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1Ensayo “Nuestro breve siglo”


(Jürgen Habermas)

Cristian Rojas & Miguel Gutiérrez.


Noviembre 2019.

Universidad de Córdoba.
Facultad de ingeniería.
Nombre de la asignatura
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Nuestro breve siglo (Siglo XX).

El texto “Nuestro breve siglo” es una creación del filósofo y sociólogo Jürgen Habermas,

quien nos sugiere un análisis absoluto del sentido que le hemos dado a los acontecimientos del

siglo XX, mas allá de fijarnos en los hechos histórico, revisar los aciertos y caídas determinantes

en este siglo. Habermas nos lleva a la reconstrucción de este siglo, dejándonos una inquietud:

¿qué elementos de este siglo XX nos sirven para la construcción del nuevo siglo?

Habermas comienza este escrito colocando su mirada hacia el futuro, hacia “un nuevo

milenio”, explica los cortes de calendario y deja muy en claro que la historia tiene un antes y un

después, cada acontecimiento histórico tiene un espacio en el tiempo basado en el nacimiento de

Cristo, afirma que: todo “se ordena de acuerdo con la cronología cristiana”. Muestra su

inconformidad con esta cronología, ya que por estar representada en cifras redondas no permite

contemplar con plenitud los acontecimientos históricos, ni percibir la continuidad de las

tendencias que vienen de muy atrás de una modernidad social.

Continúa su escrito dando algunos ejemplos de estas continuidades poderosas, como él las

llama. Entre sus ejemplos están: “(a) el desarrollo demográfico, (b) los cambios en el mundo del

trabajo y (c) el curriculum del progreso científico y técnico.” Con estos tres ejemplos Habermas

cambia el pensamiento que quizás muchos teníamos del siglo XX, este no deja de ser el siglo de

los avances tecnológicos, medicinales y científicos; porque fue en este lapso de tiempo, donde se

concretizaron e hicieron realidad proyectos que venían de mucho tiempo atrás. Explica como

gracias al progreso de la medicina en el siglo XIX se generó un incremento en la población y

consecuente a esto a mediados del siglo XX se pudo hablar de desarrollo demográfico en el


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tercer mundo, al presentarse a inicios del siglo XX un fenómeno de masa, un crecimiento

explosivo de la población, antes del siglo XX las masas reunidas en las calles y plazas

representaban el desarrollo demográfico, en el siglo XX toman fueras las redes de comunicación,

“las redes electrónicas y sus puertos o conexiones transformaron en anacrónicas el movimiento

de masas, lo convirtieron en algo simbólico. Los métodos de producción que ahorran trabajo y el

aumento de la productividad generaron cambios en el trabajo; ocasionaron que las masas

trabajadoras del sector primario se desplazaran al sector secundario, luego al sector terciario, la

vida agraria ligada a la actividad campesina casi desapareció en Occidente, en su lugar la

tecnología renovó por completo las relaciones sociales, tanto así, que en las sociedades

postindustriales se crea un cuarto sector, el del conocimiento; todos estos cambios se deben a una

revolución en el sistema educativo, que no comenzó precisamente en el siglo XX, sino que fue

aquí donde se observó de manera más acelerada y violenta. Las creaciones científicas y

tecnológicas de este siglo son producto del desarrollo científico y técnico del pasado, el cual

transformo la economía, así como las formas de vida e intercambio social. Las consecuencias

sociales de estas tendencias avanzan a través de los siglos, porque no es un trabajo realizado solo

en el siglo XX, el siglo XX resume el conocimiento, las ideas, la cultura, la política del

crecimiento acumulado de varias generaciones.

Las continuidades se quedan cortas al caracterizar el siglo XX, debido a que la sociedad

moderna es una sociedad inestable, que se encuentra constantemente cambiando, esta sociedad

vive en reiteradas y múltiples ocasiones crisis en el ámbito político, económico, ideológicos, por

lo que los historiadores fijan la puntuación de sus narraciones más de acuerdo a sus hechos.
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La aplicación independiente del conocimiento genera un nuevo tipo de problema o una

nueva forma de obstáculo, puesto que todo hombre es lego frente a su semejante, frente a aquel

que adquiere su mismo conocimiento, pero resulta que no todos manejan un mismo campo en la

ciencia, todos por lo tanto dependen unos de otros, es decir, el problema de un sector o campo

del conocimiento repercute de inmediato en otro, la nueva economía es el fiel reflejo de la

interdependencia de los hombre modernos.

La época del siglo XX muestra rostros distintos, y se ven marcados por perspectiva o forma

de interpretación con las cuales nos queramos acercar. Por ejemplo según él “nos podemos

acercar por medio de la observación del espacio de la economía de los sistemas sociales, por

medio de las políticas de las superpotencias, y por último desde el espacio cultural de las

ideologías, que es donde se ven claramente tres tendencias políticas.” La primera de ellas es la

guerra fría, marcada después de la segunda guerra mundial, y la polarización del mundo en dos

sectores claramente establecidos, como lo fueron el capitalismo y el totalitarismo. La segunda

tendencia se ve marcada por la descolonización de muchos territorios dominados por potencias

como lo es Estados Unidos, quien fue la única superpotencia que sobrevivió a la guerra fría.

Después de la segunda guerra mundial algunas antiguas potencias comienzan a abandonar, una

más que otras, las colonias que tenían sobre otras naciones. Con esto aumentó una gran cantidad

de nuevas naciones y la incorporación de estás mismas a las comunidades mundiales. Y la

tercera con la revolución de las artes plásticas, la arquitectura y la música. Dijo Habermas: “Sea

como fuere, el cambio en el clima cultural constituyó el fondo de tres tendencias políticas que,

desde el periodo de la postguerra hasta los años ochenta, cambiaron también el rostro de nuestro

siglo: a) la guerra fría; b) la descolonización; c) la construcción del Estado de bienestar social en

Europa.”
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Pero este también es el siglo que destacó por las crisis y despotismos humanos en forma de

regímenes totalitarios; regímenes que causaron efectos tales como las Guerras Mundiales; el

genocidio bajo el mandato del Estado y los campos de exterminio, el lavado de cerebro, el

sistema de la seguridad del Estado y la vigilancia panóptica de pueblos enteros y el etnocidio, las

políticas de exclusión social y la generalización del desempleo y de la pobreza. Gracias a esto se

profundizaron las desigualdades en cuanto al desarrollo social, económico y tecnológico y en

cuanto a la distribución de la riqueza entre los países, y las grandes diferencias en la calidad de

vida de los habitantes de las distintas regiones del mundo. Afirma el autor del texto que: “este

siglo “produjo” sin duda más víctimas, más soldados caídos, más ciudadanos asesinados, más

civiles ejecutados y minorías expulsadas, más personas torturadas, violadas, hambrientas y

congeladas. Más prisioneros políticos y fugitivos de lo que nadie nunca habría imaginado. La

violencia y la barbarie determinan el signo de la época.”

A finales del siglo XX entra en decadencia el estado de bienestar social y resurge el

neoliberalismo implacable, “la reforma y reducción del Estado de bienestar social ha sido la

consecuencia inmediata de una política económica orientada hacia la oferta, que busca entre

otras cosas una desregulación de los mercados, la reducción de las subvenciones, el

mejoramiento de las condiciones de inversión, una política monetaria y fiscal antiinflacionaria,

así como la reducción de los impuestos directos, la privatización de empresas estatales y otras

medidas semejantes.” Lo que tuvo consecuencias catastróficas en la sociedad, hubo un aumento

de la pobreza, de la inseguridad social, de desigualdad de los salarios; todo esto resume las

tendencias de la desintegración social.


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Finalmente Habermas recibe el siglo XXI con mucho pesimismo ante el desarrollo

universalizado de las economías liberales en el mundo, y las desigualdades que estas generan. Él

asegura que la solución a dichos dilemas se encuentra en los movimientos sociales, dando un

énfasis a lo que él ha denominado la cooperación de regímenes políticos y la solidaridad civil

universal. Concretamente dice: “los Estados nacionales sólo pueden mejorar su capacidad de

competencia internacional si limitan su poder estatal de configurar los sectores sociales. Todo

esto justifica las “políticas de desincorporación” que dañan seriamente la cohesión social y

someten a una dura prueba la estabilidad democrática de la sociedad.

El siglo XX, no fue un siglo del todo bueno, pero tampoco del todo malo, fue un siglo corto,

que trajo desarrollo, económico, social, político y cultural, pero consigo trajo catástrofes, estuvo

lleno desigualdad e injusticias, que al siglo XXI nos tocó heredar, a pesar de que en el tercer

milenio la razón y el conocimiento forjen una sociedad mejor.

Bibliografía.

- Habermas, J. (1998). Nuestro breve siglo.


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