Está en la página 1de 1

CARTA A UNA SEÑORA EN PARIS

Andrée, escribo para decirte, que decidí desesperado una tarde de domingo salir a la ciudad a
comprar leche para los conejos que tengo criando en tu apartamento, escondidos en tu closet,
¿De camino encontré una señora con su carrito y muchas hortalizas frescas, al parecer las vende
por toda la ciudad, me acerque a ella con nervios y le pregunte: ¿Tienes una granja cerca? Ella
sonrió y me dijo: Buenos Días. Si, yo cultivo todas estas hortalizas.

Me atreví a contarle la situación por la que estaba pasando y le indiqué si podía recibirme once
conejos que tenia en casa para que ella en su granja los criara. Primero me miro con cara de
asombro por mi historia y me dijo: ¡Claro! Me gustan los animales sería un placer ayudarte, pero
mi condición es que cada vez que “vomites” un conejo mientras estés en París lo traerás a mí. Así
te compensare con mis frescas hortalizas y estaremos haciendo un trato. Estiro su mano delicada
indicando un apretón de mano, en aceptación del trato realizado. Sentí estremecer mi cuerpo de
alegría y calma al ver que, aunque, expuse mi situación con mucho temor, recibí la ayuda de esa
hermosa mujer.

Esa tarde de domingo, conseguí varias cajas de cartón les hice rotos y tomé de a dos o tres conejos
y los metí en las cajas. Llame un taxi y los lleve donde estaba la señora con su carrito de hortalizas,
baje del taxi y acomode las cajas en su carrito ya vacío y algo sucio por la tierra de las verduras. Me
agradeció y dijo: No olvides el trato. Decidí ir caminando al apartamento y al llegar sentí que había
perdido un peso bastante grande de desesperación y temor, terminé de organizar el apartamento
y me senté en tu sofá estoy esperando ansiosamente tu llegada. Al observar por la ventana por
primera vez vi el hermoso matiz del atardecer de París… Que diferente seria de ahora en adelante
mi vida.

LILIA ROSA GAMARRA MARCONI


CONTADURIA PUBLICA III

También podría gustarte