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Trabajé en La Lleca entre 2005 y 2008. Creo que cada persona que pasa por el
proyecto, tal vez como todos los proyectos colectivos, vive una versión diferente.
Ciertamente, cada uno de nosotros que ha pasado por La Lleca ha sido cambiado por
ella. Para mí, La Lleca era un proyecto sobre dos cosas: 1) un rechazo de formas
comunes de relacionar el arte y la política y 2) un rechazo del encarcelamiento como
una "solución" para el crecimiento de las poblaciones excedentes o las masas pobres
urbanas. Como sé que otros hablarán más sobre el proyecto esta noche, quería ofrecer
algunas reflexiones sobre la importancia, en el presente, de cómo La Lleca une estos
dos hilos de una política de abolición (en particular de las cárceles o el estado, el
patriarcado y el capitalismo) y un pensamiento de qué significa política en la dupla de
arte y política.
Hace aproximadamente un año hice un taller con estudiantes en una escuela de arte.
Los estudiantes eran inteligentes, comprometidos, listos y estaban dispuestos a pensar
en su práctica en relación con la política contemporánea. Como parte de nuestra
sesión, les pedí que se dividieran en pequeños grupos y elaboraran una definición o
una explicación de la relación entre el arte y la política. Luego recorrieron el salón
compartiendo sus ideas. Hago esta actividad con frecuencia, y no solo en las escuelas
de arte, porque siempre ocurre lo mismo: inmediatamente la conversación pasa a
discusiones muy técnicas de diferentes artistas y prácticas o ejemplos particulares de
proyectos que se señalan como ejemplos clásicos de arte político. En otras palabras, la
gente siempre comienza a discutir y debatir sobre el arte, como si todos en el aula ya
hubieran acordado una definición de la política. Sin embargo, como sabe cualquier
persona que haya pasado algún tiempo militando en la izquierda, hay tantas formas de
práctica política como artísticas: hay políticas dirigidas al estado, políticas de
autonomía, políticas anticapitalistas, políticas de liberación nacional, etc.
Esto es importante porque es sintomático de las conversaciones sobre arte y política en
general, donde con frecuencia se supone que ya sabemos lo que significa "política" y
“hacer política,” porque generalmente se supone que significa "democrático",
"participativo" "relacional" o algo de alguna manera muy vaga suena bien "radical."
Quisiera reflexionar un poco más sobre la relación entre La Lleca como proyecto
artístico, que involucra prácticas artísticas de representación e intervención, y La Lleca
como un proyecto que podríamos posicionar dentro de una corriente contemporánea
más amplia de prácticas políticas de abolición.
Yo diría que el presente es la era de políticas de abolición, que son al menos tres en
número: abolición del capital, abolición del patriarcado y género, y la abolición de la
raza como forma de dominación. En la última década hemos visto los comienzos de
discursos, los primeros intentos de producir horizontes políticos y genealogías, para
cada uno de estas vertientes de abolición. Estos intentos iniciales también han sido
testigos de las primeras complicaciones de estos nuevos discursos de abolición, el
primer conjunto de retrocesos, la primera ronda de preguntas desde posiciones
establecidas y aliadas. Y de estos cuestionamientos ha surgido una curiosa semejanza
que quiero presentarles como un problema, quizás el problema, del pensamiento
político en la era de la abolición y la lenta crisis del capitalismo global. Es un viejo
problema, hecho de nuevo, el problema de la representación.
Para concretar la discusión, quiero dar un breve ejemplo de este problema. Dentro del
nuevo pensamiento sobre la abolición del capitalismo existe una tendencia que ha sido
importante en Estados Unidos, Europa y Brasil llamada comunización (sobre la cual
pueden encontrar información en la revista Endnotes o en proyectos como la revista
Commune o Ediciones Ineditas). La comunización, para dar la más mínima de
definiciones, exige la puesta en común inmediata de bienes y medios de producción, es
decir la producción inmediata de una sociedad de vida en común o de un comunismo
pleno y anti-estatal.
Si el comunismo, como escribieron Marx y Engels, es "el movimiento real que abole el
estado actual de las cosas", y el materialismo es la teoría del comunismo, entonces en
el núcleo de la práctica materialista se encuentran formas de vincular el sujeto y la
representación: el colectivo creador de un mundo y un imaginario de lo que podría ser.
La lucha política, especialmente en sus formas comunistas y antiestatales, implica el
nombramiento de un sujeto político (el proletariado, los y las inconformes de género,
los que luchan desde abajo y a la izquierda) y el nombramiento de un horizonte
representativo (un mundo sin capital, un mundo sin violencia estatal, un mundo sin
violencia de género). La tarea del materialismo es producir un vínculo entre un sujeto
político que pueda a través de proyecto político hacer real un horizonte representativo,
una utopía, otro mundo posible.
Gracias.