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GUÍA DE INMORTALIDAD

La conciencia, parte constituyente del ser humano, alcanza su perfección y


plenitud al darse cuenta que es al mismo tiempo la máxima representación de la
voluntad de vivir. Por eso, sin importar los deseos de sus progenitores; esto es: que
en realidad ambos quieran ser sus padres, que uno quiera y el otro no, que ninguno
esté pensando en usted y sólo quieran una noche alocada de placer y diversión,
etcétera, sobrepóngase a ellos desde que es un espermatozoide, óvulo, o si lo
prefiere; un éter o conciencia abstracta, da igual. Luche si es necesario con las
pastillas anticonceptivas, preservativos, varicela, lupus, varicocele, virus como la
toxoplasmosis y cualquier otra cosa que obstaculice su deseo de ser dado a luz.
Recuerde, nada es más importante que usted y su voluntad de vivir; ese es el primer
paso para alcanzar la inmortalidad.

Una vez satisfecho su primer deseo, no es tan importante recordar las


primeras sensaciones del mundo exterior, como recomendación: no lo haga. Pero
si su curiosidad es mucha y no puede contenerse, quizás deba superar el asco que
pueda sentir después al verse empapado de sangre, de un material viscoso llamado
placenta, y si con los dolores del parto y mala suerte su madre no pudo aguantar
más y a falta de un enema por la escases, puede que usted también tenga un poco
de materia fecal encima. Tranquilícese, mantenga la calma, no pasa nada. Lo
importante es, repito; estar vivo.

Por eso, cuando su corazón ya palpite y sus pulmones respiren, no deje de


hacerlo jamás. En el futuro no sobreestime las funciones intelectuales aunque se
sienta tentado a dejarse influenciar por tanto escuchar la cháchara de la gente
“erudita”, créame, se puede vivir sin pensar. Tampoco se tome a pecho los insultos
y humillaciones que puedan dirigir hacia usted esos niños odiosos y pedantes de la
escuela ni mucho menos los regaños de los adultos quisquillosos. Los primeros
carecen de madurez, los segundos siempre encontrarán motivos para quejarse, por
eso; siempre se es más feliz cuando se le presta menos atención a los demás.
Si tiene hijos, quiéralos, ámelos, pero ojo: nunca hasta la muerte. Recuerde,
la muerte no es para usted. Incluso, allá sus hijos si quieren o no la inmortalidad.
Por último, si al aplicar y explotar todos los recursos para seguir viviendo, esto es:
mentalidad positiva, negativa, consultas médicas, curanderos, trasplante de
órganos, “filosofías de vida”, medicinas, dietas, cambios de fe, y demás
herramientas y métodos, no puede evitar envejecer y llegar al lecho de muerte con
doctor y cura incluido, por más que vengan ángeles y demonios a susurrarle cosas
al oído, que sienta dolor, cansancio, asfixia, mucho sueño, remordimientos, entre
otras cosas de las típicas que se sienten en esas circunstancias; no se acerca nunca
a “la luz”, ni a ningún otro lugar por supuesto, quédese en la tierra. Piense en sí
mismo incansablemente y repita hasta el infinito “soy inmortal”. Ya verá como de
tanto pensar y decir lo mismo se hace realidad.

E.J.C.P.

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