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Michel Foucault (Poitiers, 1926-París, 1984) fue uno de los pensadores más influyentes
de la segunda mitad del siglo XX. Formado en la Escuela Normal Superior con maestros
acompañó toda su vida, pero no impidió que lograse un gran reconocimiento académico,
autor prolífico, con más de 15 libros y más de 360 artículos, capítulos y entrevistas
publicados, y podría decirse que continúa siéndolo después de muerto. Varios de sus
la crítica literaria, pero resiste una clasificación rígida en alguna de ellas. En una
entrevista de 1982 definió su proyecto intelectual como “una historia del pensamiento
la materialidad del pensamiento es una de sus marcas originales; para él, la abstracción
dice Roger Chartier, “la obra de Foucault no se deja someter fácilmente a las operaciones
que significa el comentario” (Chartier, 1996, pp. 15-16). Foucault rechazó la idea de una
firma (2010). También solía reírse cuando le señalaban la diferencia entre sus primeros
trabajos y los más recientes: “En la vida y en el trabajo lo más interesante es convertirse
en algo que no se era al principio” (1990). Sin embargo, hay elementos que vuelven
décadas siguientes.
Entre esos aspectos se destaca una nueva conceptualización sobre el poder. Contra
Foucault afirmó que el poder es relacional, que puede tomar múltiples formas, y que
Concebía el poder como “toda una serie de mecanismos particulares […] que parecen
inducir conductas o discursos” (1997, p. 51). Esta capacidad de influir sobre otros, o de
sugerente ensayo sobre el valor de la rebelión que “el poder que un hombre ejerce sobre
otro es siempre peligroso. No estoy diciendo que el poder sea malvado por naturaleza;
estoy diciendo que, debido a sus mecanismos, el poder es infinito (lo cual no quiere decir
Una prueba de ello es que hay hombres que se rebelan, y son estas revueltas las que
Foucault resaltó que el poder tiene un carácter productivo a la par que represivo,
positivo a la par que negativo. El poder obliga pero también incita, moviliza, encarna en
abordaje del poder se aleja de las lecturas más rígidas que se han hecho de su obra,
semejantes. En ese trabajo, Foucault pone de manifiesto que la disciplina, una forma de
poder histórica que atraviesa distintos campos (las prisiones, los hospitales, las escuelas,
los cuarteles), produce tanto como encauza y reprime otras emergencias. Algo similar
volúmenes que quedó inconcluso con su muerte. En el primer tomo, Foucault analizó
regímenes de poder y verdad sobre los cuerpos. Foucault propuso en sus trabajos
desmontar las oposiciones binarias del pensamiento moderno, sobre todo las que
de poder.
Antonio Jiménez García afirma que Foucault planteó que “un saber es el modo de
del discurso científico y de las disciplinas porque tiene un carácter plural y heterogéneo.
La cuestión del saber es para Foucault una pregunta por el orden del discurso, por
plantear una ontología histórica de los enunciados y cuerpos de saber, entendiendo que
hay que investigar cómo se produjeron esos regímenes de verdad que jerarquizaron y
En sus obras, la estrategia de historizar los saberes tomó dos formas: la arqueología
La genealogía, en cambio, adoptó un carácter de combate; la definió como una tarea gris
y meticulosa que demanda una erudición sin pausa, una tarea ciclópea que tiene que
neutralidad. Para Foucault, el saber debe hacer “tajos” si quiere conservar su condición
también el rasgo central de la crítica académica, que es también un gesto político: debe
preguntarse si las cosas pueden ser de otro modo, romper con la visión homogénea y
aparentemente dispares.
En relación con la educación, cabe aclarar que Foucault no le dedicó ningún libro o
sustantiva, y contribuyó a cuestionar las bases sobre las que se organizaron la escuela
emancipación del sujeto por vía de la ilustración (Popkewitz y Brennan, 1998a). Su crítica
de las injusticias cometidas por las instituciones educativas es eje fundamental para el
desarrollo de nuevas pedagogías desde mediados de los años setenta. Por ejemplo,
entre los trabajos más tempranos que reconocen su influencia debe citarse la genealogía
(Querrien, 1976). También la erudita historia de las formas de corregir el cuerpo desde
el siglo XVI al XX escrita por Georges Vigarello constituye un temprano uso de la teoría
psicologías del desarrollo. Stephen Ball (1990) editó una lúcida y conocida compilación
sobre los usos de Foucault para la política y la sociología educativas, y Tom Popkewitz
y Marie Brennan (1998a) produjeron una revisión del desafío foucaultiano a la pedagogía
crítica.
Mariano Narodowski (1996), Inés Dussel y Marcelo Caruso (2000) y Edgardo Castro
(2004; 2011).1 Estos pocos ejemplos, entre muchos otros, buscan mostrar que el trabajo
educativo también en nuestra región. En años recientes creció el interés por sus últimos
trabajos, centrados en la biopolítica y en la práctica del cuidado de sí, dos temas que se
enlazan con las transformaciones recientes de los regímenes de poder y de las nuevas
BIBLIOGRAFÍA
Alba, A. de, y M. Martínez Delgado (eds.), Pensar con Foucault: Nuevos horizontes e
2011.
Ball, S. J., Foucault and Education. Disciplines and Knowledge, Routledge, Londres,
1990.
Castro, E., El vocabulario de Michel Foucault. Un recorrido alfabético por sus temas,
Aires, 2004.
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Dussel, I., y M. Caruso, La invención del aula: Una genealogía de las formas de
Foucault, M., Las palabras y las cosas, Siglo XXI, México, 1968.
[1971] 1980.
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—, “What is Critique?”, en The Politics of Truth, Semiotext(e), Nueva York, [1978] 1997.
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—, Struggling for the Soul: The Politics of Education and the Construction of the
Fontenay-sous-Bois, 1976.
Vigarello, G., Le corps redressé. Histoire d’un pouvoir pédagogique, J. P. Delarge, París,
1978.
Walkerdine, V., The Mastery of Reason. Cognitive Development and the Production of
2005.
1 Véase también A. Veiga-Neto (2003); Narodowski (1995); I. Dussel y Caruso (2000);
E. Castro (2004).