hay un deseo de conquista,
del hombre y del mundo, un querer estar en todas partes, por encima de toda moralidad y de toda
doctrina.
Algunos historiadores distinguen dos clases de humanismo, uno escéptico, racionalista, epicúreo
o maquiavélico, en donde aparecen Boccaccio, Becadelli, Aretino o Lorenzo Valla, quienes sin
eliminar la religión sí emiten una crítica satírica contra ella; el otro es humanismo cristiano, el
amigo de los clásicos, entre cuyos exponentes hay cardenales y papas, como Nicolás V fundador
de la Biblioteca Vaticana, con quien decididamente se acepta este movimiento intelectual en la
Iglesia y otros autores como Dante, Petrarca, Victorino Feltre, Bessarion.
Algunas características, ya reconocidas por Burkhardt en ‘La cultura del Renacimiento en Italia’
hacia 1860 podemos identificar:
El papa Nicolás V, cuyo pontificado se dio a partir de 1447 será recordado como el papa del
Renacimiento: “Amigo de la ‘cultura florentina’, como entonces se llamaba al nuevo movimiento
artístico y literario, funda la Biblioteca vaticana, hace copiar numerosos manuscritos y confía a
grandes arquitectos la renovación artística de Roma. Ésta había de ser la digna sede del Vicario de
Cristo, la capilla esplendorosa del mundo cristiano, en cuyo centro había de surgir la nueva basílica
13
Idem. 38.
de San Pedro que él mismo decide construir. En 1450 celebra el año jubilar, que atrae de nuevo a
Roma a una gran masa de peregrinos y reporto ricas ofrendas. Dos años más tarde, el 19 de marzo,
confirió solemnemente la corona imperial a Federico III de Habsburgo, la última coronación
imperial que se celebraría en Roma”14. Algunos acusan de negligencia al papa por no socorrer al
Emperador Constantino XI ‘Paleólogo’, quien cayó en manos de Mahomet II.
Otro pontífice de renombre será Eneas Silvio Piccolomini, que adopta el nombre de Pío II, un
verdadero humanista, brillante orador y escritor. Sixto IV y León X, escandalosos en su vida moral,
fueron sin embargo mecenas del arte renacentista. Sixto IV manda construir la Capilla Sixtina. Sin
embargo, como se ha dicho, el nepotismo, la corrupción, la simonía y el descaro fueron la antesala
del lujo del renacimiento en los palacios vaticanos o en palacio de Venecia en Roma construido
por Paulo II. Alejandro VI, a pesar de sus escándalos, puso interés en la misión de las tierras
americanas, a través de la Bula Inter caetera (1493), en la que pide, unido a los reyes de España y
Portugal, que las tierras que fueren conquistadas habrían de abrazar la fe cristiana; también fue
favorable la reforma de órdenes monásticas, impulsó el rezo del ángelus, el decoro en la liturgia y
la asistencia a pobres y necesitados. Fue de renombre el jubileo del año 1500 con la apertura de la
puerta santa. Embelleció Roma con el arte y las letras. Julio II, también renombrado papa del
renacimiento, pensando en su mausoleo, manda construir la estatua del Moisés de Miguel Ángel,
lucha contra los franceses para consolidar el Estado Pontificio y en represalia, el rey de Francia
Luis XII quita subsidios a la Iglesia y reúne el concilio nacional de Tours y apoya también el de
Pisa (1511) para socavar la autoridad del papa. Julio II convoca en su contra el Concilio ecuménico
V de Letrán que durará de 1512 a 1517 cuyas reformas, prometedoras al comienzo, no llegaron a
aplicarse. El arte renacentista llegará a su esplendor durante su pontificado. A este pontífice le
sucede León X, a quien llaman “el papa alegre y confiado”, indulgente, blando, en cuyo
pontificado se consuma la Reforma Protestante. También durante su pontificado, la vida mundana
de la curia será escándalo para quienes reclamaban una reforma sustancial. Algunos eclesiásticos
intentaron hacer un complot para deponerlo, pero fueron descubiertos y castigados.
Durante esta época se hará presente un capítulo polémico en la historia de la Iglesia: la inquisición
en sus variados matices. Los inquisidores dominicos alemanes Enrique Kramer y Jacobo Sprengen
consiguen de Inocencio VIII emita una bula de condenación para las brujas (1484), que al parecer,
pululaban junto las herejías y la magia. Junto con esta bula aparecerán manuales descriptivos que
explicaban lo que había que hacer con las brujas. En el arte, pintura, teatro y literatura, también
este tema será escenificado.
Los orígenes de la Inquisición se remontan hacia finales del siglo XII. El papa Lucio III de
1181-1185 en el Concilio de Verona, adopta las primeras determinaciones para combatir a los
cátaros y valdenses. Unos años más tarde, Inocencio III en una carta al obispo de Siracusa en
1195 expresa su preocupación por la proliferación de estas doctrinas. Los cátaros estaban en
Lombardía, La Toscana, otro grupo en Constantinopla y Bulgaria amparados por los señores
feudales; en Francia los cátaros fueron ayudados por los valdenses, al sur, cerca de Toulouse,
también amparados por los señores feudales. Se hacían llamar ‘los pobres’, sostenían la
existencia de dos principios, el bien y el mal, Jesucristo no se encarnó, sólo la ascesis, la
abstinencia de carne y relaciones sexuales podía hacer dignos de salvación. Criticaban la
organización de la Iglesia y pedían independencia política. El Tribunal de La Inquisición nace
14
MARTINEZ, Francisco, op. cit. 41.
entonces como medio disuasorio y punitivo a la herejía de los cátaros, albigenses y valdenses,
o a otros disidentes de la fe.
En 1 nov de 1478 en papa Sixto IV confiere a los reyes católicos el poder de nombrar
inquisidores, a través de un acta fundacional, con el fin de luchar contra las conversiones falsas
de los judíos. Por tal motivo, la Inquisición española estuvo siempre respaldada por la
monarquía, valiéndose de él como un instrumento político con interés político y nacionalista:
defender la fe, la idiosincrasia y las costumbres cristianas. En las ciudades más importantes
había comisarios de la inquisición, conformados en su mayoría por eclesiásticos: un inquisidor
general por encima de la autoridad diocesana, podían delegar su jurisdicción a otros
inquisidores; en segundo lugar el consejo de la inquisición: nombrados por el inquisidor
general, su función era delegada, actuando en asuntos de justicia, apelación y procesos. Todos
los funcionarios gozaban de indulgencia plenaria mientras durara su servicio.
Alonso de Ojeda, 1477 denunció las prácticas judaizantes a la reina de Castilla para que diera
carta libre a la inquisición en castilla. Sevilla, Cuenca, Ciudad Real, Córdova, Toledo, Murcia,
Valladolid, Santiago Logroño, Granada, Zaragoza, Barcelona, Valencia Baleares, Jaén. En
Aragón hubo resistencias a estos tribunales por depender de Nápoles. Hasta 1480 se puso en
marcha, en Aragón, Castilla, Zaragoza. Hacia 1521 los tribunales, diseminados por todo el
territorio español estaban funcionando plenamente. En 1484 Tomás de Torquemada, tras el
asesinato de un inquisidor en Zaragoza, atribuida a un judaizante, se propuso ser impulsor de
la misma. Sólo tenía competencia sobre los cristianos bautizados. Por ello regula los
procedimientos que terminan adoptando los diferentes tribunales inquisitoriales dotándolos de
normas y procedimientos claros. Algunas autoridades se valían de espías. Los inquisidores,
una vez presentado el trasgresor debían acercarse a la autoridad civil, debía ser publicado un
edicto, sobre todo a través de un sermón, el inquisidor invitaba públicamente a la conversión
voluntaria. Pasados 40 días, de no haber conversión, se llamaban a los testigos; de allí se
enviaba la queja al tribunal superior, se apresaba al hereje, se le confiscaban sus bienes. La
pena era leída a nivel público, a esto se le llamaba ‘Acto de fe’, una defensa de la ideología
reinante, advirtiendo al pueblo que no debían oponerse a las normas nacionales. Es un mito
que se utilizaran castigos y torturas para hacer confesar a los herejes; se valían más de testigos.
Los castigos eran variados: multas económicas, servicio en galeras para los viajes a las
Américas, penas de prisión y en casos graves la pena de muerte. En 1600 los motivos para
iniciar proceso en la Inquisición fueron ampliados: sodomía, blasfemia, bestialismo, brujería,
además de herejía o tendencia judaizante. Según el historiador Jofrey ParKer sólo un 2% de
condenados terminaban en la Hoguera; hubo 5000 condenados a muerte en 1540 y 1700, es
decir, de 200 personas sólo a 8 se llevaban a la pena de muerte.
Si bien, hay historiadores que ponen como telón de fondo el interés lucrativo de la Iglesia a
través de la Inquisición, éste puede considerarse un juicio no tan preciso. Si es verdad que
algunos obispos y papas vieron esta institución como un medio lucrativo, porque fueron
muchas multas y bienes confiscados a los disidentes de la fe, cuyos rubros fueron destinados
para financiar diversas actividades. El período de la inquisición española duró desde 1478 hasta
1818. Unos años antes de su último proceso, ya venía decreciendo.
Los moradores de las tierras americanas pasaron de ser considerados salvajes a “católicos”, tras
una bula del papa Alejandro VI en 1496. Los monarcas de España y Portugal favorecieron la
empresa misionera, haciendo eco de la invitación explícita del papa: “procurar que los pobladores
de tales islas y tierras abracen la religión cristiana”. Surge así el llamado ‘patronato regio’, una
concesión otorgada por los papas, mediante decreto, a los monarcas, para que intervinieran en
asuntos eclesiásticos en las tierras recién descubiertas: presentar al papa y aprobar los candidatos
para ocupar cargos episcopales, creación de diócesis, envío de los misioneros, construcción de
Iglesias y catedrales, manutención de conventos y centros misioneros, posesión y usufructo de las
tierras descubiertas. A cambio, favorecerían la evangelización de los pueblos conquistados. Los
nuevos misioneros, bien sabemos, elevaron no pocas veces voces de protesta contra los abusos de
los colonos, para defender la dignidad y libertad de sus gentes, tal es el caso del dominico Francisco
de Vitoria, Antonio de Montesinos, ambos dominicos. También sobresalen fray Bartolomé de las
Casas, Julián Garcés, primer obispo de Tlaxcala quien diría: “Saquemos oro de las entrañas de fe
de los indios”. Ya desde 1504 se comienzan a fundar las primeras diócesis en Santo Domingo,
Puerto Rico, Cuba, México, Perú, Colombia, Venezuela, Chile, Argentina. Y hacia 1555 se
celebrará un concilio provincial en México. Muy pronto, las comunidades religiosas que venían
de Europa fundaron colegios, que abrieron tanto para hijos de españoles; algunos tuvieron visión
de futuro y crearon universidades de renombre, con las mismas exigencias que aquellas europeas.
América fue testigo de numerosas oleadas de misioneros: franciscanos (Zumárraga, Bernardino de
Sahagún), dominicos (Las Casas, Julián Garcés, Tomás de San Martín), agustinos (Alonso de
Veracruz, Alonso de Borja), jesuitas, (José de Acosta, San Pedro Claver), clérigos regulares (Santo
Toribio de Mogrovejo).
Literatura. Siglos XV – XVII. Floreció en tiempos de Carlos I y Felipe II. Géneros: lírica,
narrativa, novela idealista (novela bizantina, novela pastoril, novela morisca, novela de caballerías.
Este último con Don Quijote de La Mancha; novela picaresca), prosa didáctica, escritos religiosos.
Temas: el amor (poesía amorosa, se describe la mujer perfecta: rubia, tez blanca, pechos
abundantes), la naturaleza (fuente de belleza), la mitología (los clásicos), el goce de la vida (carpe
die). Autores: Francisco Petrarca, Garcilaso de la Vega, Fray Luis de León, San Juan de la Cruz,
Teresa de Ávila. Dante Alilleri y la Divina Comedia, El Príncipe de Maquiavelo, El Cortesano de
Castiglioni, Jerusalén liberada de Torcuato Tazo. En el teatro sobresale W. Shakespeare.